El juego de quererte...
Una chica de cabellos naranjas, con un rostro angelical, muy extrovertida, que tenía la manía de mostrar su puño con el dedo pulgar arriba.
Toda la escuela la conocía por el juego Arcade de las flechitas con luces, mejor dicho en el juego Dance Dance Revolution.
Esa chica tenía el puntaje más alto, muchos decían que era la mejor en aquel juego, muchos la habían retado hasta la chica de ascendencia mexicana Ronnie Anne la había retado, pero la chica de cabellos naranjas literalmente la hizo polvo.
Cuando ella llegaba al Arcade todos esperaban que fuera al Dance Dance Revolution, les gustaba ver como la chica jugaba.
Luego de un tiempo nadie se atrevía a retarla, ella se sentía la reina del juego.
De veras que la mayoría tenía miedo de hacer el ridículo al retarla.
Entonces un día soleado, ese día había pocas personas en el Arcade, un chico desconocido entró al Arcade y la retó, ella lo miró se sorprendió que después de tiempo la retaran, entonces ella sin más, comenzó a dar los pasos, fueron minutos de intensa competencia.
Su marcador estaba igualado, no estaban cansados, entonces llegó el reto final.
Se dividían en tres rondas: la primera era música pero sin direccionales, tenían que reconocer la música y pisar, la segunda ronda era música rápida pero con direccionales falsas y la tercera y última eran 5 canciones mezcladas y acordarse de las direccionales.
Se miraron por unos segundos, ella le mostró su pulgar.
– Que gane el mejor —le dio una cálida sonrisa.
– Tenlo por seguro Paige —respondió devolviéndole la sonrisa.
Entonces comenzó, ni uno daba tregua, estaban sudando demasiado, el tercer reto fue el reto suicida, ahí casi se confunden fue solo unos nano segundos, siguieron hasta el final.
Hasta que terminó, Paige había pisado mal, se iba a caer, el chico la toma de la mano, y la toma de la cintura, ella se sonroja.
Se fijan en la pantalla y sale un mensaje.
– Felicitaciones ustedes han batido un nuevo récord —una voz de robot les dijo eso.
Ellos no lo podían creer, ese puntaje alto, lo habían hecho los dos, su puntaje de Paige era poco a lado de lo que hicieron ellos dos.
– Por favor pongan sus iniciales —dijo esa voz robótica.
Entonces ellos pusieron las iniciales y una tercera letra pero en medio: LaP
Se rieron un rato, entonces el chico le dijo:
_ ¿Quisieras ir por unas sodas? —su voz era algo tímida.
– Claro chico con gusto, aunque... ¿Ganamos no? —dijo Paige tocándose la nuca con su mano derecha.
Ella no había sentido la adrenalina recorrer su cuerpo desde hace mucho tiempo.
Ese chico la hizo esforzarse al máximo, la hizo sudar mucho.
– En verdad tú ganaste —fue firme en sus palabras.
– ¿Por qué? Los dos pusimos nuestros nombres en el marcador —lo dijo muy sorprendida.
– Solo te pude igualar, nunca te supere, además tú tienes un marcador con puntaje individual y sin más admito mi derrota —lo dijo de la manera más amable.
– Que caballero eres chico —se sintió halagada con sus palabras del chico de cabellos blancos.
Y fueron a beber una soda mientras le dijo que desde hace tiempo nadie la había hecho sentir tan viva.
Las pocas personas que presenciaron ese reto se quedaron estupefactos al saber que había un jugador tan habilidoso como la chica de cabellos color naranja.
A las pocas semanas en la escuela de la chica sus amigos comenzaron a preguntarle por aquél chico que casi le gana.
Ella no se acordaba en ese momento el nombre de ese chico que le dio gran reto.
Les dijo que por ahora no se acordaba de su nombre pero que cuando lo vea se lo iba a preguntar.
Sus amigos pensaban que lo había olvidado aproposito pero no le dijeron nada más.
Desde que se enteraron que el chico la reto y estuvo a punto de ganarle, nuevamente comenzaron a lloverle los retos.
Pero ella igualmente como siempre barría el piso con los chicos que iban a retarla.
Su mejor amiga Jordan le decía que ella tenía un amigo en su salón de clases que era tan bueno como ese chico que le hizo el reto.
Paige sintió curiosidad por conocer a ese chico del que hablaba su mejor amiga y le dijo que si está tarde estaba disponible ella estaría en el Arcade esperándolo para retarlo.
Esa tarde Paige estaba en el Arcade parada en la barra del Dance Dance Revolution.
Los chicos de ahí la saludaban, quién no quisiera ser amigo de la mejor jugadora de esa sección del Arcade.
En ese instante entra Jordan con su amigo.
Paige va hacia ellos pero se sorprende al ver quien era el amigo de su mejor amiga.
Era el chico que se enfrentó a ella hace semanas.
– Hola... no esperaba que fueras tú... —lo dijo con asombro.
– Hola Paige, seguro no te acuerdas mi nombre, esa vez solo lo dije apenas, me llamo Lincoln —le regaló una sonrisa como aquella vez.
– Espera, ya se conocían, no me dijiste eso Lincoln —dijo Jordan asombrada.
– Yo no sabía que Paige era tu mejor amiga aunque sospeché cuando dijiste que era la mejor en el Dance Dance Revolution, —habló de forma tranquila y miró a Paige— entonces... ¿Quieres bailar otra vez?
– Seguro Lincoln —contesto muy exultante.
Y jugaron de nuevo, esta vez su esfuerzo fue hasta sobrepasar sus límites.
Lo gracioso fue que otra vez su marcador estuvo igualado pero con más bajo puntaje.
Pues ambos al estar jugando se regalaron miradas tiernas, tanto así que se distraían.
Pero aún así se mantuvo entre los diez primeros.
Esa tarde no solo fue de baile fue de charlas, pues Paige conoció un poco de él.
Y con el tiempo se hicieron buenos amigos, cada vez que iba Lincoln al Arcade solía encontrarse con ella, solía darle su sonrisa y su pulgar arriba para darle ánimos en todo lo que hacía.
Paige nunca creyó encontrar a alguien que fuese su pareja de baile en el juego porque solo él podía darle reto y él único que le sacaba una tierna sonrisa y risita con cada salida.
Hasta que un día Lincoln no fue al Arcade cuando había quedado con ella.
Paige se asustó porque su amigo nunca faltaba a un baile.
Al salir del Arcade se dio cuenta que en el bolsillo trasero de su pantalón había una carta que decía que la esperaba en ese parque del centro de la ciudad.
Y se dirigió a ese lugar caminando hasta que en una banca vio una silueta conocida y se dirigió allí.
– Hola Link —dijo con una enorme sonrisa.
– Hola... Paige... —dijo con un notable nerviosismo.
– ¿Te sucede algo Lincoln? —dojo con algo de preocupación.
– Bueno... Paige... ¿No quieres caminar un rato por acá? —dijo con algo de timidez.
– Seguro Link, además desearía solo recorrer este parque, mis pies me están un poco cansados por el juego de hoy —dijo con una sonrisa cautivadora.
– Te prometo que no será mucho tiempo, solo una simple caminata —dijo tocándose la nuca con su mano.
Y se la pasaron conversando ambos mientras caminaban.
Ella le contaba las cosas que hizo hoy en el Arcade, le dijo que se sintió muy sola, ya que no tenía a su pareja de baile.
Como lo dijo fue algo halagador, hasta tierno podría decirse, Lincoln no sabía que decir pues se sentía muy nervioso.
En un punto de ese parque, Lincoln se detuvo, ella se preguntó por la acción tomada por él. En ese momento Lincoln se pone frente a ella y la mira a los ojos.
– Paige... todo este tiempo... al conocerte... ha sido maravilloso estar a tu lado y competir contigo y al hacerlo... pude conocer mejor a la chica maravillosa que siempre regala una sonrisa linda y es optimista en todo... esa forma de afrontar las cosas hacen que... —estaba siendo sincero con la chica de cabellos naranjas pero hizo un alto por los nervios.
– Lincoln... antes de que digas lo siguiente quiero saber si de verdad no es broma lo que dices... —dijo sorprendida y con una sonrisa que se empezaba a dibujar.
– Paige... no es mentira, todo lo que digo ahora es verdad, estás en mi mente desde esa vez que estaba jugando con mi amigo Clyde y me regalaste un sonrisa y tú pulgar arriba, desde ahí siempre pienso en ti... lo siguiente que te voy a decir es lo que viene dentro de mi corazón Paige... Tú me gustas Paige... —iba a decir más y más cosas pero fue interrumpido.
Paige se acercó a él y le dio un tierno beso en su mejilla.
Lincoln se sorprendió por eso, iba a decir algo pero Paige lo tomó de su mano y se fue corriendo hacia el Arcade.
No dejaban de sonreír ambos que con solo una acción se dijeron demasiadas cosas.
Pues en aquel lugar ambos se conocieron, se hicieron pareja de baile en el juego y en sus vidas...