camaleón ¹ • taekook

By WTFangirl

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❝ A él le llamaban "camaleón". ❞ Kim Taehyung descubrió al verdadero chico camaleón; una persona totalmente d... More

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By WTFangirl

"Oliva Parduzco"

Taehyung abrió los ojos y se acurrucó más en la cama. Escuchó a alguien moviéndose alrededor y no le quedó más remedio que abrir sus ojos, topándose con la pálida espalda de Jungkook. Esta tenía marcas de sus manos marcadas...

Kim sonrió al recordar lo ocurrido esa fría noche y se acercó a la orilla de la cama para encontrarse con su castaño, observando detenidamente una fotografía.

—¿Es tu madre? —recibió un asentimiento en respuesta— Es realmente hermosa. Parece muy joven...

—La verdad, es una antigua foto; fue sacada antes de empezar a enfocarse en la policía de investigación —afirmó acariciando con suavidad la imagen. 

—Vaya... Es una mujer muy interesante.

—Sí que lo es —volteó contento a verle—, no puedo esperar a que la conozcas. Es la mujer más increíble que he conocido...

Taehyung solo le dedicó una gran sonrisa y un beso en su mejilla.

—Es hora de prepararse —le recordó levantándose para cubrir su desnuda y masculina piel.

Estaban prontos a terminar su viaje en tren y, al contrario de lo dicho por Kim, llegaron en la mañana. Busan estaba cubierto en una hermosa nevisca a la vista de la joven pareja, quienes se ayudaban mutuamente con la maleta que cargaban. Al salir de la estación de trenes y respirar otros aires, Jungkook comenzó a recordar y recapitular eventos en su memoria que lo llevasen a esas partes de la ciudad por las que recorría con Taehyung. El pelirrojo solo se maravillaba con los nuevos paisajes y la emoción en los ojos de su castaño. Por ahora, eso era suficiente para el gozo de Kim. 

Y los recuerdos de esa candente noche. 

Al llegar a un concurrido parque, se emocionaron con los diversos adornos navideños y el gigantesco árbol navideño que ahí había. 

—Espera, Kook —le pidió dejando la maleta en el suelo—. Saquémonos una fotografía junto al árbol —dijo alegre preparando su polaroid.

Taehyung sostuvo en alto la cámara intentando localizar la mejor posición para mostrar a ambos en la imagen, sonriendo y abrazándose sonrosados por el frío en sus rostros. Al salir la fotografía, dejaron que secara y Taehyung se alejó para fotografiar solamente a Jungkook. Lo captó desprevenido y genuino, con su dulce e inconfundible sonrisa. Al ser el turno de Jungkook, apuntó a la cautivadora sonrisa cuadrada de Kim y sus arrebatadores orbes castaños. Es así como ambos conservaron una imagen del otro para prometer guardarlas consigo. Como un lazo.

Dando la vuelta a la esquina, escucharon una melodiosa guitarra y una voz cantando una conocida canción. Taehyung, emocionado, arrastró a Jungkook al espectáculo. Allí descubrieron a un humilde anciano cantando What A Wonderful World, acompañado de un peludo can. 

Don't know much about history
Don't know much biology
Don't know much about a science book
Don't know much about the French I took

Su voz era potente y espléndida, como una suave caricia a los oídos. Pronto hubo gente rodeando su simpático espectáculo y parejas bailando al son de los acordes, muy entretenidos. Es ahí cuando, entre aplausos y elogios, ambos chicos se miraron.

Taehyung acercó delicadamente su mano a la de Jungkook y la abrazó, rozando su pulgar contra el dorso de la mano. Se admiraron embelesados y la canción siguió con su lírica...

But I do know one and one is two
And if this one could be with you
What a wonderful world this would be

El parque se comenzaba a animar y pequeños niños danzaban brincando, aclamando felices y divertidos. Todas las personas parecían festejar a gusto y brindando aplausos  eufóricos, alzaban sus cámaras para captar momentos y los demás cantaban junto al agradecido anciano, quien recibía unas muy aceptables donaciones en un ajado sombrero en el suelo. Fue ahí cuando Jungkook buscó entre sus bolsillos algo de dinero, recibiendo otro monto por parte del pelirrojo, y se dirigió sonriente al anciano a donarle dinero. Este le agradeció con un asentimiento y continuó con su acto. 

Jungkook y Taehyung permanecieron mirándose absortos en el toque de sus manos, entre el choque de sus ojos, entre sus palpitantes corazones, mientras oían... 

La ta ta ta ta ta ta

Hmm-mm-mm

La ta ta ta ta ta ta

Hmm-mm-mm 

Yeah, but I do know that I love you
And I know that if you love me, too
What a wonderful world this would be

Al acabar la canción aplaudieron con gozo y satisfacción, admirados con aquella persona al mando de la guitarra y su simpático acompañante.

Sin duda esa había sido una alentadora mañana de diciembre. 


—¡Hey, Jungkook! A que no adivinas quien está a mi lado.

—¿Quién? —preguntó risueño.

La cámara de Dahyun mostró al peludo —y, ahora, gordo— gato de Jungkook. Se encontraba comiendo de su plato y masticando con sus blancos colmillos. La pelinegra lo acompañaba mientras este se encargaba de llenar su panza. 

—¡Dorian! ¡Bebé~!

—Yo pensaría antes de hablar. Creo que le das mucho amor —opinó pinchando con su dedo un costado del gato. Jungkook solo rió. 

Estaban a solo metros de llegar a la casa de la madre de Jungkook. El castaño estaba haciendo la última vídeo llamada antes de llegar finalmente a la puerta, acompañado de Kim Taehyung, quien solo lo veía enternecido. Se sentía tan emocionado con el simple hecho de estar frente a aquella puerta.

—Envía saludos a Jimin de nuestra parte, debe estar ocupado.

—Claro que lo haré, no se preocupen. ¡Disfruten de Busan!

Al terminar la llamada, Jungkook guardó su celular en el bolsillo trasero de sus jeans y dirigió sus ojos a su pelirrojo.

—¿Listo?

Kim Taehyung mordió su labio y juntó ambos pares de manos para llevarlas a su boca, depositando un beso allí. Ambos suspiraron y el pelirrojo asintió. El castaño comenzó a buscar la llave que Sooyoung le había entregado y la introdujo en la cerradura.

No alcanzó a girarla cuando oyó a alguien gritando su nombre.

—¡Jungkook! ¡Jeon Jungkook!

—¿Vecina Sabi? ¿Lee Sabi? —la antigua vecina de Jungkook llegó hasta él para saludarlo con un abrazo. Jungkook pudo sentir como algo le presionaba el estómago y se apartó con delicadeza para mirarle a los ojos— ¿Usted...? ¿Está embarazada? —consultó incrédulo. 

—Pues, ya parece muy obvio —lanzó una carcajada, acomodando su saco escocés por las frías brisas—. Vengan y entren a mi casa, hace mucho frío por aquí.

—Lo siento, vecina, pero debemos ocuparnos de nuestro equipaje y mamá dijo que...

—¡Ah! Sobre eso... —interrumpió la pelinegra mujer— Youngae me llamó antes que llegasen y me pidió que se quedaran en mi casa. Es algo importante para ella. Si me acompañan, les explicaré todo —vio como ambos muchachos se miraban con duda y les sonrió—. Me alegro de que hicieras otro amigo, Jungkook. ¿Cómo se llama?

—Ah, es...

—Kim Taehyung —le interrumpió el pelirrojo, ese es mi nombre. 

—Es un placer conocerte, Kim Taehyung. ¿Es tu primera vez en Busan? —preguntó comenzando a dirigirse a su casa.

Al llegar adentro de esta, se vieron muy cómodos y acogidos. Había una chimenea y un gran perro golden retriever, que al verlos se abalanzó hacia ambos chicos.

—¡Angus! ¡No hagas eso! —le reprimió Sabi, sentándose en un sofá mecedora con lentitud— Este perro es siempre tan sinvergüenza...

—No se preocupe, señora Sabi —le tranquilizó  Kim.

Acomodaron su equipaje en una habitación libre que había en esa casa y bajaron a compartir una taza de té, ya que el frío les congelaba hasta los huesos. Jungkook aún estaba desconcertado. ¿Por qué su madre le pediría a su mejor amiga cuidar de ellos? ¿Había algo de malo en casa? No lo entendía.

—Pareces ser un buen muchacho, Taehyung. ¿Son Jungkook y tú buenos amigos? ¿Qué tal todo?

Ambos se observaron perplejos.

—Bueno, resulta que... Taehyung es... mi pareja, vecina Sabi.

La mujer se cubrió la boca con sus manos y se reclinó en su sofá.

—¿En serio? ¿Y Youngae lo sabe? Debe estar muy feliz de que su hijo esté con alguien como Kim —señaló al nombrado y este sonrió, rascando su nuca avergonzado. 

—Aún no... Pero lo conocerá en cuanto llegue a casa.

—Sobre eso... —asechó la incertidumbre en la sala— Youngae me pidió que se hospedaran aquí porque tenía miedo de que algo les ocurriera al llegar. Verán... Youngae ha estado trabajando arduamente en una investigación criminal que se ha estado llevando a cabo a nivel nacional, pero ella fue la que puso en acción esta investigación luego de que encontrase a la cabeza de un grupo de mafiosos. Por lo que, al arrestar al líder, ahora ella se encuentra en pleno peligro de un ataque.

—¿Qué...? —murmuró el castaño atemorizado— ¿C-Como... un acto vengativo hacia mi madre?

—No puede ser cierto, señora Sabi... La policía generalmente...

—Lamento decirles que es verdad, chicos. Pero ustedes saben como son esas personas... Son peligrosas a tal punto de imponer el miedo en cualquiera de nosotros —afirmó la mujer con pesar en sus ojos— Y tal como Youngae está en peligro, también lo está su hogar, sus amigos, su familia y hasta ustedes. ¿Comprenden? 

Jungkook no respondió. Pasó las palmas de sus manos por su frente y revolvió sus cabellos con turbación. Taehyung le acarició suavemente la espalda para tranquilizar sus nervios y Jungkook entendió de todos modos. 

—Mi mamá...

—Jungkook, no te preocupes. Conozco a Youngae mejor de lo que piensas, y sé que no le ocurrirá nada malo. Confía en ella —se dirigió a sus preocupados ojos—. Eso es lo que querría ella en este momento, ¿no crees?

—Es cierto, Kook —le levantó su quijada para mirarlo de frente—. Ella querría que confiásemos en ella, ¿no? —Jungkook asintió repetidas veces— No me iré de aquí hasta compartir una feliz navidad con ustedes.

El castaño mordió su labio y sonrió ante aquel pensamiento. 

Gracias, Tae.


Hacía calor. Quizá se debía a la pequeña cama que compartían esa noche. Ambos estaban abrazados y acurrucados en gruesas mantas, pero aún así no diferenciaba el calor corporal de aquel que se encuentra fuera de las sábanas.

Hacía mucho calor.

Taehyung abrió sus ojos y respiró, apenas. Apartó las mantas de su cuerpo y refregó sus ojos, solo para toparse con la desesperada imagen de la casa de Lee Sabi ardiendo en furiosas e incontrolables llamas. 

—¡Jungkook! —movió el cuerpo inmóvil del castaño— ¡Jungkook! ¡Despierta ya! ¡Estamos en llamas! —lo sacudió con aún más exasperación— ¡¡Por favor!!

—Qué... Qué... —abrió con pereza y desconcierto sus ojos, hasta darse cuenta de la situación en unos pocos pero mortales segundos— ¡¡Taehyung!!

Los dos se levantaron con una rapidez inimaginable de la cama y salieron de la habitación, dejando atrás el bastón y cualquier pertenencia que hubieran olvidado a causa del terror. Por los pasillos del segundo piso se podía ver como el primer piso era borrado por las rabiosas llamas. Un grito fue escuchado por la casa y una parte del techo cayó frente a sus ojos, anticipando el fuego al segundo piso en donde estaban. El suelo comenzaba a quemar y los ladridos de Angus se volvían aullidos y pedidos de auxilio.

—¡Sabi! ¡Su bebé! —gritó alarmado Jungkook— ¡Taehyung! ¡Hay que salvarla! ¡¡Lleva a un bebé dentro!! ¡Ella puede...!

El fuerte crujido de las tablas de madera bajo sus pies resonó y fatalmente separó a Taehyung de Jungkook. Como si se tratase de una hoja de papel, en una fracción de segundos el suelo destruyó su firmeza.

—¡¡Taehyung!! ¡Dios mío! ¡Ayúdame! —escuchó el pelirrojo— ¡¡Mi bebé!! 

—¡¡Jungkook!! ¡Ayudaremos a Sabi! ¡Intenta saltar la grieta y toma mi mano! —pidió estirando lo más que pudo su mano, sujetado de una baranda.

El castaño se puso de pie y sintió sus pies arder lenta y tortuosamente. Miró la gran grieta que los dividía y se dispuso a saltar, pero el techo continuó por caerse frente a ellos, mandando sus pobres cuerpos a la lejanía que temían.

Jungkook miró con sus ojos fuera de órbita a Taehyung, y con solo esa conexión el pelirrojo comprendió.

—No, por favor... ¡¡Debe haber otra manera!! —se quejó con lágrimas en sus ojos.

—Salva a Sabi, Taehyung. ¡¡Confía en mí!! —pidió con todas sus fuerzas para luego sonreír con plena pena— Sabes que lo único que querría es que confiases en mí, ¿no?

Taehyung rió con desesperación y negó con su cabeza múltiples veces.

—¡¡Jungkook...!!

Y los destrozos iniciaron su infierno en esa casa, separando a dos almas en ese incendio.

Taehyung no quería aceptarlo, pero tuvo que partir. Esquivó todo escombro ardiente que se interpusiera y con dolor en sus piernas corrió hacia la voz de la mujer. Tenía tantas cosas recorriendo por su mente en ese momento que, simplemente, pudo haber desfallecido en medio del desastre. Pero no lo hizo, con tal de cumplir con la confianza prometida a Jungkook, desde el día en que se conocieron hasta ese mismo segundo de caos. Taehyung entregó parte de su alma a la persona que amaba, y así hasta sus eternidades. Taehyung debía ser eso y mucho más para Jungkook, mucho más que eso...

Encontró a Sabi en el primer piso, en un baño. Estaba en el suelo y sangraba por su entrepierna, sus lágrimas eran imparables y su perro la acompañaba a pesar de todo. Aullaba depresivo e inquieto, apegado a su dueña sin importar qué. 

—Señora Sabi, tranquilícese. Saldremos todos de este lugar y llamaré a una ambulancia para usted —le aseguró el pelirrojo acariciando sus hombros y, sin pensarlo dos veces, tomó en sus brazos con todas las fuerzas reunidas de su cuerpo a la desamparada madre.

—¡¡Taehyung...!! ¡¡Oh, Dios...!! ¡¡Duele!! —comenzó a llorar sin querer abrir sus ojos. Estaba devastada y no podía creer lo que ocurría: su casa, su amado hogar envuelto en llamas. ¿Por qué? ¿Por qué una mujer tan solitaria debía merecer eso? ¿A dónde quedaron todos esos deseos de una vida maternal y pacífica? La alegría se incendió, y las esperanzas se convertían en cenizas. Para Lee Sabi, su única salvación y resguardo era el ser que ansiaba por salir a conocer la luna de invierno— Mi bebé...

El gran perro ayudó a Taehyung a encontrar una salida fácil por el primer piso, y con cautela intentó no tropezar con alguna madera quebrantada. Pisó la gélida nieve fuera del desorden y a la lejanía vio a unas personas que parecían ser vecinos. En fracción de segundos se levantó y agitó sus brazos.

—¡¡Ayuda!! ¡¡Necesitamos una ambulancia!! ¡¡Y bomberos!! —las personas dieron su asentimiento desde lejos y un hombre trató de acercarse a ayudar— ¡¡No se acerque!! —le ordenó por precaución— ¡¡El fuego--!!

Una gigante explosión dentro de la casa hizo derrumbar la mayor parte del segundo piso, donde Jungkook estaba...

—No... —lloró desconsolado— ¡¡No...!!

¿Qué estaba sucediendo allí adentro?

Jungkook tosió doliente y levantó su cuerpo del caliente suelo. El gas había explotado, debía salir de allí antes que más cosas de la cocina estallaran. Un costado de sus costillas dolía, así que intentó disimular su herida con su mano encima de la zona y empezó a cojear. Hasta que oyó algo. 

O más bien, a alguien.

—Miren, miren... A quien tengo enfrente. 

Jeon trató de adaptar su borrosa vista a la silueta frente a él, y al verle no reconoció a nadie. Solo a un demente pirómano. 

—Tú... ¿Quién eres? —retrocedió de su alarmante cercanía— ¿¡Quién...!?

—Solo espero que luego de este accidente logres recordar mi rostro en el infierno, Jeon Jungkook —anunció demandante y tenebroso, acercándose demasiado al castaño—. Paga por todos los daños que has hecho... —pasó su mano enguantada por todo su pecho hasta el cuello de Jungkook para apretarlo con fuerza— Hasta nunca, traidor.

Jungkook no gritó, no se movió, no suplicó. Solo dolió, y cayó muy muy bajo... Dejando atrás la ventana que atravesó inconscientemente y sintiendo su cuerpo entero chocar. Se sintió estrellar como bomba del zar y se quebró. Todo él, todo el mundo...

Los ojos se cubrieron de lágrimas, y la garganta de Taehyung se rompió. Al igual que su corazón.

Todo se rompió.

—¡¡JUNGKOOK...!! —vociferó doliente, corriendo lo más rápido que pudo y oyendo las sirenas de ambulancia acercándose. 

Acarició el rostro inmóvil y sacudió ligeramente el cuerpo de Jungkook. Tenía ante él a un Jungkook inerte. Y todo se inundó en un oliva parduzco, un negro tan desesperante y tétrico como el negro. Era aquel color que se distinguía al cerrar los ojos y no abrirlos. Era un averno. Era un suplicio. Taehyung deseó retroceder el tiempo, lo necesario como para volver a abrazar a Jungkook. Para volver a besarlo.

Para devolverle su vida.

—¡¡JUNGKOOK!! ¡¡No...!! ¡¡POR FAVOR!! —le pidió a todos los cielos muy arriba de él. Sintió unas manos en sus hombros intentando separarlo de la víctima, y una voz regalando palabras de consuelo y paz que no surtieron efecto en Taehyung— ¡¡JUNGKOOK!! ¡No me dejes...! ¡No...! —lloró siendo forzado a alejarse de su amado castaño. Su amado Jungkook, su amado arco iris. Su camaleón... —¡Jungkook...! —desgarró su garganta. Su corazón. 

Esto no era un final, no podía terminar así. No de esta manera...

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