Extraño |NoMin

By scaretwoo

563K 55.2K 146K

Con él, nunca te veo sonreír. Conmigo, padeces de ataques de risa. Con él, no tienes deseos de ir a n... More

Inicio
1. Mal entendido
2. Nada malo
3. Todo mal
4. Desastre
5. Llamada
6. Fragancia
7. Pensamientos
8. A medias
9. Girasoles
10. Culpa
12. Fotos
13. Café
14. Mundo
15. Respuestas
16. Pelea
17. Perdedor
18. Especial
19. Canto
20. Siempre
21. Consecuencias
22. Amor
23. Despedida
24. Extraño
25. Regalos
26. Decisiones
27. Razones
28. Expuestos
29. Risas
30. Madre
31. Resplandor
32. Venganza
33. Fractura
34. Siempre tuyo; Parte 1
34. Siempre tuyo; Parte 2
Capítulo final
Epílogo
Agradecimientos.

11. Agradecido

17K 1.5K 4.4K
By scaretwoo

La señorita Shim empuja la puerta del salón de clases con uno de sus puntiagudos tacones rojos, mientras sostiene contra su pecho un montón de hojas torpemente apiladas. De inmediato me pongo de pie y le ayudo; abriéndole mejor la puerta para que no batalle al entrar. Si no me gano una A por los exámenes, entonces que sea por simpatía.

   —Gracias, Jae. —debajo de sus lentes de pasta gruesa, me lanza una mirada agradecida y no necesito leer lo que lleva entre brazos para saber de lo que se trata.

   Hoy es el día en que entregarán las calificaciones del proyecto.

   Regreso a mi lugar y de manera inconsciente los nervios me atacan. Que Renjun esté a lado de mí, hablándome felizmente de su fin de semana, no ayuda en nada a persuadir el desastre en el que estoy a punto de convertirme. Hasta ahora no he podido ser capaz de mirarlo a los ojos ni una sola vez. Mantengo la esperanza de que mi mejor amigo relacione esta actitud tan extraña con que estoy preocupado por las calificaciones y no porque la noche anterior estuve besuqueándome con su novio hasta la media noche.

   Llevo una mano hacia mis labios y a pesar de que Renjun puede verme, es como si estuviera tratando de recodarlo todo. Cada beso, cada roce, cada mirada... Esto realmente se está apoderando de mí y de paso me está dejando mal, muy mal. ¿Acaso he llegado al punto en que me he vuelto todo un desvergonzado?

   Renjun ve mi gesto de manera desinteresada y continúa hablando, sin saber lo que pasa. ¿Qué es lo que sigue después? ¿Qué le diga a mi amigo que nos compartamos el novio?

   —Tengo listas las calificaciones de sus proyectos —la profesora Shim se sube con el dedo índice, las gafas por el puente de la nariz, dándonos una mirada que no expresa mucho. Me frustra no saber si se siente decepcionada, sorprendida o si simplemente le da igual—. Los voy a ir llamando por número de lista. Por favor, no hagan mucho ruido.

   Comienza a llamar a mis compañeros. Saltaría arriba de su escritorio para pedirle que me la diga a mi primero con tal de calmar mi incertidumbre. Estuve esforzándome tanto para que el jodido proyecto quedara bien, que recibir una calificación reprobatoria me causa escalofríos.

   — ¿Qué tal estuvo tu fin de semana?

   Renjun capta mi atención de una manera en la que sinceramente, no hubiera querido. Los besos y las sonrisas de Jeno es lo primero que se me viene a la mente al pensar en el fin de semana. Detesto tenerlo tan presente. Cuando por fin comience a superar esto del primer beso, espero que todo vuelva a la normalidad.

   —Bien —respondo con torpeza, girando mi cuerpo para quedar de frente. Poso la mirada en medio de sus ojos y un alivio casi efímero recorre mi cuerpo. De esta manera no se va a dar cuenta de que no lo miro porque ciertamente, es como si lo hiciera.

   — ¿Sólo bien? —Renjun hace un mohín ante la evidente falta de interés—. Ni siquiera me llamaste.

   —Lo siento —parpadeo y maldigo por dentro. Es obvio que mi actitud lo extraña, cuando es fin de semana, por lo regular no paramos de hablar durante todo el día—. Fuimos a la casa del tío Donghae y ya sabes que ahí la señal no es muy buena.

   La voz de la profesora Shim diciendo mi nombre me salva de morir a base de mis propias mentiras.

   — ¡Voy!

   Me pongo de pie tan rápido, que golpeo uno de mis brazos contra la butaca. Ignoro el dolor pasajero y camino hacia el escritorio, mordiéndome el labio inferior por la doble dosis de estrés que estoy recibiendo. La señorita Shim rebusca violentamente entre la pila de papeles y cuando por fin tiene mi trabajo, me lo tiende con una sonrisa que nada tiene que envidiarle a los comerciales de dentífrico.

   —Felicidades Jaemin, sacaste una A.

   ¿Qué? ¿De verdad? ¡No me lo puedo creer! Ésta es la primera A que saco en todo el jodido curso. Debo estar soñando.

   —Gracias —digo un poco atónito, aunque con entusiasmo, tomando el trabajo entre mis manos y admirándolo como si fuera una verdadera obra de arte.

   —Tu idea de visitar un zoológico me encantó —una expresión llena de orgullo aparece en su rostro—. En todo el tiempo que llevo dando clases solo un alumno lo había hecho. No recuerdo su nombre, pero sin duda fue uno de los mejores de la clase.

   Jeno, pienso en automático. Pero por obvias razones no digo nada. Me limito a darle las gracias y retirarme del escritorio, sosteniendo el proyecto contra mi pecho con tanta fuerza que se arruga.

   Tengo que darle las gracias. No sé cómo, no sé dónde. Pero definitivamente tengo que hacerlo. Parte de ésta calificación es gracias a Jeno y sus maravillosas ideas. Merece tener tanto los créditos de ésto, como yo.

   — ¿Cómo te fue?

   Renjun extiende sus brazos para que le preste mi trabajo y yo dudo un micro segundo entre dárselo o no, ¿podrá recordar que Jeno hizo lo mismo en el suyo? No lo creo, mi amigo es tan descuidado para los detalles, que seguro apenas y recuerda que Jeno ya tomó esta clase. O de su existencia, en todo caso. Así que se lo paso, recibiendo inmediatamente felicitaciones de su parte.

   — ¡Ah! Esto es increíble, Jae. Te sacaste una A.

   Renjun, es probablemente el chico más listo de todo nuestro salón. Lo que es decir mucho; considerando que Chenle es un geniecillo de primera. Pero mi mejor amigo lo rebasa. Siempre tiene las mejores calificaciones. Que me felicite entonces tan alegremente, me hace sentir motivado.

   —Gracias, Ren —esbozo una sonrisa sincera—. Literalmente gracias. Tú me ayudaste a buscar las fuentes.

   —No fue nada —le resta importancia, encogiéndose de hombros—. Tú también le pusiste empeño. Hasta visitaste el zoológico.

   —Ah... sí.

   La profesora lo llama inesperadamente y aquello me salva de vivir una incomodidad más en el día. Su calificación es igual de buena que la mía y ambos nos felicitamos mientras acordamos ir a la cafetería de la escuela en cuanto acabe la clase, por un batido de vainilla para celebrar.

   Poco a poco la tensión entre nosotros comienza a disiparse. Por algunos minutos sólo... sólo quiero olvidarme de que soy un traidor. Hacer de cuenta que no tengo nada que esconder.

   Nada de lo que sentirme avergonzado.

   Todo está bien. Nada está fuera de control. Quiero disfrutar eso de lo que tanto me he estado privando en los últimos días.

   La amistad de Renjun.

   — ¿Quieres un batido de vainilla, Jae? Yo invito —pregunta con una sonrisa mientras recorremos la cafetería. Desde que salimos del salón no ha dejado de sonreír.

   —Sí, y una galleta con chispas —le regreso la sonrisa, buscando una mesa libre para sentarnos—. Voy a buscar lugar, te hago señas cuando lo encuentre, ¿de acuerdo?

   —Está bien.

   Avanzo entre los ruidosos e hiperactivos estudiantes que están a medio descanso o sin hora de clase, y llegó a una de las mesas desocupadas, casi hasta al fondo. Los ventanales de la cafetería revelan el clima y estoy casi seguro de que una tormenta se acerca. Ojalá haya clemencia y se desate cuando ya esté en casa.

   Dejo nuestras cosas en las sillas desocupadas y espero a que Renjun llegue. Un estúpido impulso, contradictorio a la paz que comienzo a lograr, me lleva a buscar a Jeno con la mirada, aunque las posibilidades de verlo sean muy pocas. Esta mañana se despidió de mis padres y les dio las gracias (lo más dramáticamente posible) y después de desayunar y agradecer otras mil veces más, se marchó. Dijo algo así como que no tenía sus dos primeras clases y que aprovecharía ese tiempo libre para irse a cambiar de ropa.

   Los nervios han estado atacándome desde entonces. No he recibido ni un mensaje de su parte y me preocupa pensar que las cosas en su casa no hayan salido como esperaba. Seguro a sus padres no les causa gracia que regrese como si nada, después de casi dos semanas de ausencia.

   Por curiosidad, miro la pantalla de mi teléfono y al rectificar el buzón vacío, estoy tentando a mandarle un mensaje. Aunque seguro que eso sólo termina por hacerme ver como un pesado. No quiero que Jeno se sienta abrumado, ni que piense que lo acoso. Debo aceptar que no se va a quedar más en casa y que lo que haga de ahora en adelante con su vida, ya no me incumbe.

   Así que con una fuerza sobrenatural, aparto la mano de mi teléfono y lo guardo en mi bolsillo, obligándome a mantener la calma.

   —Como que estamos muy atrás, ¿no?

   Renjun me saca de mis pensamientos, dejando los batidos sobre la mesa.

   —Es que ya no había lugares al frente —estiro el brazo y tomo un vaso, haciéndome a un lado para que Renjun se siente a mi lado.

   —No me gusta estar atrás —hace un mohín que abulta sus labios—, así no me puedo enterar de lo que pasa.

   Pongo los ojos en blanco ante la necesidad que tiene Renjun de husmear en las vidas ajenas y mejor me dedico a beberme mi batido. No es ni la mitad de bueno que los del centro comercial, pero supongo que puedo conformarme por ahora.

   —Esto no se parece en nada a los del centro comercial —como si acabara de leer mis pensamientos, Renjun mira con anhelo su batido de fresa. Sus pequeñas manos sostienen el vaso y estoy tentando a compararlas con las de Jisung, que parecen las de un gigante. No entiendo cómo puede tenerlas así, seguro Chenle es el que más lo reciente, sobre todo cuando le da manotazos en la cara cada vez que pelean tontamente por cualquier cosa.

   Un fugaz recuerdo de la foto que vi ayer en el Instagram de mi amigo; de dos manos que sostienen un helado, aparece en mi mente. Hago una mueca y pienso en la manera más sútil de preguntar por el tema. Es obvio que Renjun no sabe que pasé el fin de semana con Jeno, es normal que le pregunté si salió con él, ¿verdad?

   —Hablando de eso, ¿saliste con alguien? —finjo desinterés mientras sorbo lentamente por la pajilla—. Vi tu foto en Instagram, ¿saliste con Jeno?

   — ¿La foto? —Renjun frunce el ceño y por breves segundos parece desconcertado— ¡Ahhh! La foto. Ya te había contado de eso.

   —No es cierto —contesto interesado, dejando el batido de lado para apoyar los codos sobre la mesa y poner la cabeza entre mis manos—. Cuéntame.

   —Claro que te conté, hace rato cuando la señorita Shim estaba entregando calificaciones —Renjun bufa y parece un poco indignado—. Pero ya veo que no me estabas prestando atención. Como siempre.

   Accedo a mis recuerdos más recientes, pero no obtengo nada. Últimamente me olvido de tantas cosas que no sé ni cómo continúo respirando.

   ¿Debería comenzar a comer nueces?

   —Perdón, estaba nervioso por la calificación —miento, aunque no del todo—, ¿Podrías decirme otra vez? Por favor. 

   Renjun se lo piensa, cruzándose de brazos y viéndome todavía con una pizca de rencor. Nunca le ha gustado que no le ponga atención cuando me habla.

   —Te dije que salí con Yuta —dice tan abruptamente, que tengo que reaccionar rápido para no perderme entre líneas—. Me invitó a salir y como tú no dabas señales de vida, le dije que sí.

   Yuta es nuestro compañero de clase. Se lleva bien con ambos, aunque con Renjun siempre habla más. Realmente no esperaba que encajaran de esa manera algún día.

   — ¿Y qué tal te fue? —le cuestiono, elevando las cejas mientras golpeo su cadera con el codo. Si esto significa lo que creo, va a ser la cosa más jodidamente sensacional del mundo. Si Renjun ya no quiere a Jeno y además, está viendo a alguien más, yo podría dejar de sentirme como una basura.

   — ¿Qué demonios se supone que estás insinuando, Jaemin?

   Mi expresión cambia por completo al escuchar su tono de voz tajante. Renjun no parece divertido, de hecho está muy lejos de estarlo. Trato de huir pero me mira tan intensamente que sé que no me pide una respuesta. La exige.

   —L-lo siento Ren —y a pesar de que trato de sonar firme, siento que en cualquier momento me voy a quebrar—, no quise ofenderte, ni insinuar nada.

   Renjun permanece en silencio por algunos cuantos segundos. Los suficientes para revelar que de verdad lo hice enojar. Mierda, ¿en qué estaba pensando?

   —Que no vea a Jeno constantemente, no quiere decir que sea un maldito infiel —dice con dureza, casi escupiendo sus palabras—. En ese sentido tengo respeto por él y por nuestra relación, así que jamás vuelvas a insinuar algo como eso, Jaemin.

   Un certero y despiadado golpe de realidad me deja sin aliento.

   Que no vea a Jeno constantemente, no quiere decir que sea un maldito infiel.

   Palabras que resuenan dentro de mi mente; hacen eco y terminan por apuñalar mi corazón. Renjun tiene razón, no sé en qué momento se me ocurrió insinuar semejante idiotez. Es evidente que mi amigo no es así. No es esa clase de persona.

   No es como yo. No es como nosotros.

   —Lo sé —siento que la garganta se me seca y tomo otra vez el batido de la mesa, para darle un sorbo y con un poco de suerte, dejar de decir tonterías.

   Porque claro, eso es lo que son, tonterías. Fundamentos sin sentido que sólo podrían ser compartidos por aquellos que no tienen corazón, o escrúpulos. Realmente no hay diferencia. Renjun es una persona sensata, sincera, no un traidor, ni un mentiroso. Si él fuera de esa forma, ni siquiera sería mi mejor amigo.

   —De verdad lo siento —repito, bajando la voz.

   Renjun suspira y me mira, apaciguando de a poco su enojo.

   —Lo siento, no quise ponerme tan intenso —se muerde el labio inferior y se toquetea la oreja— es que... me desconcierta que pienses que yo pueda llegar a serle infiel a Jeno. Tú me conoces mejor que nadie y sabes que jamás haría algo así.

   —Claro que lo sé —digo con ironía, pero por suerte él no lo nota—. Espero que las cosas entre ustedes mejoren pronto.

   Y lo digo en serio. Quizás si su relación se volviera más estable, yo podría mantenerme al margen. Recordar cual es mi lugar y de esa forma no volver a pasar límites prohibidos.

   Nunca más.

   —Gracias —Renjun hace una mueca, disconforme—, aunque a este punto lo veo un poco imposible.

   Decido guardarme mis opiniones, porque no tiene caso decir nada más. Siento que si ahondo en el tema voy a encontrar argumentos que usar a mi favor. No quiero esperanzarme cada vez que sienta que Renjun esta a punto de dejar a Jeno. Eso de ninguna manera es saludable.

   Yo debería desear que mejoren su relación, no que estén a punto de terminarla.

   —Oye, ¿ya viste al chico nuevo de tercero? —de la nada Renjun intenta cambiar de tema, aunque creo que es demasiado tarde, el ambiente entre nosotros ya ha vuelto a ser extraño.

   Maldita sea.

   — ¿Cuál?

   —El de tercero —insiste y mi mejor amigo recobra un poco de su emoción, los chismes de la escuela siempre le levantan el ánimo—. Dicen que se transfirió de Estados Unidos.

   — ¿De verdad? —pregunto con un desinterés que ni siquiera trato de disimular—, ¿De qué parte?

   —No sé muy bien, pero es realmente guapo. Tiene dos hoyuelos en las mejillas y cuando sonríe, parece un bebé.

   Suelto un sonidito afirmativo y jugueteo con el llavero de Sailor Moon que tengo colgado desde la mañana del cierre de la mochila. Es el que nos dieron ayer en el restaurante. Delineo la delicada figura entre mis dedos y después, la aparto de un manotazo. No necesito pensar en él, en realidad lo que menos necesito es pensar en él.

    —... como un Dios, ¡Ahí viene!

   Parpadeo y miro fijamente a Renjun.

   — ¿Quién?

   —El chico nuevo, otra vez no me estas prestando atención, ¿verdad?

   Levanto la mirada, pero solo veo a un montón de estudiantes descontrolándose en la fila. Es imposible que entre tantas personas distinga al que acaba de llegar.

   — ¿Dónde?

  —Está hablando con la señorita de la cocina. Seguro le pregunta por el menú de hoy. —Renjun señala discretamente con la mirada, aunque no es necesario porque literalmente estamos sentados hasta el fondo de la cafetería—.Como sea, igual no le va gustar.

   — ¿Dónde? —realmente nunca he sido bueno espiando personas.

   — ¿Qué tú eres idiota o qué? Mira, ¡allá está!

   Dirijo mi atención hacia la otra fila que espera su comida y notó a un chico alto que destaca de entre todos los demás. Y no sólo lo digo por su estatura, sino por su porte. Luce como si verdaderamente no fuera de por aquí. Su mochila es de un vistoso color azul rey y sus pantalones del uniforme tienen una gruesa cadena de plata colgada.

   Lo observo un poco más y cuando estoy a punto de decirle a Renjun que ni siquiera había oído hablar de él, gira sobre sus talones y queda frente a nosotros, dejando a la vista su rostro.

   —Espera —susurró, enfocando mejor la mirada—. Yo a ese chico lo he visto antes.

   —Te dije que lo acaban de transferir.

   —No, ósea, literalmente lo he visto antes.

   Trato de recordar en donde y no tardo demasiado en conectar memorias. Ese chico es el mismo que me saludó en el zoológico cuando Jeno me citó en la entrada.

   — ¿De verdad?

   — ¡Claro! Ya me acordé, fue del otro día que visitamos el mariposario Je...

   Cierro la boca abruptamente y Renjun me mira con extrañeza. Demonios, ¿Qué estuve a punto de decir? ¿Acaso quiero amanecer muerto?

   — ¿Qué?

   —De un día que fui al zoológico con mis padres —casi me atropello con mis palabras, pero pude ser capaz de dar una respuesta rápida—. Lo conocí ahí.

   —Sensacional, entonces puedes hablarle —Renjun esboza una de esas muecas que tanto me dan miedo. Esas mismas que utiliza cuando está tramando algo—. Y más porque viene justo para acá.

   Abro la boca para preguntarle de que demonios me está hablando, cuando el chico nuevo, a mitad de la cafetería, grita mi nombre. Provocando que la mitad de los presentes se giren a verme.

   — ¡Jaemin!

   Mierda, realmente no esperaba que me recordara.

   —De verdad lo conoces —Renjun susurra con genuina sorpresa. No sé si sentirme indignado porque me consideró un mentiroso, o influyente, por conocer a un chico que está causando tanto revuelo—. ¿Qué estas esperando idiota? ¡Contéstale!

   Levanto la mano y torpemente trato de decirle hola. El chico se acerca hacia nuestra mesa, todavía con la mirada de los estudiantes sobre nosotros y una sonrisa que marca sus adorables hoyuelos. Yo no estoy acostumbrado a esto, ¿Cómo se supone que debo actuar?

   — ¿Me recuerdas? —pregunta con una expresión demasiado alegre para ser la de alguien a quien sólo he visto una vez en la vida—. Nos vimos el otro día en el zoológico.

   —Ahh, por supuesto —le doy una pequeña sonrisa y siento que Renjun nos analiza como si fuera una maquina. Seguro que a estas alturas ya se creó toda una novela sobre nosotros—. Eres ¿Jae...?

   —Jaehyun —completa con alegría. No puedo evitar contagiarme un poco de su entusiasmo. Parece tan alegre de haberme reconocido, que creo que podríamos ser amigos.

   —No sabía que ibas en este Instituto.

   —Bueno, creo que tampoco yo lo sabía —Jaehyun ríe y de nuevo sus hoyuelos aparecen. Tengo ganas de hundir uno de mis dedos ahí, ¿llegaran muy lejos?—, acabo de transferirme.

   Mi inusual nueva amistad se ríe, y yo recuerdo que no estoy solo.

   —Oh, cierto. Jaehyun, este es mi mejor amigo Renjun, Renjun él es Jaehyun, lo conocí el otro día por casualidad.

   Ambos se miran y mi amigo le sonríe tiernamente. Jaehyun sin dudar le regresa el gesto. Renjun a diferencia de mí, no tiene miedo a la hora de conocer nuevas personas. Si él quisiera podría tener un montón de amigos y ser popular. Sin embargo, siempre termina prefiriéndome a mí. Encerrándose en nuestro pequeño raro mundo.

   —Gusto en conocerte, Jaehyun.

   —Lo mismo digo. ¿Están teniendo clase libre?

   —Ojalá —respondo con anhelo—. Pero no, sólo es un descanso de veinte minutos, ¿tú tienes clase?

   —En realidad estoy algo así como perdido —Jaehyun reconoce con pena. Aunque estoy seguro de que con la popularidad que está logrando con su atractivo, no va a faltar quien se ofrezca a ayudarlo en lo que necesite— No encuentro los malditos laboratorios y voy a llegar tarde por segunda vez. En la mañana también me perdí.

   Renjun suelta una risita y yo me compadezco. Debe ser horrible estar en un lugar que no conoces y encima, tener que llegar temprano.

   — ¿Estas en tercero? —Renjun pregunta, a pesar de que fue él mismo quien me dijo que si lo estaba.

   —Sí.

   —Pues entonces creo que tengo a alguien que te puede echar la mano con los salones.

   La respiración se me acelera y para evitar tener alguna reacción negativa, encajo las uñas en la palma de mi mano, ¿Renjun de verdad está a punto de hacer lo que creo?

   — ¿De verdad? —ajeno a todo, un rayo de esperanza cruza el rostro de Jaehyun—. ¿Conoces a alguien de tercero?

   —Busca a Lee Jeno —Renjun se encoge de hombros con naturalidad, como si pronunciar el nombre de su novio le diera exactamente igual. Y ahora que lo pienso nunca he visto a mi amigo emocionarse al hablar de Jeno, ¿tan poca relevancia tiene en su vida?—. Él conoce muy bien la escuela, te puede ayudar a ubicar los salones mientras te acostumbras un poco.

   La emoción y el agradecimiento de Jaehyun es evidente.

   — ¿Es tu amigo?

   —Es mi novio.

   Mi novio.

   No miento, se siente como una puñalada. Como si mi corazón fuera estrujado violentamente entre las crueles manos de la realidad. La opresión en el pecho se intensifica y trato de no evidenciar lo horrible que me parece recordar los papeles:

   Jeno es el novio de Renjun. No el mío.

   Pero, ¿realmente lo es? Renjun acaba de ofrecer su ayuda sin siquiera haberle consultado. Sin saber si Jeno se encuentra en la escuela o si tiene tiempo, o si se siente bien. No sabe si está en su casa; peleando con sus padres, o en la mía; contándome que siente que no encaja en su propia familia.

   Renjun no sabe nada de él, ni siquiera lo indispensable, lo que yo pude conocer en dos míseras semanas, pero al parecer nada de eso importa, pues tiene el suficiente valor para decir que es su novio.

   —Aún mejor, si es tu novio quiere decir que es tan amable como tú —la sonrisa de Jaehyun no desaparece. Sinceramente comienzo a desesperarme por ello, que este tan feliz, a pesar de que la pasa mal por no conocer la escuela, es demasiado positivo—. ¡Gracias amigo!

   Renjun responde que no es nada y casi después, suena el timbre. Es hora de que volvamos a clases. La campana me ha salvado, literalmente. No desaprovecho la oportunidad y tomo mis cosas.

   —Suerte en tu primer día, Jaehyun —lo digo con sinceridad, aunque no me creo capaz de regalarle una sonrisa igual de radiante que la suya—. Espero que te adaptes pronto.

   —Gracias, Jaemin. Espero que podamos vernos después.

   No suena a que sea una mala idea. Quizás si conozco a más personas, puedo llegar a volverme más sociable.

   —Claro.

   Jaehyun nos regala una última sonrisa antes de girar sobre sus talones e irse. Seguramente va en busca de Jeno. Cuanto lo envidio, creo que podría ser capaz de decirle que me lleve con él.

   — ¿Qué fue eso? —Renjun pregunta de repente, mirándome con curiosidad.

   — ¿Qué fue qué?

   —Eso —hace una mueca—. El chico está hermoso y lo único que hiciste fue tratarlo con brutal indiferencia.

   ¿Realmente lo hice? Yo creo que no. Después de todo es un extraño. No es como que vaya a tratarlo con confianza. Además, nunca he sido bueno en eso de intentar hacer nuevas amistades. Si Renjun no se hubiera acercado a mí en primer lugar, seguro que ni siquiera seriamos amigos.

   —No estoy interesado, o al menos no de la manera en que tú piensas —es todo lo que estoy dispuesto a responder por el momento sobre el asunto.

   —Pues deberías —Renjun toma mi brazo para entrelazarlo con el suyo—. Ya es hora de que tengas una cita, Jae. Te vas a volver un amargado total con tanta soledad.

   —No necesito una cita, Ren. No la hagas de cupido.

   —Me temo que eso lo decido yo.

   Niego con la cabeza y continuamos caminando, todavía sin soltarnos. Sus palabras bailan insistentemente en mi mente y es difícil que mis pensamientos se detengan. Pero no estoy seguro de comprenderlos. No me interesa conocer a nadie en este momento, ¿es eso lo que está mal? Puede que lo único que necesite es conocer a más personas y nada más. Que Jeno haya sido mi primer beso no significa que deba quedarme a su lado para siempre.

   Puedo perfectamente olvidarme de él y retomar de nuevo mi vida.

   —No prometo nada —digo finalmente—, pero creo que lo puedo intentar.

   — ¡Esa es la actitud! —Renjun sonríe y se suelta, para darme un pellizco en una mejilla—. ¿Por qué no hablas más con Jaehyun? Se ve que es un buen tipo.

   —Hey, hey, más despacio —aparto su mano de mi rostro y trato de sonreír, aunque el gesto es demasiado forzado—. Voy a acceder a ser su amigo, pero nada más.

   —Que aburrido eres.

   —Lo sé.

   Sin embargo, la idea de conocer mejor a Jaehyun no parece tan... ¿mala?, creo que podría intentar ser su amigo.

   — ¿Tienes clase de mates? —Renjun se detiene a medio pasillo y comienza a rebuscar su bata de laboratorio entre todo el desastre que tiene en la mochila. Jeno ya debió habérsela devuelto o en todo caso se compró una nueva. Esta última opción parece la más viable. La bata está inusualmente limpia. Parece recién salida de una tienda. 

   —Sí, ¿tú tienes laboratorio?

   —Sí, pero creo que voy a salir temprano.

   — ¿Quieres venir a mi casa? —es estúpido pero me siento tímido de nuevo—. Podemos retomar la partida de la última vez.

   Y a pesar de que me siento resentido con él por lo que le hace a Jeno, no puedo pretender que no he extrañado pasar tiempo con mi mejor amigo. A lo mejor volver a convivir con él y gastarnos bromas estúpidas mientras jugamos horas en la consola, es lo que necesito para retomar la normalidad de mi vida.

   —Ni siquiera lo preguntes, esta vez no pienso dejarte ganar —Renjun suelta una carcajada estruendosa, le acaba de encantar la idea—. Tenía una salida con Jeno por la tarde, pero le voy a cancelar, ¿nos vemos en la salida en un par de horas?

   Cierro los puños a cada lado de mi cuerpo y un sentimiento pesado y negativo nubla mi juicio. Normalmente soy bueno escondiendo lo que me molesta, pero esto me rebasa. Acaba de cancelarle a Jeno como si nada cuando hace un momento le ofreció su ayuda a un extraño. ¡Es un mal agradecido! Renjun no es este tipo de persona, por un demonio, ¿Qué nos está pasando a todos? ¿Acabamos de perder el juicio?

   — ¿Le vas a cancelar sin más? —pregunto con seriedad, ya sin querer ocultar mi molestia—. Creí que no se veían desde hace mucho, ¿no hay problema?

   Renjun hace un mohín, pero no parece preocuparle realmente. Es como si sólo quisiera aparentar que le duele. Lo conozco, sé que le da exactamente igual.

   —Él tiene la culpa, si hubiera tenido el interés de salir conmigo entonces me habría mandado un mensaje en todo el fin de semana para confirmar. Pero no lo hizo, así que bueno, que se joda.

   Muerdo mi labio inferior con fuerza y sin querer hacerlo, porque es absurdo y cruel, le doy por su lado. La sangre me hierve y un poco de ello se refleja en mis enrojecidas mejillas.

   Jeno siempre tiene que ser el que te busque, ¿verdad?

   —Bueno, entonces te veo en la salida —me exaspero y siento que estoy a dos pasos de perder la conciencia, la paciencia o lo que sea que se supone me mantiene juicioso todavía.

   — No vayas a llegar tarde, Jae —me advierte, con su característico brillo burlesco en los ojos—, no creas que no sé qué tu clase de matemáticas siempre acaba puntual.

   Me da un golpe juguetón en el hombro antes de irse, colocándose la bata apresuradamente a medio camino. Yo giro sobre mis talones y sigo de frente, supuestamente yendo a matemáticas, pero pasando del salón a la primera oportunidad.

   Esta es la segunda vez que me saltó una clase en el semestre y no podría estarme importando menos.

   Si alguien me lo pregunta, exactamente no sé qué pretendo. El enojo no abandona mi cuerpo y por breves segundos me preocupo, porque yo no soy así. No me dejo llevar por mis emociones. Pero eso es exactamente lo que estoy haciendo ahora, porque es como si mis pies se movieran solos. Lo único que busco es excusar estas ganas tan terribles que tengo de verle; de satisfacer esa necesidad de escuchar su voz. De volver a integrarlo a mi vida, a pesar de que hace menos de tres horas que lo vi.

   De protegerlo y no dejar que nadie pise sus sentimientos.

   Y aquello es terrible, escalofriante y también excitante. Porque yo nunca me había preocupado por nadie que no fuera yo mismo. Esto es nuevo, una sensación diferente que me hace sentir abrumado. Jeno puede estar fuera de mis límites, pero eso no significa que lo borre por completo de mi mente.

   No estoy seguro de poder hacerlo.

   Me escabullo por los pasillos y termino echando un vistazo al edificio que está frente al nuestro y en donde se supone, van los de último grado. Verifico que ningún maestro me esté observando y atravieso la brecha que los une; corriendo y sosteniendo con fuerza las correas de mi mochila. En menos de diez segundos ya estoy entrando al edificio. Afortunadamente nadie me ha notado.

   Es absurdo porque en cuanto llego ni siquiera sé cómo empezar a buscar. Pero hago el intento y le echo un vistazo a cada salón que está abierto, con los estudiantes tomando sus clases. En más de una ocasión hago un incómodo contacto visual con el profesor y me disculpo, aclarándome la garganta y haciendo una inclinación de cabeza, con la esperanza de que no reporten a los directivos que por los pasillos hay un chico revisando deliberadamente los salones de tercero.

   Y así lo hago con otros cuatro más, obteniendo exactamente el mismo resultado. Estoy a punto de darme por vencido y aceptar que es una mala idea, cuando las puertas del gimnasio, me dan una perspectiva diferente.

   Me paro sobre mis puntitas (porque de lo contrario no alcanzo a ver por la ventana que tiene la puerta) y visualizo a los jugadores que mantienen un acalorado juego de basquetbol. Por desgracia ninguno de ellos luce como Jeno. El hecho de que se muevan tan rápido y me den la espalda, no aportan mucho a mi búsqueda.

   Apoyo los dedos sobre la puerta y me inclino un poco más, lo suficiente para tener una mejor vista. Pero no sé exactamente en que estaba pensando o más bien, porque no lo estaba haciendo, pues estúpido de mí, no contaba con que las puertas se abrieran hacia adentro y por eso mismo terminé tropezando, casi besando el suelo por recargar el peso de mi cuerpo tan despreocupadamente, contra una superficie movible.

   Horrorizado por montar un espectáculo, levanto la mirada y espero que todos los presentes me dediquen como mínimo, una mirada extrañada. Pero a ellos no podría importarles menos, pues están tan concentrados en su juego que ni siquiera notan mi pobre existencia.

   Me estabilizo rápidamente y estoy a punto de huir, sin embargo, en uno de mis últimos vistazos, me paralizo y una sensación agradable me recorre entero; visualizo a Jeno sentado en las gradas, usando el uniforme del equipo, mientras sostiene un cuaderno y anota apresuradamente cosas en el, apoyándose sobre una de sus piernas.

   Está bien. Está tranquilo, estudiando. Eso me hace sentir mejor

   Parece tan concentrado que el ruido de los jugadores y el chillido de sus tenis contra el suelo, no lo desconcentran. El entrenador hace sonar su silbato cada vez que comenten un error y un chico le grita a otro de manera violenta que deje de meterse en su camino. Es un ambiente poco conveniente para estar tan concentrado, pero tal parece que a Jeno eso no le supone ningún problema, pues continua escribiendo, sin interrupciones.

   Debo admitir que me resulta extraño verlo con otra ropa que no sea su habitual pantalón negro rasgado y mis camisetas. Aunque el uniforme del equipo no le queda nada mal. El short amarillo le llega debajo de las rodillas y la camiseta sin mangas, que tiene grabada su apellido, deja a la vista sus fuertes brazos, marcando sin ningún esfuerzo sus infinitas venas. Tiene una banda del mismo color del uniforme, sosteniendo su cabello blanquizco hacia atrás y dejando a la vista, casi en su totalidad, la nívea piel de su rostro. Esto último me desconcierta; nunca vi a alguien que le fuera tan bien ese tipo de moda tan absurda. Pero bueno, Jeno es el niño más guapo que he visto en toda mi vida, ¿qué más podía esperar?

   Me creo totalmente capaz de mirarlo como idiota por un buen rato más, pero como era de esperarse, la realidad me regresa a la tierra de un solo golpe, literalmente hablando, pues sin previo aviso el balón del equipo pega duramente contra una de mis piernas y yo hago una mueca, mientras bajo la mirada para observarlo fijamente.

   —Hey chico, ¡pasa el balón!

   Lo veo con terror, como si fuera una bomba a punto de explotar en lugar de una simple pelota de plástico. Escucho como los jugadores a mi alrededor empiezan a silbar y antes de que decidan comerme vivo, tomo la pelota y se las lanzó, de manera tan torpe, que le pego a un chico sin querer en la cabeza.

   — ¡Lo siento —me disculpo, mordiéndome el labio inferior con fuerza y girando sobre mis talones para desaparecer. Y lo habría hecho de no ser por una mano inoportuna que se aferra a mí brazo y que está dispuesta a no dejarme huir.

   Seguro es el chico al que golpeé por accidente. Ay no, viene a regresarme el favor.

   —Jae, ¿Qué haces aquí?

   Ahhh, es Jeno. Maldita sea es Jeno, ¿y ahora qué demonios se supone que le diga? ¿Qué lo estaba espiando?

   —H-hola Jeno, no es nada, me equivoque de edificio —digo con prisa como excusa, perdiéndome en el apellido "Lee" sobre su camiseta para concentrar mi atención en algo que no sean sus curiosos ojos—, pero y-ya me voy. Vuelve a clase, ¡adiós!

   Y a pesar de que casi se lo suplico, su mano no suelta mi brazo y presiento que los segundos están contados antes de que me eche a llorar patéticamente sobre el suelo. Yo fui el que vino a buscarlo, pero soy incapaz de darle la cara. Soy simplemente grandioso, g-r-a-n-d-i-o-s-o.

   —¿Estás seguro? —pregunta con merodeo.

   —Sí.

   — ¿Seguro?

   —Que sí.

   —Jae, mírame.

   Esto es tan ridículo, pienso, mientras cierro los ojos con fuerza y suelto un suspiro. Tengo que pensar mejor mis movimientos de ahora en adelante, ¡nada de titubeos!

   Pero nada de eso sirve cuando levanto la cabeza y una preciosa sonrisa de ojos es lo primero que me recibe. Me siento atacado, Jeno tiene que dejar de ser tan tierno o un día de estos me va a matar por tanta dulzura.

   —Hola, Jae —dice con suavidad, empezando otra vez mientras estira su brazo y acaricia una de mis mejillas.

   —Hola —respondo avergonzado, apartando la mirada y sonriendo como un idiota. Esto no debería de estar pasando. Me siento hechizado.

   — ¿No tienes clase? —aparta su mano y todavía sonríe.

   Con vergüenza estoy tentado a mentir y decir que tengo hora libre y que por eso divago sin quehacer por la escuela. Pero presiento que la mentira no me va a salir bien y no quiero seguir haciendo el ridículo.

   —En realidad, te estaba buscando.

   Wow, hasta yo me siento sorprendido por mi sinceridad. Intento esconderlo lo mejor que puedo y regreso la mirada hacia la suya, encontrándome con la sorpresa grabada en sus ojos.

   ¿Acabo de meter la pata?

   — ¿En serio?

   ¿Por qué luce tan sorprendido? Sólo estaba buscándolo, no es como que haya ganado la lotería o algo así.

   —Sí.

   — ¿Pasó algo?

   Es increíble porque creo que ya está preocupado, por razones que desconozco por completo. Lo que quiere decir que verdaderamente está sorprendido de que lo haya estado buscado. Piensa que es una emergencia o algo importante lo que me ha llevado a estar aquí.

   Y entonces me asusto. Porque puede que Jeno en realidad no quiera que tengamos ningún tipo de relación casual en la escuela; o que seamos amigos, y yo ya estoy aquí, tratando de darle las gracias por un proyecto que desde su perspectiva puede ser irrelevante.

   —Olvídalo, no debí venir.

   Es todo lo que digo antes de morderme el labio inferior y comenzar a caminar hacia la puerta. Las mejillas se me calientan en el proceso y una sensación opresora me dificulta la respiración. Pero no importa, estoy dispuesto a escapar de esta situación tan incómoda a la que me he sometido, a cualquier precio.

   —Jae, ¡espera!

   Lo escucho caminar precipitadamente detrás de mí. Piensa que estoy molesto, pero no puede estar más equivocado. Estoy molesto sí, pero no con él, sino conmigo mismo y con mis estúpidas suposiciones precipitadas.

   — ¡Jae! —vuelve a repetir pero yo no dejo de avanzar. Empujo la puerta del gimnasio hacia afuera y muy tarde recuerdo, que en realidad debí de haberlo hecho hacia dentro.

   Y mi momento de duda le da a Jeno el tiempo suficiente para volverme a tomar por el brazo y ejercer más de su fuerza brutal sobre mí. Esa misma a la que no estoy acostumbrado. Quizás debería comenzar a hacerle caso a mi padre y tomar algunas clases de defensa personal. Si Jeno usara toda su fuerza sobre mí, seguro que me termina partiendo.

   — ¡Jae!

   — ¿Qué? —respondo con cuidado, intentando no sonar frustrado—. Tengo que regresar a clase —miento y es obvio que Jeno no se lo cree, porque con su mano libre le echa un vistazo superficial a su teléfono para ver la hora.

   —Las clases nunca empiezan a la media.

   —No importa —susurro, saliendo del gimnasio para intentar caminar por los pasillos, pero su maldito brazo no me deja hacer nada—. Me gusta llegar temprano.

   Jeno suspira y es cuestión de que baje sus dedos por mi brazo, entrelazando nuestros dedos, para que yo desista de seguir luchando.

   ¿Tan fácil soy de convencer?

   — ¿Querías decirme algo?

   Trago saliva y lo miro fijamente por unos segundos, solo para perderme en lo tupidas y negras que son sus pestañas.

   —No.

   Jeno me mira con severidad. Como si estuviera tratando de sacarle la verdad a un niño después de cometer una travesura.

   —Puedes venir a buscarme siempre que quieras y no debes tener una razón para ello. Lo sabes, ¿verdad?

   Es una invitación impersonal que puede englobar muchos significados, pero no puedo evitar sonrojarme y sentirme aliviado. Creo que después de que Jeno se fue de la casa yo pensé que ya no tendría ninguna posibilidad de estar con él. Pero ahora, después de lo que ha dicho, un rayo de esperanza ilumina mis ilusiones.

   Y no estoy seguro de que eso sea algo bueno.

   —En realidad —trago saliva, intentando darme un poco de valor—, si tenía una razón para buscarte. Saqué una A en mi proyecto de ciencias y quería darte las gracias.

    — ¡Eso es fantástico, Jae! —sonríe y sus ojos desaparecen en el acto. Levanta las manos y las pone frente a mí, con la intención de que choque los cinco—. Seguro hiciste un trabajo increíble.

   —Fue por lo del zoológico —contesto su gesto y choco mis palmas contra las suyas, pero no sé porque terminamos entrelazando los dedos y acercándonos por nuestro agarre—. Dijo que le pareció una buena idea y que solo uno de sus alumnos lo había hecho antes. Me alegra que no me haya descubierto.

   —No creo que me recuerde tanto como para saber que fui yo el que te ayudó —Jeno rié y me hace cosquillas porque acaricia mis nudillos con sus dedos—. Me alegra haber sido de ayuda. Es lo menos que puedo hacer después de todo lo que tu has hecho por mí en estos días.

   —Deja de dar las gracias, ya te dije que no fue nada —le doy un pequeño pellizco en la palma de su mano y de repente me siento muy feliz. Demasiado enérgico para concentrar mi atención en otra cosa que no sean sus ojos llenándose de brillo.

   Quiero que esa sonrisa permanezca así.

   —Deberíamos ir por un batido. He notado que te encantan y conozco un lugar en el centro comercial donde están deliciosos.

   —Seguro —una risita boba se me escapa sin querer. No te ilusiones Jaemin, esto no es una maldita cita, ¿Qué te pasa?— ¿Cuándo?

   — ¿Qué tal esta tarde? ¿Tienes planes?

   —No, adelante vam... ¿Qué? ¿ésta tarde?

   Jeno parpadea y me mira con una expresión divertida.

   —Sí, ¿O tienes planes?

   La voz de Renjun diciéndome que canceló la cita de Jeno para salir conmigo, resuena en mi cabeza. ¿Tan rápido lo hizo? ¡Pero si no ha pasado ni una hora desde que quedamos!

   ¿Es esto un círculo vicioso? ¿Estoy a punto de hacerle lo mismo a mi mejor amigo?

   —No, ¿y tú?

    Y a pesar de que quiere ocultarlo, su sonrisa desaparece. Es obvio que le duele que Renjun le haya cancelado.

   —Los tenía, pero no importa —intenta volver a sonreír, pero es claro que ya no es lo mismo—. ¿En la tarde entonces?

   —Por supuesto.

   —Yo voy por ti a tu casa —acaricia mis manos y deseo con todas mis fuerzas, que deje de sentirse de esa manera—, y de ninguna manera quiero que tú pagues. Esta vez invito yo, ¿de acuerdo?

   No quiero aprovecharme de él, menos cuando todavía no sé en qué términos se encuentra con sus padres. Pero como no quiero darle más dolores de cabeza, termino cediendo.

   —Bien, pero no se te haga costumbre.

   —Lo tengo presente. No te preocupes.

   Suelto una risita y Jeno me acompaña. Nada de esto tiene gracia, pero creo que es una buena manera para liberar nuestras emociones. Tiro de su mano hacia adelante y le doy un beso en la mejilla. Es atrevido, pero ahora mismo no me importa. Quiero que Jeno sonría y olvide por algunos momentos eso que tanto lo atormenta.

   Y me siento bien porque lo logro. Jeno vuelve a sonreír y tira de mi mano hacia adelante, depositando un beso en mi frente. Aferro los dedos a la camiseta de su uniforme y le doy uno en la barbilla, y después él me lo regresa en la mejilla y yo me encargo de adorar su barbilla. Y continuamos así, dando y devolviendo besos, que aceleran mi corazón y enrojecen mis mejillas.

   —Sólo déjame decírtelo una vez más, Jae —abro la boca para preguntar de que habla, pero se me adelanta—. Gracias. De verdad, gracias.

   Tengo planeado discutírselo, pero esto parece importante para él, así que lo dejo pasar. Vuelvo a tirar de su mano y tengo la intención de besar una de sus mejillas, pero gira el rostro y termino dándole un pico en los labios.

   Me separo rápidamente, pero Jeno no me suelta y pasa las manos por mi cintura, pegándome a su cuerpo. Apoyo las manos sobre su pecho y jadeo. Roza nuestras narices con ternura y antes de que pueda reaccionar, me besa. Sacándome todo el aire de los pulmones.

   Abro la boca y suspiro, mientras subo las manos y entierro los dedos en su cabello. No pienso en nada, no me importa que estemos a mitad del pasillo y que en cualquier momento alguien pueda vernos. Mi cerebro desconecta su parte racional y lo único en lo que puedo concentrarme es en lo delicioso que sabe su boca y en los suaves y cálidos que son sus labios.

   —Te veo en la tarde, Jae —susurra, dándome un beso y luego otro y otro. Hasta que encuentro la forma de contestar;

   —Te veo en la tarde, Jeno.

Continue Reading

You'll Also Like

429K 43.7K 110
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
11K 1.7K 27
Na Jaemin solo quería resolver uno de sus traumas de infancia. Huang Renjun quería que todos le pagaran a tiempo. -- La flor de su juventud estaba pr...
651 107 4
Yuta se ve en el borde de un precipicio de desgracias en cierta etapa de su vida cuando creyó que nada podría empeorar e interferir con el trabajo de...
53.9K 5.9K 22
Donde Nam y Jin no tienen dinero y la renta esta apunto de vencer, dando como resultado; una propuesta muy descabellada. A tiempos dificiles, medida...