Lisa
Flashback
Se me nubla la vista a cada calambre que me hace doblar el cuerpo.
-Respire profundo, su alteza- Jennie dice a mi lado intentando calmarme.
Dios mío, duele muchísimo.
-Está teniendo contracciones- le explica Hwasa a la matrona.
Una señora de cabello canoso y muy bajita me hace sentarme sobre un delgado colchón en el suelo.
Siseo cerrando los ojos con fuerza.
-Su alteza, no hiperventile o se desmayará- Jennie parece nerviosa y preocupada.
Quiero que saquen al bebé ya. Esto es peor que cualquier herida.
El dolor cesa unos segundos haciéndome suspirar aliviada.
-Por favor, acuéstese- pide la matrona.
Lo hago y Hwasa coloca una almohada bajo mi cabeza. Flexionan mis piernas y otra contracción me atraviesa.
Aprieto los dientes y puedo sentir las gotas de sudor corriendo por mi sien.
Tengo frío y calor también.
-Señorita Jennie, le pido que se retire, no puede estar aquí- pide la matrona y niego.
-No, por favor- suplico.
-Su alteza- Jennie mira a la señora y luego me dedica una mirada triste-...estaré esperándola fuera. Sea fuerte.
-Sal por la puerta trasera- me dice Hwasa y veo a mi dama salir.
-Su alteza, necesito que puje con todas sus fuerzas- la señora de cabello canoso se coloca entre mis piernas de rodillas.
Hwasa presiona en el inicio de mi inmensa barriga y me sonríe.
Estrujo las sábanas entre mis manos y me es intevitable no gritar cuando debo hacer esfuerzos con este dolor.
¿Qué haré luego de esto?. No dejaré a Jungkook tocar a mi bebé. Me ha traicionado con un par de cualquieras cuando yo cargaba con nuestro hijo sufriendo fatigas, dolores, mareos y mucho más.
¿Por qué he sido tan tonta?. De seguro debió pensar en mí como una estúpida. Es posible que ni disfrutara con el sexo.
Al final no signifiqué nada para él...nada.
-¡Puje!.
Lo hago con fuerza una y otra vez. Siento como un alivio, como si me quitasen un peso de encima literalmente.
Arde mi zona íntima. Dejo caer mi cabeza exhausta, molida por una larga carrera. Mi corazón bombea frenético y siento los latidos en mi garganta.
Miro de reojo a la matrona que envuelve a mi bebé en una manta.
-Hey- reclamo para que me deje verlo y amamantarlo.
-Su alteza, beba esto- Hwasa coloca un vaso bajo mis labios.
-¿Qué es?- pregunto comenzando a enfadarme.
Ni siquiera me han dicho si es niño o niña.
-La matrona le dará a su hijo.
-¿Hijo?.
-Sí, su alteza, es un varón.
El alma me vuelve al cuerpo. Hwasa sonríe e insiste con la bebida.
-Esto es para los dolores, beba y enseguida le darán al pequeño príncipe para que lo amamante.
-¿Por qué no llora?.
No responde y bebo aquello que huele muy mal y sabe aún peor.
-¿Ya está todo listo?- escucho una voz masculina.
Pero mi cabeza se embota. Me siento como adormilada, todo se vuelve borroso y en el último minuto de lucidez veo a...¿Yoongi?.
-Mi hijo- susurro como si eso fuera a devolverme al bebé de los brazos de ese traidor.
¿Qué hace aquí?.
-Mi hijo- repito y escucho la tenebrosa risa de aquel hombre que quería convertirme en su esposa.
-Nos vemo en el infierno, Lalisa. Eres muy ingenua.
Fin del flashback
Duele mucho mi cabeza, tanto que parece que me martillan el cerebro.
Abro los ojos. Mis párpados pesan como cinco caballos sobre un buque. Me duele la nariz, la garganta y la entrepierna.
Los sentidos van despertando y siento un asqueroso olor a humedad ligado con el peor de los escondites de ratas.
Estoy tirada en el suelo, un suelo mojado y de roca. Parpadeo intentando que todo deje de dar vueltas. Hay barrotes gruesos como mis muslos. El sonido seco de más de mil goteras aturde mis oídos, es un sitio que sin dudas me daría miedo inspeccionar.
Mi hijo.
Jungkook.
No, Jungkook no.
En mi memoria siguen vigentes las palabras de aquella madame, la mano de aquella zorra extendiendo mi regalo y la cara de pena de Seok Jin y Jimin.
Me entra una arcada y escupo...¿sangre?. Limpio mi boca y la nariz parece estar en las mismas condiciones.
Intento sentarme con los brazos temblorosos. Me siento somnolienta otra vez.
-Mi hijo- susurro como si alguien fuese a traérmelo.
Jung Woo.
Así le iba a llamar.
-Aún no está despierta, su alteza- escucho las palabras de un hombre.
Me entra el pánico. ¿Para qué estoy aquí?. ¿Presa?. ¿Para matarme?.
Dos soldados cruzan por el pasillo frente a mí.
-Oh, está despierta- murmura el de antes, su voz en muy profunda y parece un cuarentón.
El otro...se queda mirándome fijamente. Es joven y siento como intenta atravesarme con esa mirada intensa.
-Ella es Lalisa, le hemos rescatado de los soldados coreanos.
A estas me doy cuenta de que hablan en coreano.
-Ya lo sé- el joven levanta la mano parando la explicación del mayor.
Se acerca y mira la cerradura.
El otro corre y abre mi celda. El chico camina dentro y se para frente a mí.
-Lalisa- se agacha y me toma de la barbilla-...te han intentado matar. Tu supuesto pueblo te ha intentado matar. ¿Qué hacías en Kaosong?.
-Yo...me casé.
-¿Con?- enarca una ceja.
-Con Jungkook.
Su semblante se oscurece.
-No sé nada de lo que ha pasado. Solo me quitaron a mi hijo y he despertado aquí- añado.
-Mis soldados te rescataron. Iban a tirarte al río dentro de un saco con piedras. Sé quién eres pero jamás creí que te fueran a utilizar para ser miembro de ese ridículo pacto entre Tailandia y Kaosong.
Bajo la mirada.
-Te han traicionado y yo puedo ofrecerte la venganza que debes querer.
Levanto la vista a sus ojos.
-Quiero vengarme de toda la monarquía de Kaosong. Voy a hacerlos pagar por lo que han hecho. Mi ejército está formado por inocentes, ¿quieres unirte?.
Trago en seco.
-¿Quién eres tú?- susurro.
-Park Jin Young, supongo que tu cuñado ya que estás casada con Jungkook- sonríe de lado y acaricia mi mejilla.
Me pongo en estado de alerta.
-No te haré daño, solo quiero venganza y tú has llegado en el momento exacto.
-Me uniré a ti con una condición.
-Me gusta eso. Dar algo a cambio. ¿Cuál es esa condición?.
-Que me digas dónde está mi hijo. ¿Puedes?.
-Hmn. Mandaré a uno de mis soldados a Kaosong y si lo encuentran te lo traeré.
Sonrío y una lágrima baja por mi mejilla mojando su mano.
-Gracias.
-Siento que te dejasen aquí. Ven, te llevaré a mi hogar.
Me extiende una mano y la tomo.
Siseo por el dolor en mis piernas. Él lo nota y me carga pasando un brazo por mi espalda y otro por la cara interna de mis muslos.