Keda: ¿como que se llevo a __? -pregunto consternado
Popee: el bastardo de Kazuhiko se la llevo
Marifa: ¿que hizo que? -llevo una de sus manos a su rostro y frunció el ceño- le dije que no lo hiciera
Soltó en un casi suspiro lleno de frustración. El tono de su voz era leve, sin embargo fue audible para sus hermanos, llamando la atención de ambos, en especial la de su rubio hermano quien se acerco a la albina desafiante.
Popee: ¿tu planeaste esto? -le cuestiono con frialdad a su pequeña hermana
Marifa: n-no es lo que tu piensas -retrocedió unos pasos
Popee: sabia que Kazuhiko y tu habían tenido algo que ver, ¡pero esto es demasiado! -grito con gran furia aquello ultimo
Marifa: no, no, no, d-déjame explicarte
Ambos hermanos se miraban fijamente. El mayor cerro con fuerza ambos puños, alarmando al de cabellos morados quien se apresuro a detener al ojiazul apoyando su mano en su hombro para llamar su atención y al mirarle negó con la cabeza para así darle a entender que antes de cometer una locura, escuche a su pequeña hermana.
Finalmente acepto respirando hondo y relajando sus manos, deshaciendo así ambos puños, cruzándose de brazos volviendo su mirada a la albina.
Popee: habla rápido maldita sea
Marifa: bien, sucede que, bueno -bajo la mirada apenada- el plan original era que el la enamorara y si no lo lograba entonces debía llevársela, pero no para hacerle daño -recalco negando con ambas manos- sino para que regresara a su país y así te dejara tranquilo..., el tiene una casa cerca del aeropuerto y el plan era llevarla ahí. Pero cuando le dije que el plan se cancelaría no lo tomo muy bien, me dijo que yo no le daba ordenes, luego de eso no volvimos a comunicarnos, así que puede que la haya llevado a esa casa
Popee: y como luce esa casa exactamente -le cuestiono
Marifa: en, en realidad no lo se, el nunca me lo dijo con exactitud, solamente se que es una casa muy grande, casi una mansión
El rubio controlo su enojo, pues al menos la menor le había dado gran información que le seria útil y lo ayudaría a encontrar a su amada por lo que simplemente se limito a mirar a su hermana con enfado. Recargo su arma y salio de la habitación sin mas, ignorando por completo a sus hermanos.
Se dirigió al garaje para subir a su motocicleta, siendo seguido por ambos chicos temerosos y dudosos de lo que el mayor planeaba hacer, por lo que trataron de detenerlo.
Keda: Popee espera, ¿piensas ir solo? -le cuestiono con preocupación
Marifa: porque no mejor rindes tu declaración a la policía y dejas que ellos se encarguen del resto, veras que ella estará aquí antes del amanecer -trato de convencerle con aquellos argumentos, sin embargo estos no ayudaron en nada
Popee: no dudo con respecto a la policía, pero quiero hacer esto yo solo
Declaro y finalmente partió hacía su destino, hacía aquella mansión, dejando a sus hermanos inconformes con su impulsiva decisión.
Marifa: Keda no podemos dejar que haga esto solo, no sabemos si Kazuhiko tendrá mas personas con el esperando a mi hermano, debemos hacer algo -insistió con preocupación
Keda: ¿pero que podemos hacer? -le cuestiono- tu sabes como es Popee de impulsivo, ademas nosotros no tenemos sus habilidades para pelear, solo seriamos un estorbo
Marifa: tienes razón en eso, pero -pensó en aquellas posibilidades de ayudar a su hermano- ¡ya se! -exclamo con entusiasmo- podemos ir a la policía y denunciar el secuestro, ellos podrán ayudarlo
Partieron hacía aquel lugar esperando poder ayudar a su hermano, pues era demasiado peligroso que fuese solo a enfrentarse al castaño aun sabiendo que podría ser una trampa. Solo esperaban a que el rubio no asesinara a nadie o también estaría en problemas.
---------
Con aquella motocicleta el rubio se apresuro lo mas que pudo hasta dar con aquella mansión que la albina había dicho. Cerca del aeropuerto busco y busco pues ese lugar estaba plagado de mansiones, por lo que al no tener la dirección con exactitud no le quedo de otra mas que buscar con atención algo que le dijera en donde se encontraba su amada.
Finalmente lo encontró, encontró aquella pista que necesitaba. La camioneta en la que hace unas horas atrás se había llevado a su amada junto con el castaño la encontró, estacionada frente a una de esas mansiones, que mantenía el portón abierto por donde se adentro.
Popee: te encontré
La mansión era bastante grande, mas de lo que había imaginado, lo que significaría que le tomaría mas tiempo encontrar lo que buscaba.
Una vez en la entrada principal rompió la cerradura pudiendo adentrarse a aquel sitio, el sonido de la cerradura rompiéndose fue bastante ruidoso, tanto que se escucho en todo el lugar.
Popee: te haré sufrir escoria
Corría y corría sin llegar a ningún lado, muchos pasillos, muchas puertas y nadie al rededor, comenzaba a desesperarse, puerta por puerta, abría cada una en espera de encontrar aquella chica, aquel su tesoro.
Popee: ¡maldita sea donde estas!
De pronto un grito, o mas bien un quejido se escucho, fue poco audible, pero lo suficiente para ser escuchado por el rubio, el quejido fue reconocido inmediatamente por el ojiazul, pues se trataba de la persona que buscaba, alarmándolo por completo.
Popee: ¡__!
El quejido poco audible solo significaba se encontraba lejos de el, pero con una dirección certera, pues pudo identificar provenía del segundo piso. Pero al llegar a la fuente de aquel sonido se encontró con un pasillo desierto, sin nadie al rededor.
Sin embargo al bajar la mirada encontró unas gotas de lo que parecía ser sangre, las cuales manchaban la alfombra. Se acerco a inspeccionar encontrándose también con un pequeño pedazo de tela, de lo que parecía ser una prenda de tonalidad celeste.
Popee: estuvo aquí, sin duda
Observo la escena un par de segundos y así noto también un pequeño rastro de sangre que conducía hacía adelante, por lo cual no dudo en seguirlo. Poco a poco fue perdiendo el rastro, llegando así a toparse con dos pasillos mas, que conducían cada uno hacía una dirección distinta.
¿A cual debía ir?, no lo sabia, lo único que sabia era que su amada había intentado escapar, lo cual no sabia si le aliviaba aunque fuese un poco o le preocupaba aun mas.
Otro quejido casi grito se volvió a escuchar, esta vez se escucho mas fuerte, por lo que inmediatamente supo la dirección de este, provenía del primer piso y era escuchado por uno de esos pasillos.
Popee: ¡mierda!
Otro quejido, luego otro y luego otro, cada uno incrustándose en el rubio como cuchillos, sentía una gran presión en su pecho cada que escuchaba los gritos de su amada. Sin embargo de no haber sido por aquellos quejidos le hubiera sido aun mas difícil dar con el paradero de la chica.
Corrió hacia la fuente de aquellos gritos que le conducían a un lugar. Tomo su arma con fuerza y furia y finalmente llego hasta aquel sitio, encontrándose con una escena poco agradable visualizando a un castaño con unas tijeras filosas ensangrentadas en mano acorralando contra la pared a su amada para apuñalarla nuevamente.
Los tres se pusieron en posición listos para atacar, dos objetos fueron enterrados y un balazo fue escuchado. El castaño callo en un instante al suelo, revelando así a una chica de vestido, con escote discreto y falda mas arriba de las rodillas quien tenia tijeras enterradas en su abdomen, quien dirigió su mirada al frente, viendo así a un rubio con una pistola en mano y una preocupación jamás vista en su rostro.
- sabia que no habías muerto
Sonrió, tambaleándose de un lado a otro, queriendo llegar al rubio con las pocas fuerzas que le quedaban. El ojiazul por su parte corrió con desesperación hacia su amada a quien dejaron de funcionarle las piernas, cayendo lentamente, pero siendo atrapada por el de cabellos dorados.
Popee: ___
- Popee -menciono justo antes de caer inconsciente, pero con una sonrisa de alivio en su rostro
Un asoton de puerta se escucho, varios oficiales entraron a escena divisando así a dos chicos mal heridos y a uno prácticamente ileso. Sin saber con exactitud la situación procedieron como se debía.
Separaron a ambos chicos, recostando a la chica en la camilla y al rubio esposándolo con fuerza con ambas manos en la espalda, quien permanecía con la mirada baja sin decir o hacer nada, ocultando su rostro con su flequillo.
Las ambulancias partieron a gran velocidad al hospital pues ambos chicos se iban desangrando. Por su parte las patrullas junto con los oficiales partieron hacía otro rumbo. Detuvieron al rubio, confiscándole su arma hasta no saber que era lo que había sucedido esa noche.