35

11.8K 858 88
                                    

—Sara, yo... N-no sé —Intenté justificar nuevamente, pero me interrumpió antes que siguiera tartamudeando.

—No diga nada, esto lo quería al igual que yo— afirmó.

Yo solo podía verla a esos ojos que son mi fuente de luz y a la vez de perdición. Aquellos ojiazules que me hechizan y dominan haciendome cometer actos como el que estoy a punto de realizar.

La tomé del rostro, volviendo a tomar como cautivo sus labios que se mantenían rojos e hinchados por lo previos besos que nos habíamos dado.
Profundice en mi acto de valentía, llevando mi lengua al encuentro con la suya, iniciando un juego entre ellas, saboreando su sabor; no pude quedarme quieta y lleve mis manos al inicio de su blusa, entrometiéndome por su interior, acariciándo su suave piel, sentí como se estremeció entre mis manos, pero no pare, guíe mis manos por su vientre cuesta arriba, las yemas de mis dedos rozaban delicadamente su esplendor. Por su lado, sus manos se mantenían en mi rostro, sosteniéndolo para que no se alejara, aunque es lo último que pensaría en hacer.

Lleve mis traviesas manos a su espalda y la apreté contra mí, logrando que un sonoro gemido saliera de sus hermosos labios.
Quería sentirla totalmente junto a mí, que nuestros cuerpos se hicieran uno solo, que los latidos de nuestros corazones se combinaran, y se pueda escuchar un solo latido. Dejó mi rostro y llevo sus manos a mi espalda tratando de alzar mi blusa, no había caído en cuenta que estaba con pijama. Eso quiere decir... que Sarita ¿me desvistió?
Me aleje de sus labios de improvisto, me miro sin entender.

—¿Tú me desvestiste?— sé que es una pregunta absurda para el momento, pero quería escucharlo de sus labios.

—Y ¿quién más lo haría?— preguntó. Odio cuando responden con otra pregunta.

—Hmm... Alexa— solté. Se sonrió, como si hubiera escuchado un chiste.
No la había soltado aun, así que estaba pegada a mí mientras sonreía. Me quisiera quedar toda la vida de esta manera.

—Lo hice yo. ¿Contenta?— respondió. Asentí antes de hablar.

—Y... ¿te gustó lo que viste? — insinúe. Esta no soy yo, es el alcohol.

—Lo que se ve no se pregunta— susurro. Llevándose mi labio inferior entre sus dientes.
La Sarita coqueta y desinhibida me empezaba a hacer flaquear todos mis sentidos.
Quede absorta con lo que había hecho, volvió a tomar mis labios otra vez y continuamos con nuestro juego. Acariciando lo que más podíamos.

Mis manos volvieron a entrar por debajo de su blusa, pero esta vez subí hasta sus pequeños senos, los tome dando suaves masajes en ellos por encima de su sujetador. Los gemiditos que soltaba en mi boca me estaban volviendo loca, en un impulso, la lleve caminando hacia atrás, hasta chocar contra la pared, ya no había vuelta atrás, necesitaba desesperadamente sentir por completo a mi chica ojos color cielo.

Saque su blusa, dejando expuestos sus pechos cubiertos por esa pequeña tela, los miraba con expectación y jadeante por la falta de aire. Alce mi mirada para ver aquellos ojos de pupilas dilatadas, Sara quería lo mismo que yo, sus ojos, su cuerpo no podían mentir. La presioné contra aquella pared posicionando mi muslo derecho entre sus piernas, se le escapo otro gemido maravilloso.
Mi boca se dirigió a su cuello, quería probar esa parte de su piel, su aroma me enajenó; huele a dioses, se restregaba a mi cuerpo, intentando calmar todo lo que se estaba acumulando en su ser.

—Tú me dices cuando pare... Aunque no sé si seré capaz de hacerlo—Susurre a su oído, antes de darle una pequeña mordida.
Sus manos se aferraron a mi espalda, seguí torturando su piel con suaves caricias, succionaba partes de el sabiendo que tal vez dejarían huellas, pero por ahora no importaban.

Me arriesgue a desabrochar su brasier, lo hice sin dejar de ver sus ojos primero, quería observar cuál sería su reacción, lo desprendí de su cuerpo, no me atrevía a mirarlos todavía, no hasta que esté muy segura que es lo que desea Sara.
Quedé anonadada, cuando fue ella que tomó mis manos y las posesiono encima de sus pechos, sonreí abiertamente, bajando la mirada, para encontrarme con sus gloriosas pequeñas montañas. Las amase con ternura, si sería la primera vez de ella, debía ser inolvidable, me acerque para besar su labios, mientras continuaba dándole amor a esa parte delicada. Mis besos se encaminaron por su mentón, recorriendo su garganta hasta llegar al canalito de sus senos.
Los gemidos que emitía eran como coros musicales para mis oídos, nunca había querido hacerle tanto el amor a una mujer, como lo quería con Sara.
Mi boca tomó uno de sus senos, dándole sutiles lamidas, no me perdía de ninguna de sus expresiones, todo el tiempo miraba su rostro, mordí la puntita de su pezón haciendo que soltara un audible quejido, continúe con el otro brindándole el mismo trato que a su compañero. Baje un poco más, su respiración jadeante se denotaba en su vientre que se sumía y sobresalía rápidamente. Deje besos húmedos, en cada parte de el, me arrodille quedando a la altura de su pantalón de chándal negro, mis manos se establecieron en los costados de él, volví a entrelazar mi mirada con Sara, pidiendo permiso para seguir.

Solo asintió y tome valor para continuar.

Baje un poco, descubriendo el inicio de su monte de venus, me acerqué para regar mis besos en aquella parte dócil y clara. Sentí temblar a mi chica, paré con lo que hacía.

—Sara, si no quieres... Yo, puedo...

—¡No!— interrumpió— Quiero... quiero que me haga suya—jadeo
Escuchar sus palabras me encendieron a mil. Empecé a bajar más su pantalón, descubriendo por completo su intimidad, la cual estaba cubierta por una tanga color vino tinto, que contrastaba maravillosamente con su blanquecina piel. Volví a repartir besos, baje un poco su interior dejando visible el inicio de su centro, sus manos se posaron en mi cabello, desordenándolo, se encontraba completamente extasiada.

Termine por bajar su ropa, me encontré frente a frente con su divinidad, sonreí, no se el porqué pero lo hice. Empecé a esparcir pequeños besos, intentando darle seguridad a Sara, ella abrió sus piernas un poco más, sin pensarlo hundí mi lengua en su intimidad, agarró con mayor presión mi cabello, no podía dejar de gemir al sentir mi lengua jugar con su centro, ¡diablos! su sabor era exquisito, inigualable.
Tome su botoncito de placer con mi boca, ofreciendo suaves caricias, besos, sin llegar a ser brusca, solo quemando su interior porque así debía sentirlo, su cuerpo debe estar en llamas a punto de explotar. Abrí sus pliegues para tener mejor acceso, sus gemidos resonaban en el departamento, lo estaba disfrutando mucho. Continúe atormentando su pedacito de carne, hasta que se tensó, y gruñó con fuerza.

Había logrado que Sarita tuviera su primer orgasmo, su primer orgasmo con una mujer.


Buenasss.
Lo , he desaparecido por algunos días, pero no era yo, era mi mente.
Tal vez a algunas no les guste la idea, pero Rebe y Sara lo querían, no tengo nada que ver en esto.

Gracias por la paciencia, y perdón por el intento de smut, este no es mi fuerte.

Espero no perderme tanto. Besos y que disfruten.

Pdta.:  Comenten si quieren que incluya mas smut o no.

Pdta. de la pdta.: Si les gusta voten o dejen algún comentario, mi mente se los agradecería.

El amor no conoce de géneros (Historia Completa En Amazon)Where stories live. Discover now