El karma de Shirley [YA EN LI...

By LBSilva

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EN LIBRERIAS CON LA EDITORIAL MIRIFICAS. Cuando Shirley tenía nueve años creó su primer escrito para un tall... More

Sinopsis.
Aviso antes de leer
1. El inicio de la locura.
2. El no fantasma.
3. ¿Real o no real?
4. Un amigo es una luz.
5. Ratatouille
6. Macrisis
7. F.F.F
8. Como Christian Grey.
9. Despacito.
10. Falsas esperanzas
11. Lengua atada
12. Prohibido nuestro amor
13. Fantasmas en la casa.
14. Farsante.
15. Julian no está, Julian se fue.
16. Espejos.
18. Helados.
19. El tren.
20. Mi reflejo.
21. Frío
22. Todo concluye al fin [Capítulo final 2021]
Epílogo
Nota final.
EL KARMA DE SHIRLEY EN FÍSICO

17. Amante. [+18]

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By LBSilva


[Les recuerdo que este capitulo es para +18 ♥]


Caí en la cama de un momento al otro, de la adrenalina que tenía encima ni siquiera me di cuenta del golpe y reboté en la cama mientras Julian me atrapaba impidiéndome escapar. Ja, como si quisiera. Su cuerpo cubrió el mío como si estuviera hecho a medida y en ese momento no tengo dudas, siento que nada me puede detener. Finalmente, con la luz tenue que nos envuelve, su boca encuentra la mía y nos perdemos en un beso devorador. Nunca había besado así, ni siquiera en ese tipo de situaciones y por un momento creí que nos íbamos a hacer daño. Era desesperación, como si supiéramos que eso era cosa de una sola vez y que íbamos a perdernos. Ese era el punto final, el capitulo que había estado esperando, el desenlace de un gran nudo. Una parte de mi no quería que terminara nunca aquello, pero también lo sentía como una sensación de alivio. O estaba hablando de sexo.

—Esperá, esperá —dije escapando de su boca, a regañadientes porque me encantaba. Me besaba como si de eso dependiera su vida, como si estuviéramos en besando por un sueño y le dieran puntaje—. Si no eres real... ¿no puedo quedar embarazada, no?

Julian se rio a carcajadas aunque ambos sabíamos que la respuesta era negativa. Lo mágico de él es que teníamos muy en claro que cosas no eran reales y cuales si. Ya no preguntaba que sucedía, simplemente sucedía y disfrutaba. Disfrutaba mucho.

Mis manos recorrieron su cuerpo, queriendo tocarlo todo y dejarlo grabado en mi mente para cuando hiciera 2 grados y necesitara calorcito. Era imposible que estuviera tan bueno, que su cuerpo estuviera tan hecho a la medida y luego recordé que era un personaje de un libro.

—Como eres un personaje —comenté mientras le quitaba la camiseta y me reía al volver a encontrarme con su rostro—, tengo grandes expectativas por esta noche.

—Haré lo posible por cumplir —me respondió mientras besaba mi boca una vez más, ahogando una carcajada. Me gustaba jugar con eso, me gustaba entender que podía hacer lo que quisiera.

Yo era un mar de sensaciones, todavía sensible por lo vivido de pie y deseando tenerlo de una buena vez. Julian parecía tener otros planes en su mente, de hecho, me impidió quitarle el pantalón y pataleé como una niña cuando no pude. Lo miré con el ceño fruncido, enojada de manera comida y él solo pudo reírse, encantado con mi expresión. Con esa luz tenue, su cabello le caía por el rostro y me parecía tan perfecto que no necesitaba que me tocara para derretirme. Bueno, tal vez un poquito también.

Un poquito mucho...

—No, eres tú la que recibe placer hoy —me explicó cuando trataba de tocarlo y no lo terminaba consiguiendo. Me detuve ante su comentario y comprendí que Julian quería mostrarme cosas del sexo que no conocía por andar con idiotas y solo escuchar su promesa me emocionó hasta la punta de los dedos.

Dicho eso, no me moví, lo dejé actuar y observé como bajaba su boca por mi cuerpo dejando besos, marcándome, lamiendo y todo ese tipo de cosas que recordaría por varios días. Me besaba las cicatrices, las estrías y las marcas que el jean me había dejado mientras yo me derretía con cada beso. Finalmente llegó a mi entrepierna y me miró, como si tuviera una promesa traviesa en mi mirada. Me quitó la última pieza que quedaba de mi ropa lentamente, besándome mis piernas mientras que lo hacía y llevó su boca al lugar en donde antes habían estado sus dedos.

Deslizó su lengua lentamente, haciéndome estremecer al instante y perder un poco el control de mis pensamientos. Una de mis manos fue hacia su cabello, hundiendo los dedos ahí casi rogándome que no se terminara. Escuché el jadeo salir de mis labios cuando volvió a besarme, haciéndome estremecer lentamente. Pude sentir su lengua acariciándome con experiencia, logrando hacerme delirar en segundos, casi hundiéndome en mi bella almohada que nunca sería la misma. Sentí mi propio cuerpo ansioso de lo que podía darme, queriendo más o todo al mismo tiempo. Me sorprendían mis propios gemidos, porque nunca había vivido algo así y estaba terriblemente perdida. Julian sabía lo que hacía, sabía como besarme, como tocarme y el orgasmo me golpeó violentamente haciendo mi cuerpo vibrar con tanta facilidad que me asustó. Estaba desesperada por ese hombro, con su lengua, sus dedos, sus besos y en estaba entregada a cualquier cosa esa noche. Se podía ir todo bien a la mierda, yo, Shirley, feliz.

—Basta, Julian... —rogué porque él pretendía seguir, no sé cuantos orgasmos buscaba de mi esa noche y yo no sé cuantos estaba preparada para vivir. Notaba mi intimidad sensible mientras él seguía acariciando y tiré de su cabello haciéndolo reír un poco por mi agresividad.

Se alejó aunque sus manos no se movieron de ahí, acariciando y haciéndome soltar pequeños jadeos mientras todavía vibraba en sus manos. Tenía el control de mi, simplemente podía tocarme y hacerme vibrar en ese momento. Estaba tan vulnerable y al mismo tiempo me fascinaba. Era una especie de agonía placentera, que nunca había vivido y quería vivir para siempre. Me observó con una sonrisita, aunque el deseo en sus ojos me mataba por completo.

—Dime que quieres, dime que quieres y te lo daré —soltó sincero, besándome el cuello y dejándome un pequeño mordido en esa zona.

—A ti, te deseo solo a ti.

Me sonrió de lado y me di cuenta que iba a conseguir todo lo que deseaba.

¿Había ganado la lotería?

Estaba totalmente a su merced y Julian lo sabía, lo veía en su rostro mientras se quitaba el pantalón y luego la ropa interior. Suspiré al verlo desnudo completamente y él se rio, siempre divertido por la expresión de mi rostro cuando lo observaba. ¡Es que parecía de mentira! Se volvió a posicionar sobre mi y yo le sonreí de lado traviesa al encontrarse nuestras miradas nuevamente tan cerca. Nunca nos habíamos dejado de mirar, yo había gozado del paisaje y ahora seguía queriendo más.

—La lotería me he ganado contigo —solté divertida y reímos, algo tan normal que me llamaba la atención.

Me encantaba eso, reírme como tonta en ese momento tan tenso en otras relaciones y me di cuenta que también estaba aprendiendo sobre sexo esa noche. Quise borrar todo lo que había vivido antes, quitarlo de mi mente y traer este recuerdo de luz tenue, sonrisas, jadeos y placer. Quería que Julian fuera mi primera experiencia y que limpiara todas las malas. ¿Se podía? No, pero lo iba a intentar.

—¿Qué era lo que querías, señorita escritora? —me preguntó y yo volví a reír, acercándome a él para morderle el cuello, el pecho y dejarle marquitas por donde encontraba. Julian se reía y a veces se quejaba, aunque en ese momento el dolor era sinónimo de placer—. No tengo todo el tiempo del mundo, eh.

—Te quiero a ti, a vos, a nosotros. Hoy, ya misma, por favor y gracias.

La risa nos invadió unos segundos antes de besarnos una vez más, aunque mi beso se detuvo cuando Julian unió nuestros cuerpos lentamente pero con firmeza. Había estado expectante, lo había sentido acomodándose y acariciándome de una manera placentera y aun así no esperaba eso. Jadeé en su boca, sin poder evitarlo y luego me oculté en su cuello, disfrutando por completo la sensación de unión. Se sentía tan bien, como nunca antes, como si fuéramos dos piezas destinadas a unirse cual rompecabezas y me sentí que estaba completa. Totalmente completa.

Julian observó mi rostro, casi preguntándome con sus ojos si estaba todo bien y yo asentí antes de qué lo preguntara, porque no tenía tiempo para parar. No quería parar. Lo quería, en ese instante.

Me aferré a él cuando empezó a moverse en mi interior y creí ver las estrellas cuando me volvió a penetrar con movimientos más firmes. Mi cabeza se fue hacia atrás, perdida y seguramente estaba dando una visión horrible con los ojos casi en blanco y la boca abierta jadeando, pero me importaba una mierda. Por suerte parecía no verme, porque otra embestida llegó hasta que el choque de nuestros cuerpos se unió a los sonidos de esa noche, junto a los jadeos y gemidos que no parábamos de soltar. Lo escuchaba gruñir, que me parecía terriblemente sexy y lo sentía en todos lados. Su boca también estaba en todos lados y sus manos parecían tener posesión de mi cuerpo. Acariciaba mis pechos y tiraba de ellos haciéndome gemir aun más, aunque el dolor no tenía nada que ver con todo eso. Me iba a matar, definitivamente me iba a matar.

Quería tenerlo más cerca y ni siquiera era posible cuando estábamos casi pegados, pero yo no lo entendía, lo atraía hacia mi por la espalda, clavando mis uñas con fuerza y escuchándolo quejarse. Tendría las marcas por mucho tiempo, sobre todo por mis uñas largas. Julian atrapó mis manos, dolido por el daño que le estaba haciendo, y las dejó por encima de mi cabeza impidiéndome tocarlo. Aquello me incentivó aun más, envolviéndolo con mis piernas y queriendo más. Comencé a rogar, casi como un sollozo, que fuera más rápido, que aumentara su velocidad y Julian, siempre tan obediente, empezó a embestirme con tanta fuerza que era una suerte que estuviera lejos del cabezal de la cama porque sino iba a golpearme la cabeza.

No sé como logré moverlo, seguramente él me dio la oportunidad y me sorprendió, porque yo nunca había estado arriba. Estaba segura que me mostré insegura porque Julian logró incorporarse para que quedáramos sentados en la cama. Sus manos me ayudaban a ser yo la que tuviera el control, casi indicándome que movimientos tenía que hacer, pero no lo necesitaba. Lo sabía, era como si cuerpo estuviera al tanto de lo que tenía que hacer para volver a reunirnos. Ya no había palabras, solo era jadeos, mis cabellos en el medio del caos y nuestras bocas queriendo encontrarse, como nuestras manos acariciando la piel que encontraban. El sudor nos invadió y no me importó, como tampoco me importó estar desnuda totalmente frente a Julian. De hecho él parecía estar bien con mi imagen.

Lo empujé por los hombros y cayó de espaldas en la cama, teniendo yo el control por completo. Julian me miró cómplice, dejándome, pero todavía asistiendo mis movimientos porque empezábamos a cansarnos sin poder evitarlo, por más que quisiéramos que aquello sea eterno. Y tomé el control, casi por primera vez en mi vida, perdida en aquella sensación de poder total. Era yo la que daba placer, la que elegía cuando nuestros cuerpos se encontraban y me sentí una especie de Diosa frente a él. Me miraba como tal.

Cuando me acerqué a besarlo, porque no podía ver esa boca abierta lista para mi y no hacer nada, él volvió a dejarme de espaldas contra la cama y de todos modos no me quejé. Me gustaba, cualquier cosa que hiciera Julian me gustaba esa noche. Sus embestidas eran cada vez más fuertes y yo lo sentía dentro llenándome por completo. No podía aguantar más, sentía mi propio cuerpo vibrando desesperado y busqué la mirada de Julian, queriendo decirle que sucedía.

—Lo sé, lo sé —me avisó con la voz entrecortada y guiñándome un ojo, aumentando los movimientos y por un momento me pregunté como podía hablar. Como podía entender que estaba por romperme en mil pedazos cuando no podía ni hablarle—. Yo también.

Alcancé el clímax como si hubiese sido golpeada por una ola y lo disfruté como si fuera eterno, jadeando su nombre casi en un sollozo desesperado. Lo escuché hacer lo mismo, llenándome por completo y dejándome aun más a la deriva. Me envolvía en sus brazos y por un momento creí que podía quedarme así toda la vida. ¿Que importaba todo lo demás?



Sonreí divertida mientras le lanzaba a Julian una almohada en la cabeza y él reía divertido por la tontería que acababa de decirle. Tenía mi notebook en mi regazo y estaba sentada en mi cama mientras comía un budín que Julian había hecho. Sí, además de ser el Dios del sexo también cocinaba muy rico. Nos estábamos burlando de mi novela, riendo sobre el desastre que era y preguntándonos porque había hecho aquello. Yo quería responder que había sido culpa de la sociedad y que me había dejado llevar, pero lo cierto que fui muy infeliz mientras la escribía. Nadie tenía la culpa, yo era la culpable de todo en ese caso. Julian me regaló una sonrisa triste cuando lo comprendí.

Suspiré y miré mi reloj, tenía que irme a encontrarme con las chetas.

—Tengo que irme, se van a dar cuenta que no he dormido nada —expliqué mientras apagaba el ordenador y decidía ponerme de pie para marcharme finalmente de esa jaula que era mi cama junto a Julian—. ¿Que haces cuando no estoy aquí?

—Te espero —admitió encogiéndose de hombros mientras se dejaba caer en la cama y yo por un momento me pregunté si realmente estaba haciendo las cosas bien al tener una relación con él. No podía estar con alguien que me esperaba como una mascota, pero no dije nada—. Portate bien, no como has hecho esta noche.

Me reí mientras saltaba para entrar en un jean incomodo y horrible que me había comprado en algún momento. Con el budín en la boca y lentes que demostraban que no había dormido mucho en la noche, salí para encontrarme con las chetas esperando por mi. Yanina estaba con su cara de malhumor por las mañanas y las demás se mostraban bastante contentas. Me miraron cuando entré y las observé sin entender que sucedía.

—¿Con quien cogiste? —preguntó María José al instante y Giselle comenzó a reírse sin poder parar al darse cuenta que estaba sucediendo—. No puedo creer que fue con el chico de la cafetería...

—¿Quién? —quise saber asombrada al darme cuenta que me habían encontrado un novio en tan poco tiempo.

—El chico que te ayudó la última vez, Shirley, en el corso. Nos llamó para avisarnos que dejaste tu teléfono ¿No le avisaste, Yani? —cuestionó Giselle al darse cuenta que algo faltaba. Yanina siguió mirando hacia delante y nos quedamos todas calladas como ella sin saber que hacer ante su negatividad.

—¿Tiene mi teléfono? ¿Podemos pasar a buscarlo? Sale carisimo un Iphone a estas alturas...

—No pude, me acosté con Mauro ayer.

Todas nos quedamos automáticamente en silencio al comprender que nos estaba diciendo Yanina. El silencio invadió la sala y por un momento no supimos que decirnos. Me sentí culpable, porque yo misma casi había ayudado en aquello. ¿Quería que Yanina estuviera con Mauro? Luego de todas las cosas aprendidas ese día comprendí que en realidad no lo deseaba. La vida no es una novela y Yani tenía que estar con la persona que realmente quería.

—Y no me cuidé.



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¡Capitulo sorpresa! Espero que les haya gustado este capitulo tan onfire que escribí con mucho sacrificio aquella tarde que escribí 10k jaja. Espero que les guste y cuenten que piensan de la novela. ¿LEs está gustando? ¿Que creen que pasará? ¿Cómo llegaron a la novela? Y si les gusta no duden en compartirla, dejarle muchos votos para que siga creciendo y todas esas cosas que les pido de corazón para que la novela pueda crecer más ♥

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