Ya 5 años han pasado desde que Haruto había partido, en ese lapso de tiempo todos fueron creciendo con el recuerdo presente de que el siempre fue una persona que luchaba por lo que quiera y daba su apoyo a las personas que más amaban.
Como era de esperarse Junghwan y Midam, ahora vivían juntos, Midam estudiaba una especialidad de psicología mientras que Junghwan era el futuro sucesor de la empresa de su madre además de tener una pequeña cadena de departamentos y hoteles. Por un lado Jihoon y Jyunhao habían decidido darse un tiempo porque Hao quería terminar la arquitectura en su natal Taiwán y Jihoon se dedicó a ser maestro de literatura. Yeongue se casó con una chica que conoció en la ingeniería siendo el primero en el circulo social de Jeong en casarse. Jeongwoo finalmente se había graduado de arquitectura.
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—Creo que debería vivir solo —pronuncio mientras estaban desayunando.
—Hyung, puedes vivir todo el tiempo que quieras aquí —bajó su taza de café.
—Cariño, creo que debes dejarlo tomar sus decisiones. Tiene 25 años —fue interrumpido porque le pusieron la mano en la boca.
—Midam —habló entre dientes—. Guarda silencio.
—Tiene razón. Te agradezco que me hayas aceptado aquí, pero esta casa me trae muchos recuerdos —se rascó la nuca.
—¿Por qué no empezaste desde ahí? —Junghwan apuntó con su dedo—. Entonces te daré esto —se paró dejando a ambos solos. Estaba buscando en los cajones algo y parecía desesperado porque estaba abriendo y cerrando de forma rápida.
—¿Qué trae? —Jeong estaba confundido, nunca terminó de comprender al menor.
—No lo sé, es raro a veces —sonrió un poco mientras leía un libro—. Espero nunca cambie.
—¡Lo encontré! —gritó mientras se escuchaba que bajaba las escaleras. Tenía unas llaves en sus manos—. Toma.
—¿Qué es esto Junghwan?
—Son unas llaves. Quiero regalarte un departamento, sé que no es muy grande, pero quiero dartelo. Lo único que harías sería pagar los servicios
—¿Y la renta? —se veía exaltado.
—Soy el dueño, no hay que pagar nada. Sería raro que mi salario sale por SJH y yo lo invierta gastando en SJH —se rió un poco—. Tómalo como un regalo de agradecimiento por cuidar a bola de nieve estos años —bola de nieve era el gato que tenían. el cual Jung tenía en sus piernas ahora.
—Acepta Jeongwoo si no quieres que empiece su tortura china —Midam habló colocando sus audífonos, Junghwan lo miro feo—. Digo, a insistir.
—¿Por qué te pones audifonos? —susurró Jeong.
—Porque es molesto cuando hace eso, lo amo, pero tambien amo mi tranquilidad —Midam solo se calló porque Jung los miraba a ambos con los ojos entrecerrados.
—¿De qué hablan? —se cruzó de brazos, Midam solo rió y Jeong sentía tremendas ganas de orinar.
—De nada amor —respondió mientras ponía su cabeza en la mesa.
—¿Entonces hyung? ¿Aceptas? —ignoró a su novio y regresó a la anterior conversación.
—Está bien Junghwan —gritó de felicidad y abrazó al chico recibiendo una mirada con el ceño fruncido de Midam.
—¡Midam! —le gritó haciendo que se exaltara un poco.
—Tampoco me grites. ¿Qué pasó amor? —se estaba preparando mentalmente para lo que sea que Junghwan iba a decir, ese hombre era impredecible.
—Ya aceptó —se acercó un poco a él—. Ya podremos hacer el delicioso cuando sea —casi gritó. Midam solo le tapó la boca con su mano mientras tenía una sonrisa nerviosa y expresión de sorpresa.
—Fingiré que no escuche nada —Jeong rió incómodamente—. Usen protección.
—Junghwan, te amo pero no seas tan imprudente —se dio un zape en la frente mientras que el nombrado se acercó dándole un abrazo.
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—Deberías pedirle matrimonio —Junghwan se había ido a la tienda a comprar algo dejando a Suni y Midam solos. La mujer de vez en cuando iba a visitarlos.
—¿Podría repetir lo que dijo? —casi se ahogaba con el agua.
—No te hagas, si escuchaste bien claro lo que dije —estaba riendo la mujer.
—Es muy pronto para eso, ¿no cree? —se notaba nervioso, pocas veces en su vida se sentía así.
—¿Casi 6 años de relación es poco? —lo dijo en tono burlesco y Midam solo asintió.
—Ok, no me siento preparado para dar ese paso tan grande con él —tomó rápido el agua.
—Vivir juntos es un gran paso —hablaba con la boca llena, después de todo había demasiada confianza.
—Es diferente. No lo sé —se rascó la nuca—. Tengo que pensarlo bien, es una gran decisión.
—Midam. ¿No crees que has tomado decisiones grandes antes? ¿Te recuerdo cuando casi arriesgaste tu carrera por Junghwan? —sonrió la mujer mientras él se sentía más nervioso—. Tienes 27 años, se que sabes muy bien lo que quieres y a quien quieres.
—¿Y si me dice que no? —soltó esa espinita que sentía finalmente.
—¿Junghwan? Ese seguro está esperando a que se lo pidas —se empezó a reír nuevamente—. Puede que esté un poquito loco, pero no creo que te diga que no.
—Bueno, pero creo que aun no es momento de pedirlo —se relajó finalmente—. Y lo de poquito no lo creo. Al final de cuentas lo amo por como es.
—Por algo te escogió —sonrió la mujer—. ¿Sigue igual de imprudente?
—Sí y también impredecible, nunca sé qué puede decir. Un tiempo use pijama de Bob Esponja y el lo menciono en una reunión de la facultad.
—Cuando era niño mencionó que cartas tenía cuando estaba jugando con mis amigas al poker.
—Espero nunca cambie —sonrió mientras se servía agua.
—Cambiando de tema. ¿Donde esta Jeongwoo?
—Buscando trabajo —volvió de nuevo a mantener su expresión seria de siempre—. Ya se quiere independizar. Por mi no hay problema que viva con nosotros, pero Junghwan era quien no lo dejaba irse.
—Para ti nunca hay problema con algo, por eso me agradas —agarró una manzana del frutero—. Eres muy abierto a las decisiones que Junghwan toma, realmente lo amas y eso me alegra.
—¿Eso es un incentivo para que ya me decida en pedirle matrimonio? —Suni asintió y Midam solo se tocó las sienes—. Lo normal sería que usted no quisiera que yo le pidiera matrimonio a su hijo.
—Ya está grande y tu eres perfecto para él —se rió un poco—. Ya lo escucho llegando —era cierto, estaba llegando de la tienda cargando unas cosas. Suni lo mandó a comprar cosas que realmente no necesitaba, pero sabía que tardaría en buscarlas y eso le daría tiempo suficiente para hablar con Midam.
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—¿Qué haces?
—Justo ahora busco departamentos o alguna casa, lo que esté a mi alcance. Mamá me tira indirectas para que me vaya de casa.
—Busca uno espacioso como para dos personas —Jihoon se quedó callado unos momentos—. ¿Dije algo malo?
—No, has dicho lo que quería oír, pero como siempre te adelantas —estaba dando brincos.
—¿En serio? ¿Hasta por teléfono me regañas por ser, segun tu, un adelantado? —se estaba riendo.
—Sí. Yo iba a pedirte que te mudaras conmigo cuando terminarás la carrera —sonaba como una señora regañando a su hijo—. Pero como siempre te crees toretto, te adelantas
—Siempre voy un paso adelante jaja.
—Sí. Bueno, te llamo luego, que creo que encontré uno perfecto.
—Está bien, te cuidas.
—Igual, no mires chicas plásticas por ahí —dijo en tono burlesco.
—¿No los superas?
—Jamás, nunca superare que preferias a una plástica que tremendo hombre que tenías frente.
—No me has visto entonces jaja.
—Tú eres la mejor obra de arte que en mi vida he visto y creeme que leí las hermosas obras de José de Espronceda.
—Haré como que entiendo, bueno, adios que tengo que ir a clases. Te amo.
—También te amo y luego te explico a qué me refiero —colgó mientras se reía. Entonces volteo encontrándose con personas a su alrededor, pero nada le pareció extraño hasta que en la multitud vio una mirada que le resultaba demasiado familiar que le dieron escalofríos.
Esa sensación no se le quitaba, volteo de nuevo y esa persona cuyo rostro tenía tapado a la mitad, estaba mirándolo, al percatarse de ello se fue dejando a Jihoon con escalofríos y confundido.
—Esa mirada. ¿En quien la he visto antes? —se preguntó mientras entraba al edificio a pedir informes. Ahí fue cuando notó que era uno de los edificios de Junghwan—. ¿Me harán descuentos si soy soy amigo del dueño? —se cuestionó a sí mismo mientras iba directo a recepción.
—Buenas tarde. ¿En qué puedo ayudarlo? —el hombre le pareció familiar.
—¿Jaehyuk? —el chico asintio y Jihoon sonrio—. Cuanto tiempo sin verte.
—¿Cómo has estado? —preguntó con una sonrisa.
—Bien, trabajando duro pero ya que le hacemos —lo dijo como si fuera un señor.
—¿De qué trabajas?
—Soy profesor de literatura.
—Era de esperarse —se rió mientras buscaba algo—. ¿Quieres informes?
—Sí. Mi mamá me tira indirectas para que me vaya de la casa.
—Ay no jaja. Tu madre debe ser demasiado agradable —tecleaba cosas en su computador.
—La verdad.