𝖘𝖊𝖌𝖚𝖓𝖉𝖔 𝖆𝖈𝖙𝖔 • 𝖈𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖈𝖚𝖆𝖗𝖊𝖓𝖙𝖆 𝖞 𝖈𝖎𝖓𝖈𝖔:
¿𝖈𝖔𝖒𝖔 𝖒𝖆𝖙𝖆𝖗 𝖆 𝖚𝖓 𝖓𝖆𝖗𝖈𝖎𝖘𝖎𝖘𝖙𝖆?
Nina dio un salto en su cama cuando se despertó por un estruendo. Miró alrededor de su habitación, y se encontró con Remmie de pie frente a su cama, mirando sus pies mientras caminaba de puntas hacia ella.
Le envió una sonrisa inocente antes de sentarse en el borde de la cama a su lado —. Perdón, no quise despertarte.
La morena pestañeó, mirando de arriba a abajo a la persona frente a ella —. ¿Estoy soñando?
Remmie rió, y colocó una mano sobre su mejilla antes de unir sus labios en un rápido beso —. También te extrañé, linda.
Nina sonrió, y se abalanzó sobre él para abrazarlo. Lo apretó contra su cuerpo con fuerza antes de finalmente separarse y mirarlo con un brillo en los ojos —. ¡Te extrañé, tonto! ¡No puedo creer que estés aquí! Creí que no vendrías hasta fin de mes.
—Ya no me quedaban más escenas que hacer—, explicó, tomando las manos de la chica entre las suyas y acercándolas a sus labios para depositar un suave beso sobre ellas —. Además, hablé con Blair.
— ¿Hablaste con Blair?—, repitió Nina, con el ceño profundamente fruncido.
—Ella me llamó.
— ¿Ella te llamó?
Remmie alzó una ceja, con una sonrisa traviesa jugando en sus labios —. ¿Vas a repetir todo lo que diga o vas a dejarme hablar?—, inquirió, antes de girarse para tomar un vaso de café y pasárselo a la chica —. Te traje esto.
El rostro de ella se iluminó, tomando la taza y llevándosela a los labios —. Te amo.
—Me estás hablando a mí, ¿cierto? Y no al café—, se mofó el ojiazul.
Nina le envió una mirada antes de acercarse y volver a besarlo —. Entonces, ¿de qué hablaste con Blair?
—Bueno, no hablamos mucho—, admitió, frunciendo el ceño —. Solo mencionó que perdiste a un amigo... y que sería mejor que venga. ¿A qué se refería?
Nina suspiró. Entonces, le contó todo. Bueno, excepto por el discurso de Chuck de que "lo había hecho por ella". Sabía que no los llevaría a ningún lado. Por el contrario, solo ocasionaría problemas. Además, claramente era otro intento del chico por manipularla. Sin embargo, eso ya no iba a pasar más.
—Eso está tan... jodido—, murmuró Remmie, aún sorprendido ante la nueva información.
La chica asintió, agradeciendo tener un café entre sus manos porque realmente lo necesitaba al tener que hablar de Chuck tan temprano en la mañana. Desvió su mirada a su reloj de mesa, y no se sorprendió al descubrir que eran las once de la mañana. Entre que había terminado con sus exámenes y con todo lo que había pasado, se había dado la recompensa de dormir sin poner la alarma.
—Lo sé—, masculló Nina, posando la taza de café, ahora vacía, en la mesa al lado de su cama —. Todavía no sé qué me sorprende más. Que haya sido capaz de hacer eso, o que me haya tenido engañada por tantos años.
Remmie apretó sus manos entre las suyas —. No es tu culpa, bebé.
—Lo sé—, balbuceó la morena. Aunque en el fondo seguía sintiéndose culpable en parte por el sufrimiento que había pasado su amiga. Si ella no hubiera estado tan ciega, hubiera podido advertirle, hubiera podido protegerla —. Pero voy a vengarme.
Los ojos azules se tornaron cautelosos, y sus cejas se juntaron al observar a la chica frente a él —. Nina...
— ¿Cómo matas a un narcisista?—, musitó, una pequeña sonrisa jugando en sus labios. Cuando la única respuesta que obtuvo fue un ceño fruncido, continuó —. No muestras ninguna emoción, solo le das respuestas cortas y necesarias. Interacción mínima, y cero contacto. ¿Lo más importante de todo? No reaccionar a sus provocaciones.
Remmie lució complacido con aquella respuesta. No había duda que prefería que la chica se alejara de aquella persona que le había infligido tanto daño, pero sería tonto el asumir que podría hacerlo. Ellos eran parte de la socialité neoyorquina. Se verían las caras en cada evento, y más de una vez probablemente se verían forzados a entablar una conversación. No obstante, saber que Nina se proponía mantener una interacción mínima con él lo tranquilizaba.
— ¿Cuándo tendrás que verlo, de todas formas?—, cuestionó el actor.
Nina torció el gesto —. Serena me invitó a la Gala de Médicos Sin Fronteras en Columbia porque quiere que conozca a su padre. Chuck seguramente va a estar también... ¿por qué no vienes?
Remmie alzó las cejas —. ¿Segura?
— ¡Por supuesto!—, asintió, una repentina sonrisa alzó sus labios al mismo tiempo que quitaba las sábanas de sobre sus piernas y se levantaba —. ¡Vamos! Debo comprarme un vestido, y te compraré un traje que combine. Será divertido.
El chico rió —. ¿Comprar ropa puede ser divertido?
Nina soltó un jadeo, mirándolo con falsa indignación ante sus palabras —. ¡Obviamente! ¡Dices eso porque no fuiste a comprar conmigo!—, acusó, quitándose la remera que usaba para dormir por sobre su cabeza y colocándose un brasier antes de pasear su mirada por su armario, en busca de un buen atuendo —. ¿Cómo lograste entrar aquí sin que todo el mundo perdiera la cabeza, por cierto?
—La magia de la fedora—, exclamó, alzando el gorro negro que descansaba sobre la cama de la chica y que ella no había notado hasta ese momento. Ante la mirada que le envió su novia, Remmie se vio obligado a agregar —. Y mantuve mi cabeza abajo mientras caminaba rápido por los pasillos.
Nina resopló una carcajada —. Eso suena más creíble.
Eventualmente, la chica acabó de cambiarse. Terminó optando por un vestido negro de peluche de Versace, que combinó con unas medias a lunares y unas botas cortas de taco cuadrado también negras. Ya que, sin querer, había acabado con un outfit completamente negro, decidió agregarle un bolso de mano de cuero de Chanel y una linda boina negra que le daba un toque mucho más completo al outfit.
— ¿Qué es esto?—, murmuró Remmie y, cuando Nina se giró sobre sus tacones, sus mejillas inmediatamente adoptaron un sombreado rosado en cuánto se percató de qué tenía entre sus manos. Había encontrado su pequeño escondite de múltiples DVDs de las diferentes temporadas de su serie —. ¿Las cuatro temporadas en DVD?—, mencionó, mirándola con una sonrisa.
—Uhm... puedo explicarlo—, balbuceó.
—Eres adorable—, sentenció Remmie antes de acercarse a ella, rodeando su cintura con sus brazos y uniendo sus labios en un cariñoso beso —. Y luces hermosa, por cierto.
—No puedes culparme por extrañarte—, recriminó Nina, posando sus manos sobre su pecho mientras alzaba la cabeza para mirarlo a los ojos —. Y gracias, tú tampoco luces nada mal.
—Wow, gracias—, se burló Remmie, y rieron juntos antes de volver a besarse.
Desde que Nina Archibald llegó a la Universidad de Columbia del brazo de Remmie Meltzer, las personas nunca dejaron de acercárseles. Por un lado, estaban los amigos de Nate que Nina había conocido en su cumpleaños, más las personas que la saludaban por ser una Vanderbilt. Por el otro, varias estudiantes se acercaron para poder decir al día siguiente que habían logrado conversar con uno de los actores más conocidos del momento.
— ¿Conoces a todo el mundo?—, inquirió Remmie con una media sonrisa una vez que un hombre de mediana edad se alejó después de remarcar lo mucho que la chica había crecido.
Nina rió, negando ligeramente con la cabeza —. No conozco ni a la mitad de las personas que nos saludaron hasta ahora. Solo es porque soy una Vanderbilt.
—Espera, ¿Vanderbilt?—, repitió el chico con el ceño fruncido.
—Mi abuelo es William Vanderbilt—, aclaró la morena, y se sorprendió de que el azabache no lo supiera.
La boca de Remmie cayó abierta —. ¿Eres una Vanderbilt?
Nina soltó un gemido, tomando la mano del chico y tirando de él para avanzar entre la multitud de personas —. Por favor, no me digas que te interesa la política.
—No—, Remmie rió, rodeando la cintura de la chica con su brazo y acercándola a su pecho —. Pero sí escuché sobre ellos y son, bueno--.
— ¿Petulantes?—, sugirió, parándose en la punta de sus pies para posar sus labios sobre la mejilla del chico.
—No, dinero viejo—, musitó el ojiazul —. Como realmente viejo. Del tipo que sus ahorros están en barras de oro.
Nina rodó los ojos —. No me lo recuerdes.
—Lo dices como si fuera algo malo.
La chica mordió su labio inferior —. Sé que no es malo. Sería una hipócrita si lo dijera ya que no tengo que preocuparme por poder comer cada día pero... para poder recibir dinero, siempre hay algo. Antes controlaban a mi papá. Luego, empezaron con Nate. Y realmente no quiero que tenga que dedicarse a la política solo para que podamos seguir cobrando nuestra cuota de riqueza.
Remmie apretó los labios en una fina línea antes de posarlos sobre su frente, regalándole un beso —. Puedes cambiar eso.
— ¿Sí?—, Nina alzó las cejas, mientras una carcajada burlona escapaba de sus labios —. ¿Cómo?
—Bueno... cuando seas la actriz más codiciada podrás cubrir tus gastos y los de él.
La chica resopló una carcajada —. Como si eso fuera a pasar.
— ¿Por qué no?—, instó Remmie y, cuando su novia le dedicó una mirada, agregó —. Tienes talento, bebé. Tienes ese algo, esa magia que necesitas para cautivar al público y sobrevivir en la industria. Y tú lo tienes, Nina. Sé que lo tienes.
—Rem—, suspiró, y pasó sus brazos por detrás de su cuello antes de unir sus labios en un beso dulce —. Gracias.
—No me agradezcas. Solo digo la verdad—, aseguró el azabache con una sonrisa antes de separarse de ella —. Voy a buscarnos algo de tomar.
—Bueno—, canturreó, enviándole una encantadora sonrisa antes de girarse y mirar a su alrededor.
Encontró a su hermano junto con Blair y Serena, y comenzó a caminar hacia ellos con la intención de unírseles. Después de todo, se suponía que estaba allí para conocer al padre de la rubia. Sin embargo, un obstáculo se presentó en su camino.
Chuck Bass salió de entre las personas y se giró en su dirección con una sonrisa que solo le dejaba saber que aquello no era un accidente —. Hola, princesa.
Nina inspiró por su nariz, conteniendo la calma —. Chuck.
—Vi que te apareciste con tu perro callejero—, mencionó, desviando su vista hacia donde Remmie se encontraba hablando con un par de personas que se le habían acercado al reconocerlo —. ¿Qué pasó? ¿Lo echaron de Hollywood?
Nina tuvo que repetirse las reglas para tratar con el millonario frente a ella. No había duda que su signo solar la estaba afectando, puesto que nadie era mejor que una taurina para tratar a la gente con indiferencia en venganza por traicionarlos.
—Veo que aún no has madurado—, comentó en respuesta—. Si me disculpas, Serena me está esperando.
—Curioso—, mencionó el castaño, volviendo a ganar la atención de los ojos café —. Casi parece como si su relación no fuera completamente falsa.
Nina frunció el ceño, a punto de comenzar una discusión. No obstante, se detuvo a sí misma, tensando su mandíbula. Sabía que él jugaría con su mente, que intentaría manipularla para obtener lo que quería: una reacción. Pero eso era lo último que obtendría de ella.
Sin emociones. Respuestas cortas. Interacción mínima. Cero contacto.
—Nos vemos, Chuck.
Una sonrisa se expandió en su rostro mientras caminaba hacia su grupo de amigos, sintiendo la mirada del castaño quemando agujeros en su nuca. Manteniéndose así, lograría matar al narcisista. Lograría vengarse. Chuck Bass no saldría impone.
❝La Princesa N nos envió esta adorable foto de su novio, ¡y no podríamos estar más celosas! Al menos sigue teniendo un poco de felicidad después de que la tracionaran...❞
Nina leyó con una media sonrisa la última publicación de Gossip Girl. Fue entonces cuando Remmie volvió a entrar, cargando una bandeja de comida, a lo que ella bloqueó su teléfono y lo dejó olvidado sobre la mesa.
— ¡Genial! ¡Estoy muerta de hambre!—, aclamó la morena, sentándose sobre la cama con las piernas cruzadas, tomando el control remoto y preparándose para ponerle play al DVD de una película —. Y, por fin, voy a poder ver esta película.
Remmie rió, sentándose a su lado y posando la bandeja frente a ellos mientras se aseguraba de no volcar los dos vasos sobre la cama —. Tú fuiste la que quisiste esperar a que estuviéramos juntos. Podrías haberla visto sola.
— ¡Pero se supone que con la persona que ves la película es tu alma gemela!—, chilló en queja la chica, tomando una de las papas y arrojándosela a la cara.
— ¿Alma gemela?—, repitió Remmie, con una sonrisa adorable y un brillo característico en sus ojos.
Nina se congeló en cuánto se percató de sus palabras. Sus brazos cayeron a sus lados, y tímidamente giró su cabeza a su lado para mirarlo —. Bueno... sí.
El azabache se acercó para presionar un beso sobre su mejilla, y Nina pudo sentir la sonrisa en sus labios cuando lo hizo, lo que solo la hizo sonreír. Se giró para finalmente mirarlo, y se encontró con que Remmie estaba jugando con sus manos, como si estuviera pensando en si decir algo o no —. ¿Qué?
—Bueno... estaba pensando y– puede que parezca una locura, pero creo que es una buena idea—, tropezó con sus palabras, pasando una mano por su cabello y logrando despeinarlo. Tomó una pausa, sacudiendo su cabeza como para acomodar sus ideas antes de finalmente continuar —. ¿Por qué no nos mudamos juntos?
—Mudarnos—, repitió Nina. Su rostro estaba en blanco, al igual que su mente.
—Sí, quiero decir... Blair entró en Columbia, así que tendrás que compartir ésta habitación con una extraña. Y ya no tienes – bueno, otro lugar dónde dormir entonces... se me ocurrió que sería una buena idea mudarnos. No tendré que grabar por un par de meses, y podremos concentrarnos en nuestra relación... ¿qué dices?
Nina pestañeó, abriendo la boca para contestar, pero una carcajada escapó de sus labios antes de poder responder —. ¿Estás bromeando? ¡Obvio que sí!—, soltó, acercándose para abrazarlo y en el camino vertiendo ambos vasos sobre el edredón —. ¡Opps!
Remmie rió a carcajadas, atrapando la cintura de la chica entre sus brazos mientras ambos observaban el desastre frente a ellos —. Ahora que vuelvo a pensarlo... tal vez no sea tan buena idea vivir contigo—, se burló, ganándose un golpe juguetón en el brazo por parte de su novia.
— ¡Fue un accidente!—, justificó, estirando la tela para que se secara más rápido —. Y... ¿cuándo empezamos a buscar?—, mencionó, mirándolo de costado con una sonrisa traviesa.
— ¿Entonces tu pasión por comprar no se limita solo a la ropa?
Nina rió —. No.