Extraño |NoMin

Od scaretwoo

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Con él, nunca te veo sonreír. Conmigo, padeces de ataques de risa. Con él, no tienes deseos de ir a n... Více

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32. Venganza
33. Fractura
34. Siempre tuyo; Parte 1
34. Siempre tuyo; Parte 2
Capítulo final
Epílogo
Agradecimientos.

30. Madre

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Od scaretwoo

Jaemin

No tiene lógica alguna, pero al despertar el martes por la mañana una sensación desagradable me recorre el cuerpo entero.

   Como si tratara de un mal presentimiento.

   La alarma todavía no suena. Como tengo antes de ir instituto, voy a la habitación de mis padres y compruebo, abriendo ligeramente la puerta, que estén bien. También reviso el resto de la casa, pero todo parece estar en orden. Debo estar siendo paranoico. Es la primera vez que me pasa algo como esto. Pero el presentimiento dentro de mi pecho es tan fuerte, que parece que me reprocha que me estoy olvidando de algo. 

   Vuelvo a la habitación y tomo mi teléfono para enviarle un mensaje a Jeno. Nunca le he enviado un texto tan temprano. Espero que no perciba nada sospechoso en ello, no quiero preocuparlo.

Yo.

Buenos días dulzura

¿Cómo amaneciste?

   Luego le envió uno a Renjun y noto con curiosidad que no se ha conectado desde ayer por la tarde. No es usual en él que pase tanto tiempo sin estar en línea, menos sin hablarme. Pero supongo que el viaje con sus padres lo dejó cansado y ahora lo único quiere hacer es descansar. La playa no queda precisamente cerca.

   Después de algunos minutos mi celular vibra. Leo el nombre de Jeno. Podría ser capaz de suspirar, de no ser porque me controlo a tiempo y me digo a mí mismo que tengo que guardar la compostura. Sólo es un mensaje por el amor de Dios, no es para tanto.

Jeno.

Mi mañana empezó bien desde que vi que tenía un mensaje tuyo❤️

   Me dejo caer sobre la cama y entierro la cara contra la almohada. A veces no sé quién de los dos está peor. Si él por mimarme tanto o yo por intentar ser romántico.

Yo.

Entonces voy a enviarte mensajes más seguido uwu

Jeno.

Cuidado que me ilusiono precioso 😔

Yo.

¿Ya te estás arreglando para ir al instituto?

Jeno.

Pero tengo frío 😭😭😭😭

¿y si no me baño?

Yo.

¡Lee Jeno, no seas asqueroso!

Jeno.

Es que de verdad tengo frío.

Yo.

Pero tienes que bañarte

Jeno.

Tal vez lo haga

Yo

En cuanto te vea voy a olerte para saber si lo hiciste

Jeno.

¿eso significa que hoy voy a verte?

Yo.

Sólo si te bañas.

Jeno.

Bueno

¿Qué tanto no te amaré para bañarme por ti?

   Suelto una carcajada que reprimo contra la almohada para no despertar a mis padres. Jeno no puede estar hablando en serio ¿Cómo no le va a gustar estar limpio?

Yo.

¿Hoy sales temprano?

Jeno.

Quizá más que de costumbre

Pero puedo llegar a tu casa

Yo.

¿Estás seguro?

¿no tienes que estudiar o algo así?

Jeno.

Mmm

Me gusta más la idea de verte

Yo.

Tengo que hablar con Renjun

¿recuerdas?

Pero después podemos vernos, yo te aviso a qué hora

   Escucho pasos en el pasillo y le echo un vistazo al reloj del teléfono. Ya casi es momento de que suene mi alarma, debo ir a prepararme sino quiero que se me haga tarde.

Yo.

Te veo en un rato, dulzura❤️

¡Y que no se te olvide bañarte!

   Pone muchos emojis llorando y yo aguanto otra risa. Dejo el teléfono sobre el buró y me dirijo hacia el baño para darme una ducha. 

   Vuelvo a tomar el celular y checo si Renjun me ha contestado. El mensaje continua sin ser visto y su última conexión, siendo la misma. Esto comienza a preocuparme un poco. Mi mejor amigo es de los que les gusta revisar sus redes sociales antes de ir a la escuela, debe estar muy cansado para no hacer ni eso.

   Con el agua caliente de la ducha trato de deshacerme de las malas sensaciones y una vez que me cambio de ropa y me cepillo el cabello, me cuelgo la mochila y bajo hacia la sala, en donde mi madre le está acomodando la corbata a mi padre.

   La cena de ayer debió ser un completo éxito, pues parecen estar tan unidos como siempre. Ya no hay miradas mordaces ni silencios incomodos. Parece que por fin han logrado solucionar las cosas.

   —Buenos días —los saludo mientras me dirijo a la cocina para tomar mi desayuno. Escucho que me responden con otro, buenos días, y después de guardar la bolsa de papel en la parte delantera de mi mochila, mi padre camina hacia mí y me toma de la muñeca.

   — ¿Cómo te fue? —susurra con complicidad, mientras veo su rostro acercarse al mío, seguro esperando que mi madre no lo escuche—. Ayer no te oí llorar, supongo que eso es una buena señal.

   Me avergüenzo de que mi propio padre me escuchara llorar tan patéticamente por Jeno en las noches.

   — ¿Por qué no esperas a que te lo cuente en el auto?

   Una sonrisa traviesa se dibuja en sus labios y no tarda mucho en volverse un gesto que me causa escalofríos.

   —Tú madre te va a llevar hoy.

   Me quedo de piedra al enterarme de que voy a quedarme a solas con ella en un espacio cerrado y reducido. Mi padre por su parte me golpea el pecho y antes de irse, me persigna.

   No sé muy bien como tomarme eso.

   Intento decirle que si me deja morir entonces le voy a decir a mamá que usó una de sus novelas favoritas para ponerla debajo de la mesa que rompió él mismo, pero la causante de mi estrés emocional, aparece sosteniendo su bolsa y poniéndose brillo labial. Impidiendo que ruegue piedad.

   — ¿Ya estás listo, Jae?

   Trago saliva y me termino resignando.

   ¿Qué es lo peor que puede pasar?

   —Sí.

   — ¿Ya tomaste tu almuerzo?

   —Sí. —repito, nervioso.

   —Vámonos entonces.

   Caminamos hacia la salida y antes de irnos mi padre me dice en voz baja "suerte" a lo que yo le respondo "traidor".

   Subo al auto y espero a que ella acomode sus cosas. No sé porque pero cada que va al trabajo se lleva casi la casa entera. La parte de atrás la llena de ropa, zapatos y su bolsa de maquillaje que un día estuvo a punto de dejarme sin espalda por lo pesada que es. No entiendo porque las mamás cargan tantas cosas.

   Coloco las manos sobre mi regazo y me muerdo el labio inferior. Finalmente cierra la puerta y se sube. Quisiera tener el valor de encender la radio, pero ya sé que me la va a apagar. Ella no quiere llevarme a la escuela porque tenga tiempo libre.

   Es evidente que desea hablar conmigo.

   Arranca el auto y toma la avenida principal, mientras yo no dejo de retorcer los dedos sobre el cinturón de seguridad. No me mira, no sonríe, pero tampoco hace su típica expresión molesta de fruncir el ceño. No saber qué es lo que está pensando me frustra.

   Por un momento creo que el viaje va a ser así, incómodo y silencioso, pero cuando mi madre cambia de carril y toma un camino diferente al que lleva hacia el instituto, siento que el mundo se me viene abajo.

   —Mamá, debiste tomar el otro carril.

   Ella aferra las manos al volante con fuerza.

   —Ya lo sé.

   — ¿Entonces por qué no lo tomaste?

   Se toma su tiempo para contestar. Cuando conduce no le gusta charlar mucho. No me sorprende que se dirija al estacionamiento de un café que se encuentra vacío para hacerlo.

   —Quiero hablar contigo.

   Bueno, ahí estaba mi mal presentimiento.

   — ¿De qué? —me hago el tonto pero ya sé que es lo que quiere decir.

  Estaciona el auto y después de apagarlo, se gira a mirarme y agradezco que sus ojos estén llenos de lo que parece ser compasión. No me siento listo para volver a discutir con ella sobre cualquier cosa.

   —Jae, hijo, creo que te debo una disculpa.

   ¿Una disculpa?

   Sus palabras me toman por sorpresa, pero no tanto como su pequeña mano que va hacia mi rostro y lo acaricia con cuidado. Como efectivamente, pidiendo perdón.

   — ¿Disculpa?

   —No fui justa contigo —suspira y es como si con el gesto pretendiera deshacerse de la culpa—, debí escucharte primero. Pero es que, también entiéndeme. Tú nunca te habías fugado de la escuela, ni tampoco me habías mentido. Por un momento no supe que hacer y temí no estar siendo una buena madre. Luego cuando pasó lo de Renjun me sentí asustada de que pudieras hacer algo de lo que después llegaras a arrepentirte.

   Vuelve a suspirar y deja de acariciar mi rostro para tomar mi mano, que todavía juega ansiosa sobre el cinturón.

   —Mamá, no creo que pueda arrepentirme —trago saliva y me tomo mi tiempo para decirle eso que deseo que sepa la persona más importante en mi vida—, estoy enamorado de Jeno.

   Ladea la cabeza y sonríe, mostrando sus perfectos y perlados dientes. Por un momento creí que la idea podría llegar a disgustarle, que nunca volvería a ver a Jeno como un buen chico.

   Me tranquiliza ver que tal vez me he equivocado.

   —Lo sé cariño. Probablemente antes de que tú mismo te dieras cuenta.

   — ¿Qué?

   Parpadeo y me siento confuso. Esta respuesta no la veía venir.

   —Cuando Jeno fue con nosotros a visitar a tu tío Donghae, tenía mis sospechas —suspira y es como si el recuerdo le diera nostalgia—, venían tomados de la mano y no dejaban de lanzarse miraditas mientras cantaban. Ustedes no son precisamente discretos.

   Bajo la cabeza y me ruborizo. No puedo creer que haya sido tan obvio. Debería aprender a manejar mejor mis emociones.

   —Pero no quería presionarte ni adelantar las cosas así que no dije nada —continua y sostiene con más fuerza mi mano—, y cuando me pediste faltar a la escuela para festejarle su cumpleaños, terminé por comprobarlo.

   —Tú piensas que es un mal chico, ¿No es cierto?

   Creo que eso es lo que más me duele de lo que está pasando. Que ella tenga una idea errónea de cómo es Jeno realmente.

   —No creo que sea un mal chico —frunce el ceño y deja su mano quieta sobre una de mis piernas—, pero tampoco creo que sea un ángel. Si Renjun era su novio desde hacía tanto tiempo debió respetarlo.

   —Mamá, no es que intente justificarlo pero es que... —la miro a los ojos y espero que me crea y que no piense que esto es algo que me estoy inventando improvisadamente—, su relación con Renjun desde hacía mucho tiempo ya no era buena para ninguno de los dos.

   — ¿Entonces por qué no lo dejó antes?

   —Eso es algo un poco difícil de explicar —no puedo evitar llevarme una mano hacia el cuello y rascármelo con frustración—. Como ya te había dicho antes la madre de Jeno no es precisamente buena con él.

   — ¿Su madre? ¿Qué tiene que ver ella en todo esto?

   ¿De verdad me va a creer? Espero que sí, de lo contrario no se me ocurre que otra cosa decirle para que comprenda la razón por la cual Jeno se aferraba a esa destructiva relación.

   —Por alguna extraña razón a su madre le agrada muchísimo Renjun. Entonces a pesar de que su relación no estaba del todo bien, Jeno no quería terminarla porque sentía que gracias a él conseguía un poco de aprobación.

   Ella me mira y parece a punto de replicar, pero decido interrumpirla.

   —Puede que no me creas, pero yo no tendría por qué inventarme algo así. No conozco toda la historia de Jeno porque no se ha sentido preparado para decírmela. Pero te juro que no es una mala persona, mamá. Renjun tampoco lo es, pero por mucho tiempo estuvo tratándolo realmente mal y terminaron por hacer de su noviazgo un infierno.

   No bajo la mirada y continuo mirándola porque necesito que me crea. Es hora de hacer las cosas bien y desde donde quiero empezar el cambio, es con mi madre.

   —Ya sé que no actuamos de la mejor manera y que lastimé a Renjun traicionándolo. Pero jamás lo hice con la intención de herirlo mamá. Jeno, no sé cómo, se apoderó de mi corazón y aunque ya intenté dejarlo ir, me he dado cuenta de que no quiero estar sin él—trago saliva y lo que estoy diciéndole viene desde el fondo de mi corazón—. Sé que soy joven, pero yo de verdad estoy enamorado de él.

   Nos quedamos en silencio y el estacionamiento que aún continua vacío, es el único testigo de la primera vez que he sido sincero en cuanto a mis sentimientos por Jeno se trata. Se siente tan liberador decírselo a alguien en voz alta. 

   —Ay mi bebé, ¿Cuándo fue que creciste tanto?

   Abro enormemente los ojos y antes de que pueda preverlo, ella me abraza y me estrecha con fuerza entre sus brazos. Me saca el aire de un movimiento, pero no importa. Hacia tantos días que extrañaba sus abrazos que hasta me doy el lujo de cerrar los ojos y llenarme los pulmones con su dulce perfume.

   — ¿Eso quiere decir que no me odias?

   — ¿Qué? ¡Jae! ¿Cómo puedes pensar eso?

   Toma mi rostro entre sus manos y me deposita un montón de besos contra las mejillas. Seguro que me deja todo el lápiz labial en la cara. Tengo que limpiarme con una servilleta o de lo contrario Chenle me va a molestar ahora con que tengo una nueva novia.

   —Mamá, Jeno también quiere hablar contigo —comento con timidez por miedo a arruinarlo todo—, ¿Puede hacerlo?

   —Claro que sí cariño, estoy dispuesta a escucharlo.

   El brillo en sus ojos y su sonrisa me indican que está siendo sincera. De verdad desea darnos otra oportunidad.

   — ¿Ya hablaste con Renjun?

   Canté victoria demasiado rápido.

   —La semana pasada intenté hacerlo. Pero tuvo cosas que hacer y hasta hoy me concedió algo de tiempo.

   Su expresión tranquila, se transforma a una ligeramente preocupada. Entiendo lo que siente, desde hace días que yo estoy igual.

   — ¿Ya sabes que le vas a decir?

   —Hum sí, más o menos.

   Me da una mirada de compasión y no sé si debería asustarme o confiar en que todo saldrá bien.  

 —Entenderá cariño. Él es tu mejor amigo y si no lo hace también debes respetarlo. No es algo fácil de asimilar, lo sabes, ¿verdad?

   La tristeza se refleja en sus ojos porque después de mí, puede que quien más lo quiera de nosotros, es ella.

   —Sí, mamá —suspiro y la frustración regresa—, lo sé.

   Acaricia mi cabeza y después de depositarme un beso, toma el volante.

   —Creo que es hora de irnos. Ya perdiste tu primera clase.

   —Ha valido la pena. —sonrío y ella lo hace también.

   Finalmente me lleva a la escuela y tal y como ella lo dijo, perdí una hora de clases. Pero no me preocupa tanto. De esa clase vamos a tener examen mañana y las asistencias en este momento no importan del todo.

   Lo que me revive esa mala sensación en el pecho de un mal presentimiento, es ver el lugar de Renjun vacío.

   Es el segundo día consecutivo que no viene a la escuela.

   Antes de tomar asiento, reviso mi celular pero de nuevo no hay nada. Tampoco se ha conectado y francamente eso ya es suficiente para que yo refuerce el pensamiento de que algo no anda bien.

   Le envió otro mensaje y casi de inmediato me siento estúpido, porque es casi obvio que no lo va a leer. Me decido entonces por llamarlo pero sólo entra la llamada una vez, antes de que salte directamente al buzón, indicándome que se encuentra fuera de servicio.

   — ¿Qué pasa Jaemin? ¿Vas a tomar la clase de pie

   Chenle suelta una carcajada de delfín aunque su chiste no tiene ni un poco de gracia y Jisung le sigue la corriente con pequeñas y tímidas risas.

   — ¿No han visto a Renjun?

   — ¿Al chico impresora? Nah —Chenle chasquea la lengua y hace una mueca de disgusto—, tampoco vino ayer. Al igual que tú, ¿se fugaron juntos?

   —Ya quisiera yo. Ahora no lo encuentro.

   —A veces pasa —Jisung habla y creo que esta es la primera vez que lo escucho decir algo que no sea apoyando a Chenle—. A mí se me pierde Chenle todo el tiempo, te entiendo.

   —Pero siempre me terminas encontrando —pone los ojos en blanco y Jisung se acerca para darle un pico.

   Quisiera ponerme a fangilear pero sinceramente creo que no es momento para eso.

   —Aun así necesito saber dónde está. —digo, aunque no sirva de mucho porque ahora están dándose miradas coquetas perdiéndose en su propio mundo.

   —Debe estar resfriado o algo así —por suerte Chenle aun hace que existo y no me ignora—. Ese no falta a los exámenes, seguro mañana regresa.

   Tiene razón. Es esencial que se presente para hacer sus exámenes. Si se pierde alguno reprobará el semestre y esa es una posibilidad que ni siquiera la contemplo por lo absurda que es.

   El profesor pide que tomemos nuestros lugares e interrumpe mis cuestiones, pero no el desconcierto que me recorre cada que veo el pupitre de Renjun vacío. Algo muy extraño está pasando y no voy a poder estar en paz hasta que sepa lo que es.

   Las clases transcurren con normalidad y al llegar la hora de salir, vuelvo a llamar a Renjun, pero de nuevo su celular está apagado. A ese punto decido que lo mejor que puedo hacer es ir a visitarlo a su casa. La posibilidad de que le haya pasado algo malo me está volviendo paranoico.

   Tomo el autobús y después de quince minutos, estoy estrellando los nudillos contra su puerta. Pero nadie me atiende. Seguramente sus padres están trabajando. Hace mucho que dejaron de tener un sirviente que les ayudara, así que es obvio que nadie que no sea algún miembro de la familia me va a atender.

   Entonces vuelvo a llamarle, pero de nuevo no tengo respuesta.

   Renjun ¿qué está pasando?

   Frustrado de no tener más opciones grito su nombre, pero no hay ningún indicativo de que alguien esté en casa. Puede que el viaje en la playa se haya alargado, pero se me hace sumamente extraño que tuviera el teléfono encendido por la mañana y no me haya dicho nada.

   Observo la puerta y me decido por volver más tarde. No voy a conseguir nada si me quedo parado aquí afuera.

   Regreso en el autobús y le envió un mensaje a Jeno para saber cómo está. Me dice que tiene ganas de mostrarme algo y dado a que no tengo mayores planes (debería de estar estudiando para mi examen de mañana) le digo que tengo un par de horas libres.

   Por unas cuantas horas no pasa nada, ¿cierto?

   Antes de llegar, a tres puertas de mi casa, puedo ver a alguien afuera recargado sobre una moto. Me desconcierto un poco pero aun así sigo avanzando. Y no es hasta que estoy a pocos metros de distancia que noto que esa persona es Jeno.

   ¿Qué demonios hace con una moto?

   — ¿Qué es esto? —arqueo una ceja y me acerco a él para darle un pico en los labios—. ¿Te compraste una moto?

   — ¿Te gusta? —sonríe y hace de sus ojos dos mediad lunas. Tiene una expresión traviesa que no sé muy bien cómo interpretar—, es linda, ¿no?

   La observo y la verdad es que es muy linda. Es una Harley, completamente negra, con dos espaciosos bolsillos con remaches a los lados y cuerdas de cuero colgando de cada manillar.

   —Es genial, pero ¿no es peligrosa? Nunca pensé que tú supieras conducir una moto.

   Jeno hace una mueca y me atrae por la cadera. Recargo las manos sobre su pecho y me mira a los ojos.

   —Pues hasta hace dos horas no sabía.

   — ¡Jeno!

   —Es de Yukhei, desde hace mucho quería enseñarme a usarla pero hasta ahora que tuvimos clases libres por los exámenes acepté. Me enseñó lo básico.

   — ¿Y viniste hasta aquí montado en algo que aprendiste a usar en un par de horas?

   —Más o menos.

   Le doy un pellizco en el brazo y él aprovecha nuestra cercanía para besarme. No deberíamos tener este tipo de muestras de afecto en la calle. No creo conveniente que mis vecinos se enteren que me gusta besuqueare con el chico de la moto que no sabe conducir, pero es que Jeno tiene una forma tan mágica para hacerme perder la cabeza con tan poco, que termino echando los brazos tras su cuello y dejo que me bese de la manera en cómo sólo él sabe hacerlo.

   Nos separamos por algunos segundos por la falta de aire y nos miramos a los ojos antes de rozar nuestras narices. Aferro los dedos a su camiseta y suspiro, llenándome de él y su delicioso aroma.

   —Me gusta besarte —susurra como si fuera un secreto, mientras sus dedos acarician mi nuca—, me gusta lo que me haces sentir cada vez que me miras.

   No debería, pero me ruborizo y también me siento especial. Amo cuando este lado tierno suyo aparece espontáneamente. Jeno no necesita de mucho para hacerme volar en las nubes.

   —A mí me gustas todo tú —sé que tengo que mejorar mis cumplidos, pero bueno, al menos lo intento—, sobre todo cuando te pones cursi.

   Sonríe y me besa ambas mejillas ruborizadas antes de contestar.

   —Menos mal, por un momento creí que podría llegar a cansarte.

   Niego con la cabeza y apoyo mis dedos sobre su mentón para que me mire.

   —Nunca podría cansarme de ti, Jeno.

   Pienso que es bueno decírselo, porque el sentimiento no solo se afianza en voz alta, sino que se vuelve más palpable. Más real. Quiero que él sepa lo especial que es para mí. Porque no importa lo que los demás le hayan hecho en el pasado o las malas palabras que haya tenido que aguantar, ahora yo soy su presente y estoy dispuesto a hacerlo feliz y a sanar todas las heridas de su corazón para que entienda que el amor es un sentimiento hermoso y poderoso.

   —A mí también me gusta cuando te pones cursi —dice juguetonamente y después de que le doy otro pellizco, me besa—. ¿Quieres ir a dar una vuelta, precioso?

   Mientras me besa el cuello y coloco las manos sobre su pecho, me lo pienso. Sería una buena idea dar un paseo, pero dudo mucho que este hombre sepa lo que hace. ¿Qué tanto se puede aprender en dos horas de clase? Tomando en cuenta que su profesor es Yukhei, tengo mis motivos para desconfiar.

   — ¿Estás seguro de que sabes cómo se usa?

   Prefiere darme mordiscos sobre la manzana de adán que contestarme. Esto es una muy mala idea. De a poco siento que sus besos suben de tono al igual que mis deseos ansiosos. No quiero ni pensar en lo que podría hacer con él ahora que mis padres no están en casa.

   Lo acabamos de hacer ayer, maldita sea, me tengo que controlar.

   —Jeno —jadeo y entierro los dedos en su sedoso cabello oscuro, intentando separarlo—, b-basta, estamos en la calle.

   Pero me ignora y continúa regando húmedos besos que me calientan. Es un desgraciado maldito porque sabe que con cualquier movimiento que haga, ya me tiene a sus pies.

   —Jeno —suplico y espero que me escuche. Si alguien nos ve no voy a poder con la vergüenza—, ba-basta.

   Finalmente cede no sin antes succionar mi manzana de adán con fuerza. Para cando me mira, tiene los ojos brillosos y los labios rojizos. Parece a punto de dejarse llevar por el éxtasis.

   —Perdóname precioso, pero es que... desde que nosotros comenzamos con esto siento que tengo ganas de ti en todo momento.

   Deposita un beso sobre mi frente y después esconde la cara en la curvatura de mi cuello, como si estuviera avergonzado.

   — ¿Tú no te sientes así? —pregunta con timidez.

   El sexo no era realmente un tema que me interesara del todo. Pero debo admitir que desde que mi vida sexual inicio con Jeno, hay algunos pensamientos sobre su cuerpo bailando dentro de mi cabeza, que siento que no me pertenecen.

   —Sí, a veces me pasa —confieso, agradecido de que no me esté observando—, pero por piedad a mi trasero espero que pase algo de tiempo antes de que lo volvamos a hacer. De no ser que te quieras ofrecer como voluntario.

   Lo escucho soltar una carcajada sonora. Me gusta cuando lo hace, tiene una risa muy bonita.

   — ¿Duele mucho?

   —Cómo la puta madre.

   —Entonces creo que por ahora estoy bien con mi mano.

   Vuelve a reír y yo a pellizcarlo. Creo que podría dejarle una marca en el brazo de tantos pellizcos, pero no me siento en absoluto culpable. Él tiene la culpa por molestarme.

   — ¿No quieres dar una vuelta conmigo? —deja de esconder la cara en mi cuello y me mira con un puchero que no me resisto a besar—. La traje para que pudiéramos dar un paseo.

   —No confió demasiado en tu lección de dos horas dada por tu amigo el que se la pasa cantando canciones de Justin Bieber.

   — ¡Oye! Yukhei no es mal maestro, de verdad que me enseñó muy bien.

   Su indignación me parece adorable. Pero sabe que tengo razón de desconfiar de él.

   —Está bien, dulzura, sólo porque no quiero que te pongas a llorar si te digo que no.

   Jeno sonríe y hace de sus ojos dos medias lunas. Cuando se pone feliz me recuerda a un cachorrito. Sí, ¡sí! es como un Samoyedo. Los ojos le desaparecen con cada marcado gesto.

   —Vamos a dar una vuelta mi Samoyedo.

   Me mira con los ojos entornados y otra vez vuelve a hacer un puchero.

   — ¿Me acabas de decir perro?

   Suelto una carcajada. Lo ha entendido, este chico es tan inteligente como dicen.

   —Pero no cualquier clase de perro. Es mi favorito, además se parece tanto a ti, ¡eres un samoyedo bebé!

   —No sé cómo sentirme al respecto.

   Le lleno la cara de besos y espero que con eso me perdone.

   Voy a la casa para dejar mi mochila. Regreso y él me da uno de los cascos que estaban guardados en la bolsa de los costados de la moto. Mi padre en sus épocas de rebeldía y locura, compró una motocicleta igual a esta. Fue hace un par de años, cuando mi madre llegaba más tarde que él del trabajo. La adquirió en un desconocido bazar y por varias tardes intentó que yo la manejara, pero a mí siempre me dio miedo. Sobre todo cuando un día que íbamos juntos perdió el control y nos volcamos a media calle. No fue grave pero yo me hice una raspadura en el codo y él en la frente. Mi madre se enteró y prometió cortarle las pelotas (cabe resaltar que en ese momento yo no sabía a qué se refería) sino la devolvía y me dejaba en paz.

   Y pues, nos quedamos sin moto. Pero al menos mi padre conservó las pelotas.

   O eso creo.

   El primero en subirse es Jeno, luego lo hago yo y aprovecho que tengo que agarrarme de él para pasar las manos por su abdomen y recargar la barbilla en su hombro. Me parece una posición muy cómoda, aunque el casco vaya a darme dolores de cuello después. Es un poco ajustado, me pregunto si acaso es el mismo que usa Jungwoo cuando sale de paseo con Yukhei.

   Pensar en ellos me provoca escalofríos, soy consciente de que el tiempo se me está terminando.

   — ¿A dónde me vas a llevar? —curioseo, quitando la protección de plástico que está en el frente del casco para que me pueda escuchar.

   —A donde tú quieras, precioso.

   —Vamos a la playa entonces.

   Sonríe y aunque ha captado que es mentira, pues la playa queda muy lejos, veo el anhelo recorrer sus ojos.

   —Prometo que un día te voy a llevar de paseo.

   — ¿De verdad?

   —Es promesa.

   Me estiro para darle un besito y agradezco que entre sus planes a futuro considere estar conmigo.

   —Sólo vamos a dar una vuelta a los alrededores.

   Ciertamente no era la respuesta que esperaba, pero termina aceptando y enciende la motocicleta.

   Tiene algunos problemas para arrancarla y yo pienso que sino la sabe encender, entonces tampoco sabrá manejarla. Pero como no quiero quitarle los ánimos me quedo callado y acepto que si algo llega a pasar, como por ejemplo nuestra muerte, va a ser la más romántica, al no querer decirle que temo de la poca experiencia que posee para conducir.

   Gracias a los Dioses después de un par de intentos enciende la bendita cosa. Siento que se tensa debajo de mis brazos, pero le hago un sutil masaje sobre la cadera y le transmito confianza.

   Conduce por las calles aledañas y la velocidad aunque es baja, es ideal para que podamos pasear. La mayoría de ellas se encuentran vacías, supongo que debe ser por la hora, en donde normalmente las personas están en el trabajo o en instituto. Un par de perros nos persiguen al vernos pasar y a mí me da gracia que Jeno tema de ellos, como si los considerara una potencial amenaza.

   No es el típico viaje con el chico peligroso de los tatuajes y la conducción profesional. Es un paseo tranquilo con un chico suave, que apenas y si sabe cómo encender la moto. Y eso está bien. Es perfecto en realidad, porque con que este a su lado, cualquier cosa, por insignificante que sea, se convierte en una experiencia excepcional.

   Terminamos aparcando afuera de una tienda 24 horas para tomar algo. Jeno compra una soda y yo un té helado. Nos sentamos en una de las mesas que el lugar tiene afuera y por un buen rato Jeno se pelea por intentar abrir su botella.

   De verdad que este hombre no es más tierno porque no puede.

   —Te ayudo —me burlo y tomo la botella para destaparla. Pero la maldita cosa no cede y debo recurrir a utilizar los dientes para no quedar en ridículo.

   —Jae, ¡no! Te puedes lastimar.

   —Déjamelo a mí, yo la abro.

   Porque esto es algo personal. La cosa esta se tiene que abrir si o sí.

   La muerdo y trato de girarla con la boca. Ejerzo fuerza sobre el embace y nunca pensé que eso podría ser una mala idea, pues en cuanto consigo destaparla, el gas se agita y provoca que le bebida se lance escandalosamente sobre mi cara.

   Jeno se queda con la boca abierta y yo me limpio con el cuello de mi camiseta, juro que hasta se me metió por la nariz.

   —Bueno, al menos ya la pude abrir.

   Deja de mirarme con seriedad y comienza a reír.

   A reírse con ganas.

   —Encima de que me mojo por ti, te burlas, ¿Qué clase de novio crees que eres?

   Resoplo y continuo limpiándome con mi camiseta pero es en vano porque el refresco me va a dejar pegajoso. Hasta que me dé un baño volveré a estar limpio.

   Regreso la mirada a él, pero veo que me mira sorprendido. Más sorprendió que cuando decidí usar los dientes. Me pregunto qué es lo que le habrá pasa...

   Mierda.

   ¿Qué yo le dije qué cosa?

   —Jae...

   —No, no, no, olvida lo que dije —aclaro con prisa, mandando al diablo que tengo las manos pegajosas para ponerlas sobre las suyas con urgencia—, no quise decir eso Jeno, por favor discúlpame no quiero que pienses que te estoy presionando.

   El pánico se apodera de mí porque no quiero que crea que esa fue alguna clase de mansaje subliminal. Fue algo que dije sin pensar. No entiendo que me pasó, ¿tenía eso inconscientemente presente en la punta de la lengua?

   —Yo... pensé que tú no querías tener una relación conmigo.

   Su ataque de sinceridad me toma por sorpresa.

   — ¿Qué?

   —Es que —traga saliva y desvía la mirada—, cuando te hice la flor tú me dijiste que...

   Me apresuro a ponerle un dedo sobre los labios y una punzada de culpabilidad me recorre entero. Dios, no quiero que lo diga. No quiero que me recuerde las estupideces que le dije ese día.

   —Jeno lo siento, por favor discúlpame. Ya te explique que estaba asustado, Renjun quería volver contigo y yo no sabía qué hacer. Pero nada de lo que te dije es cierto, te lo juro. Sé... que tú no me serías infiel.

   Realmente fue un imbécil, ¿no es cierto?

   Asiente lentamente y pasa los brazos por mi pecho, atrayéndome hacia sí. A pesar de que estamos sentados puedo acomodarme y termino recargando la cabeza contra su pecho.

   No quiero que volvamos a tener otro mal entendido. Todo marcha tan bien ahora, que sería jodido arruinarlo.

   —Ese día te iba a preguntar si tú... bueno, creo que ya lo sabes.

   No quiero ser el que deduzca lo que ha querido decir. Y entonces dudo, porque puedo estar equivocado.

   —No lo sé Jeno, ¿que querías preguntarme?

   Me giro para mirarlo y la cara se le pone de mil colores.

   —Yo... quería preguntarte si querías ser mi novio.

   Sonrío pero por dentro mi siento triste.

   —Lamento haberme comportado como un idiota ese día.

   Jeno sonríe pero también puedo ver que le duelen los recuerdos.

   Aplasté sus ilusiones y ni siquiera me di cuenta.

   —No pasa nada, Nana, eso ya ha quedado atrás. Lo que importa ahora es que estamos juntos.

   Me pongo de pie y decido sentarme sobre su regazo para después acomodar la cabeza contra su pecho y acariciarle el brazo en círculos. Necesito sentirlo cerca.

   —Lo siento, Jeno... Lo siento mucho.

   Suspiro y él sube una de sus manos para entrelazarlas con mías.

   — ¿Y si te lo volviera a preguntar? —susurra, casi tan bajo que por poco no lo escucho.

   Me quedo congelado y aquello suena tan irreal, que parece un sueño.

   —No quiero que pienses que te presiono. Yo sé que tu pasado con Renjun es difícil, sino quieres una relación por ahora está bien. Lo importante es que tú te sientas cómodo, ¿entiendes?

   Masajea mi nuca con sus dedos y su gesto me relaja.

   —Tú me has hecho sentir muchas cosas precioso. Pero jamás presión.

   La sinceridad en sus palabras hacen que le crea. Lo que tenemos supera con creces una simple relación. No obstante el título de "novio" lo hace todo más formal.

   Nunca he tenido una relación. No sé qué se supone exactamente qué significa. Pero no hay problema si lo descubro al lado de la persona que quiero.

   —Seamos novios entonces.

   Las mejillas se me ruborizan y antes de que pueda arrepentirme de la forma tan sosa que tuve de decirlo, Jeno me estrecha entre sus brazos y me besa. Quitándome las inseguridades.

   Toma mi barbilla entre sus dedos y cierra los ojos. Me acerco hacia él y lo imito, besándolo lentamente.

   No puedo creer que tenga un novio. Es patético emocionarme por eso pero no puedo evitarlo.

   — ¿Quieres ir a dar otra vuelta a lado de tu novio?

   Dios, que nunca deje de repetirlo, me gusta mucho cuando lo dice.

   —Seguro, novio.

   Le saco la lengua y él aprovecha para atraparla en su boca y darme un sucio beso que me arranca un gemido. Creo que realmente no bromeaba con eso de que piensa cosas subidas de tono conmigo. Francamente no sé si me gusta o me asusta.

   Coloco las manos sobre su pecho y lo empujo, porque no necesitamos montar una escena frente a los adultos que vienen con sus hijos a comprar la despensa. Tiro de su mano y volvemos a la motocicleta, con una sonrisa en los labios tan grande, que parece una mueca.

   Da algunas vueltas por las calles cercanas y no sé en qué momento el tiempo pasa tan rápido. Antes de que lo prevea ya están a punto de dar las cinco y yo recuerdo que mis padres van a llegar en cualquier momento. Y aunque mi madre y yo hemos dejado las cosas claras, no quiero que piense que Jeno viene a verme clandestinamente.

   Le indico el camino de regreso y se detiene frente a mi casa. Me tranquiliza ver que ningún auto está estacionado todavía. Definitivamente estoy teniendo suerte.

   Bajo de la moto y siento las extremidades entumecidas por haberme aferrado tanto a él. No voy a quejarme, definitivamente valió la pena.

   Me quito el casco y Jeno lo hace después. El flequillo se le pega a la frente y mueve la cabeza hacia un lado para quitárselo. Me quedo embobado viéndolo y quiero suspirar. A veces no puedo creer lo guapo que es. Definitivamente tengo mucha suerte.

   — ¿A qué hora van a llegar tus padres, precioso?

   Su pregunta me hace volver a la realidad. Menos mal, no quiero que vea que estuve a punto de tener un ataque por su culpa.

   —No creo que tarden mucho.

   Asiente y guarda mi casco de nuevo en el bolsillo derecho, antes de mirarme.

   —Esta mañana hablé con mi madre —empiezo a contarle para que no se preocupe tanto—, creo que ella puede darnos una oportunidad.

   Un brillo adorna su mirada y realza su esperanza.

   — ¿De verdad? ¿Le dijiste que quiero hablar con ella?

   —Sí, pero no me dijo cuándo. Aun así creo que ya no esta tan molesta. No sé qué le haya dado mi padre ayer pero definitivamente está más contenta.

   Con alegría me toma por la cadera y me da un beso sobre la frente.

   —Yo creo que le dio su amor y ella no se pudo resistir a él, así como yo tampoco lo puedo hacer contigo.

   — ¿Eso crees? —levanto una ceja y echo los brazos tras su cuello, dejándole besitos sobre la barbilla—, es que nosotros los Na somos muy convincentes.

   —Vaya que lo son.

   Mis risas mueren cuando me besa. Afianza su agarre sobre mi cuerpo y temo por segundos que me dejé sin aire.

   —Tengo que irme —susurro con pesar.

   — ¿Ya hablaste con Renjun?

   —No fue hoy a la escuela. No tengo idea de porque, hace un rato lo fui a visitar a su casa pero no lo encontré. Después de que lleguen mis padres les voy a pedir permiso para ir a buscarlo.

   Jeno está de acuerdo pero puedo notar que hay algo de preocupación en sus ojos.

   — ¿Crees que esté bien?

   —Espero que sí. Todo el día he estado mortificado. No es normal que no me conteste el teléfono Jeno, tengo un mal presentimiento.

   — ¿No lo viste el fin de semana?

   —Me dijo que iba a la casa de playa de sus padres, pero el último mensaje que me envió fue el domingo por la noche.

   —Puede que quiera algo de espacio, ya sabes que a veces Renjun se abruma demasiado con las personas.

   Jeno tiene razón, pero aun así hay algo que no me convence de todo esto.

   — ¿Y si tratas de enviarle un mensaje? —me muerdo el labio inferior y de inmediato me arrepiento. No debo involucrarlo en esto, pero es que de verdad estoy preocupado. Tanto que ya no sé ni lo que digo—. Olvídalo, no debí decir eso, lo siento.

   Bajo la mirada y siento que sus dedos buscan mis mejillas.

   —Hey, precioso, a mí también me importa Renjun. Puede que no haya sido el mejor novio, pero definitivamente no es una mala persona. En cuanto llegue a mi casa voy a intentar hablar con él. Si me contesta prometo decirte, ¿de acuerdo?

   Le beso los dedos y asiento. Sintiéndome un poco más tranquilo. Es imposible que Renjun le rechace una llamada a Jeno.

   — ¿Me vas a llamar cuando estés en tu casa? —acaricia mi cabello lentamente y si no deja de hacerlo me va a dar un sueño horrible.

   —Lo prometo.

   Sonríe y me da otro beso. Cuando creo que es el de despedida me vuelve a besar y a pesar de que estoy tentando a perderme en su boca, lo mejor es que lo deje ir.

   —Te mensajeo en un rato, novio.

   Ríe ante mi comentario y el brillo juguetón en sus ojos reaparece.

   —De acuerdo novio.

   — ¿Vas a manejar con cuidado?

   —Iré tan lento que no te sorprendas demasiado si hago dos horas para llegar.

   Suelto una carcajada y tomo el casco.

   —Cuídate Jeno, por favor.

   —Sólo porque tú me lo pides.

   Antes de colocárselo lo beso y después de otra dramática despedida, se monta sobre la moto y se despide con la mano.

   Jadeo con un poco de indignación al ver que va más rápido que cuando iba a con él. No maneja tan mal, pero aun no me fio mucho de lo poco que aprendió. Uno no puede andar en moto después de dos horas de práctica. Es imposible.

   Entro a casa y tomo mi mochila para estudiar en lo que llegan mis padres. El examen que tengo mañana es de geografía. No creo que sea tan difícil, es de las únicas materias que apruebo exitosamente.

   Una hora después, sobre el comedor, recibo un mensaje. Mantengo la esperanza de que sea Renjun pero es mi madre que me pide que saque la carne del congelador porque van a llegar hasta la cena. Le pregunto si puedo salir a visitar a Renjun rápido y ella dice que si pero con la condición de que deje bien cerrado.

   Ojala eso signifique que ya no estoy castigado.

   Voy hacia mi habitación por una chaqueta y después de tomar las llaves y la cartera, cierro la puerta y me aseguro de ponerle el seguro. El viento de la noche es cálido y me ayuda a despejarme un poco. Le digo a Jeno que voy con Renjun y que me avise si ya está en su casa. El mensaje no le llega y me pregunto si todavía no habrá llegado. Al parecer no bromeaba con eso de ir lento.

   Tomo el autobús y por la hora hay más personas abordándolo. Tengo que ir de pie, y en el camino, recibo un sinfín de empujones que me hacen querer soltar una maldición. 

   Bajo en la estación que está cerca de su casa y después de cuatro cuadras casi llego a mi destino. En el barrio de mi mejor amigo hay muchos gatitos callejeros. No me sorprende que uno de ellos, blanco con manchas negras, se cruce por mi camino. Son tan lindos que siempre que se me presenta la oportunidad los acaricio.

   Esta vez no es la excepción. Me agacho a rascarle detrás de las orejitas y después el mínimo se echa, indicándole que le gustan mis caricias. Le doy lo que quiere y le acaricio la pancita, es tan adorable que creo que podría llevármelo a casa.

   Me apoyo sobre mis rodillas para darles más mimitos, pero la posición inclinada hace que mi celular se salga de mi bolsillo y termine en el suelo. El gatito se asusta por el ruido y se va. Yo miro el aparato y noto que se ha desarmado. Incluso algunas piezas salieron volando hacia donde están unos contenedores de basura. A lado del faro de luz.

   —Demonios —susurro con frustración— espero que no se haya roto.

   Me acerco a tomar las piezas y por suerte las encuentro todas y después de armar de nuevo el bendito teléfono levanto la mirada y veo que en la puerta de la casa de Renjun hay dos personas.

   Pienso que se tratan de los padres de mi mejor amigo pues se acercan demasiado y luego, se dan un beso. Sin embargo, conforme enfoco la mirada y a pesar de que es de noche, distingo que efectivamente es el padre de Renjun, pero la mujer que lo acompaña no es su madre.

   Perplejo por lo que considero una alucinación, me quedo observándonos mientras se despiden. Ninguno de los dos me presta atención y eso me da la posibilidad de quedarme justo donde estoy.

   La mujer, que tiene el cabello un poco arriba de la cintura vuelve a besarlo y después de darle unos golpecitos sobre el pecho y susurrarle algo en el oído, baja los escalones de la entrada, mientras, JongIn se recarga en el marco de la puerta, viéndola partir.

   Me llevo la mano hacia la boca y ahogo un grito. No puedo creer que le sea infiel a su esposa. No puedo creer que este engañando de esta forma a su familia.

   La impresión es tanta que olvido por completo que debo esconderme para no ser atrapado. El padre de Renjun entra a la casa y la mujer camina cada vez más hacia mi dirección. Finamente reacciono y estoy a punto de irme a otro lado, cuando súbitamente su rostro me recuerda a alguien. A alguien que detesto con todas mis fuerzas.

   La madre de Jeno.

   ¿Qué mierda? ¿Cómo es que ellos se conocen? ¿Cómo es siquiera que comenzaron a tener una relación clandestina?

   Observo su perfil y sólo hasta que está a pocos pasos de distancia, me mira. Al principio creí que no iba a reconocerme, pero no pasan ni cinco segundos cuando una sonrisa torcida que me causa escalofrío, se dibuja en sus labios.

   —No es de buena educación espiar a las personas, ¿no lo sabías querido?

   Me congelo en mi lugar y las palabras me abandonan. Me analiza de pies a cabeza y la sonrisa traviesa, es remplazada por una expresión de hastío.

   —Supongo que tú debes ser Jaemin —chasquea la lengua y no esconde el disgusto que la causa decir mi nombre—. Sí, ese debes ser tú. Al bastardo le gustan las cosas simplonas, ¿verdad?

   Nada queda de la cálida persona que tiempo atrás me saludó en el instinto y no sólo lo digo por las palabras despectivas que usa para hablar de mí, sino por la forma en la que se refiere al propio Jeno.

   A su propio hijo.

   La sangre se me sube a la cabeza de sopetón y aprieto los puños a cada lado de mi cuerpo. No puedo soportarlo, tengo que decirle algo, debo decirle algo. Esta mujer no ha hecho otra cosa más que destruir a Jeno sin ninguna justificación.

   — ¿Está metiéndose con un hombre casado y todavía pretende insultarme a mí?

   No fue lo mejor, pero lo intenté.

   La madre de Jeno se lame los labios y agudiza la mirada. En un gesto que me indica que está lista para atacar. Mis palabras no causan efecto alguno y eso me dice que a ella no le importa un carajo que JongIn esté casado y tenga un hijo.

   — ¿No te mordiste la lengua acaso? tú y yo no somos tan diferentes como piensas querido. ¿O me vas a negar que no estuviste con Jeno mientras era novio de Renjun?

   Me pongo a temblar y el alma se me cae a los pies. Nunca esperé que ella supiera algo como eso. Lo único que su madre debería saber es que Renjun es mi mejor amigo por el día que nos presentó.

   Sus palabras son como una puñalada, pero trato de decirme a mí mismo que miente. Yo jamás sería como ella. No lastimaría a las personas que amo por puro egoísmo, ni tampoco estaría dispuesto a destruir una familia.

   — ¿Entonces si acerté? —suelta una carcajada que me perfora los tímpanos—. Wow, esto realmente es muy divertido. Al parecer Jeno no es el santito que tanto se empeña en decir que es.

   —Yo no soy como usted, no se confunda. Por mucho tiempo yo cuestioné mis decisiones y traté de hacer el menor daño posible. Pero usted, ¿Qué tiene que decir en su defensa? No ha hecho más que volver la vida de su propio hijo un infierno y ahora pretende destruir una familia.

   Suelta carcajadas mientras le hablo y la expresión fría de su rostro le quita toda la belleza que en algún momento puede llegar a reflejar.

   —No voy a discutir con un tipo tan simple como tu querido. Pero antes de irme, quiero asegurarme de que vas a entender bien mis palabras —se acerca hacia mí y por inercia retrocedo, provocándole una sonrisa de pura victoria—. Si tú dices algo de lo que viste hoy, entonces me voy a encargar de que no vuelvas a ver a Jeno por el resto de tu asquerosa y miserable vida, ¿entendiste?

   Su amenaza suena tan real que de solo pensar que pueda separarme del chico que amo, hace que la cabeza me dé vueltas.

   —Jeno n-nunca le haría caso —trato de defenderme pero sé que nada de lo que le diga va a darme la victoria. Ella no tiene compasión para hacer o decir las cosas. No sé de lo que esta mujer puede llegar a ser capaz.

   — ¿De verdad piensas eso? Se nota que no lo conoces, querido. Ese imbécil lo único que quiere es mi aprobación, podría pedirle incluso que se tire de un edificio, ¿y sabes qué? Lo haría. Porque esta tan ansioso de cariño, como un perro faldero, que no le importaría tener que pasar sobre sí mismo para complacerme.

   Toda la rabia que podría estar sintiendo, se trasforma en autentica tristeza. No puedo creer que la mujer parada frente a mí me esté diciendo esto de su propio hijo.

   Trago saliva y el corazón se me hace pedazos.

   Porque sé que tiene razón.

   Jeno la quiere tanto que lo único que desea es que ella lo quiera también.

   — ¿Por qué es tan mala con él? ¿Por qué trata tan mal a su propia sangre?

   Chasquea la lengua y con un simple soplido, aparta un mechón de cabello de su cara.

   — ¿Jeno? ¿Mi hijo? No querido, creo que tú te estás confundiendo.

   No borra su sonrisa de su rostro y la satisfacción de verme shockeado, le da el impulso suficiente para reírse.

   — ¿Usted... no es su madre?

   Vuelve a reírse y quiero que por un momento deje de ser tan mala y se tiente el corazón para contestarme.

   —Sin duda eres lento.

   ¿Qué? ¿De verdad esto es cierto? ¿Ella no es su madre? ¿Jeno lo sabe? ¿Por qué demonios me está contando esto a mí?

   — ¿E-eso es cierto? —pregunto con tartamudeos sin que ella deje de burlarse—, ¿é-el lo sabe?

   —No tengo intención alguna de contarte mi vida, niño. Sólo quiero que entiendas una cosa —se acerca a mí y me acomoda con delicadeza el cabello con los dedos. Si alguien ajeno a la escena estuviera viéndonos no intuiría que esta mujer me está amenazando—. Tú te quedas bien calladito y yo no mando a Jeno al otro lado del mundo. Pero, si a ti se te ocurre decir algo, lo que sea, no sólo te vas a quedar sin tu amorcito, también le vas a destruir las ilusiones de tener una madre, ¿entiendes?

   — ¿Dónde está ella? ¿Qué fue de su madre?

   —Te prometo que la vida a Jeno no va a alcanzarle para encontrarla.

   Deja de tocarme y retrocede, esbozando una enorme sonrisa que me pone los pelos de punta.

   —Tengo que irme, querido, ya está oscureciendo y mi esposo me espera en casa. Tu mejor amigo no está, así que puedes volver a buscar a Jeno para seguir viéndole la cara de idiota.

   Suelta una última carcajada y sin decir más, continua su camino, dejándome en mi lugar.

   Helado y desconcertado.

   Porque no sé qué es lo que más me sorprende: si saber que no es la madre de Jeno, si entender que es la amante del padre de Renjun o si deducir que la verdadera madre de Jeno está muerta.


El tren de las teorías y la depresión está a punto de salir. Abroche bien su cinturón y disfrute del viaje. uwu

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