Move On |NoMin

By scaretwoo

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Todos tenemos un amigo que no ha podido superar a su ex. Pero, ¿Qué pasa cuando la obsesión es tan grande q... More

Presentación
Inicio
1. A su ex
2. Superar
3. Te necesito
4. Terminamos
5. Sin nada
6. Actuar con madurez
7. Nada de eso importa
8. La realidad
9. El que un día pudo ser
10. Mala suerte
11. Tristeza
12. Decisiones precipitadas
13. Encontrarse
14. Extraño
15. Mi amor
16. El placer de la terapia
17. Bendita monotonía
19. Gracias a ti; Parte 1
20. Gracias a ti; Parte 2
21. Por el hombre que amaba
22. Herida profunda
23. El camino difícil
24. Como la primera vez; Parte 1
25. Como la primera vez; Parte 2
26. Expuesto
27. Furia
28. El desastre de la pasión
Capítulo final.
Epílogo

18. Hasta el final

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By scaretwoo

Hyunjin lo dejó fuera de su departamento exactamente a las doce en punto. Jaemin trató de no reírse, pero no pudo evitarlo. Era como si aquello se tratara de una coincidencia muy tonta. El estúpido hechizo que se rompe a media noche. ¿Se había convertido en una clase de cenicienta o algo así?

   — ¿Quieres que te acompañe a la puerta? —Hyunjin apagó el auto y se giró a mirarlo, con una sonrisa—. La calle está muy sola.

   —No hay problema, en el edificio tenemos seguridad —Jaemin se encogió de hombros. No quería darle más molestias—. Puedo hacerlo solo.

   Hyunjin asintió, quitando los seguros de las puertas.

   —Tienes mi número así que puedes llamarme cuando quieras —lo miró fijamente y Jaemin asintió—. No tienes que hablarme de tu ex sino quieres. Podemos salir y tomar algo.

   — ¿Cómo amigos?

   Hyunjin soltó una carcajada.

   —Como amigos.

   Jaemin suspiró con alivio. Al menos no tenía que cargar con un odio innecesario. Había ganado una nueva amistad y esperaba que fuera tan buena como en ese momento aparentaba. Hyunjin le caía bien.

   —Me alegra haberte conocido. Gracias por... ya sabes, la terapia para mis dolores de mierda —Jaemin sonrió, tratando de no sonrojarse, todavía se sentía avergonzado—. Nos vemos después.

   Se despidió de su inusual cita con un gesto de mano y abrió la puerta del coche, sintiendo el fresco aire de la noche contra las mejillas. La calle estaba desierta y solo las luces de algunos departamentos iluminaban su edificio. Jaemin súbitamente se sintió ansioso. No creía que Jeno fuera capaz de estarlo esperando todavía. Ya habían pasado horas desde que planeaban verse y francamente no creía que tuviera la determinación (o la paciencia) para permanecer afuera de su puerta. Que su auto, por otra parte, no estuviera a la vista, confirmaba aún más su teoría.

   Entró al edificio y notó que el encargado estaba sentado, con los brazos cruzados y la cabeza hacia abajo, se había quedado dormido. Pasó de él y siguió con su camino, subiendo las escaleras y rebuscando las llaves en los bolsillos de sus pantalones. Esperaba que con tantas cosas que había hecho en el día no las hubiera perdido.

   Cuando por fin las encontró, se sintió aliviado. Subió las últimas escaleras que quedaban para llegar a su piso y una vez en el pasillo, vio una silueta. Detuvo sus pasos y se quedó quieto. Sin poder avanzar.

   Jeno se había quedado dormido afuera de su puerta.

   Un sentimiento de culpabilidad y tristeza lo inmovilizaron por completo. Jeno lo había estado esperando por más de diez horas con una determinación que lo estaba asustando y también sin querer, conmoviendo. No sabía si lo había llamado a su celular porque lo había apagado, pero algo le decía que su ex novio no iba a estar conforme hasta que lo escuchara.

   Hasta que le dijera eso que tanto lo estaba atormentando.

   Se acercó lentamente hacia él, mirándolo con atención: su pecho subía y bajaba con tranquilidad mientras algunos mechones de su cabello oscuro le cubrían la frente. Tenía los brazos caídos a cada costado de su cuerpo y la barbilla, se apoyaba contra el centro de sus clavículas, como si fuera un hermoso muñeco de trapo. Iba a tener un dolor de espalda terrible cuando despertara, Jaemin estaba seguro, pero aun así no pudo evitar maravillarse visualmente por algunos segundos más. Jeno era sencillamente hermoso.

   Al estar frente a él, admiró sus facciones tranquilas: sus pestañas negras cubrían su piel y su boca rosada estaba cerrada, como si sus labios estuvieran sellados. Un asalto de amor y ternura que creía haber enterrado en el fondo de su alma brotó sin piedad. ¡Cuánto había extrañado a Jeno! Tanto, que en ese momento el corazón le dolía. Su relación era la única cosa estable y grandiosa que le había pasado en la vida y de un momento a otro, se la habían arrebatado.

   Jaemin tenía ganas de lanzarse hacia sus brazos y besarlo y decirle que todo estaría bien, que ellos serían capaces de reponerse sobre cualquier obstáculo. Que la distancia antes que ayudarlos, los estaba matando.

   Pero, debía ser coherente. Entender que el proceso de recuperación no iba a ser nada fácil. Debía ser maduro y pedirle a Jeno una explicación, para así saber de una buena vez por todas, porque lo había dejado.

   Decidido con esos pensamientos en mente, se puso de cuclillas y acarició las mejillas de Jeno con lentitud. Si era más brusco él se iba a asustar y Jaemin no quería perturbarlo. 

   —Jen... —Jaemin susurró, sin dejar de tocar esa piel que tanto le gustaba—, despierta, te vas a torcer la espalda.

   Le costó un poco, pero Jeno comenzó a reaccionar ante sus toques. Primero se removió, moviendo la cara como si el toque de los dedos de Jaemin le provocara cosquillas. Luego, abrió los ojos lentamente, y cuando por fin lo miró, se sobresaltó en su lugar, parpadeando como si no creyera que lo tuviera enfrente.

   —Jae —consiguió decir con soñolencia— Yo... te estaba esperando.

   —Ya lo sé, tonto —Jaemin no pudo evitar sonreír. Jeno recién levantado era toda una bola de amor y azúcar—. Levántate, voy a hacerte un té. Hace un frío de mierda aquí afuera. No puedo creer que te quedaras tanto tiempo esperando.

  Lo ayudó a ponerse de pie, tendiéndole una mano para que la tomara y se diera impulso.

   —Vamos.

   Jeno asintió y acepto su ayuda. Era innecesario que sus manos estuvieran entrelazadas después de hacerlo, pero como vio que no tenía intención alguna de soltarlo Jaemin se resignó y abrió la puerta de su departamento. Sintiéndose extrañamente intranquilo.

   Esperaba que fueran suposiciones suyas. No le gustaban sus presentimientos. Nunca traían nada bueno.

   — ¿No quieres un café mejor? —Jaemin preguntó, mientras caminaban hacia la cocina.

   —Un té está bien —para su alivio Jeno por fin lo soltó y con sus manos se restregó los ojos, todavía tenía al sueño dominándolo—. ¿Qué hora es?

   Jaemin tragó saliva con fuerza.

   —Media noche.

   —Oh...

   Si Jeno, oh. Pensó. Se había quedado todo el día esperándolo pero ni siquiera era capaz de reclamarle nada. Jaemin sabía que nunca se enojaba con él, pero esa era una excepción a la regla. Ni siquiera le había dado una explicación sobre nada, ¿en serio pensaba quedarse simplemente con un "oh" y ya?

   — ¿Saliste a alguna parte?

   ¡Aleluya! Al menos le importaba un poco. Jaemin abrió la tetera y la llenó de agua, tomándose su tiempo para contestar. Debía ser muy cuidadoso con lo que estaba a punto de decir. Una metida más de pata y ¡bom! Todo se iba a la mierda. No creía que a su ex novio le fuera a dar gracia saber que venía de acostarse con otro tipo.

   —Salí con Haechan —era todo lo que estaba decidido a decir. Se estiró para tomar la caja de té que estaba en la alacena y en medida de lo posible controló los temblores de su cuerpo—. No tengo miel, ¿te molesta si lo pongo sólo azúcar?

   —Está bien, no te preocupes.

   Jaemin asintió y puso un par de bolsas con miel en una taza. Verificó que la tetera estuviera bien tapada y la puso sobre el fuego. Después, giró sobre sus talones, encontrándose peligrosamente cerca de Jeno.

   ¿Cuándo se había acercado tanto?

   Él lo estaba mirando fijamente, como si no lo conociera. Segundos pasaron y Jaemin se dio cuenta de que su atención estaba sobre su cuello, lo cual lo hacía sentirse aún más desconcertado. Que Jeno no dijera nada no lo ayudaba a entender lo que estaba pasando. Hasta que su mano temblorosa y fría, se colocó sobre su piel, delineando algo que Jaemin por completo desconocía.

   — ¿Tú —sus ojos estaban llenándose de lágrimas— estuviste con alguien?

   Jaemin se quedó en shock, paralizado por el pánico. No sabía que decir, no sabía que pensar. De nuevo todo le estaba saliendo mal. Desvió la mirada y sólo ahí, mientras Jeno apartaba las manos y dejaba de acariciarlo, lo entendió todo.

   Hyunjin le había dejado una marca.

   —Jeno...

   Pero no sabía que decir. Cualquier cosa que saliera de sus labios sería en vano. Nada iba a convencer a Jeno de que él no se había acostado con otro hombre, porque no era ingenuo. Lo estaba leyendo, como si fuera un libro abierto, como siempre lo había hecho.

   No quería que Jeno supiera que había intentado de la manera más absurda borrárselo de la piel. Ni tampoco que se formara un concepto erróneo de él, creyendo que lo había olvidado con una noche de pasión. Pero, seguía sin poder decir nada, con las palabras atoradas en la garganta y la boca abierta. Muda, sin ayudarlo.

   Así que se quedó paralizado, mirándolo fijamente mientras por las mejillas de Jeno caía un torrente de lágrimas.

   Sin poder hacer nada. Porque lo hecho, hecho estaba.

   —L-lo siento. —Jaemin finalmente dijo y suspiró, desviando la mirada.

   —Yo lo siento más.

   Un silencio sepulcral los envolvió a ambos. El vapor de la tetera era el único que se escuchaba en aquel ambiente sombrío y desolado. Jaemin tenía tantas ganas de lanzarse a sus brazos y llorar y llorar, hasta quedar vacío.

   Se había equivocado, los ojos de Jeno llenos de dolor se lo estaban demostrando. Pero, por esa ocasión no fue el primero en caer. Por primera vez desde que se habían conocido, Jaemin tuvo que ser el soporte.

   Jeno lo abrazó con fuerza y lloró tan desconsoladamente, que Jaemin temió haberle hecho una herida imposible de curar.

   — ¿Por qué? —era todo lo que él podía susurrar entre temblores— ¿Por qué tuvo que ser así?

   —No lo sé, Jen —Jaemin se estaba mordiendo los labios con fuerza para evitar romperse también—. Pero esto tiene que terminar. No podemos seguir haciéndonos daño.

   Se sorprendió a sí mismo de que fuera capaz de manejar la situación.

  — ¿Vas a escucharme?

   Jaemin tragó saliva y cerró los ojos.

   —Sí.

   — ¿Hasta el final?

   —Hasta el final. 

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