Move On |NoMin

Per scaretwoo

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Todos tenemos un amigo que no ha podido superar a su ex. Pero, ¿Qué pasa cuando la obsesión es tan grande q... Més

Presentación
Inicio
1. A su ex
2. Superar
3. Te necesito
4. Terminamos
5. Sin nada
6. Actuar con madurez
7. Nada de eso importa
8. La realidad
9. El que un día pudo ser
10. Mala suerte
11. Tristeza
12. Decisiones precipitadas
13. Encontrarse
14. Extraño
15. Mi amor
16. El placer de la terapia
17. Bendita monotonía
18. Hasta el final
19. Gracias a ti; Parte 1
20. Gracias a ti; Parte 2
21. Por el hombre que amaba
22. Herida profunda
23. El camino difícil
24. Como la primera vez; Parte 1
25. Como la primera vez; Parte 2
26. Expuesto
27. Furia
28. El desastre de la pasión
Capítulo final.

Epílogo

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Per scaretwoo


Algunos años después. 

La toga le estaba entorpeciendo los pasos, enredándose entre sus zapatos, que para colmo de males, por ser nuevos era incomodos. Intentó buscar con la mirada a sus padres o a Jeno para darles todo lo que traía entre manos: las flores que le habían regalado sus amigos y los papeles que le entregó la universidad. Pero, no los encontraba. Habían estado en primera fila cuando dio su discurso de despedida e incluso gritaron su nombre al ver como el director le entregaba su título.

   ¿A dónde habían ido entonces?

   — ¡Jae! —Haechan lo sorprendió, apareciendo de la nada y pasando uno de sus brazos por su cuello, desacomodándole el birrete. Jaemin tuvo que jalárselo hacia la derecha con el cordoncito amarillo que tenía para que se le acomodara de nuevo sobre la cabeza—. ¡Lo hiciste! Superaste las expectativas de la gente. Después de todo si tienes un cerebro.

   Jaemin lo miró con los ojos entornados y maldijo en su interior el no tener las manos desocupadas para darle un buen golpe a su amigo en la cabeza.

   — ¿No se supone que vienes para apoyar?

   — ¡Claro que sí! —Haechan sonrió con prepotencia—. Ahora mismo te estoy dando motivación personal al decirte que superaste las expectativas.

   Jaemin puso los ojos en blanco pero no puedo evitar sonreír. No podía estar amargado en un día tan especial como su graduación.

   —No encuentro a mis padres ni a Jeno, ¿los has visto?

   —Eres muy pesado amigo, ¿Por qué no te diviertes un poco más? ¿Ya te despediste de tus compañeros?

   —Los voy a ver en la fiesta, Haechan, no es necesario —Jaemin comenzó a sentirse un poco inquieto, ¿acaso se habían ido sin él?—. Creo que mejor me voy a buscarlos.

   Haechan lo miró con una mueca y le volvió a poner los brazos sobre los hombros, impidiendo que se fuera.

  —Espera un minuto más, seguro ya vienen.

   — ¿Por qué estás tan negado con que los busque? —Jaemin frunció el ceño, sospechando que algo malo estaba pasando por la extraña actitud de su amigo—. No me digas que ya se fueron sin mí.

   Haechan soltó una carcajada sonora mientras él hacía un puchero. La situación lo estaba divirtiendo pero Jaemin creía que no había nada por lo cual estar alegre.

   ¡Lo habían olvidado!

   —No te dejaron, Jae. Deja de ser tan paranoico.

   —No soy paranoico —y era verdad, sólo estaba un poquito preocupado por su soledad—. Ahora que lo pienso tampoco veo a Jungwoo, ¿Dónde demonios se metieron todos?

   Buscó con la mirada a Jungwoo o a sus padres, pero de nuevo, nada. Los asientos de la primera fila ya estaban vacíos y no se veían por ninguna parte del auditorio, ni siquiera de pie. Jaemin se estaba planteando seriamente la posibilidad de que había sido vilmente abandonado, ¡y en su propia graduación!

   —Eres más difícil de convencer que una señora en el supermercado, Jae.

   —Qué ejemplo tan absurdo, ¿Por qué las señoras son difíciles de convencer?

   —Porque cuando no hay el producto que les gusta entonces no compran nada.

   —Que tonto.

  —Eso díselo a nuestro sistema capitalista. 

   Miró a su amigo con una ceja alzada y al notar que estaba haciendo justamente lo que quería, distrayendo de sus verdaderas intenciones, se sintió estúpido. Había caído en su juego.

   —Yo me voy a buscarlos, ¡y nada de lo que digas me hará cambiar de opinión!

   Movió la cabeza para darle énfasis a sus palabras pero sólo consiguió que de nuevo el birrete se le moviera, tapándole la vista. Haechan se rio sin piedad de él, pero cuando estuvo a punto de dar el primer paso para buscar a su desconsiderada familia, Jeno apareció.

   Él estaba realmente radiante, caminando erguidamente mientras llevaba las manos tras su espalda, como si escondiera algo. Jaemin sin querer lo miró embelesado, le gustaba ese brillo y alegría que desprendía. Toda la mañana de camino al auditorio había estado ansioso pero cuando le preguntaba que tenía, esquivaba sus preguntas diciéndole que aquel era un buen día.

   Suponía que en ese momento lo iba a averiguar todo.

   — ¿Dónde estabas? ¿Por qué me dejaste solo? —deseó no tener las manos ocupadas, para poder ir corriendo hacia él. Tenía ganas de abrazarlo.

   —Lo siento mi amor —Jeno dijo, todavía sonriendo mientras la distancia entre sus cuerpos se reducía—. Tenia cosas que hacer.

   Tomó todos sus regalos y papeles, para posteriormente pasárselos a Haechan que le dio una mirada llena de picardía antes de gritar ¡Que vivan los novios! Y desaparecer dando brinquitos.

   Jaemin ladeó la cabeza con extrañeza, su amigo a veces era demasiado eufórico, incluso para su propio beneficio.

   — ¿Qué le pasa? Desde que bajé del estrado ha estado actuando muy raro —aliviado de ya no tener las manos ocupadas, Jaemin pasó los brazos por su cuello y lo atrajo hacia sí, sonriendo contra su boca.

   —Supongo que está contento —Jeno se encogió de hombros. Sin esconder su radiante emoción.

   —Ah, ¿sí? Bueno, Haechan siempre está contento —Jaemin señaló, rozando con ternura sus narices—. ¿Qué traes ahí, hum? ¿Acaso me compraste un perrito?

   Jeno negó, con una sonrisa que le llegaba hasta los ojos. En el proceso soltó una risita nerviosa y Jaemin se extrañó por verlo así. Era tan lindo como inquietante.

   — ¿Qué pasa Jen? —preguntó sin poder contener más su curiosidad—. Me estás dando algo de miedo.

   Jeno antes de responderle cerró los ojos y suspiró. La felicidad infinita en su mirada había sido remplazada repentinamente por una de puro nerviosismo. Jaemin temió que algo malo hubiera pasado en su ausencia de cinco minutos.

   —Jae... —su voz ronca lo sacó de sus cavilaciones—, quiero hacerte una pregunta.

   Al comprender que nada de aquello era una broma o producto de su imaginación, Jaemin se separó de su cuerpo y lo miró fijamente, tratando de no asustarse.

   — ¿Qué es lo que...

   Pero, no pudo continuar hablando.

   La cajita de terciopelo negra que Jeno sostenía, en donde había un anillo de diamantes con su nombre grabado, estaba finalmente ahí, frente a él. Como lo había imaginado tantas veces.

   Lágrimas cálidas bajaron por sus mejillas, y Jaemin, presó de un sentimiento de amor y adoración agobiante, lo miró directamente a los ojos.

   —Mi amor, han pasado cinco años desde que compré este anillo para ti. Algo que no contemplábamos en nuestras vidas nos separó y pospuso nuestros planes —una sonrisa melancólica se esbozó en su boca—. Pasamos por un montón de cosas durante estos años. Nos amamos, nos apoyamos, pero sobre todo, maduramos. Y creo... creo que...

   Jeno se interrumpió a sí mismo, tragando saliva y decorando su expresión con una sonrisa que le nacía desde el fondo de su corazón.

   —... que estamos listos para dar el siguiente paso. Na Jaemin, ¿quieres casarte conmigo?



FIN. 

Continua llegint

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