Reveses de la vida© [COMPLETA]

By Therinne

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COMPLETA. Margarita una vez escuchó que el amor no debe provocar sufrimiento ni dolor. Que el amor, cuando es... More

BookTrailer
SINOPSIS
ADVERTENCIA
Elenco:
Reveses de la vida
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42 (FINAL)
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NOTA DE AUTORA

Capítulo 15

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By Therinne

Anchor - Novo amor

Tú no me conoces todavía bien, mi amor. Tú ignoras la profundidad de mi vínculo contigo. Dame tiempo, dámelo, para hacerte un poco feliz. Tenme paciencia, espera a ver y a oír lo que tú eres para mí.

—Gabriela Mistral

«¿Y si ella siente lo mismo que yo?, ¿y si solo le hablo de mis sentimientos sin intenciones de nada?», se inquirió él, expuesto a una gran encrucijada. Pues no sabía qué era lo que de verdad lo detenía: Si era miedo a dejarse expuesto o el terror a perderla. No obstante, ante la paradoja de lo que su miedo y su corazón le dictaban; decidió, como una vez Javier le dijo, lanzarse al abismo. Porque lo valía.

Margarita lo valía.

—¿Sucede algo, Andrew? —inquirió ella, esbozando una sonrisa y fijando su atención en el aludido, mismo que de un segundo para otro se mostró nervioso.

El aludido abrió su boca como un pez fuera del agua y al parecer las palabras se habían quedado perdidas, en alguna parte de su atontado y enamorado cerebro. Esbozó una sonrisa ladeada y sacudió la cabeza, soltó una risita y se vio tentado en idear alguna mentira. Como desearle feliz noche o enviarle saludos a Melissa. Se vio también, por largos y extenuantes segundos, apabullado por la amalgama de sentimientos que ella le generaba: inseguridad, miedo, emoción e ilusión ante la posible aprobación y aceptación de ella, sin embargo, ¿y si era muy pronto?

—Yo quería, quiero decirle algo —repuso. ¡Santo cielo!, se sentía torpe y hasta creyó que comenzaba a transpirar. ¿En qué momento regresó a la secundaria? Margarita dio un leve asentimiento, dándole luz verde. Él la detalló por otro par de segundos más y notó que el nerviosismo comenzaba a revelarse en ella por medio de sus mejillas arreboladas y en el brillo de sus ojitos verdes. «¡Al diablo todo!, si no lo hago ahora me voy a volver loco», cerró los ojos una fracción de segundo y dio un salto al vacío—. Desde que la conocí, creo habérselo comentado antes, pero lo que quiero decir es que usted me simpatizó casi de inmediato... —Ella esbozó un divertido: Okay. Andrew soltó otro suspiro y siguió—: Y conforme la he ido conociendo más, ese sentimiento se ha intensificado... —¡Jesús!, saboreó el miedo como nunca antes, era tanto que se le revolvió el estómago.

—Gracias, ha sido mutuo —respondió ella, pasando saliva con dificultad y tratando de mantener sus nervios a raya, los cuales por algún motivo desconocido se habían escapado de su escondite.

—Eso me tranquiliza —dijo a son de broma, pero era la verdad—. Pero temo que mis sentimientos y mi agrado por usted... —Andrew rebuscó en su mente las palabras adecuadas y entretanto Margarita aguantó la respiración y sus labios se entreabrieron un poco, percibiendo una sensación extraña en el vientre y que se explayaba en toda su espalda. No obstante, alguien dio golpecitos a la ventada del lado donde iba Margarita.

Ambos miraron en dicha dirección y era Melissa quien los estaba saludando, pidiéndoles que bajaran porque adentro había una fiesta que ellos no se podían perder. Este par de despidió con un dejo de incomodidad, pero no por la reciente plática y lo que posiblemente podía implicar, sino por no haberla concluido. Asimismo, lo que acaba de pasar Andrew lo tomó como una señal del cielo, que le decía que debía esperar otro poco más.

Entró a la casa de su amiga y saludó a unos cuantos conocidos, compañeros de la escuela. Pero luego de interactuar por unos minutos, se fue a la cocina porque ahí no había personas y necesitaba tener un momento a solas, para poder repasar su reciente conversación con Andrew.

Cerró los ojos y sintió algo extraño en el pecho.

—¿Qué haces aquí? —inquirió Melissa, en sus manos traía un par de cervezas y Maggie, sin pensárselo mucho, aceptó la bebida. Porque intuyó que el alcohol sería lo único que lograría relajarla y darle el suficiente valor para contarle a la recién llegada lo que sospechaba que Andrew quería ¿confesarle?

—Tuve una plática muy extraña con Andrew —soltó ella. Miró a los ojos a su mejor amiga y tras darle un sorbo a su bebida, añadió—: Creo que le gusto.

Y decirlo le causó un cosquilleo en toda piel.

—¿Crees? —cuestionó con incredulidad su amiga, aguantando la carcajada—. ¡Pero si lo tienes cacheteando las banquetas! —exclamó—. Es tan obvio. Pobrecito, se pone todo rojo y nervioso cuanto están juntos.

—¡Melissa, no digas esas cosas! —exclamó, luego frotó su rostro e ignoró las náuseas en su estómago. Se sentía preocupada—. ¡Dios!, ¿sabes lo que esto significa? —Su amiga sacudió la cabeza al tiempo que le dio un trago a su bebida y Maggie la imitó.

—Sí, que vas a decirle que también te tiene loca y que quieres que te tome en sus brazos y te haga suya... —murmuró, elevando las cejas con sugestividad. La pelirroja sacudió la cabeza y se abochornó, su amiga la apuntó con el dedo y se rió.

—No digas disparates —espetó, dando otro trago.

—Vos sabes que no lo son, ¿por qué no lo aceptas? —expresó y la observó.

—Es que..., es muy pronto —chilló, como si lo que Melissa le proponía fuera una locura, esta sacudió la cabeza, en total desacuerdo con la afirmación de Maggie. Dejó la cerveza en la mesa y se plantó frente a la pelirroja.

—¿Pronto para qué?, ¿para que tomes la vida por los cuernos y hagas lo que se dé la regalada gana?, discúlpame pero a mí no me parece que sea demasiado tarde para que puedas por fin estar en una relación amorosa en donde van: a cuidarte, a tratarte como la reina que eres, que van a amarte y a demostrarte lo importante que eres —enumeró con los dedos—. Discúlpame, pero creo que debes dejar el miedo que sientes y admitir que ya no sientes nada por tu ex desde, ¿qué?, ¡nunca!, y que te sientes más aliviada de haber roto tu compromiso que por el dolor que te generó la traición.

Margarita se lo pensó un poco, soltó un suspiro y sacudió la cabeza.

—Sí, tienes la razón, la traición de Matías ya no me duele como en un principio y el hecho de no amarlo ha ayudado muchísimo. Pero..., eso no significa que no me molesta e indigna el haber perdido tantos años de mi vida a su lado y es eso lo que no quiero que me vuelva a pasar. No quiero volver a perderme, menos ahora que me sigo buscando. Ese sería mi fin, Melissa.

—Entiendo, créeme que entiendo que tienes miedo de repetir tus errores, pero por ese miedo no puedes condenarte a la soledad eterna. Porque Andrew no es Matías y además, crees, en verdad Margarita, ¿crees que te pasará lo mismo con el bebecito de Andrew? —cuestionó al tiempo que negaba.

La aludida soltó un suspiro, sentía la cabeza revuelta y sus sentimientos no estaban diferentes. Hundió sus hombros otro poco y anunció que se iría a dormir, su amiga no hizo nada pues sabía que con presionarla no lograría nada. Se dieron un abrazo, se desearon feliz año y la dejó irse a la habitación de invitados que antes ocupó.

Y ya dentro de las tibias sábanas rememoró su vida al lado de Matías. Quiso comparar a ambos, pero pronto descubrió que aparte de compartir el sexo, no tenían ningún otro parecido. Descubrirlo fue reconfortante, si era sincera.

Tomó su móvil con la intención de enviarle un mensaje a Andrew, para saber si ya había llegado a su casa, sin embargo, cuando desbloqueó la pantalla se encontró con un mensaje de texto de su madre, en donde la estaba invitando a desayunar.

Soltó un bufido y se vio tentada en rechazar la invitación, sin embargo, a fin de cuentas era su madre y quería también ver a su papá. Se decantó por poner la alarma y con pesar aprovechó las pocas horas que le quedaban de sueño.

Y en los cuales Andrew Gutiérrez ponderó todo.

N/A: Dedico este capítulo a una querida lectora accdyzz gracias linda, por tu apoyo y espero que hayas disfrutado este capítulo.

Y X10000000000 a todo lo que le dijo Melissa. Porque es lamentable ver como el miedo a cometer errores o repetirlos, nos paraliza a hacer o aceptar cosas o personas que nos harán bien.

¿Qué consejo le darían a Margarita? Imaginen que es una amiga muy querida de ustedes.

¡Nos leemos pronto!

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