،، ·₊̣̇. 𝐋𝐈𝐄𝐒 | act one !
◝ ៹࣪ 𓍢 𝅄 abba and dementors ָ ֙⋆ ་
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Venus Potter se encontraba en su habitación, completamente indignada y negándose a salir de ahí. Trataba de leer pero la música que su padre, James, tenía en la sala no la dejaba oír ni sus pensamientos. Ni siquiera podía encontrar una manera de expresar su molestia para que su progenitor supiera que ella no estaba de humor. Además, el calor infernal que había ese día estaba por acabar con su paciencia.
Bufó por décima vez y se levantó de su cama, dejando el pobre libro tirado. Caminó hacia la puerta y la abrió de golpe. Al instante el sonido de la melodía que venía desde la planta baja se intensificó. Rodó los ojos y comenzó a bajar las escaleras, con la intención de ir hasta la cocina por un vaso de limonada.
—You are the dancing queen, young and sweet, only seventee —La voz de James la recibió una vez que entró en la cocina, pero decidió ignorarlo—. Dancing Queen!
Cuando el mayor la notó entrar, dejó de cortar los vegetales y puso su atención en ella por completo. Venus tomó un vaso de la vitrina, cerrando la puerta de esta con un poco más de fuerza de la necesaria.
—¿Ya se te pasó el enojo, Venus? —su silencio era la manera más adecuada que tenía de manifestar su enojo si se trataba de su padre—. Aún puedes ayudarme con la cena para que esté lista cuando mamá y Harry lleguen. Cuatro manos son mejor que dos.
Lo miró de reojo, preguntándose si él realmente no entendía las indirectas o le gustaba ser rechazado. Dejó bruscamente su vaso en la isla de la cocina para poder sacar la limonada de la heladera.
A Venus realmente le extrañaba que su madre hubiera sacado a Harry ese día, pues desde que había comenzado el verano, a penas y los habían dejado llegar a la esquina de su calle. Pero tampoco se quejaba, pues cuando Lily mencionó que alguno debería acompañarla a sus visitas de cada mes a casa de su hermana Petunia —cosa que a ella no le emocionada—, la chica agradeció infinitamente que Harry estuviera tan desesperado por salir de casa para acompañar a su madre, aún si era el día más caluroso del año, pues ella ni loca deseaba pisar la casa de los Dursley.
Y como James ya había aprendido por las malas a no acompañar a su esposa con los Dursley, él y Venus se habían quedado en casa.
Al principio habían prometido hacer la cena juntos, pero, sin que fuera ninguna sorpresa, terminaron peleando a los diez minutos de tratar pasar tiempo juntos.
Cuando terminó su bebida, se cansó de sentir la mirada de James sobre ella. Se giró hacia él, mirándolo con el entrecejo fruncido. El mayor alzó ambas cejas, y cruzó los brazos, preparado para lo que sea que su hija fuera a decir.
—Sabes perfectamente el porqué de mi molestia. —Su cara casi se puso roja al escuchar al hombre frente a ella reír—. No es gracioso. Mamá ha dicho que los acuerdos se respetan, por más mínimos que sean. Quedamos en que cada uno tendría su turno y tú...
—Venus, tampoco es para tanto. Estás exagerando las cosas muchísimo.
Ella estaba tratando de mantenerse calmada, pero cada vez le resultaba menos posible lograrlo.
—¡Tenías que esperar tu turno para escuchar tu música! Ese era el trato para hacer la cena entre los dos. —La chica comenzó a lavar su vaso de mala manera, tratando de desviar su atención de su padre—. Pero no. Tenías que poner lo que tú querías. No es justo.
—¡A ti te gusta ABBA, no entiendo tu molestia! —James dejó el cuchillo nuevamente, pero sin tomarse en serio la razón por la que Venus parecía querer matarlo—. Y sobre todo ésta canción.
—¡Si me gusta, pero yo estaba escuchando a Bowie! —bufó nuevamente—. Mi problema no es la música, mi problema es que no sabes respetar acuerdos tan simples. Quitaste mi música y pusiste a ABBA cuando no te tocaba.
—Sólo hay una radiograbadora, Venus. Si se armará una guerra cada vez que alguien no respeta los turnos para poner música en ésta casa ya habríamos muerto todos. Sobre todo con lo dramática que eres.
Aquellas palabras sólo lograron molestarla más, pues no pudo evitar recordar que Harry había roto el tocadiscos que Regulus le había regalado en su cumpleaños número trece. Había sido un accidente, pero eso no quitaba el hecho de lo que lo hizo.
—¿Y por qué no puedo tener algún otro aparato muggle para escuchar mi propia música? —Lily le había hablado de algo llamado walkman, pero no tenía idea de lo que era—. Quiero un wakkiman.
—¿Qué carajos es eso, Solange? —como era de esperarse, James había comenzado a perder la paciencia.
—¡No lo sé! —James gruñó, pero no pudo llegar a decir absolutamente nada, pues en ese momento la puerta principal se abrió de golpe.
El adulto se sacó el delantal que estaba ocupando para cocinar. Venus frunció el ceño al notar como la música se apagaba de golpe, y entonces salió de la cocina rápidamente. Se encontró con su madre y con Harry; ambos mantenían una expresión afligida, casi parecía que alguien había muerto.
—¿Ahora quién salió flotando de la casa? —su intento de broma se quedó ahí, pues cuando recibió una mirada seria de Lily, supo que pasaba algo grave—. Bueno, perdón. ¿Qué pasa?
James salió después de eso, alegando sobre la cena que aún no estaba lista, y sobre lo difícil que era convivir con Venus si había música de por medio. Pero, al notar la expresión de todos, se quedó callado inmediatamente.
—Lily, ¿qué...? —la pregunta de James se quedó en el aire, pues la pelirroja le había mandado a callar con una sola mirada.
—¡Mundungus Fletcher! ¡Eso es lo que pasa! —Venus miró de su madre a su hermano, y entonces tomó asiento en el sofá, hundiéndose en este. Ella no conocía a ningún Mundungus, pero no quería que Lily se molestara con ella. Era muy raro verla así de enojada, así que no sabía qué hacer exactamente—. No ha estado donde debería y ha pasado algo horrible.
—Sólo dilo y ya, mamá. —El tono hostil de Harry hizo que la curiosidad de la chica aumentará.
—Mundungus ha dejado su puesto, James. —Lily comenzó a tratar de tranquilizarse, pero pronto comenzó a llorar—. Estaba con Petunia, tratando un asunto importante. Así que Harry salió de la casa para tomar aire, y como sé que no le gusta estar ahí lo dejé ir al parque cercano. Estaba tan confiada en que Mundungus le seguiría el paso, pero no fue así.
—Harry, ¿qué sucedió? —La paciencia no era algo que Venus poseyera, así que se atrevió a lanzar aquella pregunta sin más, a ver si así podía enterarse de la situación más rápido.
—Venus...
—¡Que me han expulsado de Hogwarts! —Él estaba claramente molesto, y aunque tomó a la chica por sorpresa, seguía sin entender un carajo.
James se alarmó de inmediato y Lily seguía tratando de calmarse. Venus miró de un lado a otro sin saber qué decir, para después dejar caer la cabeza hacia atrás. Todo ese caos era de esperarse, porque en esa familia las cosas nunca estaban tranquilas.
Resulta, que luego de la sorpresa, Harry había comenzado a explicar que había visto a Dudley con sus amigos. Pero que lo alcanzó para volver a casa, ya que con suerte, sería hora de irse. Todo eso le pareció extraño a Venus, pues, si de algo estaba segura, era de que su hermano jamás querría pasar tiempo de calidad con su primo, pero no dijo nada sobre eso.
Luego de que evidentemente, comenzarán una pelea, Harry había sacado la varita para darle un susto. Pero como tenían prohibido el uso de la magia en menores de edad fuera del colegio, él estaba consciente de que no podía usarla.
—Bueno, pero sí la usaste, ¿no? —Venus miró atentamente a su hermano cuando éste se quedó a media historia—. Con ese Dudley me imagino que fue en defensa propia.
—No, lo que pasa es que los atacaron unos dementores —explicó Lily, sollozando—. Harry ha tenido que defenderse sólo de esas criaturas.
De por sí ya era raro que hubiera dementores por esa zona. Venus no sabía mucho del tema, pero estaba claro que los dementores no actuaban sin indicaciones de algún encargado en el Ministerio de Magia.
—La señora Figg, la vecina de Petunia los ha acompañado hasta casa. He tratado de convencer a mi hermana y a mi cuñado de que Harry no le hizo daño a Dudley, pero se pusieron como locos. Después llegó la carta donde notificaba su expulsión y la destrucción de varita, pero seguida llegó una de Arthur. Dijo que Dumbledore había llegado al Ministerio para arreglar la situación.
Venus no entendía cómo le hacía Harry para meterse en alguna bronca tan seguido. Le parecía imposible que lo expulsaran de Hogwarts, sobre todo si sólo estaba defendiéndose, pero con la suerte de su hermano podía esperar cualquier cosa. Tanto buena como mala.
—Al parecer Dumbledore consiguió que me dieran una audiencia el 12 de agosto. Ahí tomarán una decisión oficial —El muchacho se levantó del mueble, para después caminar lentamente hacia las escaleras—. Parece que al fin voy a tener noticias de lo que ha pasado.
Venus sabía a lo que se refería con eso, y sinceramente también se sentía un poco curiosa. Como ya había dicho antes, a los dos hermanos se les mantenía al margen; es decir que desconocían cualquier cosa que estuviera pasando en el mundo exterior desde que sus vacaciones terminaron. Al principio Venus estaba muy nerviosa, pues creía que quizá se encontraban en peligro con todo eso del regreso de Voldemort, pero se calmó cuando llegó a la conclusión de que si algo así estuviera pasando, era mejor que lo supieran y no tendría lógica que una cosa así se les ocultara.
—¿Está pasando algo feo? —cuestionó, mirando a sus padres con atención—. Porque no me parece coincidencia que los amigos de Harry no le digan nada importante en sus cartas y que los míos eviten hablar del tema de Quién-Ustedes-Saben cada que vienen a visitarme.
Esa era otra de las muchas razones por las que los hermanos Potter se habían pasado tanto tiempo peleando en el verano; ella había podido ver a Cygnus y a Quentin en repetidas ocasiones desde que dejaron Hogwarts y él apenas recibía cartas carentes de información de Ron y Hermione.
—No podemos decirte aún, Venus... —Lily comenzó a explicar, pero al ver el ceño fruncido de la chica miró a su esposo—. Mira, será mejor que subas a tu habitación a empacar unas cuantas cosas.
—¿Qué? ¿Por qué? Al menos quiero saber a dónde iremos, así sabré qué llevar. —Fracasó al intentar descubrir algo, así que no le quedó de otra más que obedecer—. Bien, pero si olvido algo importante tendremos que volver.
Dejó la sala luego de rodar los ojos y subió corriendo las escaleras (a pesar de que le habían dicho miles de veces que no lo hiciera), para después entrar en su habitación azotando la puerta. Le molestaba tanto cuando le contaban las cosas a medias y bien sabía que preguntarle a Harry no era una opción, ya que bien podía pasar que él no supiera tampoco o que volvieran a pelear si intentaba preguntarle.
Una vez que estuvo sola, se preguntó si todo esto que estaba sucediendo también tenía que ver con la ausencia de las cartas Draco. Él era uno de sus mejores amigos y no era un secreto lo unidos que eran, pero sólo había recibido una carta en la primer semana y ya. Por un momento llegó a creer que sus padres interceptaban las cartas, así como hacían con el Profeta, pero descartó esa opción para el bien de la relación que tenía con sus padres.
Alejó sus pensamientos sobre el rubio al recordar que Cygnus le había dicho que él estaba bien, y que ya quería verla en Hogwarts. Sabía que si eso era cierto no habría nada de que preocuparse, pero a veces pensaba demasiado las cosas.
Sin ganas de doblar su ropa, tomó un puño y trató de apretarla en la pequeña maleta. Se frustró cuando no pudo cerrarla, pero era demasiado terca como para sacar todo y ordenarlo.
—¿Se puede? —tocaron la puerta suavemente, y con eso supo que se trataba de Lily.
Venus asintió, metida en sus asuntos, pero al darse cuenta de que evidentemente no podían verla, bufo y grito un simple «pasa».
La peliroja se rio por lo bajo al ver a la chica tan aferrada a cerrar una maleta que debía ser ordenada primero.
—¡Esto es imposible! —exclamó sin llegar a gritar demasiado alto, y terminó por sentarse, dejando la maleta olvidada—. ¿De verdad no puedo saber qué pasa?
—De hecho, vengo a decirte que hay un cambio de planes. Será mejor que nos quedemos aquí por unos días más, luego probablemente podremos hablar de todo esto. —Venus soltó un suspiro para después dejar la maleta tirada en la cama—. Sin embargo no todas son malas noticias.
La chica miró a su madre, dándose cuenta de que aunque se veía muchísimo más calmada, la preocupación seguía estando presente en su rostro.
—¿Qué pasa? —preguntó mientras se ataba el cabello en una coleta—. ¿Harry finalmente aprendió a bajar la tapa del inodoro?
Lily soltó una leve risa. Era imposible no reír con Venus aún si el ambiente estaba tenso.
—Desafortunadamente no, pero esperemos que pronto lo haga. —La mayor se tumbó en la cama junto con su hija, y la miró con una sonrisa de lado—. Cygnus y Quentin vienen a quedarse unos días aquí en la casa. Regulus dice que es imposible para él tenerlos conviviendo con Merope.
Merope Black era la hija de Sirius, el hermano del padre de Cygnus, y no era del agrado de ninguno de los muchachos. Para empezar era una Gryffindor un año mayor que ellos que se juntaba muchísimo con Romeo, el hermano de Quentin, pero que no era tan agradable como él. Venus había estado involucrada en muchas peleas con la chica.
—¿Por qué razón están en el mismo lugar que Merope? —Lily volvió a ponerse tensa y Venus no tardó en armar teorías—. ¿Tiene que ver con lo que nos han ocultado a mí y a Harry? —Al ver la expresión de su madre supo que había acertado en algo, y para ese punto ya le era muy difícil dejar el tema y ya—. ¿Por qué no puedo saberlo? Sabes que jamás haría algo imprudente.
—Lo sé, Venus.
Los ojos azules de Venus analizaron los verde esmeralda de la mujer frente a ella. Lily sabía que terminaría siendo convencida si no hacía algo rápido, así que dando una última sonrisa a la chica, se levantó de la cama y acarició el cabello de Venus, para después dejar un beso en su coronilla y decir: —Iré a terminar la cena con tu padre, puedes subir la radiograbadora para que escuches música.
Derrotada al no saber nada relevante, Venus observó a Lily salir de la habitación. Sin embargo, no tardó absolutamente en bajar por lo que la mayor le había dicho. Y una vez con el aparato muggle en su poder, se encargó de poner a David Bowie en el volumen más alto, dejando en claro a James que está vez, ella había ganado.
Sus amigos habían llegado al menos una media hora después de que Lily le avisó. Entonces, habían estado escuchando música bastante variada (ya que Lily les prestó la radiograbadora) al mismo tiempo que comían dulces que Cygnus había llevado con él. Hasta ese momento, ninguno había hecho mención a la situación de Harry. Primero porque Regulus y Remus les habían prohibido hacerlo, y en segundo porque a los amigos de Venus no les parecía relevante hablar del hermano de ella.
—Qué raro... —la voz de Cygnus Black destacó sobre la música, lo que causó que Venus le diera su atención—. Has pasado quince minutos sin hacer alguna sola pregunta sobre Draco.
Venus sonrió con burla, y como respuesta lanzó su cojín en la cara del pelinegro.
—Eso es porque llegamos hace quince minutos, Cygnus —agregó Quentin, uniéndose a molestar a su mejor amiga—. Yo le daba mínimo cinco o diez minutos más antes de que comenzará a interrogarnos para darle respuestas.
—¿Tú también, Quentin? —se hizo la indignada y negó con la cabeza—. Pues ya que han sacado el tema... ¿Saben por qué no me ha escrito? Es que, bueno, sé que todo se puso raro para Harry y para mí éste verano. Pero Draco siempre me escribe en vacaciones, ¿pasó algo? ¿está molesto? Ustedes conocen algo que yo no, ¿por qué no me dicen?
—Calma, puqueña niña desesperada —Cygnus rodó los ojos y le regresó el cojín a la chica, golpeando su rostro—. Él no está molesto. Simplemente que se nos ha pedido que le digamos...
Inmediatamente dejó de hablar cuando Quentin cruzó una mirada con él. Venus miró de uno al otro, sin dejar que ese pequeño detalle pasara desapercibido. Era obvio que ellos también le ocultaban cosas como sus padres, y que Cygnus había estado a nada de hablar de más.
—Te aseguró que todo está bien, Venus. —Quentin intervino, salvando al otro de la cagada que casi hace—. Tampoco sabrías mucho de nosotros si no pudiéramos venir a verte. Sabes que nuestros padres están ocultando información, y si es así debe ser por algo, ¿no?
—No es justo. Sin duda alguna ustedes saben mucho más que yo. —Venus frunció el ceño, comenzando a perder la paciencia por la poca información que se le proporcionaba. Sabía que era lógico que no le dijeran a Harry, pues él era el imprudente de los dos, pero le molestaba que no confiaran en ella para guardar un secreto—. Como sea. Tampoco es justo que tenga que perder contacto con Draco sólo porque no quieren que sepa que pasa ahora en el mundo mágico.
—¿Y cómo sabes que tiene que ver con el mundo mágico? —Cygnus alzó una ceja, volviendo a darle más razones a Venus para saber que no estaba equivocada del todo—. Si es que así fuera, claro.
—Pues porque, además de que acabas de confirmarlo, gran idiota, mi padre no nos deja tomar El Profeta ni para limpiar el excremento de Hedwig. A Harry en especial, que ha sido el más empeñado en escuchar hasta las noticias muggles. Así que lógicamente, debe ser que algo interesante está pasando como para que nos quite hasta ese periódico irrelevante.
—Me da miedo la obsesión que tomas con las cosas cuando interfieren en tus planes —Potter rodó los ojos después de oír a Cygnus evadir su análisis de la situación—. Quédate con que Draco te extraña igual que tú a él. Ambos son unos desesperados insoportables.
—Sí, Venus. Además ya estamos a nada de entrar a Hogwarts. —Quentin trató de subirle el ánimo—. Pronto podrás verlo nuevamente y se pondrán al tanto.
Aunque ella habría querido responder a eso, Harry abrió la puerta sin tocar antes, con una mala cara y un humor pésimo para avisarles que sus padres llevaban gritando que la cena estaba lista desde hace “años”, y que gracias a su “ruido” no habían escuchado nada.
Los tres bajaron al comedor y cenaron al mismo tiempo que hablaban sobre un libro que Venus les había prestado y que Cygnus y Quentin por fin habían terminado. Harry se había subido a cenar a su habitación para demostrar que seguía molesto por no saber nada de lo que pasaba, y aunque parezca grosero, los tres amigos amigos Slytherin celebraron aquello. Pues, sin la presencia del hermano de Venus, podían cenar en paz, y sin peleas de por medio.
Esa fue una de las últimas cenas en familia (si se le podía decir así, porque Harry estaba ausente) tranquila que Venus tuvo con su familia. Porque ella no estaba para nada preparada para lo que estaba por venir ese año.
AUTHOR'S NOTE:
¡Al fin acabé el primer capítulo! Debo admitir que editar este fanfic sin cambiar la esencia anterior es un poco difícil, pero al final quiero que sea para mejor. Quiero que haya más conexión con los personajes, porque son de mis favoritos y realmente espero que entiendan a cada uno. Por ahora, en este primer cap, hice un acercamiento pequeño a la amistad de Venus, Quentin y Cygnus. Además de que agregué una interacción con cada integrante de la familia Potter, así conocen la relación de Venus con cada uno.
Por cierto, quiero aclarar que a mí me valen madre los tiempos en la música. Si Venus quiere escuchar Taylor Swift, va a escuchar Taylor Swift.
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Itzel. <3