Extraño |NoMin

De scaretwoo

562K 55.2K 146K

Con él, nunca te veo sonreír. Conmigo, padeces de ataques de risa. Con él, no tienes deseos de ir a n... Mai multe

Inicio
1. Mal entendido
2. Nada malo
3. Todo mal
4. Desastre
5. Llamada
6. Fragancia
7. Pensamientos
8. A medias
9. Girasoles
10. Culpa
11. Agradecido
12. Fotos
13. Café
14. Mundo
15. Respuestas
16. Pelea
17. Perdedor
19. Canto
20. Siempre
21. Consecuencias
22. Amor
23. Despedida
24. Extraño
25. Regalos
26. Decisiones
27. Razones
28. Expuestos
29. Risas
30. Madre
31. Resplandor
32. Venganza
33. Fractura
34. Siempre tuyo; Parte 1
34. Siempre tuyo; Parte 2
Capítulo final
Epílogo
Agradecimientos.

18. Especial

15.1K 1.3K 6.1K
De scaretwoo


Este es aún más largo que el anterior. 😔😔😔👊🏻👊🏻👊🏻💋

🌈

Jaehyun cumplió puntualmente su promesa de llevarme a casa, y a pesar de que intentó hablar conmigo y hacerme reír con una que otra anécdota de su antiguo instituto para que las cosas fueran menos tensas entre nosotros, no podía sacarme de encima la sensación de que algo andaba mal.

   ¿A dónde fue Jeno? me pregunto a la par en que pienso, ¿y a mi qué demonios me importa? Pero creo que no puedo fingir desinterés cuando el muy maldito me importa más de lo que me gustaría admitir. Incluso hasta maldecirlo en mi mente me sabe mal. No sé en qué momento me hice vulnerable a Lee Jeno pero ojalá haya algún tipo de remedio porque de lo contrario estoy perdido. Esto apesta.

   —Vamos a regresar a la fiesta, ¿verdad?

   El auto se detiene frente a mi casa y Jaehyun cuestiona mientras pasea con timidez las manos por el volante. Suelto un suspiro cansino y pierdo la mirada en la ventana. Las farolas de la acera no se encenderán hasta más tarde y la calle está literalmente oscura, pero no me representa conflicto alguno, pues la oscuridad en realidad nunca me ha dado miedo. A pesar de que hoy nadie me espera en casa, no siento que me afecte. Nada de lo anterior tiene comparación respecto a la persistente angustia que domina mi interior.

   ¿Qué tan tonto y estúpido es llamar a Jeno para que me diga dónde está? Seguro bastante, considerando que todavía tengo miedo de preguntármelo directamente a mí mismo. Me aterra pensar que le pueda pasar algo, pero también me asusta continuar alimentando este sentimiento de preocupación y dependencia hacia él. Ciertamente Jeno ya no es niño, sabe lo que hace y las consecuencias que tienen cada uno de sus actos.

   Y, ¿entonces? ¿Por qué siento la necesidad imprevista de protegerlo de todo y de todos si sé que él es capaz? ¿Será que el único que está mal aquí soy yo?

   Sacudo la cabeza para interrumpir el flujo de mis impertinentes pensamientos y en el proceso miro de reojo a Jaehyun, finalmente sintiendo un poco de valor para enfrentarlo. No luce enojado, sólo un poco contrariado por la forma tan abrupta que tuve de cambiarle los planes. Debe de estar confundido, el pobre chico acaba de llegar al instituto hace apenas unos meses y por nuestras actitudes, de seguro ya piensa que todos aquí estamos locos.

   —Regresemos solo por un rato, ¿sí? —sonríe y sus hoyuelos en las mejillas se marcan con simpatía—. Prometo hacerte más bebidas. Tengo otras recetas que seguro te encantan.

   Puedo ver que está dándome toda su atención, porque quiere que regresemos a la casa de Yukhei y nos la pasemos bien. Y es eso último lo que no entiendo, ¿Por qué de todos tengo que ser yo? Es decir, ¿De verdad le gusto? No lo sé, no tiene sentido. Paseo la mirada por su cara y noto lo ridículamente atractiva que es. Fijo mi atención en sus labios, que son delgados y rosados, y luego en su cabello castaño que parece resplandecer con brillo propio. En conjunto luce como el típico chico guapo y educado que quisieras tener como cita y presentárselo a tu madre. No es una casualidad que medio instituto esté loco por él.

   No termino de comprender que es lo interesante de estar conmigo, sino puedo ofrecerle más que indiferencia y muecas raras.

   Tal vez le gusten los desastres. Tal vez le gusta que lo traten mal. Esa es la única explicación convincente que encuentro.

   —No tengo ganas de regresar —respondo tajantemente, mientras me encojo de hombros, procurando lucir cansado para ser más concluyente—. ¿Te molesta?

   —Lo prometiste.

   —Lo siento, pero de verdad ya no quiero volver.

   Jaehyun aparta las manos del volante y con una expresión comprensiva, pone una de ellas sobre mi muslo derecho.

   — ¿Es por lo que pasó con tu amigo?

   —Más a menos —clavo la mirada en su mano y me ahorro una mueca. Es grande, fácilmente más que las mías—. No quiero formar parte de un drama si es que lo hay.

   —Las pelas de novios sólo son entre dos Jae, no deberías preocuparte por eso —trata de reconfortarme, pero no lo logra. Así no quiera reconocerlo, sé que tiene razón. Las peleas entre parejas sólo son de dos. No debería de estar pensando como involucrarme en algo que no me incumbe.

   —Tienes razón, pero aun así no me siento cómodo —me encojo de hombros otra vez y trato de regalarle una sonrisa, pero creo que no soy capaz de curvar mis labios hacia arriba, porque no siento que nada en mi expresión haya cambiado—. En la fiesta de Chenle nos la vamos a pasar mejor.

   — ¿Seguro? ¿Aun quieres ir conmigo?

   En realidad no. Pienso pero no lo digo, porque aparte de grosero es contradictorio. La incertidumbre me está recorriendo entero, me gustaría poder hacer planes a futuro sin pensar en cómo me estaré sintiendo después del pasar de los días. En este momento soy tan inestable que no me sorprendería demasiado que un día antes de la fiesta le llame para cancelarle.

   —Claro, va a ser genial ir juntos —digo, aunque mi voz no sale tan entusiasmada como debería.

   Jaehyun sonríe y asiente, y con su mano todavía sobre mi muslo, levanto la mirada y lo observo detenidamente. Me gustaría poder sentir algo por él, aunque fuera solo una mísera atracción. Veo sus labios y no me lo pienso antes de inclinarme hacia él y sentir su colonia picándome las fosas nasales. Arrugo la nariz, un beso es solo un beso, ¿verdad? ¿Qué diferencia podría existir entre besar a Jaehyun o a cualquier otro chico? Si sigue siendo un roce de labios. Un gesto banal.

   Quedo frente a él y ni siquiera cierro los ojos antes de hacerlo. Parece reaccionar ante lo que sucede, pero es algo tardío porque mi boca ya se está estrellando torpemente contra la suya. Sus labios se sienten suaves bajo los míos y su aroma es increíble. Pero es todo. No hay nada más que eso. No hay sensaciones maravillosas, ni estúpidas mariposas amenazando con comerme vivo. Exactamente es lo que predije, un roce de labios. Un beso cualquiera. Como si besara a la pared, pero más delicado y profundo.

   La verdad no sé cómo pasé de no besar a nadie en toda mi vida a probar los labios de dos chicos distintos.

   Jaehyun no reacciona de inmediato, pero cuando lo hace parece entusiasmado, pues me toma de la nuca y trata de profundizar, ladeando la cabeza. Yo le doy permiso e incluso abro la boca y permito que me bese de la misma manera en como una persona lo haría de estar atraída por otra. Jaehyun es gentil, a pesar de que cuela su lengua y roza con ella mi paladar, trata de marcar un ritmo y darme mi tiempo para contestar.

   No hay nada en este beso que me guste. La manera en cómo me siento está lejos de ser la ideal. Tengo ganas de apartar a Jaehyun y golpearme a mí mismo por ser tan idiota. Tengo ganas de abrir la puerta  del auto y echarme a llorar. Estúpido de mí al considerar por que esto podría traerme algún tipo de beneficio, lo único que estoy haciendo es enterrarme a mí mismo.

   Poso una mano sobre su pecho y me separo de él, reteniendo las lágrimas. Típico, lo besas y luego lloras, definitivamente va a pensar que estoy loco y lo peor es que no tengo ninguna razón válida para demostrarle lo contrario.

   Pero creo que soy bueno disimulando, ya que Jaehyun no nota nada, solo se separa y me mira a los ojos. Sin poder evitar lucir sorprendido.

   —Wow, Jae, eso fue...

   —Lo siento —interrumpo su oración porque no quiero oírlo. Lo que sea que este sintiendo es mejor que se lo guarde para sí mismo—. No debí hacerlo.

   —Tranquilo, fue increíble.

   Trago saliva y la primera lágrima se me escapa. Sonrío y de esa manera no presta atención a nada más que mi falsa expresión de timidez y puede que hasta cierto punto, satisfacción.

   —Jae me gustas —toma mis manos y su confesión es tierna, y la forma en como sus ojos brillan al decirlo me indican que es sincero. De verdad le gusto—. Me encantaría salir contigo.

   Y ya está, lo he arruinado. Tenía la esperanza, la mínima esperanza de que Jaehyun me apartara y me dijera que estaba mal interpretando sus sentimientos. Pero lo único que acabo de conseguir es ganarme el premio por el más idiota al darle ilusiones falsas.

   ¿Por qué estoy haciendo todo esto?

   —Lo siento, creo que fue demasiado rápido, ¿no es cierto?

   Su pánico me causa gracia y es suficiente para que las estúpidas lágrimas traicioneras dejen de intentar rodarme por las mejillas.

   —No, para nada, considerando que fui yo el que te beso —subo una mano hasta tomar la suya y la palmeo con camarería. Terminando al instante con el pobre intento de ambiente romántico—. Lo siento Jaehyun, es que en este momento estoy muy confundido.

   Él toma mi mano entre las suyas y me acaricia los nudillos con sus pulgares, buscando reconfortarme.

   —Esperaré lo que sea necesario. Más aún que vi que hay esperanza.

   Asiento y por dentro sólo quiero desaparecer.

   ¿Qué he hecho?

   —Tengo que irme.

   — ¿Estás seguro de que no quieres volver?

   Lo que menos necesito en este momento es volver.

   —Estoy seguro. Deberías ir y disfrutar de tu fiesta.

   Jaehyun no parece convencido, pero finalmente titubea un poco antes de soltar mi mano.

   —De acuerdo.

   Veo que tiene la intención de inclinarse para volver a besarme, pero yo soy más rápido y le doy un espontaneo beso en la mejilla, provocándole una tierna sonrisa que me hace sentir como el peor ser humano en la faz de la tierra.

   Ojalá pudiera compartir su felicidad.

   — ¿Te veo el lunes en la escuela? —pregunta sin dejar de sonreír, luciendo tan radiante que siento que el estómago se me revuelve.

   —Claro.

   Le quita el seguro automático a la puerta y sin mirar atrás, ni dar otra despedida más que esa, salgo al frío de la noche, sabiendo que ni con toda la frescura del mundo podría aclararme las malditas ideas.

   Escucho el auto de Jaehyun arrancar hasta que cierro la puerta a mi espalda, y una vez adentro me deslizo contra ella, hasta que quedo sentado y escondo la cara en mis rodillas, respirando con dificultad. Esto se me está saliendo de las manos. No puedo creer que haya besado a Jaehyun así nada más. Yo no soy esa clase de chico, no es que como que esté en contra de que las personas sean libertinas y disfruten de sus conquistas de una noche, pero esto simplemente no encaja conmigo. Me siento incómodo. Me siento mal. Me probé a mí mismo que no soy capaz de besar a otro chico, ¿y luego? ¿qué sigue?, ¿besar a otro? ¿Qué es lo que tan desesperadamente estoy tratando de probar?

   ¿Qué no estoy enamorado de Jeno?

   Mis deseos por tenerlo aquí y dejar que tome todo lo que quiera de mí, me están acorralando. El amor de ninguna manera puede ser esto. Lo que siento es más bien una clase de extraña y horrible obsesión que no va a parar hasta que me haga a la idea de que Jeno no es para mí y que lo que sea que esté buscando de él o con él, nunca va a existir.

   Y a pesar de que durante la mayoría de la velada tenía ganas de llorar, ahora mismo no encuentro la fuerza necesaria para hacerlo. Patéticamente me quedo en la misma posición, sin ánimos, sentado en el suelo mientras escucho los latidos de mi lastimado corazón. Quizá si debí volver a la fiesta, estar aquí encerrado y solo, no me va a traer más que remordimiento y mortificación.

   Finalmente después de algunos minutos más de miseria mental, me pongo de pie y voy a cerrar la llave del gas, que es a eso a lo que vine en primer lugar. La casa está oscura y ni siquiera me tomo la molestia de prender ninguna luz. Reflejo tristemente de esta manera todo el desconcierto e incertidumbre que viven dentro de mí.

   Camino de puntitas hacia mi habitación, sin importar que no haya nadie a quien molestar, y luego, llego a la habitación de Jeno, que voy a llamar así porque después de él no tiene ningún sentido llamarla de otro modo. Cierro la puerta con seguro y me dejo caer sobre la cama, tomando una almohada y esperando con ello aferrarme a algo que probablemente ya no existe a estas alturas; su aroma.

   Acaricio la cobija bajo mis dedos y cierro los ojos, imágenes de Renjun gritándole a Jeno vienen a mi mente y deseo borrarlas. ¿Tanto lo quiere para dejarse humillar? Probablemente. O tal vez está tan acostumbrado a vivir así, que ya nada le afecta; con una madre que no lo quiere y un novio que lo humilla, terminó por resignarse. A veces, aunque sabemos que las cosas están mal no podemos ser capaces de cambiarlas. Ni siquiera cuando esas mismas cosas son las responsables de destruirnos.

   Justo como en mi caso, pienso con ironía, hundiendo el rostro con frustración en las almohadas.

   Me quedo quieto y poco a poco el cansancio me cobra factura. Puede que los malos pensamientos, las cargas mentales y las angustias en el pecho no me estén dejando dormir bien los últimos días, porque de repente el colchón se siente demasiado cómodo. No me pongo la pijama ni tampoco me ducho, simplemente me acomodo en la cama y espero a que el sueño me lleve consigo.

   Y vaya que lo hace, porque veo cosas muy extrañas. Renjun está conmigo en la escuela, riendo y contándome casualmente lo estúpido que ha sido su día. Y yo estoy bien, normal, escuchándolo atentamente sin bajar la mirada cuando me mira a los ojos. Este de nuevo soy yo. El antiguo yo.

   Pero de pronto todo cambia y veo a Jeno sonriendo de esa manera que tanto me gusta; hasta que sus ojos se vuelven dos medias lunas y sus dientes forman una hilera blanca. Estamos sentados en el centro comercial y me toma de la mano con suavidad y cierra los ojos antes de inclinarse y besarme. Sin miedo a que nadie nos vea. Dejando que nuestras emociones se muestren con libertad.

   Y después todo cambia otra vez, y estoy con Jaehyun mientras Jeno nos mira con una expresión que me hiere el corazón. Por su parte Renjun tiene una mano sobre su hombro y esboza una sonrisa de pura satisfacción. Es como si supiera lo que pasa entre nosotros y se vengara. Siento que el corazón me da un vuelco y Jaehyun sonríe antes de besarme. Intento apartarme, pero no puedo moverme. Renjun se inclina hacia Jeno y lo besa, y aquello me hace enfurecer, pero por más que lo intento no puedo moverme. Es como si me hubiera quedado pegado al piso.

   La sensación de opresión duele y es insoportable y agobiante. Quiero apartarlos, quiero que Jeno me haga sentir solo las cosas buenas del amor. No las malas. No las que me hacen llorar. Puede que sea egoísta, pero es eso lo que deseo.

   Despierto jadeando y es cuestión de tiempo para que escuche mi respiración agitada en medio de la habitación oscura. Me llevo las manos hacia las mejillas calientes y es evidente que tuve una pesadilla. Hago una mueca y trato de regular mi respiración. Y entonces creo que me estoy volviendo loco porque de la nada escucho la voz de Yukhei por la ventana. Me golpeó la cabeza con una mano, ¿en qué momento este desastroso sueño se va a terminar?

   Pero no es un sueño. Porque es imposible que el escándalo que escucho afuera sea producto de mi imaginación. Tampoco soy un genio para lograr eso.

   Aparto de golpe las mantas de mi sudoroso cuerpo y camino hacia la ventana, captando más sonidos y mareándome por la repentina acción. Descorro las cortinas y lo que veo hace a mis ojos abrirse como platos y a mi corazón latir con fuerza.

   Yukhei toma el brazo de Jeno y lo arrastra como si fuera un muñeco de trapo por la acera de enfrente, intentando meterlo a su auto. Pero Jeno parece no estar de acuerdo, porque se zafa de su agarre y se devuelve a la puerta de mi casa, tocando con sus puños y haciéndome estremecer por el ruido y por los gritos en medio de la calle.

  — ¡Jaemin! —lo escucho gritar con voz ronca. Casi no la reconozco, es como si se hubiera acabado la voz— ¡Jaemin!

   —Let's go man, ¡tenemos que irnos de aquí! ¿No ves lo tranquilo que es el barrio? ¡Van a llamar a la policía!

   ¿Qué demonios está pasando? Debería preguntarme eso antes de cerrar la ventana y comenzar a bajar las escaleras. Pero ni siquiera me doy el tiempo de cuestionarme. Mis pies se mueven solos y en menos de diez segundos ya estoy abriendo la puerta, encontrándome de frente con el puño de Jeno que pretendía volver a tocar.

   — ¡Mi Jaeminnie! —Jeno sonríe hasta que sus ojos se vuelven dos medias lunas y luego se tira hacia mis brazos. Y lo digo en serio, literalmente lo hace, por poco me manda al suelo por el repentino peso que me veo obligado a cargar— ¡Lo hiceeeeeeeeee! ¡Por fin lo hiceeeeeeeeee!

   Confundido lo atrapo y con ayuda de mis manos tomo su rostro y lo miro a los ojos. Tiene las mejillas sonrosadas y las pupilas dilatadas.

   — ¿Estás borracho, Jeno?

   — ¿Qué importa? ¿A quién le importa? ¿A ti te importa? Nahhh, a nadie le importa. Lo único que importa es que lo hice, ¡Lo hiceeeeeee! ¡Lo hiceeeeeee!

   — ¿De qué hablas, Jeno? ¿Qué hiciste?

   — ¡Lo dejé! Por fiiiiiiin lo dejé, preciosooooo, ¡Ya no es problema para nosotros ahora! ¡Ya no más! Se acabaron tooooodos los problemas, toodooooos, toditooooos.

   Grita con euforia levantando las manos, casi taladrándome los oídos con cada una de sus palabras. No entiendo ni una mierda, ¿de qué me perdí? ¿De qué demonios me está hablando éste hombre?

   — ¿Qué dices Jeno?

   —No tienes idea de todos los problemas que me ha traído éste hijo de puta —Yukhei gruñe y lo aparta de mí, tomándolo del cuello de su chaqueta. Lo coloca a su lado con la misma facilidad que si pesara lo que una pluma y Jeno hace un puchero—. Se regresó a la fiesta borracho para terminar a Renjun en frente de todos los invitados. Tu amigo está hecho una fiera, por cierto. Deberías llamarle, estaba a nada de matar a alguien, más específicamente a Jeno, lo juro.

   — ¿Q-qué Jeno hizo qué? —balbuceo. Siento como si el mundo se detuviera en este mismo instante. No es cierto. Esto no puede ser verdad. Me obligo a revisar a Yukhei de pies a cabeza para saber si está ebrio, pero todo indica que se encuentra casi tan cuerdo como yo. Y digo casi, porque en este momento no soy la persona más estable del mundo—. ¿Yukhei estás seguro de lo que dices?

   —Tan seguro como que tuve que seguir a este imbécil para que no se matara por el camino. Le dije que lo llevaba a su casa y luego me trajo aquí. Nunca esperé que tú vivieras aquí.

   — ¡Yo no s-sooyy imbéeecil! —Jeno objeta mientras camina hacia adelante y se tambalea, y yo tengo unos reflejos de puta madre porque lo tomo por la cadera antes de que estrelle la cara contra el piso—. Ya te puedes irrrr Xuxi. Mi bebé preciosooo se hará cargo de ahora en adelante. Muchas gracias por el aveeeeeenton, luego te pago, cuando tenga dinero. O cuando me gane la loteríaaaaaa, lo que suceda primeroooo jeje, ¿shii?

   —Y luego tiene ese extraña forma de hablar que hasta para ser la de un borracho, es aburrida —Yukhei pone los ojos en blanco, ignorándolo—. Ya vámonos a tu casa man, no tienes por qué darle problemas a Jaemin con tu mierda.

   Jeno parpadea y parece a punto de echarse a llorar.

   —Pero Jaemin es mi hogar, ¿para qué me quiereeeees llevar a otro lugar? No entiendo, todo lo que necesito está aquí, justo aquíiiiiii, ¿Qué no lo ves Xuxi?

   Estúpido Jeno ebrio y su capacidad para hacerme sentir tan bien en medio de una situación tan incómoda.

   —Pero...

   —Está bien, Yukhei —decido interrumpir, todavía con las manos clavadas a su cadera. Entre más deje que descargue sus emociones, peor nos va a ir. Tal parece que borracho Jeno no tiene ningún filtro—. Deja que se quede, yo me hago cargo.

   — ¿De verdad? —Yukhei pregunta con una ceja alzada—. No es necesario, yo lo puedo regresar a su casa.

   Me muerdo el interior de la mejilla y busco una excusa para que todo esto no suene tan extraño como parece. Es obvio que Yukhei está extrañado de que Jeno quiera quedarse en mi casa cuando se supone que no somos más que conocidos casuales.

   —Mis padres llegaran más tarde, les diré que lo llevemos a su casa, no te preocupes.

   Fue la excusa menos convincente que se me pudo ocurrir, pero gracias a los Dioses es suficiente para que se lo piense.

   — ¿Seguro? ¿No quieres que lo lleve en mi auto? Si te vomita en los zapatos va a ser tú responsabilidad, te lo advierto.

   Hago una mueca ante la imagen mental, pero aun así asiento. Es un riesgo que estoy dispuesto a correr con tal de que se quede.

   —No hay problema.

   — ¿Lo veeeeeees? —Jeno canturrea victorioso antes de sonreír y besarme la oreja tan sonoramente, que juro me va a dejar sordo—. ¡Me quedo en casaaaaa! Prometo que no le voy a vomitar y si lo hago yo le lavo los zapatos. El otro día me enseñó a prender la lavadora. Jaemin es muy sexi cuando está lavando la ropa, grrr, ¿ya lo sa...

   Pongo una mano sobre su boca y le aplasto el pie con el mío antes de que diga cualquier otra cosa que nos deje en evidencia. Jeno me mira con un puchero y desconozco como es que en su estado puede parecerme tan adorable.

   Tenemos suerte de que su amigo comparta la misma neurona que nosotros, pues antes que enojarse parece divertirse con todo lo que está pasando.

   —Te entiendo, Jungwoo lavando los platos es mi fetiche favorito —Yukhei se queda mirando hacia la nada y una sonrisa boba se le dibuja en la cara, tal vez evocando algún recuerdo perverso del que prefiero no enterarme—. Bueno, te dejo, pero tienes que portarte bien, bastardo. Sino Jaemin te va a sacar a patadas de su casa, ¿verdad Jae?

   Reprimo una sonrisa burlona, Jeno parece indignarse. Dios, esto es tan raro.

   —Seguro.

   —Jaeminnie no haría eso, ¡Nunca jamás! Él no es malo como túuuu.

   —Deja de discutir Jeno y mejor ve adentro —le digo, apartando las manos de su cuerpo pero dejándolas cerca, por si acaso tiene intenciones de perder el equilibrio otra vez—. En un segundo entro.

   —Pero no me vayas a dejar solo, ¡que me da miedo! ¡Muuuuucho miedo a que me abandones como todos lo hacen Jaeminnie!

   Se me encoje el corazón ante sus palabras. ¿Así es como se siente? Le respondo que no lo voy a abandonar. Ni aunque quisiera podría hacerlo.

   Jeno camina tambaleándose en dirección a la sala, soltando risitas tontas que me confirman nuevamente su poco estado de lucidez. Y una vez que Yukhei y yo nos quedamos solos en el marco de la puerta, estoy dispuesto a interrogarlo.

   — ¿Me estás jugando una broma? ¿De verdad terminó con él?

   —Todo el mundo lo vio —Yukhei se encoge de hombros y es como si realmente le diera igual, pese a que en un primer momento parecía sorprendido—. Renjun se puso furioso, creo que sería una buena idea que lo llamaras, como su mejor amigo lo necesita. Ninguno de los dos parecía en sus cinco sentidos ésta noche.

   Presiento que tiene razón, sobre todo porque Renjun no tiene el mejor carácter cuando se enoja. Anoto mentalmente llamarlo más tarde. La curiosidad me carcome, tengo que saber que demonios sucedió y algo me dice que Jeno no está en condiciones de decírmelo.

   —De acuerdo, lo haré.

   —Si me lo preguntas no me sorprende mucho que hayan terminado —ladea la cabeza y expresa su opinión—. Se veía que ya tenían problemas desde hace mucho. Lo sospeché desde que Jeno dejó de hablarnos de él.

   La gota de la consciencia dónde nace la culpabilidad resbala en mi interior lentamente. Yukhei no sospecha, ni siquiera un poco mí. ¿Qué culpa podría tener el mejor amigo de su novio en su ruptura de todas formas?

   —Gracias por no dejar a Jeno solo —decido cambiar de tema, rogando no verme demasiado obvio.

   —Gracias a ti por hacerte cargo. Nunca creí que fueran amigos.

   Amigos, si claro.

   —No lo somos, o bueno, al menos no de la típica manera. Le ofrecí mi ayuda porque él tenía algo así como un problema, y bueno yo...

   —No tienes que darme explicaciones. Puedo entender que Jeno confía en ti desde que me trajo aquí —Yukhei me interrumpe, se acerca hacia mí y después me palmea la espalda con una de sus enormes y pesadas manos—, Y no hay nada mejor para mí que saber eso. Jeno no es de tener muchos amigos, pero es un sujeto increíble, aunque muy sensible. Si por mí fuera lo metería en una caja de cristal para que nadie le haga daño. La gente puede llegar a ser muy mala con los que son de corazones frágiles.

   Nunca en mi vida había coincidido tanto con una opinión ajena como hasta ahora. A lo mejor Yukhei no es tan incoherente como pensaba.

   —Te entiendo, tienes razón.

   — ¿Entonces puedes arreglártelas solo?

   —Seguro que sí. Si algo pasa, ¿puedo llamarte?

   —Claro, ni siquiera lo dudes. Anota mi número.

   Es un milagro que tenga el celular en el bolsillo de mi pantalón. Anoto su número y después de darme útiles recomendaciones sobre lo que debo hacer para que a Jeno no le pegue tanto la cruda, se marcha. Prometiéndome que no le va a decir nada a Renjun para que las cosas no se pongan más tensas.

   Si sólo supieras Yukhei. Pienso mientras lo veo subirse a su auto. Si tan sólo supieras.

   Y una vez que me encuentro solo, de pie en el marco de la puerta, opino que podría irme y desaparecer por completo. Sé de sobra que no tengo el valor suficiente de entrar y encarar a Jeno. Lo más crítico del asunto es que hay muchas cosas que no entiendo y no me gusta sentir que hay esperanza por algo que de lo que no tengo certeza si es cierto o no.

   ¿Por qué terminó a Renjun? ¿Por qué cree que puede llegar a mi casa y jugar de esta manera con mis sentimientos? ¿Por qué cree si quiera que me importa? Me cuestiono y es cruel consentirlo, pero todas mis preguntas tienen un buen motivo. Una cosa es lo que yo siento, lo que yo sé y reconozco, y otra muy diferente es que Jeno considere que podemos estar juntos, ¿De verdad ve un futuro para lo nuestro?

   No lo sé, pero es eso lo que tengo que averiguar y de ser posible, pronto. Jeno probablemente está a nada de vomitarse en los zapatos, o bueno, es lo que siempre dicen en las películas cuando alguien toma de más. Nunca he tratado con una persona ebria y por eso mismo no estoy seguro de ser un buen apoyo. A lo mejor si debí dejar que Yukhei se lo llevara y manejara mejor la situación.

   Sin embargo, casi de inmediato me contradigo a mí mismo, porque tenerlo aquí también es sinónimo de tranquilidad para mi corazón. Ahora sé dónde está, con quién está y como está. Seguramente lo anterior se escucha controlador y enfermo, pero no me doy la oportunidad de discutirlo. Creo que mis paradójicos sentimientos no fungen ningún papel especial ahora.

   Suelto un suspiro y escucho el sonido de algo cayéndose al piso. De inmediato giro sobre mis talones y cierro la puerta a mi espalda. Es hora. Tengo que enfrentarlo.

   La idea de Jeno bebiendo hasta ponerse ebrio y llegando inesperadamente a la fiesta para terminar con su relación de dos años, me sabe cómo una imposibilidad. Pero es la única versión de los hechos con la que puedo trabajar ahora, así que me tengo que conformar.

  Camino a tientas por la sala, maldiciendo por tener la casa a oscuras, palpo el interruptor de la pared en el trayecto y lo enciendo, encontrándome a Jeno mirando con ojos bien abiertos la lámpara de la mesa que se ha hecho añicos contra el piso. Probablemente mi madre me va a sacar los ojos por esto, pero bueno, no creo prudente regañarlo en su estado. Sobre todo porque a duras penas y si es consciente de lo que hace o de lo que dice.

   — ¡Lo sientoooo! —no sé porque pero cada que habla alarga las palabras, es como si tuviera la lengua adormecida. A estas alturas ya no sé si es tierno o simplemente humillante—. ¡No quisee rompeeerla! ¡Te prometo que te la voy a pasar! Pacar, payar, o bueeeeeno bebé, como se diga.

   —Eso no tiene importancia Jeno, será mejor que te sientes o vas a destruir toda mi casa.

   Lo tomo del brazo, a pesar de que veo que tiene ganas de protestar y lo guío a los sillones, dejando que recargue la espalda contra el reposabrazos. Le cuesta mucho caminar, no sé cómo pudo atravesar mi jardín sin besar el suelo primero. Para terminar así debió haber bebido demasiado, o su resistencia para el alcohol es muy mala. Cualquiera de las dos opciones es igual de nefasta.

   —Bonito, precioso, hermosoooooo, ¿están aquí tus padreees?

  Creo que Jeno es el típico borracho amoroso, ya perdí la cuenta de cuantos motes cariñosos me ha puesto desde que llegó. Creo que podría acostumbrarme un poco a esto.

   —No —arrugo la nariz al acercarme para cuidar que no se caiga del sillón. Apesta a alcohol y cigarrillos. Huele a todo lo que no me gusta, pero irónicamente a todo lo que me tranquiliza a la vez. Su aroma se entremezcla sutilmente y su colonia alcanza a desprender delicados toques de frescura—. No van a llegar hasta mañana.

   — ¡Ahh! Entonces estamos solitooooos mi solecitoooo.

   —Así es.

   — ¡Me parece perfectoooo! Tengo muchas cosas que decirte.

   Me muerdo la uña del pulgar y espero a que hable, pero súbitamente se queda callado y aquello comienza a ponerme los pelos de punta. Necesito que lo escupa todo, ¡ahora mismo o me voy a volver loco! Y si se queda dormido no me voy a tentar el corazón para despertarlo. Da los primeros indicios de ello cuando ladea la cabeza, cierra los ojos y luego, se endereza de golpe.

   — ¿Por qué lo hiciste? —decido comenzar yo, porque al parecer no tiene intención de explicarse más allá de sus azoradas palabras.

   —Era lo que necesitábamos para estar juntos, precioso. Juntos, juntitos los dos. Tú y yo —suelta una estruendosa carcajada y pasa uno de sus brazos por mi cuello, atrayéndome hacia su cuerpo. Su piel se siente tibia bajo la mía y su aliento alcohólico choca contra la piel de mi cuello—. Al principio pensé que no podía, porque creí que lo quería mushooo y tenía miedo, pero luego viniste tú otra vez y wooooow, me hiciste sentir eso.

   — ¿Eso?

   — ¡Eso!

   — ¿Y qué es eso?

   — ¿Cómo que no sabes Jaeminnie? ¡Pues el amor! ¡El amoooooooor!

   Se pone a gritar como loco y yo siento que las mejillas se me ruborizan. Aparto bruscamente su brazo, porque su cercanía más sus incoherencias no me están ayudando en nada a aclararme y luego, lo miro a los ojos.

   ¿Amor? ¿De qué amor está hablando?

   —N-no digas tonterías Jeno, estás borracho.

   — ¿Ah? Pues por supuesto que estoy borracho, preciosoooo —suelta otra carcajada y me vuelve a abrazar, asfixiándome entre sus brazos—. Pero de amoooooooor.

   —Estás loco.

   —Por ti.

   — ¡Jeno!

   — ¡Estoy diciendo la verdaaaaaaad!

   —No creo que estés consiente, mira en qué estado llegaste.

   — ¡Pero si sólo me tome una botella! Chiquita, chiquitita —ríe, haciendo de sus ojos dos medias lunas a la par en que levanta su mano y me señala con los dedos lo poco que supuestamente ha tomado—. Porque tenía que darme valor.

   — ¿Valor? —murmuro con curiosidad—. ¿Para qué?

   —Para dejarlo, ¿para qué máaas solecitoooo? debía tener muchoooo de eso. Sobre todo considerando que ella me va a odiar ahoraaaa.

   — ¿Ella? ¿Quién? ¿De qué hablas Jeno?

   —Nunca me ha querido y ahora, ¿sabes qué? Mucho meeeeenos. Va a odiarme, va a repudiarmeeeee. Él era la única forma en la que a veces conectaba con ella —levanta un dedo y me apunta con él acusatoriamente, haciendo una mueca de lado—. Pero no me importa, ya no me importa, nunca me importó, lo único que necesito en mi vida es a ti. A ti y sólo a ti Jaeminnie, a nadie más, ¡sí señor!

   Pasa sus brazos por mi espalda y vuelve a aferrarse a mí, escondiendo la cara en mi cuello. Parece decidido y sobre todo seguro de lo que dice, pero cuando siento algo tibio resbalar por mi piel ya no creo más en lo que veo. Por algo dicen que las apariencias engañan. Bajo la mirada y noto como su cuerpo entero tiembla. Tomo su barbilla entre mis dedos y lo obligo a mirarme, detallando con impotencia sus lágrimas. No obstante, ni siquiera el llanto le impide dejar de sonreír, es más, parece más satisfecho que antes.

   — ¿Hablas de tu madre?

   Lo siento tensarse y después, se suelta de mi agarre, dejando fluir mejor sus lágrimas. Suelta un sollozo ahogado y ya no lo soporto más. Ya basta, esto me está quemando vivo. Jeno está sufriendo y no puedo hacer nada más que verlo llorar una y otra vez por lo mismo.

   Tomo su rostro entre mis manos y aprecio casi con ternura como sus mejillas están enrojecidas. El llanto incesante recorre sus preciosas facciones y para contrarrestarlo uso las yemas de mis dedos, apartando sus lágrimas a un lado. Acaricio el lunarcito que tiene debajo del ojo derecho y luego lo beso ahí repetidas veces, estrellando mis labios contra su pálida y húmeda piel. No importa que no esté en sus cinco sentidos, sé que Jeno puede sentirme, que puede notar que estoy aquí. Como desde el primer día que apareció afuera de mi casa pidiendo ayuda.

   —Jeno, dime la verdad —lo miro a los ojos y la confusión y el miedo se reflejan en sus lóbregas pupilas— ¿Qué está pasando?

   Sorbe su nariz y una sonrisa que no me sabe a nada, se le dibuja.

   —No puedo precioso, n-no puedo de-decírtelo.

   Acaricio sus mejillas y le deposito un besito en la punta de la nariz, no pasa mucho tiempo antes de que lo abrace y comience a besarle el hombro, esperando reconfortarlo.

   —Si puedes.

   —No soy fuerte.

   —Aquí estoy para sostenerte, Jeno. Aquí estoy.

   Suspira y solloza una vez más. Llevo las manos hacia su cabello y dejo que descargue sus emociones. Todo antes de volver a tomar su rostro y mirarlo.

   — ¿Sabes? yo te elegí primero —sonríe con tristeza y une sus manos con las mías—. Pero sieeeempre estabas con Ren y cada que me unía a ustedes tú me ignorabas como si fuera una cuchaaaaara en el piso, ¡y eso es decir muuuuucho porque yo oooooodio las cucarachas! Las odio. Son asquerosas y siempre que las pisas los huevecillos sé que quedan en el za...

   — ¡Qué asco! —lo interrumpo, porque esa es información además de asquerosa es innecesaria—. ¿Cómo que elegirme primero? ¿De qué hablas?

   — ¿Tú de verdad piensas que terminé en tu casa por una coincidencia Jaeminnie? —suelta una risotada y aplaude con fuerza, como si le hubiera contando el mejor chiste del mundo—. No, no, no ¡Las casualidades no existen en este mundo mi solecitooooo!

   Muy bien si antes estaba perdido ahora ni siquiera sé dónde estoy parado.

   — ¿Podrías tratar de explicarte mejor?

   —Nooo hay naaaaaaada que explicar.

   Tomo una respiración y trato de no perder la paciencia.

   —Vamos por partes, Jeno. A ver, es que, no sé qué tiene que ver lo que pasó con Renjun en la fiesta con lo que estás viviendo ahora con tu madre.

   —Pues ya somos dos, mi precioso, porque yo tampoco entiendo naaadaaaa de nadaaaa —alarga las palabras como ya se le está haciendo costumbre y de imprevisto, con una fuerza descomunal que no le conocía, me toma por la cadera y me levanta para colocarme en su regazo. Suelto un grito que podría despertar hasta los vecinos. Su acción ha sido muy repentina—. ¿Pero qué más da? A veces tenemos que dar unas cosas por otras, ¿No crees, Jaeminnie?

   — ¿Qué crees que estás haciendo Jeno? ¡Bájame! ¡Todavía no terminamos de hablar!

   No es que yo sea un debilucho, lo que pasa es que el desgraciado me agarro de sorpresa. De lo contrario seguro que pude haberme defendido.

   —Voy a besarte —anuncia con voz ronca, pidiendo un permiso que aunque nunca ha necesitado, ésta noche parece ser fundamental de conceder.

   —Todavía no terminamos de hablar —reprocho, haciéndome para atrás. Sus manos bajan por mi espalda debajo de mi camiseta, y la recorren de arriba abajo. Provocándome escalofríos—. ¡Jeno!

   Y me ignora, por supuesto que lo hace, porque la primera impresión que tengo cuando me besa es que el alcohol no sabe tan mal si lo bebo directamente de su boca. Ambos suspiramos al mismo tiempo, de manera tan sincronizada que se vuelve interesante. Y como besarme supone una escapatoria para mis preguntas, hago la cabeza hacia atrás y me relamo los labios, echando su sabor rápidamente de menos. Me aparto de él y resuelvo que no voy a distraerme tan fácilmente, por mucho que me esté tentando con esos preciosos labios rosados.

   —No, Jeno, debemos hablar.

   —No me pidas eso preciosooo —se acerca peligrosamente a mi rostro y suelta mis manos, para tomarme de la nuca con fuerza, pero sin hacerme daño—. Toda la semana he tenido inmensas ganas de besarte. De sentirte. De adorarte. Ahora no me lo niegues, por favor. No lo hagas.

   Aquella declaración sensual y provocativa me estremece. Sus ojos y su voz ronca reflejan la ansiedad que ya no soporta, y lo veo tragar saliva duramente antes de inclinarse y volver a besarme.

   Su saliva caliente sabe a cerveza, piña y algo más que no logro identificar. Probablemente se haya tomado alguna bebida preparada antes de embriagarse por completo. Suspira y deja de prestarle atención a mis labios para besar dulcemente mi mandíbula.

Entre suspiros ansiosos lo detengo, colocando ambas manos sobre su pecho. No puedo permitir que avance. Por mucho que la idea de tenerlo de esta manera me tiente, Jeno no es consciente de lo que hace y no quiero que haga algo de lo que después se pueda arrepentir. Ya ha tenido mucho sobre decisiones dudosas esta noche.

—Jeno, detente —le pido y siento su pecho subir y bajar bajo mis manos. Está intentando regular su respiración.

—Quiero besarte —clama con voz ronca y su petición me causa ternura.

Sus ojos brillan perdidos y sus manos se colocan bajo mi barbilla, pues tiene la intención de volver a besarme.

—Puedes hacerlo mañana —respondo con algo de vergüenza—. Cuanto te encuentres en tus cinco sentidos.

—Jaemin

—Mañana —le prometo y finalmente al ver que no pienso ceder, parece entenderlo.

Mañana te daré todo lo que quieras, si es que todavía sabes lo que quieres, pienso con tristeza.

   Le dejo un beso en la comisura de la boca y me levanto del sillón para ir a la cocina, recordando las indicaciones de Yukhei para evitar que mi inesperado invitado empeore por la mañana.

   Tomo una pastilla para el dolor de cabeza del botiquín de emergencias y una botella de agua, además de un bocadillo para que tenga algo en el estómago antes de dormir. Regreso al sillón y cuando me poso frente a él me toma por la cintura y me besa el abdomen sobre la camiseta. No da su brazo a torcer y desea desvestirme, lo que me arranca una sonrisa.

   —Quédate —susurra, dándome otro beso— conmigo —otro beso— precioso —otro beso.

   Sonrío y decido que sí, definitivamente Jeno tiene complejo de amoroso cuando está ebrio.

   —Tomate esto y trata de comer algo. Voy a preparar la cama para que vayas a descasar. Mañana te vas a estar retorciendo del dolor sino duermes un poco.

   —No quiero dormir, solo quiero estar contigo mi solecito —rió por su tonto apodo y casi lo obligo a beberse el agua y darle un mordisco al bocadillo que le llevo. De acuerdo a lo que dijo Yukhei la pastilla se la tengo que dar por la mañana, pero lo mejor es ya tenerla lista.

   —Vamos mi Don Juan, no te hagas del rogar.

   Lo tomo del brazo y lo obligo a seguirme por la casa. Es una suerte que sólo se haya tambaleado por el camino un par de veces. Llegamos a su habitación, le doy un pijama y mientras se cambia, acomodo la cama que está desecha por mi reciente intromisión. Se desnuda frente a mí y me obligo a no mirar. Sólo hasta que tiene el pijama puesto me acerco a él y lo guío con cuidado hasta la cama.

  —No te vayas —vuelve a susurrar, a medio paso del sueño y la conciencia. Sonrío y acaricio su cabello, sintiendo como sus dedos se aferran con fuerza a mi brazo.

   —Nunca —susurro y él me escucha—. Pero tengo que hacer una llamada, ahora vuelvo.

   — ¿Seguro?

   Su tono necesitado me conmueve.

   —Lo prometo.

   No parece convencido, pero después de que quito su mano de mi brazo, ya no lo vuelve a tomar.

   —Te estaré esperando despierto solecito.

   Asiento, pero cuando voy a apagar la luz de la habitación y regreso sigilosamente sobre mis puntitas, descubro que se ha quedado dormido.

   Esperarme, si claro.

   Sonrió y niego con la cabeza. Me acerco hacia él y le doy un beso en la frente. Le dejo la pastilla y la botella de agua en la mesita de al lado, esperando por él para cuando se despierte.

   Salgo de la habitación y cierro la puerta con cuidado, abandonando la sensación de calidez y paz, para enfrentarme a la incertidumbre y el desconcierto.

   Voy a la habitación de mis padres, que es la más lejana que se encuentra de la suya y abro la ventana, recargando los codos sobre el alféizar. Suspiro y miro con miedo mi teléfono, no quiero pero debo hacerle frente a esto. Renjun es mi mejor amigo y me importa y aunque ésta es, quizá, la forma más hipócrita de demostrarlo, quiero saber cómo esta, y tal vez, dentro, muy dentro de mí, también escuchar de sus propios labios que Jeno ya no es su novio.

   Marco su número que me sé de memoria y creo que no me va a contestar cuando en el último timbrazo me toma la llamada. De inmediato reconozco el bullicio de las personas en la fiesta, al parecer todavía sigue en la casa de Yukhei, lo cual es un poco inusual, considerando que Renjun por sus padres no suele quedarse hasta la madrugada en la casa de nadie. Sólo en la mía.

   —Tú me abandonaste.

   Es lo primero que dice y esas palabras, esas simples y precisas palabras me caen como un balde de agua fría. Dejé a mi mejor amigo botado en una fiesta y encima tengo el suficiente valor para llamarle, después de besarme, con su ahora, ex novio de hace apenas unas horas.

   Soy una basura.

   La culpabilidad me atormenta y quiero colgar el teléfono para perderme de esta realidad que tanto me lastima. Pero tengo que ser firme con mis decisiones y tener el valor suficiente para hacerle frente a Renjun, aunque sea por teléfono.

   —Lo siento, Jaehyun me trajo y...

   —Me dijo que no quisiste volver —Renjun cambia tan abruptamente su tono de voz, de uno acusatorio a uno pícaro, que descompensa totalmente mis emociones—. Tenía una sonrisa muy radiante cuando llegó, ¿sabes? No ha dejado de hablar de ti desde entonces.

   Trago saliva y cierro los ojos. Había olvidado por completo el maldito beso que le di a Jaehyun, ¿acaso se los habrá contado?

   — ¿Y? —espero sonar indiferente, o desconcertado, los dos sentimientos me ayudan por igual— ¿Eso qué?

   —No tengo que ser un genio para saber lo que pasó allá, Jaemin —puedo sentir que sonríe juguetonamente del otro lado de la línea—. Apuesto a que te besó. A que lo besaste no tanto, porque eres un cobarde, pero sí a que te besó.

   —Yo no soy cobarde —debato, esperando sonar convincente—. Y entre nosotros no pasó nada.

   — ¿Me lo juras?

   Sé que no es bueno jurar en vano, pero ¿Cuántas veces le mentido ya a Renjun? ¿Una mentira más hará la diferencia?

   —Lo juro.

   —No te creo.

   —Pues no lo hagas. Además no es por eso que te llamé. ¿Todavía sigues en casa de Yukhei?

   —Sí, ¿por? ¿Quieres regresar?

   ¿Cuál es la forma más sutil de preguntarle por Jeno? Sí, seguro esa.

   Ninguna.

   — ¿Pasó algo? —dudo, maquilando nuevas preguntas que me lleven por ese camino.

   — ¿A qué te refieres?

   —No sé, a-algo —balbuceo y no sé si lo esté haciendo bien. Renjun se escucha tranquilo. Demasiado tranquilo a mí parecer.

   — ¿Quién te lo dijo?

   Mierda, lo sabe, lo sabe.

   — ¿Decir qué?

   —No intentes mentirme Jae, cuando te pones a balbucear es porque algo te está poniendo nervioso. Dime quién te dijo.

   ¿Meteré en problemas a Yukhei si se lo digo?

   — ¿Estarás molesto?

   —No, sólo quiero que me respondas eso.

   Rezo por él.

   —Yukhei.

   —Bueno, no sé porque ya me lo esperaba —suelta una risita, pero se escucha demasiado despreocupada. Es como si de verdad le pareciera gracioso—. Estoy bien, si es eso por lo que has llamado.

   — ¿De verdad? 

   — ¡Claro! ¿Por qué habría de deprimirme? Fue una pelea, las tenemos todo el tiempo.

   Frunzo el ceño y me quedo en silencio, procesando la información. ¿Una pelea? ¿Así es como lo llama a terminar con su novio?

   —Perdón Ren, creo que me confundí, Yukhei me dijo que...

   No sé cómo terminar la oración.

   — ¿Que...?

   Cierro los ojos.

   —Ustedes terminaron.

   —Por supuesto que no lo hicimos —bufa y apuesto a que pone los ojos en blanco—. Jeno me hace esas escenas cuando siente que no le estoy dando atención. Reconozco que es la primera vez que me termina, pero es solo parte de su plan para que le haga caso. Te aseguro que se le va a pasar. Además, si de verdad quiere terminar conmigo entonces que lo haga estando sobrio, no como un patético borracho.

   Me pierdo y es como si las palabras cruzaran mi mente y se acomodaran poco a poco entre ellas para formas oraciones.

   ¿Qué? ¿Qué es lo que está diciéndome?

   —Entiendo —lo engaño, porque de hecho no entiendo nada.

   —No te preocupes Jae, estamos bien. A Jeno se le va a pasar y seguiremos como si nada, lo prometo.

   Alguien dice su nombre y Renjun deja desentendido el teléfono por algunos segundos para contestar—. Oye ya tengo que irme, Yuta se acaba de pelear con Winwin y creo que está llorando. Esto es una mierda, mejor me hubiera ido contigo. Nos vemos el lunes en la escuela, ¿de acuerdo?

   —C-claro.

  —Adiós. Y gracias por preocuparte Jae —lanza un beso como despedida pero todavía no cuelga—. Te extraño, me gustaría que estuvieras aquí, solo contigo me divierto. Gracias por llamar y preocuparte. Sabes que te quiero, ¿verdad?, eres el mejor amigo del mundo.

   Eres el mejor amigo del mundo.

   —Adiós, Ren.

   Cuelgo el teléfono sin contestar su halago y lo dejo cuidadosamente en el borde de la ventana. Hundo el rostro entre mis manos y suelto un grito desesperado.

   Amo a mi mejor amigo, pero no lo entiendo. ¿No era ésta la oportunidad que tan desesperadamente estaba buscando para deshacerse de Jeno? Renjun me dijo que era Jeno quien no lo dejaba ir. Juró que quería terminar con él porque es aburrido y soso, incluso lo confirmó en la fiesta cuando lo exteriorizo frente a todos.

   Pero ahora, después de escuchar todo esto que me sabe a puras excusas, concluyo que no soy el único que ha estado mintiendo. 


Continuă lectura

O să-ți placă și

440K 70.4K 31
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
5.3K 868 6
Dicen que el primer amor nunca se olvida, pero Jaemin lo estaba intentando. Basado en "We can't be friends" de Ariana Grande.
11K 1.7K 27
Na Jaemin solo quería resolver uno de sus traumas de infancia. Huang Renjun quería que todos le pagaran a tiempo. -- La flor de su juventud estaba pr...
613K 87.8K 100
Chats pendejos entre Lucas y Jungwoo. Lucas : Hyung Jungwoo : ¿qué pasó? Lucas : para preparar el cereal de los Dream ¿A qué temperatura pongo el hor...