Irremediablemente Tú y Yo

By newromaantic

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Ella era sinónimo de tranquilidad, inteligencia y responsabilidad, mientras él era el caos, la rebeldía y la... More

Sinopsis y advertencias
0. Prólogo.
1. New Romantics.
2. Gorgeous.
3. Blank space.
4. Red.
5. Wonderland.
6. Tolerate it.
7. My tears ricochet.
8. I knew you were trouble.
9. Begin again.
10. I did something bad.
11. It's nice to have a friend.
12. False god.
13. Sparks fly.
14. Untouchable.
15. The 1.
16. Holy ground.
17. Mr. Perfectly fine.
ESPECIAL HALLOWEEN
18. ...Ready for it?
19. Stay, stay, stay.
20. I think he knows.
21. Treacherous.
22. End game.
23. State Of Grace.
24. Our song.
25. Crazier.
26. Ours.
27. Hey Stephen.
29. I can see you

28. Snow on the beach.

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By newromaantic

"Can this be a real thing? Can it?

Are we falling like snow at the beach?
Weird, but fucking beautiful"

—Taylor Swift (ft. Lana Del Rey) (2022). Midnights.

ADRIEN

Verla parada con esa sonrisa enorme en el rostro valió cada insulto que mis amigos lanzaron contra mí cuando les dije que no podría ir al bar esta noche. Lo valía en sobremanera, a pesar de que recibir sus sonrisas era sencillo, me sentía como el puto rey del mundo cuando me regalaba una.

Me encantaba hacerla enojar y lo supe desde el momento en el que la vi, me gustaba esa actitud prepotente y obviamente me resultaba excitante, como todo en ella; sin embargo, sus sonrisas, las reales, no las que ofrecía por educación, se sentían como el premio mayor, porque eso quería decir que estaba feliz, que yo hice algo que la hizo feliz, y hacerla feliz era mi nuevo propósito de vida.

Cuando me dijo que su sorpresa sería algo casual no esperaba para nada verla con medias oscuras, unos mocasines no tan altos, una falda tableada a cuadros blancos y negros, un suéter de cachemira gris y una blusa blanca a juego. Se veía como una chica linda y elegante, y no como la chica que montó mi muslo hace unas horas.

Oh, jodido Dios. No es momento para pensar en eso.

Su pelo está atado en una media coleta con el resto de sus hebras oscuras arregladas en ondas más marcadas de lo que por sí ya son.

Lleva un bolso negro con correa colgando de su hombro derecho y tiene sus manos detrás de ella mientras se balancea sobre sus pies. Es la escena más linda que he visto.

—Estás preciosa —le digo, sin querer evitarlo y noto como sus mejillas se enrojecen, pero sus ojos brillan más de lo que ya de por sí lo hacían.

Aprieta sus labios y mira un momento el suelo antes de clavar esos bonitos ojos en los míos.

—Gracias —contesta, dando un paso al frente, más cerca de mí—. Tú estás muy guapo.

Sonrío de lado.

Generalmente soy consciente de mi atractivo, y el que la gente me lo diga ya no es algo destacable, sin embargo, el que ella me lo diga eleva mi ego un poco más.

Dejo que me observe y me ahorro mis comentarios para no hacerla sentir incómoda. Me gusta que su atención siempre esté en mí, que me mire cuando cree que no la veo y que, por supuesto, se detenga a inspeccionar mi cuerpo libremente, provocando que sus ojos se enciendan con el mismo deseo que siento por ella.

—¿Y bien? Dime qué la sorpresa eres tú y no podría estar más agradecido.

Sonríe y arruga su nariz. Tan linda.

—Aw —hace un puchero—. ¿Ese fuiste tú siendo romántico?

—¿Qué? —río con nerviosismo—. No, yo no... —me detengo cuando comienzo a balbucear.

Yo no soy romántico, yo nunca he sido romántico. Digo, no sé cómo funciona eso.

El romanticismo y yo no vamos de la mano.

Entonces analizo mis palabras y me doy cuenta de que, literalmente, acabo de agradecer su sola presencia y ¿dije balbucear?

Oh no.

Creo que ve mi rostro porque de inmediato frena mis pensamientos con su voz.

—Tranquilo, no se lo diré a nadie —me guiña un ojo y yo simplemente me tranquilizo, aunque mi mente sigue intentando descifrar lo que acaba de suceder—. La sorpresa es... tan rán.

Sus manos señalan el taxi frente a nosotros, que no ví a pesar de que ella ya me estaba esperando afuera cuando salí. ¿La razón? No puedo ver nada más que a ella cuando está cerca. Eso hace.

Levanto una ceja, confundido.

—¿Un taxi? —bromeo—. ¿Me vas a regalar un taxi?

Ella pone los ojos en blanco.

—No tonto, no tengo tanto dinero para eso. La sorpresa es que iremos a algún lugar en taxi.

Esta vez mis cejas se disparan hacia arriba cuando veo que no bromea.

—¿Eres consciente de que tengo un auto, no?

Ella asiente.

—Lo sé, pero es mi sorpresa, y no se vería bien que tengas que conducir si yo soy la que te quiero llevar a algún lugar.

—Puedo prestártelo y conduces tú —ofrezco.

Se ríe.

—Aun así, no puedo conducir un coche que no es mío en una ciudad que no conozco.

—Bueno, en ese caso, podemos llamar a uno de nuestros choferes y le indi...

—Basta, Adrien —me corta—. ¿Has viajado alguna vez en taxi?

Niego.

—¿En autobús? —prueba y vuelvo a negar.

Su rostro se transforma de divertida a incrédula.

—¿Subterráneo? —cuestiona y obtiene la misma respuesta—. ¿Has viajado alguna vez en transporte público si quiera?

—Nunca lo he necesitado.

Niega con leve ceño fruncido.

Le toma un tiempo procesar mi falta de experiencia con el transporte público, pero al final espabila y sonríe.

—Perfecto —retrocede y abre la puerta del taxi, haciendo un gesto delicado con las manos invitándome a pasar.

Eso me recuerda a la manera en la que hizo una reverencia cuando la conocí, y no puedo evitar sonreír ante su gesto.

Entro al auto y ella lo hace después de mí.

—¿A dónde iremos?

—No te preocupes, no pienso secuestrarte ni nada por el estilo.

Exhalo decepcionado y su risa inunda el auto.

—Sé paciente, te juro que te gustará.

Ver la felicidad reflejada en su rostro me relaja el resto del camino y sin verlo venir siento como sus dedos se deslizan entre los míos.

La miro, intentando ver su reacción, pero ella simplemente mira por la ventana, así que sonrío y aprieto su mano, negándome a soltarla.

—Aquí está bien, muchas gracias —Brook le sonríe al conductor a través del espejo retrovisor cuando éste se detiene en un lugar que conozco muy bien.

—¿Qué es...? —guardo silencio cuando ella saca de su bolso una gorra negra con el número 13 en plateado.

Levanto una ceja confundido.

—Tu número —aclara—. No podríamos tener una cita si las personas te reconocen, así que no voy a arriesgarte.

Me coloca la gorra de manera en la que ahora cubre mi cabello negro, sin embargo, se molesta en acomodar algunas hebras que se amontonan en la parte superior de mi frente.

La dejo hacer y deshacer, sin saber exactamente cómo reaccionar, es la primera vez que alguien se preocupa así por mí, hasta este punto.

—Perfecto —parece que se lo dice a sí misma—. Vamos.

Abre la puerta y se acomoda la bolsa en el hombro antes de salir del auto.

Tardo un poco en seguirla debido a mi aturdimiento, y en algún momento mi mirada choca con la del conductor que nos mira por el retrovisor con una sonrisa amable, esperando a que salga.

Supongo que Brook le ha pagado antes porque no mencionaron nada de dinero en todo este tiempo.

—Gracias —le digo una vez estoy fuera y él asiente.

—No es nada, disfruten su día.

Desaparece de inmediato, dejándonos a Brook y a mí a mitad de una calle que conozco perfectamente.

—¿Qué hacemos aquí? —miro alrededor, percatándome de que nadie se detiene para observarme, por otro lado, se detienen a observar a la chica frente a mi que me sonríe ajena a las miradas que roba.

Ni siquiera puedo culparlos, Brook es hermosa, más allá de lo normal y no se da cuenta de eso.

Algunos la miran tan descaradamente y otros le dan una mirada fugaz, que provoca que casi de inmediato vuelvan la cabeza.

—Haremos algunas compras —ella se da la vuelta, pero al notar que no la sigo extiende su mano, esperando que la tome.

Por un momento la miro y la idea de ir tomado de su mano es extraña en el mejor de los sentidos.

No he tomado la mano de una chica antes, no he salido tan públicamente si quiera con alguien, y justo ahora me gustaría quitarme la gorra y dejar que todos me reconozcan y se familiaricen con la castaña a mi lado, sería su maldita princesa y la tratarían como tal.

Trago fuerte, controlando mis impulsos. Por más que quiera que todos los imbéciles vean quien es el que cuelga de su mano, no puedo arruinar esto. Hay demasiado en juego y odiaría arruinarlo cuando por fin lo estamos intentando.

Dejo a un lado las dudas y los impulsos, aceptando su mano y dejando que ella lidere el camino.

A este punto parecía que soy más una mascota detrás de ella, pero sinceramente no es relevante. Estoy más preocupado por las sensaciones que todo esto me está provocando.

Toda mi vida he sido libre de hacer lo que quiero, sin embargo siempre han existido límites, "cuida lo que haces, Adrien, tienes un apellido que honrar" es lo que siempre me ha dicho mi padre, entonces ¿por qué después de tanto tiempo por fin me siento libre?

Poder pasear con ella sin miradas curiosas, poder detenerme a admirar lugares a los que nunca les había puesto atención, sentirme tan despreocupado con el simple hecho de caminar a su lado no era algo que pensé que podría suceder en algún punto.

Ella reduce el paso hasta que me tiene a su lado y levanta un poco la cabeza para verme.

Le sonrío y todo su rostro se ilumina.

Que me jodan, todos a mi alrededor dejan de existir y mi campo de visión se reduce a ella.

Las personas pasan a nuestro lado, pero siguen sin importar cuando ella me mira de esa forma.

Me pierdo en la sensación que provoca su mano contra la mía, y en los sonidos de la gente cuando nos mezclamos entre ellos.

Ella me arrastra a lo que parece ser una tienda de ropa, en la que muchas personas se encuentran viendo las prendas.

—La primera vez que nos vimos... —la voz de Brook baja de nivel cuando me suelta de la mano, de inmediato frunzo el ceño—. ¿Lo recuerdas?

¿Que si lo recuerdo? Todos los días repito ese encuentro en mi mente y de alguna manera siempre me hace sonreír.

—Claro.

—Bien, esa vez yo arruiné tu camiseta y quiero compensarlo comprándote otra —ella extiende su manos—. Yo sé que no es una tienda como las que seguramente visitas para comprar tu ropa, pero es todo lo que puedo permitirme.

Eso me hace reír.

Si ella supiera que en realidad no suelo visitar tiendas para comprar mi ropa, porque en realidad la mamá de Avery es quien diseña prendas exactamente a mi medida, no lo dejaría pasar y daría marcha atrás sobre esto.

—No es necesario, Brook.

—Si lo es.

—Tengo mucha ropa, una camiseta no hace la diferencia —digo, restándole importancia—. Además, ¿Qué clase de persona seria si te dejo comprar mi ropa? Debería ser al revés.

—¿Una persona que acepta una disculpa? —dice obviando su respuesta—Tú no has arruinado mi ropa, no me debes nada.

—Aun...

Sus ojos se abren de par en par y a pesar de que amo como sus mejillas se colorean, mi cuerpo entra en tensión al ser consciente de lo pervertido que eso ha sonado.

Pero me relajo cuando deja salir una risita.

—Exacto, aún, eso quiere decir que cuando lo hagas tendrás que pagarlo de vuelta —evita mis ojos con lo que parece vergüenza.

La manera en la que mi mente comienza a divagar en todas las formas en las que podría arruinar su ropa debería ser un delito, sin embargo, serían aún más sin vergüenza de mi parte si finjo que no será así.

—De acuerdo —acepto, ambas cosas.

Levanta levemente el rostro y puedo ver un indicio de sonrisa en él mientras me lleva a la sección de hombres y al final ella termina eligiendo una playera gris. Es demasiado simple, en cualquier sentido, pero debe ser ridícula la manera en la que sin razón se vuelve mi favorita.

—¿Feliz? —le pregunto, levantando la bolsa de nuestra compra después de pagar.

—Claro —ella me lleva fuera de la tienda y sonríe de una manera en la que lo hace parecer tan simple, como si no necesitará ver feliz a la persona que comienza a darle sentido a todo, incluso a una simple compra de ropa.

Ella comienza a caminar mientras observa con detenimiento cada uno de los edificios de pequeña altura. Frunce levemente el ceño hasta que parece reconocer un lugar y ella me mira.

—¿Te gusta la comida italiana? —pregunta.

—Soy muy exigente con la comida, lo sabes ¿no? —ella asiente y parece girar los ojos—, pero no tengo preferencia hacia alguna gastronomía en específico —aclaro de inmediato.

Inclina la cabeza y luego de evaluar el lugar, me mira como pidiendo permiso, algo que ni siquiera debería hacer.

—Comamos, Roberts —la tomo de la mano y juntos entramos al lugar.

Aprieta mi mano y me conduce a un segundo piso en donde hay un poco más de gente, pero la vista es preciosa, ni siquiera las pocas nubes son capaces de opacar el reflejo del cielo en el agua del río.

No conocía de este lugar, está en uno de los lugares más populares de la ciudad, pero aun así, nunca había entrado a los locales a su alrededor y justo en este momento no podría estar más agradecido de que esta sea la primera vez que estoy aquí.

—Hola, buenas tardes, ¿tienen idea de qué ordenar o prefieren que les deje la carta? —una de las meseras se acerca y nos sonríe.

—¿Tienes idea de que ordenar? —pregunto y ella duda un poco.

—Tomaremos la carta —le contesta mi castaña con esa amabilidad que solo hace imposible no caer por ella.

—Perfecto, cuando estén listos para ordenar pueden hacérmelo saber —nos entrega la carta y se retira para atender la mesa de al lado.

La observo ojear el menú mientras frunce el ceño, lo mira un poco confundida y no puedo evitar sonreír ante la vista tan tierna que me regala. Después de unos minutos, levanta la vista y es imposible que no se dé cuenta de mi sonrisa, así que cierra la carta y la empuja hacia mí.

—Entonces, estoy segura de que conoces más acerca de gastronomía que yo —ella empieza con tono receloso y en el segundo en el que levanto una ceja fingiendo que no sé de qué habla, ella se inclina, colocando los codos sobre la mesa, mientras me lanza una mirada acusadora—. Sabes a qué me refiero, sabiendo quien es tu padre y los tantos lugares a los que viajas al mes, dejo en tus manos nuestra comida.

Le diría que no importa lo que ella decida y que puede elegir libremente, pero es terca y se que empezaremos una pelea para ceder el control.

—De acuerdo.

No me molesto en abrir la carta y le hago una seña a la chica que nos miraba desde la mesa de al lado.

—Dos platos de osobuco con risotto milanés.

La chica escribe en su libreta pequeña y luego me mira.

—Veré si es posible, generalmente las personas piden lo que hay en la carta —el tono de su voz no es para nada enojada, pero es evidente que nunca le habían pedido eso—. ¿Y de tomar?

—Dos copas de vino tinto.

Brook se ríe.

—¿Sería todo? —la chica pregunta y asiento, sonriendo por cortesía. Sus mejillas se sonrojan, pero asiente—. Su orden estará lista en un momento.

Brook murmura un gracias y luego sus ojos se abren con evidente diversión.

—¿No es muy temprano para comenzar a beber? —pregunta.

—El vino tinto es para acompañar el platillo, Brook, no para emborracharte.

—Bien, confiaré en ti y en tu gran capacidad con la comida para no terminar borracha, eso arruinaría mis planes —vuelve a acomodarse en su lugar.

—¿Planeaste esto para mí? —le pregunto y el que se sonroje es mi confirmación—, ¿sabes que no era necesario, verdad?

Ella pone los ojos en blanco. —Deja de decir que no es necesario, Adrien —su tono suena molesto—, lo hiciste en la tienda y ahora también, y en injusto, tú siempre haces cosas por mí, pero tú no me dejas comprarte cosas o invitarte a salir.

—Solo... Brook, no quiero que gastes tu dinero, sé que odias pedirles dinero a tus padres y no quiero quitarte el dinero que ganas en la cafetería.

Sabía de antemano que sus padres la apoyaban económicamente, pero también lo mucho que anhelaba un trabajo para pagarse sus propias cosas y no depender tanto de su familia, así que el que haya planeado esto me hace sentir culpable porque tal vez lo hace porque se siente en deuda conmigo.

Su rostro se relaja.

—No estás quitándome nada, en primer lugar, si tengo ese dinero es gracias a ti, ¿se te olvida que si no fuera por ti seguiría sin empleo? Tómalo como una forma de agradecimiento y déjame compartir contigo mi primer sueldo.

—No hago nada de eso para que te sientas en deuda conmigo, realmente disfruto de tu compañía, haciendo nada o todo, es... simplemente me gusta estar contigo, lo sabes.

Ella sonríe y no veo venir cuando su mano cruza la mesa y toma mi mano, yo la aprieto levemente de vuelta, sintiendo como mi cuerpo comienza a calentarse, esto es lo que hace, es como gasolina a mi sangre.

—A mi también, pero quería compartir esto contigo, Adrien. Solo me siento tan afortunada de tener el trabajo con el que soñaba de adolescente —se ríe y me parece el sonido más dulce que he oído—, mientras estudio lo que quiero, en un lugar lejos de casa, con buenos amigos, y, hoy más que nunca, me siento afortunada de tenerte a ti frente a mi en este momento, mi vida es más perfecta de lo que pensé que sería cuando salí de casa. Dame eso, Adrien, dame un momento para disfrutar todo eso contigo.

Niego sin poder creer que ella es real. Busco en las imágenes que mi mente creó de ella por tanto tiempo y aun así nada se compara con la persona a la que tengo enfrente.

Esta chica, vale todos los problemas que pueda acarrear quererla para mi, vale cada segundo de reproches, y definitivamente valdrá cada cosa que haga en el futuro para volverla tan mía que incluso pueda llegar a ser egoísta.

—Me gustas tanto —digo de pronto y su sonrisa se intensifica.

—No creo que más de lo que me gustas tú a mí, pero no vamos a ponernos a pelear por eso, ¿cierto?

—No, no pretendo pelear, solo demostrarte lo mucho que me estás arruinando para todas.

Ella muerde su labio inferior y puedo ver sus ojos encenderse con deseo. Mierda.

Ni siquiera me ha besado dignamente y ni siquiera la he tocado lo suficiente como para volverme adicto, pero lo soy.

Recuerdo lo que Matt siempre me decía de ella y de lo jodidamente idiota que era cuando estaba a su alrededor, pero ahora lo entiendo, ella tiene ese poder, vuelve a todos unos imbéciles cuando están a su alrededor, incluyéndome.

Lo que más me encanta de todo esto es que esta Brook tiene tantos lados y todos me vuelven loco, desde la Brook dulce y encantadora que es cuando nuestros amigos están cerca, hasta la Brook atrevida y cínica que es conmigo. Dios, ella puede ser las dos al mismo tiempo y definitivamente la convierten en un arma demasiado peligrosa para mi cordura.

—Sus platillos —la misma chica que nos atendió desde el inicio interrumpe mis pensamientos, colocando nuestros platos en la mesa y sirviendo en nuestras copas un poco de vino tinto—. Disfruten su comida, si se les ofrece algo más, estaré por aquí —ella nos sonríe, pero puedo notarla un poco nerviosa, así que cuando ambos asentimos ella casi sale corriendo.

Brook mira de reojo a la chica y baja su voz cuando me dice:

—¿Crees que te haya reconocido?

—Probablemente, todos aquí me conocen, pero tal vez intenta pensar en que es imposible que sea yo.

—¿Por qué sería imposible?

—Porque no puede creer que yo esté aquí.

Ella parece complacida.

—En ese caso, fue buena idea traerte aquí. Veamos que tal sabe tu recomendación.

—¿Sigues sin confiar en mí?

Ella niega. —Para nada, no hay nadie en quien más confíe si de comida se trata, eres un excelente degustador y cocinero.

Por alguna razón eso me hace sentir orgulloso.

Cuando era pequeño pasaba horas en la cocina con mi madre y mi hermana, al principio me obligaban, pero con el tiempo fui tomándole el gusto y hoy por fin puedo decir que sirvió de algo.

—Adelante —la invito a probar primero su comida y lo hace.

Cuando lo prueba su cara de contorsiona y gime. Sus ojos me miran y asiente de acuerdo.

—Es delicioso.

—Prueba el risotto.

Ella coge un poco en su tenedor y lo escanea.

—Es arroz amarillo —dice entre confundida y decepcionada.

Me río.

—Lo es, pero está mucho más condimentado de lo que lo está el original, dale una oportunidad.

Lo prueba y luego de que lo mastica parece totalmente sorprendida.

—Oh —mastica—. Es mucho más bueno de lo que parece.

—Te lo dije.

Ella de inmediato se lleva otra porción del ternero a la boca, yo la imito.

—Perfectamente podrías darte de baja en la Universidad y abrir un restaurante, podrías llegar a tener uno de esos restaurantes con estrellas Michelin.

Suelto una risa ante sus palabras, ella de verdad piensa que tengo potencial para todo.

—Cocinar es un pasatiempo, Brook, tanto como lo es el fútbol, no es mi futuro.

Deja sus cubiertos en el plato y se acomoda para reprenderme con la mirada.

—Amas el fútbol, Adrien, puedo decir con seguridad que no es solo un pasatiempo.

Eso me hace detener cualquier movimiento, por lo que termino bajando el tenedor que estaba a punto de meterme a la boca.

—¿Por qué administración y dirección de empresas?

Su pregunta definitivamente me deja fuera de base y un enorme nudo comienza a formarse en mi garganta, pero bebo un poco de mi copa y la miro con una sonrisa.

—¿Por qué es lo que hacemos? —respondo como si fuera obvio, pero ella parece no comprenderlo, no la culpo, a veces ni yo lo comprendo.

—Mi error —se disculpa, pero por la manera en la que sus ojos arden con determinación sé que lo que dirá será aún más directo—. ¿Por qué administración y dirección de empresas y no el fútbol, Adrien? Te he visto, he visto lo feliz que eres en el campo, eres un buen capitán y tan genial en ello, puedo ver el anhelo en tus ojos, incluso ahora, diciéndome algo que tú no quieres admitir. ¿A qué le temes?

¿A qué le temo? No lo sé, si fuera alguien más le diría que a nada, que no le temo a la decepción en los ojos de mis padres y que estudiar negocios es algo que siempre he deseado, pero ella es Brook, la chica que me gusta y la persona en la que he aprendido a confiar en tan poco tiempo.

—A decepcionar a la gente que amo —digo sin dudar.

—¿Por qué los decepcionarías? Eres un excelente capitán, no veo cómo eso podría decepcionarlos.

—Me prepararon desde pequeño para poder hacerme cargo de la fortuna de mi familia Brook, una fortuna que lleva generaciones creciendo cada vez más. Desde mi tatarabuelo hasta mi padre han hecho cosas que aumentan el valor de nuestra fortuna en el mercado, no se espera nada menos de mí, más ahora que los ojos de todo el mundo está en nosotros, esperan un error, un desvío para atacarnos y no es algo que puedo permitirme, no puedo arruinar a mi familia de esa manera. La responsabilidad que tengo es abismal y fallar no es una opción.

La manera en la que su rostro se contrae con arrepentimiento me mata, ahora sus ojos se entristecen y puedo leer en ellos la pena que no quería que sintiera.

—Adrien...

—Está bien, Brook, me gusta el fútbol, pero también me gusta hacer dinero —le ofrezco una sonrisa, pero ella no me sonríe de vuelta, sabiendo que miento.

—Muchas veces es bueno ser egoísta, sabes, toda esa gente a la que temes decepcionar no estará contigo para siempre, Adrien. A veces es necesario elegirse a uno mismo por encima de cualquier persona, porque al final solo nos tenemos a nosotros, elegir lo que nos hace feliz es la mejor decisión que tomaremos por nosotros mismos y en el futuro es algo que agradecerás.

Ser egoísta siempre se me ha dado bien, pero esto no se trata de algo que me perjudicará a mí o a unas pocas personas, se trata de mi familia entera, no solo mis padres; no es un juego, ni mucho menos una decisión que puedo tomar de un día para otro después de haberme preparado por años por esto. Toda mi familia en cada rincón del mundo en el que se encuentran confía en mí, pero, tal vez, con el tiempo puedan entenderlo, mi padre es joven, y puedo apoyarlo parcialmente hasta que alguien más pueda tomar su lugar, ¿no?

Le sonrío cuando veo la esperanza emanando de ella con una sola mirada.

—Pueda que no lo entienda, puede que no entienda el peso de la presión que cargas solo por ser tú, después de todo no pertenezco a tu mundo, pero tu padre parece amarte y parece ser el tipo de padre que haría cualquier cosa por ti y tu hermana, solo pienso que deberías intentarlo, ¿siquiera le has dicho lo mucho que amas el futbol? estoy segura de que no porque eres tan malditamente orgulloso y odias que las personas vean al Adrien que de verdad eres, solo les muestras ese Adrien lleno de sarcasmo y frialdad que te protege, pero Adrien, es tu familia, las personas que más te aman, no creo que no lo entiendan si tan solo hablas con ellos.

Y que Dios me bendiga, porque verla alentándome de esa manera significa más de lo que cualquier persona ha hecho por mi.

Ella cree que yo siempre hago cosas por ella, pero ella me da este tipo de charlas que me hacen replantearme todo el sistema de creencias que tengo, me da el tipo de esperanza que las personas de mi mundo no tenemos permitido tener y me da estos momentos en los que puedo ser yo mismo sin sentirme vulnerable a su alrededor.

Lo peor de todo es que sé que sus palabras son verdaderas, algo me dice que mi familia lo entenderá, pero aun así, la decepción es aterradora, sin importar qué decisión tome, sé que siempre me arrepentiré.

—Tal vez si nos apuramos y hacemos bebés, ellos puedan ser los sucesores —dejo escapar y sus ojos se abren terror, lo que me hace reír.

—Dios, dime que no dijiste hacer bebés como de bebés nuestros —ella pide con las mejillas rojas y niega con una expresión horrorizada que solo aumenta mis carcajadas y hace que algunas personas nos miren.

—Estoy bromeando, Brook, mierda, ni siquiera me has besado y crees que de verdad te dejaré embarazada.

Por sus nudillos blancos y la forma en la que aprieta sus cubiertos sé que se está molestando, pero no puedo dejar de reír.

—No bromees de esa manera —ella murmura entre dientes—, no si quieres salir vivo de aquí, estoy lo suficientemente avergonzada como para que no me importe clavar mi cuchillo en cualquier parte de tu cuerpo.

Es una psicópata. A veces incluso esa cabecita suya logra asustarme por las múltiples ideas y escenarios que crea, pero creo que eso es algo más de lo que me gusta de ella.

—Vamos, preciosura, no hables de mi cuerpo en lugares públicos, solo haces que quiera llevarte a cualquier lugar privado para repetir lo de esta mañana.

Su linda boquita se abre con sorpresa y el rubor que antes estaba en su rostro ahora baja hasta su cuello, y estoy seguro de que si quito su blusa no desaparecerá en su pecho.

Maldita sea, Adrien, no es momento para imaginarla sin blusa.

—Voy al baño —ella se levanta, haciendo chirriar su silla y se detiene a mi lado, inclinándose un poco—, y espero que cuando regrese, borres esa sonrisa de tu estúpida y perfecta cara —pasa junto a mí con la cara roja, no sé muy bien si de enojo o vergüenza, pero no importa, ambas me sirven.

Pruebo otra porción de mi comida, pensando en mil formas más de hacerla sonrojar.


—Definitivamente no me subiré ahí —ella toma mis manos entre las suyas y clava sus zapatos sobre el asfalto.

—Vamos, Roberts, fue tu idea, además, no vamos a desperdiciar dos boletos.

—No, no lo haremos, se los regalaremos a alguien que realmente los quiera.

Está haciendo un espectáculo y puedo ver cómo las personas dentro del pequeño barco nos miran, algunos con diversión y otros con molestia.

La envuelvo en mis brazos desde atrás y le susurro al oído:

—No pasará nada, mira la gente que hay, todo estará bien.

—Vamos, entren o lárguense —grita un señor y yo de inmediato le lanzo una mirada poco agradable.

—¿Puedes cerrar la boca? Mi chica está asustada y no estás ayudando.

Algunas personas también lo miran enojado y el hombre bufa, pero termina guardando silencio.

—Es solo un río, no el océano pacifico —intento tranquilizarla—, hagamoslo, no te soltaré ni un segundo, lo prometo, no moriremos de ninguna manera.

Levanta su cabeza y cierra los ojos.

—Promete que no lo haremos —ruega y yo sonrío.

—Lo prometo —entrelazo nuestros dedos sobre su pecho y beso su sien.

Intento dar un paso con ella, pero definitivamente sus palabras no están conectadas a su cuerpo, pues todo su cuerpo se encuentra tenso, negándose a avanzar.

Sin perder más el tiempo me agacho y la tomo entre mis brazos, cargándola hasta estar dentro del barco de turistas emocionados que no pierden la oportunidad de aplaudir y sonreírnos como si hubieran esperado tanto por esto, cosa que, de hecho, si hicieron.

Mi castaña aprieta sus puños sobre mi camiseta y esconde su rostro en mi hombro, con los ojos aun cerrados.

Me gustaría decirle que lo peor ya pasó, pero cuando el barco comienza a moverse ella niega y suelta un chillido ahogado contra mi pecho.

Así que la cargo un momento hasta que subo a la cubierta y encuentro un lugar medianamente vacío en el que la vista es buena y el movimiento es escaso.

Me siento con ella aun en mis brazos y cuando su cuerpo se relaja contra el mío es que me atrevo a hablar.

—Deberías ver esto.

Ella poco a poco se aleja de mí y cuando enfoca su vista al cielo y los últimos rayos del sol en el horizonte es que su rostro se transforma en lo más bello que he visto. El contraste del cielo, con el agua y su pelo moviéndose por el aire, es por lejos una vista digna de un cuadro en el Louvre.

Jadea y no puedo contener la sonrisa que aparece en mi rostro.

—Es hermoso —ella me dice y rodea mi brazo con sus manos para captar mi atención.

—Gracias —le digo, haciendo girar su rostro hacia mí—, me has dado el atardecer más bonito que he visto.

La forma en la que su expresión pasa de emocionada a una que no puedo describir bien, me hacen querer detener este momento. Las palabras sosas de Justin comienzan a hacer eco en mi cabeza diciéndome que una relación no es algo horrible, es más bien una cosa rara de conexión con la otra persona, claramente en su momento le dije que era un idiota, pero ahora por fin entiendo eso.

¿He pasado años huyendo de esto? ¿Esto es lo que tienen él y Avery?

Definitivamente es algo raro de experimentar, pero me encuentro disfrutándolo, sin embargo ¿es lo que la chica a mi lado quiere? Me gustaría saber qué es lo que ella de verdad espera de mí, de qué manera puedo demostrarle que me gusta de verdad, porque detesto ver ese miedo en sus ojos cada vez que parece que por fin se abre conmigo, es como una barrera invisible que de repente me hace sentir a kilómetros de distancia de ella y no hay nada que odie más que tenerla conmigo, pero sentirla tan lejos.

—Tu turno —capturo su atención—, dime uno de tus mayores miedos —pido, y eso parece arruinar nuestro momento, pero no me arrepiento, quiero conocer sus miedos y asegurarme de mantenerlos lejos de ella.

Lo piensa unos minutos.

—Perder a la gente que amo —dice sin dudar y me regala una sonrisa triste, pero puedo ver el dolor en ellos.

—Eso es inevitable —le digo, queriendo saber a qué se refiere.

Asiente.

—Lo sé, pero no deja de aterrorizarme la idea de no volver a ver a las personas que más quiero. Intentas todos los días seguir adelante, pero hay cosas que siempre te recordarán a ellas, un olor, un lugar, una estación del año... —ella sonríe y cierra los ojos, dejando que el viento golpee su rostro—. Ellos están en cualquier lugar, hasta que llega un momento en el que dejas de recordar su voz, comienzas a olvidarlas y su recuerdo se distorsiona, no creo que haya algo peor que olvidar a aquellas personas que fueron importantes para nosotros.

Algo en su voz me rompe, es como si ella intentara no llorar y el recuerdo de las noches en las que sin darse cuenta comienza a sollozar llamando a alguien me golpea como si esa fuera la pieza clave de un rompecabezas del que no estoy seguro querer completar.

—¿Ese miedo tuyo tiene que ver con tú visita a tu madre?

Ella se petrifica y por un momento sus ojos me miran tan asustados.

—Me imagino que ella es una de las personas a las que más amas, ¿no? —aclaro para tranquilizarla y esa reacción es como otra pieza con el horrible escenario que comienza a formarse en mi mente. Quiero decirlo, para corroborar mis sospechas, pero no puedo hacerle eso, quiero que ella confíe en mí para abrirse de esa manera.

Exhala y sus hombros bajan con alivio.

—Es parte de —se acomoda a mi lado y la abrazo contra mí, colocando un brazo en sus hombros, mientras observa como nos acercamos a los emblemáticos edificios del National Mall—. Sé que salir de Dallas fue una buena idea, no me arrepiento, pero, a veces, echo de menos a mi madre, a mi hermana y a Mike.

Una sonrisa melancólica se posa en su hermoso rostro, cuando se acomoda en mi abrazo, y coloca su cabeza en mi hombro, dejando salir un suspiro.

—Les agradarías, lo sé —ríe y yo también lo hago—. Cassy se volvería loca si supiera que salgo contigo, y Mike y tú podrían hablar de fútbol.

Entonces me doy cuenta de que ella de verdad me ve en su futuro cercano, puede que no confíe aún su corazón en mí, y no la culpo, yo tampoco lo haría tan fácilmente, pero si ella me ve con su familia es una buena señal de que estamos en ello y de que debo seguir esforzándome en demostrarle que no hay nada que temer y que estoy en esto al cien por ciento.

—No creo que tanto como mi padre y Cam te adoran —le confieso y eso la hace sonrojar.

—Basta, ni siquiera puedo pensar en volver a ver a tu padre a la cara —ella niega y se ríe.

¿Qué diría si le dijera que en realidad él pregunta por ella cada que voy a visitarlos? Según él, es una chica muy linda y parece quererme sinceramente, así que debo hacer las cosas bien para no estropear cualquiera que sea mi relación con ella.

—Oficialmente la familia presidencial te adora, Brook, ¿sabes lo poderosa que eso te hace?

Ella me empuja levemente mi hombro.

—¿Qué puedo decir? Soy encantadora —dice coqueta y niego con diversión.

—Más de lo que me gustaría.

Debido a la oscuridad que comienza a caer sobre la ciudad, pequeños faros que cuelgan sobre nosotros se encienden y convierten el lugar en un sitio tan acogedor y divertido cuando ponen un canción de The Chainsmokers que Brook parece disfrutar porque olvida su miedo y se acerca a la orilla del barco, colocando sus manos sobre la barandilla de seguridad.

—Esto es increíble —habla—, no entiendo como estaba a punto de perderme esto por mi miedo.

—Afortunadamente me tienes a mi para ayudarte a enfrentarlo.

Espero que entienda que me refiero a todos sus miedos.

Me pego a su espalda y la abrazo.

—Iré por algo de beber —le informo, dejando un beso en su cabeza y dirigiéndome a una de las barras que hay en el lugar.

Desafortunadamente hay mucha gente debido a la capacidad de este barco, no es tan grande, pero debe haber alrededor de 100 personas y la barra está tapizada de ellas.

—Hacen una bonita pareja —menciona una anciana, haciendo que baje la mirada y la vea sin comprender.

Ella señala a Brook, quien se encuentra al otro lado de la embarcación.

—Llevo un rato observándolos —informa con una sonrisa. Su ascendencia asiática me dice lo que es evidente, pero su perfecto inglés me hace dudar.

—Espiar es irrespetuoso —le digo.

La señora se ríe y niega.

—Dije que los estaba observando, jovencito, no espiando. Los observé descaradamente, pero claro que ustedes no se dieron cuenta. Al principio creí que eran una pareja de recién casados por la devoción en los ojos de ambos cuando se miraban, luego vi el dedo anular vacío de esa jovencita —lo último parece decirlo con un tono reprobatorio y no comprendo a qué viene todo eso.

Volteo a ver alrededor para ver si alguien la mandó, pero no logro vislumbrar a alguien interesado en nosotros.

—Ella es muy bonita —la señora mira a Brook, con el cabello volando por todo su rostro, pero su sonrisa la hace lucir espectacular, estoy por asentir de acuerdo con ella, cuando continua—, y tu muy guapo, pero un poco tonto si aún no hay un anillo en su mano.

—Recién comenzamos a salir —me justifico.

—¿Ves estas canas? —ella señala su pelo totalmente blanco—. ¿Sabes qué significan?

Lo pienso un poco antes de negar, sin comprender a dónde quiere llegar.

—Sabiduría, niño tonto —ella pone los ojos en blanco y me empuja para que avance cuando algunas personas frente a nosotros se van— Y esa sabiduría es lo que me hace decirte que tarde o temprano terminarán unidos.

Sonrío ante la seguridad de sus palabras.

—¿Cómo puede estar tan segura?

—Sé cosas, puedo identificar el tipo de sonrisas que ella te da y esa adoración en tus ojos, ahora los reconozco tan bien. Solo espero que con el tiempo esa tristeza en sus ojos desaparezca definitivamente, así como desaparece cuando te mira, y que nunca seas tú el culpable de esa mirada en su cara.

De verdad es observadora, y si, parece ser del tipo que ha vivido mucho.

—¿Cómo puedo desaparecer su tristeza? —pregunto sin saber por qué.

Ella niega.

—No lo sé, primero tienes que saber qué es lo que la causa y luego, sin importar qué, estar ahí para ella.

—¿Aunque ella no me deje? —cuestiono.

—Aunque finja que no lo necesita. Cuida mucho de ella y no te des por vencido tan rápido, ella parece que de verdad te necesita.

Asiento, conforme con lo que mi corazón ya sabía.

Al llegar a la barra pide cuatro piñas coladas y me ofrece dos de ellas, pero yo niego.

—No es necesario, yo puedo pagarlo —intento sacar mi cartera, pero ella sostiene mi brazo, impidiendo que lo haga.

—Déjame regalarles esto, no tuve nietos, pero si los tuviera me habría gustado darles el consejo que te di a ellos.

Planeo decir algo más, pero ella simplemente paga y toma sus dos vasos para luego irse sin mirarme una última vez.

—Gracias —murmuro a nadie en específico y un poco confundido cuando repito lo que acaba de suceder.

Siento algunos empujones que me sacan de mis pensamientos y tomo ambos vasos para salir del tumulto y dirigirme a la chica que me espera sentada en uno de los tantos asientos de madera.

Ella me agradece y le da un sorbo a su bebida con ese semblante que la hace lucir tan en paz y feliz, ese que espero siempre tenga.


Claro que no había pronóstico de lluvias y nadie lo sabía porque es lo único que explica cómo es que todos descendemos del barco una hora después con la ropa mojada y dejando un rastro de agua por todos lados.

—Somos un desastre —se queja Brook a mi lado, sosteniendo su bolsa y caminando tan incómodamente—. No se me ocurrió mirar el tiempo, pero hasta antier juro que marcaba un domingo soleado.

—Si hubiéramos traído mi auto no tendríamos que caminar, así como estamos ningún taxi querrá llevarnos —le digo y ella gime.

—No se supone que esto acabaría así —se queja—. Vamos, dime te lo dije.

Me detengo a pesar de la lluvia torrencial que cae sobre nosotros, ya ni siquiera nos molestamos en cubrirnos porque es imposible mantenernos a salvo con la que está cayendo.

—¿Bromeas? —pregunto, reteniéndola del brazo—. Este ha sido uno de los mejores días de mi vida, nunca me había sentido tan normal como hoy, no sabía que la gente podía llegar a ser tan grosera.

—Espero que te hayas divertido porque esa es la vida de nosotros los simples mundanos.

Ella intenta avanzar, pero la tomo en mis brazos y la pego a mi cuerpo. Ella se petrifica unos segundos antes de abrazarme de vuelta, rodeándome con sus brazos y colocando su cabeza en la curva de mi cuello.

—Gracias por este día, Brook, nadie se había esforzado en hacer algo así por mí.

Siento su sonrisa.

—Cada día aprendo algo nuevo de ti, Adrien, y cada día haces que te quiera un poco más.

Eso sí que me deja fuera de base, ¿ella acaba de decir que me quiere o lo entendí mal?

Sus labios en mi cuello me sacan de mi aturdimiento, así como la manera en la que suben a mi mandíbula antes de dejar un último beso en la comisura de mis labios.

—Yo soy la que debería agradecerte —ella me sonríe con tanta inocencia que me hacen querer suplicarle que me diga que quiere que haga para que me deje besarla.

—Puedo imaginar muchas maneras en la que podrías hacerlo —le digo en cambio.

Sus ojos brillan con picardía, pero no dejo pasar ese toque burlesco en su mirada. Ella juega conmigo y sabe cómo hacerlo.

—Elijo la menos pervertida —dice.

—Qué te parece... una noche conmigo —propongo con ese tono retador que sé que le encanta.

Sus ojos se abren con asombro, pero de inmediato lo esconde tras su fachada desinteresada. —Hemos pasado muchas noches juntos, otra no hará la diferencia, ¿o sí?

—Eso depende de ti —beso el punto detrás de su oreja que la hace temblar y comienzo a caminar, dejándola atrás.

—De acuerdo —acepta, corriendo a mi lado.

Puede que esta noche sea diferente o puede que no, después de todo, ella es quien lo decide.


*****

Nunca podré disculparme lo suficiente por tenerlas tan abandonadas, pero si me siguen por ig sabrán por qué razón actualizo cada medio año.

Me ha costado un mundo este capítulo, lo comencé a escribir desde la última actualización, pero después de tanto tiempo no podía escribir nada más que las primeras dos mil palabras, así que espero que les haya gustado y si no es así lo lamento tanto, me ha costado conectar con mis personajes, pero creo que al final pude hacerlo.

Por favor, voten, comenten y compartan la historia.

No vemos en la siguiente actualización, hasta entonces cuídense mucho.

Las quiero, besotes.

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