11 | 𝖭𝗈𝗌𝗈𝗍𝗋o𝗌 𝗆𝖺𝗇𝗍𝖾𝗇𝖾𝗆𝗈𝗌 𝖾𝗌𝗍𝖾 𝖺𝗆𝗈𝗋 𝖾𝗇 𝗎𝗇𝖺 𝖿𝗈𝗍𝗈𝗀𝗋𝖺𝖿𝗂́𝖺
-¿Speedy? -Repitió Olivia una vez más, notando que el sokoviano no parecía poder reaccionar ante su voz. Se aproximó hacia él cautelosamente y volvió a tomar su muñeca, chequeando que efectivamente sus pulsaciones fueran correctas.
El platinado siguió con los ojos los movimientos lentos de la rubia, completamente alterado como para poder abrir los labios y emitir alguna respuesta coherente. Su cabeza aún trabajaba en comprender realmente la situación.
Había despertado repentinamente en una sala completamente blanca desde los cerámicos del suelo hasta las sabanas de su camilla. Tenía el pecho desnudo y unos pequeños parches conectando su cuerpo hacia una maquina que pitaba intermitentemente, probablemente contaba sus signos vitales, aunque no lo comprendía del todo.
Podía sentir el calor de las suaves manos de Olivia apoyarse cuidadosamente sobre su brazo, lo que lo llevó a reaccionar. -¿Qué sucedió? -Preguntó en primera instancia, escuchando su voz ronca salir por primera vez luego de tanto tiempo.
Olivia se apresuró a apoyar sus manos sobre su pecho y empujarlo nuevamente contra la camilla cuando el platinado tuvo intención de incorporarse. -Debes descansar -ordenó. Sin quitarle la mirada de encima, estiró su brazo y tomó su propio vaso de agua y lo aproximó hacia él-. Bebe, debes tener la garganta seca luego de...solo hidrátate.
Maximoff tomó el brazo con desconfianza y le dio un buen sorbo, sintiendo como el frío líquido le refrescaba la garganta. -Listo, ¿Qué sucedió? ¿Dónde estoy?
-Estás en el ala médica de la base de los Vengadores -murmuró cansada, si no podía ocultarle la verdad pues debía confesarse-. Ultrón te asesinó en Sokovia. Te trajimos hasta aquí y desde entonces Helen Cho te ha mantenido con vida.
Pudo ver en su expresión intranquila como la nueva información no parecía haber ayudado positivamente. Y lo suponía. Recibir esa clase de noticia luego de despertar de un coma no debía ser de lo más alentador.
-¿Yo...morí?
-Por unas horas si, pero intenté mantenerte con vida lo más que pude.
Pietro asintió inconforme, tenía muchas preguntas en mente que podría hacer pero simplemente sintió que nada lo haría sentir mejor. Sin embargo, algo le faltaba, podía percibir que algo a su alrededor estaba perdido. -¿A dónde está Wanda? ¿Ella está bien?
Olivia abrió los ojos más de la cuenta, dándose cuenta de que por supuesto, ella debía de notificar a la otra Maximoff sobre su hermano. -Claro, ella está bien, creo que ahora debería estar por entrenar. ¿Quieres que la llame? Puedo ir a buscarla.
-No -exclamó repentinamente, aunque el movimiento brusco de su sobresalto le provocó una punzada en el estómago que lo hizo retorcerse de dolor -, aún no la llames. -Murmuró.
-Oh, está bien, como tu quieras. -Olivia quiso ocultar la sonrisa que amenazaba con salir de sus labios dándose vuelta para tomar una silla y aproximarla hacia la camilla nuevamente.
-¿Qué sucedió con Ultrón? -Preguntó de repente, volteando su cabeza para observarla directamente a los ojos, provocando que se pusiera levemente nerviosa.
Olivia carraspeó y se pasó las manos por el cabello en busca de tranquilizarse. -Umh, Tony y Thor destruyeron Sokovia por completo y Visión exterminó al último Ultrón.
Pietro dejó caer su cabeza sin cuidado sobre la blanca almohada. Su ciudad natal. La ciudad en la que él y su familia había vivido, donde sus padres habían muerto, donde había terminado de criar a su hermana. Destruida. Le había dolido ver los edificios derrumbarse y las calles destruidas, pero la imagen de Sokovia reducida a cenizas era simplemente aterradora.
Destruir al nuevo villano había tenido su costo. Destruir a quien él había ayudado había costado demasiado caro, incluso casi le había arrebatado la vida, si no fuera por la pequeña vengadora frente a él. No podía evitar sentir que le debía más de lo que podía darle. Se sentía endeudado con quien había intentado asesinar sin plantearse quien era.
-Creo que ahora si quiero ver a mi hermana -murmuró lentamente, ahora tan solo necesitaba estar con su familia. No podía imaginarse como se sentía su melliza al respecto.
Olivia curvó los labios ladinamente y asintió. -Friday, por favor avísale a Wanda Maximoff que se aproxime al ala medica de inmediato -exclamó hacia la i.a que controlaba la base, recibiendo una afirmativa de inmediato-. Pronto estará aquí. Lamento mucho lo de Sokovia Pietro.
-¿Cómo está Wanda? -Indagó el contrario, evitando la pregunta.
Aquello no pasó desapercibido para la americana, sin embargo decidió dejarlo pasar. Pietro estaba pasando por mucho y comprendía si necesitaba digerir las noticias. -Ella está bien, es miembro oficial de los Vengadores ahora. Te ha estado extrañando mucho. Te visitó todos los días.
-Lo sé, podía oírla, a ambas. -Confesó el platinado con una pequeña sonrisa arrogante-. Quiero oír todo sobre ese agente que no le saca los ojos de encima a mi hermana.
-Créeme, el agente Díaz no intentará nada con tu hermana, es demasiado tímido como para actuar por su cuenta -Exclamó Olivia con una sonrisa, haciéndolo reír.
Repentinamente los sentidos de Olivia se activaron, por lo que quitó su mano del brazo del sokoviano y se enderezó en su silla al presentir que alguien se estaba acercando a su posición, posiblemente Wanda, por su fibra de energía. Efectivamente, segundos después la sokoviana ingresó en la sala agitada. Le tomó aproximadamente cinco segundos reconocer que su hermano estaba despierto y lanzarse a él, feliz.
Olivia tomó aquella acción como su señal de que era momento de irse y dejar a los hermanos ponerse al día. Después de todo, Wanda había pasado demasiado tiempo alejada de su gemelo a lo que acostumbraba, probablemente tenía mucho de que contarle.
Al salir del laboratorio, Olivia dirigió su mirada hacia la cámara plantada en el techo. -Friday, sella la compuerta, que nadie moleste a los gemelos. -Ordenó, recibiendo una afirmativa de parte de la inteligencia artificial.
Se sentía plena, el día apenas había comenzado y de la mejor manera. Contenta consigo misma se dirigió hacia la sala de entrenamiento, probablemente debería excusar la ausencia de su amiga al entreno de cada día con su padre, pero no importaba. Simplemente la extensa sonrisa genuina de Wanda se había implantado en su mente y la hacían feliz, después de todo, se merecía volver a ver a su hermano luego de tantas noches sufriendo su pérdida.
Sabia que su padre probablemente no le tendría tanta consideración a su llegada tarde tan solo por el reciente despertar de Pietro Maximoff, por lo que apresuró su paso hacia el gimnasio tan rápido como sus piernas se lo permitieron. Estaba emocionada. Por fin los asuntos relacionados a Sokovia estaban volviendo a la normalidad.
Cuando ingresó al gimnasio notó la ausencia de la mayoría de sus compañeros que normalmente estaría allí. En su lugar, se encontró tan solo con su papá que golpeaba un saco de boxeo débilmente, como si estuviera aburrido de cumplir la rutina una y otra vez.
Sin limitarse en ser ruidosa para marcar su presencia, se aproximó hacia su papá y lo abrazó de costado, tomándolo por sorpresa. -¿Qué sucedió con el entrenamiento?
-Creo que decidieron tomarse el día libre colectivamente, solo Wanda se presentó hasta que la llamaste -murmuró, tomando una pequeña toalla blanca para limpiarse el sudor del rostro-. ¿Sucedió algo?
Olivia sonrió abiertamente sin poder evitarlo. -Pietro, despertó.
El rostro del capitán se iluminó en genuina sorpresa. -Vaya, eso es bueno.
-Uhm. Si. -susurro Olivia, sintiéndose culpable de repente.
Wanda podía hablar libremente de su hermano, de su presencia, de su estado de ánimo y anímico pero ella no, porque aún Bellamy Kalevi seguía siendo un completo secreto para Steve. Olivia decidió que quizá que su padre sepa no haría demasiado daño, después de todo, él tenía derecho a saberlo, era su hijo. Y Steve jamás le perdonaría si le ocultara aquella valiosa información.
-Oye, pa, ¿Crees que podamos hablar un momento?
Steve volteó su rostro intrigado, sin embargo negó. -Es el segundo entrenamiento que te pierdes, creo que deberías entrenar primero -sugirió, moviéndose hacia un lado para dejarle a su hija el espacio libre frente al saco-. Podemos hablar mientras entrenas.
Olivia pensó que eso era lo suficientemente justo, por lo que sin decir ni una palabra buscó las cintas de gasa en el bolso de su padre y comenzó a enrollaras cuidadosamente en la palma de sus manos. Una vez preparada, se colocó firmemente al frente del saco de box y comenzó a golpearlo con fuerza, mientras este era sostenido por su papá.
Curiosamente, a pesar de que solía perderse la mayoría de los entrenamientos, le gustaba ejercitarse de esa forma, usando su fuerza física. No utilizaba sus poderes para fortalecer su masa muscular, solo sus puños. Disfrutaba canalizar sus emociones así, aunque eran contadas las veces en la que lo había hecho.
-¿De qué querías hablar, Liv? -Preguntó el capitán luego de unos cómodos dos minutos de silencio en los que solo se oía la respiración agitada de la rubia y los golpes secos en la tela del saco.
Olivia tragó en seco nerviosa, el momento había llegado. Se regañó a sí misma por no haber pensado con más tranquilidad que era exactamente lo que iba a decirle, pero ya estaba allí así que no le quedaba otra que improvisar su discurso sobre la marcha. -Anoche sucedió algo, bueno, alguien se apareció en mi habitación -comenzó, deteniendo lentamente sus golpes hasta que sus nudillos ya no llegaron a tocar la tela-. Era...Alison, mi mamá.
Rápidamente desvió la mirada de su padre hacia las paredes, no tenía el valor suficiente para observar su reacción, después de todo, no hablaban nunca de aquella mujer que los había abandonado a ambos.
-¿Y cómo te sientes con eso? -Indagó Steve, tomándola por sorpresa. Naturalmente esperaba que preguntara porqué se había aparecido o algo similar, ciertamente no esperaba que se preocupara por ella.
-Confundida, no vino a darme excusas sobre porqué me abandonó, ella solo me vino a advertir de algo -explicó, desenredando el vendaje de sus manos para tomar asiento. Steve ni siquiera la regañó por abandonar el entrenamiento-. Ella me dijo que algo va a suceder y que debo buscar a una persona.
Steve tomó asiento a su lado, justo detrás de las cuerdas del ring que Tony había hecho instalar allí. -¿A quién debes buscar? Yo puedo ayudarte, Olly.
Los ojos de Olivia se nublaron inmediatamente, sabía que aquella noticia alteraría a su padre de manera negativa. Sin estar en contacto con su piel ya podía sentir sus nervios de punta, estaba ansioso. -A Bellamy Kalevi -exclamó, levantando su mano en el aire, haciendo aparecer con sus poderes el archivo de SHIELD que Milanne le había entregado-, mi mellizo.
La mirada de Steve se tornó oscura. Con las manos temblorosas tomó el archivo de las manos de su hija y lo ojeó rápidamente. Su propio nombre estaba escrito en tinta tantas veces que incluso ya le sonaba extraño. Era su hijo, de ello no cabía ninguna duda, Bellamy había sido dado en adopción hacia dieciséis años atrás, pero su rostro era terroríficamente igual al de su hija.
Olivia se aproximó hacia él y rodeó su torso con sus pequeños brazos. Podía sentirlo temblar, aunque no podía descifrar su estado de ánimo, si estaba enfurecido o sorprendido. Sea lo que sea, Olivia apoyó la palma de su mano en su brazo desnudo y le trasmitió su propia tranquilidad, quedándose con su tormento de emociones.
-Él...¿Él sabe de nosotros? -Preguntó con más calma.
Olivia negó lentamente. -Alison no me lo aclaró, la eché antes de poder preguntarle -murmuró contra su brazo, toda la alegría que el despertar de Pietro le había provocado se había esfumado tan rápido que ni siquiera lo había notado-. Quiero buscarlo.
Steve asintió. Podía sentir que era algo que él también deseaba poder hacer. Quería conocer a su hijo. -Yo te voy a ayudar, lo vamos a traer a casa. -Determinó y Olivia no se atrevió a contradecirlo.
2 semanas después
Olivia despertó con la serotonina completamente alta. El día que tanto había esperado finalmente había llegado. Había estado contando los días con ansías, las horas, los minutos. Luego de dos largas semanas repletas de investigaciones y allanamientos a edificaciones en decadencia, el día había llegado.
Desde que Steve había determinado que debían buscar a su hermano y traerlo a su hogar, Olivia no había dejado de pensar en ello. Había crecido como hija única en un ambiente monótono, su rutina había sido siempre la misma. A diferencia de otros niños, no había tenido una infancia rodeada de otros infantes de su edad, sobre todo cuando luego del accidente se había visto obligada a dejar la escuela y ser educada en casa.
Aquello la había hecho pensar, ¿Cómo sería tener un hermano?. Se preguntó si su relación sería igual a la de Wanda y Pietro que se protegían el uno al otro sin perder la esencia bromista característica de los hermanos o si sería igual a la relación de Loki y Thor, quienes se perseguían y traicionaban cada vez que podían, bueno, Loki lo hacia.
Deseaba con toda su alma que Bellamy la aceptara. Lo necesitaba. Siempre había sentido que algo le faltaba y ahora lo sabía, eso que ella siempre había creído una simple superstición era real. Le faltaba su hermano y sin darse cuenta siempre lo había sabido. Ahora solo necesitaba encontrarlo y esperar lo mejor de ello.
Se refregó los ojos con las manos pesadamente y se incorporó de la cama para ingresar a la ducha rápidamente, notando que Wanda ya no estaba en la habitación. Sonrió alegremente, al menos una de las dos podía disfrutar de su hermano. Sin desperdiciar demasiado tiempo, se dio un baño rápido y se vistió con un cómodo vestido floreado. Después de todo era primavera y su domingo libre.
Una vez lista, se dirigió rápidamente hacia el laboratorio de Helen Cho, encontrando a Wanda, Pietro y la mismísima doctora hablando animadamente. -¿El mocoso veloz todavía sirve o tenemos que encontrar a otro velocista que lo remplace? -exclamó en broma, llamando su atención.
Pietro revoleó los ojos y sonrió abiertamente. -Oh no, printcessa, acostúmbrate a mi presencia que sigo vivo.
-Que mal -burló la americana una vez más.
Wanda carraspeó incómodamente, haciéndola reaccionar. Las mejillas de Olivia se tiñeron de rosado carmín al ver la ceja acusadora de la sokoviana levantada. Las bromas de ida y vuelta entre Maximoff y Rogers se habían vuelto costumbre, realmente se llevaban bien y Wanda lo había notado.
-Bueno, señor Maximoff, sus últimos exámenes están perfectos -exclamó la doctora Cho, reclamando la atención de los tres adolescentes-, yo diría que ya puedes volver a la normalidad. Olivia, ¿crees que podrías quedarte un momento antes de irte?
Olivia asintió intrigada, sin poder determinar que sucedía, pero el pequeño y casi discreto guiño de ojo que Pietro le ofreció la animó a tomar asiento en la camilla en la que anteriormente había estado postrado el sokoviano. -Los veré más tarde, no se diviertan sin mi -Exclamó, justo cuando la compuerta del laboratorio se cerró completamente, dejándolos afuera-. ¿Sucedió algo?
-Tu me informaste que cuando te concentraste en intentar sacar algo de poder de ti para Pietro él despertó, ¿cierto? -Olivia asintió sin comprender a donde quería llegar-. Bien, me gustaría hacerte unas pruebas para determinar si realmente tuviste algo que ver en el inesperado despertar del joven Maximoff.
-Oh, claro, ¿Una muestra de sangre? -Helen asintió. Olivia quiso reír al notar que la doctora incluso ya había preparado la instrumentación que necesitaba para el procedimiento, por lo que estiró su brazo hacia adelante, facilitándole la tarea.
Una vez finalizado, Cho prometió que la llamaría apenas tuviera novedades sobre su investigación, por lo que Olivia se despidió brevemente y se dirigió nuevamente a su habitación, donde sabría que encontraría a los gemelos. Al atravesar el marco de la habitación, efectivamente allí estaban ambos hermanos, riéndose a carcajadas de algo que posiblemente Pietro había dicho.
-Les dije que no se divirtieran sin mi -Reclamó, tomando asiento sobre su propia desorganizada cama. Los gemelos solo le sonrieron inocentemente en respuesta-. Bien Pietro, bienvenido a la vida nuevamente, ¿Qué quieres hacer para celebrar?
-Pues -comenzó el sokoviano, marcando aún más su acento extranjero-, Wanda me ha dicho que podía cerrar mi ciclo de villano en potencia con un cambio de estilo.
Los ojos de Olivia brillaron de emoción, al igual que su sonrisa. -Creo que tengo una idea de que podrías hacer, espérenme aquí. -Rápidamente se levantó de su cama y corrió hacia su baño en busca de sus propios instrumentos que ayudarían al cambio que Pietro tanto quería. Una vez de vuelta, arrojó todo lo que había traído hacia su cama, donde el sokoviano los tomó con el ceño fruncido-. Compré esa tintura cuando tenía como trece años porque no me gustaba mi cabello pero realmente nunca la utilicé.
-¿Quieres que me corte y tiña el cabello? -Preguntó aturdido levantando las brillantes tijeras plateadas en el aire.
-Yo creo que es una idea fantástica, Olly -Exclamó Wanda, tomando el empaque de la tintura para analizar como utilizarla. Emocionada, giró su cabeza hacia su hermano con una expresión retadora-. ¿Te animas, hermano?
Pietro analizó la situación sin cuidado, desviando su mirada desde su hermana hacia la rubia, que sonreían cómplices de su travesura. No podía defraudarlas. -¿Por qué no?
Fue así que los tres pasaron el resto de su día libre encerrados en su habitación, cegados en risas y tintura que caía al suelo descuidadamente cada vez que Pietro movía la cabeza apropósito para molestar. Al final del día, Pietro había terminado completamente azabache y Olivia, a pedido de Wanda, había aceptado teñirse dos mechones dorados de negro.
-Exijo que guardemos este momento en una fotografía -Exclamó Wanda emocionada, tomando su nuevo teléfono para abrir la cámara. Rápidamente los tres se posicionaron sonrientes frente a la cámara, congelando aquel momento para siempre.
Editado: 16/01/22
AAaAa este capítulo es tan lindo que voy a llorar
Amé escribir la interacción de los gemelos con Olly, puede que sea un poco aburrido pero es el comienzo, me hacen feliz
Recuerden que si les gustó me lo pueden hacer saber con un voto y un comentario <3
Stay Safe!