YELLOW (Ross Lynch) (Hot)

By _R5FamilyLatina_

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1.- Red 2.- Blue 3.- White 4.- Yellow More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
<3
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Por favor lean esto

Capítulo 8

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By _R5FamilyLatina_

Me besó una vez más.
Delicado.
Dulce.
Con amor.

-Tu lengua es muy buena.-susurró junto a mis labios.
Sentí un pequeño cosquilleo en el cuello.

Me besó cerca a la oreja sin ocultar su pequeña sonrisita de satisfación.

Yo sonreí y volví a unir nuestros labios.
Pasé mis manos por su cabello, las bajé por su rostro y volví a sus brazos.

Observé su hermoso rostro y lo atraje a mis labios para dejarle un corto beso.
Me lo devolvió.

-¿Qué es lo que quieres ahora?- susurré.
Sonrió.

-¿A qué te refieres?
Ross empezó a ir desviar sus besos hacia abajo.
Lento.
Llegó hasta quedar entre mis dos pechos.

Cerré los ojos y sonreí cuando sentí sus labios alrededor de uno de mis pezones.

Pasó su lengua y los besó.
Me estremecí.
Levantó los ojos hacia mí.

-¿Me dejas, preciosa?

Sonreí, me mordí el labio y negué con la cabeza.

-Es tu cumpleaños.- dije.- Hoy tu debes ser el que disfruta...

Abrió la boca sorprendido.

-¿Crees que yo no disfruto esto?
Le indiqué que volviera a subir.

-Solo ven acá.- insistí.

No estuvo contento, pero subió y besó mis labios.

-Quiero que follemos.

Ross solo sonrió.
Pero sentí su erección volver a crecer.

-¿Ahora?-preguntó.- ¿Quieres que lo hagamos ahora?

Pasé la lengua por sus labios, mojandolos, humedeciendolos y luego lo besé.
Sabía que él tambien lo deseaba.
Me lo había dicho varias veces.

Enredé las piernas alrededor de su cintura.
Su erección me golpeaba ligeramente.

-Oh...-gimió. Cerró los ojos.- Ya estás muy húmeda...

Lo miré a los ojos, esperando que no pensara lo mismo que yo.
Negó con la cabeza.
El deseo le ganaba.

Descendió rápidamente por mi cuerpo, hasta que tuvo la boca cerca mis labios vaginales.
Yo no pude hacer nada.

-Ross...- lo llamé.

Me sonrió.

-Me toca a mí.- dijo.

Negué con la cabeza.

-Te dije que no.

-Porfavor...

Pasé la lengua por mis labios.
Él me lo hacía casi siempre, y yo quería tenerlo dentro de mí en ese mismo instante.

-Ahora tu vas a suplicar.- dijo.

Cerré las piernas y él las volvió a abrir.

Me excitaba verlo luchar por tan solo hacer esto.

Se mordió los labios y sin quitar la mirada de mí empezó a besar mi vagina.

Gimió y yo jadeé.
Su lengua era tibia.
Deliciosa.
Levanté las caderas.

Se separó y pasó su lengua por mis labios vaginales...
Lo sentí subir...
Levanté las caderas aún más y gemí.

Rió contra mi vagina.

-¿Te gusta?- preguntó.

Nisiquiera abrí los ojos.
Solo levanté más las caderas.
Su lengua volvió a recorrerme.

-Tu clítoris se ve hermoso...
Su voz ronca y llena de lujuria...
Abrí los ojos.
Y me quise levantar.

-No, no...- dije.- Me correré facilmente si tan solo lo tocas.

Verlo gimiendo, gritando, frunciendo el ceño y retorciendose me había excitado demasiado.
Hasta sentía mi clítoris palpitar.

Me besó una vez más la entrada...

-Entonces no quieres que sea facil.- su sonrisa pícara me excitó aún más.- Yo te lo haré dificil ahora...

Hundió su rostro entre mis piernas, y sus labios empezaron a hacer su doloroso pero placentero trabajo.

-¡Oh!

No empezó lento.
Fue rápido, bruscó pero sin hacerme daño. Perfecto para excitarme y hacerme gritar.

-Ross...Ross.
Lanzé la cabeza hacia atrás.

Pasó su lengua una vez más, me hacia cosquillas...

-¿Quieres que juegue con tu clítoris?

No me dió tiempo para responder.

Chupó mi clítoris.

-¡Ah! ¡Ross!

Lo lamió.
Y jugó con su lengua alrededor de él.

Bajé las manos hasta su cabello.

Quería que parara, pero al mismo tiempo no quería que lo hiciera...

Mordió mi clítoris.
El placer se apoderaba de mi a gran velocidad.

Grité y levanté las caderas.
Sacó su boca.
Se mordió los labios con la sonrisa en el rostro.

-Tu coño está buenisimo.

Cerré los ojos, fruncí el ceño y gemí.
Movió su lengua hacia arriba y abajo.

Sentí como mi propio cuerpo me decía cuandos segundos me quedaban antes de tener el primer orgasmo...
Me iba a correr.
Lo sentía venir.
Como pequeñas oleadas de placer que se hace más grandes cada vez.

Pero luego se levantó y se colocó de rodillas a unos cuantos centímetros de mí.

Estuvo allí viendome gemir mientras yo trataba de controlarme y entender lo que pasaba.

Lo miré a los ojos confundida.
¿Qué esperaba?
¿No me iba a dejar allí o si?

-¿Te correrías para mí?- preguntó.

Fruncí el ceño.

-¿Qué?

Me sonrió.
Tomó mis manos y las colocó sobre mi sexo.

-Quiero ver como te haces correr.

Me quedé allí, sin expresión.

Ya había entendido, pero...

-Yo no sé como...hacerme correr...

Sonrió burlonamente.
"Ahora no me hagas esto"

-Sin embargó sabes como hacerme correr perfectamente.

-Ross...- lo quería sobre mí denuevo.

-Solo pasa los dedos por tu jugoso coño y veras que no podrás parar.

Seguí inmovil.
Tragé saliva.

Puso los ojos en blanco.
Cogió mis manos. Y pasó mis dedos por mi entrada vaginal.

Mis pequeños y delicados dedos me hicieron sentir el placer aún más.

-Así. Ahora continúa haciendolo. Arriba y abajo...mójate los dedos...

Pasé los dedos una vez más.
Los deslicé sobre mi húmeda entrada vaginal.

Cuando llegué hasta arriba toqué accidentalmete mi clítoris.

-¡Oh!- gemí.

No sabia que yo podía hacer esto.

Oí a Ross respirar dificultosamente.

Subí la mirada hacia él.

Su mirada de excitado me ponía aún más.
Bajé la mirada por su cuerpo hasta llegar a su grande polla.

Moviendose, buscando algo a que follar.

Yo quería ser ese algo.

Me lamí los labios.

Moví los dedos más rápido.
Imaginé que era él el que me tocaba.
Cerré los ojos para que sea más fácil.

Dejé a mis gemidos escapar.
Lanzé la cabeza hacia atrás mientras jadeaba.

Con mucho cuidado fuí introduciendo un dedo en mí.
Me mordí el labio.
¡Sí!

Oí los jadeos de Ross.
Se moría por tocarme.
Lo sabía.

Apreté más los ojos.
Imaginé que era el pene de Ross el que estaba dentro de mí.
Lanzé un grito mientras lo imaginaba dentro de mí.

-Sigue, sigue.- me dijo.

Moví mis dedos más rápido.
Llevé mi otra mano a mi clítoris y empezé a darle pequeños toques.

El sonido de algo frotandose me hizo abrir los ojos.

Oh Dios Mio.
Cerré mis ojos.
Simplemente no podía verlo mansturbarse delante de mí.
No sabía porque, pero simplemente no podía.

-__________...- gimió.

Respondí con un gemido.

Era ridículo que ambos estuvieramos haciendo esto cuando nos teniamos al frente del otro.
Pero no dejaba de ser extremamente excitante.

Arqueé la espalda cuando empezé a sentir el orgasmo.

Y le pedí a Ross entre susurros, gemidos y jadeos que se encargara él.

Metió 2 de sus dedos en mi vagina y con la otra mano empezó a golpear mi clítoris.

-¡Oh! ¡Oh! ¡Oh!

Dejé que el orgasmo me consumiera.
Bajé las manos para indicarle que me tocara justo donde quería sentirlo.

Colocó sus dedos justo en el punto que quería.

-¡Sí!- grité.

-Córrete...

Me chupó rápidamente.

-¡Ah!

-Vamos, preciosa...

Creí que había tocado el cielo.
Hasta levanté las manos y sentí las nueves.
El calor se apoderó de mí.
No podía pensar con claridad.
Solo sabía que mientras gritaba más me liberaba más.

Mi último grito fue con toda mi fuerza.
Hasta yo me sorprendí.

Empezé a sentir el peso desaparecer, y como me iba tranquilizando.

Inhalé y exhalé.
El pecho me subía y bajaba.
Los labios de Ross se posaron sobre mi vientre.
Subió hasta mis labios.

-Bien hecho, preciosa...
Me besó, obviamente felicitandome por eso.
Tiró de mi labio inferior.

Pasó sus manos por mis brazos.

-Eres la mujer más sexy que hay en este puto mundo.

Sonreí cansada y le dejé un corto beso en los labios.

-Tu eres el hombre más sexy que hay en este puto mundo...

Me besó una vez más.

-Eso ya lo sabía...- rió.- No debería ser legal que 2 personas extremadamente sexys salieran.

Le coloqué el cabello hacia atrás.
Y observé su cansado y presioso rostro.

-Nosotros estamos casados, Ross.

Levantó las cejas.

-Tienes razón.

Lo golpeé divertida en el brazo.

Me sonrió.

Unimos nuestros labios una vez más.

-¿Alguna vez pararemos?- preguntó

Sonreí pegada a sus labios.

-No lo creo...

-Yo espero que no.

Sus manos descendieron lentamente.

Me jaló hacia èl y se recostó sobre mí.
Rápidamente me levantó y me colocó sobre él.

Besé su mentón.
Esta posición hacía que él pudiera tocarme con mayor libertad.

Yo amaba estár arriba.

Sus manos fueron a mi trasero.
Y empezó a tocarme sin quitar los ojos de mí.

Mis dedos se buscaron enredarce en su cabello.
Pero luego los bajé para poder tocar y besar cada parte de su rostro.

Le toqué los labios.
Algo inchados por todos los besos que nos habíamos dado, pero seguían siendo perfectos.

Me mordió el dedo.
Lo quité rápidamente.

-Oye.- me quejé.- Yo te dejo tocarme y tú me muerdes.

Su risa era una de mis cosas favoritas.

-Tus dedos saben deliciosamente a tí.

Lo callé con un beso. Esta vez yo tiré de su labio inferior.

Me azotó levemente para que lo soltara.
Y volví a sentir su mano contra mi piel luego de 2 segundos.
Lo besé, pero volvió a azotarme.
Me despegué.

-¿Porque?- dije.

Me azotó nuevamente.

-Me gusta hacerlo.- respondió con una simple y encantadora sonrisa.

Sus piernas me rodearon las caderas.

Sentí perfectamente su erección.

¿COMO LOGRABA MANTENERLA POR TANTO TIEMPO?

Cerré los ojos y me mordí el labio.

Oí su hermosa risa.

-¿Señora Lynch, quiere follarme?

Mordí su mentón.

-Siempre lo hago.- respondí.

Sonrió.
Llevó su mano derecha a mi cabello y lo colocó hacia atrás.
Paso sus dedos por mi rostro.
Y me examinó centímetro por centímetro.

Me sentí tímida.
No superaba que Ross me mirara así.
Pero me obligué a seguir mirandolo a los ojos.

El era mi esposo, se supone que no debeía sentirme tímida frente a él.

Delineó mis labios con sus dedos.
Y me dejó un beso allí delicadamente.
Sus ojos miel me decían tantas cosas.
Las amaba a todas.

-¿Me harías un favor?- preguntó.

Asentí porque no era capaz de encontrar mi voz y responder.
Me besó una vez más con cuidado y delicadeza.

-Hazme el amor, no me folles.

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