Segunda Vida Para Amelie [EDI...

De AntoinetteFerrata

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Segunda vida para Amelie, fue creada para un trabajo del colegio, pero con el pasar del tiempo se convirtió e... Mai multe

BOOK TRAILER
Dedicatoria
El testament d' Amelia
Prólogo: Yo soy Amelie de Róman
[1] Él solo pidió algo de tiempo
[2] Él ha cometido un grave error
[3] Ella será un monstruo con sed de sangre
[4] Él ha sido temido
[5] Ambos crearon un problema
[6] La gran invitación
[7] Ella la busco por cada rincón
[9] Él es y será el honorable Rey de Róman
[10] Ella intentó lastimarla
[11] Y él ahora siente culpa
[12] Y ella dijo: No
[13] El día del festival
[14] Despedida con aroma a rosas
[15] No hay tiempo para ser cercanos
ADELANTO: [16] S_n __lo _ro__s
"Visitando un mundo destruido"
Nota de Autora : Ave atque vale

[8] Ella solo debía de seguir las reglas

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De AntoinetteFerrata

"Es por lo que comenzó a encerrarse... incluso nunca volvimos a pintar juntas... Mon Dieu, ¿Qué fue lo que hiciste? ¿Piensas hacer lo mismo conmigo?"


Todo estaba teñido de blanco, me era imposible distinguir un objeto del otro... ¿siquiera había objetos? ¿existía algo en este lugar?

Pero de repente, ahí estábamos, mirándonos fijamente.

Aquella mirada fría provocaba que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo, me parecía ridículo que llegado a este punto aún tuviese ese efecto en mí, es decir, había pasado por muchas cosas durante todo este tiempo, pero el miedo era algo que nunca iba a desvanecerse, ¿no es así?

Era el miedo quien provocaba que mis lágrimas no dejarán de caer por mis mejillas, estaba completamente aterrada, pero... ¿no es extraño? Debería de estar acostumbrada para este tiempo, es decir, las lágrimas y el miedo nunca se iban a ir, no si se trataba de él.

No importaba la cantidad de veces que hayamos tenido esta misma discusión, ni importaba la cantidad de años que habían transcurrido y el hecho de que yo siguiera en este lugar no interesaba para nada. Pero, ya fueron más de diez años donde él aun no es capaz de demostrarme una pizca de cariño hacía mí, incluso me hace pensar que ya es tiempo de rendirme... es decir, nunca he logrado que siquiera una leve sonrisa aparezca en su rostro.

Este será mi último intento, pero antes de que pudiese decir una sola palabra, él me hizo callar.

Debo de admitir que estoy cansada de rogar por su cariño, estoy cansada de tener que dormir en esa fría cama, estoy cansada de tener que comer en un horario distinto al suyo por miedo a su mirada... puede sonar ridículo que me queje de esto ahora, cuando ya han pasado tantos años, cuando ya debería estar acostumbrada, cuando...cuando...

Esto simplemente no se trataba de mí.

—¡Silencio!.... —Dio un leve suspiro antes de continuar. —Amelie, ya fue más que suficiente.

¿Pourquoi ne m'aimes-tu pas, père? [¿Por qué no me quieres, padre?] —Mis piernas estaban temblando, al igual que mi voz, pero no podía permitirme que ambas fueran notadas por él. Era mucho más difícil simular cuando mi vista se volvió borrosa por las lágrimas que se negaban a caer por mis mejillas, pero él era completamente opuesto a mí, podía mantener sus piernas firmes y su mirada en alto. —Solo quiero saber qué fue lo que hice mal...

Fue con aquel último susurro que mi mente decidió torturarme, no estaba buscando esa respuesta, no quería que él me respondiera algo que ya sabía con antelación. Nacer fue mi mayor pecado, no, nacer de esta forma... con un cabello tan brillante como el fuego, con un rostro salpicado en pequeñas pecas, es verdad que ella también poseía algunas, pero era total y completamente diferente a las mías.

¿Est-ce parce que je ne suis pas elle? [¿Es por qué yo no soy ella?]

—Claro que es por ello. —No pude evitar responderme a mí misma con un leve susurro, no había necesidad de dudar que no fuese por ese justo motivo. Desde que ella nació se había establecido una línea entre nosotras, una que yo jamás iba a poder cruzar, no importara los aplausos o premios que yo recibiera, nunca iba a estar a su altura, es así como aquella línea no solo nos diferenció de forma académica, sino que también, en todo aspecto.

Por otro lado, la postura de mi padre era rígida y fría tal como el hielo que recorría sus venas, su mirada se mantuvo mucho por sobre mi cabeza, ¡ni siquiera se atrevía a mirarme!... me estaba torturando a mí misma esperando a que me respondiera, pero no me iba a quedar callada como siempre.

—¿Todo... esto? —Señalé el espacio entre nosotros con mis manos. —Es solo porque yo no soy Adelaida, ¿no es así?... porque mi cabello no es tan brillante como el oro o mis ojos no son tan claros como el mar.... porque mis resultados no son los mismos que ellas, porque fracase en el ensayo de ballet... —No pude seguir manteniendo mi postura, mis piernas no me lo permitieron y mis ojos se rindieron ante las lágrimas. Todas las cosas que había hecho mal, todas las veces que había fracasado o simplemente, no había sido suficientemente buena. —¿Acaso no serás capaz de responder ninguna de mis preguntas? —Una risa seca escapó de mis labios. —Claro que no... nunca pudiste responder las que hacía sobre mi madre... menos querrías responder preguntas mucho más sencillas. —Mis sentimientos iban de un lugar a otro, como si se tratasen de una montaña rusa infinita que sólo producía que quisiera gritar de enojo, sumergirme en un mar de lágrimas y reírme de lo injusto que era esta situación tan patética.

—Amelie... —Su voz era denotaba aburrimiento, pero no le quise prestar atención, solo continué con mis preguntas.

—¿Pourquoi n'en avons-nous pas eu assez? [¿Por qué no fuimos suficientes?]... —Hice una pequeña pausa, pues un nudo se había formado en mi garganta al decirlo, lo admito, fue difícil sacar esas palabras, pero creo que es por la pizca de verdad que contienen.

—Amelie... —Negó lentamente con la cabeza.

—Sé que... yo y mi madre no fuimos suficientes... no quiero escuchar como lo niegas, solo que me des un motivo. —Mientras hablaba me levante con cuidado del suelo, había logrado mantener firme mi voz y mis piernas ya habían dejado de temblar, era como si la verdad que había estado ocultando me dieran los ánimos para seguir con la función, aunque no me sentía completamente bien... era extraño, sentir esta clase de seguridad cuando ni siquiera sé si he mantenido la más leve línea de coherencia. —No es tan difícil, solo necesito un motivo... es frustrante cuando no sabes qué fue lo que hiciste mal.

—Amelie... —Volvió a llamarme y eso me estaba hartando.

—¡¿Qué?! Te escuche la primera vez... ¿Acaso solo vas a repetir mi nombre como respuesta? ¡Mon Dieu! Es imposible hablar contigo.

Me limite a responder de mal humor y es que, me era imposible mantener la compostura cuando se trataba de mi padre.

—Solo te he pedido un motivo, ¿Acaso es tan difícil darlo? Decir que yo y mi madre no fuimos lo suficientemente buenas para "su majestad" que tuvo que buscar una amante y una nueva hija... ¿O será que el gran "rey" no...? —No pude terminar mi frase pues sentí como su fría y pesada mano golpeaba mi mejilla, él había llegado a su límite, como otras muchas veces, pero era la primera vez que me golpeaba.

—Te advertí que ya era suficiente, estoy cansado de escuchar tu monólogo... lo único que has hecho es hablar y hablar, ¿Acaso no sabes que debes respirar?

—Tú me... —Mi mano fue directamente a mi mejilla.

—¡CALLATE!, ya estoy cansado de escucharte hablar, el motivo que tanto estas buscando no lo vas a encontrar, no hoy. Tengo informes que leer y documentos que firmar, así que, a menos que quieras hacerlos tú en mi lugar no veo motivos para que sigas persiguiéndome por el castillo preguntándome por esto y esto otro... ¡Ils sont insupportablement semblables ! [Son insoportablemente iguales.] —Se volteó nuevamente y siguió con su camino.

Nuevamente no había llegado a nada, siempre terminaba en esta situación sin salida, donde la única persona que tenía permitido escapar era mi padre. Sabía que no le importaba nada y de alguna forma, sucedía lo mismo conmigo. Estaba tan irritada que solo quería seguir gritándole... en el fondo sabía que solo lo hacía para estar cinco minutos con él y es que, esta era la única forma de verle, pero estaba tan cansada de llegar siempre a lo mismo.

Por otro lado, estaba aterrada, era la primera vez que él me golpeaba y se sentía extraño, como si mi mejilla ardiera y nuevas escenas se formaron en mi cabeza, no, no se trataba de simples escenas ficticias, eran recuerdos de cuando era más pequeña. Hubo un tiempo en que mis padres siempre estuvieron peleando, luego comenzaron a pasar menos tiempo juntos... y...

Me apresure a ir hasta donde él estaba, ya había cruzado gran parte del pasillo y había doblado hacia su oficina.

—¿Acaso también le hacías callar de esta forma? —Pensé que había sido un susurro, pero realmente fue un grito transformado en súplica, él se detuvo en su lugar.

—¿Qué?

—¿Es así verdad?

—Amelie, ¿Qué es lo que estás tratando de decir?

—Es por lo que comenzó a encerrarse... incluso nunca volvimos a pintar juntas... Mon Dieu, ¿Qué fue lo que hiciste? ¿Piensas hacer lo mismo conmigo? —Una risa seca escapó de mis labios. —Todo este tiempo creí en las historias que inventaba... pero siempre fuiste tu. —Mis lágrimas volvieron a asomarse por mis ojos. —Solo quería que actuases como mi padre,

—No puedo creerlo... —Se volteo a verme y pude sentir como me juzgaba con su mirada. —Tu simplemente no vas a rendirte y por lo visto vas a continuar con tu espectáculo sin importar lo que diga... —Se acercó a mí y por un segundo pensé en retroceder. —Lo dije hace años y volveré a decirlo: jamás... voy... a... pensar... en... ti... como... mi... hija. —Se aseguró de enfatizar en cada palabra. —¿Eres capaz de entenderlo ahora?... No importa lo que hagas, nada ni nadie va a poder cambiar eso. —Puso una de sus manos bajo mi barbilla, sosteniendo con fuerza mis mejillas. —No olvides que sigues con vida porque fue el último deseo de Diana... y si te atreves a mencionarla nuevamente, recuerda que tengo todo el apoyo de los condes para que ello cambie.

—¿Me estás... ame...amenazando? —Por un segundo mi voz llego a temblar y mi cuerpo retrocedió lentamente, no quería estar cerca de él, no cuando acababa de amenazarme de esa forma, ¿acaso realmente era capaz de matarme? ¿Qué clase de persona...? No me permití terminar con aquella pregunta, al fin de cuentas, sabía perfectamente que clase de persona era él.

—Solo... no rompas las reglas Amelie. —Hizo una pequeña pausa antes de recobrar su postura, arreglando su traje. —Espero que está vez hayas entendido...

—No.

—¿No?

¿N'avez-vous aucune morale? [¿Acaso no tiene moral] —Mi voz estaba firme, pero mis piernas habían vuelto a temblar? —¡Je suis toujours votre fille! [¡Yo también soy tu hija!]... ¿Acaso a ella la tratarías de esta forma?... ¡No, claro que no! Jamás te atreverías a tratarle de esta forma, no a Adelaida. —Sin pensarlo apunté al retrato de ella que estaba en el pasillo.

Él solo se mantuvo en silencio.

—Dime... ¿Qué ha hecho ella realmente por este reino? ¿Acaso fue ella quien consiguió las malditas alianzas comerciales? No, ya lo sé... ¡Fue ella quien estuvo horas y horas planeando un informe lo suficientemente completo para ayudar a las partes más pobres del reino... y de seguro fue ella quien restauró el teatro que se había incendiado hace años y...y...

—¿QUÉ HICISTE QUÉ? —Fruncí el ceño sin entender a lo que se refería.

—¿Acaso no sabes lo que sucede en tu propio reino, padre?

Él nuevamente caminó hacía mi a paso firme, sin pensarlo cubrí mi rostro con ambas manos pues estaba segura de que iba a golpearme, pero para mi sorpresa no lo hizo.

—De entre todas las cosas, debías de tocar ese maldito teatro, ¿verdad?

—De todo lo que te he dicho, ¿solo te importa la restauración de un viejo teatro?

—¿Acaso sabes que...? —Parecía irritado, pero luego de dar un suspiro su expresión cambió totalmente.

—¡Me esforcé el doble para ser reconocida! ¡Di mi mayor esfuerzo ante cada prueba que me hacías pasar! —De la nada, todas las cosas que había hecho por mi padre hayan sido voluntarias o no, comenzaron a aparecer en mi mente... como si se tratase de una lista interminable. —¡Mon Dieu! Incluso acepte un matrimonio arreglado a corta edad... todo para ganarme un poco de tu cari...confianza. —Cambie rápidamente la palabra que iba a utilizar.

—¡Amelie Christine!

—¿QUÉ? —Dije en forma de grito.

Pour l'amour de Dieu, arrêtez de vous humilier... [Por amor de Dios, ya deja de humillarte] ... Te he dicho que nunca te voy a considerar mi hija, eres un dolor de cabeza para mí en este momento, así que te ordeno que termines con este espectáculo... eres igual a tu ma... —Se detuvo a mitad de frase.

—¿Y qué harás? ¿Acaso si continuo con "el espectáculo" vas a cortar mi cabeza públicamente? .... ¡Mon Dieu! Estoy tan aliviada de no tener una hija en este momento que observe dicho espectáculo.

—¿Qué? —Negó lentamente con su cabeza, como si estuviese recordando algo. —Está bien, Amelie, no eres igual a tu madre...pero puedes acabar igual que ella. —Su voz se había mantenido firme. —Aprende de todas las acciones que te llevaron a este punto y no cometas los mismos errores.

—Todas... ¿mis acciones?

Mi mente se quedó completamente en blanco, fueron mis acciones las que me llevaron a este punto, ¿no es así? He sido yo quien me arrastró al borde del colapso y es que, mi cabeza daba vueltas de un lado a otro.

—Tienes razón. —Dije sin más, pude ver como él frunció el ceño y por algún motivo ello me hizo sonreír. —Fui yo todo este tiempo. —Una gran felicidad estaba llenando mis venas. —El hecho de que no soporte a Adelaida es por mi culpa, estoy completamente celosa de ella y... y... el motivo por el que Rosemary, oh, perdón, quiero decir "la reina Rosemary" es tan cruel conmigo es porque yo nací primero que su amada hija... ahora todo es tan claro. —No podía dejar de reír mientras hablaba, era como si de la nada, todo hubiera perdido sentido y seriedad. —Y... todas las noches sin dormir o los días sin comer ¿Ello también ha sido por mi culpa?

—Mon Dieu. —Su mirada era seria, como si intentara descifrar que era lo que estaba frente a él.

—¿Oh vamos? ¿Por qué tienes esa expresión? Por fin lo he entendido, de seguro he ofendido a los sirvientes y es por lo que nunca me preparan algo de comer ¿Y de... y de... y de quien es la culpa? ¡Mía! —Hice una pequeña pausa pues mis carcajadas no me permitían respirar, pero de un segundo a otro ya nada me provocaba gracia, incluso había comenzado a sentir angustia.

Una familiar sensación que iba de las puntas de mis pies hasta mis manos, la cual me decía a gritos que debía de escapar de este lugar, no podía reconocer al hombre que estaba frente delante mío y ello me daba miedo, sobre todo su mirada.

—Yo...Yo...

Me tomo un par de segundos reconocer a mi padre, pero por su expresión, sabía que ya era tarde.

—No... por favor.

—Guardias, llévensela.

De un momento a otro, ellos obedecieron, no fue hasta ese momento en que los vi al final del salón, escondidos, observando todo en silencio al igual que arañas. Mis lagrimas no tardaron en salir, estaba cansada de que esto sucediera y mi padre no era capaz de entenderlo.

Aunque gritase por ayuda, nadie vendría, eso era algo que tenía más que claro, pero aun así... ¿no merecía que alguien me salvase?


Desperté dando un grito.

Estaba aterrada de lo que acababa de pasar, aquella fue una de las pesadillas más realistas y horribles que había tenido. Mi corazón estaba latiendo muy rápido y que hubiese un espejo frente a mi cama no ayudo en nada, por un segundo pude verme con mucha más edad, con un maquillaje arruinado por las lágrimas y unas oscuras marcas de cansancio bajo mis ojos, pero al pestañear esa versión de mí desapareció. Había vuelto a ser una niña, asustada de su propio reflejo y de lo que su mente era capaz de crear.

Con el tiempo pude comprender que mis sueños, muchas veces se trataban de recuerdos de la vieja Amelie, pero eran horribles. Me hacían temer de lo que era capaz de hacer o de lo que podía llegar a sucederme, yo no quería terminar como ella, pero no era solo eso, no sentía solo miedo, sino una profunda tristeza por todo lo que le sucedió, ella no sabía que le estaba pasando, era inestable y aquellos momentos de histeria la confundían.

Pero... fue gracias a todos estos recuerdos que pude conocer un poco más a la Amelie original, si bien, estoy en su cuerpo, somos dos personas totalmente distintas. Ahora soy capaz de entenderla y construir una persona real, no solo basada en rumores o vagos recuerdos de mi antigua vida, sino, por sueños tan realistas de lo que realmente fue su vida, quizás es complicado de entender al principio.

Algo que me entristece mucho es lo aislada que debió sentirse en su propio "hogar", solo era una persona que se sentía marginada en su propia familia y que no creía realmente pertenecer a este mundo. No pude evitar sentirme tonta de mis propios pensamientos, claro que podía sentirse de todas esas formas, es decir, las familias no eran perfectas y aunque no justifico los actos del rey, puedo entender lo común que es, ya no debería sorprenderme.

Sus primeros años de vida, habían sido muy distintos al mío, siento que ella lo tuvo más difícil y es que, no conocía nada, todo era nuevo y no había nadie que le pudiese advertir de las tormentas que se avecinaban desde pequeña. Pero, ya no importaba cuanto tiempo gastara pensando en ello, pues los días se volvieron semanas en un abrir y cerrar de ojos, incluso me costaba creer lo rápido que podían transformarse las largas semanas en meses, pero era es la magia del tiempo.

Mi cuerpo seguía recordando la ida de mi madre, me había costado el doble volver a mi rutina y mucho más hacer las cosas más simples del día, todo me recordaba a ello, incluso no era capaz de subirme a un carruaje por temor de que reviviría aquel día, eso sí, Oliver había dado su mayor esfuerzo para que pudiese volver a sonreír. Había estado cuidando de mi sin importar las repetidas cartas que llegaban desde el castillo de mi padre, yo sabía que estaba en problemas por quedarse junto a mí, pero no le iba a pedir que se alejase. No otra vez.

Prometió no volver a dejarme y demostró que sería leal a su palabra, no solo con el hecho de que dejo el castillo de mi padre ese mismo día, sino que de muchas maneras más. Me acompañaba a visitar la tumba de mi madre al cementerio real, había caballeros que le tenían mucho respeto, por lo que le era fácil dar la orden de que al menos una vez a la semana nadie se acercara al cementerio, para que así yo pudiese estar a solas con ella.

No olvidaré el día de su entierro, fue una ceremonia corta pero hermosa, asistieron personas que no había conocido antes, pero algo que me llamó la atención, fue una chica rubia al fondo, sentía que la había visto antes... quizás solo lo había imaginado pues mis recuerdos son como fotografías borrosas; Oliver se había encargado de todo e incluso se aseguro de que siempre hubiera un ramo de orquídeas sobre su tumba, aquellas eran las flores favoritas de mi madre.

Mi vista viajo por la habitación, en un pequeño florero yacían el mismo tipo de orquídeas que estaban junto a mi madre, me había decidido por usarlas como un símbolo, es decir, mi padre era un gran admirador de las rosas y para honrar a mi madre hice que desaparecieran hasta la última rosa roja, desde ese día serían reemplazadas por orquídeas.

Por otro lado, los sucesos que estaban presentes en la novela habían comenzado a suceder, pero lo único que podía asegurar era que debía de pensar en un plan de escape. Sabía que iba a morir al cumplir veintiséis años por causa de la guillotina, pero desconocía el motivo de la condena... ¿Habré intentado lastimar a mi padre? ¿Será alguna especie de castigo por rehusarme a hacer algo? ¿Qué será lo que habrá hecho Amelie en el pasado?

No... creo que he formulado mal mis preguntas.

Mi cabeza daba vueltas mientras unos recuerdos pasaran rápidamente ante mis ojos, como si se tratasen de estrellas fugaces. Mi padre no fue quien ordeno mi muerte, sino que fue aquel chico castaño... era...

—El príncipe... —La respuesta escapó en forma de susurro.

Recuerdo haber leído de que Amelie se casaba con el príncipe del reino vecino, si... fue ese hombre quien ordeno su muerte, pero la incógnita era la misma: ¿Por qué? ¿Qué fue lo que hiciste Amelie? No... no debería de pensar de esta forma, es decir, muy pocas veces un matrimonio arreglado daba buenos resultados, era casi imposible que dos personas unidas por una alianza política-comercial sintieran verdadero afecto por la otra, solo era un matrimonio sin amor del que nada bueno podía salir, pero de ahí a cometer un homicidio...

Me sentí tonta al creer que era imposible, mis padres eran el más vivo ejemplo de que se podía asesinar en un mal matrimonio, así que... ¿De qué me sorprendía?

Por otro lado, obviamente debía de ser yo, ¿verdad? Si se trataba de realizar una alianza entre dos poderosos reinos, era la hija ideal, la segunda en la línea de herencia, pero perfecta para un papel tan importante. La pobre Adelaida, quien era la hija heredera, no podía ser comprometida en matrimonio si no era por decisión propia, estaba claro que siempre habría diferencias entre nosotras, pero pensando de forma lógica, ¿esto no debería de corresponderle a ella?

Y es que, soy la primera hija del rey, pero se me negó el derecho a asumir al trono, para que, de esa forma, Adelaida pudiese ser coronada Reina luego de mi padre. Nada de este reino me iba a pertenecer el día de mañana, es por lo que debo tomar ventaja y pensar con claridad las cosas.

Unos pequeños golpes en mi puerta me sacaron de mis pensamientos, casi de forma inconsciente me levante rápidamente y acomode mi pijama, el sol alumbraba por completo mi ventana así que ya debió de pasar la hora del desayuno...

Di un suspiro de alivio cuando vi que se trataba de MaryAnn, si hubiese sido Jane tendría que inventar una excusa para no estar lista.

—Buenos días, mi querida princesa. —Se apresuro a dejar la bandeja que traía consigo en mi mesa de noche. —¡Mon Dieu! Princesa.... —Paso con cuidado sus manos por mis ojos, fue en ese momento que sentí como limpiaba mi rastro de lágrimas. —¿No pudo dormir bien? ¿Qué sucedió?... ¿Tuvo una pesadilla?

—Uhm... —Le mostré una pequeña sonrisa, me era imposible negarlo. —Buenos días, MaryAnn... No te preocupes por ello, solo fue un sueño feo.

—Es exactamente por eso que debo preocuparme... Le pido disculpas y no quiero compararle, pero... Cuando mis hermanos tienen un mal sueño, sin importar lo tarde que sea, despiertan a toda la familia... —Me tomo en brazos y me dejo en la cama antes de entregarme el tazón con leche tibia. —No espero que usted haga lo mismo, pero... no es malo pedir ayuda... —Se sentó a los pies de mi cama y dio un pequeño suspiro. —Nuestra pequeña princesa ha pasado por muchas cosas y puede que piense que debe pasar por cada una de ellas sola...

—MaryAnn... —Susurré antes de dejar el tazón donde estaba, sus palabras habían sido muy dulces.

No era muy difícil entender la situación, he estado actuando de una forma que no es "común", tarde o temprano alguien lo notaria.

—Lo que intento decir es... si en algún momento tiene miedo o siente que no puede con el gran peso que lleva sobre sus hombros, no debes dudar en pedirnos ayuda, siempre estaremos para ti, Dia-Amelie... —Un pequeño suspiro escapo de sus labios. —Pequeña princesa, le contaré algo... no todos en este castillo tuvimos la suerte de verte crecer, pero si estuvimos al lado de Diana durante gran parte de su vida... y el cariño que le tenia a su madre no ha desaparecido, evoluciono y se convirtió en el aprecio que le tengo a usted.

—Mary... —Lo dejé a medias pues fui hacia ella para darle un abrazo. Para estas personas no solo era la hija del Rey o de quien fue la Reina, sino que soy la hija de un ser querido, de una preciada amiga.

Cuando se trataba de confiar ciegamente en alguien, mi mente iba directamente a Oliver, como si se tratase del único que realmente me iba a ayudar, pero Jane y MaryAnn han estado a mi lado desde que me conocieron, ¿no debería de confiar más en ellas?

Quizás si me apoyara en ellos más seguidos los recuerdos no me atormentarían tan seguido y parte de mi podría volver a ser la de antes, no siempre se necesita tiempo para curar las heridas, sino que en su mayoría se necesita un equipo, y yo acabo de encontrar al mío.

—Gracias... —Unas pequeñas y rebeldes lagrimas escaparon de mis ojos, los sentimientos de aquel recuerdo estaban muy presentes en mi memoria.

—Mi querida princesa... ven aquí... —Me tomo entre sus brazos y acaricio mi cabello en forma de consuelo, al cabo de unos minutos pude tranquilizar el mar de lágrimas en que me había convertido. —No hay nada por lo que me debas de agradecer... ¿Se siente un poco mejor? —Asentí lentamente con la cabeza. —En ese caso, no pierda más tiempo querida princesa... debe de terminar su desayuno antes de que se enfríe.

—Tienes razón... no quiero que Jane me regañe.

—"Nos" regañe... ¿Sabes que...? —Negó con la cabeza antes de levantarse de mi cama, me tomo entre sus brazos y nuevamente me acostó entre mis sabanas, asegurándose de que estuviese bien acobijada antes de dejar con cuidado la bandeja sobre la cama. —Buen provecho, princesa. —Fue lo último que dijo antes de salir de mi habitación.

Sin lugar a duda, sus hermanos eran afortunados de tener a alguien como ella, es decir, tenían en su familia a una persona fantástica que preparaba increíbles dulces, pero, aunque me gustase monopolizarla (lo cual no me era posible gracias a los días libres cada fin de semana, que era cuando iba de visita a su hogar) sabía que no era sano y que no debía de acostumbrarme a los mimos. Por otro lado, tenía mucha curiosidad con respecto a como sería el resto de mi familia, es decir, ¿tengo abuelos? ¿tíos? ¿primos? Aunque... creo que me gustaría conocer a la familia de mi madre por sobre la de mi padre, quien sabe y eran igual de fríos que él, sé que esta mal juzgarles antes de tiempo... pero tampoco podía esperar mucho de unas personas que jamás he visto y ya han pasado un poco más de cinco años.

Mi cabeza estaba llena de pensamiento que iban de un lado a otro, es por lo que casi de manera automática ya había terminado de desayunar y es que, aunque trátase de descansar mi mente, esta no se detendría... en mi vida pasada tuve que lidiar con todo por mí misma, no había nadie esperándome en casa y era yo contra el mundo real, pero no voy a quejarme diciendo que tuve una vida complicada, pues no fue completamente así, solo los últimos años en la misma.

¿No es irónico? Los últimos años de mi vida me resultaron mucho más pesados de cargar, vivía con una extraña mezcla agridulce que me perseguía por todos lados, no era una fiel creyente de nada y, de hecho, si me hubieran dicho que luego de la muerte era posible reencarnar, hubiera reído a carcajadas... pero aquí estoy, soy hija de un rey,

Negue con mi cabeza en repetidas ocasiones mientras caminaba por mi habitación. —La pesadilla. —Me detuve rápidamente al darme cuenta de que había olvidado escribir sobre ella. Desde hace un tiempo se me ocurrió la idea de anotar cada minúsculo detalle que recordara, ya sea de mi vida anterior o de la vida original de Amelie.

En este momento, todo fragmento de memoria era útil para mí, es por ello que corrí rápidamente a mi escritorio para buscar mi libreta; un detalle interesante de mi habitación era que había muchos cajones secretos.

Mientras escribía todo lo que era capaz de recordar en aquellas pálidas hojas, no podía dejar de pensar que mi futuro ya estaba escrito, soy solo un personaje destinado a ser el villano en la historia de alguien más, pero también estaba segura de que todos somos capaces de escribir nuestro destino, que son nuestras acciones quienes construyen lo que seremos el día de mañana, solo espero lograr hacer un cambio significativo en mi vida que no me condene a revivir aquellas pesadillas una y otra vez... pero.... ¿Realmente cuál es mi realidad? ¿Cuál es la verdad? ¿Dónde la ficción se convierte en algo real?

Un suspiro escapó de mis labios antes de cerrar mi libreta y esconderla con cuidado en uno de los cajones secretos, iba a girarme hacia mi closet, pero unos pequeños golpes en la puerta hicieron que diese un salto del susto.

—¡Mon Dieu! Deme un par de minutos, por favor.

No me había duchado, aunque eso siempre lo hacia una de las sirvientas del castillo, tampoco había escogido el vestido que iba a utilizar y ni hablar de mi cabello que estaba hecho un desastre, si se tratase de Jane estaba segura de que estaría en problemas. Habíamos hecho un pequeño trato donde me dejaría ser más independiente y sin lugar a duda, no estaba demostrando que lo hiciese bien.

Sin pensarlo dos veces, tome el primer vestido que encontré y me lo puse tras quitarme rápidamente mi pijama, sabía que podía ducharme luego, así que no me haría muchos problemas, cuando ya estuve vestida corrí al baño y cepille mis dientes en tiempo récord pues lo hice a la par que cepillaba mi cabello, lo cual no fue problema pues en mi vida pasada fui ambidiestra y por lo visto es una de esas cosas que no olvidas como hacer.

En menos de cinco minutos ya estaba lista y mi corazón no podía latir más rápido, pero cuando abrí la puerta pude relajarme, no se trataba de Jane.

—¡Philip! —Dije sorprendida.

¡Holaa!

¿Ya han podido recuperar la energía y ánimo luego del anterior capítulo? Jaja..

Por mi parte, he estado ocupada con la universidad, pero he intentado coordinar todo, como bien sabrán si son de mis antiguos lectores, esta historia está completa, pero he decidido editarla desde el primer capítulo.

Y sin duda, han cambiado algunas cosas... se han agregado nuevas escenas, la dedicatoria ha sido modificada, ahora al final de cada capítulo hay un pequeño banner y al inicio una frase que podrán encontrar escondida por ahí... ¿Serán capaces de encontrarlas? Si es así, comenten una estrella dorada + un corazón cuando encuentren la frase.

Por otro lado, la pregunta del día de hoy es....

¿Quién es Phillip?

¡Escribe tu respuesta en los comentarios! y... No olvides darle CLICK a la estrellita si te ha gustado, pues de o contrario... Peter Pan no podrá encontrar la segunda estrella a la derecha para regresar a nunca-jamás.

¡Espero leerte en los comentarios!

.

[Editado por última vez: 21-12-2020]

[Editado por última vez: 07-10-2021]

[Editado por última vez: 26-02-2022]

Pd. En esta nueva edición el capítulo de divide en dos. 

[Editado por última vez: 27-12-2023]

Pd. Solo es una edición de rutina. 

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