LO QUE NOS HICIERON CREER © [...

由 NadineGarces

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Ella creía que él estaba muerto. Él creía que ella lo abandonó para casarse con otro. Dos vidas destinadas a... 更多

NOTA DE LA AUTORA
Prólogo - (Antoine Devine, 1820)
Capítulo 1 - (Ágata Banks. 1825)
(Antoine Devine, 1825)
(Antoine Devine)
Capítulo 3 - (Ágata Banks)
(Antoine Devine).
Capítulo 4. (Ágata Banks).
(Antoine Devine).
Capítulo 5 - (Ágata Banks).
(Antoine Devine).
Capítulo 6. (Ágata Banks).
(Antoine Devine).
Capítulo 7. (Ágata Banks).
(Antoine Devine).
Capítulo 8. (Ágata Banks)
(Antoine Devine).
Capítulo 9 - (Ágata Banks)
(Antoine Devine).
FANARTS
Capítulo 10 - (Ágata Banks)
(Antoine Devine).
Capítulo 11. (Ágata Banks)
(Antoine Devine).
Capítulo 12. (Ágata Banks)
Epílogo - (Antoine Devine, 1826).
ANTICIPO #LQNHD

Capítulo 2 - (Ágata Banks)

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由 NadineGarces


«Puedo hacerlo» me repito constantemente.

Siempre que necesito pensar fríamente decido venir a este rincón del jardín, el hecho de desahogarme, aunque sea con la enredadera que tengo enfrente, es para mí el mayor consuelo ya que no cuento con personas reales a quién les pueda expresar sinceramente lo que pienso. En última instancia he aprendido a no hablar de más, a guardar ese ser que realmente soy si no quiero pagar las graves consecuencias de la mano del señor Hugh.

Hace unos minutos entré en pánico al ver desde el balcón que llegaron muchos invitados.

Llevo cinco años de mi vida encerrada, por un lado, por la tristeza y pérdida inmensa que me albergaba, por otro, por el miedo a que muchos descubrieran los moretones de los golpes que me había propiciado el canalla del señor Hugh, además de tener prohibido hablar y salir, sin que él supiera con quién y para donde. Todo eso, a través de los años, sumados a los escándalos que me hacía por nada, fueron alejando uno a uno a las personas de confianza que tenía, las únicas que me quedaban. Por lo menos me deja ver a mis padres, si me hubiera prohibido las visitas de mi madre, ya no habría historia que contar.

Ella sabe toda la verdad, pero no puede haber mucho pues mi padre es igual de canalla. Él nunca se esmeró siquiera en demostrarme que me amaba o por lo menos aparentarlo, solo fue un hombre que se dedicaba a derrochar el dinero en juegos, bebidas y mujeres, aun teniendo esposa. La única diferencia de él y mi esposo, es que por lo menos este último sabe cómo invertir su dinero para multiplicarlo y aparta cierto porcentaje solo para pagarse sus placeres.

Volviendo a mi realidad, soy consciente de que se acerca la hora de presentarme de nuevo frente a la sociedad y pánico o no, tengo que hacerle frente a la situación. Tomo un suspiro, me armo de valor y retrocedo.

En eso, tropiezo con algo y en lo menos esperado caigo encima de un cuerpo, mi falda se sube revelando mis piernas y a su vez mis enaguas.

–¡Santo Dios! –doy media vuelta y trato de levantarme lo más pronto posible, me pongo de pie y sacudo la tierra de mi vestido– Tendrá que disculparme usted, no fue mi intención...

Poso mi mirada en la persona y cuando lo hago, quedo paralizada por un segundo, empiezo a gritar.

Él se levanta y se acerca, tapa mi boca y me acorrala poniéndome entre él y la enredadera.

–Tranquilícese –dice con sus ojos puestos en mí.

«¡Dios mío!» pienso y grito a la vez.

–¡Antoine! –grito debajo de su mano.

Las lágrimas se empiezan a derramar por mi rostro, no puedo con la emoción y la confusión. Se supone que él estaba muerto... ¡muerto! ¿cómo era posible que estuviera ahí?

Le toco el rostro y los brazos con las manos, necesito asegurarme que no es uno de los tantos espejismos que he tenido, sintiendo un gran alivio en mi corazón al saber que es real, estoy anonadada con él, veo con gran detalle que su rostro ha madurado, sus ojos grises me miran con frialdad, su mandíbula es ahora más prominente haciéndolo más guapo y varonil que antes, sus brazos y su pecho han adquirido buen definición, ahora parece un guerrero dentro de un traje elegante, su altura es predominante, lo que me obliga a levantar la vista para verlo mejor, no puedo creerlo, rompo en llanto.

Él de pronto quita su mano de mi boca y no dudo ni un segundo para abrazarlo mientras lloro en su hombro.

–¡Dios mío! –me aparto con las manos en sus brazos para verle mejor– ¡Dios mío! –sonriendo mientras más las lágrimas siguen saliendo.

Deposito miles de besos sobre su rostro, riendo aún por lo conmocionada que me siento, si dejo de tener movimiento en estos momentos, sería capaz de desmayarme.

–¿Qué le sucede milady? –dice en tono frío.

Me tenso y lo miro a los ojos, confundida por su modo indiferente de tratarme. Intento secarme las lágrimas con mis manos.

–Parece usted como si hubiera visto a un fantasma –termina.

Me rio bajo, ahora con ayuda de los guantes me seco las mejillas.

–Claro que he visto un fantasma bobo –digo sonriendo con melancolía– a ti.

Lo observo y detallo que tensa la mandíbula, expresión que me hace saber que está enojado, lo conozco de hace tiempo atrás.

–¿Qué tiene usted en la cabeza?

–No entiendo Antoine –digo confundida.

¿Cómo es posible que no esté feliz de verme? Se suponía que él estaba muerto, por lo menos eso me dijo su madrastra, ¿a qué viene todo esto?

–Le agradezco que se dirija hacia mí como el señor Devine –se aparta bruscamente, se tensa el traje– no quisiera generar rumores entre la gente.

Su comentario me deja aún más sorprendida, lo miro con acentuada confusión.

Todos estos años soportando humillaciones y retahílas de otras personas, me entero ahora y de esta forma que él está vivo y se supone que también me trata como si fuera nada ¿cómo si no hubiera sufrido ya lo suficiente?

Mi mente trabaja miles de pensamientos por segundo hasta que se ilumina, ahora entiendo que todo fue una farsa, él solo quería librarse de mí de la manera más vil y cobarde. Solo necesitaba que una persona de su familia, y quien más indicado que lady Farell, me dijera que él estaba muerto. Comienzo a comprender porque ella me amenazó al decirme que si no guardaba silencio acerca de su muerte todo el mundo se daría cuenta que ya no era pura. Ahora todo encaja a la perfección, pero ¿dónde estuvo él todo ese tiempo? ¿cómo fue capaz de jugar conmigo de esa manera?

«¿Qué he hecho para merecer esto Dios?» grito hacia mis adentros mientras nuevamente y como la primera vez, todo en mí se derrumba. Comienzo a derramar más lágrimas de nuevo. ¡No puedo aguantar esto una eternidad!

–¿Dónde has estado todo este tiempo? –pregunto casi sin voz.

–En Oxford lady Banks –dice cruzando los brazos mientras inclina la cabeza en tono altivo– o debería llamarla lady Hugh –baja la voz.

Abro mis ojos como platos, todo este tiempo, desperdiciando mi vida lamentándome y guardándole luto a alguien que estaba disfrutando de la vida en Oxford. Mientras la mía se consumía con cada día que pasaba.

–¿Por qué me abandonaste? ¿Por qué enviaste a lady Farell a decirme que estabas muerto? ¿Por qué? –pregunto sobre exaltada pasando de la tristeza al enfado.

Percibo que confusión en su rostro.

–¿Está usted delirando lady Hugh? –recupera la tonalidad áspera– Yo no fui quien la abandonó, usted lo hizo casándose con otro solo porque la sacaran en la miseria en la que andaba metida ¿Y se hace llamar usted una dama? –sonríe irónicamente.

Hasta ahora he sido capaz de aguantar mucho en mi vida, pero esto, ya es la gota que rebasa el vaso. Levanto mi mano, le doy una bofetada tan dura que basta para que las aves, que hace rato estaban comiendo migajas del suelo, salgan revoloteando.

–Se arrepentirá amargamente por todo señor Devine –inclino mi cabeza igualándome a él y retomo mis pasos para salir rápido por donde entré.

Que tonta fui al pensar que, si él estuviera vivo, mi vida sería distinta. Deseo querido, deseo cumplido; el señor Devine está vivo y coleando y mi vida ¿es distinta? Claro que no, sigue siendo el mismo infierno. Una tristeza peor que la que he sentido en años me embarga, cientos de emociones se arremolinan a mi alrededor, la rabia, la tristeza, la decepción son sabores conocidos y son los único que he conocido durante cinco años, no puedo evitar llorar mientras intento salir corriendo de este laberinto de jardín.

Pienso entonces que el destino quiso justo tenerme en donde estoy. Cada uno de los hombres que han pasado por mi vida, han influido negativamente en ella. Primero mi padre, luego el señor Hugh y ahora, el señor Devine, siendo este último el que más provocaría dolor y de forma prolongada. Hubiese preferido seguir de luto pensando que estaba muerto a tener que enfrentarme con este amargo dolor que es peor al de la pérdida.

Me acerco corriendo hacia la mansión y para mi sorpresa, un hombre, a quien reconocería siempre, está de pie cerca a la puerta mirándome fijamente: Farid. Son tantas las emociones juntas en un día y ahora encontrarme con él, que no lo he visto hace ya cinco años, me pone peor, todas mis emociones están a flor de piel. Él con gran asombro y preocupación dibujada en su rostro, se acerca lo más rápido hacia a mí, chocamos en un gran abrazo mientras rompo a llorar «mi hermano, mi querido hermano». Lo abrazo tan fuerte, temiendo que en algún momento nos separemos de nuevo o de que sea una ilusión «llévame contigo, te lo suplico» grito, desesperada desde mi interior, pero incapaz de decir o hacer algo más que llorar.

–Oh, mi pequeña –se aparta suavemente de mí, logro divisar pequeñas lágrimas cayendo sobre sus mejillas– no te preocupes, yo estoy aquí... –vuelve a abrazarme– yo estoy aquí.

–¿Qué hice para merecer todo este dolor hermano? –lloro– no merezco esto... no lo merezco.

–Tranquila –siento su mano deslizarse por mi cabello– Sé que todo es muy fuerte y confuso ahora, tenemos que hablar muchas cosas, pequeña, pero lo más importante ahora es que te están buscando para presentarte de nuevo a la alta sociedad.

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