𝐔𝐧𝐚 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐚 𝐧𝐨𝐜�...

By MerakiDrop

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Johnny, un ser inmortal, encuentra un viejo amante en las playas de Miami. ¿El problema? Han pasado cincuenta... More

( 𝐚 ) 𝐄𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐩𝐥𝐚𝐲𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐌𝐢𝐚𝐦𝐢 ⭑
( 𝐛 ) 𝐔𝐧𝐚 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞 ⭒
( 𝐜 ) 𝐑𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐢𝐧𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐝𝐚𝐬 ⭑
( 𝐝 ) 𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐢𝐦𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐬 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐨 ⭒
( 𝐟 ) 𝐀𝐜𝐞𝐫𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 ⭒
( 𝐠 ) 𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐚 𝐦𝐚𝐧̃𝐚𝐧𝐚 ⭑
( 𝐡 ) 𝐄𝐥 𝐜𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐢́𝐧𝐜𝐮𝐛𝐨 ⭒
( 𝐢 ) 𝐄𝐥 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐬𝐞 𝐚𝐜𝐚𝐛𝐚 ⭑
( 𝐣 ) 𝐋𝐚 𝐮́𝐥𝐭𝐢𝐦𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞 ⭒
( 𝐤 ) 𝐄𝐥 𝐫𝐞𝐥𝐨𝐣 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐬𝐞 𝐝𝐞𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 ⭑

( 𝐞 ) 𝐓𝐚𝐥 𝐯𝐞𝐳 𝐭𝐞 𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐞 ⭑

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By MerakiDrop


Doyoung lleva ya unos cuantos días viviendo con él, Johnny ha descubierto algunas cosas muy interesantes acerca del íncubo durante su estancia. Por ejemplo, para mantenerse convida sólo necesita consumir energía de otro ser vivo, ya sea místico o humano, así que rechaza toda comida que Johnny le ofrece —no porque ésta le haga daño, técnicamente puede ingerirlas, pero ya que no le hace falta su consumo es nulo, la única excepción es el alcohol que bebe de vez en cuando—.


Otra cosa que aprendió es que si no se mantiene bien alimentado su cuerpo entra en un estado parecido al de la hibernación, con el fin de evitar malgastar tanta energía como sea posible; antes del pacto entre ellos Doyoung pasaba gran parte del día durmiendo, en los casos más serios durante largos periodos de tiempo.


Esto lo lleva a una pregunta crucial, ¿Por qué esperaba seis meses para saciar su apetito? Doyoung claramente no es muy afín a los humanos, los mira con desdén y hace comentarios acerca de lamentables que son, se mantiene junto a Johnny porque éste es un caso por conveniencia más que una deuda o muestra de gratitud.


La lección más clara de todas: Cuando pregunta algo que Doyoung no quiere responder, el menor intentaría distraerlo con sexo inmediatamente, justo como ahora, en que le ha cuestionado dónde ha estado el día de hoy, si podría acaso qué ha hecho, si ha visto a sus amigos en esa casa llena de seres místicos.


— Haces demasiadas preguntas. —Reprocha el castaño, sus labios succionan su cuello debajo de la quijada, Johnny no lo ha visto desde ayer por la tarde, el menor tiene la costumbre de desaparecer sin decirle nada.


— Y tú respondes muy poco. —Acaricia la cintura del menor, se ha pasado el día con un cliente que ha comprado una de sus colecciones fotográficas, después de ello asistió a una exhibición que abrió sus puertas hace poco, Johnny era capaz de pasarse horas observando el retrato de un completo desconocido para intentar averiguar un poco de su vida basado en pequeños detalles de su rostro y expresiones, no esperaba llegar a casa para ser atacado por la voracidad del demonio, podría ser un buen final para ese productivo día.


Invitó a Doyoung, pero por supuesto que el íncubo había rechazado la oferta, decía que Johnny y sus actividades eran demasiado aburridas para él. El americano que prefiere otro tipo de ambientes, Doyoung podía absorber un poco de energía cuando muchos humanos excitados se acumulaban en un mismo lugar, es un bocadillo para él. Una exhibición no era el lugar indicado para encontrar eso.


— No es parte del trato. —Las manos ágiles, con dedos largos que han explorado su cuerpo como si fuera de su pertenencia, batallan con la ropa, indeciso a cuál prenda quitar primero.


Johnny apenas tuvo tiempo de cruzar la puerta cuando fue atacado —sin él poner resistencia— por el demonio, los labios de Doyoung lo reclaman con insistencia, demanda su ración de hoy. El humano, sin necesitar del efecto afrodisíaco de su acompañante, entrega el festín de forma complaciente. Lucha por el dominio del beso, un poco irritado con la respuesta de Doyoung, siempre es así. Johnny sabe, en cuanto el más joven lo empuja contra la pared, que ni siquiera llegarán a la habitación.


Doyoung lo quiere rápido hoy, desabrocha sus pantalones obscuros de tela elegante y mete su mano dentro del bóxer, masajeando su falo de manera experta. El más alto pone las manos en su rostro, la piel que lo está volviendo adicto, sus lenguas juegan de un modo tan vehemente y ninguno quiere dejarse vencer tan pronto. Johnny gruñe entre el beso, succiona el labio inferior del más bajo, los ojos de Doyoung son tan negros que puede verse reflejado en ellos, puede ver el deseo y la impudicia.


Hay algo en Doyoung que lo convierte, normalmente quiere ser dulce, pero es aquella sonrisa altanera que posee el íncubo que le hace olvidarlo. Cambia la posición, dejando al demonio de cara a la pared con un fuerte impacto, Doyoung se ríe, disfrutando del dolor momentáneo. Esto es lo que quiere, directo al punto, así que Johnny baja el pantalón del íncubo, no hay ropa interior debajo, separa ambos glúteos y la entrada palpita esperando por él. Johnny, cada vez que se encuentra cara a cara con la sensualidad, recuerda que quisiera jugar con él a tantas cosas, pero la idea queda marcada como "la próxima vez", que no cumple porque este chico no le da muchas oportunidades para hacer su voluntad.


Doyoung no necesita de lubricante, su cuerpo está hecho para esto, entierra su hombría en él y rodea su cintura para que su retaguardia y su entrepierna no tengan ningún punto de separación, emite un gemido profundo en el oído del más bajo, quien por su lado araña la pared, la sensación nunca se vuelve menos intensa, Johnny está seguro que no podría encontrar otro amante más plácido que este.


— ¿Tanto me extrañaste que no puedes esperar a llegar a la cama? —Deja besos y mordidas en su oído, sus caderas se mueven sin tener que esperar tiempo de ajuste, es una ventaja de Doyoung.


— Tenía hambre... —Responde el menor airado, sus ojos se cierran y la sonrisa continua plasmada.— Pero mírate, eres tú quien se puso duro tan rápido, ni siquiera tuve que usar mi esencia.



Saca casi todo su miembro, la punta siendo lo único que se mantiene dentro, antes de arremeter con dureza y escuchar con satisfacción el gemido ensordecedor del menor. Maldita sea Doyoung, tan perfecto y malcriado. Johnny empieza a follarlo contra la pared, ha comprendido que los ojos del demonio también son otra forma de intoxicarlo, así que evita mirarlos para mantenerse cuerdo, por ello la posición. Una de sus manos se apoya en el muro mientras la otra sube por el torso del joven, atrapando un pezón erecto y tirando de este, recibiendo una queja de parte de su compañero.


— Eres tan molesto, ¿Por qué no te portas bien? —Muerde su cuello, la camisa de Doyoung es un estorbo, él mismo se encuentra completamente vestido, tan sólo su pantalón en el suelo y su ropa interior un poco bajo, ¿Cómo es que no tienen el decoro de cuidar ese aspecto?— Ngh...


— N-no tengo interés en portarme bien. —El joven aprieta sus interiores, inclina la parte superior del cuerpo hacia la pared para que el ángulo sea más estrecho.— Joder... Ah, Johnny... sigue, dámelo.


— Que malcriado. —Sólo pide, exige, y Johnny es tan indulgente que no puede negarse, sus embestidas lo marcan por dentro, es rudo e intenta dar lo mejor de sí para satisfacer al joven, dejarlo lleno, que no pueda pedir más y por una vez lograr hacerlo sentir agradecido.


Johnny y Doyoung tienen sexo contra la pared, el íncubo no está contento hasta que se ha corrido en su interior e, incluso después de eso, Johnny le hace una felación porque le reclama necesitar un poco más para estar repleto. Es tan poderoso, el humano trata de averiguar qué truco debe aprender para girar el tablero a su favor. Hoy es otra partida perdida.



↺⭒



Sería un delito vivir en Miami y no disfrutar de sus playas, Johnny las encuentra tan exóticas en referente a las personas que las visitan, parejas ancianas en sus viajes de aniversario, las más jóvenes disfrutando de la etapa de luna de miel, los regulares que la conocen como la palma de su mano, y los misteriosos que entierran sus secretos debajo de esos granos de arena y olas azuladas.


Tras tres semanas de ser usado como banco de alimento, Johnny decide que es su turno para exigir algo, Doyoung había estado dispuesto al inicio, pensando que se trataba de una fantasía en la cama, sólo para quedar terriblemente decepcionado cuando el humano le obligó a vestirse con un traje de baño y le arrastrara a la playa. El inmortal se disculpa al verlo hacer un mohín; normalmente viene solo, pero una compañía no vendría mal de vez en cuando, la idea promete ser entretenida siempre y cuando Doyoung se mantenga cerca y no lo abandone para desaparecer otro día entero.


— ¿Cómo no puede gustarte la playa? Hay gente atractiva y algunos de ellos están aquí para encontrar una cita, además, mira ese mar, hoy es un buen día para nadar. —Ajusta la sombrilla, asegurándose que el cuerpo pálido del demonio no sea azotado por el sol, a petición y amenaza de éste.


— Pero pocos tienen sexo aquí, odio el calor, la prefiero cuando hay fiestas de universitarios estúpidos. —El menor bufa, su torso está al descubierto desde que se ha sentado en una de las toallas que Johnny trajo, se nota lo insatisfecho que está con la situación.


— ¿Y qué opinas de nadar? —Propone el más alto, poniéndose de cuclillas junto al ser místico.— El agua está fresca.


— Es aburrido. —Su rostro joven se frunce aún más, Johnny aprieta una de sus mejillas y el demonio aparta su mano con un gruñido.


— Sólo ven, será divertido conmigo.


Ya que Johnny es incapaz de perecer tampoco puede ahogarse, lo cual le da oportunidad de pasar mucho tiempo bajo el agua, le gusta recolectar conchas de colores intrincados. Se deshace de su camisa y no falla en notar la mirada que su amigo —Doyoung insiste en que no son más que conocidos, pronto ni siquiera eso— le dirige. Su cuerpo es musculoso, hacer ejercicio es una manera de pasar algo de tiempo ya que esto es algo que le sobra en exceso.


Impulsado por la vista Doyoung accede a seguirlo rumbo al agua, ha pasado algún tiempo desde que el humano ha entrado al mar, tan pacífico a estas horas, reflejando el cielo y haciendo de Miami uno de los lugares más atractivos del país. Algunas chicas los miran encantadas con ambos, uno que otro chico también, Doyoung sonríe al menos por la cantidad de ojos que atraen. Es imposible para gran parte de los humanos no sentirse cautivados por la presencia de Doyoung, incluso si el castaño intenta pasar desapercibido —cosa que por lo usual no intenta—.


A pesar de lo bien que le hace a su autoestima la atención, Johnny está aquí con la intención de divertirse, así que cuando Doyoung está ocupado dirigiéndole una sonrisa coqueta a un par de chicas, él sumerge su cuerpo y jala las piernas de Doyoung hasta hacerlo desaparecer de la superficie. El agua es clara, dándole la oportunidad de ver la expresión indignada del demonio debajo del agua, Johnny ríe a sus adentros porque no quiere agua en sus pulmones, incluso si estos no tienen que hacer mucho trabajo, sigue siendo una sensación incómoda tal como el dolor y la sed.


Empieza a nadar lejos del íncubo, boyante de saber que éste lo persigue, Doyoung necesita aprender a disfrutar un poco más de este mundo que les ha quitado oportunidades de existir como lo harían sus ancestros. No es tan malo, Johnny lo odió algunas veces, pero ha sabido perdonarlo.


Johnny los hace nadar hasta la zona donde le gusta buscar las caracolas, el menor le dice que eso estúpido y muy infantil, pero rueda los ojos y tras contantes peticiones del castaño más grande accede a buscar con él sólo para callarlo. Johnny se burla de los pequeños caparazones que encuentra, de colores simples y tan comunes, el contrario se los arroja a la cara y amenaza con abandonarlo allí si en verdad va a ser tan malagradecido.


Resulta que el día es divertido para ambos, a pesar de que Doyoung no lo admita; los dedos de Johnny están arrugados como pasas y al salir del agua acaricia la cintura esbelta del íncubo, quien pone una cara de asco y lo empuja.


— Eso se siente horrible, no te quiero cerca. —Espeta el ser, abrazándose a sí mismo completamente repulsivo a sus manos.


— ¿En serio? Pero si antes me pedías que te tocara en todos lados. —Johnny se acerca amenazante, riendo a carcajadas cuando el menor sale corriendo maldiciéndolo a él y toda su especie.


Algún día sería un viejo arrugado, Doyoung lo odiaría tanto, pero para ese entonces el demonio y él estarían apartados, ni siquiera recordaría haber conocido a un íncubo que repudia sus dedos similares a las pasas. Es un pensamiento que le quita un poco la diversión.


El atardecer los alcanza, han regresado a su lugar de inicio y Doyoung finalmente le permite acercarse con la condición de que si llega a tocarlo él buscará a la primera persona que pase frente a él y tendrían sexo en pleno público para traerle problemas a Johnny.


— ¿Y si es un anciano arrugado? —Inquiere él con burla.


— Ojalá Kun te quite el hechizo pronto para que te mueras y dejes de hablar de una vez. —El menor sacude sus cabellos húmedos, el agua hace que sus hebras se ondulen un poco más, Johnny piensa que el castaño es su color favorito para Doyoung.


— No seas tan cruel, te divertiste, ¿No? —Sabe que le responderá con una negativa, así que no espera la contestación y continúa hablando.— Mira la puesta de sol, quisiera tener mi cámara.


— Ya tienes fotos suficientes del sol bajando. —Comenta el demonio, incrédulo.


— Pero ninguna puesta de sol es igual, todos los días hay algo distinto, hoy me parece la mejor del mes.


Porque se ha divertido con un amigo, es curioso cómo se encuentra tan a gusto con una criatura no humana, que intentó matarlo hace cincuenta años, mal hablada que lo usa para tener sexo y comer, pero así son las cosas. Irritó a Doyoung hoy, lo cual también hizo la tarde aún más entretenida.


— Como sea, para mi es exactamente lo mismo, igual que ustedes humanos. —Uno de los brazos delgados se apoya en la rodilla, Doyoung coloca la barbilla en la palma de su mano, mirando los colores anaranjados que se pintan en el agua.


— Oh por favor, no puedes decirme que somos copias, pensamos distinto, nos comportamos de modo único, nuestras vidas varían tanto de uno a otro que es imposible que haya dos personas exactamente iguales. —Él lo tiene más que claro, tantos años de vida le han hecho darse cuenta de ello, cada persona que ha cruzado camino frente a él es un ser único, de pies a cabeza y en su psique.


— Todos se complican la vida, quieren dinero y le temen a la muerte, venderían su propia alma por algo que anhelan, buscan los caminos fáciles y le dan demasiado valor al amor. —Las palabras se emiten sin descanso, casi como ensayadas, un discurso rutinario.


— La vida es difícil, si no sufrimos no sabemos que vivimos. —Desvía los ojos del mar y el sol y los colores cálidos del cielo, Johnny es paciente, no le enoja esa visión que tiene acerca de su especie, pero tampoco la aceptaría sin defenderse.— Necesitamos dinero para tener vidas más o menos decente, un hogar para nosotros y nuestras familias, o para donarlo a quienes no lo tienen, todos temen al muerte, ¿Ustedes no?


— Intentamos sobrevivir tanto como podamos, pero la muerte es algo en lo que no pensamos mucho, vivimos más que ustedes así que no está muy presente en nuestras preocupaciones. —El labio de abajo se abulta, Doyoung mira con interés unas gaviotas volando a lo lejos.— Si morimos, intentamos hacerlo con honor, no con temor.


— ¿Y el amor?


El joven se ríe, sus ojos entrecerrados, la luz del atardecer lo hacen brillar y Johnny encuentra esa imagen tan bella, si vuelven a venir, se aseguraría de llevar su cámara. Doyoung tiene un buen perfil, pero es su expresión lo que lo hace tan valioso.


— Soy un íncubo, ¿Crees que pienso en el amor?


— ¿Ninguno de ustedes lo hace? —Ante la pregunta el menor se torna más serio, toma aire y suspira decepcionado.


— No es que no podamos sentirlo, pero es más sencillo si no lo hacemos.


Es la primera pregunta que, a pesar de ser problemática para el demonio, ha respondido sin darle vueltas al asunto. Johnny lo considera una victoria y quiere indagar más, pero de hacerlo Doyoung volvería a cerrarse, por lo cual cambia el enfoque.


— Hace años, décadas, que no me enamoro, sería muy triste, ya vi varias personas importantes morir, no quiero pasar por eso de nuevo. —Ha perdido memorias de ellos, el tiempo transcurre y Johnny quema las fotos de esos recuerdos, porque aunque sea inmortal, aún es un humano y su corazón continúa rompiéndose.


— ¿Lo ves? Es más sencillo no hacerlo. —Musita el contrario, sus manos ahora se apoyan en la toalla con los brazos extendidos, el sol está cerca de perderse en el horizonte.


— Pero si no amo algo entonces mi existencia sería aún más miserable. —Responde con despecho, hacia sí mismo, su inmortalidad, su dolor.


Johnny quiere ser un humano normal, enamorarse, sentar cabeza y crecer con la persona que ha cautivado su corazón latiente. Una vida mundana, pero satisfactoria. Al final, cuando su vela deba apagarse, podrá recordar todo lo que fue antes y después de amar.


— Amas la fotografía, eres bueno en eso. —Alega el demonio.


— Quiero amar a alguien y tomar fotos de esa persona. —Confiesa con una sonrisa abochornada pero sentimental.— Quizás cuando te olvide puedas buscarme después de un tiempo, verás que estaré feliz con mi vida humana, sufriendo y enamorado.


Doyoung lo mira con lástima, o eso piensa él, el más joven quiere decir algo, pero al último segundo decide guardarse su comentario, Johnny supone que será otro de esos secretos de Doyoung que nunca podrá conocer. Es lo de menos, el sol está desapareciendo y la luna toma su lugar, las estrellas hacen mapas y figuras, el mar es tranquilo y la noche fresca, es una buena noche.


— Tal vez vaya a buscarte. —Murmura su amigo, mirando al frente, haciendo al humano sonreír.


— Tal vez te recuerde.


— No, no lo harás. 




Llevo varios días en casa de mi abuela y estoy luchando contra el internet para subir este capítulo, si lo están leyendo es porque gané¿ 

 Amo mucho esta pareja, intento que el fic no sea tan aburrido y que el romance no se desarrolle tan lento ni tan rápido, me quedan cinco capítulos más para lograrlo. Nos vemos pronto ~


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