Tres Deseos: Una Novela Mágic...

By taisabelen

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Desde que su novio rompió con él, JiMin ha pasado los días deseando en silencio volver a tener a alguien que... More

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 12

Capítulo 11

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By taisabelen

🌹JiMin🌹



Ken ha quedado conmigo en la cafetería el lunes por la mañana. Me echa un brazo sobre el hombro y me pasa un vaso de capuchino para llevar. Me indica que me siente en una mesa donde hay varios miembros de la Familia Real. Estoy seguro de que estoy sonriendo y riéndome como un idiota, pero no puedo controlarme.

-Participa en la exposición de arte -dice Ken y me lanza una mirada de admiración.

-¿En serio? ¿Es difícil pintar y dibujar?-me pregunta una chica mientras revuelve en su bolso en busca de un pintalabios.

Maldita sea. Esto me hace recordar a alguien. JiSoo siempre lleva pintalabios. Recorro con la vista la cafetería para ver si localizo su piel brillante y blanquecina, con la esperanza pero a la vez el temor de que estará allí. Me pregunto si estará enfadada conmigo por haber robado su trono, y peor que fuera un chico. Una oleada de culpabilidad me atraviesa al pensar que no la he visto desde la fiesta, desde que pedí el deseo...

-¿JiMin?

La chica del pintalabios interrumpe mis pensamientos y vuelvo a la conversación.

-Es... ah -tartamudeo. No sé por qué, pero decirle a esta gente que pintar es ponerle pasión no me suena muy bien-. Cuesta saber si has hecho algo bien o no. Siempre acabas viendo sólo los fallos.

Unos cuantos asienten y Ken me besa la mano.

-Hablando de pintar -añade-, ¿puede alguien ayudarme esta tarde con los decorados de Grease? Se suponía que debía ocuparme de ellos el domingo, pero tenía demasiada resaca.

Unos cuantos amigos suyos asienten y se ofrecen como voluntarios.

-Yo no puedo -digo, sintiéndome un poco culpable-. La verdad es que tengo que preparar mis cuadros para la exposición. El domingo estuve durmiendo todo el día y no pude venir al instituto.

Ken niega con la cabeza.

-No te preocupes, bonito.

Me besa, esta vez en la boca, antes de que me dé tiempo a pensar, y se me ponen las mejillas coloradas. Estamos rodeados de mucha gente y no estoy seguro de si estoy orgulloso por besar a Ken o de si me avergüenzo de que todos nos estén mirando. ¿Y si se están preguntando qué hace Lee Ken con un chico? Más específicamente, ¿un chico como yo? ¿Y si saben que es por un deseo? Ken aprieta con fuerza mi boca hasta que cierro los labios y aparto la cabeza. Me dedica una amplia sonrisa y pasa su pulgar sobre mis manos.

-Perdona, me he dejado llevar.

El resto de la mesa se ríe antes de empezar una conversación sobre remedios para la resaca.

Todavía aturullado y rojo como un pimiento por el beso, permanezco en silencio y finjo mostrar interés en una chica que se está acercando a todas las mesas de la cafetería. Lleva una caja de cartón azul, donde se lee en el lateral «Recauda Juergas». Creo que es de la banda del colegio. La chica me mira a los ojos y se dirige hacia mí.

No sé cómo se llama. No pega mucho con la Familia Real, no tiene arregladas las cejas ni lleva ropa extremadamente ceñida. Aun así, no parece intimidada, ni siquiera nerviosa cuando se acerca a la mesa. Pero sí parece frustrada, como si ya supiera que la van a ignorar o van a pasar de ella.

-Hola. La banda del instituto está vendiendo golosinas para ir a Filadelfia. A dólar el paquete. ¿Quieren comprar algo?

Nadie la oye, excepto yo, claro. La Familia Real continúa parloteando sin alzar la vista. Como si fuera invisible. La chica suspira y se vuelve hacia otra mesa.

-Espera -digo justo cuando se va a apartar de nosotros.

La chica me mira con las cejas levantadas. ¿Recuerda que yo era como ella hace tan sólo unos días? ¿O Genio también ha cambiado eso?

-Tomaré dos -digo y meto la mano en mi bolso para sacar dos billetes de un dólar. Se los doy y agarro dos bolsas de pockys de la caja de cartón azul.

-¡Uuuh, galletas! -dice una chica de la Familia Real que está al otro lado de la mesa.

-¿Para qué las vendes? -pregunta uno de los chicos, tira un dólar en la caja y se lleva una bolsa con otro sabor.

La chica de la banda pone los ojos en blanco por un instante y yo no puedo evitar reírme. Ella repite el rollo y, cuando acaba, me hace un gesto de agradecimiento con la cabeza. Yo le devuelvo el gesto y al apartar la vista, veo que Genio me está mirando, apoyado en la vitrina de trofeos, con una sonrisa de satisfacción. Le miro con una ceja alzada y él se encoge de hombros antes de desaparecer.



✨✨

Cuando llego al aula de dibujo, después del último timbre, voy directo hacia el color rosa. Y el violeta. Y el naranja. No sé por qué, pero siento que puedo pintar con esos colores, que puedo salpicar el lienzo sin preocupación.

Aparto a un lado mis antiguos cuadros, pongo un lienzo nuevo y ni siquiera me importa que mis dedos hayan manchado por accidente los bordes limpios.

Retrocedo y miro el espacio en blanco. Pero ¿qué pinto? Hay demasiadas cosas brillantes y resplandecientes, que se prestan a una increíble obra de arte. Aprieto los labios.

-Pinta un cuadro sobre mí, aburrido en el parque desde hace ocho horas -dice Genio.

Me doy la vuelta y le sonrío ampliamente.

-No le haría justicia, señor -respondo-. Además, estuviste aquí esta mañana, así que no han sido ocho horas en realidad.

-Okey -dice Genio y me roba la bolsa de Pockys que me queda en el bolso-. Sólo quería asegurarme de que todo va bien.

-Sí. Lo cierto es que todo va estupendamente. -Genio se sienta sobre una mesa mientras yo me vuelvo hacia el lienzo-. Aunque he de admitir que pensaba que sería más fácil pintar. Bueno, sí que quiero usar estos colores, pero... ¡Guau! Estoy bloqueado.

-Espera... -dice Genio. Se acerca por detrás y me quita el pincel de la mano-. Ya lo tengo. Quedará fenomenal. Introduce la punta del pincel en el color carmesí y lentamente pinta una cara sonriente en el centro del lienzo.

Me río, pero Genio retrocede y se cruza de brazos, admirando su obra, antes de hacerme una señal para que siga pintando. Aclaro el pincel, lo baño en color fucsia y añado pelo de punta a la cara. Hago una pausa mientras la pintura se seca. Se parece un poco al punki de la clase de Shakespeare. Hoy no había pensado en dibujarlo como otros días, ni siquiera se me había ocurrido.

-¿JiMin? -me llama Genio cuando llevo un rato sin hablar.

-Perdona -me disculpo y me vuelvo hacia él-. Te toca, ¿no?

Niega con la cabeza.

-No se puede mejorar la perfección.

-Naturalmente -contesto.

Estoy a punto de continuar cuando oigo unos pasos que se acercan al aula de dibujo. Ken aparece por la puerta.

-Hola, bonito -saluda con los ojos brillantes. Mira el cuadro de la cara sonriente y se dirige a mí-. Es... ummm...

Me sonrojo.

-Sólo estábamos... estaba... jugando.

-¡Eh! Eso es arte del bueno -dice Genio detrás de mí.

-Es magnífica -se burla Ken de mí.

Me da un beso en la mejilla y entrelaza sus dedos con los míos, mientras trato de no tocarle la ropa con el pincel mojado. Ken es cariñoso y tentador, pero soy muy consciente de que Genio tiene clavados en mí sus ojos oscuros.

-Genial -dice Genio con una mirada de resignación-. Cuatro horas más sentado en el parque.

«Perdona», le digo articulando para que me lea los labios.

Suspira, pero me dedica una sonrisa irónica antes de desaparecer.

Ken me pasa un brazo alrededor de mi hombro.

-Vamos -dice y se dirige hacia la puerta, estirándome de la mano.

-Espera -digo y señalo al cuadro-. Tengo que preparar la exposición...

Ken me pasa una mano por la espalda, que me provoca un agradable escalofrío.

-Al menos, déjame que guarde todas mis cosas -protesto con poco entusiasmo.

Ken levanta una ceja.

-Ya las recogerás luego. Tengo que enseñarte algo.

Me muerdo el labio y él se inclina para darme un beso en la frente. Desliza una mano por mi brazo y con delicadeza me quita el pincel mojado de los dedos para dejarlo sobre la encimera. Debería ponerlo en agua, si no se estropeará el pincel por dejarlo secar demasiado tiempo, pero Ken me arrastra hasta la puerta.

No hay nada en los pasillos, salvo el sonido de los profesores quejándose en la sala de descanso y el zumbido de la aspiradora del conserje. Ken se detiene justo cuando llegamos a la puerta del salón de actos.

-Espera un segundo -dice y se mete la mano en el bolsillo trasero. Saca un trozo de tela, que estoy segurísimo de que lo ha arrancado del vestido de Julieta que pertenece al instituto.

-Estás de broma, ¿no? -digo a través de una sonrisa confusa mientras me tapa los ojos.

-¿Sabes? No me lo pones nada fácil para que sea romántico -contesta Ken.

Me río y sucumbo. Me sienta incómodo o no, ¿quién soy yo para rechazar un gesto como este?

Ken coloca sus manos en mis hombros y me lleva hacia el frío salón de actos. Huele a pintura en spray y a moho, y oigo mis pasos retumbando mientras camino. Ken me conduce por las escaleras hasta el escenario.

-¿Listo? -pregunta.

-Sí -respondo casi sin aliento.

Ken me quita la venda de los ojos. El salón de actos está casi a oscuras. En la negrura del techo, aparecen unas lucecitas resplandecientes, unas falsas estrellas que no se han usado desde hace siglos. Ken señala con la cabeza la mesa iluminada donde están algunos de sus amigos, que levantan el pulgar como signo de aprobación. Luego encienden las luces del escenario y nos iluminan a Ken y a mí con un tono violeta azulado.

-¿Ves? Es como si fuera de noche -Dice Ken, señalando a las estrellas que hay entre nosotros.

Asiento y me río bajito. Ken se vuelve hacia donde hay extendida una manta en el centro del escenario, con una botella de Gatorade junto a una bolsa de Mars pequeñitos.

-Me aburría pintando los decorados de Grease, así que nos preparé un picnic bajo las estrellas -dice, que parece bastante satisfecho de sí mismo.

Le dedico una sonrisa tan amplia, que casi me duele al ponerla. Ha hecho esto por mí. TaeHyung no había hecho nada así por mí.

Ken y yo nos sentamos en la manta, él le da un trago a la botella de Gatorade y huelo la cerveza que hay dentro en vez de la bebida original. Se apoya en los andamios que hay justo detrás de nosotros y se echa hacia atrás el pelo. Me pregunto dónde están el resto de sus amigos, pensaba que siempre iban juntos a todas partes. Se me hace un poco raro estar a solas con Ken en un salón de actos vacío y miro hacia las falsas estrellas.

-¡Sabes? Es una tontería, pero era cierto cuando te dije que lo había pasado muy bien el sábado contigo -dice Ken, mirándome fijamente a los ojos.

Me sonrojo un poco, noto que me suben los colores a las mejillas y asiento. Ken se inclina hacia delante y gira mi cara hacia la suya. Me trago el trozo de mini Mars que he mordido hace un momento y nuestros labios se tocan.

El beso de Ken es potente, fuerte, como si fuera a empujarme hacia atrás si yo no se lo devolviese con el mismo ímpetu. Hace que mi corazón lata a toda pastilla y que me tiemblen las manos. Huelo su colonia, el perfume es embriagador. Genio comentaría que se ha bañado en colonia, pero no le echaría la bronca por pensarlo. Prefiero mil veces el olor a miel y especias de Genio a una botella de Ralph Lauren. Me pregunto qué estará haciendo en aquel parque sin ningún encanto...

No debería haberme deshecho de él esta tarde.

Me aparto de Ken y sonrío. Él sonríe de oreja a oreja y le da otro sorbo a su bebida.

-Tengo que volver pronto a casa -digo al cabo de unos instantes de
silencio. Alzo la vista hacia las falsas estrellas.

-¿En serio? Quería que vinieras conmigo a ver una peli o algo.

Aprieto los labios.

-No, me gustaría, pero es que... -Le doy un sorbo a mi bebida para tener un momento para pensar. No le puedo decir que me siento culpable por dejar sólo a Genio-. ¿No tienes que acabar hoy los decorados de Grease?

Ken se ríe.

-Es verdad. Supongo que me gusta estar contigo. ¡Pero los musicales malos no esperan a nadie!

Cuando Ken me deja en casa, ya casi ha anochecido. Al entrar por la puerta, mi madre levanta la vista de la blusa blanca que está almidonando.

-¿Dónde estabas? -pregunta y se queda mirando el coche de Ken mientras arranca para marcharse.

-Yo... tenía una cita, supongo -contesto y abro la nevera para coger una lata de Coca-Cola Light.

-¿Una cita? -dice mi madre con una extraña mezcla de duda y alivio, y luego pulveriza con almidón la camisa que tiene más cerca-. No me habías dicho que tenías una cita. ¿Con quién? ¿O has ido con TaeHyung?

-¡No! -contesto bruscamente, tan a la defensiva que mi madre pone los ojos en blanco-. Había quedado con Lee JaeHwan. Es del instituto. ¿Quieres que empiece a contarte este tipo de cosas?

-No, está bien. Sólo tenía curiosidad -responde mi madre. Se queda callada un momento, con una mirada pensativa en el rostro, y luego suelta el bote de almidón-. ¿Y es simpático?

Asiento. A mis padres y a mí no se nos da muy bien hablar sobre las relaciones, mucho más cuando se trata de un hijo gay. Pero lo intentan.

-Bien, bien. -Plancha la manga de la camisa mientras yo abro mi bebida y me voy hacia mi cuarto-. JiMin -me llama y se apoya en la mesa de la cocina-. No tengo por qué preocuparme, ¿no? Podemos tener este tipo de conversaciones si quieres.

-¿Qué conversaciones? Frunce el ceño y se encoge de hombros. -Ya sabes... sexo, alcohol, amor... Nunca hemos hablado de eso. Sólo te digo que no estoy tan ocupada con el trabajo para que no podamos tener ese tipo de conversaciones. Creo que puedo pedir un DVD sobre la sexualidad de los adolescentes. Supongo que ya tendría que haberlo hecho cuando salías con TaeHyung... Mejor tarde que nunca, ¿no?

Si hay una expresión que no quiero oír a mi madre nunca más es «sexualidad de los adolescentes». Me dan ganas de soltar una carcajada, pero mi madre parece tan perpleja y sincera que no quiero avergonzarla, así que me limito a negar con la cabeza violentamente al abrir la puerta de mi habitación.

-Estoy bien, mamá. Pero ya te avisaré si necesito hablar.

-¿Hablar de qué? -dice Genio cuando cierro la puerta.

Está apoyado en la pared junto a la ventana, con los brazos cruzados y una sonrisita en los labios.

-De sexo -contesto con una amplia sonrisa-. Por lo visto hay hasta un DVD.

-Ken, tu madre y tú deberían verlo juntos. Es una experiencia educativa, ¿sabes? -dice con la cara seria. Le lanzo una almohada, que esquiva en el último momento. -Bueno, ¿y qué tal la supercita? -pregunta mientras me tumbo en mi cama e inhalo el olor de las colchas viejas. Sonrío.

-Fue... rara. Y también estuvo genial.

-Ya -responde tan rápido que me deja claro que no quiere oír los detalles de mi cita.

Genio se pasa una mano por el pelo varias veces, prestando mucha atención a cómo los rizos se deslizan por sus dedos.

-Cuatro días -dice Genio entre dientes. Me siento y le miro-. Llevo aquí ya cuatro días.

-No parece que sea algo bueno -digo, haciendo cálculos mentalmente-. Es como si llevaras aquí semanas.

Genio pone los ojos en blanco como si estuviera muy enfadado, pero habla con una voz suave.

-Parece tanto porque hemos pasado mucho tiempo juntos. - Se vuelve a pasar una mano por su cabello-. Me ha crecido el pelo. Un montón. Cuatro días es mucho tiempo si no estás acostumbrado a envejecer. Cuatro días... sólo cuatro días. No quiero ni decirlo.

Veo cómo se toquetea el pelo de nuevo y ambos sonreímos.






_________________________

Yo con YoonGi: *Alguien está celosooo~* xD

Fue tan frustrante y estresante estas semanas, no he podido actualizar, pero ahora quiero intentar de una vez poder terminar con esta historia (por segunda vez e.e), aunque realmente falta todavía para eso; por eso, quiero intentar actualizar más de seguido. En verdad lamento la tardanza.

Espero que todxs estén bien. Que pasen una buena noche, tarde o mañana. Hasta la próxima actualización <3





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