amanecer (de parte Edward Cul...

By lunitaa

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libro amanecer narrado desde la perspectiva de Edwar Cullen PD: ya que varias me han pedido el libro, lo come... More

amanecer (by: Edward Cullen )
CAPÍTULO 2. Noche Larga
CAPÍTULO 3. Matrimonio
CAPÍTULO 4. Gesto
CAPÍTULO 5. Isla Esme
capitulos 6 a 20
capítulos 21 a 27
capítulos 28 a 31
capítulos 32 a 36
capitulos de 37 a ...FINAL

CAPÍTULO 1. Recuerdos

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By lunitaa

Desde el momento en que Bella había aceptado casarse conmigo, estaba contando los días, las horas, los minutos e incluso los segundos para que llegara el día que había esperado por más de cien años. Aun no podía creer que tuviera esta suerte. Que ese hermoso y frágil ángel hubiera caído en mis fríos y duros brazos, y aún así no quisiera irse de mí, jamás. Dispuesta a entregar su alma para poder pasar el resto de la eternidad a mi lado.

No, simplemente no lo podía creer.

Y cada vez que pensaba en el día que se acercaba a una velocidad increíblemente lenta, y a una increíblemente rápida según Bella, el sólo recordar que sería toda mía dentro de unas horas, me recorría un estremecimiento por todo el cuerpo, como una corriente eléctrica, sentía a Bella en mis brazos, sentía como su corazón latía contra mi inservible corazón. Parecía que el solo pensar en ella, en verla y tocarla, el tenerla tan cerca de mí, mi corazón muerto volvía a latir como nunca lo hizo en mi vida humana.

Esta tarde era la última noche que Bella y yo pasaríamos como novios. Mañana a esta hora de la tarde seríamos oficialmente marido y mujer. El solo pensamiento calmaba mis nervios, la ansiedad que sentía en el momento por salir corriendo a su lado y tenerla de nuevo en mis brazos. Tener la seguridad que estaba sana y salva de todos los peligros que la rodeaban y acechaban.

Sabía que no tenía nada porque preocuparme, ella había salido de mi casa sólo hace una hora camino a la gasolinera, habían sido ya varios días desde que Bella había puesto un solo pie en el pueblo. Mi hermosa y frágil Bella había estado disminuyendo siempre las oportunidades de ir al pueblo de Forks a cualquier costo, no resistía ni las miradas ni los chismes que corrían alrededor de nuestro repentino compromiso. Aunque me había insistido que lo único que la preocupaba era lo que su padre, Charlie, y su madre, Renée pensaran de nuestra boda, era obvio que no era todo lo que le preocupaba. La había convencido ya una vez de que no tenía importancia lo que la gente murmurara a nuestras espaldas, que no importaba que creyeran que habían otras razones para nuestra repentina decisión. Que en realidad, no era tan repentina, tenía meses insistiendo a Bella que aceptara mi proposición, y así darle lo que tanto deseaba, la eternidad a mí lado. Estas semanas, había sido un tópico de conversación casi diario, todos los días la veía encogerse en el asiento de mí carro al pasar por el pueblo camino a mí casa o a la suya.

Estaba seguro de que no había de que preocuparme, porque minutos antes de salir, Alice ya me había mostrado una visión de Bella camino a la gasolinera, me había asustado un poco el hecho de que casi se estampa en el volante del carro cuando apresuradamente aceleró para escapar de las miradas. Como siempre, mí reacción había sido un poco exagerada, y Alice tuvo que tranquilizarme, me mostró el resto de su visión con una sonrisa en el rostro. Porque nada serio pasó, y me tranquilicé al ver que llegaría a la gasolinera, e incluso haría plática con unos turistas que estaban pasando por Forks, impresionados del carro que Bella conducía. Casi tuve un ataque de risa cuando los miré tomándose fotos a lado del carro mientras que Bella se hacia chiquita dentro del asiento. Deseando que la tierra se la tragara, seguramente.

Tonta Bella, siempre tan tímida. Días después de que Bella había aceptado decirle a su padre, Charlie, que nos casaríamos, hice un trato con ella. Ansiaba el momento en que pudiera compartir todo lo que me pertenecía con ella. Después de un largo debate y quejas y más quejas de su parte, Bella había aceptado que al estar comprometidos y dentro de poco casados, todo lo mío era de ella. Así que le había ofrecido que al acabar la vida útil de su oxidada camioneta, le compraría un nuevo auto. Para su gran sorpresa, no había conseguido solo un carro, sino dos. El primero sería prestado hasta el día de nuestra boda, el segundo sería el que disfrutaría después de dejar sus días como humana atrás.

Claro que eso ella no lo sabía al principio, así que al momento tuve que calmarla después de un ataque de pánico ante mi sorpresa, aún no superaba su horror a los regalos, principalmente cuando esos regalos venían de mí. Le rogué por varios minutos que me escuchara, y al final fui capaz de explicarle la razón de dos autos en lugar de solo uno. Alice y yo habíamos estado de acuerdo en conseguirle un Mercedes Guardian. Había tenido que convencer a Alice de ayudarme a conseguirlo ya que el auto en cuestión no estaba en venta aún en Estados Unidos, ni siquiera en Europa; era el auto perfecto para Bella, mientras llegaba el día en que dejara sus días mortales en el pasado.

Cristal anti-misiles y 4000 libras de carrocería blindada, Un motor biturbo de 12 cilindros y 517 CV que le permitiría escapar de cualquier situación comprometida, además, esa versión Guardian tenía un nivel de resistencia B6/B7, lo que implicaba ser inmune a pequeños proyectiles y proteger frente a fragmentos de granada. Además, neumáticos anti-pinchazos, depósito de gasolina auto-sellado y sistema de extinción de incendios. Exagerado. Me decía a mí mismo al tiempo que Alice lo pensaba también.

¿Para qué querría, no, para qué necesitaría Bella todas esas características reunidas en un solo carro? Sabía que ningún proyectil o granada caerían disparadas sobre su cabeza. Odiaba la alta velocidad, y la mayoría del tiempo estaba sentada a mi lado en mi Volvo. Pero no iba a correr riesgos con su vida.

El pensar en todo esto, y el no tenerla a mi lado empezó a causar ansiedad en mi otra vez. Pero otra vez, sabía que no tenía nada de que preocuparme.

Me distraje, recordando el momento, y principalmente la expresión que Bella había tenido el día en que su oxidada camioneta había dejado de ser útil. Imaginando el carro que venía para ella después de eso. Alice y Emmett habían ayudado con ese pequeño detalle. Jasper y Rosalie en especial, habían pensado que era un poco infantil el deshacernos de la camioneta de Bella para cambiarla por el auto que ya esperaba por ser usado en nuestra cochera.

Emmett había sido el más emocionado en empezar a trabajar con el funcionamiento de la camioneta, Alice había previsto que todo saldría de maravilla. Y mientras Bella dormía en mis brazos una noche, mis hermanos favoritos se deshacían del auto de Bella. Viéndola dormir en mis brazos, sentí una punzada de remordimiento.

No te atrevas a arrepentirte en este momento, Edward Cullen. Todo saldrá de maravilla.

Sí, todo saldría bien. Pero sabía cuanto amaba Bella su camioneta... oh, está bien. Me di por vencido y Alice sonrió abiertamente, feliz de ver cómo mi mente cambiaba de opinión, y con ella el futuro.

Bella había estado murmurando toda la noche, y más seguido de lo que era cortés, Emmett había reído de forma escandalosa, al mismo tiempo tan bajo que nadie pudo haber sido capaz de escuchar ni un murmullo, solo Alice y yo.

¿Solo sueña contigo? ¿Qué no tiene una vida, hermanito?

No había salido a darle un golpe detrás de la cabeza, solo porque se suponía que no estaban fuera de la casa de Bella, tratando de hacer que su camioneta no volviera a funcionar. Algo que no era muy difícil, pero que Emmett había decido tomar con mucha, mucha tranquilidad y seriedad. Dentro de lo que cabía ser seriedad para Emmett.

"¡Vamos, Emmett! Acabemos con esto."

"¿Qué? Alice, mí pequeña hermana, tenemos que hacer un trabajo limpio, ¿de acuerdo? Así que, paciencia. Tenemos toda la eternidad."

"La eternidad será más corta, considerando que Bella estará despierta en unas horas."

Emmett se quedó pensando un minuto. Claro...

"Cierto. Empecemos entonces."

Emmett había abierto el cofre, no podía ver bien lo que estaba planeando hacer con el motor de su camioneta, estaba tratando de no pensar en ello, para sorprenderme.

¿Crees que sea suficiente con removerle la batería?

"¡Emmett!" siseé debajo de mí aliento.

"Por favor, Emmett. ¿Podemos terminar?"

Alice me mostró una imagen de Emmett aflojando una de las bujías del motor para que no pudiera encender la próxima vez que Bella necesitara salir.

Rosalie pensó en esto, Edward.

No me extrañaba que la idea hubiera sido de Rosalie, ella era la mejor mecánica dentro de la familia. Cuando se trataba de autos, todos acudían a ella.

Pero antes, claro que había considerado las posibilidades de que Bella llevara su camioneta a revisar, eso sería algo muy fácil de arreglar. Alice había visto que Bella no lo intentaría.

No habían muchas opciones en el pueblo de Forks donde uno pudiera llevar sus autos para reparar, el único lugar que había era casi tan caro, que era preferible conseguirse un nuevo auto, y eso era exactamente lo que Bella haría. O yo, que era lo mismo.

Su segunda opción, era... Jacob Black. Pero Bella no había sabido nada de él desde hacía semanas, casi desde que nuestro compromiso había sido anunciado, y la invitación había llegado a manos de los Black. Así que era nula la probabilidad de que Bella pudiera acudir a él para que revisara su camioneta.

Alice lo había visto, así que por eso estaban en ese momento a mitad de la noche, terminando con la vida del oxidado Chevy.

Emmett empezó a aflojar una de las bujías con facilidad, ni siquiera necesitó traer las herramientas necesarias, o las que un humano hubiera necesitado para aflojarlas. Alice estaba emocionada por terminar con su tarea, estaba ansiosa por ver la cara que Bella pondría, más bien verla en persona porque ya había tenido una visión. Entonces vi a Emmett empezar a aflojar una segunda bujía, con una hubiera bastado, eso le había dicho Rosalie, pero no estaba dispuesto a correr el riesgo.

Creo que una tercera no hará dañó. Mí hermanita ni siquiera notará el cambio...

Alice vio lo que estaba tramando hacer, incluso aflojar los cables del motor, pero eso sería más obvio.

"Emmett, las bujías serán suficientes. Bella notará lo de los cables, así que contente."

Emmett hizo una cara. "Bien."

¿Cuántas serán suficientes? ¿Tres? Cuatro no harían daño... o cinco.

"Basta, con esas tres es suficiente. Vámonos."

"Ooooh, no, Alice." Emmett se quejó. "Arruinas la diversión."

"Créeme, todos nos divertiremos cuando Edward le de su regalo a Bella."

No me gustó mucho lo que Alice vio, no era como sí me agradara que Bella fuera el centro de diversión de mí familia, en especial de Emmett.

"Genial."

Bueno, hermanito. Hemos terminado. Su camioneta quedó inservible, bueno, al menos eso creerá.

"Gracias, Emmett. Alice."

Nos vemos en unas horas. ¿Crees que estará bien el que le ponga un enorme moño rojo a su auto?

No, no la creía muy buena idea. Pero sería difícil el convencer a Alice de no hacerlo.

Así es. ¡Gracias!

Duerme bien, hermanito...

Emmett. Los dos desaparecieron en la oscuridad, sus pensamientos se apagaron al irse alejando hasta que no los pude escuchar más.

Bella había dormido tranquilamente unas pocas horas de la noche. Había estado durmiendo muy poco últimamente, ensayando, le llamaba así.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando Emmett se lanzó contra mí, ni siquiera me había dado cuenta de que se estaba acercando a mi con otras intenciones que las de platicar, aprovechando mi ahora siempre distraída mente, arremetió contra mí, tumbándome de frente. No habían pasando dos segundos cuando ya estaba de pie sacudiéndome la camisa blanca que había decidido usar este día, ahora café por la suciedad, un color que no me desagradaba para nada. Los ojos de Bella, café chocolate aparecieron en mí mente, distrayéndome un segundo.

Ha. Ya era hora que te hiciera una broma en serio y no hicieras trampa, hermanito.

Emmett. Siempre tan inmaduro. No sabía cuantas veces le había dicho que el leer la mente no era cosa de apagar y encender.

"¡Emmett! Vas a pagar por esto. Suerte que Alice no nos deja usar la misma ropa dos veces."

"¿Te duele, hermanito, el que te haya ensuciado tu camisa?"

"Claro que no." Le dije un poco disgustado, mientras el se divertía, y seguía presumiendo en su mente el haberme ganado, a pesar de mí habilidad.

Hermanito, deja de lloriquear y vamos a cazar unos cuantos osos. Estoy sediento. Rose no ha querido cazar conmigo desde que acepté ser tu padrino.

Asentí.

En parte comprendía a mi hermano, tener que soportar a Rosalie cuando estaba de mal humor, debía ser lo peor. Así que decidí darme por vencido e irnos a cazar. O al menos verlo cazar.

No entendía cual era la prisa, dentro de unas horas me iban a sacar de casa de Bella, tanto Jasper como él para celebrar mi despedida de soltero. No tenían ni idea de cuantas ganas tenía yo de celebrar pero mi boda, no una despedida de soltero, no me interesaba en lo más mínimo.

Alice me había obligado a venir con Emmett durante unas cuantas horas, y así no espiar en sus pensamientos cuando Bella llegara a su casa y en el momento en que Bella estuviera probándose por ultima vez su vestido de novia. Era muy tentadora la idea de darle un vistazo, pero estaba perfectamente consciente de que Alice me arrancaría la cabeza si me escuchaba aproximándome a menos de 2 kilómetros de distancia.

Después de una tortuosa hora, Emmett logró cachar el olor de un oso, se devoró su sangre a su manera. Terminó peor de lo que había lucido yo después de levantarme del suelo cuando me tumbó. No pude impedir el reírme de su rostro. Fue tan cómico, que por un momento me olvidé de mis preocupaciones. Un momento que duró cinco segundos.

¿Qué? No me hagas tumbarte de nuevo. No queremos que Bella te vea hasta mañana, en lugar de dentro de unas horas.

¿Dentro de unas horas? Es que acaso estaba loco. No pensaba quedarme a cazar, o lo que era lo mismo, verlo cazar. Ya estaba contando los pocos minutos que me quedaban para poder regresar a brazos de Bella. No eran muchos. Alice me había dado un estimado del tiempo que le tomaría el ensayo. Iba a tomarle más tiempo del normal porque haría que Charlie se probara su traje, o el traje de mono, como había escuchado llamarle algunas veces en la mente de Charlie. El pensamiento me había echo reír tanto, tanto que Alice decidió mantenerme alejado de él cuando se lo probara.

¿Edward? ¿Estás loco, hermano?

Fue entonces cuando me di cuenta que había empezado a carcajearme en medio del bosque. ¿Pero como no reírme? Los pensamientos de Emmett ahora se preguntaban si necesitaba tomar un poco de sangre antes de regresar a Forks. Yo sabía que no. Pero cuando vio que no le contestaba y mi risa no cesaba, decidió hablarme por otro medio que su mente.

"¡Edward! Te estoy hablando."

"Lo sé." Logré decirle entre risas. "Perdón, es que estaba recordando la cara de Charlie cuando se probaba el traje de mono."

¿Qué?

Claro que Emmett no entendería. El no sabía como le llamaba Charlie a su traje.

"Su traje, Emmett. El que usara mañana en la ceremonia. Así lo llama."

Y de un de repente, Emmett se soltó a carcajadas, que ahogaban las mías. Nos reímos hasta que el chiste dejó de tener efecto, ya que no podíamos reír hasta el cansancio. No íbamos a reír por eso el resto de la eternidad.

¿Sabes a qué me recuerda esto?

"Emmett."

Lo sé, lo sé. Es solo que estaba recordando el rostro de Bella cuando le diste su auto nuevo...

"Ja ja ja. Y eso que no ha visto el Ferrari..." Emmett terminó el pensamiento.

"No creo que a Bella le emocione mucho el carro nuevo, Emmett. No le gustan muchos los autos rápidos, sí son regalados, y vienen de..."

"De ti." Emmett volvió a reírse.

Solo hice una cara, sabía que Emmett tenía razón. No entendía porque Bella se rehusaba tanto a recibir algo, lo que fuera de mí parte. Para nosotros el dinero no era nada, y me costaba aún menos el compartir lo que tenía con ella.

"¿Lo recuerdas, Edward?" Emmett preguntó.

Recordé esa mañana, Emmett y Alice ya tenían varias horas de haberse ido. Charlie ya había dejado su casa para dirigirse a su trabajo. Bella se había levantado de buen humor, y temí arruinarlo por el resto del día.

Mientras estaba en el baño y la escuchaba lavarse los dientes, y después tomar una ducha. Me preguntaba que pasaría cuando Bella descubriera que su camioneta no servía, de la noche a la mañana.

Cuando salió, había entrado apresurada al cuarto, y se había abalanzado con más ganas de lo usual a mis brazos.

"Hola." me había dicho, mientras me daba un rápido beso. Antes de que se enterara de la pérdida de su camioneta y perdiera la oportunidad de tener sus labios contra los míos-por lo menos este día-la atraje hacia mí con más ganas, su respiración se detuvo por un segundo y su corazón empezó a latir descontroladamente.

Sus manos se apretaron alrededor de mí cuello, y mis manos la jalaban contra mí cuerpo.

Era la mejor sensación, el tenerla tan cerca de mí, el sentir el calor de sus labios, de su piel atravesar mi fría piel como una corriente eléctrica. Pronto, querríamos más, y sabía que eso no podía pasar, así que me contuve y la alejé de mí.

Bella estaba sin aliento, su corazón aún latía descontrolado.

"¿Qué trajo eso?" me preguntó con la voz rota.

Encogí los brazos. "¿Qué no puedo besar a mí prometida?"

Bella había hecho una cara, aún no le gustaba el escuchar las palabras prometida y prometido, boda, todo lo que tenía que ver con nuestro compromiso.

"Sí eso es todo lo que quieres, puedes besarme otra vez. No me importa." Bella se mordió los labios, y sabía que lo deseaba tanto como yo, pero ya había sido demasiado. Aún creía que tenía algún tipo de súper control sobre mí, pero el deseo de tenerla aún se apoderaba de mí mente.

"Creo que mejor vamos a que desayunes."

Bella suspiró. "Está bien."

La tomé de la mano y bajamos las escaleras hacia la cocina. Me senté en la silla que Charlie ocupaba mientras Bella se preparaba un plato con cereal.

"¿Qué quieres hacer hoy?" le pregunté.

"Ahm. ¿No te dijo Alice?"

¿Qué tendría que decirme Alice? "¿Decirme qué?"

"Me pidió que fuera a tu casa hoy. Me dijo que tenían una sorpresa." volteó a verme con ojos acusadores. "Lo raro fuera que usara el plural. Dijo que ustedes me tienen una sorpresa."

Remordimiento pleno en mí rostro. Esto Alice no me lo había dicho.

"¿Sabes de qué se trata?"

Tendría que decirle, sino lo haría más difícil. "Claro. Pero es una sorpresa, Bella."

"¡Edward!" se quejó. "Sabes cómo odio las sorpresas."

Sacudí la cabeza, mientras sus labios formaban un hermoso y tentador puchero. En ese momento se sentó frente a mí, el plato en sus manos.

"Termina tu desayuno y nos vamos a mí casa."

Bella empezó a comer el poco cereal que se había preparado, estaba casi seguro de que la lentitud con que lo comió era a propósito. Trataría de posponer el momento de irnos lo más posible.

"Bella, tenemos todo el día." le dije cuando el cereal seguía en su plato.

Arrugó la frente. "Lo sé."

Cuando por fin terminó, se levantó y empezó a lavar el plato. Lo secó y se fue arriba a cepillar sus dientes. La esperé en la sala. Eso también, le tomó más tiempo de lo normal.

Al bajar, entró a la sala, y me miró acusadoramente, como sí la estuviera traicionando. Le sonreí esa sonrisa que siempre hacía que su corazón se acelerara y su respiración se detuviera. Tuvo el efecto deseado. Me levanté y antes de que sus ojos tuvieran la oportunidad de pestañear, la tomó en mis brazos.

"¿Por qué tienes que ser tan difícil? La mayor parte de la gente disfruta del recibir regalos."

Le volví a sonreír, puse una mano tras su cuello, jalando su rostro hacia el mío, nuestros labios a solo un milímetro de distancia.

Su respiración se detuvo de nuevo, y cuando volvió a respirar me respondió. "No cuando son regalos más caros de lo que ella podría darle a él."

"Bella, yo no necesito regalos. Te tengo a ti. ¿Qué más quiero?"

"Ese es el mismo argumento que uso yo, y lo ignoras."

Sus palabras no tenían la fuerza necesaria para convencerme. Pronto lo tendría, tendría más de lo que podía imaginarse. ¿Por qué tenía que hacerse la difícil?

"Así es, lo ignoro." le dije, mientras cerraba la corta distancia que había entre sus suaves y calientes labios y mis fríos y duros labios.

El beso lo empecé dulcemente. Claro, Bella se lanzó a el con más emoción de la necesaria, sus manos empezaron a recorrer mí rostro, a enredarse entre mí cabello...

Tuve que terminarlo antes de lo que me hubiera gustado, y Bella terminó sin aliento de nuevo.

"Creo que hay irnos." le dije, mí respiración fallándome un poco. Bella sonrió cuando escuchó mí voz. Le encantaba ver que yo también quedaba afectado después de cada beso.

"Bien." me dijo, su tono menos malhumorado.

La tomé de la mano, y salimos de la casa hacia su camioneta.

¡Vaya sorpresa se llevaría!

Tomó las llaves del fondo de su bolsillo. Abrió la puerta y esperó a que subiera a su lado. Su rostro mostraba un poco de sospecha y duda al verme caminar tan lento hacia el lado del pasajero. Me subí y cerré la puerta tras de mí.

"Creí que tenías prisa por llegar a tu casa."

"Oh, no te preocupes por el tiempo." le respondí, pensando que al bajar de su camioneta, subiría a mí espalda y estaríamos en mí casa en menos tiempo del que se imaginaba sí fuéramos en auto.

Bella volvió a lucir sospecha en sus ojos.

Entonces giró la llave en la ignición, y nada. Volteó a verme, y le di una pequeña sonrisa. Volvió a intentar, sus ojos sobre los míos.

"¿Qué pasa?"

Sus ojos se entrecerraron. "¿No lo sabes tú?"

"Bella, tú camioneta no enciende. ¿Por qué debería saberlo yo?"

Más sospecha llenó sus ojos. Se bajó de la camioneta y abrió el cofre. Su frente se arrugó, y la pequeña arruga que aparecía entre sus ojos cada vez que estaba concentrada en algo apareció, sus labios se fruncieron. Entonces estiró una mano, como sí hubiera encontrado el problema, y se detuvo a mitad del camino. Volteó a verme, sus ojos suplicantes.

"¿Podrías...?"

Le sonreí, y asentí. "No soy muy buen mecánico, Bella."

"Intenta, por favor." su voz sonaba triste, y casi había un tono de arrepentimiento. Quizá estaba recordando el acuerdo al que habíamos llegado. Su camioneta moría, recibía un nuevo auto.

Me asomé al motor, y revisé las terminales de la batería, solo para que Bella me viera haciendo algo. Después de unos segundos, volví mi mirada hacia ella.

"No, Bella. Parece que no hay nada fuera de lo normal. Todo está en orden."

Sus ojos se entrecerraron de nuevo. "¿Estás seguro?"

Le sonreí. "Sí. ¿Podemos irnos? Alice debe estar esperándonos."

Cruzó los brazos sobre su pecho. "No. Alice puede esperar. ¿Podemos revisar de nuevo?" me dijo mientras le echaba una mirada al motor.

"Bella. Creo que tu camioneta ha expirado. Razones naturales. Lo juro."

¿Qué me podía pasar por jurar en vano? Mí alma ya debía estarse quemando en el infierno, aunque Bella pensara lo contrario.

"No, Edward. Eso no puede ser, ayer funcionaba perfectamente."

"Bella, amor. Lo siento, pero ya pasó a una mejor vida."

Su frente se arrugó. "No es justo."

Traté fuertemente no sonreír, pero sus expresiones eran tan cómicas. Su molestia, y la ira que sentía en ese momento, me recordaban al gatito que se creía un tigre. Era tan encantadora su ira.

¿A quién podría lastimar este indefenso y vulnerable ángel?

"Creo que iremos por la vía rápida."

Sus ojos se cerraron en derrota, y suspiró exasperadamente. "Bien. Pero no creo completamente tu historia, Edward Cullen."

Le sonreí, y sacudí la cabeza fingiendo dolor. "Me lastima que no creas en mis palabras, Bella Swan."

"Agh. Vámonos ya."

"De inmediato."

La tomé entre mis brazos y la puse sobre mí espalda. Al instante pasó sus brazos sobre mí cuello, y sus piernas sobre mi cintura. Podía sentir como cada vez, ejercía menos fuerza en su agarre a mí.

El viaje a casa fue quieto, Bella no pronunció palabra alguna hasta que llegamos.

"No puedo creer que mí camioneta no funcione." se quejó.

"Por eso no tienes que preocuparte." le dije en un tono juguetón. Recordándole nuestro acuerdo.

Emmett y Alice fueron los primeros en recibirnos, estaban tan ansiosos por ver la reacción de Bella, y el problema que me daría al ver el carro que había elegido para que conduciera estos días.

"¡Bella!" Alice gritó, y se acercó a nosotros. Tomó de la mano a Bella, mientras me mostraba como había quedado el carro para que Bella lo viera. Había hecho exactamente lo que le pedí que no hiciera, aún sabiendo que me ignoraría. El moño rojo gigante que había hecho estaba en el cofre del auto en esos momentos, esperando por ser visto.

Emmett se acercó, una gran sonrisa esparcida sobre su rostro. Abrazó a Bella, y le dio una vuelta en el aire.

"Emmett." le dije debajo de mí aliento.

¿Qué, hermanito? Soy cuidadoso.

Hizo ademán de dejarla caer, y Bella soltó un pequeño grito ahogado.

Estuve a su lado en menos de un segundo, y tuve a Bella en mis brazos en menos de otro. Se aferró a mí cuello, su respiración acelerada.

"Perdón, Bella. No era mí intención asustarte." Emmett se disculpó, su tono burlón.

"Basta de juegos. Hay que abrir el regalo."

¿Abrir el regalo? Entonces vi que el abrir la cochera para dejar a Bella ver el auto esperando por ella, era su forma de considerar abrir el regalo.

"Alice, odio las sorpresas. Lo sabes."

Volteó a verla, y le sonrió. ¿Es ingenua, cierto?

"No es mí regalo. Es de Edward."

Bella volvió a arrugar la frente y volteó a verme, un poco molesta.

"Bueno," le dije para defenderme. "pensé, que desde que tu camioneta ya no enciende, es hora de recibir un nuevo medio de transporte."

"Ah, no. Edward, no quiero..."

"Bella, un trato es un trato. Acordamos que cuando tu camioneta dejara de funcionar, yo podría reemplazarlo con un nuevo auto, ¿cierto?"

Gruñó, antes de responder. "Cierto. Bien, veámoslo."

Los cuatro nos dirigimos hacia la cochera, sin siquiera molestarnos en entrar a la casa.

Esme, Jasper, e incluso Rosalie estaban esperando por nosotros dentro de la cochera, habiendo entrado a ella desde adentro al escuchar que Bella había por fin aceptado el ver su nuevo auto.

Cuando íbamos llegando a la puerta, escuché a Esme abrir la puerta antes de llegar a ella.

Bella brincó un poco al sonido de la cochera abriéndose. Su corazón se había acelerado, y había apretado más su mano contra la mía.

El auto estaba en el centro, los demás autos de la familia estaban a cada lado. Su Ferrari estaba bajo una sábana en la esquina más lejana de la cochera, Bella ni siquiera lo notó. Estaban mí Volvo a un lado, después el Jeep de Emmett, y el BMW de Rosalie, al otro lado estaba el Porsche de Alice, y mí Aston Martin, y su futuro Ferrari.

Su boca casi juraba que hubiera tocado el suelo, se había abierto al ver el gran moño rojo sobre el Mercedes Guardian que habíamos elegido para ella, era negro, por todos lados, había mandado a polarizar cada ventana del auto con el tinto más oscuro que hubiera, sabiendo que Bella no disfrutaría de las miradas que atraería con ese auto, de esa forma nadie podría saber que era ella quien lo conducía.

Después de unos segundos, Bella jadeó, como sí el aire lo hubiera tenido atorado en la garganta y hasta ese momento hubiera sido capaz de respirar como era debido.

Rosalie se rió entre dientes, muy bajo para que los oídos de Bella pudieran escuchar. Esme tenía una gran sonrisa en su rostro; Jasper solo sonreía, disfrutando de la sorpresa que sentía en Bella.

Emmett se soltó a carcajadas como solo él podía hacerlo. El ruido sacó a Bella del shock en que estaba. Volteó a verme y pestañeó unas cuantas veces antes de poder hablar.

Alice fue más rápida. "¿Te gusta?"

"Edward, no es en serio, ¿verdad?" Bella ignoró a Alice.

Encogí los hombros.

Es mucho mejor que la basura que conducía. Ya era hora que cambiara de auto. Rosalie pensaba.

Mira su rostro. Ja ja ja ja. Emmett seguía riéndose de Bella.

"¿No te gusta, Bella?"

Sacudió su cabeza, pero no parecía una negativa, era más bien como sí tratara de entender lo que estaba pasando, como sí no creyera que el auto que veía frente a ella fuera ahora suyo.

"Esto es demasiado."

"Y no has visto el otro auto." Alice le dijo, antes de que pudiera detenerla.

Bella había entrado en histeria al escuchar a Alice decir eso. Y tuve que explicarle lo de los dos autos antes de que su corazón se detuviera.

Emmett y yo nos reímos un rato al recordarlo, y al pasar su ataque histérico, Emmett se puso serio, o tan serio como le es posible.

"¿Sabes que me he preguntado hasta ahora?"

"Sí, sí lo sé."

Le dije al tiempo que su pregunta pasaba por su mente. Típico Emmett.

¿Entonces, me vas a contar?

Su tono estaba lleno de curiosidad, moría por saber cómo le habíamos dicho a Charlie de nuestro compromiso y cómo había reaccionado. Hasta ahora no había hablado con nadie del asunto. Solo Alice sabía como había sucedido, aunque no conocía las reacciones interiores de mi futuro suegro.

"Bien, Emmett."

Emmett, tan pronto como acepté el contarle lo que pasó esa tarde, se acomodó en el suelo, su ropa ya estaba para la basura, así que no le importó mucho el lugar en que se había dejado caer.

Los recuerdos se vinieron a mi mente, como un chorro de agua al abrir la llave.

Estaba ordenando las ideas, y milagrosamente, Emmett esperó pacientemente a que yo empezara a contarle la historia. Parecía un niño de cinco años, esperando a que su papá le entregara un regalo de cumpleaños.

Era muy gracioso.

De pronto, me encontré sentado a lado de mi Bella, en el sillón de su casa. Estábamos esperando a que Charlie llegara a casa para anunciarle las mejores noticias que en mi vida había entregado a nadie. Sabía que Charlie había puesto mucho esfuerzo para que yo le agradara mejor en las últimas semanas, esta noticia seguramente acabaría con sus esfuerzos, estaba seguro que Bella coincidiría conmigo. Pero mientras yo asegurara la mano de Bella y pasara el resto de mi vida a su lado, no importaba absolutamente nada más. Solo que yo la amaba y ella me amaba a mí.

Charlie todavía estaba en los bordes del pueblo, a unos 3 kilómetros de distancia cuando escuché su auto, y sus pensamientos, nublados hasta cierto punto. Podía escuchar que estaba deseoso por llegar a casa, esperaba que Bella ya hubiera cocinado algo para la cena. Estaba hambriento. Tendría que esperar hasta después de hablar con él, si es que se acordaba de la cena después.

Bella aún no podía escuchar el sonido de las llantas sobre el pavimento, acercándose cada minuto a la casa. Pero cuando estuvo lo suficientemente cerca para que los oídos de Bella escucharan la patrulla estacionarse frente a la casa, empezó a moverse de un lado a otro, estaba nerviosa, su corazón empezó a palpitar más fuerte de lo normal, el sudor humedeciendo su rostro. Pude darme cuenta de lo que intentaba, estaba tratando de esconder su mano izquierda, o el anillo. Pero yo mantenía firmemente apretada su mano en la mía, fija y derecha. Sin esconder nada, ni un solo de sus dedos. Mucho menos el anillo que tanto trabajo me había costado colocar en su mano.

"Deja de moverte, Bella. Por favor, trata de recordar que no estas confesándote de asesinato aquí."

"Es fácil para ti decirlo."

Escuché cuando Charlie abrió la puerta de la patrulla y se bajó. Sus botas hacían un escandaloso ruido al golpear contra el agua de la lluvia. Lo siguiente que escuché fue que cerró la puerta y caminaba hacia la puerta. Bella estaba aterrada, podía escuchar como su corazón se aceleraba con cada paso que traían a su padre más y más cerca de la puerta.

"Cálmate, Bella." Le susurré, al escuchar que su corazón seguía frenético.

Entonces, Charlie abrió la puerta, esta fue y paró en la pared con un golpe que causó que Bella se encogiera aún más.

"Hey, Charlie." Lo llamé tan pronto como escuché sus pasos dentro de la casa, ansioso. Al principio se asustó al oír que alguien llamaba su nombre.

"No." Bella protestó por debajo de su aliento. Apenas audible a mis sensibles oídos.

"¿Qué?" Susurré de la misma forma que ella. Confundido por su protesta.

"¡Espera al menos a que se quite el arma!"

Su respuesta me hizo reír entre dientes mientras me pasaba una mano por el cabello. Charlie se estaba acercando, así que dejé de reír y me puse serio.

En dos segundos ya estaba acercándose a la esquina, al vernos sentados juntos en el sofá hizo un gran esfuerzo para no torcer la cara. Sus pensamientos ya estaban disparados hacia mí. No tenían tanto odio impregnado como lo habían hecho hace unas semanas. Aún así...

¿Por qué están sentados juntos? ¿Qué no pueden estar separados?

Fue lo más que pude escuchar de su mente. Lo único que pensaba era porque Bella me había escogido a mí y no a Jacob. No tuve que controlar ninguna emoción, en ese momento estaba tan feliz que nada podía impedirlo. Ni siquiera Charlie deseando que en mi lugar estuviera sentado aquel perro.

"¡Hey, niños! ¿Qué hay de nuevo?" Nada, solo la mejor noticia de los últimos tiempos. Para mí.

"Queríamos hablar contigo." Anunciar sería más apropiado. "Tenemos buenas noticias."

Inmediatamente Charlie cambió el tono de sus pensamientos, primero había forzado una sonrisa al vernos juntos, cosa que no era necesaria, sabía perfectamente que no me quería aquí, y pasó a la sospecha. Se imaginaba lo peor. Bella tenía parte culpa, su expresión no ayudaba mucho.

"¿Buenas noticias?" Gruñó mientras miraba detenidamente a Bella, tratando de adivinar el motivo de esta plática.

"Toma asiento, papá."

Bella no estaba ayudando. Estaba haciendo que Charlie sospechara aún más, y no estaba cerca de adivinar. Alzó una ceja y por cinco segundos observó a Bella, estudiándola. Se dio por vencido y pisoteando avanzó hacia el reclinable. Se quedó sentado en la orilla sin recargarse esperando a dar un brinco hacia mí, si la ocasión lo ameritaba.

"No te pongas así, papá. Todo está bien." Bella le dijo después de unos minutos de silencio. Hice una cara al escuchar la palabra que Bella había elegido para describir las noticias. ¿Bien? ¿Era lo mejor que podía hacer?

"Seguramente lo está, Bella, seguramente lo está." Le dijo Charlie dudoso del consuelo que Bella le daba. "Si todo está tan bien, entonces ¿por qué estás sudando balas?"

"No estoy sudando." Mintió Bella lastimeramente. Mientras alejaba la mirada de la de Charlie y se encogía sobre mí para limpiar el sudor que le corría por la frente.

Y de repente Charlie explotó.

"¡Estás embarazada! Estás embarazada, ¿no es así?"

Tuve que fingir alerta ante su movimiento, no su acusación, era imposible que yo hubiera dejado embarazada a Bella, no solamente porque era imposible que eso pasara, sino porque por ningún motivo tendría relaciones con ella antes de nuestra boda. Como había prometido.

Charlie estaba me mirando a mí mientras preguntaba a Bella si era eso lo que pasaba, su mano se había movido en dirección a su pistola. No pasó de ahí, porque Bella intervino.

"¡No! ¡Por supuesto que no lo estoy!"

"Oh, lo siento." Tan pronto como Bella contestó su pregunta con la respuesta que en ese momento más ansiaba, su ceño se fue aligerando. En su mente, había visto la reacción de Bella al mismo tiempo que Charlie, le creyó sin dudas.

"Disculpa aceptada." Bella le dijo, y la atmósfera se relajó un poco.

Charlie seguía esperando a que Bella le diera las tan esperadas buenas noticias que estábamos ahí para darle. Pero Bella seguía aterrada. La vi directo a sus ojos y supe que no iba a poder pronunciar ninguna palabra. Le sonreí antes de cuadrar mis hombros y volverme hacia Charlie.

"Charlie, me doy cuenta de que he hecho esto fuera de orden. Tradicionalmente, debí haberte preguntado a ti primero. No es mi intención faltarle al respeto, pero desde que Bella ha dicho que sí y no quiero despreciar su elección en este asunto," no podría haberlo hecho "y en vez de pedirte su mano, te estoy pidiendo tu bendición. Nos vamos a casar, Charlie. La amo más que cualquier otra cosa en el mundo, más que a mi propia vida, y-por alguna especie de milagro-ella también me ama de esa manera. ¿Nos darías tu bendición?" ¿Sería que algún día dejara de sorprenderme que yo haya sido el elegido, el que ella haya dicho sí? Sabia que nunca me cansaría de alegrarme cada vez que me dijera sí.

Mientras leía lo que Charlie pensaba, sentí que Bella se había relajada por lo que duró uno de sus latidos, de una forma que no había sentido desde que me dio el sí. Como si se hubiera alegrado de escuchar estas noticias ella misma. Luego se dio cuenta de la expresión que ahora estaba sellada en el rostro de Charlie, sus ojos mirando el anillo que ahora adornaba su suave mano.

Escuché como Bella tomó aire y lo contuvo. Charlie estaba procesando esta nueva información. Su rostro fue perdiendo su color. Pensando, otra vez, porque Bella me había elegido a mí. Ahora sentía que me la estaba robando de su lado. Luego recordó cada vez que el rostro de Bella se iluminaba cuando estaba a mí lado, cada vez que brincaba de la silla para recibirme, como cada vez que mencionaba mi nombre se llenaba de emoción y amor su rostro, y se dio cuenta que Bella me amaba tanto como yo a ella.

No se opondría, mientras Bella estuviera cien por ciento segura.

Bella empezó a levantarse, no sabía que intentaba, pero antes que Charlie se diera cuenta de su movimiento, le susurré, "Dale un minuto."

Después de un largo silencio, el rostro de Charlie estaba recuperando su color. Había entrecerrado los ojos y sus cejas se fruncieron. Estaba pensando seria y profundamente acerca de nuestra relación y repentino compromiso. Aunque no estaba del todo sorprendido. Lo había estado sospechando de unas semanas atrás a ahora. Pero de nuevo, en su mente no podía ver que se fuera a negar, así que pude relajarme.

"Supongo que no estoy tan sorprendido." Murmuró, mientras seguía pensando lo mismo que había dicho. "Sabía que tendría que lidiar con algo como esto lo suficientemente pronto."

No tenía idea que hubiera sido mucho más pronto de lo que pensaba, sino hubiese sido porque Bella se aferraba a su idea de que no era necesario casarse para pasar la eternidad a mi lado. En realidad no lo era, pero era algo que ansiaba.

Por fin Bella dejó salir el aire que había contenido todo este tiempo. Me relajé aun más.

"¿Estás segura de esto?" Charlie le exigió una respuesta, mirándola sin distracciones.

Ahora fui yo quien sostuvo el aliento. Tuve miedo de su respuesta por el segundo que le tomó contestar.

"Estoy cien por ciento segura acerca de Edward." Bella dijo, y su tono reflejaba lo que acaba de asegurar. Pude respirar de nuevo. Tonto, dudar de su respuesta.

La sospecha venía de regreso.

"¿Aunque, casarse? ¿Cual es la prisa?"

Bella estuvo callada por unos minutos, pensando en las razones que tanto me había dado por los últimos meses a mí para convencerme de convertirla de inmediato. Su edad, era todo lo que le importaba, que ella seguía envejeciendo como decía ella, mientra que yo estaba congelado en mis diecisiete años y así seguiría por el resto de mi existencia. Seguramente también pensó en el hecho de que los Volturi seguían al acecho, esperando a que la convirtiéramos y así no tener que matarla. Cosa que nunca permitiría. Todas estas razones no podían ser habladas. Así que decidí intervenir en esta ocasión yo.

"Nos iremos a Dartmouth juntos al caer el otoño, Charlie. Me gustaría hacerlo, bueno, hacerlo de la manera correcta. Así es como fui criado."

Ni siquiera tuve que mentir. Sobre la segunda parte, claro. Bella seguía decidida a no atender a la universidad. Pero esa era la historia pública.

Charlie escuchó atentamente a mis palabras, buscando un lado en el que pudiera negarse a aceptar. No encontró nada. Sus labios se torcieron ante estas palabras. Por un momento consideró seriamente el negarse, pero luego recordó mis palabras. No había forma de negarse de forma lógica.

"Sabía que esto sucedería." Murmuró seriamente. Después de un momento su frente se alisó. Sus pensamientos se dirigieron hacia Renée. No entendí al principio porque estaba pensando en ella. Y luego lo vi. Sabia que Renée estaba completamente en contra del matrimonio antes de los treinta, como Bella me había dicho antes. Le iba a dejar la tarea de anunciar las noticias a Bella.

"¿Papá?" Bella sonaba preocupada. Desde la mente de Charlie vi que había volteado a verme, quizá para explicar el comportamiento de su papá. No volteé hacia ella, seguí mirando a Charlie. Esperando.

"¡Ja!" Charlie no aguantó más, y estalló en risas. Pensando en Bella y Renée discutiendo el tema. "¡Ja, ja, ja!"

Bella seguía mirando a Charlie, pero ahora no podía ver su rostro, ya que Charlie se estaba doblando en risa, todo su cuerpo temblando con el esfuerzo.

A este punto, el pensar en la cara que Bella haría al momento de tener que forzar la verdad a su madre, después de escuchar cuan aterrada estaba de lo que Renée pensaría de ella, me encontré aguantando la risa yo mismo.

"De acuerdo, está bien." Charlie forzó las palabras, todavía no controlaba el ataque de risa. "Cásate." El solo pensamiento causaba que Charlie se riera aún más. "Pero..."

Aquí venía su amenaza. Así lo consideraba, creía que Bella se echaría para atrás si se veía obligada a ser ella quien le dijera a su madre acerca de la boda.

"¿Pero qué?" Bella le preguntó, exasperada por la conducta de su padre. No tenía idea de lo que Charlie iba a decir. ¿Funcionaría?

"¡Pero tú tienes que decirle a tu mama! ¡No le diré ni una palabra a Renée! ¡Eso es todo tuyo!" El ataque de risa regresó con más fuerza. Bella se había congelado ante su respuesta. Pero mi miedo no duró, porque Bella no se echó para atrás.

Sí, era el hombre más afortunado del mundo. Este ángel no iba a dejar que nada ni nadie nos separaran. Ni siquiera la opinión de su madre. No estuve, al momento, tan aterrado como Bella. Sabía que Renée no se negaría, desde nuestro viaje a Jacksonville había estado segura de que nuestra relación era más que un simple enamoramiento de muchachos. Iba a esperar pacientemente a que la invitación le llegara. No le había mencionado nada a Bella, creyendo que no haría ningún bien a la conversación y la visita. Renée era más observadora que, incluso, Bella.

Volví al presente. Emmett se estaba carcajeando, imaginando las reacciones y caras que Bella había hecho durante toda la tarde. Se estaba doblando en la tierra, parecía un niño revolcándose por todo el suelo.

"Bueno, eso es todo, Emmett. ¿Feliz?"

Seguía riéndose cuando esperaba por su respuesta, así que optó por contestarme en su mente, en lugar de arruinar su diversión.

Muy feliz, hermanito. Desearía haber estado allí.

"Que Bella no sepa que te conté."

Claro que no.

"¿Nos vamos?"

"Bella no va a escaparse, Edward. Alice lo hubiera visto y tú no estarías aquí."

Sabía que Bella no escaparía. No tenía que decirme nada. El hecho es que el tiempo se acababa. En veinte minutos Alice estaría de vuelta en casa, y yo sería libre de pasar a ver a mi Bella antes de que Emmett y Jasper me sacaran de allí.

"Lo sé, Emmett. Pero son treinta minutos de aquí a casa, y Alice estará allí en veinte. Así que vámonos ya."

¡Que prisa! Mañana la tendrás para ti por toda la eternidad.

El pensamiento me alegró, pero no me detuvo lo suficiente como para desear quedarme más tiempo viendo a Emmett reírse de Bella y sus reacciones.

"¿Crees que eso es suficiente para retenerme aquí Emmett?"

Claro que no. Pero... tenía que intentar, ¿no?

"Bien, hermanito. Vámonos, antes de que te vuelvas más loco."

Empecé a correr en dirección a la casa, en cuestión de segundos Emmett estaba gritándome en su cabeza para que lo esperara. Así que bajé un poco la velocidad.

Cuando me alcanzó, me jaló del hombro para hacerme parar.

"Edward, déjame recuperar el aliento." me dijo en fingido agotamiento.

"Déjate de juegos, Emmett."

"Está bien. Pero la Señorita Swan está esperando por ti, no se va a ir a ningún lado, ¿sabes?"

"Lo sé."

¿Carreras? Emmett pensó, y salió como bala hacia el Jeep. Lo dejé correr con unos segundos de ventaja. Él era el más fuerte, pero yo era el más rápido.

Pensando a donde me dirigía, donde estaría en unos minutos, con quien estaría, sentí como Bella y su calor me jalaban cada vez más a ella, como mi cuerpo reaccionaba al pensamiento de que estaba más cerca con cada paso que daba. La emoción me hizo correr aún más rápido. Pasé a Emmett en cuestión de segundos y lo volvía s escuchar gritando en su cabeza que no lo dejara atrás, pero lo único en que pensaba era en Bella.

Corrí aun más rápido.
































































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