I M A G I N E [LIBRO 1] ✅

By camiwharton

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"Eran como la noche y el día, como el agua y el aceite, como el hielo y el fuego, pero aún así se complementa... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Epílogo
¡ANUNCIO IMPORTANTE!
ANUNCIO DE SECUELA

Capítulo 27

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By camiwharton


Lunes en la mañana, y el único sonido que podía oír entre las paredes de la ínfima cocina de mi casa era crujir el cereal que hacía al comerlos.

La cabellera rubia de mi madre hizo presencia al entrar, haciendo que el olor de su perfume se impregnara en el aire ocasionando que llegara hasta mis fosas nasales, tranquila, comenzó a sacar algunas cosas de la despensa, y de igual manera, del refrigerador para poder prepararse un pote de avena con frutas. Sus ojos se quedaron fijamente en mí pequeño cuerpo y, cautelosa, me observó.

—Últimamente te has estado despertando más temprano, tú no sueles ni tener tiempo de desayunar, ¿a qué se debe? —preguntó con sumo interés pasando sus dedos por la avena. En ese momento, no quería contestar a sus preguntas, por lo cual, me limité a encogerme de hombros, dando por hecho mi cansancio. Ella, dejando salir un poco de aire, movió las cosas a un lado y me miró fijamente poniendo sus manos sobre el mesón. —Mía, ¿me puedes decir qué es lo que ha ocurrido? Llevas un par de semanas así, los sábados no te despiertas hasta tarde, los domingos no sé siquiera si comes o haces el intento de salir de tu cama. —soltó un poco irritada por mi actitud. —Pareciera que soy la única que vive aquí, y eso que no estoy casi nunca.

Llevando otro poco de cereal a mi boca, sacudí mi cabeza de un lado a otro, pero ella me reprendió con la mirada, tragué hondo y decidí contestarle.

—No pasa nada. —mascullé.

—No me mientas. —habló con la voz más fuerte. —No he visto presencia de Isaak por aquí, o si quiera de Nathaniel, o el rubio que te llevó al recorrido musical. —al oír que mencionó a cada uno sentí como el nudo de mi garganta se formó y la presión en el pecho se presentó. —Amor, puedes decirme lo que quieras.

—Estoy bien, ¿sí? —espeté bajándome de la banqueta para darle una mirada fría. —No soy uno de tus pacientes, no me trates como si fuera uno.

Sus ojos azules se abrieron con asombro, estática en su lugar, entreabrió los labios, pero nunca dijo nada. Ella estaba perpleja. Yo sabía que esa no era la forma para contestarle, pero estaba harta de darle vueltas al mismo tema, solo ya no quería recordar y ella se daba el infortunio de hacérmelo saber nuevamente.

—Mía...

—Me tengo que ir. —avisé cortándola.

Sin mirarla, salí de la cocina a pasos rápidos y tomé mi mochila, colgándola por encima de mi hombro cerré la puerta principal detrás de mí. Comencé a andar por la calle sin detener el paso ni un segundo, sentía como mis piernas se impulsaban cada vez con más fuerza, el aire de invierno golpeaba suavemente mi rostro.

Traté de respirar hondo y superar el hecho que le había contestado de una manera fatal a mi madre. Calmándome por lo sucedido me fijé la hora, la cual, sin ningún apuro, era temprano. Últimamente me despertaba antes de mi hora habitual, y se debía a que en toda la noche no podía conciliar el sueño, ni unas cuantas horas, tenía en mente que mi imagen cada día iba de mal en peor, no era la mejor honestamente, me importaba una mierda.

En tan poco tiempo mis pies tocaron la entrada del instituto, y una oleada de nerviosismo como de inquietud se asomó por mi mente, me tocaba clases de Biología, alargando una inhalación me di la valentía de entrar de una vez, sin preocupación, pero una voz me impidió que lo hiciera.

—Mía. —la voz pronunció firme mi nombre y me giré para encarar a la persona. —¿Te has enterado de que Nathaniel está saliendo con Madison?

Blair. Una chica de piel blanca y cabello bien cuidado me miraba fijamente junto a otra, eran unas porristas del equipo de hockey, el perteneciente del nombrado. Sus miradas eran burlonas, así como sus sonrisas, quise volcar los ojos, pero me contuve.

—¿Así? No me interesa. —mascullé entre dientes.

—Tanto le dolió que le fueras infiel que a la semana ya se había buscado otra, y de su clase. —se burló ignorando por completo lo antes dicho por mi parte. —Se nota lo reemplazable que puede llegar a ser la gente como tú. 

Y su comentario por alguna razón me dolió. Obtuve una postura más firma y apreté las mangas de mi buzo intentando no querer ir contra a ella y estampar mi puño contra su rostro, aunque sabía que era débil y que la agresividad no era parte de mí. Algunas personas ya estaban presenciando la escena y no quería que otro escándalo más se armara.

—Ya te dije que no me interesa. —repetí en un balbuceo con mi voz ronca.

—¿Qué se siente que te reemplacen, Mía? —reafirmó mi nombre, volviendo a ignorar lo que dije. —No sería la primera vez, por cierto, recuerdo que siempre se iba junto a ella y te dejaba sola. Ahora por fin se deshizo de la basura, ¿no es así?

Aun que esta vez no dejé que siguiera.

—Para eso te tienen a ti, maldita perra. 

Su boca se abrió al igual que sus ojos, me miró indignada para después, la furia presenciarse en su rostro y ponerse roja del enojo. 

—Me las vas a pagar. —siseó a cascarrabias para darse la vuelta e irse de ahí. 

Las miradas se pasaron sobre mí y me arrepentí de haber dicho lo anterior, así que opté por lo primero que mi subconsciente me gritó. Huir. Girando sobre mi propio eje entré al salón de clases, en donde mi cuerpo se heló, el del rubio ya hacía presencia y su rostro tenía una media sonrisa que se fue desvaneciendo en un fruncido de labios poco a poco, agradecí dentro de mí al notar que no éramos los únicos en el aula, así que rápidamente tomé mi asiento y esperé a que la profesora llegara. 

Mi día estaba empezando con el pie izquierdo y aseguraba que no terminaría con el derecho. 

Y lo confirmé cuando a la cuarta hora ya no pude soportar a otro profesor retándome por mi distracción y falta de concentración, resignándome me fui hasta el campo para poder liberarme un poco de todo, desvaneciendo todos mis recuerdos y echando mis preocupaciones hacia el fondo de mi mente. 

—Si sabes que lo que estamos haciendo está mal, ¿verdad? Sobre todo, yo, que soy alumna libre.

A mi frente, Alexa repitió una vez más, volviendo a enarcar una de sus finas y perfectas cejas. Se había unido a mi escapada cuando me vio cruza la puerta que daba hacia las canchas, y no era la primera vez que pasaba algunas horas de fuga conmigo. 

Bajando la mirada inflé una de mis mejillas mientras con una voz baja le susurré un porqué, aunque ya tenía la respuesta por mi propia cuenta, solo quería seguir matando el tiempo.

—No está bien que faltes a clases, Mía, y yo no debería estar contigo pasando la hora.

Tirando la hierba del campo, desinflé mi mejilla, aún sin contestarle le devolví la mirada, sus ojos tropezaron con los míos y lancé un poco del césped que había cortado en su dirección. Ella torció los labios e hizo tronar su lengua indicando que mi acción le disgustó, sin embargo, solo se sacudió. Aún en silencio de mi parte, la chica estiró un a de sus piernas colocándose con ellas en forma de V y volvió a hablar.

—Deberías hacer algo por ti misma—pronunció ladeando la cabeza, le indiqué una arqueada de cejas y ella echó una risa. —No te ofendas, pero te ves horrible.

—Lo sé—hablé después de mantenerme callada desde que mi trasero y el de la chica habían tocado el suelo.

Desvié mis ojos a lo lejos del campo, el cual se encontraba en completo solitario sin ninguna persona andando allí. Dediqué unos cuantos segundos más para ver a la nada dejando que el aire fresco de invierno diera contra mi cara causando que mi piel se erizara. De nuevo, la voz intranquila de Alexa volvió a interrumpir.

—¿Qué es lo que piensas tanto? —inquirió, con voz suave.

Volviendo mi vista hacia sus ojos, me quedé en silencio nuevamente. Frunciendo los labios me encogí de hombros, aunque supe que eso no quería como respuesta cuando me miró con recelo, así que opte por dejar a un lado mi personalidad borde y comenzara a entablar una conversación sana con la chica que me había estado ayudando estas semanas. 

—Creo que no hace falta decirlo, Alexa. —mascullé comenzando a tirar de la hierba otra vez. —Sé lo que quieres decir. Vamos, suéltalo, sé directa. 

Alexa dio un suspiro exagerado, relamiendo sus labios negó unas cuantas veces para darme una sonrisa a medias. Mis ojos miraban los suyos fijamente y, aunque probablemente la bajaría en un momento, la sostuve hasta que entreabrió sus labios para hablar. 

—Te falta algo en la mirada. —indicó recibiendo un fruncido de cejas de mi parte. —O más bien, alguien.

—No entiendo, ¿qué quieres decir? —pregunté solicitando a mi rostro que mostrara una mueca de confusión, pero lo rechazó. 

—Necesitas a Luke. —fue directa. —Siempre lo has necesitado. 

Mi rostro se puso serio y sentí mi mandíbula ponerse tensa, bajando la mirada negué unas varias veces, mis dedos se entrelazaron entre sí, comenzando una pequeña guerra de nerviosismo, mi mejilla derecha se infló y volví a negar dejando una pequeña risita llena de inquietud saliera de mis labios. 

—Estas desquiciada, Alexa. 

—Oye, soy con la que más tiempo pasabas, y te conozco hace años, claro está. —recordó acercándose un poco más a mí. —Puedo intuir lo que pasa por tu mente, y lo único que puedo decirte es que vayas, lo busques, le digas lo que sientes, porque estoy segura que no lo has hecho aún, y arreglen las cosas. —susurró sin perder el tono firme de su voz. —Mía, mírame. —pidió y cedí. —Ambos dos se necesitan, más en estos momentos.

—No hay nada más que pueda hacer, él no olvidará de un día para otro mi acción y me perdonará tan fácil. —musité sintiéndome pequeña ante los ojos verdes de la chica. 

—Oye, oye, ¿tan poco lo conoces? Luke es un gran chico y tú ya deberías saberlo. 

En ese momento, la pregunta que mi mente había estado procreando desde hace algunos meses hizo su presencia y el letrero de lotería apareció ante mis ojos. 

—Alexa. —la llamé. —¿Desde cuando Isaak conoce a Luke?

La pregunta llegó tan de repente que observé como sus pupilas se dilataron, pasó su lengua unas cuantas veces por sus labios y acomodó una postura más firme a la de antes, apreciaba como su cuerpo se había puesto tenso por mi demando, no se esperó eso, y para ser honesta, yo tampoco. 

—Para ser exacta, hace como dos años. —confesó. —Isaak conoció a Miles, el hermano de un conocido de Luke, llamado Ethan, en alguna fiesta, supongo. Ellos comenzaron a salir, aunque era como una relación fantasma, es decir, casi nunca se le veía con el chico, él hablaba maravillas de Miles, pero nunca se mostraron como algo formal, poco más tarde Isaak ya se hablaba con Luke, ya que, Miles, le había contado sobre su amigo. Algo peculiar, es que a Luke le importaba una mierda este chico, no lo consideraba de su círculo, ya sabes que es muy exquisito a la hora de elegir en quién confiar; todo sucedió tan rápido. —hizo una pausa y luego de segundos prosiguió hablando. —Los dos comenzaron a hablar hasta que llegaron a conocerse más de lo normal, las cosas marchaban de maravilla, no fue hasta que Miles engañó a Isaak. 

La explicación de Alexa me dejó un poco aturdida, y aún uniendo las cosas lo más rápido que pudiese intenté descartar varias partes, cuando tuve mi rompecabezas casi armado, supe que faltaba algo más. Algo no encajaba aquí entre ellos, y supe de qué se trataba cuando mi boca se abrió para inquirirle. 

—Pero... ¿por qué Isaak y Luke se pelearon?

—Porque el rubio sabía la verdad y nunca lo dijo. Miles realmente no había engañado a Isaak, si no que, sus padres eran muy religiosos y no aceptaban su elección sexual, entonces lo obligaron a no verlo más y no sé qué... hubo mucho drama allí. Al chico éste, le dio vergüenza contar eso, y prefirió decir que lo había engañado. El rubio lo sabía, y nunca dijo nada. —respondió torciendo sus labios. —Ya sabes, Luke no se mete en dramas que no sean suyos, ahora Isaak vive con un pequeño resentimiento hacia Luke, aunque lo niegue. 

—¿Cómo es que nunca me enteré? —en aludido dejé salir.

—No lo sé. —Alexa se encogió de hombros. —Lo más probable es que se debe a que su amistad duró muy poco, más o menos cinco meses.

—Oh... —solté. —Creo que ya te lo pregunté, pero, una pregunta más, una vez me contaste que Luke fue preso, ¿por qué?

— La primera fue porque se metió a una fiesta privada e hizo un desastre porque se peleó con un chico que dijo una grosería a su novia de ese entonces, y la segunda porque estaba tomando alcohol en la calle, siendo menor de edad. No fue preso en sí, pero ha estado detenido por horas allí. 

—Eso fue lo que pasó...

—Sí, tengo mis razones para defender a Luke, es por eso que te digo que no es una mala persona, solo necesita ayuda, como todos alguna vez. Y sé que me he portado mal con el en un pasado, pero eso es otro caso.

Mi mente rápidamente se volcó al tema principal con el que habíamos empezado y quise huir de la escena en ese momento, pero era imposible, así que me limité a negar, otra vez. 

—No puedo. —dije en un farfullo. —No puedo ir y decirle que me perdone así de la nada, escuchar lo que hablan los demás de mí, me lo impide, hace que todo se vuelva más difícil. 

—¡A la mierda con la gente! ¡A la mierda con las personas y sus malditas opiniones! —gritó alzando sus manos en el aire. —Tienes que decidir por ti misma, ver por tu bienestar sin tener que meterte en el qué dirán de las personas ajenas a tu vida, al fin y al cabo, siempre será tu mierda, y la de ellos es muy su problema... No puedes renunciar a alguien que está en tus pensamientos todo el día, y que sabes que te hace feliz.

—Alexa...—pronuncié su nombre con un tomo como si le rogase que se detuviera. Ella no cedió. 

—Mía, eres tú, y no es egoísmo, es bienestar propio, al final de cuentas tu vas a hacer la que va a decidir, ellos no van arreglar tu mierda, ¿entiendes? Deja de pensar en los demás, al diablo con mi hermano y su estúpido amigo, al diablo conmigo también si quieres, solo tú tienes la decisión, y la tienes que tomar lo antes posible, antes que sea demasiado tarde, porque cuando te des cuenta de la realidad, te vas a arrepentir. Si tu eres feliz, hazlo, si eso te lleva a un bien, tómalo, pero haz lo que tu creas que es correcto, y recuerda que hagas lo que hagas va a estar bien si es tu decisión. Tu error, o tu acierto. No puedes vivir atada a los susurros, las suposiciones o acusaciones de los demás, que ni siquiera te conocen. Si quieres algo, levántate, búscalo y consíguelo. —ella se acercó hasta mí y tomo mis manos entre las suyas haciendo que nuestras miradas se profundizaran más. —Solo tú puedes cambiar tu mundo. 

Los iris verdes miraban los míos grises, tenían una pizca de comprensión. Lo que había dicho me había dejado completamente muda, para ser sincera nunca creí el poder tener una charla así tan profunda con ella, y me alegraba poder tenerla. Me gustaba el cambio que había generado el haber decidido cambiar de entorno; dijo todo lo que necesitaba escuchar para poder darme las fuerzas para poder tomar mi propia decisión, y aunque mi miedo no me dejara hacer las cosas que deseaba ahora se estaba eliminando por cada palabra de la chica. 

Cerró los ojos unos segundos, colisionando de nuevo nuestra vista, los volvió a abrir, dando un suspiro con pesadez tratando de tranquilizar su respiración frenética y exaltada. La peligra se alejó de mí a una distancia considerable.

—Y si Luke es tu felicidad, arriésgate, corre y búscalo, por más cursi que suene. 

Al terminar de decir aquello, retirando algunos cabellos de su frente se puso en cuclillas para levantarse y tomar su bolso, me dio una última mirada que gritaba hazlo y emprendió camino lejos de mí, desapareciendo del campo y dejándome ahí con todas sus palabras revoloteando en mi cabeza una y otra vez. 

Dirigiendo mi vista a la hierba pasé mis dedos sobre esta. El recuerdo de Luke regresó a mi mente haciéndome sentir débil por un momento. Reprimí las ganas de querer ir a buscarlo en ese instante, y ahogando mis deseos de estar entre sus brazos, me dejé caer en el pasto. No buscaba la forma de cómo presentarme ante él con mi cara de idiota después de haber actuado tan borde con él. 


[...]

Suspendería Historia. La imagen del señor Goethe diciéndome que me vería en vacaciones hacia de mi comida un desgrado total, malas notas y más de una materia suspendida equivalía a mi madre espantosamente enojada. 

La cafetería no era mi lugar favorito en estos momentos, o creo que, hablando con sinceridad, nunca lo ha sido, solo me gustaba estar aquí por Isaak, Nathaniel y los demás chicos, los cuales ahora comían a dos meses en donde yo me encontraba. 

Por el rabillo del ojo podía ver como Madison Langford, a quién no veía desde hace meses, sentada a su lado mientras lo abrazaba del brazo, un que otras veces su mirada se posaba en mí, mientras en mi interior gritaba que mirase hacia otro lado. 

Mis manos tocaron el yogurt de frutas que tenía en frente de mí para llevar la cucharita a mis labios y saborear el colchón de frutas en mi boca. Esperaba a que Alexa llegara, y sí, también me acompañaba en el almuerzo, a penas terminara y me fuera. En otro momento, ella volvería con los suyos, aunque creía que esta vez no sería así, estaba muy cambiada, sé que con Madison ya no hablaban desde hace un tiempo, y con los chicos del equipo casi nada. 

Sentí como mi estómago gruñó al momento que el perfume Chanel N°5 de Blair inundó mis fosas nasales cuando se posicionó frente de mí. Mi boca se secó y di un suspiro alargado. 

—¿Y ahora qué? —mi voz no ayudaba en nada, salía en un murmullo como si estuviera intimidada. Y bueno, honestamente, así lo era. 

—Quiero que vuelvas a repetirme lo que dijiste esta mañana. —su voz era serena, y no había una pizca de furia. 

—¿Me hablas en serio? —articulé. 

La chica rodeó la mesa y se detuvo a un lado de mí, me dio una sonrisa falsa y asintió. Nuevamente, ya varios alumnos se encontraban a nuestro alrededor. 

—Sí, repítelo.

—¿Para qué? —solté incrédula, no entendía a qué se debía esto. 

—Si no lo haces, voy a hacer de tu mediocre vida un infierno, créeme. —dijo aún con la sonrisa en su rostro. 

—Estás loca, Blair. 

Decidida me levanté de la silla dejando mi pote de yogurt en la mesa, ella me dio una mirada recelosa y se hizo a un lado, acción que creó mi cara de confusión, aunque la ignoré por completo. Lo único que quería era huir de aquella situación, no quería verle el rostro ni otro segundo más, pero fui tan ilusa. Al instante que quise pasar por su lado, metió su pie causando que yo cayera. 

Esto no podía estar pasando.

Miré afligida a Blair que sonreía con autosuficiencia, sus ojos desprendían poder y felicidad, mi dignidad estaba igual que yo, en el suelo, aplastada y hecha pedazos. 

—¿Qué te pasa? —susurré sin aliento. 

Ella se acercó a mí y susurró. —Te dije que me las ibas a pagar. —volvió a la distancia de antes y continuó con mi humillación. —No te bastó con Nathaniel, Isaak y Luke, que ahora pusiste de tu lado a Alexa, Nathaniel hizo bien en mandarte a la mierda, ahora sin amigos y sola, ¿qué se siente? —gesticuló, su voz sonaba tan orgullosa que me daba asco, pena y rabia, ¿qué mierda estaba esperando para defenderme? —Vamos Mía, cuétanos qué se siente ser una perra y a causa de eso, ahora estés sola, aunque, a decir verd...

—Porque no nos cuentas tú mejor...—la voz de Luke sonó a mis espaldas. —como pagabas por sexo a Dylan Heizer, o mejor aún, como estuviste entre las sábanas de Timothy Atkins, aún así, sabiendo que mantenía una relación con Alisha y...—hizo una pausa y soltó una risa incrédula. —la frutilla del postre, mientras te acostabas con el mejor amigo del anterior nombrado... vamos Blair, creo que lo tuyo es más emocionante que lo de Vogler.

Lo último resonó por toda la cafetería creando un silencio y, después darles paso a los murmullos, los ojos de Blair miraron al rubio queriendo matarlo, tenía enfado sorpresa y hasta espanto. De pronto, su tez pálida se hizo transparente. Sabía que estaba detrás de mí, pero me encontraba en estado de shock que no me atrevía ni siquiera a mirar detrás de mi hombro. 

—¡Eso es pura mierda, estás mintiendo! —ella chilló. 

—Podré ser un maldito yonqui, como para muchos lo soy aquí, pero mentiroso, oh querida. —Luke dio una risita. —Eso sí que no soy. 

—Deja de mentir, solo estás delirando de tanta droga que te metes, no tienes pruebas de ello. —atacó poniendo una postura firme. 

—¿Qué quieres apostar, cariño? Aunque igual no las necesito, no porque tú sepas jugar a la zorra oculta, quiere decir que seas la mejor.

—¡Mierda Luke, estás diciendo mentiras para defenderla a ella! 

De pronto volví a la realidad cuando me apuntó, aún seguía en el suelo, ¿qué mierda pasaba conmigo? Pero todo se esfumó al momento de sentir el cuerpo de alguien junto a mí, no necesitaba ver para consolidar de quién se trataba. 

Luke me ayudó a ponerme de pie y en ese microscópico tiempo, sus ojos hicieron contacto con los míos. Su brazo rodeó mis hombros, y aquello sensación de protección que no había sentido hace tiempo, se hizo presente. Quería llorar por tenerla de vuelta. 

—No las necesito. Tú y terceros y yo sabemos perfectamente que estoy en lo cierto. 

Mi vista colisionó con los ojos verdes de aquel chico que me defraudó. Entre el alboroto de gente nos miraba cauteloso, y a su lado Alexa me miraba con una sonrisa reprimida. 

—Escúchenme todos bien...—llamó. Su voz se volvió dura, fría y seca. —El o la que se vuelva a meter con ella, tengan en cuenta que se las verán en figurita conmigo, bola de inútiles. Mía no está sola, nunca lo ha estado, ni lo estará jamás. —los ojos de Luke fueron directo a Isaak y siseó: —Yo no soy el tipo de personas que promete mantenerse para siempre y fingir conocer a una persona para que al final se termine yendo como un cobarde vendido.

Después de eso, me llevó con él fuera de la cafetería, quedando en completo silencio. Una vez más me había sacado de una tortura, una vez más me había demostrado que estaba ahí para mí, y una vez más había cumplido su promesa. Luke siempre estaba para mí. 

Al detenernos me di cuenta que nos encontrábamos en el escalón del patio donde lo había conocido y la nostalgia invadió todo mi ser, aquello hizo que un sollozo se escapara de mis labios. 

—Shh...—Luke susurró cerca de mí y la electricidad recorrió todo mi cuerpo. —Te dije que siempre iba a estar para evitar que caigas, aunque creo que llegué un poco tarde.

—Parece que te lo tomaste literal. —mencioné en un tono bajo. 

Él dio una pequeña y diminuta risa causando que yo lo hiciera de igual manera. ¡Ni Dios sabe cómo extrañaba escucharlo reír!

—¡Mierda! Extrañé tanto tu risa. 

Esnifé pasando el dorso de mi mano por mi nariz y miré cautelosa sus ojos. Y yo extrañaba tanto poder verlos a tal distancia, lo necesitaba tanto que aquel sentimiento dolía, quemaba. Sus ojos en ese momento brillaban y me tomé el descaro de apreciar su rostro, sus labios perfilados y rosados con la pequeña cicatriz de un aro y la poca barba que hacía presencia lo hacía ver más hermoso de lo normal. 

—Perdón, perdón...—repetía entre llanto, poniendo mis manos en su pecho, bajé la mirada incapaz de seguir observándolo. —Jamás me arrepentiría de haberte conocido, fue lo mejor que me ha pasado, todo lo que te dije...

—Amor, —me interrumpió tomando con una de sus manos mi mentón. —No hay nada que perdonarte, estabas asustada... y lo estás.

—Creía que alejarme de ti haría todo más fácil, pero fue para peor. —confesé. —Lo siento tanto, por decirte todo eso aquel día. Soy una egoísta que no pensaba en el dolor que causaría para ambos.

—Aunque me digas que me detestas, lo tanto que me aborreces, ten por seguro que te seguiré queriendo, en esta vida y las demás. 

Me odié en ese mismo instante, por no decirle que yo igual y todo lo que él me hacía sentir cuando estaba a mi lado. Luke me abrazó proporcionándome su calor, su seguridad y su protección, haciendo de ese momento uno de los mejores, el mejor. Al momento de enrollar mis brazos en su torso aspiré su aroma natural y lo disfruté con desesperación, pero reprimí un gemido al sentir sus costillas. Había bajado de peso excesivamente, y no pude evitar sentir culpa, sintiéndome aún la más mierda. Y lo era. 

Sus manos, que reposaban en mi cabello, bajar para tomar mis mejillas e hizo que lo mirase directamente a sus ojos azul eléctrico, estos se hacían profundos gracias a las ojeras que reposaban alrededor de ellos haciéndolo lucir cansado de todo. 

—No tienes idea de lo mal que me hace verte así. —admitió en un murmuro. —Mierda, soy tan débil cuando se trata de ti. 

—Te quiero, realmente te quiero. —murmuré. —Yo...

Antes que yo pudiese decirle lo que sentía, me besó. 

No era nada apresurado, era lento, con una sincronización increíble, donde no había ningún roce de lengua, nada de morbo, uno tan ingenuo y cálido, aquel beso que podía sacarte el alma y hacerte sentir la persona más afortunada del mundo. Uno en donde sus labios acariciaban de una forma tan suave los míos tratando de no lastimarme, como si yo fuera el cristal más frágil que pudiese existir. 

Sintiendo sus manos acariciar mi mejilla, di un respingo cuando atrapó entre sus labios el mío, y se mantuvo así por unos segundos, besó la comisura de mis labios. Aún con sus manos en mis mejillas, regresó a ellos y dio otro beso, los acaricio y bajo una de sus manos a mi cintura, ladeó la cabeza procurando que yo tuviese más acceso a él, y así, fue enviando pequeñas sensaciones a mi sistema nervioso, pasé mis manos por su cabello, sintiéndolo áspero y largo, dio un jadeo y se detuvo. No se apartó, pero tampoco siguió. Se mantuvo así, cerca de mí. 

—Tengo miedo—musitó. —Porque tú significas tanto para mí, y trato de ser mejor para ti, en serio, pero al mismo tiempo no quiero ser una carga, ni arrastrarte a la mierda que llevo, no quiero que ames el desastre que soy. No quiero hacerte imaginar que voy a mejorar, no quiero hacerte imaginar algo que no soy, que no seré, no quiero hacerte imaginar un mundo como éste.

Y ahora fui yo quien lo abrazó. Sintiendo el mundo entre mis brazos, detestándome a mi misma por todo lo que había ocurrido, pero dejando en claro todo lo que lo quería. 


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