Pecadores

By anndreaaramos

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Cuando en un internado estrictamente religioso de chicas entran todos los chicos del internado masculino, las... More

Bienvenida y advertencia.
Prólogo: Los milagrosos.
I
II
IV
V
VI
VII
VIII
VIX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII

III

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By anndreaaramos

Kay

00:07

No me creo lo que ven mis ojos.

Nunca pensé que las chicas de este internado serían así, como Franziska y sus dos amigas.

—¿De dónde habéis sacado todo esto?— pregunto, levantando una botella de whisky que está medio llena. La otra mitad nos la hemos bebido Derek y yo, y a consecuencia de ello, el calor se estaba volviendo muy alto y nos habíamos quitado la camisa negra. Ahora estamos en igual de condiciones que las chicas.

—Un mago nunca revela sus trucos.— responde Franziska, dándole una calada a su porro mientras me mira. De las tres, es la más serena.

—¿Y hacéis esto todas las noches?— pregunta Derek, el cual también está fumando, sentado en el suelo y con la espalda apoyada en la pared de madera oscura.

—Ojalá. — responde la rubia de ojos verdes, que no le ha quitado el ojo a Derek desde que entramos. Ella se llama Marlene, creo. La tercera chica es Olinda.

—Solo los sábados, y si estamos demasiado aburridas,que es lo más común, los viernes también. — es Franziska la que habla. Es bastante guapa. Mis ojos se desvían hacia sus pechos más veces de lo que realmente quiero.

—Echaba de menos ver a chicos.— comenta Olinda con los ojos cerrados y una sonrisa tonta. Ella es la que en peor estado está. Su pelo rubio es corto, le llega hasta la barbilla en ondas desordenadas.

— ¿Es que alguna vez has estado con uno?— habla Derek, mirándola. Olinda abre los ojos y arruga el ceño.

—Pues claro, las veces que me he fugado de aquí para follar son incontables.— comenta, y después ella y sus amigas estallan en carcajadas. Yo miro a Derek, quien también me mira a mi y sonreímos. De nuevo, sabemos lo que estamos pensando.

"Hemos encontrado a nuestras versiones femeninas"

—Me extraña que no nos hayan pillado todavía. — dice Franziska, dándole un trago a un botellín de cerveza. Yo comienzo a notar como el alcohol y la marihuana me está subiendo a la cabeza. Cada vez estoy más relajado.

—¿Por qué? No tienen pinta de dejar cabos sueltos. — le dice Derek a Franziska. Ella lo mira, y después sus ojos vuelven a mi.

—El único cabo suelto que existe no puedo atarlo así que...

—¿Cuál?— pregunto yo.

—Mi compañera de habitación, Liese...— dice Franziska con cierto tono de asco en su voz. Toda mi atención se presenta en cuanto escucho el nombre de la pelinegra.

–¿Qué pasa con ella?— pregunto de nuevo con especial interés.

—Nada, sólo que es demasiado perfecta. — comenzó a explicar Franziska, esta vez mirando al suelo. — Siempre me ve marchándome cuando no debo y por donde no debo, pero nunca ha dicho nada. No entiendo por qué no lo ha hecho.

Así que la santurrona le oculta secretos al gobernador.

Mala chica, Liese.

 — Pero bueno, no es momento de hablar de esto ahora. Juguemos a algo. — dice Franzikska, rompiendo el silencio y el tema de conversación sobre Liese que tanto me estaba interesando.

— ¿A qué quieres jugar ahora? — pregunta Marlene, la cual se ha sentado en suelo, junto a Derek. Franziska coge una botella vacía del suelo y la sacude en aire, sonriendo.

— Juguemos a la botella. — en seguida miro a Derek, quien me está sonriendo de lado. Yo hago lo mismo. — Venga, vamos a sentarnos en círculo. — Franziska es la primera en levantarse de las cajas y se sienta en el suelo, cruzando las piernas. Después nos unimos los demás, formando un círculo al rededor de la botella de cristal.

— Empiezo yo. — dice Marlene. Agarra la botella por el medio y la impulsa hacia la derecha, haciéndola girar, escuchándose así el sonido del cristal contra el suelo. La botella empieza a frenar y la punta apunta a Olinda, la cual sonríe y vuelve a darle una vuelta a la botella. Le ha tocado a Franziska.

De primeras siento que van a negarse. Quebrantar la primera regla prohibida es algo que yo no haría, pero esos pensamientos se esfuman en el instante en el que los labios de Olinda se juntan con los de Franziska. Es un beso corto y rápido, pero no puedo negar que me pone un poco. Después Olinda se incorpora en su sitio.

— ¿Qué mierda de beso ha sido ese? — pregunta Derek. Me río internamente ya que se perfectamente que él quería un beso más provocador.

— Frena el carro, milagroso. Es solo la primera ronda. Cuando todos hayan dado su primer besito aumentará la intensidad. — le explica Olinda.

— ¿Suelen jugar a esto? — pregunto a ninguna en general.

— Nunca, pero hoy es diferente. — contesta Franziska, mirándome y sonriendo de una forma sugerente. Yo hago lo mismo y asiento. Después ella le da vueltas a la botella, y la punta queda en dirección a Derek. Este la vuelve a girar y la punta de la botella queda frente a mi. Abro los ojos.

— Ni de puta coña. — nos quejamos Derek y yo sa la vez. Las tres chicas se ríen.

— Oh, vamos, nosotras lo hemos hecho. — dice Olinda.

— No es lo mismo. No voy a darle un beso. — replico. Olinda rueda los ojos y murmura: "machitos...", pero no le doy importancia. Giro la botella y queda en dirección a Marlene.

Antes de que Derek pueda si quiera sonreír, Marlene ya ha juntado sus bocas. Y no es un beso corto como el de las otras dos, ella se queda más tiempo, incluso lo agarra del cuello. Ninguno se separa del otro, y ya el beso ha pasado de ser estático a que las lenguas se vean a la perfección.

— Eh, eh, eh, que es la primera fase. — digo yo riéndome y me acerco a separarlos, lo cual me cuesta un poco. Parecen dos lapas.

Marlene se limpia un poco la boca con el dorso de la mano, y no me pasa desapercibido sus mejillas coloradas y sus ojos más oscuros. Sujeta la botella y la hace girar de nuevo, primero Franziska, y después de que ella vuelva a girarla, me toca a mi.

Por la sonrisa de Franziska se que es lo que ha estado esperando toda la noche.

Gatea unos pasos hasta llegar a mi lado sin quitar sus ojos azules de los míos. Yo me relamo los labios al verla acercarse a mi de esa forma.

Cuando está lo suficientemente cerca estampa sus labios delgados contra los mío. Noto como un suave gemido sale de su garganta ante el contacto. Yo me quedo al borde de soltar uno, ya que el mes y medio que llevo sin tener contacto físico con una mujer me han pasado factura.

Su lengua presiona un poco contra mis labios cerrados, pidiendo que la deje pasar, así que abro mi boca un poco, permitiendo que su lengua se encuentre con la mía. Ese contacto hace que algo empiece a despertarse en mi entrepierna, y parece que ella también está excitada. Sus manos rodean mi cuello y yo la sujeto del cuello y de la cintura. El beso está siendo cada vez más intenso, y soy consciente de que hay gente mirando, pero no tengo ninguna intención de frenar el beso.

Me sorprendo cuando ella se separa un poco y de repente se sienta a horcajadas sobre mi, con su falda levantándose en el proceso, por lo que su entrepierna roza directamente con la mía.

— ¿Qué estás haciendo? — le pregunto en un susurro contra su boca. Ella mira a los demás y hace un gesto con la cabeza, indicando la puerta.

¿En serio los estaba echando del sótano?

Las dos chicas se levantan y le guiñan un ojo a Franziska. Marlene le ofrece la mano a Derek, quien todavía sigue en el suelo, y éste la toma y se levanta. Su expresión es de molestia, estoy seguro de que no quiere irse, pero rezo internamente para que lo haga. Marlene se pone de puntillas y le susurra algo al oído, y entonces Derek abre los ojos y su expresión cambia radicalmente a una de picardía.

Pobre Olinda.

— Nos vamos. — dijo Derek, y después los tres salieron por la puerta con cuidado, dejándonos a mi y a Franziska solos.

En el momento que la puerta se cierra siento los labios de ella de nuevo contra los míos, pero esta vez más salvajes que la anterior. Una de sus manos se entierra en mi pelo y tira de él de vez en cuando, así que yo decido hacer lo mismo, enredando su pelo castaño en mi puño.

Le muerdo el labio inferior y después tiro de su pelo hacia abajo, haciendo que suba la cabeza y que su cuello se quede expuesto frente a mi. Lo ataco con mis labios, dejando besos cálidos, mordidas y lambidas por toda su extensión, hasta llegar a su oreja, donde le muerdo el lóbulo para después dejar un beso húmedo en él. Las uñas de Franziska están clavadas en mis hombros y no para de suspirar.

Bajo mis besos desde su oreja, hasta su cuello, después su clavícula y entonces llego a sus pechos. Los sujeto con mis manos desde abajo y los levanto un poco para poder besarlos mejor. Mientras lo hago ella se deshace de él, y entonces beso y ataco el punto sensible de sus pechos con mi lengua, haciéndola gemir más alto de lo que debería.

Vuelvo a su boca, y mientras nos besamos y mordemos los labios, ella se encarga de bajar la cremallera de mi pantalón negro para después colar su mano dentro de mis bóxers y sacar mi miembro fuera de ellos. Sin dejar de besarme, empieza a mover su mano hacia arriba y hacia abajo despacio sobre él, y entonces un gruñido inevitable sale de mi garganta.

Franziska para de besarme y se separa un poco para mirarme a los ojos mientras me toca, lo que hace que me excite más de lo que estoy. Yo aprovecho para colar mi mano en su intimidad y le hago a un lado la ropa interior para después acariciar su piel suave y ese botón sensible que hace que un gemido se escape de su boca,  y yo me muerdo el labio inferior al notar lo mojada que está.

— Suficiente. — dice ella, y entones coloca mi miembro con su mano justo en su entrada, y sin darme tiempo a responder, se deja caer sobre él, introduciéndome en ella de una estocada. — Joder... — murmura. Después de unos segundos quieta, empieza a moverse hacia arriba y hacia abajo, primero despacio y cada vez más rápido. Yo la agarro de las nalgas y guío su movimiento, dejándola caer sobre mi de forma brusca y rápida.

Y entonces una cosa se me viene a la cabeza.

— Espera... — le digo en un jadeo, ella no para de moverse, y yo tengo que cerrar los ojos y aguantar para no acabar dentro de ella. — No tenemos condón. — digo de nuevo, pero ella no parece inmutarse.

— No te...preocupes. — contesta entre gemidos, moviéndose cada vez más rápido, jalando de mi pelo. — Me tomo las píldoras diarias. — abro un poco los ojos por la sorpresa.

 ¿Cómo diablos colaba esas pastillas prohibidas aquí dentro y se las tomaba todos los días sin que la pillaran?

Esta chica es una caja de sorpresas.

— Entonces perfecto. — digo, y empujo mis caderas hacia arriba para penetrarla más profundamente. Sigo con los mismos movimientos y le tapo la boca con una mano para callar sus altos gemidos.

Noto como su intimidad se contrae, y entonces se que está a punto de llegar, así que aumento la velocidad y ambos llegamos a la vez entre gemidos y jadeos. Ella descansa su frente en la mía y después de unos segundos que nos tomamos para respirar y recuperarnos, ella se quita de encima y se sienta a mi lado.

— Ha sido un placer, milagroso

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