Maria helena: voy por café.
Valentina: escucha
"Valentina, para cuando leas esta carta ya no estaré en este mundo, desde que te conocí supe lo gratificante que es dar amor sin esperar nada a cambio, fuiste la única mujer que me hizo soñar, la que le dio sentido a mi vida, junto a ti viví hermosos momentos, te amé como a nadie en este mundo, pero mi destino no fue tenerte en mi vida para siempre, por eso quise pasar mis últimos días a tu lado, perdóname si te cause problemas con tu esposo, un gran hombre, merecedor todo el amor que alberga tu corazón, me reencontraré con mis padres en la otra vida y sólo deseo que aquello que dejo en esta esté bajo tus manos, deseo que junto a tu esposo e hijos disfruten de lo que les dejo en agradecimiento, como último favor les pido a todos que esparzan mis cenizas en el mar cerca de una de las islas más hermosas de mi país "Mujeres" mañana tú y tu familia serán llevados en un velero especial hacia ese lugar, mi alma estará acompañándolos, gracias Valentina por haber estado en mi vida y permitirme despedirme como siempre soñé, Fernando"
Al terminar de leer Valentina no pudo evitar llorar, José Miguel se acercó a ella y la abrazó, Maria Helena regresó con el café.
Los gemelos regresaron muy emocionados, listos para su paseo, cuando vieron que su mamá estaba llorando se acercaron.
José Federico: no llores mamita, yo te quiero mucho.
Cecilia Benita: yo también, te prometo que me comeré todas las verduras, nos portaermos bien, verdad?
José Federico: si, lo prometemos.
Ese comentario sacó le sacó una sonrisa a Valentina.
Valentina: gracias mis amores, yo también los amo.
Los niños se hicieron a cada lado de su mamá y la abrazaron, mientras José Miguel le secaba las lágrimas con un pañuelo.
Abogado: perdón, de verdad no sabía que estaban de visita.
Valentina: no se preocupe, acompáñenos por favor con un café.
Abogado: por supuesto, gracias.
Todos se sentaron.
Cecilia Benita: tienes galletas Maria ?
Maria Helena: si pequeña.
Cecilia Benita: me regalas algunas? A mi mami le gustan mucho y no quiero que llore más.
José Federico: yo también quiero galletas.
José Miguel: yo también, vayan por algunas.
Los niños siguieron a la señora a la cocina.
Abogado: sus hijos son encantadores.
Valentina: son tremendos.
José Miguel: muy inquietos, están enloquecidos en esta ciudad.
Abogado: me imagino, están acostumbrados al campo y este clima es muy novedoso para ellos, por cierto este regalo es para ellos.
Valentina recibió un enorme paquete.
Abogado: Fernando me dijo que quiso usarlo con ellos, pero en vista de que no hubo mucho tiempo quiso que su esposo lo hiciera en su lugar.
José Miguel: Gracias.
Los gemelos regresaron con un plato enorme de galletas.
Jose Federico: y esa caja?
José Miguel: es para ustedes.
Cecilia benita: para nosotros? Podemos abrirla?
Valentina: claro, es suya.
Los pequeños destrozaron la caja y emocionados sacaron lo que esta contenía.
José Federico: que padre!! Es un juego de magia.
José Miguel: magia?
Valentina: a Fernando le encantaba hacer trucos, un par de veces quiso enseñarles pero ya no se pudo, pero tu eres el encargado de usarlo mi amor.
José Miguel: bueno, primero tengo que leer las instrucciones, no sé mucho de estas cosas.
Isabella estaba feliz con la noticia, sabía que pronto tendría con quien jugar y eso la tenía muy emocionada, después de la comida siguió dando un paseo con sus padres y al ver cosas para bebé se emocionaba más; Horacio y Gabriela le dejaron la gran tarea de elegir el nombre, uno para su hermanito o hermanita, la pequeña esperaba ansiosa compartir la noticia con sus primos.
Horacio: porque no vamos a visitar a Felipe y Sandra?
Gabriela: es una buena idea, así juegas un rato con Matías.
Isabella: si!! Vamos.
Después de unos minutos Valentina , José Miguel y los gemelos salieron a dar su paseo, Francisco los llevaba en una camioneta último modelo, conducía lento para ir explicándoles cada lugar por el que pasaban, los niños no creían lo que sus ojos veían, el paisaje era un sueño, rodeado de mar, y el cielo despejado con un sol muy brillante, durante el camino pudieron observar varias playas y personas disfrutando de estas.
Cecilia Benita: yo quiero nadar con los delfines.
José Federico: y yo.
Cecilia Benita: podemos ir mañana?
Valentina: ay mis amores, no se puede, recuerden que vamos a despedirnos de Fernando.
José Miguel: así es, iremos cerca de una hermosa isla a esparcir sus cenizas.
José Federico: yo puedo ayudar?
Valentina: lo haremos los 4 juntos.
Cecilia Benita: que padre, pero entonces luego vamos a ver delfines?
Valentina: si.
Francisco: si me permiten, les aconsejo ir al mejor parque de la región.
José miguel: cuál?
Francisco: xcaret.
Jose Miguel: lo conoces bonita?
Valentina: no, en la preparatoria escuche hablar de el pero nunca fui.
Jose Miguel: yo tampoco, así que por supuesto que vamos.
Francisco: los pequeños pueden nadar allí con delfines.
Los gemelos gritaron emocionados, lo que aturdió un poco a sus padres.
El recorrido continuo hacia un mercado artesanal, la familia observaba con detenimiento las artesanías que sus antecesores fabricaban, probaron algunos dulces típicos, mientras Francisco como su guía les daba santo y seña de las técnicas usadas para su elaboración.
Los niños estaban cansados casi no podía estar en pie de caminar así que decidieron regresar al pet house al llegar allí, dormían profundamente.
Valentina: hay que despertarlos, no pueden dormir sin cenar nada.
José Miguel: te parece? Comieron mucho en el mercado, a lo mejor y más tarde despiertan pidiendo la cena.
Valentina: si, pero lo que comieron en el mercado en su mayoría eran dulces, deberían estar hiperactivos, no noqueados, no crees?
José Miguel: si, pero el calor también hace su efecto, están hipercansados, que te parece si vamos los dejamos en sus camas, vamos a tomar un baño y si no despiertan por si mismos lo hacemos nosotros para que al menos tomen un vaso de leche caliente.
Valentina: me parece perfecto.
Valentina tomó en sus brazos a José Federico y José Miguel a Cecilia Benita, subieron al elevador y al llegar a su destino se dirigieron directo a las habitaciones de sus hijos, los dejaron acostados y mientras Valentina iba a pedirle al servicio algo suave para cenar José Miguel preparaba la bañera.
Maria Helena: sólo quieren eso para cenar?
Valentina: si, comimos algunas cosas en el mercado así que preferimos algo ligero.
Maria Helena: bien , señora, entonces cuando esté listo les aviso.
Valentina: muchas gracias.
José Miguel estaba rendido, así que sin pensarlo dos veces se sumergió de inmediato en la bañera que estaba inundaba en burbujas, cerró los ojos un rato.
Valentina entró y al verlo relajado no quiso interrumpir su introspección y se quitó silenciosamente su ropa, se recogió el cabello y lentamente se sentó un poco delante de su esposo.
José Miguel abrió los ojos.
Valentina: perdóname, no quise despertarte.
José Miguel: no te preocupes, solo cerré los ojos unos segundos y no me di cuenta cuando me dormí.
José Miguel agarró a Valentina y la acercó más hacia su cuerpo, rodeándola con sus tonificados y fuertes brazos, tomó una esponja y la humedeció un poco, para pasarla por su espalda con el propósito de darle un pequeño masaje.
Valentina: me fascina el aroma, le pusiste lavanda verdad?
José Miguel: y un poco de vainilla.
Valentina: huele delicioso.
José Miguel: pues a mi me encanta el aroma de tu cabello, tu piel, de todo tu cuerpo.
Valentina se dio media vuelta en busca de sus labios y selló el momento con un apasionado beso.
José Miguel la sostenía de sus dos grandes debilidades, aquellas que habían servido para alimentar a sus hijos y que desde su primera vez juntos consideraba parte de sí mismo.