Club Wonderland - 30 Seconds...

By SGabrielaD

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¿Qué tienen en común la banda musical Thirty Seconds to Mars, un ser fantástico y personas poderosas... More

Proyecto 30 Seconds to Mars: Club Wonderland
Capitulo 1 - Cayendo
Capitulo 2 - Créeme
Capitulo 3 - Oscuridad
Capitulo 4 - Decisiones
Capitulo 5 - Vuelo Nocturno
Capitulo 6: Uno de Diamante, dos de Corazones y tres de Picas.
Capitulo 7 - El Jardín de las Abstracciones
Capitulo 8 - Edificando una Coartada
Capitulo 9 - Saltando al Abismo
Capitulo 10 - Cimientos de Fraternidad
Capitulo 11 - Audicionando entre Estrellas.
Capitulo 12 - Paparazzi
Capitulo 13 - BioWonderland
Capitulo 14 - Adaptándonos
Capitulo 15 - Corriendo hacia ti
Capitulo 16 - Invierno
Notas de Wattpad: La entrevista
Capitulo 18 - Contando los días
Capitulo 19 - Holy chocolate, holy guacamole.
Capitulo 20 - Amigos y Fama
Capitulo 21 - Shannimal
Capitulo 22 - Shannimal II
Capitulo 23 - Iridiscente
Capitulo 24 - Stradivarius
Capitulo 25 - Necesidades Básicas
Capitulo 26 - 30STM Tour Bus
Capitulo 27 - The Echelon
Capitulo 28 - Frenesí
Capitulo 29 - La Ciudad del Pecado
Capitulo 30 - ¿Lo que pasa en Las Vegas...?
Capitulo 31 - Una Boda de Marte
Capitulo 32 - El Diario de Bartholomew Cubbins
Capitulo 33 - El Lago
Capitulo 34 - Hábitos Nocturnos
Capitulo 35 - Secreto Moderno
Capitulo 36 - Ascendiente
Capitulo 37 - Antebellum
Capitulo 38 - Pieza del Rompecabezas
Capitulo 39 -Lujuria y Poder I
Capitulo 40 -Lujuria y Poder II
Capitulo 41 - El Club Wonderland
Capitulo 42 - Jaque Mate
Capitulo 43 - Marionetas y Doncellas
Capítulo Final - Monocromía
Epílogo
NOTA EXTRA DE WATTPAD

Capitulo 17 - Ilusión

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By SGabrielaD

                                                                               Ilusión

 “El mundo imaginario que brota de mi alma perniciosa es sólo comparable al altar de un recinto sagrado”―Junichiro Tanizaki

En cuanto Jared posicionó su camioneta en la 8221 Sunset Boulevard  de Los Ángeles y salió a la estrellada noche, la prensa  que rondaba el lugar lo intervino con sus preguntas y cámaras; manteniendo su porte, su sangre fría y una sonrisa cordial los mantenía a la raya; desde que comenzó en el mundo de la fama supo que tendría que tener cuidado con sus palabras y un gesto mal dado podía desembocar en todo un lio amarillista sin serlo.

Se ajustó nuevamente sus lentes de sol,  con un ademan de saludo y un “Buenas noches caballeros” inició su lento caminar hasta el recinto de piedra con ellos revoloteándole alrededor igual que zamuros con su presa. A medida que avanzaba los paparazzi no dejaban de decir su nombre, ofuscándolo para que actuara de una u otra manera y en más de una ocasión preguntaron por la banda y el nuevo miembro; se mantuvo impertérrito a ellas y respiró hondo cuando llegó al lobby del Chateau Marmont.

No más jaleo hasta el amanecer.

El Chateau Marmont Hotel era el edificio más lujoso y exclusivo de Los Ángeles con su diseño francés en lo alto de una colina dando la apariencia de un castillo; su ubicación accesible, seguridad en su interior y cómodas terrazas privadas lo hacían el “escape” perfecto de todo artista, pero con los años se volvió un lugar de moda para visitar y era por esta razón que siempre estaba atestado de personas en la entrada y el lugar predilecto para famosos que deseaban convivir con otros de su igual posición social.

Una vez en la sala principal Jared se desvió en dirección al bar, siguiendo la alfombra roja por los pasillos del hotel que hacia juego con las decoraciones doradas, era un recorrido que conocía de memoria y cuando llegó al la estancia del bar no tardó en encontrar a Terry Richardson sentado en una mesa al fondo del salón. Un largo sillón vino tinto bordeaba las paredes blancas con detalles ornamentales y junto a este mesas rectangulares para los comensales, podías beber y cenar al mismo tiempo mientras un suave jazz armonizaba la velada en el fondo.

― Jared Leto ―saludó Terry, el famoso fotógrafo de las celebridades, con una sonrisa de oreja a oreja poniéndose de pie para darle un abrazo;  su camisa de cuadros y grandes lentes de pasta lo hacían reconocible donde fuese.

― Hola ―sonrió Jared de vuelta y ocupó un lugar a su lado― Veo que has comenzado sin mi ―bromeó señalando su vaso lleno de un liquido amarillo que supuso era Whisky.

― Llegaste una hora después de la acordada ―se defendió alzando sus manos― No es mi culpa.

― Por lo menos dime que no cenaste si mi. ―dijo en tono serio, odiaba comer sólo mientras los demás estaban a su lado sacándole conversación.

― Eso nunca, además, no eres el único al que espero; invité a dos jóvenes damas para que compartan nuestra velada.

Jared rodó los ojos y sonrió divertido. Él sabía cómo terminaban esas veladas compartidas…compartiendo otras cosas además de comida, y para su suerte, el fotógrafo conocía muy bien sus gustos femeninos.

― Debo dejar de juntarme contigo, te estás volviendo una mala influencia para mí.

― ¿Una mala influencia? ―preguntó ofendido― ¿Quién me llamó de la nada para ir a cenar? ¿Quién tuvo que dejar su estudio fotográfico y sus sesiones para venir?

― Bien, yo llamé ―se disculpó― pero eso no quita que seas mala influencia.

― Oh viejo amigo, ambos sabemos que tú tienes un alma más perversa que la mía.

Sin darle una oportunidad de responder fueron interrumpidos por dos mujeres altas y despampanantes, una castaña y la otra rubia portadoras de un rostro idéntico, gemelas a simple vista. 

Buenas noches ―saludaron a coro ambas con una sutil voz y una sonrisa provocadora que combinaban con sus vestidos cocktail ceñidos al cuerpo.

― ¡Hermosas! ¡Bienvenidas! ―exclamó Terry con los brazos abiertos, recibiéndolas igual que había hecho con Leto― Chicas, él es Jared Leto, cantante, productor y padrino de las bodas. Jared, ellas son Rochelle y Giselle. Estuvieron modelando esta tarde en el estudio para una prueba de color. 

― Un placer ―dijo Jared sonriendo traviesamente mientras se prendaba de la hermana rubia: Giselle― Por favor, siéntese. ―invitó y en un par de segundos la reunión de dos viejos amigos que se encuentran para tomar unos tragos se transformó en un intercambio sonrisas y miradas insinuantes.

//

Genevieve tomó la mano de Shannon y bajó de la camioneta, habían llegado al Boulevard de Hollywood y toda la acera estaba compuesta de estrellas de cinco puntas con fondo rosa, con los nombres de artistas famosos que formaban el Paseo de la Fama, se perdió un instante en la larga línea de ellas que se extendía en varias cuadras mas allá por toda la avenida llena de locales, centros nocturnos y hoteles, brillantes y llamativos a esas horas de la noche por sus marquesinas y luces de neón.

Se obligó a avanzar con Shannon para no parecer demasiado curiosa y luego miró al  frente, encontrándose con un moderno restaurante japonés con la palabra Katsuya en la puerta de cristal de la entrada. El hombre de la entrada les abrió la puerta principal dejándolos entrar y caminaron hasta una recepción donde un señor con rasgos asiáticos los recibió cordialmente.

― Bienvenidos a Katsuya ¿en qué puedo ayudarles? ―inquirió el hombre con amabilidad y con un acento característico.

― Buenas noches, tengo una reservación a nombre de Shannon Leto.

El señor asintió y comenzó a revisar la computadora con los datos de las reservaciones, dando con él rápidamente.

― Muy bien señor Leto, la mesa número seis los espera. ―anunció y una mujer de protocolo les pidió que los siguiera al interior del lugar.

El interior de Katsuya era un majestuoso restaurant con mesas, sillones y sillas de color beige; lámparas de papel con velas, grandes fotografías panorámicas con dragones, ojos y labios de geishas. Era sofisticado e intimo al mismo tiempo, en la barras podías ver a los chef cocinar los platillos que eran llevados a las mesas  y en ellas personas dialogando tranquilamente, por la disposición allí podían ir grupos de empresarios, de amigos o parejas en una cita ya que el ambiente daba para todos los gustos que disfrutaran degustar exquisitos platillos japoneses en su máximo esplendor.

Fueron conducidos a una sala de mullidos sofás de color blanco y mesas bajas para comer en ellas, al fondo una amplia fotografía luminosa de unos ojos cerrados con largas pestañas femeninas daba el toque especial a la decoración. Se sentaron un frente al otro mientras observaban como les entregaban el menú del lugar; Shannon lo abrió con elegancia y ojeó las primeras líneas, Genevieve lo imitó, en vano, ya que no conocía ningún plato de la lista. 

― Creo que tendrás que ayudarme con mi elección ―anunció Genevieve dejando el menú sobre la mesa con cuidado― es la primera vez que como en un restaurant japonés. ―susurró.

Shannon sonrió frente a ella.

― No te preocupes yo elegiré esta vez por ti, pediré dos tipos de platos, uno para ti y otro para mí para que pruebes  de ambos. ¿Te parece? ―propuso.

― Claro, eres mi guía culinario esta noche. ―dijo con una sonrisa, procurando no sentirse incomoda en aquel lugar.

― Yo sólo leo el menú y doy mi más humilde opinión ―rió con entusiasmo―  Pero aceptaré el reto por ti. ―comentó con esa seductora voz que lo caracterizaba y luego ordenó los platillos en una perfecta pronunciación, Genevieve no sabía que significaban ni que contenían cada uno pero la oportunidad de verlo frente a ella siendo tan encantador y dulce no la cambiaba por nada. 

Mientras esperaban le fueron traídos dos cócteles llamados Kiwy Envy, una bebida a base de ginebra, licor de flor de saúco, kiwis, jugo de limón y soda. Era dulce y suave de digerir, aunque por advertencia de Shannon le recomendó que no tomara más de diez copas en una noche o comenzaría a bailar sobre las mesas.

― Estoy llegando a creer que ustedes intentan volverme adicta a las bebidas espirituosas, primero Tomo y ahora tu. 

― Una copa de vez en cuando no te hará daño y no es que consumamos licor todo el tiempo, en ocasiones especiales nada más.

― ¿Esta es una ocasión especial? ―soltó impulsivamente Genevieve de forma juguetona y se arrepintió muy tarde. «Es una cena entre compañeros de banda» le recordó su mente como una espina «Él tiene novia y se llama Elizabeth. ¡Idiota Genevieve! ¿Cómo le vas a decir eso a Shannon?» Si no fuese porque las mesas eran muy bajas y no tenían mantel se abría escondido allí hasta que cerraran el lugar. ¿Dónde había un hoyo para meter la cabeza cual avestruz cuando se necesitaba?

Shannon miró su copa por un instante, acariciándole el borde con uno de sus dedos y sonrió.

― Tal vez. ―respondió en tono bajo y pasional que la dejó helada y con ojos como platos

«Tal vez…Tal vez…Tal vez…Tal vez…Tal vez…Tal vez…» sus palabras hicieron eco incontables veces en su cabeza hasta que uno de los chef se acercó con un carrito con los platillos.

― Sashimi para la joven ―dijo el señor colocando un vistoso platillo frente a Genevieve―  Y Nabeyaki udon para el caballero. Disfruten la cena ―hizo una pequeña reverencia y se retiró de la mesa.

― Bien, el Sashimi es como el Sushi ―comenzó a explicarle Shannon sacándola de su ensimismamiento, rápidamente bajó la mirada a su plato siguiendo sus palabras con cada ingrediente―Tienes camarones, mariscos, salsa de soja con wasabi que es un condimento picante y un aderezo de rábano rallado. Les pedí que te pusieran un contorno de arroz en caso de que no te gustara el pescado.

Su plato cuadrado estaba perfectamente presentado y la armonía de los colores en los alimentos en el te invitaban a probarlos.

― Se ve hermoso ―admitió detallando cada ingrediente que Shannon le había mencionado con atención, perfectamente cortados para degustarlos en un bocado por vez.

― Ellos son excelentes en decoración de platos. ―añadió sagaz, él era una persona detallista y cada vez que visitaba un lugar para comer se aseguraba que primero lo sedujeran con el ambiente, la decoración y el aroma de los alimentos.

― ¿Y que cenarás tu? ―preguntó mirando el plato hondo del lado del baterista.

― Nabeyaki udon, es una sopa de fideos, verduras cocidas, camarón tempura con champiñones y un huevo cocido.

― Suena interesante para ser una sopa. ―admitió viendo con curiosidad su plato. 

― Lo es ¿No te gusta la sopa pequeña Mafalda? ―dijo Shannon con una sonrisa, podía jurar que tenia cierto sarcasmo al decir sopa.

― No es por mal, pero además de las Pancakes Vegetarianas, Jared es un adepto a las sopas de verduras. Es tan sano algunas veces. ―protestó con una graciosa mueca  haciendo énfasis en la palabra “sano”. 

― Prueba esta, prometo que no será como la de mi hermano ―introdujo la cucharilla en su sopa para agarrar un poco y luego la extendió con cuidado por en medio de la mesa para que ella lo probara, en un principio creyó que le daría la cucharilla para que la tomara, pero al ver su mirada traviesa con una ceja alzada supo que aquello iba por otro lado― Vamos Mafalda, una cucharadita nada más. ―insistió con una sonrisa mientras hacía los sonidos de un avión.

Roja como un tomate de la vergüenza abrió la boca y dejó que la alimentara como una bebé.

― No puedo creer lo que acabo de hacer ―dijo Genevieve tapándose el rostro con las manos reprimiendo una risa.

― Te vez adorable, sólo te falta el babero y un chupón colgado del cuello  ―bromeó soltando una carcajada.

― No es gracioso ―se quejó mirando a las otras mesas, tenia suerte de que no hubiese mas nadie en esa sala― Deberías dejar que yo te de comida en público para que veas lo que se siente.

Shannon se encogió de hombros.

― Está bien, acepto.

Genevieve pensó que se negaría, que le iba a decir que no. Oh señor, aquella iba a ser una larga velada para ella. Repitió los mismos pasos que Shannon usando unos palillos de maderas y extendió el bocado hasta sus provocativos labios, el baterista abrió la boca lentamente y cerró los ojos para recibir el rollo de camarón, rodeando momentáneamente los palillos con sus labios antes de proceder a masticar.  

― Esta delicioso ―pronunció soltando un gemido aun con los ojos cerrados― El mejor Sashimi que he probado.  Gracias Genevieve.

«Estoy condenada, lo sé» pensó ella sin poder desviar la mirada, sintiendo que el baterista estaba perdiendo su tiempo como fotógrafo, en sus ratos libres debía ser modelo para comerciales de comida; tenía una manera de degustar las cosas, unos gestos tan sensuales que dejaban mucho a la imaginación.

//

Después de dos horas entre la cena y las bebidas Jared se encontraba en un estado taciturno dejando que las conversaciones vinieran y se alejaran con la misma rapidez que surgían, como lo previó terminó con la rubia pegada a su cuerpo abrazándola por la cintura con una mano y acariciándole las largas y perfectas piernas con otra, mientras sus ojos bailaban desde sus pechos hasta sus labios en un constante ir y venir sin control de deseo.

Sabía como coquetear, después de tantos años se había vuelto un experto, pero cuando la “cacería” le resultada demasiado fácil perdía el interés con facilidad, era por ello que estaba intentando con todo su ser que la conversación diera fruto con la hermosa pero poco inteligente dama que se encontraba a su lado.

Ella llevaba más de media hora hablando de moda y de cómo había llegado al mundo del modelaje bajo una mirada cansada de Jared que pretendía un gran interés, la actuación funcionaba en cualquier momento y para muchos fines si se utilizaba correctamente.

― Giselle ¿te gustaría dar un paseo conmigo? ―le preguntó con un tono bajo y seductor interrumpiéndola, mientras dejaba de acariciar su pierna para subir su toque hasta su mejilla. Si volvía a escuchar el nombre deChristian Louboutin de sus pintados labios subiría al techo del Chateau Marmont y se lanzaría.  Y no era porque el vocalista odiara los zapatos de suela roja del famoso diseñador, pero por favor, hay mas temas en el mundo para hablar que ese.

― ¿A dónde iremos a pasear? ―preguntó provocativamente siguiéndole el juego.

Jared se acercó a su oído y le susurró.

― A las estrellas mon chéri. ―dijo fingiendo un cuidado acento francés. La rubia lo miró con interés y sonrió.

― Te sigo mi sexy francés.

Ambos se pusieron de pie para salir del bar, iba a despedirse de Terry pero él ya tenía una conversación propia con la morena, no tenia caso interrumpirlos. Cruzaron los pasillos entre risitas y miradas lujuriosas hasta llegar al elevador, Jared se mantuvo tieso como una roca durante los segundos que duró el viaje hasta el sexto piso sin que Giselle comprendiera las razones de su frialdad, y es que él tenía una muy buena. Todas esas cabinas poseían cámaras y no pensaba perder su reputación besuqueándose con ella mientras un guardia los veía desde su caseta de vigilancia, por mucho que quisiera empujarla contra los espejos del ascensor y arrancarle el vestido color rojo que llevaba. 

Avanzaron hasta la habitación Nº 60 y Jared pasó la tarjeta-llave por el picaporte digital que en un chasquido mecánico abrió, dejó que ella avanzara primero y la siguió cerrando la puerta. 

― Iré al tocador a refrescarme, ya vuelvo. ―anunció la rubia antes de perderse por la puerta del baño.  

Jared la siguió con la mirada deteniéndose en el vaivén de su trasero hasta que cerró la puerta, cruzó la habitación y vació sus bolsillos en la mesa de noche junto a la cama  para luego sentarse en el borde de esta a esperar, apoyando los codos de sus piernas y enterrando su rostro entre las manos; se sentía un poco mareado por el alcohol pero no lo suficiente para perder la cordura. Antes de lo previsto Giselle salió del baño portando sólo su ropa intima y una sonrisa de lado. 

― ¿Estás listo para ese paseo? ―inquirió mientras acortaba la distancia entre ambos. Aquella pregunta estaba demás para Jared, por supuesto que lo estaba, de lo contrario no abría subido hasta allí. No le respondió con palabras, esperó que estuviera lo suficientemente cerca, a tal punto que quedara de pie entre sus piernas y delineó el contorno de su cuerpo con la suavidad de sus manos, desde sus largas piernas hasta su angosta cintura.

Si previó avisó la rodeó con su brazo y la atrajo para que cayera sobre él, girando luego sobre la cama para posicionarse encima.  

― Vaya, eso se sintió genial ―apremió la rubia con ojos brillantes.

― Y eso que aun no he comenzado mon chéri. ―susurró antes de devorar sus labios con fiereza, manteniéndole el rostro alzado con una mano en su cuello.  Luego de sentir sus labios tan hinchados como los de ella bajó su agarre hasta su cintura y siguió la línea de sus besos hasta sus senos, aun cubiertos por la fina tela de encaje negra.

― Tu barba me hace cosquillas ―dijo entre una risita y esas palabras bastaron para que su erección imponente mermara como una lechuga al vapor.

Jared se irguió sobre Giselle, apoyándose con los antebrazos a cada lado de su cuerpo observándola un instante y luego se giró para levantarse.

― Es tiempo de que te vayas. ―apresuró Jared tomando sus cosas de la mesa de cama y peinando un poco sus cabellos revueltos con los dedos.

― ¿Qué dices? ―la mujer estaba descolocada, no entendía su repentino cambio de actitud.

― ¡Que el paseo acabó! ―sentenció en un gruñido― O sabes qué, quédate en la habitación, está paga durante  esta noche, dudo que tu amiga o hermana o lo que sea tuyo vaya a acompañarte a casa si está con Terry. ―habló con sinceridad ajustándose el último botón de su camisa.

― No puedo creer esto ―se puso de pie ofendida llevándose las manos al pecho para taparse,  cosa que le pareció ridícula a él luego de haberla besado segundos antes en esa zona.

― Créelo, en tu camino a la fama tendrás muchas decepciones como esta ―explicó, no entendía porque tanto alboroto si ambos estaban reunidos por mero placer, si ella pretendía lograr que cayera a sus pies y tener de novio a un artista famoso estaba equivocada y mucho. Avanzó hasta la puerta de la habitación y la abrió― Bye, Bye mon chéri. 

Poco antes de cerrar en su totalidad escuchó como la rubia soltaba una imprecación en su honor y azotaba algo contra la puerta;  intentó no darle mucha importancia al asunto y siguió su camino al elevador, una vez dentro se aseguró de no tener marcas de labial en ninguna parte visible y de acomodar bien su ropa antes de salir a la calle. Mientras se ajustaba nuevamente sus lentes oscuros en el puente de la nariz se preguntó con molestia: «¿Qué demonios acaba de pasar contigo allá atrás Jared? Tú no eres así, nunca dejas las cosas a medias»

//

― Fue una cena maravillosa ―dijo Genevieve cuando Shannon estacionó su camioneta en la casa de Jared procurando hacer el menor ruido posible, ya eran pasadas la una de la madrugada y el baterista suponía que su hermano dormía en el piso superior.

― Creo que la compañía fue lo mejor de todo ―apremió Shannon antes de bajarse del vehículo y como había hecho anteriormente, lo bordeó rápidamente para abrirle la puerta como todo un caballero.

― Gracias ―sonrió ella tomando su mano y bajó para encaminarse a la entrada con él a su lado― Siento también lo del rollo de camarón, no era mi intención hacerlo volar hasta la mesa vecina, soy un poco torpe con los palillos aun. ―comentó bajando la mirada con cierta pena recordando el evento del restaurante.

Shannon echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.

― Esa fue la mejor parte de toda la cena ―confirmó manteniendo la sonrisa, ambos llegaron al pórtico y se detuvieron uno frente al otro para observarse y despedirse.

― Es igual, prometo practicar de ahora en adelante. ―alzó su mano derecha en alto.

― Esta bien ―Shannon asintió y miró el suelo de piedra mientras metía las manos en los bolsillos del pantalón― Hay algo que he querido decirte desde que te invité a cenar pero no lo he dicho para no romper con el ambiente.   ―comenzó a decir pacíficamente.

«¿Romper con el ambiente? Vaya, para que él le hablara en ese tono tan sombrío era porque algo realmente malo había sucedido» esperó en silencio expectante temiendo lo peor.

― Como sabes, yo tengo asuntos como fotógrafo fuera de la banda y…y bueno, ha surgido un concurso en el que voy a participar.

― Eso, eso suena maravilloso. ―respondió sin entender muy bien porque tanta tristeza, si era algo que le gustaba ¿por qué iba a “romper el ambiente” con compartirlo?

― Lo sé, es sólo que tendré que estar fuera de la ciudad para mediados de diciembre hasta después de navidad. ―dijo rápidamente, si seguía guardándolo no lo diría. 

Ok, aquello si era algo para romper ambientes, estados emocionales y demás. Shannon se iba y Tomo también, la situación no podía ser peor.

― ¿Volverás para año nuevo? ―fue lo único que pudo articular la joven ante tal confesión, era uno de los sueños Shannon ser fotógrafo y no podía interponerse demandando su atención como una niña pequeña.

― Lo intentaré, se que desde que llegamos de Italia has deseado hacer cosas diferentes, salir y conocer lugares como hoy, pero hasta que no…

― Se haga el anunció con todos no podré. ―completó citando la frase que tenia tanto tiempo escuchando―  Lo sé. No tienes de que preocuparte, yo estaré bien aquí con tu hermano. Nos cuidaremos el uno al otro mientras ganas ese concurso. ―le dio una sonrisa ferviente brindándole todo su apoyo aunque por dentro quisiera rogarle que la llevara a su lado.

― Gracias ―la miró por varios segundos en silencio bajo la luz blanca de la entrada intentando grabar su rostro en su mente, detallando sus grandes ojos verdes, su pequeña nariz y sus labios finos, y como si la mañana siguiente fuese el día de irse se despidió― Prometo llamar cada día para ver cómo están aquí,  tendrás que vigilar que Jared se porte bien en mi ausencia. ―bromeó.

― Lo intentaré, aunque no prometo nada, tu hermano tiene un alma salvaje, como la tuya. 

― Es de familia ―sonrió encogiéndose de hombros y sacó las manos de sus bolsillos, dio el paso que los separaba con lentitud y se inclinó un poco para besar su mejilla en un cálido contacto presionando sus carnosos labios por un par de segundos.  

Reacia a dejarlo ir, cuando comenzó a erguirse lo rodeó con los brazos a la altura del cuello en un abrazo.

― Te voy a extrañar en esas semanas ―dijo y era así, había pasado los últimos meses viéndolo cada día y ahora se sentía abandonada. Deseó que aquel instante se extendiera mientras se fundía en su cálido y atlético pecho, cubierto por una simple camisa de mangas tres cuartos negra.

― Yo mas ―respondió devolviéndole el abrazo, aferrándose a su cintura y ocultando el rostro en su cuello; podía quedarse así eternamente si ella se lo permitía.

//

Tomo llegó a la casa de Jared pasadas las diez de la mañana del domingo, había quedado el día anterior de ir a ayudarle con la maquetación del disco, pero luego de tocar el timbre de la casa unas diez veces estaba dudando seriamente de que estuvieran allí; quizás lo había olvidado, era lo que pensaba hasta que una somnolienta Genevieve hablándole por el intercomunicador  le permitió la entrada del portón, encontrándola luego en el recibidor despeinada y aun con ropa de dormir.

― Buenos días bella durmiente ―la saludó Tomo con una sonrisa y un abrazo― ¿Qué les pasó a ustedes hoy que no se han levantado aun?

― Jared salió anoche con unos amigos y yo me acosté tarde ―dijo en un bostezo― Lo siento.

― Estuviste con Shannon anoche ¿verdad? ―la señaló con su índice mientras le dicaba una mirada perspicaz.

Aquello le cayó como un balde de agua fría. ¿Cómo sabia Tomo de la cena?  Luego de entrar a la casa no pudo quedarse dormida con facilidad y después de tanto dar vueltas en su cama,  había tenido un adorable sueño con el restaurante que visitó con Shannon el día anterior, era como si repitiera cada conversación, cada gesto de la cena en el.

― ¿Co…como lo supiste? ―balbuceó abriendo muchos sus ojos.

― Porque lo llamé hace quince minutos y se estaba levantando. ¿A dónde fueron tortolitos? ―inquirió con curiosidad y una clara diversión.

― A cenar ―respondió tranquila y luego notó lo raro que podía parecer. CENA - NOCTURA…SOLOS―   Pero ¡Nada pasó! ―exclamó alzando la voz nerviosa.

― Yo nunca dije que pasara nada malo  ―Tomo alzó una ceja y le dio una media sonrisa― Pero ahora que lo dices…  ―dejó colgando las palabras y soltó una de sus carcajadas graciosas. El pelinegro se estaba divirtiendo a lo grande con la muecas que hacia la chica.

Genevieve se llevó una mano al rostro avergonzada, debía organizar lo que decía y cómo lo decía pero ya. En eso una figura alta, delgada y con muchos rulos apareció detrás del guitarrista.

― Buenos días  ―saludó Gustavo con una sonrisa a Genevieve,  antes de hacerle un escaneo desde la primera hebra de cabello desordenado, pasando por su menudo cuerpo cubierto solamente por una de las camisas de Jared, bajando hasta sus pálidas piernas y  llegando a sus pies descalzos. Quedó petrificado sin poder despegarle la vista― Hola ―logró articular después pasando saliva por su reseca garganta.

― Hola ―respondió ella adquiriendo los colores de un sembradío de fresas, era la primera vez que un chico le miraba con tanto interés y sabiendo lo patética que podía verse acabada de levantar no dudó en irse corriendo de allí― Voy a cambiarme― Anunció mientras salía como un cohete escaleras arriba, era la primera y última vez que bajaba a abrir la puerta así.

Tomo se echó a reír y negó encaminándose hasta la sala.

― ¿Ella vive aquí? ―le preguntó Gustavo en tono bajo cuando logró despegarse del recibidor aun con la imagen de Genevieve recién levantada rondándole la mente. Tomo lo había olvidado, nadie podía saber la verdad, trabajó lo más rápido posible una mentira y dijo:

― Su casa se inundó la semana pasada por una filtración, se está quedando aquí mientras la reparan.

― Pensé que vivía en un apartamento. ―comentó el joven dudoso, tratando de conectar lo que le había dicho Jared de la nueva integrante.

― Si…eso. Apartamento, casa, cuando se inundan no hay diferencia. ―y antes de que siguiera con las preguntas se disculpó para ir al estudio a encender lo equipos.

Era extraño para Tomo no escuchar ningún ruido allí, la casa estaba demasiado silenciosa incluso siendo un día domingo, recorrió un par de estancias y se sorprendió al encontrar a Jared  en la sala adyacente al estudio, durmiendo en uno de los muebles azules vestido con ropa de salir, no tuvo que hacer mucho esfuerzo para concluir que llegó y se tiró allí sin más.  Aunque el ver el lugar un poco desordenado le hizo cambiar de idea, él podía ser desordenado pero al usar su casa como estudio mantenía el orden, encontró un par de hojas con dibujos de Creeps regadas en la mesa central y unas partituras en el suelo junto a piano.

Avanzó hasta ese lugar y las tomó intentando organizarlas, notando entre ellas una hoja de rayas diferente a las del montón. Llevaba por título Ilusión y era la inconfundible letra de Jared, quizás una nueva canción para el álbum; curioso por saber de que trataba pasó la vista rápidamente por las líneas leyéndola.

Ilusión

En la esquina de un mundo roto di un salto de fe al abismo.

Alcé la vista a las estrellas y sellé un acuerdo de sangre por la eternidad.

Escondido en mi soledad construí una coartada. Construí y construí.

Ahora, cómo me puedo sentir de esta manera.

Es una ilusión.

Si no puedo tenerte, es una ilusión.

Ahora estoy escalando las paredes.

Es una ilusión.

Nada es real de esta manera, pero ya no puedo dejarte ir.

Un encuentro monocromo es llenado con el azul Mediterráneo y el verde Primavera.

Escondido en mi soledad construí una coartada. Construí y construí.

 Me he transformado en algo parecido a la noche y en un mar de dependencia

Se me ha olvidado respirar.

 Escondido en mi soledad construí una coartada. Construí y construí.

Un moderno secreto.

 Era una letra hermosa sin duda, sublime y melancólica, aunque con muchas metáforas en ella; una estrategia que usaba el vocalista para ocultar el verdadero mensaje. Tomo se sentía con más curiosidad por conocer los acordes ahora que le había leído. ¿Serian rápidos o lentos?   ¿Era una melodía de rock o balada? ¿La usaría en el nuevo álbum o no?

Un gemido gutural, producto de un hombre que está a punto de despertar le hizo dejar las hojas sobre el piano con rapidez, por temor a ser descubierto leyéndolas sin su permiso y se giró para observar como Jared batía las pestañas y comenzaba a abrir los parpados lentamente, mostrando dos canicas azules iluminadas por la luz de la estancia.

Había despertado. 

***

Notas del capitulo:

* En el reproductor de la multimedia pueden escuchar el Jazz que sonaba de fondo en el bar del Chateau Marmont. 

* Tanto el hotel Chateau Marmont como el Restaurante Katsuya son lugares reales que puedes conseguir si visitas Los Ángeles. 

* La palabra japonesa Katsuya significa "Victoria"  

* Cuando Shannon le dice a Genevieve "Mafalda" se hace referencia al personaje creado por el caricaturista Quino -Joaquín Salvador Lavado-  en los años 70's, una pequeña niña idealista que intenta hacer un mundo mejor a través de sus acciones y frases, pero que desafortunadamente detesta la sopa.

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