Alma Brillante ~Creek~

By Einhorn-Blau

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A su edad invocar a un demonio le parecía algo tan interesante, tan irreal. Sentía como hormigas recorriendo... More

Ritual.
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Recuerdo
Recuerdo 3
Recuerdo 4
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Aviso troste.
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Final, triste y anhelado final.

Recuerdo 2

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By Einhorn-Blau

Si ven algún error, falta de ortografía, algo que no suena bien, o que cambié una palabra por otra me avisan y lo corrijo.

———
Craig

Su madre se había ido con un hombre alto y viejo de bata y barba blanca, le había dicho que se quedará ahí sin moverse. Tampoco encontraba nada que le provocara el suficiente interés como para levantarse; y no quería vagar por ahí para ver que encontraba porque si su madre venía mientras no estaba podría irse sin él, y se quedaría llorando rodeado de personas desconocidas hasta que ella volviera. Le pasó una vez en el centro comercial. Y no es que su madre fuera mala, sólo era un un poquito distraída. Así que sabía muy bien a que se enfrentaba.

Además, era la primera vez que estaba en ese lugar así que podía perderse o meterse en un lugar que no debía y se arriesgaba a ganarse dos regaños: el de la persona que lo encontrara y el de su madre. ¡Ah! Y después el de su padre. Tres regaños, su curiosidad no podía ser más fuerte que eso. Balanceaba sus pies atrás y adelante, se inclinó suavemente hacia la derecha para tratar de ver cuanto le faltaba a sus pies para tocar el piso; su madre le había dicho alguna vez que crecería tan alto como su padre y él anhelaba ese momento con todas sus fuerzas, el poder crecer, ser grande y veloz para ganarle a sus compañeros en las clases de deporte. Él no podía hacer deporte y por lo general se quedaba sentado mirando a sus compañeros; los escuchaba reír, los veía perseguirse unos a otros, y no podía evitar imaginar estrategias que él usaría para atraparlos. Pero no podía participar, así que para él sería grandioso ser mayor para poder jugar como el resto de sus amigos y compañeros. "Cuando seas grande" había dicho su madre, y cada año en su cumpleaños él deseaba, ansiaba, crecer.

A cada año que pasaba él se preguntaba cuán grande tendría que ser para que sus padres le permitieran jugar. Quizá con el paso de los años el dolor que aparecía en su pecho cada vez que corría o saltaba se iría, desaparecería de repente, tal y como había llegado. Cuando pensaba en su futuro sentía una calidez agradable en el pecho que le hacía olvidarse de la tos y del dolor, que le ayudaba a no sentir pánico cuando su corazón se ponía loquito y palpitaba tan fuerte que podía sentirlo debajo de la piel, como si quisiera salir corriendo en cualquier momento.

Quizá cuando fuera grande sus padres dejarían de mirarlo de aquella froma que le hacía sentirse tan atormentado e inseguro, o dejarían de estar pendientes de él cada vez que bajaba al baño a media noche como si fuera a tropezar con alguna cosa nueva; eso le molestaba, lo hacía sentirse frustrado, porque él ya sabía que cosas había en la casa, ni siquiera necesitaba luz para poder llegar a su propio baño. Y no le daba miedo bajar solo en la oscuridad, él era un niño fuerte y sabía que los monstruos no existían y que los espíritus no podían hacerle daño pero sus padres no lo entendían, y eso lo hacía sentirse tan irritado. Escuchó la voz de su madre y pasos acercándose pero no se giró a mirar hasta sentir una mano tocándole el hombro y escuchar a su madre hablarle. Craig notó la bata blanca por el rabillo del ojo.

— Todo listo, cariño. Podemos irnos.- sonrió ella. Craig le devolvió la sonrisa y pensó en brincar para bajarse del asiento, pensó en lo genial que se vería y en lo grande que se sentiría, entonces recordó el dolor insoportable y decidió arrastrarse hasta el borde para que sus pies pudieran tocar el suelo con mayor facilidad.

— Te veré en una semana Craig.- avisó el hombre de blanco con un gesto amable. Craig volteó justo cuando él se ajustaba los lentes al puente de la nariz, asistió en su dirección para hacerle saber que lo había escuchado.

— Muchas gracias, por todo. Voy a consultarlo con mi esposo.

— Señora Tucker, sé lo difícil que debe ser para ustedes este proceso...  Puedo recomendarles un terapeuta si gustan.

— Le agradecería pasarme el contacto, es Thomas a quién más le está costando aceptar todo esto.- Craig miró a su madre buscando alguna explicación pero ella no le devolvió la mirada.- Le agradezco nuevamente lo que está haciendo por nosotros.

— Es mi trabajo, les ayudaré a buscar las mejores soluciones para que Craig se sienta mejor.- esta vez dirigió su vista al señor y él le palmeó el hombro suavemente con una sonrisa, aunque sus ojos parecían más bien tristes y cansados.

— Nos vemos la próxima semana entonces. Di adiós, Craig.

Craig no entendió porque hablaban de él, es decir, el señor ni siquiera lo había revisado, y era la primera vez que lo veía.

— Adiós.- repitió él agitando la mano derecha en dirección al señor.

Su madre tomó su mano izquierda y tiró ligeramente de él para hacerlo caminar, Craig la siguió en silencio hasta la salida mirando sus pies, le encantaba mirar sus tenis. A cada paso que daba pequeñas luces rojas y azules iluminaban ligeramente el pavimento por el que pasaba. Por la noche era más fácil de apreciar lo cuál era triste, porque no usaba esos tenis de noche. Aunque le gustaba apagar la luz y golpear ligeramente la planta de los tenis con el puño para ver las luces iluminar gran parte de su habitación.

Y esas luces combinadas con la tenue luz verde fluorescente de las estrellas decorativas pegadas en su techo era algo realmente maravilloso, en ese momento sus tristezas desaparecían y la calma invadía su cuerpo. Aunque había días en los que el pecho le dolía tanto que no podía levantarse de la cama para apagar la luz, o cuando la respiración se volvía tan pesada que sólo tenía fuerzas suficientes para cerrar los ojos y escuchar a su madre guiando su respiración. Su madre le soltó la mano cuando estuvieron frente al carro, abrió la puerta del copiloto y ayudó a Craig a subir.

— ¿Me acompañas a comprar algunas cosas para la comida?- le preguntó mientras abrochaba su propio cinturón de seguridad y el de Craig.

— Sí.- respondió. Mordió con impaciencia su labio inferior mientras su madre encendía el motor.- ¿Que te dijo el señor?- soltó por fin, su madre lo miró.

— ¿El doctor?- le preguntó con una sonrisa burlona. Él asintió.- Me dijo... muchas cosas.- la expresión de ella cambió.

— De mí.- ella asintió pero no dijo nada más, y Craig se moría por preguntar pero no sabía si era correcto hacerlo. Entrelazó las manos sobre su regazo y jugó con sus pulgares.

— Tal vez... tal vez tengamos que poner un pequeño aparato en tu corazón, y tendrás que tomar medicinas, pero eso hará que puedas llevar una vida más... normal.

Craig levantó la cabeza de golpe, sentía la emoción subiéndole por las piernas, escalando rápidamente hasta subir a su pecho. Y ahí, sobre el dolor, sobre su corazón palpitante provocó una sensación tan cálida y agradable... se asemejaba a aquellos días nevados donde al llegar del colegio su madre lo esperaba con una taza de gelatina líquida y un abrazo.

— ¿Voy a poder correr?- preguntó escondiendo la ilusión.

— Uhm... Quizá no los primeros meses, pero luego, con los años es probable que puedas. Quizá.- no sonaba segura.

— Del uno al cien ¿cuanto?

— Cero.- Craig bajó los hombros, sintiendo la desilusión escalando por su garganta y presionando ligeramente. Como si tratara de ahogarlo. Una parte de la desilusión subió hasta sus ojos.- Pero vas a poder nadar, andar en bici ¡y hacer yoga!- miró la desilusión en el rostro de su hijo.- Es... Sé que es difícil, Craig, pero... es la única esperanza que tenemos.- Craig alcanzó a notar las lágrimas acumulandose en los ojos de su madre.

— Bueno... entonces tendrás que enseñarme a andar en bicicleta.- murmuró con tono que pretendía ser alegre.

Su madre sonrió pero no lo miró. Y él agradeció que no lo mirara, porque sentía que los ojos y la nariz le ardían por las lágrimas que comenzaban a acumularse ahí, sentía la garganta cerrada y la boca pastosa. Quería hacer un berrinche, las piernas y los brazos le hormigueaban por el deseo de bajarse del coche y salir corriendo; pero eso no le serviría de nada, y él lo sabía. Así que sólo se quedó ahí parpadeando para espantar las lágrimas y rogando que ninguna bajará para que su madre no se diera cuenta de que estaba llorando. Su madre volteó a verlo, suspiró lento.

— Lamento mucho todo esto Craig.- ella lo miró a los ojos. Craig tragó saliva, sentía que debía decir algo pero las palabras se le quedaban atoradas en la garganta.

Él sería feliz con lo que le dieran si con eso evitaba que sus padres lloraran, si tener un aparato en el corazón y renunciar a su deseo de correr era lo único que podía hacer entonces lo haría. Por ellos. Por él mismo.

——————-

Tenía que subirlo ayer. ¡Perdón! Me entretuve en otras cosas importantes y me quedé dormida:(

En fin... el siguiente será uno de Tweek, y también veremos un poco de su infancia.

Si les quedó alguna duda puedo responderla mientras no sea spoiler.

Larga vida a Craig. 💕

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