No podía creerlo, era lo que menos esperaba ver. ¿Por qué Rebe estaba besando a su ex? se supone que ya no tenían nada.
Sentí como mis ojos se volvían acuosos, di vuelta atrás, no quería seguir viendo.
Camine rápido sin fijar mi vista al frente, por lo cual choque con alguien.
—Fíjate por donde caminas—Rezongué, sabía que la culpa era mía, pero estaba enojada con el mundo.
—¿Sara? ¿Por qué estás llorando? —a quien menos espere encontrar es a Alexa, ¡¿qué diablos hace aquí?! acaso es una conspiración contra mi.
—Tengo alergia, nada más. ¿Qué haces aquí?—pregunté. Esta no es su clínica.
—Vine a colaborar en un caso, pero acabo de terminar. Y tú, ¿qué haces aquí?
—Supe del accidente de la señora Valería y vine a ver si necesitaba algo mi jefa—mentí a medias.
—Entiendo. Pero la vi algo ocupada—mencionó en tono molesto.
—Sí, pero olvide que tengo mucho trabajo, así que regresare y vendré en otro momento.
—Puedo llevarte, de esa manera conversamos un poco—ofreció
No estaba de ánimos, pero Alexa siempre ha sido sincera conmigo, se merece mi cariño.
—Claro, encantada—le brinde una sonrisa amable.
Cualquier cosa con tal de salir inmediato de este espantoso lugar. Algo me decía que entre ellas existía algo, pero me negaba a ver, lo suyo no funcionó por un mal entendido, y ahora que lo solucionaron podían hacerlo, aunque se negaran a aceptarlo.
Salimos, como siempre se acercó primero a abrirme la puerta del auto.
Mis pensamientos estaban muy lejos, no escuchaba ninguna de las palabras que me decía Alexa, aún no puede salir de mí, la imagen de Leo y mi jefa besándose, cada que recuerdo mi pecho se oprime, es un dolor que no había sentido antes.
—Todo el camino has estado muy pensativa y sé que no prestaste atención a mis palabras—mencionó, cuando estaciono al frente de la oficina.
—Lo siento, no ha sido un buen día—confesé.
—Si me permitieras estar a tu lado, trataría de siempre hacerte sentir bien, te ofrecería lo mejor de mí solo para ti—habló, mientras tomaba las manos
Estaba tan dolida, sin mis ideas claras, y no sé si estaré haciendo lo correcto pero...
—Está bien, te daré la oportunidad que me pides. Siempre has estado para mí y acepto a la pregunta que me hiciste en casa esa noche.
Su sonrisa se ensanchó, tomó mis mejillas, acercándome y brindándome un tierno beso.
—No te defraudaré, seré la mejor novia, la mujer que mereces—susurro cerca de mis labios. Solo pude asentir.
Rebecca Pov
Termine de comer, y regresé al hospital, rogaba al cielo que Valería no tenga nada grave, mucha tragedia ha tenido mi vida para sumarle una más.
—Hasta que apareces, te he buscado por todo el hospital—habló, Leo, no me había percatado de su presencia.
—Fui por algo de comida—respondí
—Sí, se nota. Tienes algo entre los dientes—se burló
—Tonta
—Es enserio. No te muevas—se acercó mucho a mí.
—¿Qué haces? —me tomo por sorpresa su cercanía.
—No pienses que te voy a besar. Abre la boca te sacare lo que tienes —la mire sorprendida— No me mires así que en la Universidad siempre lo hacía.
Sonreí porque así era, ella se encargaba de limpiar cualquier resto que quedara, era raro. Aunque le decía que no era necesario igual lo hacía.
—Pero cualquiera que lo viera desde otro ángulo pensaría que nos estamos besando—acote
—Que importa. No hay nadie conocido aquí. Listo.
—Gracias por tu ayuda—sonreí. Se me vinieron a la mente nuestros momentos juntas, algo que nunca más volverá a pasar. Mi amor por Sarita es mayor.
—A la orden siempre
—Respuesta de abogada—bromee
—Tonta. ¿Sabes algo de tu esposa?—preguntó, no se sentía bien esa palabra, hace mucho deje de sentirla como mi esposa.
—No, acompáñame a buscar al doctor, ya es hora de tener resultados.
Una parte de mí quería saber pero otra parte no, es como si tuviera un presentimiento, y al momento de saber la verdad, no me gustará.
—Mira, él es—alcanzó a verlo Leo
Nos apresuramos para poder alcanzarlo.
—Doctor, buenos días —salude cuando lo tuve cerca
—Buenos días, justo la estaba buscando.
—Pues aquí me tiene —replique
—Llamé a una colega para que realizara los exámenes correspondientes. Está especializada en neurocirugía. Por los traumatismos que sufrió debíamos asegurarnos que no dejaran secuela.
—¿Y qué pasó?—me tenía en ascuas
—Por fortuna no hay ningún daño cerebral, pasará unos días más en observación, pero se recuperará por completo. Más tarde se permitirán las visitas, así podrá entrar a verla.
—Muchas gracias por todo, doctor—Sonreí, feliz por la noticia.
Fue un alivio escuchar aquellas palabras, todo iba mejorando, podía ver la luz al final del camino. Me alegraba por Valería, pero más estaba contenta por mí. Sara me estaba esperando y por fin podría demostrarle todo mis sentimientos hacia ella.
—Bájate de esa nube—escuche, y rodé mis ojos. No me deja soñar despierta.
—No molestes—gruñí
—Amargada. ¿Y ahora que harás?
—Lo primero, ir al departamento me urge un baño.
—Me di cuenta—bromeo. Golpee su hombro, esta faceta de Leo me gustaba.
—Diría lo mismo, pero no soy mal educada—Fastidie— De ahí, debo volver a la oficina, no quiero acumular mis responsabilidades.
—Te falto la más importante—insinuó. Fruncí mi ceño sin entender.
—Ver a Sara—guiño un ojo. No pude evitar sonreír, por supuesto, moría por verla.
—Tienes razón. Gracias por todo, nos vemos después.
—Siempre estaré para ti, Becky. Espero recibir buenas noticias de ustedes dos, y la invitación a la boda—volvió a molestar. Solo negué con mi cabeza y me marché.
Tenía tanta euforia por lo sucedido, que el tiempo se me pasó volando. Ya estaba conduciendo a la oficina. Mi corazón estaba más acelerado de lo normal, guardaba expectativa para mi encuentro con la chica de ojos color cielo, tarareaba la canción que se escuchaba en la radio, ese era mi grado de emoción.
Estacioné en mi zona de parqueo, y camine presurosa al ascensor, no me importaba que me vieran en esa actitud, hoy no, hoy era mi día.
Llegué hasta mi planta, lo primero que hice fue buscar con la mirada a Sarita, necesitaba verla. Y sí, la descubrí muy concentrada en unos papeles, me quede recostada en la pared, admirándola como si fuera una deidad, digna de rendirle pleitesía. Su cabello, sus labios, sus gestos, para mí era perfecta, simplemente perfecta.
—Esto puede ser considerado acoso laboral—escuche una voz atrás mio. Lau, no podía ser nadie más que ella.
—No empieces
—¿Qué haces escondida? Acércate y bésala ya, lenta.
—Yo no soy así—me defendí
—Ni sii isi. Eres lenta, aunque es raro—divago
—¿Qué?—pregunté
—Pensé que vendrían juntas—no entendí lo que trababa de decir.
—Era imposible
—Ella fue a verte al hospital—comento
—No, nunca la vi allá. Estás equivocada—replique
—Pues, me dijo que iría a verte, tal vez, tuvo otra diligencia.
—Quizás, me hubiera encantado verla.
—Bueno, ahora la tienes a unos metros. Ve por ella y que no se escape—sentencio
Solo me reí, y de a poco fui acercándome a su escritorio. Trataba de ocultar mi sonrisa, pero me parecía imposible estaba tatuada en mi rostro.
—Hola—salude. Sé que es muy tonto, tenía que decirle algo más.
—Buenas tardes—pero el tono de ella fue peor.
—¿Cómo estás?
—Bien. Aquí tiene los papeles que debe firmar—no entendía porque estaba siendo tan cortante conmigo. No le he hecho nada.
—Segura... ¿qué estás bien? ¿Podemos volver a salir hoy? Creo que necesitamos hablar—exprese.
—No puedo, hoy saldré con mi novia.
—¿Novia?
—Sí. Alexa Sullivan—respondió tranquilamente.
Fue como un balde de agua fría, sentí que mi corazón ralentizó sus latidos. Me quede ahí frente a ella, sin poder pronunciar palabra alguna, jamás espere una respuesta como esa.
Pensé que me esperaría...
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