LO QUE NOS HICIERON CREER © [...

By NadineGarces

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Ella creía que él estaba muerto. Él creía que ella lo abandonó para casarse con otro. Dos vidas destinadas a... More

NOTA DE LA AUTORA
Prólogo - (Antoine Devine, 1820)
Capítulo 1 - (Ágata Banks. 1825)
(Antoine Devine, 1825)
Capítulo 2 - (Ágata Banks)
(Antoine Devine)
Capítulo 3 - (Ágata Banks)
(Antoine Devine).
Capítulo 4. (Ágata Banks).
(Antoine Devine).
(Antoine Devine).
Capítulo 6. (Ágata Banks).
(Antoine Devine).
Capítulo 7. (Ágata Banks).
(Antoine Devine).
Capítulo 8. (Ágata Banks)
(Antoine Devine).
Capítulo 9 - (Ágata Banks)
(Antoine Devine).
FANARTS
Capítulo 10 - (Ágata Banks)
(Antoine Devine).
Capítulo 11. (Ágata Banks)
(Antoine Devine).
Capítulo 12. (Ágata Banks)
Epílogo - (Antoine Devine, 1826).
ANTICIPO #LQNHD

Capítulo 5 - (Ágata Banks).

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By NadineGarces

Su pie está encima de mi cabeza mientras aprieto mi abdomen de dolor que me causó, a pesar de enfrentarlo, siempre me cuesta caro, ya llegará el día que pueda con él. No hay lágrimas esta vez, solo dolor, y cada vez duele más.

Si estas peleas continúan día a día, podría decir que ya me queda muy poco.

Escucho la puerta cuando la abren abruptamente y lo próximo que percibo son pasos pesados corriendo hacia algo, me cubro y noto que el pie se quita inmediatamente encima de mí, no puedo levantarme para ver qué sucede, el dolor no me lo permite, cuando miro al suelo, observo un charco de sangre que seguramente proviene de mi cabeza, otra contusión más que agregarme, diantres.

Unas manos se apoderan de mi cuerpo, son suaves y cálidas, mientras que me levantan del suelo, diviso que es mi hermano quién está propiciando golpes a lord Hugh quien yace debajo de él.

–Farid... –hablo con voz débil.

Sin reparar en quién me tiene en brazos, me bajo sin previo aviso, corro hacia Farid y me lanzo encima de él.

–Hermano, por favor –lo abrazo mientras comienzo a llorar, no me gustaría verlo mal si se enfrentara con lord Hugh– detente, detente.

Farid tiene la respiración agitada, parece escucharme puesto que inmediatamente se detiene. Sale de encima de lord Hugh, y acoge mi rostro entre sus manos.

–¿Qué carajo te hizo? –su voz está agitada y llena de angustia.

–No te preocupes...

El dolor punza en mi estómago, haciendo que me retuerza de nuevo. Farid me sostiene, con la preocupación marcada en sus viriles facciones, detrás de él, lord Hugh levanta la cabeza, luciendo confundido por los acontecimientos.

Todo pasó tan rápido.

Está sangrando debajo del ojo derecho, de una ceja y del labio.

–Es mi, mujer –escupe sangre a su lado.

Mi hermano se pone rígido y cuando siento que se devuelve para seguir golpeándolo lo abrazo con toda mi fuerza.

–Por favor, no –digo, luchando contra el dolor.

Farid parece recapacitar y observo que le lanza una mirada fulminante.

–Antes de ser su mujer, es mi hermana y le juro milord que, si vuelve a tocarle, aunque sea una hebra de cabello, lo cuelgo con mis propias manos y lo quemo en la hoguera como si de un brujo se tratara.

Lord Hugh lo mira escandalizado.

–Soy testigo y no dudaré en ayudar a Farid a hacerlo –dice una voz conocida detrás de mí, cuando miro de reojo me doy cuenta de que se trata del señor Devine.

Mi corazón da un vuelco, la situación es la más desfavorable de todas y cabe resaltar el hecho de que me encuentro sabrá Dios con cuantos hematomas sobre el rostro y el cuerpo.

–Somos dos más –los señores Devine cruzan los brazos.

Sin decir más, Farid me levanta en sus brazos y me saca de la habitación dejando solo a lord Hugh, quien comienza a gritar como loco el nombre de su criado seguramente para que lo cure. La cabeza me da muchas vueltas y siento una completa debilidad.

Todos bajan detrás de mi hermano que me sostiene en sus brazos hasta la habitación que le asignaron, allí encuentro a Jocelynne vestida de forma que cubre lo impropio, Farid me deposita suavemente sobre el mueble más cercano. Trato de sonreír, pero termino haciendo una mueca de dolor.

–Válgame Dios, querida –dice Jocelynne aterrada– mira que te ha hecho ese canalla. ¿Cómo pudiste soportar esto durante tantos años?

–¿Soportabas esto? –dice el señor Devine.

No le dirijo la mirada, no quiero causar lástima ahora, no quiero que se dé el lujo de verme de nuevo vulnerable, así que me limito a observar a Jocelynne que con las manos temblorosas encuentra rápidamente trapos y agua para limpiarme las heridas.

–Lady Banks... –insiste.

–Sí, señor Devine ¿satisfecho? ¿quería usted saberlo? Bien –lo fulmino con la mirada– ahora lo sabe, perdí mi tiempo, creyendo que usted estaba muerto, pero aparte de eso, tuve que soportar esto cada vez que a lord Hugh se le daba la regalada gana.

Amadeo se acerca hacia mí y se sienta a mi lado.

–Si hubiéramos sabido...

–No hubiese cambiado nada señor Devine –hablo con ternura– al fin y al cabo, su hermano no estaba muerto, y aun así esta sigue siendo mi vida.

Mis ojos se depositan el suelo, llenándome de tristeza por el terrible destino que me deparó la vida.

–Confirmé que no mentías –dice el señor Devine.

Esas palabras llaman mi atención y miro fijamente al señor Devine, solo eso me faltaba.

–¿Confirmó? –me río sarcásticamente– que bien por usted señor Devine, muy bien... Excelente trabajo de investigación ¿Qué mejor que descubrir la verdad después de pasadas las consecuencias?

Jocelynne me cura las heridas mientras hablo.

–Yo también fui víctima, Ágata –contesta.

–Lady Banks para usted –tenso la voz– ¿víctima?, por lo que veo ni tan víctima. O dígame, acaso ¿ha sido usted encontrado por sus allegados o amigos en una situación como la mía?

Silencio.

–Supongo que no –prosigo– por lo tanto, no veo nada de víctima en usted.

–Tu familia estaba en crisis, lady Farell me dijo que habías obrado por interés. – insiste él.

–Lady Farell, esto, lady Farell lo otro ¿hay algo en lo que esa dama no haya intervenido? –hago un gesto con la mano restándole importancia.

–Nuestra familia jamás ha estado en crisis –aclara Farid– una artimaña más de esa dama.

–Cómo que no...

–Así como lo escuchó señor Devine –interrumpo– mi familia nunca lo estuvo, Farid siempre se encargó de que así fuera, me imagino que no se enteró porque algún habitante de York en Oxford se lo contó, ya sabe usted que los escándalos son lo primero que vuela.

–No.

–Justo como lo pensé.

–Eso quiere decir entonces que lady Farell de alguna forma ha estado moviendo hilos en este asunto –interviene Amílcar, uno de los señores Devine.

–Aun no comprendo su objetivo ¿qué ganaría ella? –dice Amadeo, el otro.

Mi corazón está tan agitado y mi cuerpo tan tenso, que prefiero relajar mi cuerpo, no bajo las defensas aún pues la experiencia me dicta a mirar a la puerta con cada oportunidad que tengo, esperando que lord Hugh pase por ella.

–El heredero –dice Farid.

Mi atención se deposita en mi hermano, mientras que los hermanos triples A, se ven uno al otro.

–Para nadie es un secreto que el señor Devine va a hacer el heredero único de todo lo que poseía su madre hasta entonces, aparte de la gran herencia que puede adquirir por parte de su padre.

–Eso es una locura –dice Amadeo– yo soy el primogénito.

–Eso es cierto milord –dice Jocelynne– pero su madre al morir, al más pequeño que dejó fue al señor Devine, por lo tanto, la herencia de ella, le procede al menor. Ustedes quedarán con la herencia de su padre, pero el señor Devine, tendrá ambas apenas consiga esposa.

Entre los tres se miran incrédulos, sin saber que pensar y eso, a mi pesar, me da tiempo para observar detalladamente al señor Devine.

Lleva pantalones para dormir que dejan a la vista la comodidad de sus partes nobles y la camisa que lleva, está abierta a la mitad, permitiendo ver su amplio pecho dentro de ella. Suspiro internamente, ¿cómo es posible que siga sintiendo este tipo de atracción después de lo insensato que ha sido con mi corazón?

–Eso lo admito milady –dice el señor Devine refiriéndose a Jocelynne– pero ¿acaso esta dama no está casada con mi padre? ¿Qué querría ella tener conmigo?

Jocelynne presiona más fuerte de lo normal en mi herida. Me quejo.

–Lo siento –dice– eso no lo sabemos señor Devine, es mejor investigar las cosas a fondo...

–Mi esposa tiene razón –interviene Farid.

Dentro de mí, esperaba que los demás se sorprendieran tanto como yo cuando me enteré de la unión de estos dos, pero al no ver ningún rastro de sorpresa me decepciono, aquí la única sin información era yo.

–Lo importante ahora es el bienestar de lady Banks –el señor Devine dirige su mirada hacia mí.

Trago saliva mientras lo miro, es increíblemente atractivo, como siempre y dentro de mí, se arremolinan sentimientos que van desde lo romántico hasta el resentimiento.

Decido apartar mis ojos de él.

–Hay que mantenerla lo más alejada posible de lord Hugh–dice Farid.

–Estamos de acuerdo –dice Amadeo.

–Estoy dispuesto a cuidar de ella, llévenla a mi habitación –el señor Devine cruza los brazos.

Abro la boca de lo escandalizada que estoy, sus hermanos lo fulminan con la mirada al igual que el mío y Jocelynne, parece estar igual de sorprendida que yo por su indecente comentario.

–¿Ha perdido la cordura? –dice Farid apretando los puños.

–Hermano, por favor. –suplico para que se calme.

–Es la locura más grande que he escuchado –dice Jocelynne– ¿cómo se le ocurre a usted que vamos a permitir que lleve a una dama casada, a quedarse en su dormitorio?

–La puedo proteger teniéndola más cerca –arremete él.

Antes de que todos se sumerjan en una discusión sin fin, alguien toca levemente la puerta. Mi corazón vuelve a acelerarse, pero está vez por miedo a que sea lord Hugh, aunque de ser él, no estaría tocando de forma tan paciente.

Los hermanos triples A me dan la espalda, tratando de protegerme, al igual que mi hermano. Jocelynne es la única que se levanta y abre la puerta desconfiada, segundos después deja pasar a Christy que también parece estar lastimada, ya que camina de forma lenta y con un brazo sobre su costado derecho.

–Christy –digo mientras me levanto con gran esfuerzo del sofá.

–Mi señora –se queja ella.

Lágrimas caen sobre sus mejillas, mi sentido de alarma se dispara de inmediato. Voy hacia ella de inmediato, los demás intervienen tratando de ayudarle.

–¿Qué te ha pasado por Dios? –digo examinándola con cautela.

–Mi señor...

Lord Hugh, ¡claro que fue él! Se tomó el atrevimiento de desahogarse con mi criada, ¡menudo bastardo!

–Se arrepentirá, juro que se arrepentirá por todo esto, ¡demonios! –digo hirviendo en la rabia– ¡Jocelynne!, querida, ayuda a Christy a que se mejore.

–Pero mi señora, usted también está...

–Yo soy la que menos me importa Christy, acata la orden y ve con Jocelynne –digo con tono firme– es un maldito bastardo –aprieto mis puños.

–Le aconsejo que mantenga la calma lady Banks –dice Amadeo.

–No puedo hacerlo –le respondo– antes estaba sola con esto, no es la primera vez que le sucede esto a Christy y es por mi culpa.

Los hematomas empiezan a sangrar de nuevo, lo sé por qué comienzo a sentir hilos de agua deslizándose por mi rostro, el dolor aparece, pero combinado con mi resentimiento y las ganas que tengo de subir y matar a ese desgraciado con mis propias manos, impiden que me venza.

–Ágata...–El señor Devine se acerca con evidente preocupación.

–Ni. Se le ocurra –murmuro enfurecida.

–Ágata, pequeña, tranquilízate –Farid se acerca, deposita una mano en mi espalda y comienza a guiarme a lo profundo de la habitación donde hay una cama.

Antes de intentar que me recueste sobre ella, me tenso.

–No seas necio Farid –digo– no me recostaré en esta cama con toda la sangre escurriendo por mi cuerpo.

–¿Saben lord Banks y señora, acerca de esto? –pregunta Amílcar.

Farid me mira con interrogación en su expresión, me limito a asentir.

–Debe ser una maldita broma –dice este finalmente.

–Sabes que nuestra madre no puede hacer nada al respecto –encojo los hombros.

–Tengo ganas de matar a tanta gente, que me volvería soldado.

–¿Ahora quién necesita la calma hermano? –frunzo el ceño. – Jocelynne, ¿cómo vas con Christy?

–Al parecer le proporciono un solo golpe en las costillas –dice tratando a Christy– no es que no me guste ayudarle, pero tú necesitas más atención.

–Olvídalo, primero ella –digo.

–Ágata...–la voz del señor Devine suena autoritaria.

Mi nombre en su boca causa espasmos dentro de mi corazón, ahora empieza a latir a miles de velocidades por segundo, deposito mi mirada en la suya, lo que me indica que está a punto de hacer algo.

–Préstame eso –dice mientras se remanga la camisa, coge algunos trapos blancos y los llena de agua.

Enseguida, los escurre y se acerca hacia mí, estoy a punto de pensar que Farid va a interceder en su acercamiento, pero en vez de eso se aparta para dejarle pasar.

En mi mente niego mil veces a querer sentir de nuevo su toque en mí, pero cuando lo hago ya es demasiado tarde, con la mayor delicadeza comienza a limpiar una a una las heridas, su expresión es seria y de suma concentración.

Aunque intento mirar hacia otra parte, mi visión siempre vuelve a mirarle su rostro, no me atrevo a mirar su pecho, eso denotaría un acto deshonroso de mi parte, ya me fue suficiente con decir palabrotas cuando se supone que una dama, debe saber manejar su vocabulario.

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