Cuervo (fantasía urbana)

By AvaDraw

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Alexia debe averiguar por qué se está convirtiendo en un monstruo, mientras suspira por el sexy chico gay que... More

Nota
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
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Parte 17
Parte 18
Parte 20
Parte 21
Parte 22
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Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 33
Parte 34
Parte 35
Parte 36
Parte 37
Parte 38
Parte 39
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Parte 41
Parte 42
Parte 43
Parte 44
Parte 45
Parte 46
Parte 47 (I)
Parte 47 (II)
Parte 48
Parte 49
Parte 50
Parte 51
Parte 52 (I)
Parte 52 (II)
Parte 53
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Parte 55
Parte 56
Parte 57
Parte 58
Parte 59
Parte 60
Parte 61
Parte 62
Parte 63
Parte 64
Parte 65

Parte 19

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01:57 * Héctor: vas mañana al botellón?

Solté el móvil sobre la cama, como si me quemara. Me senté, apoyando la espalda en la almohada y agité las manos, nerviosa. El corazón me latía a una velocidad alarmante, pero aun así mi boca dibujó una sonrisa enorme que era incapaz de borrar por mucho que me mordiera los labios. Estaba emocionada: Él me había escrito. A mí. Para invitarme al botellón. A mí.

Me sequé el sudor de las palmas de las manos en las sábanas y cogí de nuevo el móvil. No podía dejar pasar demasiado tiempo antes de contestar o Héctor pensaría que yo era una desequilibrada obsesionada con él que le escribía de madrugada. Él también me había escrito tarde, pero tendría un buen motivo para escribirme a esa hora. Quizá había estado sirviendo copas a algún dios.

01:59 * Yo: sí

¿Sí? ¿Realmente quería ir al botellón con la gente del instituto? ¿Y si lo preguntaba para evitar cruzarse conmigo? ¿Y si había oído que Elena me había invitado y quería impedir que fuera? ¿Y si no? Días atrás me había dicho que teníamos que hablar de algo, pero si aún quisiera hablar me habría escrito un mensaje ¿no? ¿NO?

01:59 * Héctor: ok

¿"ok"? ¿Eso qué significaba? ¿Qué clase de respuesta era esa? ¿Para qué quería saber si iba? ¿Estábamos quedando? ¿Estaba pasando lista?

De entre todas las preguntas que me asaltaron había un tema que me angustiaba especialmente: ¿Y si no sabía que era mi número? ¿Y si me había confundido con otra persona? ¿Y si me presentaba en el botellón y solo recibía indiferencia, o peor, más amenazas por su parte?

Tuve que salir de mi habitación e ir al baño a lavarme la cara para que se me pasaran los nervios. Pero en cuanto regresé a mi cama le contesté, tenía que aclararlo antes de que fuera aún más tarde.

02:05 * Yo: soy Cuervo

02:05 * Héctor: lo sé

Miré la conversación completa en WhatsApp. Tan solo dos líneas antes de que me hablara hoy, Héctor me preguntaba quién era y yo le contestaba "Cuervo".

Idiota, no podía ser más idiota. Clavé las uñas en almohada para evitar gritar de la rabia.

Fui corriendo a la nevera a meter el móvil antes de escribir alguna tontería más. En realidad, fui de puntillas, porque mi tía dormía en el salón y no quería despertarla. De puntillas, pero rápido.

Di tantas vueltas en la cama que la ropa que tenía tirada empezó a liarse con las sábanas y se formó una gran bola de tela que me aprisionó una pierna. Tuve que encender la luz y aun así tardé un rato en conseguir liberarme. El siguiente reto era hacer que la cama estuviera cómoda, dejar solo la almohada, la sábana y la manta. También me costó. Tenía que ordenar, pero cómo iba a hacerlo cuando mi cabeza echaba humo.

Era muy posible que Héctor quisiera que yo fuera a ese botellón. ¿Y si quería vengarse de nuevo? ¿Y si se había enterado de lo de Mario y Álvaro y de algún modo me culpaba por no decírselo? ¿Y si le habían expulsado del instituto por mi culpa, por pegar a Jorge, y quería vengarse?

Fui al baño a hacer pis, y cuando terminé me miré al espejo. Tenía el pelo peor que nunca y ojeras incipientes, y quizá fuera que el cansancio me hacía ver algo borroso, pero me vi guapa. Si el móvil no hubiera estado en la nevera me habría hecho un selfi. ¿Y si Héctor me veía así? ¿Y si quería verme por eso? Al momento recordé que era gay y volví apesadumbrada a la cama. Me tapé, cerré los ojos y caí en la cuenta de un detalle que no había tenido en cuenta: Héctor me había besado.

La sonrisa de boba volvió a mi cara y me llevé dos dedos a los labios. Sí, era gay y me odiaba, pero me había besado. Me había agarrado, me había acercado a él y me había besado ¿Eso cómo se explicaba? Cuando sucedió ambos actuamos como si no hubiera pasado nada, pero pasó. Pasó ¿O quizá no? ¿Me lo imaginé? Maldita agua de Madrid.

No me dormí hasta las cinco de mañana.

Dos horas más tarde, cuando sonó el despertador, odié a Héctor con toda mi alma por mantenerme despierta. Había trasnochado por un chico que me trataba fatal. ¿En qué me había convertido? Me habría odiado a mí misma pero bastante tenía con aquel dolor de cabeza. Hacía frío fuera de la cama así que me arropé y cerré los ojos un momento. Ese momento se convirtió en tres horas. Me había quedado dormida y llegaba muy tarde a clase.

De un salto salí de la cama, me vestí como pude y salí corriendo de casa. Mi tía trató de decirme algo, pero yo no tenía tiempo para sus locuras. Fui corriendo al instituto, con la lengua fuera. No iba a perderme más clases y a darles una excusa para suspenderme. Tenía que aprobar bachillerato de una vez para acabar el instituto y olvidarme de una vez de sus dramas.

Llegué a la puerta de entrada, fui a empujarla y me di un golpe contra ella. Estaba cerrada. Intenté abrirla de nuevo sin éxito. Lo primero que pensó mi cerebro adormilado era que habían bloqueado la puerta para castigarme. No tardé en rechazar la idea mientras golpeaba la puerta y pedía que me abrieran. No hubo respuesta.

Mi móvil vibraba. Pensé que era una alarma, pero no. Tenía tres llamadas perdidas de mi tía y un mensaje.

11:32 * Tía A.: Coge el teléfono 🐲

11:35 * Tía A.: Sé que hoy no tienes clase ¿A dónde fuiste? 🐲🐲🐲

Usaba el emoji de la cabeza del dragón para indicar que estaba enfadada. Era algo confuso porque usaba el emoji del dragón completo cuando estaba contenta.

Me senté en el escalón de la puerta del instituto, derrotada. Estaba enfadada, pero el cansancio no perdonaba y casi me duermo allí mismo.

Mi tía me estaba esperando con los brazos en jarra cuando abrí la puerta.

—Pensaba que había clase hoy —le dije sin mirarla—. He pasado muy mala noche y quiero dormir.

Había temido que no me creyera, pero lo hizo. Me sorprendió aún más que no se burlara de mi despiste.

—¿Por qué has pasado mala noche?

—He tenido muchas pesadillas.

Dormí hasta las dos de la tarde. No es que tuviera tanto sueño, pero cada vez que me despertaba cerraba los ojos y me volvía a dormir para evitar enfrentarme a la realidad.

Mi tía me despertó para comer. Gruñí cuando olí la comida desde mi cuarto, había vuelto a cocinar. Mi vida era un infierno.

La mesa del salón estaba cubierta de trozos de periódico, cola, cartón y pinturas de colores. Había estado haciendo también manualidades. Las apartó para que pudiéramos comer. Esperaba que no lo hubiera mezclado con las salchichas con puré que había preparado.

—¿Un copero se acuesta con las diosas? —pregunté mientras partía el puré con el tenedor. Había quedado muy espeso.

—No, normalmente con algún dios y creo que en exclusiva. Como Ganímedes fue de Zeus.

—¿Y no es delito que Héctor sea menor?

La carcajada que se le escapó pilló desprevenida a mi tía, y se le salió el agua por la nariz.

—Su moral y sus leyes son bastante particulares —dijo cuando se recuperó—. El peor delito para ellos es que alguien desobedezca su voluntad. Imagina. Menuda pandilla de déspotas. Para que te hagas una idea, el Hades, el inframundo a donde van sus muertos tiene distintas regiones, ríos, lagunas, dónde va la gente que ha hecho tal cosa buena, o mala o lo que sea. Total, que el peor lugar de todos, el foso húmedo y oscuro rodeado por un rio de fuego donde se infringen los peores castigos, está lleno de presos políticos.

—¿Cómo?

—Otros dioses o criaturas que se rebelaron contra los dioses más poderosos. Sobre todo, contra Zeus.

Hablaba de Zeus como si fuera súper conocido y yo tuviera que saber quién es.

—Ah, vale. Entiendo —mentí, esperando que acabara la lección.

Torció el gesto y fue a la habitación prohibida, de donde regresó con dos libros gordísimos.

—Tienes que leerte esto ya. Tienes que aprender lo básico.

Miré con horror los libros. Ojeé uno de ellos. No podía tener las letras más juntas ni las páginas más finas. A penas tenía ilustraciones. Si me había decantado por estudiar ciencias fue por tres motivos: el primero para seguir en clase con Alicia, el segundo porque se me daban muy bien las matemáticas y la física y el tercero para no tener que volver a leer libros tochos nunca más.

—Hoy no puedo. Esta noche he quedado con mis compañeros de instituto. Vamos a hacer botellón —mi boca había decidido empezar a sonreír así que tuve que explicarlo—. Anoche me escribió Héctor para pedirme que fuera.

Mentira, no me lo pidió. Pero sonaba tan bien...

—Es una buena oportunidad —murmuró mi tía—, así sabremos qué es lo que le sucede a las once. Tienes que estar con él a esa hora.

—Estaré con él a esa hora —suspiré—. Sí.

—Es gay —me recordó.

—Lo sé.

Pero era cierto que aun así no perdía la esperanza.

—No te hagas ilusiones. No es bisexual. A tu edad es muy raro que un chico bisexual esté con otro chico.

—Lo sé.

Mi oído había escuchado "es muy raro" y mi cabeza lo había completado con "pero no imposible".

—Voy a recoger —negó con la cabeza, se levantó de la mesa y empezó a juntar platos—. Me pone muy nerviosa esa cara de estúpida que se te pone cuando piensas en él.

Fui a mi habitación para encontrar algo que ponerme esa noche. Tuve que hacer espeleología entre los montones de ropa hasta encontrar algo que me abrigara y me quedara bien. Encontré un jersey rojo que se me sentaba de miedo. Lamentablemente perdí la bolsa de los abrigos en la mudanza y la única prenda de abrigo que tenía era el chubasquero fucsia.

Caí en la cuenta de que no sabía a qué hora estarían allí y no quería llegar pronto ni demasiado tarde. Solo tenía el teléfono de Héctor para preguntar y no le iba a volver a escribir si podía evitarlo. Me hice un selfi, lo subí a mi nueva cuenta de Instagram, busqué a Elena y la añadí.

A los veinte minutos ya me había aceptado. Eché un vistazo a su perfil, parecía el de una actriz de lo preciosa y fotogénica que era. Mi selfi en comparación era horrible, y encima al volverlo a mirar me di cuenta de que salía con cara de susto.

Me llegó un mensaje privado.


19:12 * Elena: Cuervi! Vas a venir al final? Di que sí 🙏

19:12 * Yo: sí, al final voy ¿a q hora es?

19:12 * Elena: Geniaaaaal! Hay gente que va a las 8, nosotras 8 y media.

19:12 * Elena: qué te vas a poner?

19:13 * Elena: yo voy a ir de ángel. Mario iba a ir de demonio pero al final se raja, que no se encuentra bien


¿En Madrid la gente se disfraza para ir de botellón?


19:13 * Yo: no creo que me disfrace de nada 

19:13 * Elena: no seas así. Disfrazarse es súper divertido, venga anímate, todas nos vamos a disfrazar, que no te de vergüenza

19:14 * Elena: Voy a arreglarme, te veo a las 8 y media en la puerta del Merca, ok? 😁

19:14* Yo: ok ⭐️


Me duché, usé un montón de acondicionador para desenredarme el pelo, me vestí y me peiné. Mi pelo no quedaba nada mal cuando me lo peinaba.

—¿A qué hora tengo que estar en casa? ¿A las once?

Mis abuelos me pusieron como hora de llegada las diez, menos en las fiestas, que era las dos. Me lo solía saltar, pero mi abuelo no me regañaba si activaba la geolocalización del móvil y le mandaba un mensaje cada media hora. En las fiestas nunca cumplí el horario, pero mis abuelos tampoco.

—¿Cómo vas a estar a la once en casa, alma de cántaro, si es la hora a la que tienes que estar con Héctor?

¿Dónde estaban mis neuronas? Fui al baño a maquillarme lo poco que sabía y mirándome en el espejo recordé algo que me hizo ir corriendo al salón, donde estaba mi tía recogiendo los papeles de periódico.

—A las once me salen las serpientes —dije alarmada—, no puedo arriesgarme a que las vean.

—A esa hora estarán ya muy borrachos. Les parecerá normal.

La miré incrédula.

—Es broma. Aún no entiendes mi sentido del humor.

Lo dijo sin reírse. No, lo cierto es que no captaba para nada su sentido del humor.

—Hoy es Halloween ¿no? —preguntó.

Caí en la cuenta del día que era y por qué Elena se iba a disfrazar.

Mi tía sacó de debajo de la montaña de restos de papel de periódico la manualidad en la que había estado trabajando. Había hecho una docena de serpientes con papel maché y, aunque se notaba que eran falsas, las había pintado de forma muy realista. Había enganchado todas en una diadema. Se la probó y efectivamente, daba el pego. Parecía una gorgona.

—Te he hecho el disfraz perfecto.

Hemos llegado a los 1.500 followers y casi 15k lecturas en Cuervo, así que para celebrarlo y agradeceros vuestro apoyo y amor subo este capítulo un miércoles. Espero que os guste la sorpresa y gracias por todo esto 💕

Este fin de semana POR FIN Cuervo irá al botellón. ¿Tenéis ganas? ¿Quién creéis que irá? ¿Qué pasará?

Ah, tengo una duda... ¿alguna vez habéis ido a clase en festivo por error? (yo sí 😑)

Este capítulo se lo dedico a @NanaLiteraria otra autora (y youtuber) que es un ser de luz recomendó esta historia en Twitter. Gracias 💖💖💖


(como habéis notado soy MUY desordenada publicando, así para aseguraros de saber cuándo subo capítulo seguidme en Twitter o Instagram) 😉

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