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CAPÍTULO 3 🔮 SIGUE SIENDO MI HERMANA
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AURADON
Academia: Habitación de Evie y Mal
Cada vez que la mirada de Mal se desviaba hacia la Isla, lo único en lo que podía pensar era su hermana.
Seis meses sin verla, seis meses sin saber nada de ella.
¿Estaría bien? ¿Seguiría molesta? ¿Cómo se habría tomado todo?
Aproximadamente tres meses atrás tuvo la brillante idea de pedirle a Ben permiso para traer a su hermana a Auradon, una idea que nunca llegó a concretarse por dos razones: Mal no estaba segura de lo que estaba por hacer y... por más que le costara aceptarlo, era evidente que Efica jamás lograría formar parte de Auradon.
Mal a duras penas consiguió cambiar, o bueno, estaba tratando de hacer.
¿Pero Efica? Esa chica tenía serios problemas de comportamiento, problemas que ni su libro de hechizos conseguiría apaciguar.
Evie accidentalmente pinchó su brazo con la aguja que estaba usando para terminar de coser una sutura que Mal hizo a uno de sus tantos vestidos.
La ahora rubia platinado hizo una mueca y soltó un quejido, seguido de su característico resoplido.
Evie también hizo una mueca.
—Lo siento, pero no dejas de temblar Mal.
Tras terminar de decir aquello, la peliazul trató de seguir con su trabajo, pero le fue imposible porque su amiga seguía temblando.
Dejó la aguja y el hilo sobre la mesa más cercana, no seguiría tratando de arreglar el vestido arriesgándose a pincharla de nuevo.
Cuando Evie regresó su mirada a Mal, notó que estaba más distraída que otros días, viendo fijamente en dirección a la ventana más grande la habitación.
Evie se puso junto a ella en un intento por saber que estaba mirando tan furtivamente.
El ceño de la chica se relajó cuando cayó en cuenta de lo que estaba pasando.
—Mal... —la miró con preocupación, colocando su mano sobre el hombro de la rubia.
Ella suspiró y levantó las manos en el aire para después pasarlas por su cara. No podía dejar de pensar en Efica.
Evie apretó los labios sin saber que hacer.
¿Era correcto preguntarle que le pasaba? Con la presión de ser una dama sobre sus hombros, el baile cada vez más cerca y el ahogamiento que le producía la prensa real, Mal estaba fuera de sí. Hasta la pregunta más simple la hacía perder el control.
Finalmente se llenó de valor y, atente a las consecuencias, la de cabello azul habló.
—¿Qué te está pasando ahora, Mal?
—¡VOY A VOLVERME LOCA! —chilló la de ojos esmeralda, dándose la vuelta dramáticamente.
Evie cerró los ojos con fuerza por el aturdimiento que le produjo el elevado tono de voz de su amiga.
—¿Por qué crees que vas a volverte loca? —preguntó manteniendo Evie, esforzándose por mantener la calma.
—Por eso —Mal señaló la ventana.
—¿Te molesta la ventana? —habló sin pensar. Muy mal momento para bromear. Muy malo.
Mal giró la cabeza tan rápido que por un segundo temió haberse roto el cuello.
—¡Evie! —bramó la ojiverde.
—Ya, ya. Fue una mala broma —habló acercándose lentamente a ella—. Es la Isla, ¿no?
—Es Efica —la voz de Mal se agudizó. La rubia sintió que su garganta comenzaba a cerrarse—. Es mi hermana, Evie. ¡Mi hermana gemela!
—Lo sé. Conozco a ambas desde que éramos bebés.
—¡Es mi hermana y la dejé sola en ese horrible lugar! —su voz finalmente se quebró, sin embargo las lágrimas no fluyeron.
—Mal, el maquillaje linda, el maquillaje —se alarmó la peliazul.
Tomó a la rubia del mentón y levantó un poco su cabeza.
Mal sopló su cara con sus manos en un intento por secar sus cristalizados ojos.
—Ahora sí, soy toda oídos.
Evie dio la indicación y Mal, que durante esos segundos trató de regular su respiración, tragó en seco y suspiró una última vez antes de seguir hablando.
—¿Recuerdas la idea de la que te hablé?
—¿La de traer a Effy a Auradon?
—¿De qué otra idea te hablé, Evie?
—Mal.
—Perdón. Estoy muy nerviosa.
—¿En serio? Apenas lo noto.
—Evie.
—Perdón.
—¿En donde estaba?
—Traer a Efica a la Isla...
—Oh, eso... ¿Crees que Ben lo acepte?
Evie tardó en contestar—No sé que responderte, Mal. De verdad me gustaría tener a Effy aquí y sé que los chicos estarían muy felices, sobre todo Carlos, pero no estoy segura.
—Yo tampoco. Si por alguna razón Ben aceptara traer a Efica aquí, tendríamos otro problema. Ella no supo nada de nosotros durante seis meses. La conozco, estos últimos días estuve intentando autoconvencerme de que estaría feliz de verme, pero tu y yo sabemos que no sería así.
—Si no estás segura, entonces quizá no deberías hacerlo. Piénsalo un poco mejor —aconsejó la de ojos mieles.
—No tengo tiempo para replantearme todo de nuevo, Evie. Me tiene de acá para allá con las visitas, los desayunos, los almuerzos, las cenas, los modales, mis estudios-
—En ese caso... —interrumpió antes de que se saliera de control—, usa el sentido común. Efica es tu hermana, ella te adora. Con eso ya te dije todo.
—... ¿Me estás diciendo que traer a Efica a Auradon si es una buena idea?
Evie le dio las últimas puntadas a uno de los tantos vestidos que estaba confeccionando.
—Es una buena idea si tú crees que es una buena idea —la señaló con la aguja y después siguió cosiendo.
Mal no dije nada más. La única pregunta que tenía había sido respondida.
Se sentó al borde de su cama, cabizbaja y con sus orbes verdosos clavados en un punto indeterminado de su vestido.
Quería creer que Efica la recibiría con los brazos abiertos, pero lamentablemente la conocía demasiado bien. Sabía que no perdería la oportunidad de vengarse.
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author's note: El tercer capítulo ah.
Quise subirlo antes pero ya era tarde y encima tenía que corregir las fallas xd.
Es probable que más tarde suba otro.