Di un largo respiro y moví la manija de la puerta. Y de un momento a otro me encontraba dentro del consultorio.
-¿Necesita algo?- dijo el doctor
-Yo... Emm... Bueno- empecé a decir. -¿Usted fue el doctor de Zac cuando tuvo su accidente?-
-Si- dijo -trágica historia la suya-
Trague con fuerza antes de seguir hablando.
-¿Que fue exactamente lo que paso?- El doctor me examinó y me indicó que tomara asiento.
-El tuvo un accidente en una motocicleta, se fracturó dos costillas, se fisuró la pierna derecha. Un esguince en el cuello y 38 puntadas en todo el cuerpo.- dijo recordando como si fuera una receta de cocina.
-¿Y por que chocó?- pregunte
- Según los testigos no logró frenar a tiempo y voló por los aires hasta romper el vidrio de una tienda-.
-¿Pero por que iba tan rápido?- pregunte.
El doctor juntó sus manos sobre el escritorio y me miró fijamente.
-Usted tiene demasiadas preguntas-
-Solo necesito saber porque?- dije en un tono triste.
-Yo ya te dije todo lo que te puedo decir, y si supiera más no podría decirte por la confidencialidad "doctor-paciente"-. dijo.
-Por Favor, solo necesito eso- dije juntando mis manos.
-¿Porque?-
-Porque eso puede salvar mi relación- dije en un tono bajo.
La piel se me erizó cuando escuchamos como la puerta se cerraba.
-¿Que dijiste?- escuché la voz de Zac a mi espalda.
Trague con fuerza y miré al doctor en busca de ayuda.
-Me estaba contando que ustedes tienen una relación- dijo el doctor sin quitar los ojos de mi.
-La tenemos- dijo Zac mientras me plantaba un beso en la mejilla.
El doctor no quito la vista de mi por un tiempo. Hasta que la enfermera llegó con las radiografías.
-Al parecer tiene una pequeña fractura en el hombro- dijo el doctor revisando las radiografías. -Tendrás que descansar dos semanas y tomar estas pastillas-. Dijo entregando una caja con unas pastillas color azul.
-Zac, no vas a poder jugar- dije tomándolo de la mano.
-No me importa, podré estar contigo-. Apretó mi mano.
No entendía, debería estar contenta, debería estar feliz de saber que podré tener tiempo con Zac, pero no lo estaba. Parecía que me estaba enterrando una daga.
Fuimos a su casa y nos quedamos en una pequeña banca en su jardín. Los chicos habían llegado y estaban haciendo pases frente a nosotros.
-¿Que tienes linda? Te veo triste- dijo Zac.
-Estoy bien- dije y apreté levemente su mano.
-Sabes que puedes contarme cualquier cosa ¿verdad?-
-lose- me recargue en su hombro y cerré los ojos. Necesitaba saber que todo estaba bien, en serio necesitaba pensar eso.
-Summer- dijo Zac en ese tono de voz que me arrullaba y tanto me encantaba.
Abrí los ojos y lo vi viendo al horizonte.
-En dos semanas será la cena del campeonato de americano, será una cena antes de la gran final- empezó a decir y se giró a verme. -Me haría muy feliz que fueras conmigo- dijo con los ojos llenos de esperanza.
Pero no lo decía como si quisiera invitarme, sino como si quisiera asegurar que fuera. Como si tuviera un presentimiento de que yo no iría.
Tome su rostro entre mis manos y el cerro los ojos, acerque mi cabeza hasta pegar mi frente con la suya.
-Claro que voy por ti- dije y lo bese. Sentí sus manos en mi cintura mientras me acercaba mas a él.
-¡Dios consíganse un cuarto!- gritó Rich y nos separamos. Pero me tomó de la mano esperando a que no me fuera.
-Summer, ya nos vamos- dijo Alex
Me levante pero Zac no me dejo moverme.
-¿Que tienes?- pregunte
-Dime que me amas- dijo
Me agache y lo bese como mejor sabia yo, tanto que tuvo que sostenerse del piso para no caer.
-Te amo- dije y me fui.
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Sentía como el frió me recorría el cuerpo. Me cerré la chamarra y metí las manos en los bolsillos. Al poco tiempo vi como el llegaba y se sentaba a lado mio.
-Viniste- dije con un poco de esperanza.
-La última vez que nos vimos me dejaste sin terminar- dijo sonriendo.
Se sentó en su columpio pero se giró para verme.
-Pero se que no me pediste venir al parque a las once de la noche en día de escuela para terminar de escuchar mi historia- dijo Daniel.
-Ya no se con quien más hablar-
-Tu novio ¿talves?-
Lo fulmine con la mirada pero el no pareció importarle.
-Hace dos días me invitó a una cena de americano- dije mientras veía como salía humo blanco de mi boca por el frío de la noche. -Pero el me lo pidío como si no tuviera esperanza de que yo fuera a ir-
-¿Vas a ir?- pregunto
-Si- conteste
-¿Entonces cuál es el problema?-
-Le estoy causando dolor-
-Ya veo contesto-
-También le había prometido que dejaría de buscar sobre algo que hizo hace mucho tiempo y rompí mi promesa-
-Las promesas no son fáciles de cumplir- dijo
-Pero por algo las hacemos- conteste.
Me gustaba estar ahí con él. Me hacia olvidarme de todo por un momento y hacerme cuestionar todo. Me sentía como alguien muy inteligente por siempre tener una respuesta a su forma de ver la vida. No había ido antes a verlo, por que no quería molestarlo. Pero estas últimas noches mientras trataba de dormir escuchaba la voz de Zac en mi cabeza con ese tono de voz lleno de dolor pidiéndome que le dijera que lo amaba con tanta desesperación, que necesitaba que alguien me dijera que no era tan mala como yo me sentía.
-Veo que tienes mucho frió- dijo y yo asentí.
Se paró y me ofreció su mano.
-¿A donde vamos?- pregunte
-¿Confias en mi?- dijo y yo asentí.
Me llevo hasta la salida del parque donde vi un coche negro y me abrió la puerta.
Daniel rodeó el coche y entró en el dejando su chamarra en el asiento de atrás. Prendío el coche y nos fuimos. Cuando estábamos en un semaforó prendió la radio y sonrió al escuchar una canción.
-¿Te gusta esta canción?- pregunte
-Es mi favorita- dijo dando golpecitos en el volante al ritmo de la música.
-No lo puedo creer, también es mi canción favorita- dije mientras ambos empezamos a cantarla.
Llegamos a un pequeño café y me llevó a ver una barra enorme con todo tipo de postres. Pasteles, galletas, donas.
La tienda tenía ese olor tan delicioso y un calor perfecto para la noche.
Pedimos un café y unas donas y nos fuimos a sentar a una mesa junto a la ventana.
-Sabes, podríamos hacer esto más seguido- dijo y le dió un trago a su café. -Ya sabes, sin que tu tengas problemas obviamente-.
-¿Te digo la verdad?- dije y el asintió. -Desde hace mucho no me divierto así. Siempre buscaba aventuras nuevas para contar, pero ahora parece que mi vida se ha resumido a puros problemas- dije mientras le daba una mordida a mi dona.
-¿Te digo la verdad?- dijo y yo asentí.-También me gusta estar contigo. Siento que me entiendes-
-Sabes, ya no quiero hablar de mis problemas- dije -cuéntame que ha sido de ti en este tiempo-
El sonrió y empezó a contarme sobre el año que se fue a estudiar a otro país.
Nos quedamos ahí hasta que cerraron la cafetería y Daniel se ofreció a llevarme a mi casa.
Fuimos a la caja para llevarnos más donas con el pretexto de vernos después, mientras esperábamos a que la señora nos diera las donas se quedo mirándome fijamente.
-Tienes un poco de azúcar en el labio- dijo y con su pulgar la quitó en un ágil movimiento. Poco a poco se acercó a mis labios hasta que trato de besarme y yo lo detuve.
-Tengo novio- dije y el se movió.
-Lo siento, no se en que estaba pensando- dijo y pagó rápidamente las donas. Me abrió la puerta del coche y yo entre y esperé a que el entrara también.
Puso las llaves pero no encendió el coche. Se giró a verme y bajo la vista. -Enserio lo siento- dijo mientras se acercaba a mi.-Es solo que tu me haces sentír diferente, me gusta como eres- Dijo mientras me miraba a los ojos y se acercaba cada ves más a mi.
La diferencía fue que esta ves no lo detuve, solo cerré los ojos cuando sentí sus labios contra mis labios. Sus labios sabían a café, pero sus labios no eran como los de Zac, dulce y suaves. No eran los de él. Pero sin embargo yo no hacía el mínimo intento para alejarlo.
No hasta que me di cuenta que gracias a este beso, había dicho por última vez a Zac que lo amaba realmente hace solo dos días.
Hasta que reaccione y comprendí todo lo que mi hermano había dicho de mi alguna vez, que yo iba a lastimar a Zac de una manera o la otra.
Pare hasta que sentí la primera lágrima bajar por mi mejilla y lo empujé lejos de mi. Sabia que ya no podía cambiar nada. Me tapé el rostro con las manos y escuché como Daniel le pegaba al volante de su coche enfurecido por lo que hizo, o tal ves por que lo pare. Pero ya no podía hacer nada, lo había traicionado y cuando el más me necesitaba.
Comencé a llorar y susurré su nombre como si fuera la última frase como si fuera lo último que yo diía
-Zac, lo siento-
-Zac, te amo-