ALWAYS WITH YOU ⋈ [The Maze R...

By treacherouscurls

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❝Ya lo rompiste una vez, ahora es tiempo de reparar el daño hecho.❞ ━━━━ La caja sube a fin de mes como es c... More

nota veloz antes de leer.
Sinopsis
Cast
Prólogo.
1.
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17.
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19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
Parte 2.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
35.
36.
37.
38.
39.
40.
41.
42.
43.
44.
45.
46.
47.
Parte 3.
48.
49.
50.
51.
52.
53.
54.
55.
56.
57.
58.
ESPECIAL DE SAN VALENTÍN.
59.
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68.
69.
70.
Epílogo.
Gracias.
extra #001 (adelanto)

34.

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By treacherouscurls

Previamente:

Y cuando vi que uno de los relámpagos estuvo a dos metros de caer sobre mí, no tuve otra opción.

—¡Hay que correr hacia allá! —grité con todas mis fuerzas—. ¡Ahora!

Capítulo XXXIV:

Tomé mi mochila como pude y ayudé a Newt a ponerse de pie. Otro relámpago cayó cerca a nosotros y por poco mata a Aris, por lo que todos empezaron a correr por su vidas hacia los edificios.

Thomas junto con Teresa y Minho iban a la delantera del grupo. Mientras que Newt y yo nos encontrábamos al final para evitar que quedara algún rezagado.

Los rayos parecían estar dirigidos exclusivamente a nosotros, ya que por cuestión de centímetros siempre estaban a punto de volvernos carbón.

No sé cómo, pero me terminé tropezando con mis propios pies y caí al suelo boca abajo. Me desorienté por un segundo y tarde un par más en levantarme, menos mal Newt estaba ahí para ayudarme.

Cómo siempre, la renguera del rubio nos jugaba una mala pasada. Pero hacíamos todo lo posible para seguir el paso de los demás larchos.

—¡Austin! —grité antes de procesar lo que acababa de pasar.

Un rayo había alcanzado al larcho con tal fuerza que su brazo y pierna derecha estaba totalmente calcinados y destruidos. Eso sin contar su rostro quemado y los aullidos de dolor que profería con toda la potencia de su voz.

Ni siquiera pude detenerme a ayudarlo cuándo otro az de luz alcanzó Brett, otro chico con el que nunca llegué a entablar una estrecha relación, dejando sin la parte inferior del cuerpo útil.

Ambos chicos destilaban humo del cuerpo y se podía ver la sangre brotando del mismo. Los gritos retumbaban cada vez más en mi cabeza.

No teníamos como salvarlos, ni siquiera podíamos detenernos a ayudarlos. Ellos lo sabían, nosotros también, pero eso no lo hacía más fácil.

Seguí corriendo tratando de contener las lágrimas y fijar mi vista en el primer gran edificio a mi vista. Teresa tiraba de Jack para que no quedara atrás, mientras que el pequeño cuerpo de Aris trataba de seguir su marcha al lado de Sartén.

—¡Ya falta poco! —gritaba Minho mientras señalaba el enorme portón—¡Sigan avanzando!

Thomas tenía la vista fija en el frente, como si su cuerpo estuviera computarizado y lo único que pudiera hacer es avanzar. Parecía como si su alma hubiera desaparecido de su cuerpo.

Ni siquiera tuvo tiempo a reaccionar cuando un relámpago cayó casi rozando su cuerpo. Y peor cuándo otra de esa corrientes dejó inconsciente al corredor.

Minho se desplomó en el suelo de inmediato. Le di una mirada a Newt y corrimos a levantar al chico inconsciente hacia el edifico.

Nos costaba demasiado trabajo el mover el cuerpo de Minho debido al peso de este. Los truenos seguían sonando a nuestro alrededor y los rayos seguían cayendo sin discriminacion muy cerca de todos.

Thomas parecía aturtido a causa de lo cerca que había caído el rayo de él. Pero eso no impidió que Teresa y Aris tirasen de él para ayudarlo.

Jack regresó hasta donde estábamos y nos ayudó a llevar a Minho. Ahora sí pudimos alcanzar a los demás.

Faltaban menos de cinco metros para llegar a la puerta. Sartén fue el primero en llegar y empujó la puerta con todas sus fuerzas para que podamos pasar. Fueron segundos para que pudiera conseguirlo.

Teresa y Aris pasaron sin problemas. Sólo quedábamos nosotros y los relámpagos parecían tener la misión de que no podamos salir de esa vivos.

—¡Minho! Necesitas reaccionar —le grité al asiático, que claramente no escuchó lo que decía—. Por favor...

Tratamos de acelerar el paso. Y por fin, logramos estar a salvo bajo la descuidada construcción.

Me dejé caer en el suelo junto con Minho tratando de recuperar el aliento. Newt y Jack respiraban agitados al igual que yo.

—Mierda... ¿Qué carajos come este chico para pesar tanto? —se quejaba Newt con las manos a ambos lados de su cintura.

Inhalé profundamente y me reincorporé con lentitud.

—No tengo idea... —arrugué la nariz, fastidiada—. Con este olor, me cuesta incluso pensar...

—Yo no fui...

—¡Minho! —salté encima de mi amigo, llena de alivio al ver que todavía estaba respirando—. ¡Sigues vivo!

El chico me quitó de su encima y se sentó con dificultad.

—Sí, pero tener tus kilos extra me mandan más a la tumba que aquí —respondió de mala gana—. Todo con cariño, claro.

Le di un golpe en el hombro.

—Idiota —dije tratando de estar molesta, pero con lo que había pasado me costaba siquiera mantener el rostro serio—. Aunque... De verdad, me alegro de que estés bien.

Thomas se acercó a nosotros y revisó a Minho. Les di algo de espacio y decidí el revisar a nuestro alrededor.

El olor persistía, por lo que me cubrí la boca y la nariz para luego sacar mi linterna de la mochila.

Para cuándo la encendí, no faltaron segundos para que un crank se me lanzará directamente a la cara.

—¡Ay carajo! —grité lanzandome al suelo a causa de la impresión.

Newt se acercó a mí y me sostuvo por los hombros.

—¿Estás bien? —su mirada se encontró con la mía, se notaba preocupado— ¿Te hizo algo?

Negué rápidamente mientras tragaba con pesadez.

—Estoy bien. No llegó a tocarme —recogí mi linterna y empecé a iluminar todo el lugar—. ¿Que rayos?

Ni siquiera me sorprendí por el hecho de que hubieran decenas de cranks en esa especie de bodega. Más bien, fue porque todos ellos estuvieran atados a las paredes de todo el lugar.

Escuché como una puerta se abría. Y pude ver cómo una silueta se alzaba contra la luz de la otra habitación.

Señalé por dónde supuse que pasaría aquella persona hacia nosotras y cuando mi linterna dio con esta, me di con la sorpresa de que se trataba de una chica, casi de nuestra edad caminando entre los cranks como si fuera la cosa más normal del mundo para ella.

La escena parecía tan surrealista que no sabía quienes estaban menos cuerdos. Si los cranks o yo.

—Hola muchachos —saludó la chica con naturalidad—. Síganme.

Teresa se cruzó de brazos y le dio una mirada llena de molestia.

—¿Por qué tendríamos que hacer eso? No tenemos idea de quién eres.

La chica misteriosa le devolvió la mirada y luego sonrió con arrogancia hacia la pelinegra. Por poco y me reía al ver el poco respeto que le tenía.

Me hacía recordar, ligeramente, a Minho.

—¿Prefieres quedarte aquí con ellos? —enarcó una ceja y se cruzó de brazos, imitando a Teresa—. No me importaría que les hicieras compañía.

Thomas se interpuso y alzó las manos en señal de paz.

—No te preocupes. Iremos contigo —concluyó con vos seria.

La chica sonrió levemente para luego girar sobre sus talones y regresó por el mismo lugar.

Me levanté del suelo y reí con suavidad. Todos me miraron de forma extraña.

—¿Qué? A mí me agradó —me encogí de hombros y reacomodé mi mochila—. Parecer no estar ida, aún.

Nadie dijo nada y empezamos a caminar por el pequeño sendero que no estaba lleno de cranks, tratando de que ninguna de sus extremidades nos pudieran tocar.

Subimos por la pequeña escalera de metal y entramos a la siguiente habitación.

—De verdad que se tardaron en elegir, niños —se burló la chica—. Pero ahora, caminen detrás de mí.

Ninguno de los larchos protestó y caminamos detrás de ella por el gran salón o almacén que estaba lleno de escombros, gente que parecía no estar contaminada con el virus, unos cuántos hombres con armas pequeñas y varias luces pequeñas alrededor.

—No se distraigan —habló la desconocida mientras se abría paso por el lugar—. Jorge se enteró de su inesperada llegada y quiere saber que es lo que quieren aquí.

Me adelanté hasta estar a su lado. Tommy hizo lo mismo.

—Me alegra saber que hacemos correr las noticias tan rápido, pero... —hice una mueca—. ¿Quién se supone que es Jorge? ¿Y quién se supone qu nme eres tú?

La desconocida ladeó levemente la cabeza para darnos una breve mirada.

—Les bastará con saber que me llamo Brenda y que Jorge les dirá el resto cuando hablen con él —tocó una gran puerta de metal—, no pidan más información por ahora.

Dos hombres tiraron de la puerta y nos hicieron pasar. Aunque lo particular de la habitación era que habían muchas personas protegiendo el lugar.

—¡Jorge! —el nombrado detuvo su charla con los tipos que estaban cerca a él—. Aquí están.

Mientras se acercaba a nosotros, una mirada muy curiosa me hizo notar que se trataba de un hombre maduro sin llegar a ser un vejestorio; con un tono de piel morena que se acercaba a la trigueña; y, que unas cuántas canas tenían su cabello negro además de que se ponían notar sus genes latinos en la forma de su rostro.

—¿Qué tenemos aquí? —caminaba a nuestro alrededor mientras nos observaba detenidamente—. ¿Un grupo de forasteros acaso?

Thomas puso la espalda recta y se colocó al frente de todos.

—No. Solo buscamos al Brazo Derecho —contestó con voz firme.

El tal Jorge negó con la cabeza mientras reía levemente junto con sus camaradas.

—El Brazo Derecho no existe hermanito —se detuvo frente a Thomas y lo señaló—, es solo un mito que se propagó entre los gobiernos.

Thomas se mantenía neutral.

—Es real, nosotros mismos lo escuchamos de CRUEL —Jorge lo miró levemente sorprendido—. Uno de los encargados estaba tratando de contactarlos. Según lo que logré escuchar se encontraban en las montañas.

Hizo una seña para sus hombres nos apuntaran a nosotros. Alcé las manos en señal de rendición y me puse al frente ante la mirada de todo el mundo.

—Wow, wow... ¡Tranquilo! —trataba de no sonar exasperada—. No pertenecemos a ese grupos de lunáticos. No tenemos intenciones de salir corriendo a contar nada.

El hombre se cruzó de brazos y dio un par de pasos para estar cara a cara.

—Dejenme confirmar eso, hermanita... —comentó haciéndome a un lado y tomando a Thomas del cuello.

Brenda se acercó también a mí para hacer lo mismo, y pese a que traté de liberarme se me hizo casi imposible.

Escuchaba a Newt y a los chicos gritando, pero también los tenían retenidos en un lado de la habitación.

Vi por el rabillo del ojo que Jorge acercaba una especie de máquina a la nuca de Thomas y como luego la pantalla en esta mostraba una especie de identificación.

Al parecer, hicieron los mismo conmigo.

—Efectivamente, no trabajan para CRUEL —por fin sentí como Brenda soltaba su agarre para poder liberarme—. Sin embargo, pertenecen a algo mucho más grande muchachos. Y eso, nos conviene cómo no tienen idea.

Me volteé hacia Jorge y traté de contener las ganas de querer golpearlo.

—¿Y qué se supone que harán? —Thomas volvió a ponerse recto—. Sólo dejarán expuesto todo esto.

Jorge tomó un arma y la apuntó directamente al pecho de mi amigo recargando el cañón de la pistola sobre su abdomen.

—Lo que hagamos de ahora en adelante no te interesa, Thomas —lo empujó con poca delicadeza y le dio la espalda a todo el mundo—. ¡Ya saben que hacer, muchachos! ¡Brenda, ven aquí!

Cada hombre que había en el lugar nos tomó por los hombros o los brazos y para llevarnos a no sé dónde.

Pateaba y me removía de un lado a otro para tratar de buscar una salida, pero me tenían muy bien sujetada.

Genial.

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—Último intento, hermanitos —Jorge nos miraba con una sonrisa de satisfacción en su cara—. ¿Que más saben del Brazo Derecho y que tienen que ver con CRUEL?

Me removía mucho de un lado a otro tratando de liberarme.

—Ya te lo dije todo —Thomas miraba hacia el señor y hablaba como si tratara de convencerlo de que nos dejara ir—. No sabemos nada más.

Jorge negaba levemente con la cabeza cada vez que Tommy le respondía eso.

—Pues, déjame decirte que... no te creo —sonrió ampliamente y tiró de una palanca que hizo que las poleas dejaran correr las sogas y luego volvió a ponerla en su sitio.

Sentí como todo mi cuerpo prácticamente rebotaba por el movimiento repentino.

—Pues... si no tienen más información, lamento decirles que se quedarán aquí —se acomodó su chaqueta y empezó a alejarse—. ¡Tengan una buena noche!

Cuándo pensé que ya estábamos solos solté un pequeño gruñido. Siempre los problemas se volvían más complicados para todos nosotros.

—¡Muy bien, chicos! ¡De verdad que estuvieron excelentes hablando con esos tipos! —Minho sonreía de forma muy hipócrita, o al menos eso parecía desde dónde me encontraba— ¡Esto si es un trato de calidad!

Trataba de llegar a mis tobillos para soltarme, pero se me hacía imposible.

—Cierra la boca, Minho —bufé dejándome caer—. Ya veremos cómo salir de aquí. Siempre lo hacemos.

Todo el mundo soltó un bufido o empezó a quejarse.

—¡Dejen de ser tan inmaduros!

El asiático se pasó una mano por el rostro. Totalmente frustrado.

—No hablemos de madurez aquí, _____ —gruñó de mala gana—. Literalmente, estamos de cabeza por su culpa.

Rodé los ojos y empecé a mirar a todos lados. Newt estaba a mi lado y también me lanzaba varias miradas.

Probablemente, estaba sopesando todas sus opciones para seguir confiando en mí o ya dar por hecho que su novia se convirtió en un crank totalmente desquiciado.

—¿Acaso tienes un plan mejor, Minho?

—Chicos. Ya... Es suficiente —Thomas cerró los ojos con fuerza—. Esta pelea lo que menos hace es ayudarnos.

Teresa se había quedado en silenció durante el rato que llevábamos colgados. Lo cual, claramente, se me hizo raro.

De la nada, la pelinegra empezó a balancearse hacia el pequeño panel de control que había frente a ella. Jack y Thomas empezaron a ayudarla a impulsarse.

¿Qué rayos?

Teresa estiraba los brazos para tratar de sujetarse de las barras de metal. La escuchaba soltar el aire abruptamente por causa del esfuerzo.

Yo la miraba sin decir palabra alguna, aunque eso ya se me estaba haciendo algo muy complicado debido a que la mayoría de la sangre se acumulaba en mi cabeza.

La chica por fin logró sujetarse y tiró de la misma palanca de la que tiró Jorge momentos antes, lo que hizo que las sogas y poleas que nos sostenían nos dejaran caer un poco más.

Sentí como la cabeza me empezaba a palpitar por el movimiento tan repentino.

Ella, al estar en tierra, empezó a desatar sus pies para luego empezar a ayudar a los chicos.

Primero, fueron Aris y Thomas; quiénes después ayudaron a Jack y Sartén y Minho. Y finalmente nos liberaron a Newt y a mí.

—Gracias —murmuró el rubio apoyando sus manos en sus rodillas mientras bajaba la cabeza tratando de recuperar el aliento.

Me puse en la misma posición durante un par de minutos mientras trataba de quitar el entumecimiento de mis piernas por la mala circulación a estas.

—Muchas gracias, chicos —alcé la vista y apoyé una mano sobre la mano de Tommy a lo que él le miró brevemente—. Perdón por meternos en este lío...

Minho sacudía sus piernas repetidas veces, en un intento de que se fuera el calambre de estas. Sus movimientos me causaban cierta gracia.

—No te preocupes, larcha —hizo una mueca—. Logramos superar nuestros problemas todo el tiempo. Siempre lo hacemos.

No pude evitar sonreír al notar como repetía mis palabras. Minho hizo lo mismo y sentí como el ambiente perdía toda la tensión del problema. Por más que recordara en las circunstancias en la que nos encontrábamos.

Abrí la boca para tomar un poco más de aire y poder relajarme un poco cuándo escuché unos pasos que se detuvieron abruptamente detrás de nosotros.

—¡Quietos ahí! —gritó el hombre sacando una pistola de su cintura apuntando directamente hacia mí.

Rápidamente reconocí que era mi pistola. Antes de que nos colgaran se habían encargado de quitarnos todas nuestras armas.

Brenda y Jorge junto con varios de sus hombres se acercaron a nosotros y también llevaban armas para tratar de retenernos. Estábamos rodeados, pero eso no era el problema principal.

Teresa miraba a Brenda con un gesto que claramente mostraba que quería deshacerse de ella. Brenda pasaba de ella totalmente y miraba a Tommy, que parecía no querer intercambiar miradas con ella y prefería clavar sus ojos en mí. Y en mi caso, yo recibía la mirada del resto de los presentes mientras yo miraba muy atenta a Jorge y Brenda, tratando de adivinar cuál sería sus siguientes movimientos.

Fue entonces que lo vi. Muy bien escondido entre su ropa y su cuello ya con el metal también sucio, pero que claramente brillaba por el reflejo de la luz que había en el lugar.

Un dije... No puede ser...

Pasé una mano por mi cuello, tomando la cadena de mi collar y me la pasé por la cabeza para poder tenerlo en mis manos, dejando que la cadena colgara por entre mis dedos.

—¡¿Acaso no entendiste?! ¡Quieta! —me gritaba Jorge apuntando hacia mí.

Ignoré totalmente al hombre y miré a la chica meciendo el collar de un lado a otro.

No hagas cualquier estupidez. Por favor, ______...

Sacudí levemente la cabeza, tratando de quitar la voz de mi amigo de mi cabeza.

No te preocupes, Tommy...

—¿Qué tratas de hacer? —me enfoqué nuevamente en Brenda cuando habló. Había abierto los ojos con sorpresa al ver lo que llevaba en la mano.

Lo detuve y abrí el dije para ver la foto.

—Esta eres tú, ¿verdad? —comenté pasando de su pregunta.

Ella se acercó lentamente y tomó el pequeño colgante de mis dedos. Observó la imagen durante unos segundos y luego posara su mirada en mí.

Me estremecí al instante en cuánto noté como sus ojos brillaban de una forma mucho más extraña.

—¿_____? ¿Eres tú?

Justo cuando iba a responder escuchamos mucho ruido por encima de nuestras cabezas, por encima del edificio en realidad. Me acerqué nuevamente al resto de mis amigos y nos mantuvimos en silencio al igual que todo el mundo.

Algo andaba mal. Muy mal.

—Vayan a averiguar qué ocurre —ordenó Jorge a sus hombres quiénes se movieron de inmediato dejándonos a solos con él y con Brenda.

Ella todavía me miraba de esa forma tan rara mientras esperábamos saber que era lo que retumbaba por todo el lugar.

Muchas interrogantes aparecieron por mi cabeza y todas relacionadas a un maldito pasado al que no se me permitía acceder.

—¡Presten atención! —una voz resonó  por el recinto—. ¡Cómo se abran dado cuenta, los tenemos totalmente rodeados! Pero los dejaremos en paz a todos ustedes si nos entregan algo que nos pertenece.

Nadie parecía querer siquiera moverse, esperando que la persona que hablaba terminar su extraño discurso.

»Es muy sencillo, la verdad. Sólo se trata de un pequeño grupo de chicos —una pequeña risa acompañó su comentario—. Y creo que ustedes saben a quiénes me estoy refiriendo.

Ahí es donde caí en cuenta quién era la persona detrás de todo esto. Y no entendía cómo mis ganas de golpear aumentaban demasiado cada que Janson abría la boca para arruinarnos la vida.

Y peor sabiendo que quería tenernos de vuelta a como dé lugar.

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