โž€ Yggdrasil | Vikingos

By Lucy_BF

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๐˜๐†๐†๐ƒ๐‘๐€๐’๐ˆ๐‹ || โ La desdicha abunda mรกs que la felicidad. โž Su nombre procedรญa de una de las leyendas... More

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โ” Proemio
๐€๐œ๐ญ๐จ ๐ˆ โ” ๐˜๐ ๐ ๐๐ซ๐š๐ฌ๐ข๐ฅ
โ” ๐ˆ: Hedeby
โ” ๐ˆ๐ˆ: Toda la vida por delante
โ” ๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Fiesta de despedida
โ” ๐ˆ๐•: Una guerrera
โ” ๐•: Caminos separados
โ” ๐•๐ˆ: La sangre solo se paga con mรกs sangre
โ” ๐•๐ˆ๐ˆ: Entre la espada y la pared
โ” ๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Algo pendiente
โ” ๐ˆ๐—: Memorias y anhelos
โ” ๐—: No lo tomes por costumbre
โ” ๐—๐ˆ: El funeral de una reina
โ” ๐—๐ˆ๐ˆ: Ha sido un error no matarnos
โ” ๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Un amor prohibido
โ” ๐—๐ˆ๐•: Tu destino estรก sellado
โ” ๐—๐•: Sesiรณn de entrenamiento
โ” ๐—๐•๐ˆ: Serรก tu perdiciรณn
โ” ๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Solsticio de Invierno
โ” ๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: No es de tu incumbencia
โ” ๐—๐ˆ๐—: Limando asperezas
โ” ๐—๐—: ยฟQuรฉ habrรญas hecho en mi lugar?
โ” ๐—๐—๐ˆ: Pasiรณn desenfrenada
โ” ๐—๐—๐ˆ๐ˆ: No me arrepiento de nada
โ” ๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: El temor de una madre
โ” ๐—๐—๐ˆ๐•: Tus deseos son รณrdenes
โ” ๐—๐—๐•: Como las llamas de una hoguera
โ” ๐—๐—๐•๐ˆ: Mi juego, mis reglas
โ” ๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: El veneno de la serpiente
โ” ๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: ยฟPor quรฉ eres tan bueno conmigo?
โ” ๐—๐—๐ˆ๐—: Un simple desliz
โ” ๐—๐—๐—: No te separes de mรญ
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ: Malos presagios
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ: No merezco tu ayuda
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Promesa inquebrantable
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐•: Yo jamรกs te juzgarรญa
โ” ๐—๐—๐—๐•: Susurros del corazรณn
โ” ๐—๐—๐—๐•๐ˆ: Por amor a la fama y por amor a Odรญn
๐€๐œ๐ญ๐จ ๐ˆ๐ˆ โ” ๐•๐š๐ฅ๐ก๐š๐ฅ๐ฅ๐š
โ” ๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Donde hubo fuego, cenizas quedan
โ” ๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Mรกs enemigos que aliados
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐—: Una velada festiva
โ” ๐—๐‹: Curiosos gustos los de tu hermano
โ” ๐—๐‹๐ˆ: Cicatrices
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐ˆ: Te conozco como la palma de mi mano
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Sangre inocente
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐•: No te conviene tenerme de enemiga
โ” ๐—๐‹๐•: Besos a medianoche
โ” ๐—๐‹๐•๐ˆ๐ˆ: El inicio de una sublevaciรณn
โ” ๐—๐‹๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Que los dioses se apiaden de ti
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐—: Golpes bajos
โ” ๐‹: Nos acompaรฑarรก toda la vida
โ” ๐‹๐ˆ: Una red de mentiras y engaรฑos
โ” ๐‹๐ˆ๐ˆ: No tienes nada contra mรญ
โ” ๐‹๐ˆ๐ˆ๐ˆ: De disculpas y corazones rotos
โ” ๐‹๐ˆ๐•: Yo no habrรญa fallado
โ” ๐‹๐•: Dolor y pรฉrdida
โ” ๐‹๐•๐ˆ: No me interesa la paz
โ” ๐‹๐•๐ˆ๐ˆ: Un secreto a voces
โ” ๐‹๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Yo ya no tengo dioses
โ” ๐‹๐ˆ๐—: Traiciรณn de hermanos
โ” ๐‹๐—: Me lo debes
โ” ๐‹๐—๐ˆ: Hogar, dulce hogar
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐ˆ: El principio del fin
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: La cabaรฑa del bosque
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐•: Es tu vida
โ” ๐‹๐—๐•: Visitas inesperadas
โ” ๐‹๐—๐•๐ˆ: Ella no te harรก feliz
โ” ๐‹๐—๐•๐ˆ๐ˆ: El peso de los recuerdos
โ” ๐‹๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: No puedes matarme
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐—: Rumores de guerra
โ” ๐‹๐—๐—: Te he echado de menos
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ: Deseos frustrados
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐ˆ: Estรกs jugando con fuego
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Mal de amores
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐•: Creรญa que รฉramos amigas
โ” ๐‹๐—๐—๐•: Brezo pรบrpura
โ” ๐‹๐—๐—๐•๐ˆ: Ya no estรกs en Inglaterra
โ” ๐‹๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Sentimientos que duelen
โ” ๐‹๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: ยฟQuiรฉn dice que ganarรญas?
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐—: Planes y alianzas
โ” ๐‹๐—๐—๐—: No quiero perderle
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ: Corazones enjaulados
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ: Te quiero
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: La boda secreta
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐•: Sangre de mi sangre y huesos de mis huesos
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•: Brisingamen
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•๐ˆ: Un sabio me dijo una vez
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Amargas despedidas
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Te protegerรก
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐—: El canto de las valquirias
โ” ๐—๐‚: Estoy bien
โ” ๐—๐‚๐ˆ: Una decisiรณn arriesgada
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐ˆ: Tรบ harรญas lo mismo
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Mensajes ocultos
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐•: Los nรบmeros no ganan batallas
โ” ๐—๐‚๐•: Una รบltima noche
โ” ๐—๐‚๐•๐ˆ: No quiero matarte
โ” ๐—๐‚๐•๐ˆ๐ˆ: Sangre, sudor y lรกgrimas
โ” ๐—๐‚๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Es mi destino
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐—: El fin de un reinado
โ” ๐‚: Habrรญa muerto a su lado
โ” ๐‚๐ˆ: El adiรณs
โ” ๐„๐ฉ๐ขฬ๐ฅ๐จ๐ ๐จ
โ€– ๐€๐๐„๐—๐Ž: ๐ˆ๐๐…๐Ž๐‘๐Œ๐€๐‚๐ˆ๐Žฬ๐ ๐˜ ๐†๐‹๐Ž๐’๐€๐‘๐ˆ๐Ž
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โ” ๐—๐‹๐•๐ˆ: Te lo prometo

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By Lucy_BF

N. de la A.: cuando veáis la almohadilla #, reproducid el vídeo que os he dejado en multimedia y seguid leyendo. No os arrepentiréis.

✹.✹.✹

──── CAPÍTULO XLVI ───

TE LO PROMETO

────────ᘛ•ᘚ────────

 ( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

◦✧ ✹ ✧◦

       DRASIL SE SENTÍA COMO EN UNA NUBE. Había disfrutado aquel beso como si hubiese sido el primero, como si ningún otro hombre hubiese probado antes el sabor de sus labios. Las imágenes de lo que había ocurrido en aquella desértica callejuela no paraban de repetirse una y otra vez en su atolondrada mente: la manera en que Ubbe la había abrazado para acallar su llanto, la delicadeza con la que había secado sus lágrimas, el cariño y la afabilidad que había transmitido su mirada mientras le susurraba al oído que quería estar con ella, el fuerte latido de su corazón resonando en la palma de su mano, el suave tacto de su boca contra la suya... Era una sensación inenarrable, una vorágine de emociones imposible de describir con palabras. Simplemente se había dejado llevar por sus más puros instintos, por sus sentimientos. Y no se arrepentía en absoluto.

Sus mejillas aún ardían cuando el primogénito de Ragnar y Aslaug la tomó de la mano y la condujo hacia su carpa, guiándola a través de las laberínticas calles de York, tal y como hizo la noche antes de que partieran hacia Inglaterra. La luz de las velas y de las lámparas de aceite los recibió, junto con un agradable olor a cuero.

La skjaldmö escrutó con detenimiento las inmediaciones de la tienda, como si esa fuera la primera vez que ponía un pie allí dentro. Sus iris esmeralda fueron saltando de un rincón a otro, pasando por la improvisada cama, el arcón de madera ornamentada que había junto a una de las endebles paredes y la enorme mesa circular que se erigía en el centro de la dependencia y en cuya desgastada superficie había desperdigados varios papeles.

En tanto Ubbe se situaba delante de otro mueble sobre el que había una jarra y una palangana de bronce, Drasil avanzó hacia la caótica mesa. Estudió el contenido de los pergaminos con minuciosidad, tratando de encontrarles algún sentido, pero todo cuanto pudo vislumbrar fueron trazos y símbolos extraños.

—Son mapas. —Le oyó decir al guerrero desde la otra punta de la carpa—. Representaciones del territorio sajón —se apresuró a aclarar debido a la confusión de la muchacha, que había arrugado la nariz en un tierno gesto. Los habían encontrado en el castillo del rey Ecbert, junto a otras muchas cosas que podrían serles de utilidad mientras estuviesen en Inglaterra—. Las líneas simulan los límites entre las diferentes regiones. Y los símbolos son letras —continuó diciendo al tiempo que vertía un poco de agua en el cuenco de metal.

Drasil deslizó una mano por uno de los papiros, fascinada.

—¿Letras? —repitió con la ignorancia de un niño pequeño. Garabateó uno de esos símbolos con el dedo índice, siguiendo las líneas de tinta. Todos ellos estaban pulcramente bosquejados. Jamás había visto nada semejante.

Ubbe sonrió ante su curiosidad.

—Son como nuestro alfabeto rúnico. —Se aproximó a la mesa y depositó la palangana, ahora llena, en su superficie, en la única zona que estaba libre de cachivaches—. Juntas forman palabras —explicó—. En realidad, nuestras lenguas no son tan distintas, ya que los sajones descienden de anglos y jutlandeses que llegaron aquí hace cientos de años. Se trata más bien de pronunciar las cosas de manera diferente. —Se encogió de hombros con naturalidad.

La hija de La Imbatible lo observó con una ceja arqueada.

—¿Intentas impresionarme, Ragnarsson? —bromeó ella, guasona.

El susodicho carcajeó.

—¿Acaso no lo he hecho ya, escudera? —contestó él en el mismo tono.

Drasil se mordisqueó el interior del carrillo, tratando de reprimir la sonrisa que pugnaba por formarse en su semblante. Atrás habían quedado la amargura y la desazón que la habían asolado a raíz de su desencuentro con Aven, ese cúmulo de sensaciones discordantes que la habían hecho romper en llanto tras abandonar la taberna en la que había tenido lugar aquel desafortunado episodio. Había apartado todos esos sentimientos negativos para centrarse únicamente en la paz y el sosiego que la embargaban cuando estaba con Ubbe.

—Puede. —Ahora fue ella la que se encogió de hombros. De nuevo, el caudillo vikingo sonrió de esa forma tan suya que siempre conseguía robarle el aliento. Apenas un instante después, le vio meter un trapo en el cuenco, a fin de limpiar la sangre de sus nudillos—. Espera. Déjame a mí —indicó, justo antes de posicionarse frente a él.

Ubbe se dejó hacer. Se recostó sobre el borde de la mesa y permitió que Drasil tomara su mano —aquella con la que había golpeado al aprendiz de herrero— entre las suyas, que eran cálidas y algo ásperas. La castaña apretó los labios en una fina línea al reparar en la notable hinchazón que rebordeaba las heridas. Acarició la zona con suavidad, arrancándole un siseo al chico.

—¿Te duele mucho?

Ubbe negó con la cabeza.

—No es nada —la tranquilizó, restándole importancia al asunto.

Drasil suspiró. De manera inconsciente desvió la mirada hacia su propia mano, concretamente hacia las costras que recubrían sus maltratados nudillos. Todavía podía sentir la dura piedra raspando su epidermis y abriendo su carne.

—No debiste caer en sus provocaciones —articuló ella. Cogió el paño, lo escurrió para librarlo del exceso de agua y, con sumo cuidado, comenzó a frotar la piel ensangrentada—. Era justo lo que quería. —Alzó el rostro hacia el primogénito de Ragnar y Aslaug para poder ver su expresión.

—Lo sé. —Ubbe se rascó la nuca con la mano que tenía libre. Era evidente que no se sentía orgulloso de su comportamiento, que le avergonzaba haber perdido los estribos de ese modo, y más delante de ella—. Pero no lo pude evitar. No cuando dijo eso de ti —sentenció en tono sombrío.

La skjaldmö tragó saliva. Nunca le había visto tan... rabioso y enfurecido. Ni siquiera cuando se enteró de que su madre había sido asesinada por Lagertha. Era impulsivo y visceral, cierto, pero jamás lo había visto llegar a esos extremos. Y a juzgar por cómo lo había mirado Hvitserk cuando no le había quedado más remedio que intervenir para separarlo de Aven, él tampoco.

—No vuelvas a hacer algo así —lo reprendió Drasil, muy seria. Volvió a humedecer el trozo de tela, ocasionando que el agua de la palangana se tiñera de rojo—. Nunca. —El énfasis en ese último vocablo fue más que notorio.

—No lo haré. Te lo prometo —garantizó Ubbe.

La joven asintió con la cabeza, satisfecha con su respuesta. Cambió su peso de una pierna a otra y prosiguió con su labor. Transcurrieron un par de minutos hasta que el muchacho se aventuró a retomar la palabra:

—Podría acostumbrarme a esto.

—¿A qué te refieres? —quiso saber Drasil, presa de la curiosidad.

—A que cures mis heridas y me colmes de atenciones —bisbiseó Ubbe, esbozando una sonrisilla pícara y divertida. Solo los dioses sabían lo mucho que se estaba conteniendo para no rebasar los escasos centímetros que los separaban y besarla apasionadamente.

La hija de La Imbatible rio entre dientes.

—Eres incorregible.

—Y tú eres preciosa.

Drasil se quedó muda. Aquel halago la había pillado completamente desprevenida. Prueba de ello era el ligero rubor que se había adueñado de sus mejillas o el calor que se había concentrado en sus orejas. Sintió un hormigueo en el estómago, seguido de una ardiente sensación en su bajo vientre que hizo que se sonrojara aún más.

Parpadeó varias veces seguidas y se aclaró la garganta, azorada. No estaba acostumbrada a que le dijeran ese tipo de cosas, aunque debía reconocer que le gustaba oírlas de boca del Ragnarsson.

—Coqueto sinvergüenza —logró decir, una vez recuperada la compostura.

Más carcajadas llenaron el aire.

Drasil continuó limpiándole la mano. Había terminado con los dedos, de manera que se dispuso a hacer lo mismo con los nudillos, que se hallaban en carne viva. Trató de no pensar mucho en ello, en la inmensa quemazón que debía sentir cada vez que el trapo entraba en contacto con su piel magullada. ¿Cuántos golpes habían sido? ¿Cinco? ¿Siete? ¿Diez? Un escalofrío recorrió su espina dorsal. Prefería no recordarlo.

—¿Por qué te fuiste así la otra noche?

La voz de Ubbe hizo que saliera de su ensimismamiento. Restableció el contacto visual con él, que aguardaba pacientemente una contestación, y se colocó un mechón rebelde detrás de la oreja.

—Estaba avergonzada, y también confundida. —Volvió a focalizar toda su atención en las raspaduras, sin ser capaz de sostenerle la mirada. El modo en que le suplicó que se quedara seguía partiéndole el corazón—. Fue un día... complicado para mí —murmuró, afligida.

Una sombra de dolorosa comprensión pasó fugazmente por los atractivos rasgos del caudillo vikingo. Cada vez que rememoraba el momento en que la encontró en una de las callejuelas de York, con los ojos vidriosos y la cara descompuesta, el alma se le caía a los pies.

#

—Quería yacer contigo, ansiaba hacerte mía en esta misma mesa. No te imaginas cuánto... —aseguró Ubbe, provocando que su interlocutora aguantara involuntariamente la respiración—. Pero no podía. No contigo en ese estado.

Las pulsaciones de Drasil se dispararon al escucharlo, alcanzando una cadencia casi frenética, y las palmas de sus manos cosquillearon en anticipación a lo que iba a sobrevenir.

—¿Y ahora hay algo que te lo impida? —inquirió, mirándolo fijamente.

Los ojos del primogénito de Ragnar y Aslaug se nublaron en tanto veía cómo la escudera dejaba el paño en la mesa y se apegaba más a él. El aroma que desprendía su cabello lo embriagó como si se tratara del más dulce elixir y el roce de su cuerpo contra el suyo desencadenó una tormenta de fuego en su interior.

—No.

De nuevo, las mejillas de Drasil se tornaron del mismo color que las amapolas. Pese a ello, sonrió juguetonamente mientras se ponía de puntillas. Ubbe se estremeció al notar su hálito rozando el lóbulo de su oreja.

—¿Y a qué estás esperando entonces? —ronroneó ella.

El joven dejó escapar un gruñido bajo cuando los dientes de la castaña pellizcaron la carne sensible de su cuello, dejando una marca apenas perceptible. Sin ningún atisbo de pudor y con un brillo libidinoso relampagueando en sus orbes celestes, deslizó las manos por la espalda de Drasil hasta alcanzar la curvatura de sus nalgas, las cuales masajeó con contundencia. Ahora fue el turno de ella de gruñir.

—¿Y luego yo soy el coqueto sinvergüenza? —Rio Ubbe.

Drasil se mordió el labio inferior.

—Aprendo rápido.

La hija de La Imbatible restregó su muslo izquierdo contra su entrepierna, que ya empezaba a abultarse a causa de la creciente excitación. Como consecuencia de ello, el Ragnarsson volvió a resollar. Este la tomó con suavidad del pelo, forzándola a echar la cabeza hacia atrás. Besó sus clavículas, su cuello y su mandíbula, y cuando el suave jadeo de ella raspó sus oídos atacó su boca con una urgencia desesperada.

Drasil entrelazó las manos detrás de su nuca, adhiriéndose aún más a su escultural anatomía para que no quedase ni un solo espacio de separación entre los dos. No lo podía besar lo suficientemente rápido para expresar la necesidad que sentía de tenerlo dentro de ella.

Quería que las barreras de su ropa desaparecieran. Necesitaba entregarse plenamente a él.

Haciéndose eco de sus pensamientos, Ubbe procedió a desatar los cordones de su vestido. La muchacha lo ayudó sin dejar de besarle en ningún momento y juntos deslizaron la aterciopelada prenda hacia abajo.

El guerrero se apartó de ella, lo justo para poder admirar su desnudez. Sus iris azules se ensombrecieron en tanto bebía cada centímetro de piel que tenía expuesta. Se quitó la camisa y la atrajo de nuevo hacia sí, rodeándola con sus fuertes brazos.

—No sé cómo lo haces... Pero cuanto más me resisto a ti, más me atraes —pronunció Ubbe con voz ronca. Sus falanges trazaron la línea de su cintura y el arco de sus caderas. Ella hizo lo mismo con los músculos de su abdomen—. No puedo contenerme más, Drasil. —Hizo una breve pausa para unir sus frentes—. No quiero seguir manteniendo las distancias contigo, ni fingir que no hay nada entre nosotros —confesó.

La mencionada se relamió los labios.

Una provocación en toda regla.

—Yo tampoco quiero que lo hagas.

Ubbe no necesitó más aliciente que ese para cogerla en brazos, conducirla hacia su lecho y depositarla en él. Totalmente desnuda, Drasil vio cómo se deshacía de sus pantalones, liberando su considerable longitud. El primogénito de Ragnar y Aslaug se recostó sobre ella y bajó la cabeza hacia sus senos, que eran pequeños pero firmes. La leve presión que ejercieron sus dientes en sus pezones fue más que suficiente para que la castaña arañara su espalda y enredase las piernas alrededor de su cintura.

El corazón se le encogió dentro del pecho cuando Ubbe besó la cicatriz de su costado. Aquella marca brillante y rosada que había pasado a ser un mal recuerdo. La mano del caudillo vikingo comenzó una exploración letal y tortuosa por su muslo derecho, acariciando la cara interna del mismo. Esta poco a poco fue ascendiendo hasta alcanzar su feminidad, que ya se encontraba húmeda.

La lengua de Ubbe se deslizó nuevamente dentro de su boca, en consonancia con los dos dedos que había introducido en su interior y que ahora movía con una lentitud desesperante. La pelvis de Drasil sufrió un espasmo, exigiendo más. Su amante sonrió y ella no pudo hacer otra cosa que sollozar cuando aumentó el ritmo de aquel exquisito vaivén.

La estimuló con mimo y devoción, tocando las partes prohibidas de su cuerpo. La besó, lamió y mordió hasta que sus gemidos fueron perfectamente audibles, hasta que sus súplicas para que la rebosara lo condujeron al borde del abismo, a una espiral de perdición y deseo que se tradujo en una dolorosa erección.

Drasil gritó su nombre cuando una explosión sensorial se abrió paso en su mitad inferior, haciendo que se convulsionara de placer. Agarró las mantas con una fuerza temblorosa y soltó todo el aire que había estado conteniendo cuando aquel éxtasis eléctrico recorrió todas y cada una de sus terminaciones nerviosas.

El Ragnarsson la besó con voracidad mientras orientaba su miembro hacia la entrada de la skjaldmö, que, con descaro, levantó las caderas en una petición silenciosa. La penetró con una única acometida que le cortó la respiración a Drasil y empezó a moverse con ella.

La hija de La Imbatible se estremeció en tanto su carne se ajustaba a aquella presencia intrusiva y demoledora. Podía sentir el embiste de cada arremetida en lo profundo de su vientre. Cada vez más rápido. Cada vez más fuerte.

—No vuelvas a alejarme de ti. Te lo suplico —musitó Ubbe.

Drasil se aferró a sus hombros.

—No lo haré... —exhaló.

El joven acometió con más intensidad, hundiendo los dientes en el cuello de la escudera, que arqueó la espalda para que la penetración fuera todavía más profunda. Ubbe la empujó hacia abajo, sacudiéndola con golpes sólidos e inexorables que llegaban a lo más hondo de sus entrañas. Y Drasil... Ella sentía que cada estocada la arrastraba al filo de una rendición total.

Apretó sus caderas contra él, yendo a su encuentro, y contuvo el aliento cuando el vínculo carnal que los unía se intensificó. El caudillo vikingo emitió un berrido y la estrechó con más fuerza, besándola con frenesí y desesperación.

Ambos se dejaron llevar por una furia de pasión y necesidad que nunca antes habían experimentado. Y entonces ocurrió.

El grito de Drasil se mezcló con el de Ubbe, y los dos se perdieron el uno en el otro cuando conquistaron juntos el orgasmo.

El silencio se apoderó de la tienda.

Ubbe ciñó a Drasil contra él y la acomodó en su hombro, con un brazo a su alrededor. Ella acarició su vientre plano y jugueteó distraídamente con su ombligo.

—Me encanta tu cabello. ¿Te lo he dicho alguna vez? —habló el primogénito de Ragnar y Aslaug, rompiendo la quietud que hasta ese momento había imperado en la carpa. Cogió un bucle de su exuberante melena y lo enredó en torno a su dedo índice.

Drasil alzó la cabeza para poder mirarlo a los ojos. El sudor todavía acristalaba los rasgos de ambos.

—No, la verdad es que no —respondió, apoyando el mentón en uno de sus pectorales. Sus falanges encontraron un nuevo entretenimiento en el vello de su torso—. Pero ¿cómo puede gustarte esto? —Señaló los mechones que se desbordaban por uno de sus hombros desnudos—. Es tan... rizado. Además, es de un color bastante soso y aburrido —apostilló.

Ubbe negó con la cabeza.

—No tiene nada de soso. —Levantó la mata de pelo con una mano y la dejó caer lentamente sobre su espalda. Drasil ronroneó en consecuencia—. A mí me gusta. Es oscuro y vibrante, pero también suave y sedoso —continuó diciendo a la par que masajeaba su cuero cabelludo—. Con destellos cobrizos allá donde le da el sol.

La muchacha se ruborizó al oírlo. Ubbe pareció darse cuenta de ello, ya que rio por lo bajo.

—No sabía que fueras tan romántico —lo picó ella, traviesa.

—Ni yo tampoco, la verdad. —El chico hizo un mohín con la boca, siguiéndole el juego—. Pero no se lo digas a Hvitserk. Tengo una reputación que mantener —añadió en tono confidencial.

Drasil contuvo una carcajada.

—¿Y qué más te gusta de mí? —preguntó, intrigada.

—Tus ojos. —Ubbe no lo dudó a la hora de contestar—. Son los más hermosos que he visto jamás —remarcó, observándola con tanta intensidad que algo dentro de ella se agitó—. Tu sonrisa. —Dejó correr un dedo lentamente por la línea de su mandíbula. Aquel contacto la hizo arder—. Tu bondad. —Rozó la comisura derecha de sus labios, que estaban entreabiertos—. Y podría decir más cosas, pero no son tan románticas —manifestó con bravuconería.

Drasil dejó escapar una risa ahogada.

—Idiota.

Le tiró de la perilla con suavidad, ganándose un pellizco en el trasero por su parte, para después apoyar la cabeza en su pecho. Cerró los ojos e inspiró por la nariz, disfrutando de su olor y de la calidez que desprendía su cuerpo.

Una de las manos del Ragnarsson resbaló a su espalda, donde trazó pequeños círculos con el pulgar. La otra la entrelazó con la de la skjaldmö, deslizando sus dedos callosos y robustos a través de los de ella. Sus palmas se amoldaron perfectamente la una contra la otra, como si se tratasen de dos piezas complementarias.

Poco a poco sus respiraciones se fueron acompasando hasta alcanzar un ritmo monótono y pausado. Sus músculos se relajaron y sus corazones latieron al unísono.

—Ubbe —lo llamó Drasil.

—¿Hmm?

La hija de La Imbatible sonrió con cierta timidez.

—Buenas noches.

Los brazos del caudillo vikingo la estrecharon con suavidad, haciéndola sentir segura y protegida.

—Buenas noches, Dras.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

N. de la A.:

¡Hola, mis amores!

Buah, capítulo mega tórrido e intenso. Real que tuve que abrir la ventana mientras lo escribía porque no podía con los calores x'D ¡IHHHHHHHHH! ¡DRABBE VUELVE A SER REAL, BABIES! ¡RÁPIDO, QUE ALGUIEN INMORTALICE EL MOMENTO PORQUE AÚN NO NOS LO CREEMOS! Vale, ya está... Ya me calmo. Que me puede el hype, jajaja.

Después de varios capítulos de sufrimiento y de constantes idas y venidas por parte de estos dos (en los que no solo los hemos odiado a ellos, sino también a una humilde servidora), por fin han vuelto a caer en la tentación. Está mal que yo lo diga, pero es que los amo demasiado. Estos dos me tienen enamoradita perdida, en serio. Y no exagero al decir que, de todas las parejas que hay mis historias, Drabbe es la que más me encanta y de la que más orgullosa me siento u.u

Y ya la última escena ha sido la guinda del pastel. O sea, amé redactarla. Se me hizo tan tierna y bonica que kfjofhjjklf. Son demasiado preciosos juntos. A ver lo que duran... Vale, no. Es broma, es broma xD Voy a intentar portarme bien con ellos a partir de ahora, lo prometo. 

Aunque ya aviso que los próximos capítulos van a ser un no parar. Se avecina drama, salseo, más drama y más salseo. Estamos entrando en un punto de la historia en el que todo es una montaña rusa. Así que ahí lo dejo, jeje.

Y eso es todo por el momento. Espero que hayáis disfrutado un montón de las fiestas y que hayáis empezado el 2020 con muy buen pie.

Un besazo ^3^

P.D.: que conste que para esta escena calenturienta me he dejado influenciar por Diana Gabaldon y Sarah J. Maas, ya que las admiro muchísimo (estoy en pleno proceso de lectura de sus orbas) y me encanta su estilo a la hora de redactar este tipo de contenido <3

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