A STORM LIKE HER ━ Gale Hawth...

andreasinfinity द्वारा

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A STORM LIKE HER | Thyra sabe que no puede rendirse, porque si lo hiciera, la muerte de su hermana Eyna no ha... अधिक

A STORM LIKE HER
BOOKTRÁILER
ACTO PRIMERO
  i. Juegos de palabras
  ii. El nuevo destino de Thyra
  iii. Los Juegos del Hambre
  iv. El chico de los ojos grises
  v. El caos de la chica en llamas
  vi. El odio que nos une
  vii. El juego del traidor
  viii. Grábalo
  x. La caza del cobarde
  xi. Rosa roja
  xii. Negro
  Epílogo: Por Eyna
ACTO SEGUNDO
  i. Distracciones
  ii. Algo personal
  iii. Que comience el Juego
  iv. Hoy no
  v. No cometen errores
  vi. Comandante al mando
  vii. Voy a por ti
  viii. El caos está aquí
  ix. Acércate
  x. Un mundo mejor
  xi. Con vida y con traición
  Epílogo: Panem libre
ACTO TERCERO
  i. Volver a casa
  ii. En nuestra nueva casa
  iii. Primera pesadilla
  iv. Con ella
  v. Sanar
  vi. Sí quiero
  vii. Baila conmigo
  viii. Derecho y deber
  ix. No voy a perderte
  Epílogo: Una tormenta como ella
ACKNOWLEDGMENTS

  ix. Si nosotros ardemos, tú arderás con nosotros

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andreasinfinity द्वारा

CAPÍTULO NUEVE: SI NOSOTROS ARDEMOS, TÚ ARDERÁS CON NOSOTROS

BEETEE ME DIO UN transmisor y ordenador portátiles antes de salir. Son tan pequeños como una sola tableta y caben en el bolsillo de mi chaqueta. Con eso y con el rifle, me adentro en el garaje de munición. Camino hasta el avión. Effie y Gale están delante de mí.

—¿A que es guapo tu camarada? —me pregunta ella con una sonrisa.

Miro a Gale de arriba abajo. Lleva un traje negro y no le queda mal la ballesta que le ha dado Beetee. Miro hacia otro lado al responder.

—Precioso.

Creo que no sabe si estoy siendo sarcástica, pero subo al transporte antes de que puedan decir nada.

Boggs y Katniss llegan en seguida y todo el resto sube.

—Volved sanos y salvos —nos pide Effie desde abajo.

Heavensbee nos presenta al equipo de grabación. Crésida, Mesala, Cástor y Pólux, el mudo, se presentan a Katniss.

—Cinturones, vamos —dice Boggs.

Me siento al lado del comandante y Crésida me mira.

—Soy Thyra —les digo—. La hacker de Coin.

Ella eleva sus pálidas cejas.

—¿Vas a hackear algo? —No sé si se está burlando de mí.

—Espero que no sea necesario.

La nave nos desciende al suelo no mucho después. Creo que me dormí durante todo el trayecto.

—¡Tiene que ser rápido! —nos grita Boggs—. ¡Entrar y salir!

Así que es así como salimos corriendo de la nave y nos agachamos mientras vuelve a subir al aire. El pelo se me mantiene en su sitio gracias a la coleta y no puedo creerme que no esté toda despeinada.

—¡En marcha!

Ni siquiera me da tiempo a mirar a mi alrededor. Boggs nos guía entre edificios derruidos y yo agarro el rifle con manos congeladas, porque no me atrevo a soltarlo.

Gale y yo nos quedamos tras Katniss cuando una mujer de piel oscura se acerca a hablarle.

—¡Estás viva! —le dice—. No estábamos seguros.

Boggs las presenta.

—Esta es la comandante Baylor, del Distrito Ocho. Katniss aún no se ha recuperado pero ha insistido en ir a ver a vuestros heridos.

—Pues será por heridos.

Todos avanzamos dentro, y una vez que se corre el plástico que cubre la entrada, siento cómo me quema la nariz con el olor a podredumbre. Cuerpos de muertos se apilan en el suelo, uno al lado de otro como si este fuese un cementerio improvisado.

—Tenemos una fosa común a unas cuantas manzanas al oeste de aquí —nos dice Baylor—, pero, como es obvio, no puedo dedicar hombres a trasladarlos. El hospital está detrás de esa cortina —añade, señalando al frente. Se gira hacia Katniss—. Cualquier esperanza que puedas darles es poca. El Capitolio ha hecho lo posible para desmoralizarlos.

—¿No te preocupa tener a todos los heridos en el mismo sitio? —pregunta Gale.

—Creo que es mejor que dejarlos morir.

Intento no mirar a los muertos a mis pies, pero es casi imposible. Voy a tener pesadillas con la sangre y los ojos cerrados. No puedo. Me doy cuenta de que esto sí que es una guerra. Pensé que me quedaría bajo tierra, pero el rifle entre mis manos rígidas me hace darme cuenta de lo contrario.

—No me refería a eso —indica Gale.

—Bueno, no se me ocurre otra cosa, si tenéis alguna sugerencia soy todo oídos. Es por aquí.

Por fin corre las cortinas y dejo atrás a los muertos, pero lo que veo delante de mí no es mucho mejor. La multitud está en todas partes del concurrido hospital, si se le puede llamar así, y la gente intenta ayudar a los enfermos y heridos, que gritan, lloran y se mueven y retuercen entre el caos y la porquería. Miro a Gale un momento. Su rostro duro observa todo casi no inmutándose, pero sus ojos me dicen que sufre y se le reconcomen los adentros tanto como a mí.

—No me grabéis aquí —pide Katniss en un susurro ahogado—. No puedo ayudarles.

—Sólo deja que te vean —la convence Crésida.

Ella se adentra dentro y yo detrás. Llega un hombre corriendo. De piel oscura y de pelo corto y negro.

—Se ha caído un servidor —le dice a Baylor.

Ella suelta un taco.

—Puedo ayudaros, soy la hacker de Alma Coin —le digo con una pequeña sonrisa—. Algo sé de informática.

Ambos asienten y el hombre me guía a una sala pequeña. Creo que me alegra alejarme de los heridos un poco, pero puedo verlos y oírlos a través de la puerta abierta y del cristal que nos separa en la pared.

El hombre me señala unos ordenadores y yo me siento en una silla mugrienta a teclear un rato. No sé para qué pueden querer utilizar estas antiguallas, pero me doy prisa en intentar trabajar lo más rápido que puedo.

Me mantengo absorta en código binario y encriptación del servidor durante un rato. El hombre se queda pacientemente detrás, mirando qué hago. Quizás intentando aprender algo de cómo se mueven mis manos sobre el teclado.

Entonces las voces al otro lado callan. Miro arriba para ver a Katniss hablando con otros heridos, y entonces todos levantan las manos en el singo de la rebelión. Justo entonces, el proceso termina y se resetea el servidor. Me giro para mirar al hombre.

—Listo.

Él asiente, absorto aún en lo que está pasando afuera. Me acompaña afuera y me junto con Gale. El hombre le susurra algo a Baylor y ella asiente.

Mi pantalla pita cuando nos dirigimos fuera del hospital. La miro, pero no veo nada.

—¿Todo bien? —me pregunta Gale.

Pulsar un par de botones y susurro un "joder" lleno de ira. Me duele el pecho de repente.

—Tenemos un problema —aviso y Boggs se gira inmediatamente—. Se acercan bombarderos por el norte.

Tecleo lo más rápido que puedo, pero la limitada pantalla lo hace muy difícil. Veo el pánico en la cara de todos y miro hacia abajo y sigo trabajando inmediatamente.

—Debemos ponernos a cubierto —dice Boggs—. Walsh, ¿hay algo que puedas hacer?

Suspiro.

—Si se acercan lo suficiente puedo intentar inutilizar los radares, pero... No sé si será demasiado tarde entonces.

Él asiente y mueve el brazo.

—Allí hay un búnker —dice Baylor.

Todos corremos, pero yo sigo intentando mirar mi pantallita y Gale tiene que sujetarme del brazo para que no me caiga de bruces al suelo mientras intento seguirle el paso al grupo.

Activo las alarmas del distrito e intento localizar a los bombarderos, pero este cacharro no es el más rápido y no me da tiempo. Gale me mete dentro de un edificio.

—Déjalo —me pide.

Asiento y dejo caer el brazo. Corremos tras los demás y Baylor nos indica que bajemos las escaleras tras ir todo recto.

Oímos disparos, Katniss echa a correr hacia una abertura y todos gritamos su nombre. Gale corre tras ella y yo detrás de él.

Se agachan contra la pared y miran, pero yo tomo cubierta y tecleo sin pausa de nuevo.

—¡Gale, apartaos del muro! —grita Boggs.

Gale tira de mi brazo justo a tiempo. Cae sobre mí, pero me libro de que impacten contra mi cabeza los escombros que acaba de generar una explosión. Los tenemos encima.

Me pitan los oídos, pero Gale se gira a Katniss, que se ha llevado la peor parte. No sé por qué Gale se ha girado hacia a mí y no hacia ella. El Sinsajo dice que está bien y conseguimos levantarnos.

Sin embargo, un zumbido me hace mirar hacia atrás. Se nos viene un pedazo de columna encima.

—¡Moved el culo!

Los tres corremos a la izquierda y nos separamos del resto del equipo. Nos asomamos afuera.

—Se dirigen hacia el sur —dice Gale.

Asiento.

—Hacia el hospital —añade Katniss.

—¡Mierda!

Tecleo con nerviosismo y por fin consigo desactivar el radar de uno de los bombarderos. Ese ya no puede disparar hasta que lo reconfiguren, pero el otro va a dejar caer la bomba en cualquier sitio.

—He desactivado uno, pero sólo durará un tiempo.

—Están dando la vuelta, ¡vamos! —dice Katniss—. Tenemos que parar al otro.

Corremos entre escombros hasta una azotea. Nada más llegar a ella, comienzan las explosiones. Gale agarra mi brazo y nos agachamos a la vez. Le oigo soltar un "joder" muy sonoro que conjunta con la cara de horror de Katniss.

Avanzamos un poco, pero entonces uno de los bombarderos nos dispara desde arriba y Gale nos empuja a las dos al suelo. Katniss jadea con enfado a mi lado, como si le molestara su forma de protegerla, pero yo se lo agradezco internamente porque nunca he estado en una situación como esta y no tengo los reflejos suficientes.

Entonces, hay otra explosión. Me llevo la mano a la boca y ahogo un grito de horror.

—¡Es el hospital! —grita Katniss—. El objetivo es el hospital.

Nos levantamos y yo les sigo con terror. Ambos preparan sus armas, pero sé que mi rifle de asalto no le hará nada a las naves.

—Quédate atrás —me susurra Gale—. Tú ya has desactivado uno de sus radares.

Asiento mientras se gira, pero es obvio que no me puede ver. Se concentran en las naves, que parecen girar para matarnos a nosotros ahora.

Katniss alza su arco y Gale sube la mirilla de su ballesta a la altura de su ojo derecho. Yo reafirmo el rifle en mi mano, lo cual es inútil. Contengo el aliento mientras apuntan. Las naves se acercan más y más a nosotros, y el ruido de sus motores hace que me duela más incluso el estómago. Puede que haya hecho que uno de ellos no pueda disparar bombas, pero sí va a poder lanzarnos más proyectiles.

Y eso es lo que hacen, disparan, pero Katniss y Gale también lo hacen. Le dan a una de las naves, la cual tuerce su trayectoria e impacta contra la otra a nuestras espaldas.

Bajamos de la azotea y volvemos al exterior. Katniss llora, y aunque yo me siento a punto de hacerlo también, no soy capaz.

No queda nada del Distrito, y del hospital, menos. Gale y yo caminamos despacio hasta llegar hasta el resto del grupo, que nos miran con caras derrotadas.

—¡Ayudadlos! —vocifera Katniss, fuera de sí—. ¡Ayudadlos! ¡Sacarlos de ahí!

Me quedo junto a Boggs mientras Gale intenta detenerla. Corre hacia el fuego como si pudiera hacer algo.

—¿Katniss? —dice Crésida—. ¿Katniss? ¿Puedes decirle a todo el mundo lo que estás viendo?

La graba con una cámara. Ella se gira despacio.

—Katniss, ¿qué te gustaría decir?

Responde con la voz tan llena de rabia que casi consigue hacerme temblar.

—¡Quiero decirles a los rebeldes que estoy viva! ¡Que estoy en el Distrito Ocho, donde el Capitolio acaba de bombardear un hospital lleno de hombres, mujeres y niños desarmados! ¡Y no habrá supervivientes! ¡Y si creéis por un solo segundo que el Capitolio nos tratará con justicia, estáis muy equivocados! ¡Porque ya sabemos quiénes son y lo que hacen! ¡Esto! —grita, señalando atrás—. ¡Esto es lo que hacen! ¡Y tenemos que responder!

Calla de pronto y vuelve a girarse hacia la otra cámara.

—Tengo un mensaje para el presidente Snow: puedes quemarnos, bombardear nuestros Distritos hasta los cimientos. ¿Pero ves esto? —vuelve a señalar—. ¡El fuego se propaga! ¡Y si nosotros ardemos, tú arderás con nosotros!

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