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El segundo intento de Sirius para acercarse a Arlette fue dos días más tarde. Se negaba por completo a aceptar el rechazo y estaba dispuesto a utilizar sus mejores técnicas de conquista.
Arlette salía de su clase de encantamientos y Sirius la interceptó antes de que diera vuelta al pasillo. Había esperado allí recargado alrededor de diez minutos aunque tuvo que escapar de su clase de transformaciones para lograr llegar a tiempo.
La chica dio un pequeño salto y cerró los ojos con fuerza al encontrarse con Sirius, le había sacado un buen susto. Dio un par de pasos atrás pues se encontraba muy cerca de su pecho.
—¿Te puedo ayudar en algo? —preguntó, un tanto incómoda por tan repentina aparición del chico.
Su tono era molesto, pero sin llegar a ser grosera.
—Tú y yo, una cita —le dedicó una sonrisa ladina. Ese día, se sentía especialmente con suerte.
La castaña lo miró fijamente analizando cada parte del rostro de su contrario. Enseguida frunció el ceño con desagrado y un corto suspiro de irritación escapó de sus labios.
—No gracias —dijo pasando por su lado.
El azabache se quedó como piedra, probablemente no era su día de suerte. Cuando recuperó la respiración fue tras la chica.
—¿Por qué no? —preguntó caminando a su lado.
—No te conozco y no me interesa salir con alguien que... tiene tu fama, Sirius.
Golpe bajo para Black. Se alegraba que James no estuviera presenciando aquella escena para burlarse de él.
Volvió a ir tras de ella cuando notó que había caminado.
—Sólo será una cita —dijo, justo en el momento en el que Regulus se encontraba frente a ellos.
Los hermanos se miraron fijamente a los ojos.
El Black menor comenzó a sentir enojo por lo que acababa de escuchar. De todas las chicas en el colegio, tenía que fijarse precisamente en la que a él le gustaba.
No era justo, para nada justo. Sirius tenía la oportunidad de salir con la chica que él quisiera, pero justamente, quería a la chica de su hermano.
—Te he dicho que no —Arlette tomó la mano de su amigo y lo hizo caminar.
Se había percatado de la tensión entre ambos y prefería evitar que diera inicio una pelea.
Lo que hizo relajar a Regulus, fue que la chica aún lo tomaba de la mano y no la soltó hasta que llegaron a la clase que compartían. Pero aquellas ganas de querer arrancarle la cabeza a su hermano no desaparecieron en todo el día.
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—Ya te ha rechazado dos veces —le dijo James a su amigo— No entiendo por qué insistes tanto con ella. Por lo general no se lo tienes que pedir dos veces a nadie.
Entonces lo pensó. Él no le insistía a nadie, por lo general siempre era al revés, pero no podía aceptar el hecho de que ella prefiriera a su hermano menor en lugar de a él. Probablemente era sólo un capricho y esperaba que se fuera pronto, pero sabía que eso no ocurriría hasta que saliera con aquella chica.
—Es lo mismo que tu con Lily —dijo finalmente— ella ni siquiera te mira y tu sigues insistiendo. Incluso molestas a Quejicus para llamar su atención.
—No, no. No metas a Lily flor en esto.
Sirius rodó los ojos.
—Pero no puedes negar que es casi lo mismo.
Sirius no se dio cuenta pero James sí. Su mejor amigo se estaba enamorando de una chica por primera vez. Era más que sólo un capricho y tenía envidia de su hermano menor. Aunque a la vez sonaba increíble, no la había conocido hasta hace un par de semanas.
James sonrió.
—Sí, creo que te entiendo.
—Como sea, ayúdame a planear la siguiente estrategia.
Potter dejó salir un profundo suspiro mientras comenzaba a darle algunas ideas a su mejor amigo. Después de todo, para eso estaban los amigos.