—Te vi jaja.
—¿Eras tú idiota de mierda? —se escuchaba algo molesto.
—Ya puedo regresar.
—¿Francia es bonito?
—Sí, pero ya es tiempo de resolver algunas cosas. Lo que está por venir me pone ansioso.
—Creo que será un golpe muy fuerte. Soy tu amigo y todo, pero eres muy idiota.
—Tú sabes porque lo hice.
—También que con dinero baila el perro.
—A cualquier persona corrupta dale dinero y hará lo que digas. Siempre he sabido que la vida es una mierda
—Eso sí es verdad. ¿Cual es tu plan ahora? —se sentó en la mesa mientras mordía un lápiz.
—Para serte sincero, no tengo uno.
—¿Es en serio? —sonaba alterado—. Espero sepas lo que haces.
—¿Estás reprobando a tus alumnos?
—Yo no los repruebo, ellos se reprueban solos.
—No has cambiado nada hyung, sigues siendo el mismo.
—Después hablamos, tengo que seguir calificando cosas.
—Te llamaré después.
—Que sea pronto que me esta matando por dentro esto.
—Lo sé, pero no digas nada, yo mismo lo haré.
—Confio en ti —colgó y siguió revisando exámenes.
Estaba riendo por las respuestas que ponían, ¿Quien no sabe qué el Quijote fue escrito por Miguel de Cervantes? Eso se resumía en 3 alumnos, no creía que fuera posible que las personas no supieran eso a nivel medio superior. Siguió revisando y se sentía más aliviado que de 40 solo 3 no supieran, aunque fallaban en cosas básicas. Se acabó su pluma roja y tuvo que ir a buscar más, porque reprobar a sus alumnos no se hacía solo.
—Jihoon —lo llamó su madre.
—¿Sí mamá? —había dos opciones, o le tiraba indirectas para irse de la casa o le pedía que le hiciera el mandado.
—Hijo, vendrán unas amigas. ¿No te molesta?
—¿Otra de tus indirectas para que me vaya de la casa? —mordía la pluma mientras leía.
—No, para nada hijo, ya sabes que amo que vivas conmigo a pesar de que tengas 26 —sonrió de manera incómoda—. Pero estás revisando cosas de la escuela, sabes que son muy escandalosas.
—Ya entendí, regreso en la noche —empezó a recoger sus cosas.
—Traes la cena —se despidió la mujer de Jihoon.
Caminó un par de casas y tocó la puerta esperando a que estuvieran en casa, aunque sabía que siempre había alguien ahí. Midam abrió y entró como si se tratase de su casa directo al comedor a dejar sus papeles para ir al baño dejando a Midam desconcertado porque ni se inmuto a saludarlo.
—¿Quien llegó? —Junghwan bajaba con una toalla en la cabeza.
—Jihoon —se sentó en el comedor y vio que había demasiados papeles.
—¿Qué apuestas a que seguro su mamá le dijo que vendrían sus amigas y le preguntó si no le molestaria ya que el estaba revisando cosas de la escuela? —se estaba secando el cabello.
—La última vez que decidí apostar eso, me hiciste ir en ropa de Mario Bros al trabajo.
—Pero eres psicologo de niños.
—No soy pedagogo amor.
—¿Eso estudias no? —se estaba sacando la cabeza mientras lo veía con los ojos entrecerrados.
—No, siempre olvidas que estudio —se rió porque el menor siempre olvidaba que estudiaba psicología de la salud, pero adoraba eso de él.
—¡Junghwan! —gritó Jihoon—. ¿Por qué tienes aromatizante con olor a canela? Te dije que el lavanda es mejor, el canela hace que huela raro el baño.
—También le he dicho que el brisa de mar es mejor, pero insiste en comprar de canela —Midam estaba leyendo un libro—. Tiene gustos raritos.
—Por algo te quiere —se burló Jihoon.
—Hey, ¿qué insinuas? —bajó el libro mirando con el ceño fruncido a Jihoon.
—Nada —reía mientras hablaba—. Nunca entendí su relación.
—Nadie te está juzgando por tu relacion rara con Jyunhao —respondió subiendo su libro de nuevo.
—Solo a ti te gusta alguien quien es hijo de la persona que te atropelló y te dejo con la pierna rota por casi 4 meses, sin olvidar que tenía una novia plástica y fue demandado por paternidad.
—Pero ganó la demanda —trató de justificarse—. Además no están en derecho de burlarse de mi relación —cruzó los brazos y caminó hacia la mesa—. Prosigo a seguir revisando las cosas de mis alumnos.
—A reprobarlos dirás —se burló Junghwan.
—Es un hobbie —se sentó buscando entre sus papeles las plumas.
—¿Por qué decidiste convertirte en maestro de literatura?
—¿Por qué sigues con Junghwan si te saca de tus casillas?.
—Ya veo —entonces Jihoon se rió—. ¿Te estás burlando?
—Casi 6 años y no entiendo su relación —se veía feliz, no por pensar en ello si no porque estaba reprobando alumnos, era su hobbie después de todo.
—Eso es porque eres tonto.
—Más respeto a tus mayores niño —Jihoon le aventó un marcador.
—Tampoco recurras a la violencia hyung —le regresó el marcador—. Ya no soy un niño, tengo 23.
—Pronto cumpliré 27, puedo decirte como quiera —lo miro de mala manera.
—Yo no opino —Midam se paró dejándolos solos.
—¿Se enojó el anciano?
—¿Por qué le dices anciano? —se empezó a reír Jihoon.
—Me gusta verlo molestarse por hacer chistes de su edad —Junghwan elevó sus hombros con una sonrisa.
—Los estoy oyendo, este anciano aun no pierde el oído —gritó Midam desde la sala.
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—Te llamaremos, ¿está bien? —el hombre se giró en su silla dejando a la vista el respaldo de esta.
—Gracias señor Kim —se retiró de la oficina. Ya era el tercer lugar al que iba a solicitar trabajo, solo se quedaban en promesas que iban a llamarlo.
Exhausto decidió regresar a casa, la cual era la casa de Junghwan ya que aún no se había mudado. Fue recibido por Junghwan y Midam sentados en la sala con un rostro serio, parecían sus padres y que él era el hijo que había llegado después de las 2 de la madrugada a casa después de una fiesta. Aunque de Midam era de esperarse esa expresión, pero del otro no.
—¿Qué pasa aquí y por qué me miran así? —estaba cerrando la puerta mientras mantenía la atención hacia los dos hombres.
—¿Ves ese paquete? —señaló Junghwan al centró de la mesita—. Es para ti.
—¿De quien? —se preguntó estando desconcertado.
—No lo sé, Midam no me dejó abrirlo —se estaba rascando la nuca.
—¿Gracias? —soltó una risa mientras abría el paquete.
—¿Qué es? —preguntó demasiado emocionado—. ¡Una carta! —gritó haciendo que Midam le tapará la boca.
—No grites cariño —habló manteniendo una expresión seria.
—Me alegra que estés saliendo con alguien. Ya era hora de que siguieras con tu vida, estoy tan orgulloso de ti —fingió que se limpiaba una lágrima.
—Junghwan, pero no sé de quién es esto y porque me lo envía a mi.
—¿Qué me asegura que sea verdad? —lo miró con los ojos entrecerrados y se fue acercando a él—. Quizá ya planeas tu boda y no nos has dicho —lo señalo con el dedo índice—. Vas un paso adelante que el anciano, pido ser padrino.
—Hey, ¿cual anciano? —se hizo el ofendido.
—Alto ahí Jung —alejó al menor—. No me voy a casar y no serás padrino de nada.
—Oh —hizo un puchero.
—Amor, no seas tan tú —se rió Midam—. No sofoques a Jeongwoo, quizá es una demanda y tú creyendo que es algo de amor.
—¿Gra-cias hyung?
—Bueno, me voy —tomo su suéter—. Iré a pescar medusas.
—Son las 7 de la tarde y no creo que puedas pescar medusas.
—Lo que sea, iré a hacer algo —tomó las llaves y salió de la casa.
—¿Qué le pasa? —preguntó Jeongwoo.
—Solo está siendo el mismo, no durará ni 5 minutos afuera —tomó un libro.
—¿Tú crees? —asintió y Jeong se puso a contar.
—Regrese —abrió la puerta de golpe con el ceño fruncido.
—Te lo dije —habló bajo Midam y ambos rieron dejando confundido a Jung. Jeongwoo se fue a un lugar más tranquilo o en el que Junghwan no estará de escandaloso.
Decidió abrir la carta con miedo de que fuera una demanda, gracias a Midam, pero no lo era. Era una carta normal, con algunos borrones demasiado marcados. Sintió un escalofrío al ver la caligrafía, esa letra le parecía familiar, pero no sabia donde la había visto antes.
—Haeundae —dijo en voz alta—. ¿Qué hay en Haeundae? —recordaba ese nombre, pero había reprimido tantos recuerdos que solo le causaba ruido esa palabra. Tomó una flor que venía en el paquete y fue a la sala con al esperanza de que cualquiera estuviera ahí.
—¿Y esa flor? —preguntó Junghwan.
—No lo sé, venía en el paquete —Junghwan se empezó a reír—. ¿De qué te ríes?
—Es lo más gracioso que he visto, te mandan un paquete en el cual te rechazan. Dios, no —reía más fuerte y Jeongwoo no procesaba la razón—. Eso es una hortensia azul.
—Oh —se quedó callado—. Ni siquiera sé de quién es esto y ya me rechazaron —comenzó a reír—. Por cierto Junghwan, ¿Te suena el nombre Haeundae? —el menor paró en seco su risa y solo se quedó callado.
—Sí —respondió con un tono serio—. Es una playa.
—Ya veo, gracias —se fue dejando a Junghwan pensando.
—¿Por qué no le dijiste que ahí tuvo su primera cita con Haruto? —Midam no había hablado porque estaba leyendo unas cosas.
—Decidió reprimir algunos recuerdos y es mejor no recordarle lo que no quiere —elevó los hombros.
—Pásame ese libro que está en la mesa, por favor —ignoró ese comentario con éxito ya que Jung le pasó el libro—. Gracias.
—¿Qué tanto lees? Llevas días así.
—Estoy estudiando para así mantener en el futuro a nuestros cachorros —contestó serio y Jung se acercó a golpearlo—. ¿Dije algo malo?
—Eres tonto —se fue dejando a Midam confundido.