Forcing Smiles ©

By endlessly_daydreamer

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Simplemente una historia de amor, pero lamentablemente no el amor al que están acostumbrados a leer. Una hist... More

☀︎ | Sinopsis
☀︎ | Introducción
☀︎ | Capítulo 1
☀︎ | Capítulo 2
☀︎ | Capítulo 3
☀︎ | Capítulo 4
☀︎ | Capítulo 6
☀︎ | Capítulo 7
☀︎ | Capítulo 8
☀︎ | Capítulo 9
☀︎ | Capítulo 10
☀︎ | Capítulo 11
☀︎ | Capítulo 12
☀︎ | Capítulo 13
☀︎ | Capítulo 14
☀︎ | Capítulo 15
☀︎ | Capítulo 16
☀︎ | Capítulo 17
☀︎ | Capítulo 18
☀︎ | Capítulo 19
☀︎ | Capítulo 20
☀︎ | Capítulo 21
☀︎ | Capítulo 22
☀︎ | Capítulo 23
☀︎ | Capítulo 24
☀︎ | Capítulo 25
☀︎ | Capítulo 26
☀︎ | Capítulo 27
☀︎ | Capítulo 28
☀︎ | Capítulo 29
☀︎ | Capítulo 30
☀︎ | Final
☀︎ | Agradecimientos

☀︎ | Capítulo 5

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By endlessly_daydreamer



☀︎ Capítulo Cinco ☀︎

She would not show that she was
afraid, but being and feeling alone was
too much to face. Though everyone
said that she was so strong... What
they didn't know is that she
could barely carry on

Hartley ☀️

-Esto es increíble. ¡¿Cómo pudiste ser tan idiota, Hartley?!- me regaña mi madre extremadamente molesta.

Y yo estoy bastante desconcertada.

Desperté en una sala de hospital con un punzante dolor en la cabeza y una pierna enyesada hasta la rodilla. Lo último que recordaba era haberme estampado contra un poste de luz pero... ¿cómo llegué hasta aquí?

Sólo se me ocurría una respuesta posible: aquel chico, Cole, me trajo. No quiero ni imaginar lo ridícula que debo de haberme visto.

Y pueden llamarlo masoquismo, pero a pesar de saber que sólo quería reírse de mí algo en mi interior, muy en el fondo, quería que se quedara. Quería que él estuviera allí cuando yo despertara.

Pero lo único que había eran médicos. Me preguntaron mi nombre y llamaron a mis padres.

No fue una sorpresa para mí tener que esperar cuatro horas a que mi madre llegara al hospital a por mí. El trabajo siempre es más importante.

Aparentemente el golpe en mi cabeza y mi frente no fueron nada graves. Sólo me duele bastante la frente. El problema es el enorme yeso que envuelve mi pierna derecha perfecto para arruinarme el verano por completo.

-Lo hiciste a propósito, ¡¿no es así?!- grita en mi rostro y procedo a ignorarla, como siempre. -¡¡Contéstame Hartley Alison Carpenter!!

Usualmente que tu madre te llame por tu nombre completo es algo extremadamente malo, pero para mí ya se ha vuelto un hábito.

Parece ser que los únicos sentimientos que mi madre tiene hacia mí son furia, odio, vergüenza y arrepentimiento. Y con razón, yo también me sentiría de esa manera si mi hija fuera tan patética como yo lo soy.

Pero si hay alguien que debe amarnos incondicionalmente, es nuestra madre.

Pues a mí ni ella me ama.

-Fue un accidente, Laura- ni siquiera quiere que la llame madre.

-¡Mientes! ¡Lo hiciste sólo para fastidiarme! Así no puedes ir a la casa de Edward y tengo que también aguantarte en el verano.

Me quedo en silencio. Por supuesto que "aguantarme" es demasiado trabajo para ella.

Edward es mi padre y todos los veranos debo ir a su casa y la de su novio, la cual es en la costa de la provincia, o sea, en la playa. Digamos que un yeso no es el mejor compañero del mar.

-Pues, adivina qué. Tus planes se han arruinado, porque iras allí igual, sin importar lo que tengas.

☀︎☀︎☀︎

Y como se me fue prometido, dos días después me encuentro en el micro que me lleva directo a Pinamar, donde mi padre vive. Es una lástima que nuestro chofer estuviera de vacaciones en México.

Apoyo mis muletas en el asiento que se encuentra a mi lado para que nadie lo ocupe. Me pongo un pullover porque hace demasiado frío y tomo un poco de agua de la botella que siempre llevo conmigo; mantenerse hidratado es súper importante.

Me limito a mirar por la ventana escuchando música todo el viaje. Las melodías de Halsey, Camila Cabello y Billie Eilish hacen que las próximas cuatro horas de viaje no sean tan aburridas.

Al llegar lucho con las estúpidamente molestas muletas para bajar las escaleras del autobús. Y allí están. Edward y Julio. El primero con su semblante serio de siempre y el segundo con una sonrisa tan brillante que me llega a cegar.

-¡Hartley!- exclama Julio causando que mi padre levante la mirada de su teléfono. Viene corriendo hacia mí y me abraza. -¿Pero qué te pasó?

-Me caí- le dedico una media sonrisa. Él es probablemente la única persona que no me trata mal en el mundo. Y al menos finge preocuparse por mí.

-Iré a por tu maleta.- me besa en la frente y me deja sola con Edward.

-Eso es debido a tu torpeza, no me sorprende.- Señala a mi pierna con su cabeza y luego niega con desaprobación, causando que mi pecho se encoja y se forme un nudo en mi garganta.

Asiento y bajo la mirada al suelo. Nos quedamos en el silencio más incómodo del mundo hasta que Julio vuelve con mis pertenencias. -¿Vamos?- dice y mi padre y yo lo seguimos al auto.

Luego de cuarenta minutos de viaje en auto, durante los cuales la pareja de mi padre no paró de preguntarme cosas sobre mi vida como si tenía novio, y yo aguanté las ganas de llorar, llegamos a la enorme casa que ellos poseen.

Una vez instalada en la habitación que será mía por el siguiente mes y medio, rompo a llorar. Usualmente no duro más de dos días sin llorar. Es más que un hábito, es una necesidad. Una necesidad de dejarlo todo ir, todo el estrés, la depresión, los nervios... todo.

☀︎☀︎☀︎

-¡Buenos días, pequeña!- exclama Julio al verme luchar para bajar las escaleras a la cocina con las malditas muletas. Me llama pequeña desde la primera vez que nos conocimos, hace diez años. -Te preparé una taza de café y unos pastelitos.- me sonríe.

-Gracias, pero no tengo hambre.- le agradezco.

-Pero ayer a la noche casi ni tocaste tu comida. ¿Segura que no quieres probar ni un pastelito? Están recién salidos del horno.

-No suelo tener hambre a las mañanas, pero se ven bien.

-Ya es hora de que salgas de la casa, socialices un poco.- escucho la severa voz de mi padre a mis espaldas. -Estuviste encerrada por tres días ya, pareces antisocial; ve a la playa.

-Eddie- Julio le regaña, pero mi padre ni se inmuta.

-Aquí tienes, niña, cómprate algo, ve al centro, no lo sé. Pero te quiero fuera de esta casa. - Me entrega unos cuantos billetes de quinientos pesos para luego agarrar un pastelito y dirigirse a su oficina.

-No tienes que salir si no quieres- me dice Julio. La verdad que no me apetece en lo más mínimo salir, pero esta casa ya me empieza a asfixiar. Y debo admitir que estoy increíblemente aburrida-Siempre puedes quedarte aquí a hacerme compañía y...

-No- lo interrumpo.-Creo que saldré. Me vendrá bien un poco de aire fresco. Gracias igual, la próxima será.- le sonrío con la boca cerrada en algo que se parece más a una mueca.

Subo las escaleras otra vez y me encierro en mi habitación. Me pongo unos pantalones largos y un suéter porque a pesar de ser un día de verano el aire está fresco, más que nada en la costa.

Tomo mi mochila con mi botella de agua y el dinero que mi padre me brindó y la cuelgo a mis hombros.

Ato mi cabello sin peinarlo porque suele caerse bastante (genética) y me acerco al baño antes de irme.

Al entrar, toma todo mi autocontrol no mirarme al espejo. Porque aunque todo en mí quiera ver mi apariencia, sé que lo mejor es no hacerlo.

Luego tomo mis cosas y salgo del baño. Me muevo lo más rápido que estas muletas me permiten  y cuando estoy por bajar las escaleras me choco accidentalmente con una persona que me sostiene para que no pierda el equilibrio.

-¡Señorita Hartley! Lo siento, no la vi- Exclama Bartholomew, el mucamo de la casa. Envejeció bastante desde el año pasado, su cabello negro ahora es entrecano y las arrugas han invadido su rostro.

-No te preocupes- susurro intentando zafarme de su agarre e irme.

Él amablemente me suelta y me ayuda a estabilizarme. -Se ve muy bonita hoy, señorita. Me alegra que haya decidido salir de la casa- me guiña un ojo y yo bajo la mirada aguantando las lágrimas, sabiendo que eso no era verdad.

Soy repugnante, ¿cómo me voy a ver bien? Nunca me veo bien. Mis manos comienzan a temblar pero de alguna manera logro olvidar todo y recomponerme.

-Tutéame- digo harta de que me llame señorita (cosa que me hace sentir muy vieja) y me voy escaleras abajo.

Una vez afuera de la casa, decido que debido a las muletas no me encuentro en condiciones de caminar. Eso elimina la opción de ir al centro, dejándome sin nada más que hacer que ir a la playa.

Pensé que ir allí sería fácil porque se encuentra en frente de mi casa pero no tuve en cuenta que mis muletas se hundirían en la arena.

Maldita arena, solo sirve para fastidiar... como yo, me dice algo en mi interior. No, no, no, no. No. No voy a ir allí, no debo ir allí.

El aire está bastante fresco, así que me alegro de haberme abrigado con un suéter.

Consigo dar unos pasos, pero mis brazos ya no dan más. Habré avanzado unos cinco metros por la arena y ya me cansé, genial.

Me dejo caer en el suelo y observo al horizonte, donde el sol quema brillantemente.

Salto en mi lugar cuando siento que alguien toca mi hombro.

-Solcito, ¿eres tú?- escucho una voz a mis espaldas y cierro mis ojos ante la comprensión. Una imagen fugaz del emisor de la voz cruza mi mente.

Maldita sea, mierda, carajo, y todos los malditos insultos que existan en este maldito planeta. Esto tiene que ser una jodida broma; una de mal gusto, cabe aclarar.

¿Acaso no tuvo suficiente riéndose de mí en nuestro encuentro en la calle?

Al ver que no me doy la vuelta, Cole se sienta frente a mí, y una vez que nuestros ojos se encuentran sonríe ampliamente.

-Hola, linda. Te extrañé.

¿Por qué a mí?

☀︎ ☀︎ ☀︎

Los padres de Hartley me disgustan...

No puedo prometerles que actualizaré el sábado pero sí el martes. ¡Nos vemos!

Y mil gracias por leer, los adoro✨❤️

-V ☀️

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