Extraño |NoMin

By scaretwoo

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Con él, nunca te veo sonreír. Conmigo, padeces de ataques de risa. Con él, no tienes deseos de ir a n... More

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34. Siempre tuyo; Parte 1
34. Siempre tuyo; Parte 2
Capítulo final
Epílogo
Agradecimientos.

16. Pelea

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By scaretwoo

El sonido de la puerta siendo abierta en el recibidor, es suficiente incentivo para que nos separemos de golpe. Con la respiración agitada y los labios hinchados, jadeo y trato de controlarme al tiempo que, Jeno suelta un gruñido de lo que parece ser autentica frustración. Ninguno de los dos desea separarse, pero es necesario hacerlo, mis padres no nos pueden atrapar así.   

   —No podemos seguir —balbuceo, y en el proceso de querer agregar algo más, mi boca vuelve a ser objeto de sus calientes besos—. M-mis padres acaban de llegar.

   Jeno me ignora, o finge que lo hace, pues no me escucha. Sube sus manos hacia mi nuca y tira gentilmente de mi cabello hacia atrás, besando la extensión de mi cuello. Acaricia con sus delgados y largos dedos mi pecho desnudo. Suspiro gracias a sus piadosas caricias y dejo (aunque sé que no debo) que continúe llenándome la piel de mimos.

   Mis sentidos están por completo ahogados de él. Me encuentro súbitamente abrumado por su presencia y el hechizo de su efusión es tanto, que me cuesta saber por breves segundos dónde estoy y lo que se supone que debería de hacer.

   —Jeno —mascullo, reprimiendo un gemido de puro placer cuando sus dientes se clavan sensualmente en el lóbulo de mi oreja—. Mis pa-padres.

   —Lo sé.

   Dolorosamente me separo de su boca y con los ojos nublosos y la cabeza en las nubes, busco en el suelo mi camiseta, que encuentro rápidamente hecha girones a nuestros pies. Jeno la recoge y me la tiende con una sonrisa, haciendo que las ganas de comérmelo a besos se vuelvan incontrolables; su cabello despeinado, su sonrisa coqueta y sus labios rojos, están a punto de darme el valor suficiente para pedirles a mis padres que salgan de la casa por un momento más.

   — ¡Jae! —escucho a mi madre gritar desde el piso de abajo—. ¡Jeno! ¡Ya estamos en casa!

   Algo, sin saber con certeza que, hace que Jeno convierta su sonrisa en un gesto monumental que vuelve a sus ojos dos medias lunas y sus dientes mostrarse en una fina hilera. Procuro no embobarme con el gesto y bufo con un poco de bochorno mientras me pongo la camiseta. Acomodo mi cabello para que no sea un desastre y le pido que salga primero para que baje a saludar. Sin embargo, la idea no es precisamente de su agrado y termina negándose. Francamente lo entiendo, ambos tenemos un problema entre las piernas y sería demasiado vergonzoso enterar a mis padres, de lo que minutos antes de su llegada, estábamos haciendo.

   — ¡Ya vamos! —grito de regreso, tratando de imaginar las peores cosas con tal de que la erección entre las piernas se me baje.

   Recuerdo que una vez Yuta nos dijo (no tengo idea porqué) que la mejor forma de bajarse una erección es pensando en tu abuela. Pero no estoy seguro de que mi abuela tenga la culpa de que yo esté de calenturiento. Así que descarto esa posibilidad y mejor me pongo a pensar en la cara del director Lee, que está llena de asquerosos granos que parecen a punto de supurar en cualquier momento.

   Un escalofrío me recorre entero. Ugh, creo que esa no fue una buena idea.

   He de reconocer que no soy un santo, mucho menos mojigato. Me he masturbado las veces necesarias para saber que cuando el cuerpo pide ser atendido, no hay fuerza en el mundo que contradiga sus deseos. Pero, esto es algo completamente diferente, porque para empezar nunca me había excitado por alguien en específico. No quiero decir que esto me convierte automáticamente en un pervertido, pero es algo que no deja de ser extraño y hasta cierto punto, vergonzoso.

   Jeno por su parte, pasa las manos por su rostro y suspira antes de caminar hacia la ventana y perder la vista en la calle. El clima es cálido, pero está a punto de anochecer y es completamente normal que cuando abre el ventanal viento fresco se cuele por la habitación.

   —Te veo abajo —le digo sin estar del todo convencido, mientras me muerdo el labio inferior con fuerza. Sinceramente la idea de ver a Jeno sin playera me atrae de manera desconcertante. Me siento un poco decepcionado del que haya sido yo el que termino sin ella.

   ¿Qué cosas estás pensando Jaemin?

   Jeno aspira el frío aire nocturno y sonríe a la nada, antes de girar sobre sus talones y recargarse sobre la pared. Tengo que obligarme a mí mismo a no mirar más abajo.

   De repente pensar en mi abuela ya no parece tan mala idea.

   —Creo que necesito tomar una ducha, ¿te molesta si bajo en un minuto, precioso?

   Nunca nadie me había llamado por apodos mimosos antes (mis padres claramente no cuentan) por lo que la sensación de satisfacción que me recorre cada que lo escucho decirme de esa manera, hace que el corazón se me acelere.

   ¿De verdad pensará que soy bonito? o, ¿es solo es una manera para llamarme?

   —Bien —expreso, mirando con repentino interés mis zapatos. No mires más abajo, no miras más abajo—. No tardes mucho.

   Lo miro por última vez y cuando me acerco a la puerta y tomo el pomo entre mis dedos, Jeno vuelve a suspirar y de tres grandes zancadas hacia mí, toma mi rostro en sus manos y me besa una vez más, haciéndome cerrar los ojos, aferrar los dedos a su camiseta y suspirar.

   Y suspirar, y suspirar, y suspirar.

   Adoro sentirlo así de cerca. Compartir un momento cálido e íntimo dentro de mi propia habitación es algo que tiene más valor que cualquier deseo carnal. En este beso ya no queda deseo, ni la sensación candente de dos amantes oscuros; es simplemente un gesto que sabe a ternura.

   —Jeno —rumoreo sobre su boca, sonriendo y provocando que él también lo haga—. Tengo que bajar.

   Y con la mano que tenía aferrada al pomo, abro la puerta y salgo al pasillo, porque sé que si no lo hago ahora entonces no lo haré después. Jeno me mira con un puchero y luego, con mucho pesar, giro sobre mis talones y le pierdo de vista. Probablemente mire por la ventana un rato más antes de ir a la ducha.

   Conforme bajo las escaleras cuento los acelerados latidos de mi corazón y llego a la conclusión de que parece que acabo de correr una maratón, aunque irónicamente me siento con más energía que si hubiera dormido durante ocho horas seguidas. La vista que me recibe al entrar a la cocina es mi madre sacando las compras, mientas mi padre se quita la chaqueta y la coloca sobre un banco de la barra. Puedo ver que han pasado a surtir la despensa antes de llegar aquí. Ojalá estén planeando hacer algo delicioso para la cena. Es un buen momento para que mi madre se luzca con sus habilidades culinarias.

   —Hola, ma —me acerco a ella y le deposito un beso en la mejilla, seguido de mi padre, al que su pequeña barba de una semana me pica—. Hola, pa. ¿Qué tal el trabajo?

   —Más de lo mismo, supongo. Mi jefe no me soporta y yo a él tampoco —mi padre chasquea la lengua y ayuda a mi madre a guardar las cosas dentro de las gavetas.

   Su declaración no me sorprende mucho, mi padre y su jefe se detestan desde que se conocieron por primera vez.

   —Tú siempre eres así, pero terminas siendo amigo de todos —mamá pone los ojos en blanco y mira detrás de mi espalda con especial ansiedad. Ni siquiera despista a quien está buscando—. ¿Y Jeno?

   —Creo que iba a tomar una ducha o algo así, ahorita baja —trato de no parecer demasiado obvio cuando evito mirarla a los ojos. Tomo una de las botellas de jugo que ha traído y la destapo, para darle un largo sorbo—. ¿Qué vamos a cenar?

   —Me gustaría hacer pastel de carne, pero no sé si me dé tiempo —le echa un vistazo al reloj de su mano y hace una mueca—. No cenaron nada, ¿verdad?

   —No, ma, los estábamos esperando.

   Asiente y se acerca hacia el fregadero para comenzar a lavar las verduras. Puedo ver que todavía se debate entre que cocinar, así que para darle más seguridad me acerco hacia ella y cuidando con la mirada de que Jeno no venga, pongo una mano sobre su oído y le susurro.

   —Jeno no tuvo un buen día. Peleo con su madre, es una mujer horrible que le dijo cosas hirientes. Si te lo contara todo no me lo creerías.

   Rápidamente se separa de mí y me mira con la confusión grabada en su rostro. Pero antes de que pueda decir nada, hago un gesto con el dedo para que se vuelva a acercar y continúo hablando. Si se va a alarmar tanto como yo predigo, entonces que lo haga conociendo lo más importante de la historia.

   —No puedo decirte mucho porque seguro ya viene. Pero lo único que debes saber por ahora es que Jeno ganó el reconcomiendo por ser el mejor promedio de la generación. Y sería una buena idea que hiciéramos algo lindo de cenar por él, ¿no crees?

   Me separo y ella me lanza una mirada cómplice y de esa manera sé que lo ha entendido todo. Por el momento no me va a pedir mayores explicaciones, pero algo me dice que voy a tener que someterme a un interrogatorio completo después de esto. Al igual que yo, mi madre no es de las personas que se queden con los brazos cruzados.

  —Tú te encargas de la carne y yo de todo lo demás.

   Acepto su oferta y tomo el mandil que está colgado en uno de los percheros de la cocina, para poner manos a la obra. Tengo experiencia sazonando la carne y como ese es un elemento fundamental para que el pastel quede bien, procedo a ello.

   — ¿Por qué me están excluyendo? —mi padre interviene, mirándonos con los ojos entornados—. No me gusta cuando ustedes dos traman algo.

   —Lo único que tienes que saber es que tenemos que impresionar a Jeno con la cena, cielo.

   —Así que si vas a hacer pastel de carne —mi padre señala mientras toma un pedazo de zanahoria y se lo lleva a los labios, siendo reprimido por mi madre que le da con la chuchara de madera. No sé de donde la ha sacado. Creo que es un potencial peligro con eso entre las manos—. Ouch, solo fue un pedacito.

   —Nadie va a tomar nada hasta que la cena esté lista —ella advierte con una mirada severa que ni en mis mejores días me atrevería a desafiar—. Ahora ve a poner la mesa. Quiero que todo este perfecto. Nada de usar los vasos de plástico, Baekhyun, sacarás la vajilla nueva porque nos vamos a lucir.

   Levanto una ceja y mi padre y yo intercambiamos miradas. La vajilla nueva, ciertamente ni siquiera es nueva. Tiene años desde que la compramos, pero mi madre la usa tan poco que básicamente es como si estuviera recién salida del empaque. Ni siquiera en mi cumpleaños usa tal reliquia.

   Amaso con entusiasmo la carne con las especias, mientras mi madre corta los vegetales y papá acomoda los platos sobre la mesa. Es un trabajo en equipo apresurado, pero de vez en cuando nos burlamos de como hace las cosas el otro y le robamos de la tabla de cortar, ingredientes a mi mamá para aligerar el ambiente. Espero que no estemos haciendo un escándalo, porque de lo contrario Jeno se va a enterar y se supone que esto es una sorpresa.

   — ¿Deberíamos sacar el vino que trajo Jeno? —mi papá nos susurra, señalando con el dedo la botella que han colocado dentro de su pequeña cava que tienen en el recibidor.

   —Desde luego, es perfecta para hacer un brindis —los ojos de mi madre se iluminan.

   — ¿Entonces si usamos los vasos de plástico?

   — ¡No! —decimos mi madre y yo al unísono.

   — ¿Y entonces que usamos?

   —Las copas de nuestra boda, o las que nos trajimos el otro día de los XV de Sana.

   Hago una mueca al recordar la travesía que tuvimos que vivir por robarnos esas copas. Aunque a mi parecer son bastante feas. Los padres de Sana tienen un pésimo gusto.

   —Bien, gruñones, las voy a acomodar, no me griten.

   Estoy a punto de poner la carne en el refractario cuando Jeno finalmente aparece en la cocina, con el cabello húmedo y una de mis camisetas cortas sin mangas, que revelan la nívea piel de sus brazos. Inconscientemente hago un puchero, insisto, ¿de los dos por qué tenía que ser yo el que terminara sin camiseta? ¡Es tan injusto!

   —Señores Na, buenas noches —sonríe hasta que sus ojos se hacen dos medias lunas y con un poco de timidez se acerca hacia mi madre que tiene el rostro lleno de lágrimas por la cebolla—. No pretendo abusar de su hospitalidad, de verdad lamento haber venido sin avisar. Espero no causar demasiadas molestias.

   —Oh Jeno, ¿Qué cosas estás diciendo? —mi madre se limpia los ojos con el dorso de su mano y suelta el cuchillo para darle un fuerte abrazo—. Sabes que nos encanta tenerte aquí. Sobre todo los domingos, cuando Baek no puede resolver el crucigrama del periódico. Es un fracaso para eso.

   — ¡Oye Taeyeon! Eso no es cierto —mi padre se queja y luego se acerca hacia Jeno, para darle un fuerte y cálido abrazo—. Me alegra verte de nuevo Jeno. Pero no creas que solo por lo de los crucigramas, también eres bueno para el soduko.

   Jeno suelta una carcajada y yo continuo llenándome los dedos de carne molida mientras los veo echarse tierra entre ellos. Creo que podría acostumbrarme fácilmente a esto. Es decir, Renjun es cercano a mis padres y ambas partes se tratan con cariño y mucha confianza. Pero, esto... esto es algo diferente. Ellos parecen encajar de una manera tan especial que parece que llevan años conociéndose.

   Y sé que eso se debe a que Jeno es una persona fácil de querer. No se molesta si algo no le agrada, no crítica cuando algo no es de su estilo y siempre trata de ser agradecido y mostrar gratitud. Es alguien que fácilmente encaja en cualquier lugar y es por eso las personas como mis padres, lo quieren y lo aprecian.

   — ¿Puedo ayudar en algo? —pregunta todavía con su sonrisa de ojos presente, acercándose hacia mí para mirar la carne con curiosidad—. Eso se ve increíble, ¿es pastel de carne?

   —Así es —respondo con otra sonrisa—. Pero yo ya acabe mi tarea, ve a molestar a alguien más.

   Jeno abulta los labios y mi madre le dice que puede poner una película en la sala, mientras esperamos a que el pastel se cocine en el horno.

   —Pero soy muy malo para recomendar películas —se rasca la parte posterior de la cabeza con nerviosismo y me mira, pidiéndome un auxilio que no le doy—. A parte no creo que mis gustos les agraden.

   —Pon lo que quieras Jeno —mi padre hace un gesto con la mano y lo empuja por la cocina, llevándoselo a la sala—. La película que más te guste. Pero que no sea de terror porque seguro Jaemin se termina infartando antes de la cena.

   — ¡Todavía los oigo! —grito, sin poder evitar soltar una risita. No soy tan miedoso, o bueno, no taaaanto. Creo que El Conjuro me ha quitado un poco el sueño, pero no es para alarmarse.

   Puedo escuchar fragmentos de su conversación y para cuando el pastel ya está en el horno mi madre y yo los seguimos y nos sentamos en el sillón. Antes de que la película comience voy corriendo hacia mi habitación y tomo dos frazadas. Finalmente todos nos apretujamos en el sillón más grande y de manera estratégica, Jeno y yo quedamos uno a lado del otro.

   Mis padres toman una frazada y nosotros otra. Cuando la película inicia, puedo sentir sus juguetones dedos subir por mi muslo derecho. Trato de no ser muy obvio con mis reacciones, pero cuando Jeno voltea el rostro y me sonríe, siento que voy a explotar.

   Sus dedos continúan ascendiendo y con un movimiento rápido y certero toma mi mano y la entrelaza con la suya, acariciando mis nudillos. Su piel se siente suave y tersa, probablemente por la reciente ducha. Cierro los ojos y una sonrisa boba se me dibuja en la cara. Trato de justificar que la cercanía de los cuatro me está asfixiando y recargo la cabeza contra su hombro. Recibiendo un fugaz beso sobre mi coronilla que me hace suspirar.

   La película que ha escogido en realidad no es tan mala. Es una comedia de Adam Sandler, y entre risas y gritos, nos pasamos el bown de palomitas que mi papá se levantó a hacer, y que terminan descuidadamente sobre nuestro regazo. Tenemos que detenerla a la mitad porque la cena ya está lista y con un poco de pesar nos levantamos del sillón, ocupando nuestros lugares en la mesa.

   — ¿Me estoy perdiendo de algo? —Jeno me intercepta cuando me siento a lado de él y mis padres van a la cocina por el refractario—. Todo esto se ve increíble, ¿es el cumpleaños de alguien?

   Niego con la cabeza y le dedico una mirada que espero lo llene de tranquilidad. Aunque la angustia en sus ojos me parece demasiado adorable para terminar.

   —Tú tranquilo, no te preocupes.

   Jeno no parece nada convencido con mi respuesta, pero antes de que proteste, mi madre me salva llegando al comedor y colocando lo que faltaba sobre la mesa.

   —Esperemos que la comida te guste, Jeno —ella le dice con una sonrisa antes de pasarle un plato para que se sirva—. ¡Buen provecho!

   Jeno sonríe, pero puedo ver que todavía está un poco desconcertado por todo lo que está pasando. Evito su mirada cuando se sirve del pastel de carne y mientras comemos mi madre abre la botella de vino y lo sirve en las copas de los XV años de Sana antes de proponer un brindis.

   — ¿No creen que esta ha sido una buena velada? —mi padre pregunta, poniéndose de pie—. Ha llegado el momento de hacer un brindis.

   — ¿Estás seguro de que no es el cumpleaños de alguien?—Jeno se acerca hacia mí una vez más y me susurra, con una autentica expresión de frustración—. No me mientas Jae. Siento que de verdad me estoy perdiendo de algo.

   —Sólo pon atención, te aseguro que no es nada.

   Prefiero que mis padres sean los que se lo digan, porque sospecho que si lo hago yo, no va a reaccionar de la misma manera.

   — ¿Te gustó la cena, Jeno? —papá le pregunta a la par en que le pasa una copa de vino.

   —Estuvo deliciosa, señor Na. Tiene usted a dos excelentes cocineros en casa.

   —Lo sé —él sonríe, complacido ante su respuesta y nos incita a levantar nuestras copas para hacer el brindis—. Pero no es por eso que vamos a hacer un brindis hoy, en realidad es por ti.

   —Jaemin nos dijo que obtuviste el mejor promedio de la generación —mi madre completa, alzando una de sus pequeñas manos hacia arriba, luciendo orgullosa—. Y como esto no es algo que pase todos los días vamos a festejar tu logro. Felicidades Jeno, tienes un futuro prometedor, sé que vas a lograr grandes cosas. Y estoy feliz de que seas amigo de mi hijo, personas como tú son las que se necesitan en esta vida.

   —Felicidades —le susurro yo, divirtiéndome por el shock que parece estar experimentando—. Te lo mereces Jeno, eres un genio.

   Sin decir nada y ante nuestras miradas insistentes Jeno levanta torpemente la mano y hace lo que puede para chocar su copa contra la de nosotros. La expresión de su rostro no me revela mucho acerca de sus emociones y por segundos, temo que esto no este resultando como había planeado.

   ¿Está molesto?

   —Gracias —balbucea torpemente mientras el sonido de los cristales chocando opaca su voz—. Muchas gracias.

   Pero esta incómodo y creo que eso es algo que todos podemos ver. Nunca se me pasó por la cabeza que pudiera llegar a molestarse o sentirse fuera de lugar. Creo que me dejé llevar por mis propias emociones y deduje que sería un gesto lindo felicitarlo de esta forma.

   Me acerco un poco hacia él, para pedirle una disculpa si es que acaso lo he ofendido, sin embargo, cuando estiro la mano para tomar la suya, debajo de la mesa, veo su expresión y con los ojos abiertos, me doy cuenta de que está llorando.

   —Jeno —mi madre es la primera que lo llama, mirándolo con preocupación—. ¿Estás bien, cariño?

   Jeno traga saliva y aparta su mano de la mía para llevarla a su rostro y fregárselo, hasta que se pone las mejillas rojas. Intenta sonreír pero no puede y aunque mi mamá pretende darle apoyo moral con sus palabras, parece reacio a querer escucharlas.

   —Y-yo... nunca me habían festejado algo así, lo siento, me siento extraño.

   Esta es la tercera vez que veo a Jeno llorar. Siempre que lo hago me digo a mi mismo que va a hacer la última vez. Que haré todo lo que esté en mis manos para que no vuelva a sentirse mal, en ningún sentido. Pero creo que hasta el momento he sido incapaz de cumplir mi promesa.

   —No te sientas presionado —mi padre interviene con suavidad—. Es sólo un gesto que salió del corazón de Jaemin, pero no tienes por qué sentirte incómodo, ¿de acuerdo?

   Todavía limpiando sus lágrimas Jeno asiente e hipea un poco antes de volver bajar la mirada y susurrar:

   —No saben cómo se los agradezco.

   La mesa vuelve a quedarse en profundo silencio y sé que todo ha terminado porque ninguno de los cuatro está dispuesto a decir nada más sobre el tema. Me muerdo el interior de la mejilla con preocupación. No me esperaba esta reacción. 

   —Creo que deberían de ir a la cama, ya es tarde —después de minutos más de tortura mi madre sonríe y su expresión relajada es suficiente para que tenga el valor de hacerle caso—. No se preocupen por recoger. Nosotros vamos a quedarnos un poquito más aquí, ¿verdad Baek?

   Pero mi padre ya está haciendo hacia atrás su asiento, seguro porque quiere ir a ver la novela de las nueve. Nunca se la pierde, pero él piensa que es un secreto y que nadie más lo sabe. Si pretende mantenerlo oculto debería dejar de encerrarse en el baño y subirle el volumen a su teléfono, de esa manera es evidente lo que está haciendo.

   —Ah, sí —dice mi padre distraídamente—. Deberían ir a dormir. Mañana tienen escuela.

   Obedezco y por esta ocasión Jeno no pone objeción alguna sobre no lavar los platos. Simplemente da de nuevo las gracias y después se va a su habitación, evitándome cuando cruzamos miradas en el pasillo. No se detiene a darme las buenas noches ni a decirme nada, simplemente se encierra y con un suspiro yo hago lo mismo. Es bastante evidente que lo he arruinado, en este momento es cuando mejor entiendo la frase "no hagas cosas buenas que parezcan malas".

   Me dejo caer sobre la cama y ahogo la cara contra la almohada, soltando un grito. Hace más de dos años que conozco a Jeno, pero hasta hace unos meses no sabía detalles sobre él. Hoy, que quiero acercarme, para hacerme paso a través de su vida, descubro que hay un obstáculo que no va a ser fácil de pasar. La relación que tiene con mi mejor amigo y los horribles padres que tiene, son solo parte de ese obstáculo.

   Jeno tiene heridas tan grandes que por desgracia no van a sanar con mis buenas intenciones. Ni con las de nadie más. Es un proceso en donde él tiene que reflexionar y sanar. Tomo una ducha antes de ir a la cama y como soy incapaz de dejar de dar vueltas sobre la cama, voy por mis auriculares y pongo mi lista de reproducción favorita de música, durmiendo solo después de la quinta canción. Deseo con todas mis fuerzas, que las cosas mejoren.

Y por supuesto que no lo hacen.

   Esa mañana Jeno de nuevo se fue antes que yo. Y sin decirme ni una sola palabra a mí, se despidió de mis padres y prometió volver cuando tuviera tiempo. Ha pasado una semana desde entonces y no he recibido un mensaje de texto de su parte, o la intención de quererme encontrar por los pasillos de la escuela.

   El viernes por la mañana, trato de ya no lucir tan mal como me siento, cuando mi madre me da el almuerzo y me acaricia el cabello antes de que mi padre me pida que suba al auto. Aunque no les haya contado toda la verdad, es obvio que ellos lo entienden. Se ha vuelto bastante obvio.

   —Debes darle tiempo, Jae —mi madre dice cariñosamente, dándome una de sus mejores sonrisas como consuelo—. Jeno mismo lo dijo, todo esto es extraño para él. A lo mejor necesita tiempo para acostumbrarse a estas emociones. Recuerda que no todos reaccionamos igual.

   Creí que podía tener un buen impacto en su vida. Que podía ser capaz de ayudarlo, pero en este momento no me siento demasiado convencido.

   —Eso espero.

   Sonríe una vez más y dándome un beso con lápiz labial sobre la frente, me despido de ella. Mi padre me espera dentro del auto y al subir le pido que encienda la radio y que le suba el volumen, dándole a entender a su vez, que no tengo ganas de hablar. Necesito espacio para acomodar mis propias ideas.

   Al llegar al instituto me encuentro a un entusiasmado y enérgico Renjun que comparte la primera clase conmigo. Me cuesta seguirle el hilo a su fantástica historia del día anterior, pero me las arreglo para captar lo más importante. Por si acaso me pregunta algo que delate que no le estoy prestando del todo atención.

   —Hoy quedamos de ir al centro comercial, ¿recuerdas? —desde hace días que le doy a Renjun largas para salir. A pesar de que la mayoría de las veces le prometo que lo voy a cumplir, siempre encuentro una forma de escaparme. No obstante, creo que este día no voy a correr con la misma suerte. Parece decidido a no dejarme ir—. Lo prometiste, ¡y lo prometiste en serio!

   Es claro que no tengo ánimos de salir. Pero tampoco tiene ningún caso que me siga encerrando en mi habitación para sentirme miserable. Probablemente Jeno no se siente listo para verme y siendo sinceros creo que me siento igual. Pienso que salir con Renjun y tontear por ahí es algo que necesito más de lo que podría ser capaz de reconocer.

   —Claro, ¿quieres ir saliendo de la escuela?

   Renjun aplaude con emoción y sé que desde hace días, no se sentía del todo bien por no obtener una respuesta positiva de mi parte. Como ya es habitual, la culpabilidad me ataca, tal vez Renjun no sea un buen novio, pero lo cierto es que es un buen amigo.

   Y eso me lastima, mierda, vaya que lo hace.

   Porque si Renjun me tratara mal, hablara a mis espaldas o vendiera mi confianza, tendría al menos una razón para traicionarlo. Pero maldita sea no tengo nada con que defenderme. Nada con que justificarme, más que un egoísmo puro y un deseo inquebrantable por convivir con su propio novio.

   —Suena bien. Invité a los amigos de Jeno a venir, espero que no te moleste.

   —No, por supuesto que no —sinceramente los amigos de Jeno me dan igual. No lucen como chicos malos y si eso va a evitar que me quede a solas con Renjun y mi consciencia, bienvenidos sean.

   El resto de las clases pasan igual, con la única diferencia de que mi profesora de matemáticas entrega la tarea del lunes y mis ejercicios son los mejores de la clase; incluso le he ganado a Renjun y Chenle, que se han equivocado al hacer el último. La profesora Kim me dedica una mirada extrañada pero le juro frente a todos que no he copiado. Fue un poco bochornoso, sobre todo porque la mayoría de mis compañeros me miraban como si no me creyeran ni una mierda, pero terminé por convencerla al enseñarle el procedimiento, que gracias a los Dioses no borré al final de mi libreta. Con eso quedó satisfecha.

   Ojalá pudiera agradecerle a Jeno. Ésta es la segunda calificación buena que obtengo gracias a él. 

   — ¿Le copiaste los deberes a Chenle, bastardo? —Renjun insinúa divertido cuando la clase termina—. Ya sabes que también a mí me los puedes copiar, ¿verdad?

   —Lo sé —mascullo, extrañado de que en mi carpeta haya un enorme y rojo diez. Definitivamente no estoy acostumbrado a esto—. Y para tu información no se los copié a nadie. Ni siquiera a Chenle.

   — ¿Y entonces quién te ayudó? Porque hasta donde yo sé, no puedes ser un genio de las matemáticas de un día para otro.

   Cabizbajo guardo silencio y mi mejor amigo entiende en automático que él tiene razón.

   —Copia los míos mejor —se burla y pasa uno de sus finos brazos por mis hombros—, te aseguro que son más entendibles que los del cabezón ese.

   Juntamos nuestras cosas para irnos y por los pasillos nos encontramos con Yukhei y Jungwoo, peleando entre ellos por un pedazo de pan, que después de tanto forcejeo termina en el suelo. Trato de no reírme por la expresión indignada de Yukhei, pero no sé porque hay algo en éste chico que me incita a reírme de él. Me pregunto si su novio adorable, lo notará también.

   —Quiero que me compres otro en el centro comercial —Yukhei exige y Jungwoo pone los ojos en blanco—. No estoy bromeando amor, ese era mi pan, ¡Mi pan!

   —Yo lo compré con mi dinero idiota y ni así lo querías compartir.

   — ¡Hola, chicos! —Renjun los saluda y tira de mi brazo para que también yo lo haga—. ¿Listos para irnos?

   —Hola Ren —Yukhei le sonríe, dejando momentáneamente el pleito—. Y hola man... ¿Jaemin?

   —Sí, es mi amigo el del otro día, ¿lo recuerdan?

   —Claro que si —Jungwoo aparta a Yukhei y me saluda con una tierna sonrisa de incisivos. No entiendo como alguien tan alto, puede ser tan adorable a la vez, ¡Jungwoo es enorme! Bueno en realidad los dos lo son—. Vamos a ir en el auto de Yukhei, pero primero tenemos que esperar a Jaehyun, nos dijo que iba a recoger su mochila al laboratorio y que después regresaba.

   — ¿Jaehyun va a venir? —pregunto con lo que espero, no sea demasiada ansiedad. En ningún momento lo consideré.

   —Sí, Renjun lo invitó —Jungwoo levanta una ceja, mirándome como si le hubiese preguntado algo muy obvio—. ¿No te cae bien? Creí que querías ir con él a la fiesta de disfraces.

   Miro con rencor a mi mejor amigo y de esa manera le doy a entender que no se va a librar de escucharme más tarde. No entiendo que tiene por querer juntarme con Jaehyun. Agradezco que se preocupe por mí, o que intente que tenga una cita, pero es hora de que pare, porque en este momento lo que menos necesito es darle forzadamente mi atención a alguien que no tengo el más mínimo interés de conocer.

   —No —respondo finalmente, ignorando la falsa mirada inocente de Renjun—, solo era curiosidad.

   Parecen satisfechos con mi respuesta y mientras caminamos hacia el estacionamiento del Instituto, maquilo una excusa que me libre de salir con ellos. Nunca esperé que Jaehyun también formara parte del plan. Fue bastante estúpido de mi parte no deducirlo, considerando que sus amigos se nos iban a unir.

   No se me ocurre nada bueno. O al menos, que no me haga ver como que estoy huyendo. Me resigno a que voy a tener que pasar la tarde fingiendo que me divierto, y una vez en el estacionamiento Yukhei se para frente a un auto negro bastante lindo y con una sonrisa cuadrada, nos invita a subir.

   Tengo ganas de ir adelante, no porque la idea de ver a Jaehyun sea insoportable, sino porque en este momento no me siento con el mejor de los ánimos y no quiero descargar mi mal humor sobre alguien que no tiene nada que ver. Pero como es lógico, Jungwoo, ocupa el lugar de copiloto y yo tengo que conformarme en ir atrás con Renjun, que me mira con el ceño fruncido.

   — ¿Estás bien?

   Es una pregunta que he escuchado demasiado en los últimos días. Seguramente mi expresión debe empeorar segundo a segundo. Y lo odio, porque yo no soy una persona que se amargue la existencia cada que puede. A mí me gusta estar en paz conmigo mismo.

   —Sí, sólo estoy cansado.

   —Puedes dormir mientras llegamos al centro comercial —mi mejor amigo sonríe y me muestra su hombro para que me acurruque contra él, como siempre lo hago cuando salimos de viaje—. En cuanto lleguemos te despierto.

   Aún no olvido lo que ha hecho. Pero pienso que si me duermo voy a salvarme de tener que participar en una conversación animada. Así que termino aceptando. Apoyo la cabeza sobre su hombro y dejo que sus dedos me cepillen el cabello. El gesto es tan agradable que casi de inmediato siento los párpados pesados. Últimamente no he dormido muy bien.

   Y entonces el plan funciona, porque me despierto a medio camino, cuando Yukhei pasa el semáforo de la avenida. Puedo sentir a Renjun recargado sobre mi cabeza, y por su respiración tranquila y acompasada deduzco que también se ha quedado dormido, los únicos que charlan alegremente son Jungwoo, Yukhei y Jaehyun, mientras escuchan la radio a volumen bajo.

   — ¿Crees que necesitamos algo más para la fiesta? —Jungwoo mira por el espejo retrovisor, seguro preguntándoselo a Jaehyun—. Tú también tienes que participar, recuerda que esto es algo así como tu bienvenida.

   —No creo que haga falta nada —escucho a Jaehyun contestar—. Me parece que ustedes dos han comprado tanto alcohol como para seguirle hasta la madrugada.

   Y de nuevo cierro los ojos y finjo que duermo. No quiero hablar con ellos sobre la fiesta, porque aparte de que no sé si voy a ir, no soy bueno opinando sobre éstas cosas. Mi resistencia con el alcohol es pésima, por no decir nula. Y precisamente por eso no me gusta salir de fiesta, normalmente nadie está dispuesto a permanecer a lado de alguien que quiere regresar sobrio a su casa.

   Después de algunos minutos más de charla y manejo (Yukhei es realmente bueno con ello, mi padre constantemente se traba en los topes) llegamos al centro comercial. Renjun aun duerme sobre mí y me cuestiono cómo es que pretendía avisarme que ya habíamos llegado si también se iba a dormir.

   —Hey man's let's go! —Yukhei grita con un pésimo inglés, pretendiendo despertarnos—. Ya llegamos.

   Renjun suelta un quejido cuando pone una de sus enormes manos sobre su cabeza. Yo hago un puchero y agradezco que Jaehyun sea el encargado de abrir la puerta del otro lado del auto, y tocarme con suavidad una de mis mejillas. Al menos tiene más tacto.

   —Ya llegamos Jae, abre los ojos.

   También suelto un quejido y siento como Renjun quita su cabeza. Despabilo parpadeando. La verdad es que estaba muy cómodo, mi mejor amigo tiene un cuerpo como de almohada; suave y reconfortante. Una mano frente a mí captura mi atención y tengo que procesarlo un poco para entender que es Jaehyun tratando de ayudarme a bajar.

   —Gracias —murmuro con voz ronca, aceptando su mano para apoyarme—. Hola, por cierto. Me quedé dormido.

   —Creo que lo noté —una sonrisa de hoyuelos brilla en su cara—. Espero no ser tan aburrido, de lo contrario te vas a volver a dormir.

   —Para nada, creo que será divertido.

   Le dedico una pequeña sonrisa y con discreción aparto su mano de la mía. Ya no hay necesidad de que estén unidas, espero que no crea que soy grosero.

   — ¿A dónde vamos a ir primero? —un enérgico Jungwoo tira del brazo de su novio e incita a Renjun que lo tome por el otro—. ¿A comer? O, ¿Al cine?

   —Creo que la comida está mejor —Jaehyun opina, colocándose a mi lado, andando hombro con hombro—. Si vamos al cine seguramente este par se nos vuelve a dormir.

   —Odio admitirlo pero tiene razón —Renjun hace una mueca—. Vayamos directo a la comida.

   Caminamos hacia el elevador y durante el camino, bromean entre ellos y se vuelven un desastre de gritos, quejas y risas. Es claro que mi actitud seria no encaja aquí, pero no me siento con el ánimo de seguirles la corriente. Aun así hago el esfuerzo y sonrió y opino cuando me piden que lo haga. No quiero quedar con un amargado, después de todo ellos si se están divirtiendo yo no soy nadie para interrumpir su diversión.

   Dentro del centro comercial pasamos a la tienda de video juegos y es casi tortuosa la manera en como recuerdo a Jeno bailando en medio de la tienda. Sonrió con nostalgia y me acerco hacia la estantería para tomar el juego que tanto ese día me costó reconocer que me gustaba y que a Jeno le terminó encantando.

   Ojalá estuviera aquí.

   —Bien, estás sonriendo, ese ya es un progreso —Jaehyun estira la mano y toma el mismo juego que yo, leyendo la descripción—. Este no lo he probado, sólo el Dance Central, ¿es igual de bueno?

   —Yo diría que mejor —hago una mueca y por dentro agradezco que Jaehyun se interese en mantener una conversación conmigo, a pesar de que mi actitud no sea la mejor—. Lamento mi cara, es que no dormí bien la noche anterior.

   —No tienes que disculparte, a todos nos pasa —se encoje de hombros y regresa el juego a su lugar—. Sino querías venir les hubieras dicho. Aunque son unos bastardos demasiado insistentes para ser verdad. Yo tuve que escaparme del trabajo.

   — ¿Trabajas? —pregunto con curiosidad, dejando también el juego—. Es demasiado rápido para eso, ¿no? Digo, es que como acabas de llegar.

   Jaehyun suelta una risita y continuamos recorriendo la tienda. Renjun está como loco en el pasillo que tiene cosas de Harry Potter, y Jungwoo y Yukhei sencillamente no sé en dónde se han metido. Deben de estar seguramente en otra sección.

   —En realidad trabajo con mis padres. Montaron una improvisada librería en mi casa.

   — ¿De verdad? ¿Les ha ido bien?

   —Sí y sí. Estamos tratando de conseguir buenos títulos en inglés. A buena parte de los lectores les gusta tener obras en su idioma original.

   Le doy la razón porque recuerdo que he visto a Chenle leer un montón de libros de Stephen King, entre clases y la mayoría de ellos son en inglés. Debe ser un buen negocio y sobre todo, una gran idea.

   — ¿Te gusta estar aquí? —miro a Jaehyun a los ojos y espero no ser demasiado entrometido—. ¿No te sientes extraño?

   —A veces sí, sobre todo por las costumbres, algunas cosas no son muy bien vistas aquí —Jaehyun vuelve a encogerse de hombros, pero no parece decepcionado—. Aun así es un buen lugar. Me gusta el instituto y la casa en donde vivimos actualmente es mucho más grande que la otra. Creo que podría acostumbrarme.

   —Es bueno que tengas una actitud positiva —sonrío, diciéndoselo con sinceridad—. Si estás cómodo, terminarás amando cualquier lugar en donde estés.

   —Tienes toda la razón.

   Renjun aparece a mitad del pasillo y da por terminada nuestra conversación cuando me planta una libreta de Gryffindor frente al rostro. Al parecer ha podido darse placer con lo que más le gusta. Harry Potter es su saga de libros favorita.

   —Mira las hojas, Jae, ¡son preciosas!

   En efecto las hojas son muy lindas, pues tienen el escudo de la casa en una de las esquinas. Voy hacia donde están las demás y ambos compramos la misma libreta. Jaehyun se lleva un llavero de Juego de Tronos y Yukhei y Jungwoo dicen que van a seguir viendo antes de tomar una decisión sobre que comprar.

   Después nos pasamos directamente a comer y pido junto con Renjun, una pizza de doble queso. Siempre comemos lo mismo cada vez que venimos juntos. Lo dejo ordenando mientras los demás nos encargamos de buscar una mesa vacía. El centro comercial en viernes es un mar de personas.

   —Jae ¿Tienes cambio? Creo que solo tengo un billete grande —Renjun frunce el ceño y me pregunta, antes de que me vaya con Jaehyun a buscar.

   La señorita de la caja nos tiende una bandeja con los refrescos que pedimos y como la tengo que tomar, tengo las manos ocupadas.

   —Saca mi cartera y ve si tengo cambio.

   Renjun me obedece y extrae mi billetera de mi bolsillo trasero. Camino hacia la mesa que Jungwoo y Yukhei ya encontraron, y Jaehyun se posiciona a lado de mí, preguntándome casualmente cual refresco me gusta más.

    Pero antes de llegar a la mesa, me detengo de golpe y como un pensamiento inconsciente que se hace presente en el peor momento, recuerdo que le he dado mi cartera.

   Le he dado mi maldita cartera a Renjun.

   —... de naranja, ¿no?

   No tengo ni tiempo de mirar a Jaehyun, simplemente le tiendo la charola sin mayor explicación y cuanto la toma, salgo disparado hacia Renjun, que sigue esperando nuestra orden con mi cartera en la mano. Siento como si el tiempo pasara a cámara lenta y cuando la señorita de la caja vuelve a decir mi nombre para entregarnos la pizza y pagar, Renjun abre mi billetera.

   Juro que nunca en mi vida había caminado tan rápido. El miedo es latente, la respiración irregular y aun sin resignarme, sé que si Renjun ve lo que tengo adentro todo va a terminar. Y como en un sueño que se vuelve pesadilla, mi vida dará un giro de trescientos grados y tendré que afrontar las consecuencias de las malas decisiones que he tomado desde que Jeno apareció en mi vida.

   Mis dedos tocan el borden de la cartera y ejerciendo fuerza se la arrebato de las manos, Renjun levanta la mirada y me mira fijamente a los ojos.

   La ha visto, por Dios, la ha visto.

   —Óyeme imbécil, ¿Qué te pasa? No me iba a robar tu dinero, solo quiero pagar.

   Espero en silencio a que agregue algo más. A que cambie su expresión y se lance encima de mí, para decirme todo lo que me merezco. Pero la expresión de Renjun no cambia y yo tengo que tragar saliva para intentar situarme en la realidad.

   —Lo siento —contesto con voz temblorosa, incapaz de disimular mis nervios—. Es que m-me acorde que no te-tengo dinero.

   — ¿Es tuya la pizza? —la señorita de la caja nos interrumpe y la verdad es que nunca he tenido intención de abrazar tanto a un desconocido como ahora.

   —Sí, deme un segundo por favor.

   Renjun rebusca en su propia cartera y saca un billete de denominación alta, que es recibido sin mucho entusiasmo por la cajera. Cuando le da el cambio, toma la caja de pizza y camina a mi lado.

   —Jaemin.

   — ¿Qué?

   — ¿Qué demonios te pasa?

   —No sé —respondo con sinceridad, ojalá pudiera saberlo. A veces ni yo mismo me entiendo. Ya no sé qué pretendo, ni lo que quiero—. Perdón.

   Renjun suspira y antes de llegar a la mesa se detiene y me obliga a mirarlo a los ojos.

   — ¿Tú... tienes problemas en tu casa o algo así?

   — ¿Qué?

   —Sí, es que últimamente estás muy tenso —la mirada de Renjun se suaviza—. Sabes que me puedes decir cualquier cosa, ¿verdad? Incluso si son problemas económicos. A lo mejor no tengo mucho dinero, pero siempre que pueda te voy a prestar. O te voy a ayudar. No tienes que cargar con tus problemas tú solo.

   No tienes que cargar con tus problemas tú solo.

   Suelto una risita, pero nada tiene que ver esto con la gracia. De verdad es un círculo vicioso. Las palabras entre nosotros tres se repiten pero ninguno es capaz de cumplirlas. Irónico, ¿no es cierto?

   —Lo sé, Ren. Lo sé.

   Mi amigo continúa mirándome, pero parece un poco más tranquilo.

   —Y ya quita esa cara, vas a espantar a Jaehyun. ¿Apoco no está guapísimo?

   —Es guapo —confirmo, porque no hay necesidad de mentir—. Pero no estoy interesado en él y ya te lo había dicho.

   — ¿Cómo puedes estar seguro si ni siquiera le das la oportunidad? Jaehyun es guapo, casi tanto como Yukhei, pero es menos idiota y creo que eso compensa lo demás, ¿no crees?

   Me saca una sonrisa y niego con la cabeza antes de caminar hacia donde están los chicos, consumiendo lo que cada quien ha pedido. Estuve tan cerca de arruinarlo todo que ahora necesito tomar un respiro. 

   Después de comer vamos al cine y nos formamos en la taquilla para comprar las entradas y ver una película romántica. Yukhei molesta a Renjun diciéndole que su soledad es muy triste y Jungwoo le sugiere que llame a Jeno para que le calle la boca.

   —No creo que quiera venir. No le gustan éstas cosas.

   Por primera vez me siento con el valor suficiente de apoyar a Renjun en una decisión que implique a Jeno. Si viene aquí sólo me va a terminar volando la cabeza.

   —Estoy de acuerdo —digo, sin ver a nadie en específico—. A parte ni siquiera le va a dar tiempo de llegar.

   —Tú invítalo, y que él decida —Jaehyun sugiere, dirigiéndose a Renjun, pasando de mi recomendación—. Para que Yukhei ya se calle.

   Me pregunto internamente si Jaehyun ya habrá conocido a Jeno en persona, pero cualquier cuestión queda descartada en cuanto los tres convencen a Renjun y éste saca su teléfono para enviar un mensaje. No quiero parecer ansioso ante lo que le pueda responder, pero una punzada de celos hace regresar a mi mal humor y querer estrangular a Yukhei por su brillante idea de involucrar a Jeno en todo esto.

   — ¿Quieres comprar palomitas o golosinas antes de entrar? —Jaehyun pregunta muy de repente, cargando sin querer con mi mal humor.

   —No, así estoy bien —mierda, no puedo evitar contestarle como si lo odiara—. Puedes ir tú, te espero, ¿sí?

   Jaehyun parece inseguro, pero me hace caso y se va con Yukhei a comprar. Jungwoo habla con Renjun sobre el horario de la película y yo me mantengo al margen, deseando poder irme a mi casa. Deseando desaparecer de este momento.

   Diez minutos después ya tenemos todo para entrar, incluso el boleto de Jeno. Pero entonces, antes de dar los boletos al chico de la entrada, Renjun nos llama a todos.

   —Jeno no va a venir, así que ya podemos entrar.

   Trato de que mi alivio no sea demasiado evidente. Siento que el alma me vuelve al cuerpo e incluso, me permito suspirar. Dios, esto me tiene mal. Maldita sea que todo esto me está jodiendo la cabeza.

   Entregamos los boletos, llegamos a la sala y yo tomo el último lugar de la fila, Jaehyun se sienta lado de mí y aunque le doy una mirada de súplica a Renjun para que lo aparte, el muy maldito me ignora y termina sentado en el otro extremo.

   —Te compré palomitas de todas formas —Jaehyun susurra al momento en que las luces se apagan, dejando entre ambos una charola con palomitas, refrescos y dulces—. Siéntete con la libertad de tomar lo que quieras.

   —Gracias, Jaehyun —le dedico una pequeña sonrisa agradecida y estoy dispuesto a decirle algo más, pues sus atenciones a lo largo del día han sido muy lindas, pero mi celular me interrumpe de dicha tarea y tengo que desviar la mirada para revisar.

   Sé por la vibración que son mensajes y pienso que es mi madre que quiere saber si voy a llegar a cenar. No obstante, cuando veo el remitente en la pantalla me doy cuenta de que es Jeno y su solo nombre es suficiente para que todo mi mundo se ponga de cabeza.

  —Hey man, guarda el teléfono —Yukhei me riñe, a pesar de que solo están pasando los cortos y que él está a dos lugares del mío.

   —Espera, tengo que contestar.

   Me excuso y predispuesto a todo abro su mensaje.

Jeno

Lo siento Jaemin, me comporté como un idiota.

No pretendía ser grosero contigo, tampoco con tus padres.

Han hecho tanto por mí y no tienes idea de cómo se los agradezco.

Es sólo que... me tomaron por sorpresa

No quiero que lo que viste respecto a mi madre, te haga tenerme lastima.

Mi vida no es tan triste, (creo jajaja).

   Cierro los ojos y cuento mentalmente hasta tres, reprimiendo una boba sonrisa que se me quiere dibujar en la cara. Que Jeno me diga esto me quita un peso de encima. Joder, me devuelve el ánimo, me hace sentir mejor. Creo que lo que pasó no es la culpa de nadie. Las cosas se mal interpretaron desde el principio y por eso se salieron de control.

Yo

Olvídalo Jeno, no te sientas mal

Nadie te tiene lastima. Sólo creí que sería un lindo gesto

Lamento si te ofendí

Por cierto

Mis padres te extrañan.

¿Por qué no vienes mañana a cenar? 🐶❤️

   Esperar a que conteste es una tortura. Yukhei me vuelve a regañar y amenaza con quitarme el celular, ¡argh! es tan molesto. Siento que fácilmente se puede ganar mi odio.

Jeno

¿Y ahora no podemos salir?

   Carajo, ¿ahora? Tiene que estar bromeando.

Yo

No

Jeno

¿Por?

Yo

Estoy con Renjun y tus amigos en el centro comercial.

   Se tarda unos minutos en contestar y yo tengo ganas de morderme las uñas.

Jeno

No pensé que fueras a ir.


Yo

Yo tampoco.

¿Por qué no quisiste salir con él?

Jeno

¿Con quién?


   —Jaemin sino dejas el maldito celular ahora mismo juro que me voy a parar y lo voy a arrojar a la fila de enfrente.

   Es Renjun ahora el que me está amenazando, pero no me importa. En este momento no me importa nada en realidad.

Yo

Con Renjun.

   Creo que esto es lo más estúpido que puedo hacer. Pero es que yo... necesito saber. No sé porque pero necesito saber porque no quiere estar aquí. Que es lo que lo detiene.

Jeno

¿Por qué querría salir con él?

Yo

Porque es tu novio.

Jeno

¿A dónde quieres llegar con esto Jaemin?

   Si Jaemin, ¿A dónde quieres llegar? No lo sé, es como si el inconsciente me estuviera traicionando y actuara por cuenta propia. Aprieto el celular con fuerza y mis palabras me sientan mal. Yo mismo me estoy lastimando, soy el único que sale perdiendo. Dios, ¿Qué estoy haciendo?

Yo

A ningún lado, sólo digo la verdad.

Renjun es tu novio.

Jeno

A veces pienso que no.

Yo

¿Entonces por qué no lo terminas?

   Me tenso y con una sensación de dolor y pesadez en el pecho, espero a que conteste.

Jeno

Porque no puedo.

   Guardo mi teléfono dentro del bolsillo de mi pantalón y dejo que Jaehyun mantenga su brazo en el respaldo de mi asiento. No sé cuándo sucedió, pero tampoco quiero saberlo.

Porque no puedo, ¿no será más bien un porque no quiero?

   Veo la película sin escuchar nada. Y no sé en qué momento, las lágrimas por mis mejillas empiezan a caer.

   Vete a la mierda, Lee Jeno. 


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