Wrong number || MinSung

Von xcrazzypizzax

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❝-No, número equivocado. Soy Minho, ¿Tú quién eres? ❞ A veces el peor engaño termina dejando muy buenos resul... Mehr

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Von xcrazzypizzax

❝De halagos sorprendentes y reencuentros tenebrosos❞

El pecoso bajó del bus, susurrando una suave despedida hacia el conductor antes de que este arrancase, dejándolo solo en medio de la ajetreada calle de aquella zona.

Bueno, al menos había llegado sano y salvo, sin perderse, ni bajarse en la parada que no era. Lo malo es que había decidido hacer eso sin ningún plan pensado, y simplemente había acatado lo que le ordenaron sus instintos nada más despertarse.

¡Sí, Felix, lo mejor que puedes hacer hoy es indagar en la vida del posible pretendiente de tu mejor amigo!

Y con esa absurda idea, y bastante tiempo libre, había agarrado su cartera tras terminar su última hora de clase, y había subido en el primer bus que le llevase al otro lado de la ciudad, deseando que Minho tuviera horario de tarde aquel día.

Quizás era paranoico investigar a Minho, pero siempre había sido un amigo muy sobreprotector, y conocía menos de lo que le gustaría a aquel chico de cabello rubio. Podía matar dos pájaros de un tiro; asegurar que él no era un bastardo, y encima poder conocerlo un poco más.
Felix siempre estaba abierto a nuevas amistades, aún más si eran cercanas a un amigo tan importante como lo era Chan para él.
Además, desde lo ocurrido con Taeyang temía no estar lo suficientemente alerta como para defender a capa y espada el corazón de su gran, y mejor amigo Jisung. El chico era sensible, y su amor propio estaba más abajo que el subsuelo. Hasta que él no aprendiera a valorarse y respetarse tal cual era, era un blanco demasiado fácil para cualquier persona que quisiera entrar en su inocente corazón, y corromperlo de todas las formas que pudieras imaginar escuchando aquella palabra.

O puede que Felix solo estuviera exagerando, pero era mejor prevenir, que curar.

Al girar la esquina de la calle, pudo vislumbrar a lo lejos el gran edificio universitario al que asistían aquellos cuatro chicos con los que pasó todo el fin de semana. Parecía una buena universidad desde fuera, y los comentarios acerca de la misma eran positivos. Quién sabe, quizás Felix también podría aprovechar para dar un paseo por las instalaciones, y decantarse por ese edificio para estudiar después de graduarse en el instituto. Podría incluso convencer a Jisung para que lo acompañase, alentandolo al decirle que podría ir con Chan, Changbin, Hyunjin, Minho y... Taeyang.

Bueno, quizás no era la mejor idea en esos momentos, pero el tiempo tiende a hacer bien su trabajo, y con un poco de suerte de aquí a un año Jisung ya ha pasado completamente página.

O eso es lo que deseaba con fuerza el pecoso. Quería demasiado a su amigo con apariencia de ardilla como para no anhelar lo mejor para él.

Al llegar frente a la valla que rodeaba el patio, se detuvo frente a su puerta, mirándola dubitativo. Quizás había sido arriesgado ir hasta allí sin confirmar la presencia de cualquiera de los cuatro chicos, sin contar que fue muy lanzada la idea por la que no dudó en asistir.
Por suerte, dentro de lo malo, sabía la dirección de su compañero de nacionalidad, y en el último momento siempre podía llamarlo e ir a su casa.

Mientras se mantenía dudoso de su siguiente paso, no se percató de la figura masculina que se acercaba por uno de sus costados, cargando una caja de tamaño mediano, mientras mantenía sus ojos fijos en el cuerpo de aquel joven rubio que, en principio, no debería estar por aquella zona de la ciudad.

–¿Felix? –lo llamó aquel chico, provocando una reacción alerta por parte del mencionado, que brincó como respuesta al no se esperar otra voz llamándolo por las espaldas.

El pecoso se giró hacia él, intrigado por descubrir de quién se trataba, y sonriendo ligeramente al encontrarse de cara con el chico en cuestión.
El contrario caminó hacia él con calma, hasta situarse a una distancia prudente del menor.

–Buenas tardes –saludó el rubio.

–¿Qué haces aquí? –preguntó. En su voz no se notaba un interés pronunciado, sin embargo sí le había causado cierta curiosidad verlo por allí; era lo que menos se esperaba encontrar al llegar a su universidad.

El menor se tensó al escuchar la cuestión. ¿Qué se supone que debía responder a eso? obviamente la verdad era la última elección.
Se rascó la nuca con apuro, y miró a los lados en busca de respuestas.

–¿Qué haces tú aquí, Changbin? –fue lo único que pudo decir en su intento de escapar. Una pregunta absurda, que pareció volverse aún más tonta cuando la expresión del contrario se tornó sorprendida, y ligeramente burlona.

–No sé, Lix, a diferencia de ti, yo sí estudio aquí –comentó, alzando una ceja con diversión cuando Felix sonrió nervioso.

El menor, ciertamente, parecía incómodo.

–Ya...

–¿Venías a hacer algo en particular? –indagó, girando su cuerpo hacia la puerta mientras hablaba, para abrir esta, con cierta dificulta debido a la caja. En cuanto recibió la negativa del menor, no tardó en asentir como señal de que lo había escuchado– ¿Y vas a quedarte ahí sin hacer nada, o pretendías entrar al edificio?

–Sinceramente no había pensado en qué hacer al llegar aquí.

–Ya veo... –asintió nuevamente, hablando con un tono de voz calmo– ¿Prefieres quedarte afuera, o acompañarme a dejar esto? –señaló con su cabeza lo que llevaba en los brazos.

–Me decantaré por la segunda opción, gracias –respondió el rubio, caminando ligeramente más rápido para colocarse a su lado.

–¿Venías a ver a Chan? –seguía intrigado por su presencia, y no sentía que sus preguntas fueran demasiado personales. No le veía nada malo en seguir insistiendo.

–Mmm... Algo así –se encogió suavemente de hombros. Changbin lo observó de reojo, estudiando sus reacciones. No le estaba dando demasiada información– ¿No estás en clases?

–Hoy he tenido horario de mañana –explicó. Ambos habían entrado al edificio, y ahora recorrían uno de sus pasillos mientras se dirigían a un lugar desconocido para el menor–, mi última hora terminó antes de las cinco.

–Ya veo –asintió. Sus ojos cayeron inminentemente en la caja, curiosos por descubrir el contenido de esta– ¿Qué llevas ahí? –indagó, sin despegar la vista del objeto.

–Droga.

–Qué.

–Eso.

–¿E-en serio? –se detuvo de golpe, ahora con su atención clavada en las inexpresivas facciones del más bajito. No parecía estar mintiendo– En plan... ¿De verdad de la buena?

–¿Por qué te mentiría? –inquirió, sin inmutarse por las reacciones tan impactadas del más joven. Hablaba de una forma demasiado sincera– No pongas esa carita, pecoso, no es nada del otro mundo. Algunas personas deben ganarse la vida como pueden –se lamentó, encogiendo sus hombros con cierta resignación.

–Y-yo... No sé... ¿Cómo...?

Sus preguntas fueron cortadas abruptamente cuando una sonrisa fue abriéndose paso en la imperturbable expresión del pelinegro, rompiendo completamente la tensión del ambiente en cuanto una sonora carcajada escapó de su garganta.

–¡No tiene gracia! –se quejó el menor, con las mejillas rebosantes de un llamativo color rojo. Dios mío, ¿Cómo pudo haberse creído eso? Que vergüenza.

–Claro que la tiene –moduló Seo cuando su ataque de risa hubo disminuido, y pudo hablar con claridad–, deberías haber visto tu cara. Estabas tan horrorizado... –comentó, sin borrar la pequeña sonrisa de su rostro, y comenzando a caminar nuevamente continuando el camino anterior.

–¡No estaba horrorizado! –se defendió el pecoso, levantando ligeramente el tono de voz, trotando hasta llegar a su lado. Sus mejillas seguían sonrojadas, pero ahora podían pasar un poco desapercibidas– Solo me sorprendió... Mira que hay gente que en serio debe ganarse la vida así... –masculló lo último, cruzando los brazos. Se había preocupado por nada.

Changbin acaba de quedar cancelado, claro que sí.

El pelinegro no pudo evitar llevar su mirada al rostro del chico que lo acompañaba. Mantenía el ceño fruncido, los labios en un mohín, y en sus mejillas destacaba un suave color rosa que podía jurar fue producto de la bromita de antes.
Caminaba con los brazos cruzados, y las ojos fijos al frente, posiblemente para recalcar que le había sentado un tanto mal aquel jueguito que había comenzado el mayor.

Sonrió suavemente antes de regresar su mirada al frente. Así que el amiguito de Jisung era igual de interesante que él... Era una información bastante atractiva para Seo. Quizás podría hacerse más cercano al chico que tenía al lado, y a su vez facilitarle el trabajo a Minho con el de piel bronceada.

No era una mala idea, después de todo. Felix era un chico realmente atractivo, no le importaría hacerle ese favor a Minho.
Además, el pecoso le había caído bien, todo sumaba.

–Son dos altavoces –terminó diciendo Changbin, rompiendo el silencio. El rubio no dijo nada, sin embargo parecía estar prestando atención a lo que decía el más bajo–, me los prestó un compañero la semana pasada, y ya va siendo hora de devolverlos, es a lo que estamos yendo ahora, pecas.

–Ya no quería saberlo, gracias –masculló resentido el menor, pudiendo volver a escuchar la risilla del mayor tras eso–. Y es Felix, no pecas, ni pecoso.

–Ya, ya, creo que me sabía tu nombre –comentó el pelinegro, abriendo la puerta que daba al patio trasero, y dirigiendo sus pasos en dirección a la residencia de universitarios–, pero eso no quita que vaya a llamarte por él, guapin, te va bien el mote de pecoso –sonreía mientras hablaba, contemplando las expresiones cambiantes en el rostro del rubio, el cual se adelantó dirigiéndose a las escaleras–. Hey, hey ¿Dónde vas? Ahí hay un ascensor. No voy a subir por las escaleras con esta caja, eso de no ver el suelo puede perjudicarme ¿sabes?

–Oh, claro –asintió. Sus movimientos eran torpes y nerviosos, no se podía creer que aquel chico le hubiera denominado como "guapin", y que ya le hubiera puesto un motecito.

–Ni si quiera sabías a qué planta tenías que ir –observó el más bajito, burlón, presionando el botón del tercer piso cuando ya ambos hubieron subido al elevador.

–Cállate –musitó, cruzando los brazos mientras apoyaba la espalda en una de las paredes de aquella cabina, y hacia hasta lo imposible por no mirar al bajito a los ojos.

La subida fue silenciosa, lo normal en una situación así, más aún si se encontraban en un ascensor. Al llegar a la planta en concreto, el mayor salió primero, esperando unos segundos a que el contrario lo siguiera y se situase a su lado.
Caminaron unos metros hasta detenerse frente a la puerta de madera que quedaba al final del pasillo, en donde el número 17 reposaba en lo alto de esta.

Changbin llamó al timbre, y esperó paciente a que la persona al otro lado de la puerta abriera. No pasó ni un minuto antes de que eso sucediera.

–¡Hey, Changbin! –la sonrisa del chico era amplia mientras saludaba al mencionado, consiguiendo el mismo gesto por parte del pelinegro– ¿Por fin traes los altavoces? Ya era hora, eh –comentó, en un tono divertido. No había caído en la presencia del otro chico, hasta que este se movió un poco para apoyarse en la pared– Oh, trajiste a un amigo. Hola –saludó amable en dirección al pecoso, recibiendo una sonrisilla tímida por parte de él.

–Sí, sí, siento la tardanza –masculló Changbin, volviendo a conseguir la atención del chico cuyo cabello brillaba en un tono plata–. De nuevo, gracias por prestarmelo. Ah, sí, y el tierno chico pecoso se llama Felix –lo presentó, señalándolo con un ademán de cabeza.

La expresión de Felix fue un poema, no sabía cómo reaccionar ante esa presentación. ¿Qué le ocurría al chico este? ¿Estaba desesperado y solo podía recurrir a coquetear con un adolescente? ¿O es que lo hacía solo por molestar? No lo recordaba así la última vez que se vieron. Increíble.

–Encantado, Felix, yo soy Wooyoung –se presentó, extendiendo una de sus manos para estrecharla con la suya.

Lee no tardó en hacerlo. Aún estaba medio aturdido por la situación en general, pero agarró la mano del de cabello plata en cuanto la tuvo cerca.
Cuando eso ocurrió, Wooyoung volvió a sonreír, y soltó la mano del menor unos segundos después, regresando a la postura anterior en la que estaba apoyado sobre el marco de la puerta.

Felix no pudo apartar los ojos de él, al verlo le sorprendió gratamente que fuera un chico tan bonito.
Su rostro parecía suave, y le daba la ligera sensación de que tenía la cara esponjosa. Su mandíbula marcada no hizo nada para que aquellos pensamientos se fueran de la mente del rubio, solo podía perfilar con su vista los rasgos del rostro del dueño de la casa y pensar en que todos eran más bien redonditos. Le recordaban a burbujas, era una sensación muy rara.

–Pues aquí tienes –rompió el silencio Changbin, extendiendo la caja hacia los brazos del chico–. Al final no me hizo falta, pero no está mal saber de alguien que me pueda dejar unos para la próxima vez.

–Claro, Bin, si los necesitas no dudes en pedirlos –asintió solemne–. Supongo que ya os vais a ir, ¿No? –el pelinegro afirmó– Está bien. Ya nos veremos el lunes por los pasillos, Changbin –murmuró, mientras se agachaba para dejar a un lado de su puerta, por dentro de la casa, la caja que acababan de entregarle–. Y encantado de conocerte, Felix, quizás algún día tenemos más tiempo para hablar.

Dijo eso en cuanto volvió a estar sobre sus dos piernas, observando al pecoso con gentileza y amabilidad. En sus ojos brillaban la sinceridad, y su aura era radiante.

–Claro –el pecoso asintió, sonriendo igualmente–, ya nos veremos.

Y tras eso, rubio y pelinegro retomaron su camino hacia el ascensor, escuchando como la puerta del apartamento 17 era cerrada a sus espaldas.
En cuanto hubieron entrado al pequeño cubículo, y las puertas de metal fueron cerradas para darle paso a Changbin de presionar el botón de la planta cero, este mismo no dudó un segundo en carraspear para llamar la atención del incómodo rubio que se situó lo más alejado, de Seo, que le fue posible.

–Oye, no lo decía de broma –masculló. Felix  parecía confuso–, ya sabes, lo de que eres tierno y todo eso. ¡Puede que te haya incomodado, y hasta cierto punto no era lo que buscaba! Así que te pido disculpas.

–¿Hasta cierto punto? –alzó una ceja, repitiendo lo que el mayor había dicho.

–Sí, bueno, es entretenido observar la expresión de la gente cuando están incómodas –se encogió de hombros–, es mi pasatiempo personal.

–Eres extraño –observó el pecoso, con sus ojos posados en las facciones del mayor.

–No todo el mundo tiene el privilegio de ser lindo –lo señaló, regresando a ese absurdo tono de voz que dictaminaba mofa.

Lee rodó los ojos, dejando escapar una pequeña carcajada al ir poco a poco comprendiendo su personalidad; era un chico intrigante.
Las puertas del elevador se abrieron al llegar a su destino, y ellos salieron de aquellas cuatro paredes caminando a la par, con las manos metidas cada uno en sus propios bolsillos, y la mirada perdida en el horizonte.

–Ahora que ya todo es menos tenso, podrías decirme la razón por la cual tú, pequeño rubito, estás por estas zonas de Seúl, cuando vives casi en la otra punta de este.

–¿No te sirvió con lo que te dije antes?

–¿Sinceramente? Nop –negó con la cabeza, encogiéndose de hombros con sutileza– Lo que yo pude comprender es que no viniste a ver a Chan, pero estabas frente a la universidad, y no tenías ningún plan en mente que realizar... Un poco extraño ¿No?

–Que cotilla...

–Más bien, curioso –corrigió.

Felix suspiró frustrado, mirando fugazmente al más bajito, quién estaba observándolo con insistencia, antes de levantar su vista al cielo.

–En verdad venía a ver a Minho –admitió, con cuidado. No quería crear malos entendidos– Me sorprende no haberme cruzado con él, ni tampoco con Chan. ¿Dónde están?

–A Minho, eh... –murmulló, pensativo. No se hubiera esperado eso nunca. Asintió para sí mismo, y regresó su mirada al frente– Chan y él estarán ahora a punto de terminar su última clase del día –notificó.

–Genial, esperaré para verlos a ambos –anunció, sonriendo con emoción. Quizás por fin podría analizar más profundamente al rubio.

–¿Por qué a Minho? Comprendo que quieras ver a Chan, pero nunca pensé que fueras cercano a Min también.

–Oh, pero yo no soy cercano a él –salieron del recinto, cerrando la puerta de valla por la que antes entraron, comenzando a caminar después calle abajo, sin ningún lugar al que ir realmente preparado.

–¿Es por Jisung?

Felix se tensó, girando con brusquedad su cabeza hacia Changbin, con el ceño fruncido e interrogante en su expresión.

–¿De dónde has sacado esa conclusión? –preguntó receloso, ladeando la cabeza con  confusión.

–Lo supuse al observar que ellos dos se llevaban bien –respondió sin más–. Muy alterado te noto, ¿Acerté acaso?

–Más o menos... No me juzgues ni nada por el estilo, puede que incluso esté equivocado, pero siento que Minho tiene interés por mi mejor amigo –recalcó lo último, casi como si fuera una advertencia–, y teniendo en cuenta como fue su último pretendiente, no me gustaría que el mismo error se cometiera con tu amiguito.

Changbin sonrió, dejando salir una suave risilla que hizo fruncir el ceño del rubio.

–Es gracioso.

–¿El qué?

–Que pienses así de Minho cuando él mismo está en contra de tener algo con Jisung –aseguró, confundiendo al menor–, él ni si quiera va a intentar que se fije en él, porque teme hacerle daño. Felix, mi amigo ha desarrollado una sobreprotección sobre el tuyo increíble. Nunca le haría daño... Empezando porque dudo que en algún momento intente acercarse a Jisung de una forma no amistosa.

–Oh... –el murmuro pareció irse con el viento. Enterró más su barbilla dentro del cuello de su abrigo, y miró al frente pensativo.

Entonces Minho no era mal chico.

Un mensaje sonó en el móvil del mayor, y este no tardó en ver qué era, antes de guardar el aparato con velocidad en su bolsillo trasero, y mirar con alegría al más alto.

–Lixie, hoy es tu día de suerte –ese comentario consiguió nuevamente acaparar la atención del llamado–, Chan y Minho están en una cafetería. No les dije que venías conmigo, así que serás una bonita, y dulce, sorpresa.

–¿En serio? –sonrió ampliamente, sus ojos centelleando emocionados.

–Sí... –contemplaba al de cabellos similares al oro con cierta admiración, repasando sus facciones con cuidado, absorto en el gran brillo que parecía desprender cuando se encontraba feliz. Era hipnotizante– Venga, pecoso, que estamos yendo en dirección opuesta –metió prisa, luchando consigo mismo para obligarse a dejar de mirarlo.

Ambos giraron a la vez, cambiando la dirección de sus pasos con el mismo ritmo, y avanzando con cierta velocidad entre las calles solo para llegar lo antes posible a la cafetería.

Uno porque estaba ansioso por ver a sus dos mayores, y el otro porque simplemente se había dejado cautivar por la calidez del primero.

Jisung salía del taxi con el ceño fruncido, y los sentidos alerta. ¿En qué momento decidió que sería buena idea hacerle caso a Felix e ir hasta la otra punta de la ciudad solo para reunirse con él?

Estaba aburrido después de clase, y terminó la tarea que le habían mandado mucho más rápido de lo previsto. No sabía qué hacer, ni como entretenerse hasta la hora de la cena, por lo que no tuvo más remedio que contactar a su mejor amigo, con la idea de ir a ver una película, o salir por ahí a dar un paseo.
Lo que menos se esperaba es que Felix, con toda la normalidad del mundo, le dijo que estaba junto a Chan, y los demás, en una cafetería que quedaba cerca de la universidad de ellos. Han en un principio se negó a ir, pero después de un largo intercambio de súplicas dirigidas por Felix, y negación por su parte, terminó cediendo, y minutos después de esa conversación se encontraba sentado en un taxi rumbo hacia allí.

Por lo que había entendido, su amigo de cabellos claros y sonrisa brillante, llevaba toda la tarde junto a Changbin, hablando de no sé qué cosas, y yendo a no sé cuáles lugares. No le prestó mucha atención en ese momento a lo que estaba diciendo el rubio, porque estaba avisando a su madre de sus imprevistos planes. Le costó convencerla, pero con la mención de Felix, y Minho, cualquier muralla que le impidiera salir de casa fue derrumbada de un fuerte mazazo.

Y mira que solo tuvo que decir el nombre del mayor para que aceptase por completo...

Miró a su alrededor, en busca del cartel con el nombre de la cafetería que Felix había descrito. Al encontrarse con ello, avanzó hacia allí con las manos en los bolsillos, y la mirada en el suelo, sumergido en sus pensamientos. Aún no comprendía del todo bien la razón por la cual Felix se encontraba por esta zona, pero tenía el presentimiento de que no tardaría en descubrirlo. Y si no era así, siempre podía insistir para solventar sus dudas.

Cuando llegó a la puerta del establecimiento, fue directo a abrirla, sin imaginar que cierto chico de cabello castaño, y mirada turbada al encontrarlo allí, estuviera a punto de salir por la misma.

–¿Jisung?  –aquella voz que llevaba persiguiéndolo por cada sueño, o pesadilla, que tuviera, taladró el silencio colándose por los oídos del mencionado.

Han alzó la mirada, dando un paso hacia atrás para poder ver con más comodidad, y distancia, a Taeyang, el cual había abierto la puerta antes que él.

–Uh... Sí, hola –saludó torpe el menor, con el corazón latiendo sin descanso dentro de su pecho. Con la sensación de emoción, tristeza, y temor, embargando sus sentidos  causando que todo su interior se revolucionara al no comprender esa marea de sentimientos que se contraponian dentro de él.

–¿Qué haces aquí? –quiso saber. Su comportamiento estaba siendo pacífico, y su desconcierto se igualaba al del menor. Cómo se supone que debería estar sintiéndose en aquella situación, ¿Estaba bien que sus latidos estuvieran descontrolados, sus nervios por las nubes, y la emoción latente en su sistema? Todo teniendo en cuenta que se supone que Jisung no le importaba. No entendía nada.

–Ciertamente, nada que te deba importar, ya sabes... –sus murmuros eran casi susurros, y aunque sus palabras fueran fuertes, su carácter decantaba inseguridad.

Los oscuros orbes de Jisung paseaban por los cristales de la cafetería, barriendo el interior del local en busca del llamativo cabello rubio de su mejor amigo, y las lindas hebras rosadas del otro australiano.

Taeyang miró hacia la misma dirección que el menor cuando notó que buscaba a alguien, con el pinchazo en el pecho que le advertía que, a quien buscaba, no era de su total agrado.

Cuando ambos pares de ojos se situaron en la mesa de los amigos del menor, este no pudo evitar suspirar con sosiego, y Taeyang solo pudo sentir miles de punzadas atravesando su corazón al confirmar sus sospechas.

¿Con Minho? ¿Había quedado con Minho y sus amiguitos?

–Yo... Debo irme ya –avisó el delgado, pidiéndole con gestos que lo dejase pasar, ya que tenía su cuerpo justo en el umbral de la puerta–, si me dejas entrar...

El pelinegro asintió lentamente, aún pasmado, sin despegar la mirada de la coronilla del menor cuando este paso frente a él.
Su cuerpo reaccionó solo, y no tardó en agarrar con firmeza la muñeca del bajito, impidiendo que continuase caminando.
Pudo notar como se tensaba bajo su tacto.

–Jisung, debemos hablar –determinó el mayor, sin dejarlo escapar, aún cuando el mencionado luchaba por soltarse.

–No me apetece mucho, la verdad –farfulló, suspirando con resignación al ver que no iba a soltarlo por mucha resistencia que estuviera poniendo– ¿Me sueltas ya?

–No, Jisung, quiero solucionarlo contigo –se negó. Su mirada era intensa, y su determinación daba miedo. Hablaba sin pensar, y actuaba de la misma forma, no podía controlar sus reacciones, nunca supo cómo hacerlo.

–Ya... Quizás... –frunció el ceño al percibir como el agarre iba aumentando de fuerza. Tragó duro, y levantó la mirada hacia la de su "agresor". Había mantenido la cabeza gacha todo el rato, no quería enfrentarlo– quizás deberías haber pensado en eso antes de dejarme en una habitación solo, bloquearme en todas tus redes sociales y darme un número de teléfono ¡Qué no era el tuyo!

–Jisung –advirtió seriamente. No le había gustado mucho que le alzase la voz.

–No, Jisung nada. Suéltame ¿Quieres? –pidió, sin ser escuchado. De hecho, podía jurar que ahora estaba ejerciendo muchísima más presión que en un inicio– Taeyang, me estás haciendo daño. Suéltame.

Shin parecía demasiado perdido en si mismo como para escuchar con claridad lo que le decía el más delgado. En su cabeza solo podía escuchar el eco de la voz del castaño, con aquel tono tan desinteresado, y ese brillo dolido en sus oscuros ojos chocolate. 
No comprendía por qué estaba haciendo eso, no entendía la razón por la cual acababa de detenerlo, ni mucho menos qué le iba a decir si en algún momento Han cediera a sus peticiones, y aceptase a hablar con él. ¿Para qué quería solucionarlo? ¿Qué se supone que haría después de eso? No entendía nada, y se estaba agobiando cada vez más.

Jisung solo lo contemplaba con una mueca adolorida en sus facciones, queriendo descubrir por qué el pelinegro estaba tan callado. Parecía perdido en sus pensamientos, ausente de que su agarre solo se hacía más fuerte a medida que su expresión se volvía más amarga.

Jisung soltó un quejido en bajito cuando ya no pudo aguantar más el dolor, y volvió a intentar soltarse del agarre, consiguiendo que así el más alto saliera de su ensoñación, y soltase de forma brusca el brazo del adolescente.
Han en seguida acarició con su otra mano la zona afectada, aún sintiendo los ojos del más alto clavados en su figura.

–¿Te está molestando? –una tercera voz, a las espaldas de Jisung, justo fuera de la cafetería, consiguió que la atención de Shin se desviara por completo del castaño.

–No, imbécil. Yo ya me iba –siseó el de cabello oscuro, dándole una fugaz mirada al menor que escondía mucho más de lo que cualquiera pudiera imaginar, y un empujón lo suficientemente fuerte en el pecho del que acababa de llegar como para echarlo un paso hacia atrás.

–Dios mío, cada día se le va más la cabeza –musitó con rabia, siguiendo con la vista la espalda del mayor mientras caminaba con prisas por la calle. Negó con la cabeza, y miró al que le estaba acompañando– Sung, ¿Qué haces aquí tú solo?

–Felix estuvo aquí toda la tarde, junto a Changbin, así que he optado por unirme a ellos –explicó, obligándose a apartar la mirada del que acababa de marchar. Había sido todo tan raro– ¿Cómo que has llegado tan tarde, Jinnie?

–Estaba en la biblioteca –respondió, sonriendo con suavidad, aunque su expresión denotase un mar de dudas– Oye... ¿Pasó algo antes? –indagó, refiriéndose al chico que acababa de marchar.

–Eh... No, no –negó rápido, tragando fuerte. No veía que Hyunjin le tuviera demasiada estima a Shin, ni tampoco parecía tener ningún problema en ir a por él por mínimo que fuera el problema. Prefería no comenzar otra guerra–. Solo estábamos hablando.

–No parecía una situación muy agradable...

–No estábamos precisamente confesando nuestro amor por el otro –masculló, con cierto tono humorístico que consiguió sacarle una risilla al mayor.

–Ya veo... –asintió– ¿Vamos ya adentro? Mira que aquí hace frío.

–Sí, claro –aceptó entrando tras de él en cuanto este cruzó el umbral de la puerta. Miró nervioso la espalda del mayor, agarrando su sudadera antes de llegar a la mesa compartida, para detenerlo–. Oye, casi que prefiero que no les cuentes el encuentro con Taeyang.

–¿Qué? Pero si has dicho que no pasó nada... –parecía confuso.

–Sí, sé lo que he dicho –aseguró, sonriendo tembloroso, mostrando la ansiedad que estaba carcomiendolo en esos instantes– pero... Mira, nadie se lleva bien con él, y lo que menos quiero es que se cree un ambiente tenso si mencionamos su nombre. Ya sabes lo sobreprotector que es Felix, y posiblemente se preocuparía, y se culparía por haberme hecho venir aquí solo.

Hyunjin pareció comprenderlo, pues aceptó, aunque en un inicio dudara, e hizo como si cerrase una cremallera imaginaria en su boca, tirando luego la llave, mientras hacía el gesto de limpiarse las manos nada más terminar, indicando que se mantendría en silencio.
Jisung sonrió sincero, y asintió, retomando el camino hacia la mesa, y recibiendo miradas de sorpresa por parte de todos los presentes al verlo llegar allí.

–¿Jisung? –Minho parecía realmente asombrado, sin embargo no tardó en dejarle sitio junto a él para que tomase asiento– ¿Qué haces aquí? No sabía que vendrías.

–Lix me invitó –notificó, dejando salir una sonrisa brillante mientras tomaba asiento junto a su mayor. Hyunjin se sentó al lado del pecoso.

–¡Sorpresa! –alzó los brazos el mencionado– Os he traído a Jisung, ya me lo agradecereis, eh –eso último parecía más dirigido a su compañero de apellido que a los demás presentes. El rubio pareció comprenderlo, puesto que se tensó en cuanto notó la intensa mirada del pecoso fija en su perfil.

–Te lo agradecería, pero estoy bebiendo –balbuceó Chan, metiendo a su boca la pajita del batido que estaba tomando. Sus ojos cayeron inminentemente en Jisung cuando algo pareció cruzar su mente, algo malo, aparentemente, puesto que se atragantó con la bebida y sus ojos se abrieron de más. Tosió un par de veces, y se dirigió al menor–. Eh... ¿Llegaste bien hasta aquí? ¿Has tenido algún inconveniente?

Jisung se quitaba el abrigo mientras Chan le hacía esa pregunta, hacía calor en aquel lugar. Tragó duro al escuchar la cuestión, pero trató de verse natural para que no sospecharan.
Cuando se quitó la gruesa tela, quedando con una simple sudadera negra, dirigió su mirada a Bang, sonriendo forzado.

–No, ninguno. ¿Por?

–Uh, por nada –rió nervioso–. A veces, por esta zona, hay gente indeseada, solo eso –sonrió, y dio una mirada panorámica a sus acompañantes, observando como sus expresiones se bañaban en comprensión cuando entendieron de qué estaba hablando.

Salvo Felix. Él era el único que no entendía nada.

–En fin... Jisung, ¿Quieres tomar algo? Te lo pido yo –rompió el silencio Minho, levantándose de su sitio mientras tomaba los vasos vacíos que había sobre la mesa– ¿Me pasas eso?

–¿Puedes pedirme chocolate caliente? –cuestionó Han, al mismo tiempo que extendía el brazo para tomar un plástico que había sobre la mesa, y pasárselo a Minho.

–Claro, Sung, ahora te lo traigo –aseguró el mayor, sonriendo suavemente en su dirección, antes de caminar hacia la barra.

La mesa volvió a sumergirse en la conversación que mantenían antes de la llegada de Hyunjin y Jisung, la cual consistía en ir al día siguiente a un parque de atracciones que tenían pensado cerrar el mes siguiente. Querían darle un último uso antes de que desapareciera.

Todos estuvieron de acuerdo, y dieron su opinión acerca de la idea, comentando sus planes, interesados en el tema; salvo Hyunjin, el cual no podía apartar la mirada de la muñeca de Jisung, puesto que la marca de un fuerte agarre pintaba de un tono rojizo la bronceada piel del menor.

Frunció el ceño con preocupación, y pasó su mirada al perfil del chico. ¿En serio solo estaba manteniendo una conversación con Taeyang? ¿Con ese maldito bruto? No se lo creía.

Podía sentir como si poco a poco lo fuera detestando más y más.

N/a HOLAAA, FELIZ AÑOOOO

Súper tarde, pero sí uwu.

¿Qué tal el principio de año, gente? ¿Os lo pasasteis bien? Ojalá sí, espero que todo os vaya genial en este inicio de año.

Sí, sé que en realidad esto sigue siendo igual que hace justo cinco días, pero el inicio del año es la suficiente excusa como para tratar de cambiar algo que no te guste de tu día a día.
Y por eso los fines de año molan tanto, desde mi punto de vista.

En fin, ¿Os gustó el capítulo? ¿Tenéis alguna idea de lo que pueda ocurrir con el ChangLix? Hacía mucho que no narraba nada de ellos.
Oye, ¿Se os ha pasado por la cabeza el por qué los chicos se llevan tan mal con Taeyang? ¿O aún no os lo habéis planteado?

Siento tardar en actualizar, pero he estado liada con otro proyecto que saldrá a la luz dentro de poquito, y por el cual estoy muy emocionada. Así que os aconsejo estar pendientes de mi perfil  si queréis saber de qué va uwu.

Gracias por leer el capítulo, bbus, espero que estas vacaciones os lo estéis pasando genial, y os estéis relajando.
No os olvidéis de toma awita, y comer bien, os tkm ❤️

Pd: sorry si hay erratas xd tiendo a corregir rápido

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