Lo que acababa de hacer no estaba bien. Pero, ¿Cuando ha hecho algo bien? Le regalo una bufanda solo para que no le contagiara alguna enfermedad. O eso es lo que quería pensar, porque hacer algo por otras personas era de débiles.
Pero si algo tenía claro era que su sangre estaba demasiado caliente en cuanto vio aquella escena. Su enano estaba a punto de tener contacto con otra persona. Entonces, era más que evidente que no permitiría que otra persona se acercase a él.
Por otro lado, lo que pasaba por la mente del castaño era caos. Demasiados asuntos y cuestiones lo habían tenido ocupado frente al espejo. Hasta que alguien más entro en el baño.
—¿Louis? ¿Qué pasó? ¿Ese idiota te hizo algo?
Su amigo parecía bastante preocupado, además de que aún tenía la rosa en la mano.
—¿Qué? —apenas atinó a responder.
—¿Te golpeó? —revisó a ver si encontraba alguna señal de golpes, pero lo que encontró no fue para nada lindo, agarrandolo por los hombros preguntó—¿Qué ocurrió en tu cuello? ¿Ese sujeto te hizo eso? —el menor no sabía que responder, su amigo comenzaba a perder la paciencia— ¡Louis!
—¡Basta!—se liberó del agarre.
—¡¿Qué pasa con él?! ¡¿Te esta acosando?! Porque eso fue sin tu consentimiento ¿cierto?
¿Si quiera había tenido tiempo de negar? O lo más importante, ¿Lo habría hecho?
—Yo... Él...
—Vamos a la dirección. Avisaremos de todo esto a la rectora—el pelinegro intentó tomar su mano para sacarlo de ahí.
—N-no—dijo rápido sin dejarse arrastrar—Esto... Él... Es... —sabía que si no respondía algo coherente su amigo no cedería —Él es mi novio.
—¡¿Qué?! ¡¿Ese idiota?!
—Sí... Y ya debo irme—salió del baño, dejando boquiabierto al otro.
En la salida, como siempre el rizado estaba esperándolo en la esquina. Al parecer tenían esa costumbre que no pudieron dejar de lado.
—¡Harry!
—Te tardaste mucho, vámonos—empezó con la caminata.
—¡Pero quiero hablar! —siguió al mayor mientras caminaba, tenía que dar más pasos para poder alcanzar su velocidad.
—Habla mientras caminamos, porque ya no puedo perder más tiempo.
—¿Por qué hiciste esto? —preguntó señalando su cuello.
—No lo se.
—¡Debes saberlo! ¿A que te refieres con que soy tuyo?
—No tengo idea, lo hice sin pensar.
—¡Harry!
—¡Cállate! —le gritó exasperado alzando su mano. El pequeño se encogió en su sitio, mientras cerraba los ojos y ponía sus brazos a la defensiva.
Era como antes, nada había cambiado al parecer. Porque por más que intentase convencerse de que el rizado era otro, aún lo trataba mal cuando habían personas presentes. Cuando estaban sus amigos seguían teniendo esa interacción violenta. Todo se calmaba cuando estaban a solas, sin nadie.
—¡No vuelvas a hablarme! —exigió afligido antes de irse corriendo a su casa.
Y a pesar de querer seguirlo, el mayor siguió caminando más rápido a la suya. Al llegar estaba justo quien no quería que estuviera.
—Padre
—¡¡Llegas tarde!! ¡¿Dónde esta Edward?!
—Yo no lo se.
—¡Deberías! ¡La casa esta un desastre!
—Yo si limpié
—Ya sabes lo que pasa cuando no hacen lo que deben...
—No.. Padre... Yo... —no hubo tiempo antes de que el hombre se acercara a él con ese objeto de madera y lo golpeara en la parte posterior de la rodilla haciéndolo caer al suelo mientras un sonido lastimero salía de su boca.
—¡No tienes permitido responder! —otro golpe fue dado más potente en la espalda del más joven—¡Limpia este desastre!
Fue lo último que dijo el señor antes de dirigirse a su alcoba, dejando al chico sin aliento mientras sostenía la parte afectada en su espalda. Dolía como el infierno, porque cuando su padre golpeaba lo hacía descargando todo su enojó.
Al querer pararse, notó que no podía hacerlo bien. Cojeando comenzó a ordenar el lugar.
En su habitación, un castaño lloraba abrazando su almohada. Hasta cierto punto no entendía la razón. Sin embargo, quizá tenía algo que ver con el trato del rizado, o también las respuestas de este.
Estaba cayendo, y hasta el fondo. Algo que no pudo controlar desde que el mayor había llegado con un presente para él. Estaba seguro de que él era peligroso, pero había dejado de temerle. Mas el temor volvió esa tarde tan tempestuoso como lo recordaba. Pero lo peor era que aún así, seguía sintiendo algo por él.
—¿Hijo? —Johannah abrió la puerta después de dar dos golpecitos en la puerta. La preocupación arribó en cuanto vio el estado de su hijo—¿Qué sucede, cariño?
Louis limpió la humedad en sus ojos, sentándose en la cama, no queriendo causarle angustia a su madre.
—N-nada, mamá —la turbulencia en su voz hizo a la mujer fruncir más el ceño.
—Cielo, sabes que puedes confiar en mi. ¿Hay algo que deba saber?
En realidad, ese era otro asunto. Había algo que no le dijo a ella, algo que reafirmó hace poco.
—Mamá...
—¿Lou?
—Creo... —dejó de respirar por unos segundos antes de seguir—Mamá, creo... Creo que me gustan los chico—cerró los ojos antes de recibir una respuesta o si quiera ver la expresión en el rostro de su madre, soltando las lágrimas rebeldes que bordeaban sus mares esféricos.
—Hijo... —Johannah no estaba preparada para eso, se quedó en silencio por unos minutos—De acuerdo.
Ella no dijo nada más antes de salir por la puerta, dejando un corazón destrozado en ese cuarto.
El llanto fue más fuerte, mucho más doloroso. Pues el rechazo de una persona querida es duro, pero el de una persona amada lo es aún más.
Cuando despertó al día siguiente, sus ojos estaban irritados e hinchados. Ya era demasiado tarde para ir a la escuela, puesto que el ingreso había sido hace media hora. Decidió quedarse en casa ese día, jamás faltaba a clases. Un día no haría nada.
Una hoja de papel estaba en la mesita que tenia al lado de la cama, nadie excepto su madre escribía notas para sus hijos. Ella trabajaba durante el día, salía en la madrugada y llegaba al rededor de las cinco de la tarde a su casa. Agotada pero siempre predispuesta para estar con sus hijos.
"Querido hijo
En serio, lamento mi reacción. Hace un momento no sabía que pensar o que decir. Preferí callar antes que hablar cosas de las que luego me arrepentiria. No lo tomes a mal, es algo que me sorprendió. Sin embargo, estaba orgullosa antes de saberlo y eso no cambia nada en absoluto. Aún sigues siendo mi bebe, y la confianza que me diste para decirne algo tan importante para ti me es suficiente. Te amo, Louis."
Sus mejillas estaban más que empapadas cuando llegó al final, el nudo que estaba en su garganta había desaparecido por completo. Amaba a su mamá y estaba seguro de que ella era una mujer excepcional.
Al día siguiente, sus ánimos para salir al receso no florecieron. Tampoco había hecho los emparedados que acostumbraba hacer para el rizado. En la salida, el flujo sanguíneo en su cuerpo aumentó por el bombeo excesivo de su corazón.
Harry estaba esperándolo en la esquina de siempre. El dar la vuelta a la cuadra se vio como una mejor idea para no tener que hablar con él.
—¡Lou! —se quedó quieto en su lugar en cuanto oyó su nombre siendo pronunciado por el mayor.
Al girar para verlo frente a frente, notó el movimiento disparejo en el camimar de Harry.
—¿Qué pasó?
—Estas evitandome, eso pasa—el más alto se acercó aún más.
—Te dije que no me volvieras a hablar.
—La cosa es que no pienso hacerte caso.
—Deberías. Adiós—dispuesto a irse la voz ronca del otro lo detuvo.
—Espera... —paró un momento, aún tenía ganas de quedarse—Lo... Lo siento.
Un muro estaba desmoronandose, él tampoco sabía disculparse. Porque eso te muestra débil.
Todas esas enseñanzas fueron de parte del mismo hombre que se había ido esa mañana con alguna mujer. Pero, perder al castaño no era algo que desease.
—Harry, yo debo decirte algo. Y sí después de eso ya no quieres hablar conmigo, lo entenderé—la mirada inquisitiva del mayor lo instó a continuar—Me gustan los chicos, tal vez eso no sea novedoso... Pero, esto... Eres... Eres importante para mi... Siempre me haces reir a pesar de que tus chistes son malos... Lo que quiero decir es que... Me gustas, Harry.
Los párpados del rizado se contrajeron hacia arriba, denotando sorpresa. Sorpresa porque jamás pensó gustarle a alguien, sorpresa porque jamás pensó ser importante para alguien, sorpresa porque él también se sentía así.
Al no tener respuesta el menor decidió que era tiempo de irse, acción incompletada gracias a la mano del otro.
—A mi también
—¿Eh?
—A mi también me gustas.
Las revoluciones llevadas acabo en su vientre eran grandes y estruendosas. Se sentía bien, era una sensación renacentista y gloriosa. Abrazó al rizado por el cuello, mientras este envolvía su cintura.
—Hay algo más... —confesó el menor—le dije a alguien que eras mi novio... Pero no quisiera ser un mentiroso... Así que...
—¿A quién le dijiste eso? Espera... —distanció un poco al de iris azules—¿Quieres ser mi novio?
—¡Sí!
Se abalanzó más sobre el rizado, y aunque no lo vio, este hizo una mueca por la presión en ese punto lastimado en la pierna. No le importo, siguió abrazando al pequeño. Porque ese pequeño parpadeo de chispa en su corazón se extendió y los colores eran maravillosos. De todos ellos.
Pero ambos olvidaban algo, los demonios que siempre acechaban a alguien, volverían de la misma manera en la que hicieron. Porque quizá un poco de amor logrará apaciguarlos, sin embargo, estarían a la deriva esperando.
~×~
¿Opiniones?
¿Les digo algo? ¡La historia es mega corta! :(
Besos 💙💚