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Door scaretwoo

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Todos tenemos un amigo que no ha podido superar a su ex. Pero, ¿Qué pasa cuando la obsesión es tan grande q... Meer

Presentación
Inicio
1. A su ex
2. Superar
3. Te necesito
4. Terminamos
5. Sin nada
6. Actuar con madurez
7. Nada de eso importa
8. La realidad
9. El que un día pudo ser
10. Mala suerte
11. Tristeza
12. Decisiones precipitadas
13. Encontrarse
14. Extraño
15. Mi amor
16. El placer de la terapia
17. Bendita monotonía
18. Hasta el final
19. Gracias a ti; Parte 1
20. Gracias a ti; Parte 2
22. Herida profunda
23. El camino difícil
24. Como la primera vez; Parte 1
25. Como la primera vez; Parte 2
26. Expuesto
27. Furia
28. El desastre de la pasión
Capítulo final.
Epílogo

21. Por el hombre que amaba

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Door scaretwoo

No se sentía presente, su cuerpo físicamente estaba ahí, su corazón latía con fuerza e incluso sus ojos permanecían abiertos, pero él, él...

Simplemente no estaba.

   Jaemin por momentos no sabía exactamente que dominaba con más fuerza en su interior; si la rabia, la tristeza o el miedo. 

   Jeno había dejado de hablar desde hacía un buen rato. Justo cuando las últimas palabras que lo llevarían al borde del colapso y la locura, hicieron eco en las cuatro paredes de su departamento.

   "Creo que me acosté con tu mejor amiga".

   Lo peor para Jaemin era precisamente eso. Que ni él mismo tenía la certeza de si lo había hecho o no; entonces ¿Qué hechos odiar?, Jeno estaba tan asustado, con la cara entre las manos y el llanto llenando la noche, que se estaba volviendo loco. 

   Jaemin también tenía ganas de llorar, pero por extraño que parezca, no podía hacerlo. Lo había hecho tanto durante los últimos días que sospechaba, se había quedado vacío. Incluso aun en medio de su confusión, quería acercarse a Jeno para decirle un montón de cosas que reconfortaran su corazón y calmaran su alma, pero no sabía cómo empezar.

   Ya no sabía que sentir.

   Sus ojos miraron con detenimiento al hombre que por tres años de su vida, lo había hecho sentir como en un auténtico cuento de hadas. Jeno, el amor de su vida, la persona quién durante tanto tiempo lo había protegido de todo lo malo, que había sido su escudo, su amigo, su confidente, el amante ideal, estaba sentado en una silla a mitad de la madrugada, con la cabeza agachada y las lágrimas bañando su rostro, porque las personas que se suponían debían cuidarlo, lo rompieron sin piedad.

   Su amor, que creía fuerte e inquebrantable, había sido víctima de una de las peores y más bajas jugadas que el destino pudo haberles hecho. Y es que, ¿en qué cabeza eso podía sonar posible? Las amistades que se hacen a lo largo de los años y que se forjan con confianza, amor y respeto, son aquellas de las que más cosas buenas se esperan. Jaemin nunca había tenido una amiga como Dahyun. Ella estuvo para él desde antes de que Jeno apareciera en su vida. Siempre lo escuchaba, aconsejaba, y cuidaba, como si fuera su hermano menor. Tenía la confianza de contarle todo, desde las cosas que lo hacían feliz, hasta las que le quitaban el sueño.

   Jaemin era ligeramente consiente de toda la envidia y el rencor que su relación acarreaba con el tiempo. No muchos aceptaban que a su corta edad estuviera tan enamorado y menos de un hombre como Jeno. Sin embargo, él siempre intentó ser objetivo y pasar de los comentarios impertinentes con una sonrisa. Porque creía que no valía la pena detener su vida por un montón de personas que no tenían el valor suficiente para arriesgarse y buscar su propia felicidad.

   No previó hasta qué punto aquello estaba siendo un error tan grande.

   Mark era el amigo más cercano de Jeno y Jaemin lo aceptaba, estaba bien con eso. Reconocía que a veces había algo en él que no lo dejaba tranquilo, como cuando lo descubría mirándolo fijamente o cuando escuchaba que le decía a Jeno que su vida era "aburrida y sin sentido". Sin embargo, no decía nada, porque creía que sólo bromeaba, que en realidad no lo estaba diciendo con intención de molestar, sino como una broma.

   Y nuevamente se equivocó. Mark, al igual que Dahyun no era lo que ninguno de ellos pensó. 

   Jaemin de nuevo quería gritar, quería llorar... Pero, no podía.

   Apartó la mirada de Jeno, que estaba tratando de calmarse, poniéndose de pie. No sabía en qué momento él había terminado en la cocina, pero eso era lo de menos. Jaemin estaba tan desconcertado, que ni siquiera era consciente de los movimientos de su cuerpo.

   Jeno se acercó y luego, lo miró, con los ojos hinchados por el llanto y los labios temblando por el miedo. Porque lo sabía, tenía tanto miedo como él. Miedo de que su relación se dañara de tal forma que nunca pudieran volver a estar juntos.

   Y eso, era lo que más lo aterraba.

   —Jae —susurró, su voz ronca por los sollozos. Estiró su mano y tomó delicadamente la suya, llenándola de ese calor que tanto lo hacía estremecer—. Lo siento, lo siento mi amor, lo siento tanto...

   Jaemin no sabía sobre que se suponía que se estaba disculpando. ¿Por confiar? ¿Por creer en Mark pensando que le cuidaba la espalda en vez de apuñalarlo? Jeno no tenía la culpa. Había sido la víctima, quien abría sufrido el más bajo y cobarde de los actos. 

   Con mucho esfuerzo le regresó la mirada y sin decir ni una palabra, bajo sus atentos ojos oscuros, pasó los brazos por su espalda y lo atrajo hacia sí, abrazándolo con fuerza mientras su llanto volvía a reanimarse.

   Oh, mi amor, ¿Qué te han hecho? Pensó con tristeza.

   Amargas lágrimas mojaban su hombro. Jaemin lo abrazó con tanta fuerza que por un momento temió quitarle el aire, pero no podía controlarse. Lo quería tanto, ¡Oh, lo amaba con tanta locura! Que si Jeno se quebraba, estaba seguro, lo haría junto con él.

   —Lo siento —Jeno seguía susurrando, restregando su nariz enrojecida contra su hombro—. Yo nunca quise hacerte daño Jaemin.

   Y seguía disculpándose, como si él tuviera toda la culpa. Como si no tuviera el derecho de estar asustado por lo que había vivido. Como si no fuera completamente comprensible que se hubiera guardado los sucesos de aquella noche bajo llave dentro de su corazón. 

   Acompañado de un suspiró que le robó todo el aire, poco a poco se apartó de Jeno, abandonando su calor y sospechaba también, sus fuerzas. Una vez más sin pensar, sin saber si lo que estaba a punto de hacer era o no lo correcto, lo dejó y caminó hacia el comedor para tomar su chaqueta y ponérsela.

   — ¡Jae! Espera, ¡no te vayas!

   No podía hacerle caso. Se sentía perdido y no era justo que Jeno siguiera rompiéndose frente a sus ojos sin que pudiera hacer absolutamente nada. ¿Estaba siendo egoísta? Por supuesto, porque antes de intentar entender sus sentimientos y decirle que no tenía la culpa de nada, estaba prefiriendo irse y huir como un cobarde. Pero, simplemente no soportaba seguir viendo como el hombre que había cuidado con todo su corazón, era lastimado. Sin que pudiera hacer nada al respecto.

   Si Jeno diciéndole que no se fuera no lo hicieron reaccionar, menos lo haría el aire fresco de la noche. Con un solo objetivo en mente pidió un taxi. Si aquel era su destino, entonces lo iba a afrontar.

   Respuestas quería y respuestas iba a tener.

   El edificio en donde vivía Dahyun tenía muy pocas luces encendidas, pero a Jaemin le importaba bien poco. Le pagó al taxista la tarifa (a pesar de que le estaba cobrando lo triple de lo que en realidad era) y bajo del auto, sintiendo como las sienes le punzaban, como si alguien lo martillara desde adentro de su cabeza. Parpadeó varias veces y respiró profundamente. Él estaba bien, era fuerte, lo único que necesitaba era recordar por lo que estaba peleando.

   Por el hombre que amaba.

   Subió los escalones de dos en dos, moviendo las manos a cada lado de su cuerpo como si le hormiguearan. Desconocía si era excitación o una vaga emoción, pero era tan poderosa y tan fuerte, que prefirió no cuestionarla, por miedo a que lo abandonara y lo dejara inmóvil.

   Nunca en su vida creyó que ver ese número de puerta que por tantos años había sido de sus favoritos, fuera a darle tanta repulsión. Tocó el timbre sin cesar. Una y otra vez, su dedo presionando el botón sin piedad. No tenía idea de que hora era, pero seguro que ya era muy tarde.

   Dahyun se demoró algunos minutos en abrir, pero finalmente lo hizo. A Jaemin no le hubiera importado esperarla toda la noche. Estaba tan decidido a obtener lo que quería, que nada ni nadie lo iba a detener. Ni siquiera el tiempo.

   — ¿Jae? —ella parpadeó, evidenciando que había estado durmiendo antes de que llegara—. ¿Qué haces aquí?

   —Tienes exactamente dos minutos para decirme que fue lo que Mark y tú le hicieron a Jeno, sino quieres que llame a la policía y los acuse por violación.

   Dahyun abrió los ojos enormemente.

   — ¿O prefieres los cargos de consumo de drogas? No sé, tu escoge, me parece que los dos son igual de malos —Jaemin no sabía nada de leyes, pero al parecer Dahyun tampoco, porque inmediatamente comenzó a temblar, como si temiera que en realidad lo hiciera, lo cual podría llegar a suceder—. Que Jeno no los haya denunciado no quiere decir que yo no lo haga. Así que habla, tienes el tiempo corriendo.

   Aún temblorosa, Dahyun tragó saliva, mirándolo con extrañeza y dolor. Como si fuera la primera vez que lo veía. A Jaemin aquello le pareció conveniente, porque no quería que pensara que su amistad iba a volver. Para él ya estaba más que jodida. De ahora en adelante podía verlo como se le diera la gana.

   —Jae... escucha nada es lo que parece.

   — ¿Te acostaste con él o no? —pronunciar esas palabras en voz alta le dolieron tanto, que Jaemin tuvo que inhalar profundamente para continuar—. ¡Habla!

   — ¡Por supuesto que no lo hice! —Dahyun se apresuró a decir, retorciéndose las manos con nerviosismo—. Todo fue una broma, ¡nada paso!

   — ¿Y cómo pretendes que te crea? —Jaemin entornó los ojos, tratando de que su furia no incrementara—. ¿Cómo pretendes que vuelva a creer en ti, eh? Si en este momento estoy pensando que eres una traidora, ¡una maldita traidora!

   —Jae, tienes que creerme —Dahyun lucía verdaderamente asustada—. ¡No pasó nada! Sólo fue una broma que se nos salió de las manos.

   — ¡Una broma! —Jaemin soltó una risa amarga—. ¿Una broma dices? ¿Tienes idea del estado en el que se encuentra Jeno? ¡Él piensa que se acostó contigo y lo peor es que cree que es su culpa! ¡Ustedes, mierdas, le están destrozando la vida!

   —Oh Jae, yo... yo... ¡yo no lo sabía! —los labios le estaban temblando—. Mi intención nunca fue que ustedes terminaran. Mark me dijo que iba a ser una simple broma, que quería darle un susto a Jeno y ya. Nunca creí que todo fuera a llegar tan lejos, ¡Lo juro!

   — ¿Acaso escuchas lo que me estás diciendo? ¿Cómo pudiste haber sido parte de algo así? ¿Qué clase de broma de mierda pensaste que era esa? ¡Ustedes lo drogaron!

   —Yo no creí que Mark fuera tan lejos —insistió mientras las lágrimas bajaban por sus mejillas—. Pensé que le había dado alcohol para ponerlo más alegre porque Jeno no toma mucho. Pero, ¡yo no lo sabía! Ni siquiera estaba del todo desnuda cuando Jeno despertó por la mañana. Mark me dijo que no me moviera hasta que él leyera el mensaje que le había enviado. Pero Jeno no entendió lo que le dijo y entonces pensó...

   — ¡Que ustedes se habían acostado! ¡Pues por supuesto que él iba a creer eso! —avanzando hacia ella con violencia, Jaemin sentía como que estaba a punto de estallar de la ira— ¿¡Cómo pudieron haberlo drogado!? ¿¡Estás consiente que puedo mandarlos a la cárcel por esto!?

   Dahyun cerró los ojos, y asintió, sin decir nada mientras más lágrimas emergían con fluidez. Jaemin tenía ganas de que sufriera, de que llorara, gritara, que sintiera el mismo dolor que le habían hecho sentir a Jeno y a él por tanto tiempo.

   —Yo estaba enamorada de Mark y nunca... nunca creí que fuera a utilizarme para esto.

   —Pues lo hizo y lo más triste, es que tú estuviste dispuesta a conseguir tu felicidad sobre la nnuestra. Grande amiga que fuiste, ¿verdad?

   Jaemin tragó saliva, las fuerzas se le habían terminado. Necesitaba irse de ahí. Ya había conseguido lo que quería y no tenía caso seguirse atormentando más.

   —Creo que es innecesario decir que nunca en mi vida quiero volver a verte.

   —No Jae, ¡no!, por favor perdóname, ¡por favor! yo no quise... de verdad que...

   Pero no estaba dispuesto a escucharla. Ya había tenido suficiente dolor y sufrimiento por una noche como para seguir afrontando más.

   Le dio una última mirada, giró sobre sus talones y luego, notó como las lágrimas volvían a bajar por sus mejillas. Jaemin rio y se las limpió con los dedos. Después de todo, no se las había terminado.


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