โž€ Yggdrasil | Vikingos

Autorstwa Lucy_BF

230K 21.6K 24.8K

๐˜๐†๐†๐ƒ๐‘๐€๐’๐ˆ๐‹ || โ La desdicha abunda mรกs que la felicidad. โž Su nombre procedรญa de una de las leyendas... Wiฤ™cej

โ€– ๐˜๐†๐†๐ƒ๐‘๐€๐’๐ˆ๐‹
โ€– ๐๐‘๐„๐Œ๐ˆ๐Ž๐’ ๐ˆ
โ€– ๐๐‘๐„๐Œ๐ˆ๐Ž๐’ ๐ˆ๐ˆ
โ€– ๐€๐‚๐‹๐€๐‘๐€๐‚๐ˆ๐Ž๐๐„๐’
โ€– ๐๐„๐‘๐’๐Ž๐๐€๐‰๐„๐’
โ€– ๐†๐‘๐€ฬ๐…๐ˆ๐‚๐Ž๐’ ๐ˆ
โ€– ๐†๐‘๐€ฬ๐…๐ˆ๐‚๐Ž๐’ ๐ˆ๐ˆ
โ€– ๐“๐‘๐€ฬ๐ˆ๐‹๐„๐‘๐’
โ” Proemio
๐€๐œ๐ญ๐จ ๐ˆ โ” ๐˜๐ ๐ ๐๐ซ๐š๐ฌ๐ข๐ฅ
โ” ๐ˆ: Hedeby
โ” ๐ˆ๐ˆ: Toda la vida por delante
โ” ๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Fiesta de despedida
โ” ๐ˆ๐•: Una guerrera
โ” ๐•: Caminos separados
โ” ๐•๐ˆ: La sangre solo se paga con mรกs sangre
โ” ๐•๐ˆ๐ˆ: Entre la espada y la pared
โ” ๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Algo pendiente
โ” ๐ˆ๐—: Memorias y anhelos
โ” ๐—: No lo tomes por costumbre
โ” ๐—๐ˆ: El funeral de una reina
โ” ๐—๐ˆ๐ˆ: Ha sido un error no matarnos
โ” ๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Un amor prohibido
โ” ๐—๐ˆ๐•: Tu destino estรก sellado
โ” ๐—๐•: Sesiรณn de entrenamiento
โ” ๐—๐•๐ˆ: Serรก tu perdiciรณn
โ” ๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Solsticio de Invierno
โ” ๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: No es de tu incumbencia
โ” ๐—๐ˆ๐—: Limando asperezas
โ” ๐—๐—: ยฟQuรฉ habrรญas hecho en mi lugar?
โ” ๐—๐—๐ˆ: Pasiรณn desenfrenada
โ” ๐—๐—๐ˆ๐ˆ: No me arrepiento de nada
โ” ๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: El temor de una madre
โ” ๐—๐—๐ˆ๐•: Tus deseos son รณrdenes
โ” ๐—๐—๐•: Como las llamas de una hoguera
โ” ๐—๐—๐•๐ˆ: Mi juego, mis reglas
โ” ๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: El veneno de la serpiente
โ” ๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: ยฟPor quรฉ eres tan bueno conmigo?
โ” ๐—๐—๐ˆ๐—: Un simple desliz
โ” ๐—๐—๐—: No te separes de mรญ
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ: Malos presagios
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ: No merezco tu ayuda
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Promesa inquebrantable
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐•: Yo jamรกs te juzgarรญa
โ” ๐—๐—๐—๐•: Susurros del corazรณn
โ” ๐—๐—๐—๐•๐ˆ: Por amor a la fama y por amor a Odรญn
๐€๐œ๐ญ๐จ ๐ˆ๐ˆ โ” ๐•๐š๐ฅ๐ก๐š๐ฅ๐ฅ๐š
โ” ๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Donde hubo fuego, cenizas quedan
โ” ๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Mรกs enemigos que aliados
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐—: Una velada festiva
โ” ๐—๐‹: Curiosos gustos los de tu hermano
โ” ๐—๐‹๐ˆ: Cicatrices
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐ˆ: Te conozco como la palma de mi mano
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Sangre inocente
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐•: No te conviene tenerme de enemiga
โ” ๐—๐‹๐•: Besos a medianoche
โ” ๐—๐‹๐•๐ˆ: Te lo prometo
โ” ๐—๐‹๐•๐ˆ๐ˆ: El inicio de una sublevaciรณn
โ” ๐—๐‹๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Que los dioses se apiaden de ti
โ” ๐‹: Nos acompaรฑarรก toda la vida
โ” ๐‹๐ˆ: Una red de mentiras y engaรฑos
โ” ๐‹๐ˆ๐ˆ: No tienes nada contra mรญ
โ” ๐‹๐ˆ๐ˆ๐ˆ: De disculpas y corazones rotos
โ” ๐‹๐ˆ๐•: Yo no habrรญa fallado
โ” ๐‹๐•: Dolor y pรฉrdida
โ” ๐‹๐•๐ˆ: No me interesa la paz
โ” ๐‹๐•๐ˆ๐ˆ: Un secreto a voces
โ” ๐‹๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Yo ya no tengo dioses
โ” ๐‹๐ˆ๐—: Traiciรณn de hermanos
โ” ๐‹๐—: Me lo debes
โ” ๐‹๐—๐ˆ: Hogar, dulce hogar
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐ˆ: El principio del fin
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: La cabaรฑa del bosque
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐•: Es tu vida
โ” ๐‹๐—๐•: Visitas inesperadas
โ” ๐‹๐—๐•๐ˆ: Ella no te harรก feliz
โ” ๐‹๐—๐•๐ˆ๐ˆ: El peso de los recuerdos
โ” ๐‹๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: No puedes matarme
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐—: Rumores de guerra
โ” ๐‹๐—๐—: Te he echado de menos
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ: Deseos frustrados
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐ˆ: Estรกs jugando con fuego
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Mal de amores
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐•: Creรญa que รฉramos amigas
โ” ๐‹๐—๐—๐•: Brezo pรบrpura
โ” ๐‹๐—๐—๐•๐ˆ: Ya no estรกs en Inglaterra
โ” ๐‹๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Sentimientos que duelen
โ” ๐‹๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: ยฟQuiรฉn dice que ganarรญas?
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐—: Planes y alianzas
โ” ๐‹๐—๐—๐—: No quiero perderle
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ: Corazones enjaulados
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ: Te quiero
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: La boda secreta
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐•: Sangre de mi sangre y huesos de mis huesos
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•: Brisingamen
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•๐ˆ: Un sabio me dijo una vez
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Amargas despedidas
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Te protegerรก
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐—: El canto de las valquirias
โ” ๐—๐‚: Estoy bien
โ” ๐—๐‚๐ˆ: Una decisiรณn arriesgada
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐ˆ: Tรบ harรญas lo mismo
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Mensajes ocultos
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐•: Los nรบmeros no ganan batallas
โ” ๐—๐‚๐•: Una รบltima noche
โ” ๐—๐‚๐•๐ˆ: No quiero matarte
โ” ๐—๐‚๐•๐ˆ๐ˆ: Sangre, sudor y lรกgrimas
โ” ๐—๐‚๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Es mi destino
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐—: El fin de un reinado
โ” ๐‚: Habrรญa muerto a su lado
โ” ๐‚๐ˆ: El adiรณs
โ” ๐„๐ฉ๐ขฬ๐ฅ๐จ๐ ๐จ
โ€– ๐€๐๐„๐—๐Ž: ๐ˆ๐๐…๐Ž๐‘๐Œ๐€๐‚๐ˆ๐Žฬ๐ ๐˜ ๐†๐‹๐Ž๐’๐€๐‘๐ˆ๐Ž
โ€– ๐€๐†๐‘๐€๐ƒ๐„๐‚๐ˆ๐Œ๐ˆ๐„๐๐“๐Ž๐’
โ€– ๐Ž๐“๐‘๐€๐’ ๐‡๐ˆ๐’๐“๐Ž๐‘๐ˆ๐€๐’
โ€– ๐’๐„๐†๐”๐๐ƒ๐Ž ๐‹๐ˆ๐๐‘๐Ž

โ” ๐—๐‹๐ˆ๐—: Golpes bajos

1.4K 154 376
Autorstwa Lucy_BF

──── CAPÍTULO XLIX──

GOLPES BAJOS

────────ᘛ•ᘚ────────

( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

◦✧ ✹ ✧◦

        A DRASIL NUNCA LE HABÍA GUSTADO el tiro con arco. De todas las disciplinas que había tenido que desarrollar durante su adiestramiento como skjaldmö, aquella era, sin lugar a dudas, la que más le había costado afianzar. Era impulsiva y visceral, de modo que prefería las distancias cortas y las armas que le proporcionasen un contacto directo con sus oponentes. A Eivør, por el contrario, siempre le habían fascinado los arcos y las ballestas. Su mejor amiga tenía una puntería envidiable, cosa que no podía decirse de la hija de La Imbatible, quien nunca había destacado en ese ámbito.

Drasil suspiró mientras observaba con una ceja arqueada la diana que había dibujada en un tocón de madera. En su mano izquierda sostenía un puñal con el que jugueteaba distraídamente, haciendo que la hoja destellara a la luz del sol, que ya se encontraba en su punto álgido.

Había desistido del arco y las flechas, puesto que la paciencia nunca había sido una de sus virtudes, y optado por los cuchillos para poder practicar un poco de tiro al blanco, que era, en su opinión, mucho más entretenido y menos exasperante.

A sus oídos llegaban las voces de todos aquellos que, al igual que ella, se habían congregado en aquel punto de York —donde habían creado un improvisado campo de entrenamiento— para poner a prueba sus habilidades bélicas.

Miró por encima de su hombro, desviando su atención hacia la zona en la que Eivør y Runa se estaban enfrentando en un combate de glima. A su alrededor se habían reunido varios hombres y mujeres que parecían estar disfrutando enormemente del espectáculo. Estos las vitoreaban y aclamaban con gran entusiasmo, haciendo apuestas entre ellos sobre cuál de las dos tenía más posibilidades de alzarse con la victoria.

Por lo que podía oír, la cosa estaba bastante reñida. Había partidarios tanto de Eivør como de Runa.

Volvió la vista al frente, a aquella maldita diana que parecía estar regocijándose a su costa. Apretó con fuerza la empuñadura de la daga y, luego de tomarse unos segundos para poder concentrarse y apuntar a su objetivo, efectuó un primer lanzamiento.

Un silbido metálico cortó el aire, seguido del chasquido de la madera al astillarse. La punta del cuchillo se hundió en el interior del círculo más externo de la diana, provocando que Drasil farfullara para sus adentros. Si bien siempre —o casi siempre— acertaba a aquello que estuviera apuntando, muy pocas veces lograba que el tiro fuera perfecto, y más desde que había resultado herida en el campo de batalla.

—Estás mal colocada —articuló una voz varonil.

La escudera viró la cabeza hacia su derecha, topándose con la inconfundible figura de Hvitserk Ragnarsson, que esbozó una sonrisilla pícara cuando sus miradas se encontraron. Ella no pudo hacer otra cosa que fruncir el ceño.

—Y la posición de la muñeca es incorrecta —prosiguió el muchacho debido a su silencio. Llevaba un talabarte del que colgaban un hacha y una espada larga.

La curiosidad bailó en los ojos de Drasil, que recuperó el puñal y volvió sobre sus pasos, situándose nuevamente en la línea de lanzamiento. Se pasó una mano por la larga trenza en la que ese día había recogido su cabello y adquirió una posición en jarras, a la espera de que le brindase más detalles.

—Pon las piernas así. —Hvitserk se posicionó a su lado. Olía a sudor y a madera de pino—. Flexiona ligeramente las rodillas. Echa los hombros hacia atrás y relaja la muñeca. Lanza la daga cuando hayas expulsado el aire —la aleccionó.

Al principio, la hija de La Imbatible se mostró algo reticente, dejándose llevar por su vena orgullosa, pero, al percatarse de que no había rastro alguno de burla en sus palabras, acabó cediendo. Siguió todos y cada uno de sus consejos, colocándose tal y como el joven le había indicado, y arrojó el cuchillo. Para su sorpresa, este se clavó mucho más cerca del centro, en el interior del segundo círculo.

Al verlo, Hvitserk ensanchó su sonrisa.

—De nada —bromeó, cruzándose de brazos.

Drasil lo observó de soslayo. Le resultó imposible no ver a través de él al fantasma de Aslaug. De todos sus hijos, Hvitserk era, a juicio de la castaña, el que más se parecía físicamente a ella. Tenía sus mismos rasgos faciales —la nariz larga y recta, y los pómulos afilados— y su misma mirada penetrante.

—¿Quieres algo, Ragnarsson? —preguntó Drasil, volteándose hacia el susodicho con una lentitud impaciente. Ella también se cogió los codos, haciendo que su saya de cuero crujiera en el proceso. Esta vez no se molestó en ir a por el puñal.

Hvitserk negó con la cabeza.

—No. Tan solo me apetece hablar contigo —contestó, encogiéndose de hombros con naturalidad. Aquel gesto, la manera en que había fruncido los labios y arrugado la barbilla, le recordó mucho a Ubbe. Aunque eso no era lo único: también poseía el carisma y la desenvoltura a la hora de departir que tanto caracterizaban a su hermano mayor.

—No me digas —ironizó la skjaldmö.

Pocas veces había hablado con él, más que para saludarse o intercambiar algún que otro comentario formal en sus escasos encuentros casuales. De hecho, la última vez que habían estado juntos, por así decirlo, había sido aquel día en la carpa de Ubbe, cuando el segundogénito de Ragnar y Aslaug interrumpió un momento bastante íntimo entre ellos.

—Pues sí. Me produces mucha curiosidad, ¿sabes?

Drasil alzó las cejas con escepticismo.

—¿Y eso por qué? —quiso saber, siguiéndole el juego.

Con sumo descaro, Hvitserk la examinó de arriba abajo, deteniéndose en ciertas zonas de su anatomía que hicieron que a la hija de La Imbatible le entraran ganas de apuñalarlo con su daga en el ojo. Cuando su mirada volvió a conectar con la de ella, Drasil pudo apreciar una chispa de diversión latiendo en el fondo de sus iris verdes, que eran de una tonalidad un poco más oscura que los suyos.

—Porque nunca antes había visto a mi hermano tan encaprichado con una mujer hasta que apareciste tú —manifestó, señalándola con un suave cabeceo—. Y créeme cuando te digo que cuenta con un amplio historial de amantes.

El rostro de la muchacha se tornó pétreo, en un intento desesperado por disimular la enorme crispación que le había generado ese último comentario. Se refugió tras una cuidada máscara de indiferencia, guardando bajo llave cualquier sentimiento o emoción que pudiera delatar lo mucho que le enervaba imaginarse a Ubbe con cualquier otra fémina que no fuese ella.

Era perfectamente consciente de que había habido otras antes que ella, que el primogénito de Ragnar y Aslaug jamás se había reprimido en ese aspecto, pero no era necesario recordárselo de esa forma. Como si solo se tratase de un trofeo más, de una conquista que se estaba alargando más de lo habitual.

—Si solo has venido para compararme con las otras mujeres con las que se ha acostado tu hermano, ya puedes marcharte —le espetó Drasil de malas maneras. Aquella situación empezaba a contrariarla—. No me interesa lo más mínimo. —Cuadró los hombros e irguió el mentón con soberbia, como solo ella sabía hacer.

Hvitserk rio entre dientes.

—Me dijo que tenías carácter. —Volvió a someterla a un riguroso escrutinio. La escudera se maldijo en su fuero interno por no tener el cuchillo a mano—. No se equivocaba —ratificó, hilarante.

Drasil lo fulminó con la mirada.

La puñalada en el ojo seguía pareciéndole sumamente tentadora.

—En ese caso, yo que tú no tentaría demasiado a la suerte —le advirtió en un tono peligrosamente dulce.

El Ragnarsson carcajeó.

—Me caes bien —declaró, una vez recuperada la compostura.

—Tú a mí no —soltó la joven en respuesta.

Los labios de Hvitserk hilvanaron una sonrisa maliciosa que consiguió crispar sus ya alterados nervios. Ella le lanzó una mirada aguda y reprochable que solo sirvió para divertir aún más al chico, que debía tener más o menos su edad, puede que uno o dos años más.

—Hablo en serio —prosiguió él, retomando el hilo de la conversación—. Desde que volvéis a estar juntos, mi hermano está más animado. Parece otro. —Drasil entornó ligeramente los ojos—. Sí, estoy al corriente de vuestras idas y venidas. Pero no le culpes a él, soy demasiado insistente cuando quiero saber algo —aclaró, alzando las manos en actitud pacificadora. La castaña se limitó a exhalar un tenue suspiro, resignada—. El caso es que... bueno... La muerte de Sigurd ha sido un duro golpe para todos nosotros, sobre todo para Ubbe. Pero tu compañía le está haciendo bien. —Se rascó la nuca con nerviosismo. Mencionar a Sigurd era como hurgar en una herida que todavía estaba abierta. Drasil pareció darse cuenta de ello, ya que suavizó la expresión de su semblante—. De hecho, últimamente me tiene prohibido ir a su tienda por las noches. Supongo que tú tendrás algo que ver en eso —añadió, guiñándole un ojo con complicidad.

La hija de La Imbatible no pudo evitar ruborizarse ante su insinuación. Últimamente pasaba muchas noches con Ubbe, pero no haciendo lo que Hvitserk creía. Hacía tiempo que el sexo había dejado de ser el único nexo de unión entre ambos.

Por lo demás, el caudillo vikingo tenía razón, no lo iba a negar. Desde que volvían a estar juntos, retomando su antigua relación, todo se les estaba haciendo más fácil y llevadero. La compañía del otro, esos momentos del día en los que podían estar juntos, estaba siendo como un bálsamo para ellos. El remedio perfecto para sus maltrechos corazones.

Con Ubbe todo era más sencillo. Todo era mejor.

—¿Por qué me cuentas esto? —inquirió Drasil.

Hvitserk volvió a encogerse de hombros.

—Quería que lo supieras —solventó, mucho más serio que de costumbre. Todo en él revelaba que estaba siendo sincero—. Lo hondo que le has calado a mi hermano. —El corazón de la skjaldmö arrancó a latir desenfrenadamente debido a esa última alegación.

Drasil se abrazó a sí misma, sin saber muy bien qué decir al respecto. Nunca se le habían dado bien ese tipo de situaciones. Era muy hermética y reservada, por lo que hablar de sus sentimientos era algo que le costaba horrores. Pero en el fondo agradecía que Hvitserk se hubiera aventurado a entablar esa conversación con ella. Le aliviaba saber que no era como Ivar, que Ubbe podía encontrar un apoyo en él, un confidente. Que no les juzgaba.

—Vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí?

La muchacha se quedó congelada en el sitio, con todos sus músculos en tensión y una desagradable presión constriñéndole la boca del estómago. No le hizo falta darse la vuelta para saber quién se hallaba tras ella. Para reconocer a la dueña de aquella insidiosa voz.

Era Liska.

—¿Qué pasa, Sørensdóttir? ¿No te basta con un Ragnarsson? ¿Es que acaso Ubbe no te satisface lo suficiente? —se mofó la pelirroja. Drasil giró sobre sus talones para poder encararla. Le extrañó no verla en compañía de sus perras falderas—. Tonta no eres, la verdad. Dos hijos de Ragnar para ti sola. —Ladeó la cabeza con inocencia y esbozó una sonrisa viperina.

La aludida cerró las manos en dos puños apretados, a fin de contener la imperiosa necesidad de acortar la distancia que las separaba y hacerla callar a golpes. A su lado, Hvitserk se enderezó en toda su altura; la tirantez también se había adueñado de su cuerpo. Era evidente que aquella situación se le estaba antojando igual de violenta que a ella.

Los orbes almendrados de Liska resplandecieron de perverso placer al intuir la molestia que había despertado en ella con tan solo un par de frases hirientes. Ensanchó aún más su sonrisa y cruzó los brazos sobre su pecho. La camisa y los pantalones que llevaba puestos le sentaban como un guante, realzando todos y cada uno de sus atributos.

—¿Y qué hay de ti, Liska? —repuso Drasil, incapaz de quedarse callada. Estaba harta de que la pelirroja la ultrajara y humillara a su antojo, como si no valiera más que una mota de polvo en sus botas—. ¿Alguna vez mantienes tu lengua bífida tras tus colmillos? ¿O tienes tal complejo de inferioridad que necesitas soltar tu ponzoña de vez en cuando para sentirte mejor contigo misma? —contraatacó.

Las mejillas de la mencionada se tornaron del mismo color que las amapolas, seguido de un ligero temblor en la mandíbula, fruto de la fuerza con la que la estaba comprimiendo. La hija de La Imbatible sonrió burlonamente al ver su reacción, siendo aquello el detonante de la furia de Liska, que hizo el amago de abalanzarse sobre ella.

Drasil se preparó para recibirla, ansiosa por saldar las cuentas pendientes que tenía con ella, pero Hvitserk interceptó a la pelirroja antes de que esta pudiera lograr su objetivo. Apresó una de sus muñecas y se la apretó con fuerza, exhortándola para que no volviera a intentar nada semejante.

Liska se zafó de su agarre de un enervante tirón, no sin antes lanzarle una mirada cargada de advertencias que forzó al Ragnarsson a alzar las manos en un gesto conciliador. Apenas un instante después, volvió a focalizar toda su atención en la castaña, cuya expresión se había suavizado en una calma letal.

—¿Necesitas guardaespaldas, Sørensdóttir? ¿No eres capaz de defenderte por ti misma? —cizañó, ignorando por completo la presencia de Hvitserk, que seguía haciendo de escudo humano entre las dos—. Qué patético.

Drasil dejó escapar un gruñido bajo.

—Soy muy capaz, créeme —rebatió.

Algo cruzó el rostro de la pelirroja al escucharlo: una sombra pérfida y traicionera, un inconmensurable deleite que no parecía augurar nada bueno.

—¿Ah, sí? Demuéstralo entonces —la retó, empleando un tono mucho más sosegado. Se apartó el pelo del hombro con un sutil movimiento de mano y exhibió su dentadura en una nueva sonrisa—. Pelea conmigo en un combate a primera sangre. ¿Qué me dices? —Señaló con un suave cabeceo la zona destinada a duelos con armas, que se encontraba convenientemente vacía—. ¿O temes que te deje en ridículo delante de todos?

Drasil sostuvo con entereza la acuciante mirada de Liska, que no hacía más que presionarla para que aceptase. Una parte de ella sabía que no debía caer en sus provocaciones, que aquello no era una buena idea... Pero la otra ansiaba fervientemente enfrentarse a la pelirroja, demostrarle lo equivocada que estaba con ella. Hacerle ver que no era ninguna enclenque, sino una luchadora que se había ganado con creces su título de escudera.

Así que simplemente se dejó llevar por su instinto, por esa línea caliente de ira que ya empezaba a apoderarse de ella, expandiéndose por su organismo como el más letal de los venenos.

—Acepto.

Los ojos de Drasil no se apartaban de Liska, que la acechaba en la distancia como un depredador lo haría con su presa. La pelirroja la estaba tanteando, en busca de cualquier punto débil que pudiera utilizar a su favor. En torno a ellas se había agrupado un gran número de personas, quienes no habían podido resistirse a la idea de presenciar un combate cuerpo a cuerpo entre dos skjaldmö jóvenes y fuertes.

Hizo rotar su cuello en círculos, intentando liberar sus músculos de la tensión que la había embargado a raíz de que aceptara batirse en duelo con Liska. Eivør, quien se había visto en la obligación de interrumpir su combate de glima con Runa, no lo había dudado a la hora de intervenir, alegando que no tenía que demostrarle nada a nadie, y mucho menos a ella.

Obviamente aquello no había servido de nada, dado que ninguna de las dos tenía la menor intención de echarse atrás, de modo que a la morena no le había quedado más remedio que mantenerse relegada a un discreto segundo plano, junto a Runa y Hvitserk.

Drasil respiró hondo.

Estaba preparada.

Como cabía esperar, fue Liska la que tomó la iniciativa. Se impulsó sobre la punta de sus pies y echó a correr hacia la hija de La Imbatible con su espada en ristre. Esta última adquirió una posición defensiva, empuñando su propia arma con determinación. Ambas espadas se encontraron con un ruido metálico y ejercieron presión la una sobre la otra.

A Drasil no le sorprendió que la primera acometida de la pelirroja fuera tan rauda y brutal, como si pretendiera violentar su cuerpo y su alma con tan solo un envite. Todo en ella era caos y ruido. Su forma de luchar era vehemente y arrolladora, como una tormenta de fuego. Actuaba en base a sus emociones, dejándose dominar por ellas, por la rabia y el egocentrismo que la corroían por dentro. Lo demostraba con cada embiste, con cada finta, con cada mandoble...

La más joven —solo por unos meses, ya que Liska también contaba únicamente con veinte inviernos— recordó los consejos de su madre y Lagertha, la cantidad de veces que le habían dicho que en el campo de batalla los sentimientos no servían de nada, que tan solo eran un estorbo. Una carga.

Le asqueó caer en la cuenta de que, en ese aspecto, la pelirroja y ella eran iguales. Las dos se dejaban llevar por los impulsos con demasiada facilidad, sin pensar en las consecuencias de sus actos. Lo estaban dejando más que claro en aquella pelea, con esa cólera y ese resentimiento que las espoleaban.

Pero afortunadamente eso era lo único que tenían en común —aparte de ser escuderas, claro está—. La lista de similitudes entre ambas acababa ahí. Por lo demás no podían ser más diferentes.

Las dos se enfrascaron en un baile peligroso y letal. Era un no parar: atacaban, se defendía, volvían a atacar y sorteaban estocadas que les hacían contener el aliento a aquellos que lo estaban viendo todo desde fuera del círculo de combate.

Los gritos y las ovaciones no tardaron en llenar el aire.

Drasil trató por todos los medios de dejar su mente en blanco, de no pensar en el hecho de que la mayoría de los hombres y mujeres que estaban monitoreando el duelo animara a Liska, alimentando su ego, que ya de por sí era desorbitado. Aunque no sabía de qué se extrañaba.

En aquellos momentos, con todo lo que había sucedido desde que habían llegado a Inglaterra, su reputación no era la mejor. Había pasado de ser un miembro más del Gran Ejército, la hija de una de las guerreras más famosas de toda Escandinavia, a convertirse en la hirðkona de Lagertha que le calentaba la cama al primogénito de Aslaug. No veían más allá de eso.

—¿Por qué me odias, Liska? —cuestionó Drasil en tanto esquivaba un golpe de barrido por parte de la susodicha. Ninguna llevaba escudo, lo que agilizaba el combate—. ¿Qué te he hecho para que me trates así? —Ahora fue el turno de ella de atacar.

De nuevo sus armas entrechocaron, ocasionando que varias chispas brotaran a causa de la fricción del acero. El impacto reverberó en los huesos de ambas, justo antes de que la pelirroja la forzara a retroceder.

—Me asquea lo que eres. Lo que representas —respondió Liska sin tapujos. Una capa de sudor rebordeaba su frente, provocando que varios mechones de pelo se quedasen adheridos a sus sienes. Las dos estaban hablando en un tono más o menos bajo para que nadie más pudiera oírlas—. Te miro y solo veo a una niñita caprichosa y consentida. —Enarboló su espada con petulancia. Su cabello era fuego a la luz del sol—. Dime, ¿qué se siente al traicionar a la mujer que te lo ha dado todo? Porque no creo que le haga mucha gracia enterarse de que andas abriéndote de piernas con uno de los hombres que intentaron asesinarla.

Drasil apretó con fuerza el mango de su arma, clavándose el diseño del mismo en la palma de su mano. Ivar le dijo algo parecido aquella noche que se lo encontró a las puertas de su carpa. Por lo visto, tanto él como Liska sentían debilidad por los golpes bajos.

No tuvo oportunidad de replicar, puesto que la pelirroja volvió a echársela encima, descargando sobre ella una oleada de cintarazos que la hizo trastabillar. El corazón se le encogió dentro del pecho cuando el filo de la espada de Liska rozó peligrosamente su brazo derecho. Por suerte para ella, el cuero de su saya era lo suficientemente grueso para impedir que la hoja alcanzara a dañar la carne que se escondía debajo.

La pelirroja bufó, irritada.

Le estaba costando más de lo que imaginaba librarse de ella.

—Simplemente no me gusta la gente que juega a dos bandas —esclareció.

La hija de La Imbatible le enseñó los dientes en una mueca feroz.

—Tú no sabes nada. No eres quién para juzgarme.

—Oh, pobrecilla... ¿Se supone que debo compadecerte? —Liska carcajeó, salvaguardando nuevamente una distancia prudencial con ella. Los vítores y las aclamaciones se hacían más intensos a cada minuto que pasaba—. No todas hemos tenido tus facilidades, ¿sabes? Algunas hemos tenido que luchar con uñas y dientes para estar hoy aquí —azuzó, punzante—. Así que no. No me inspiras ningún tipo de lástima.

Una llamarada de enfado recorrió a Drasil de pies a cabeza. Corrió hacia la pelirroja con la intención de embestirla, pero esta la sorteó sin apenas esfuerzo. Trató de acertarla con su arma, de hacerla sangrar de una vez por todas para que aquel maldito duelo llegara a su fin, pero Liska contrarrestó su ataque con un ágil movimiento de muñeca.

—¿Esto es lo único que sabes hacer, Sørensdóttir? —canturreó la pelirroja, que ya podía paladear el dulce sabor del triunfo—. Tu padre debe estar retorciéndose de la vergüenza allá donde esté. —Sus palabras fueron dagas afiladas.

La fisonomía de Drasil se ensombreció por completo al escucharlo. 

Algo dentro de ella se activó. Una furia catastrófica burbujeó en su interior, adueñándose de su sentido común. Sus iris esmeralda brillaron de pura rabia e impotencia y en un par de zancadas tuvo a Liska haciendo todo lo posible para eludir sus estocadas, que se habían tornado mortíferas.

La pelirroja reculó varios pasos, viéndose en serios aprietos a la hora de seguirle el ritmo. Aquel cambio de papeles la había pillado desprevenida. 

Un sonido ahogado se escabulló de su garganta cuando, en un pequeño traspié por su parte, Drasil logró desarmarla. Sin darle tiempo a reaccionar, esta la golpeó brutalmente en la cara con la empuñadura de su espada.

Liska perdió el equilibrio y cayó al suelo, indefensa. Entre continuos berridos de dolor, se llevó una mano a la zona apaleada. Las yemas de sus dedos no demoraron en teñirse de rojo, consecuencia de una leve hemorragia nasal. Su respiración se agitó cuando la hija de La Imbatible apresó su cuerpo con el suyo, sentándose a horcajadas sobre ella.

La pelirroja se resistió, retorciéndose como una serpiente. Drasil masculló algo ininteligible y apoyó el antebrazo en su cuello a modo de disuasión, conminándola a que se estuviera quieta y no hiciese ningún movimiento sospechoso.

Todo el mundo enmudeció.

—La próxima vez que hables de mi padre o de cualquier otro miembro de mi familia, te arrancaré la lengua y se la daré de comer a los cuervos. ¿Te ha quedado claro? —la amenazó con voz ronca y gutural.

Liska no dijo nada. Se mantuvo callada, con el ceño fruncido y la mandíbula apretada. Tenía las pupilas tan dilatadas que apenas se podía percibir el marrón de sus iris.

—Te he hecho una pregunta —rugió Drasil, ejerciendo más presión en su yugular. La pelirroja se removió bajo ella, sollozante. Su semblante había empezado a enrojecerse—. Contesta.

Liska asintió como buenamente pudo.

La más joven la fulminó una última vez con la mirada, para finalmente ponerse en pie. Se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano y encaró al grupo de personas que hasta hacía unos segundos había coreado el nombre de la pelirroja.

Sus ojos se posaron en Eivør, que la observaba llena de orgullo. Su mejor amiga asintió con la cabeza, indicándole que lo había hecho bien. Runa también parecía satisfecha por cómo se habían desarrollado los acontecimientos. Y hasta incluso Hvitserk, que le sonreía con esa picardía tan propia de él.

—¿Alguien más tiene algo que decirme? —prorrumpió Drasil. Ninguno de los presentes se atrevió a pronunciar palabra alguna. Y es que la fiereza que transmitía su mirada intimidaba a cualquiera—. Lo suponía.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

N. de la A.:

¡Hola, mis pequeños vikingos!

Pues con este capítulo volvemos a la trama de Inglaterra, donde las cosas también están bastante caldeaditas. ¿Qué os ha parecido? ¿Os han entrado ganas de linchar a Liska tanto como a mí? (En el fondo la amo. Es una perra pero me encanta xD) Puede que a primera vista parezca un cap. de transición, pero no lo es, creedme. 

Llevaba tiempo queriendo que Drasil interactuara de alguna manera con Hvitserk, ya que, en este punto de la historia, es el mayor apoyo de Ubbe. Más que nada para que se diera cuenta de ciertas cosillas, jeje. De hecho, esta conversación que han mantenido la va a hacer reflexionar bastante acerca de sus sentimientos... El momento que todos estamos esperando está cada vez más cerca, pequeñines (͡° ͜ʖ ͡°)

¿Y qué me decís de la escena Drasil vs. Liska? QUE YA ERA HORA DE QUE MI HIJA SE IMPUSIERA UN POCO Y SE HICIESE RESPETAR. O sea, este enfrentamiento va a ser bastante importante de cara al futuro, porque va a suponer una especie de punto de inflexión para Drasil. Hasta ahora ha estado en modo zen, pasando de todo e intentando no caer en las provocaciones de Liska y de otra gente, pero se veía venir que acabaría explotando x'D En mi opinión, creo que necesitaba sacar a relucir su carácter y demostrar que merece estar allí y que es una escudera en toda regla. Porque ya habéis podido comprobar que su amorío con Ubbe no le está creando muy buena reputación u.u El caso es que estas dos tenían una cuenta pendiente, y Dras la ha saldado con creces, jajaja.

Que, hablando de Liska, ya os aviso que poco a poco irá convirtiéndose en un personaje más recurrente. Me gusta mucho como OC y creo que tiene bastante potencial. De hecho, cuenta con una historia detrás que descubriréis más adelante. Porque no, no es tan capulla porque sí o porque a mí me haya apetecido. Todo tiene una explicación y una razón de ser, jeje.

Y eso es todo por el momento. Espero que os haya gustado el capítulo. No olvidéis votar y comentar =)

Besos ^3^

P.D.: el próximo capítulo va a ser bastante revelador *sonrisa perversa*.

Czytaj Dalej

To Teลผ Polubisz

2.2M 227K 131
Dรณnde Jisung tiene personalidad y alma de niรฑo, y Minho solo es un estudiante malhumorado. โ โ”๐˜”๐˜ช๐˜ฏ๐˜ฉ๐˜ฐ ๐˜ฉ๐˜บ๐˜ถ๐˜ฏ๐˜จ, ยฟ๐˜ญ๐˜ฆ ๐˜จ๐˜ถ๐˜ด๐˜ต๐˜ข ๐˜ฎ๐˜ช๐˜ด ๐˜ฐ๐˜ณ๐˜ฆ๐˜ซ...
2.6K 176 8
Para empezar esta historia serรก un poco diferente a la cronologรญa de la historia asรญ que por favor espero y les guste puede que aygan algunas falta...
47.1K 1K 31
Aclaraciรณnes 1:No habrรก escenas +18 porque en mi teorรญa no lo se hacer, solo si ustedes me lo pidan, siempre y cuando me ayuden 2: Pueden escribirme...
72.9K 5.2K 34
Enero es especial, y no en el buen sentido. Es la chica loca que se sienta al lado de la ventana y que parece de todo menos normal, pero no es la her...