El karma de Shirley [YA EN LI...

By LBSilva

98.8K 11.8K 3.5K

EN LIBRERIAS CON LA EDITORIAL MIRIFICAS. Cuando Shirley tenía nueve años creó su primer escrito para un tall... More

Sinopsis.
Aviso antes de leer
1. El inicio de la locura.
2. El no fantasma.
3. ¿Real o no real?
4. Un amigo es una luz.
5. Ratatouille
6. Macrisis
7. F.F.F
8. Como Christian Grey.
9. Despacito.
10. Falsas esperanzas
11. Lengua atada
12. Prohibido nuestro amor
14. Farsante.
15. Julian no está, Julian se fue.
16. Espejos.
17. Amante. [+18]
18. Helados.
19. El tren.
20. Mi reflejo.
21. Frío
22. Todo concluye al fin [Capítulo final 2021]
Epílogo
Nota final.
EL KARMA DE SHIRLEY EN FÍSICO

13. Fantasmas en la casa.

1.7K 309 83
By LBSilva

 Seguimos a Gisella hasta los probadores y encontramos a la novia en el suelo, totalmente vestida con aquel vestido blanco que cualquiera podría matar por meterse adentro. Obviamente el suelo era una alfombra rosa perfecta en la que uno podía dormir, pero para Yanina seguramente era terrible estar de ese modo. Miré a las chicas sin entender qué era lo que estaba sucediendo y María José, siempre la madre de todas esas tres, la ayudó a ponerse de pie y a salir de ese pequeño lugar en donde estaba escondida. Caminamos con ella hasta un sillón enorme en donde habíamos estado sentadas y apareció la modista, buscando explicaciones. Las tres la fulminamos con la mirada y desapareció para dejarnos tranquilamente con Yani.

—¿Qué pasó, Yani? —quise saber, preocupada como las demás, aunque siendo la primera en hablar.

La chica comenzó a llorar desolada y me hizo entender que lo llevaba haciendo desde que estuvo sola. Gise le acariciaba el cabello con cariño, tratando de calmarla aunque todos sabíamos que lo mejor que podía hacer era descargarse. Lloró por unos largos minutos en los que nosotras nos hicimos miles de preguntas, pero aun así no soltamos una palabra. Estábamos ahí para ella, para cualquier cosa que le sucediera. Me sorprendía mi misma sintiendo esa conexión con Yanina, cuando hacía unos días ni siquiera le hablaba, pero vi una persona indefensa y no pude evitar quererla.

—No quiero casarme, no así —sollozó de la nada y todas nos quedamos sorprendidas. Finalmente hablaba, pero no sé si era lo que queríamos escuchar. Era Yanina desgarrándose, confesandonos algo que no sabíamos, algo que no entendíamos—. No puedo... no puedo casarme cuando no dejo de pensar en Mauro.

La observé pensando que extraño era todo, que difícil era el mundo cuando teníamos un pasado que nos acosaba. Teníamos materias sin rendir, pendientes por las que no podíamos avanzar y yo sentí que Yanina tenía que cerrar vínculos para abrir otros. Lo decía de ese modo porque había aprendido o, mejor dicho, Julian me había enseñado. Me había demostrado que la manera de borrar recuerdos malos eran creando nuevos y tuve la necesidad de decirle todo aquello. Era yo, la escritora joven, que estaba arruinando cualquier idea de historia romántica.

—Tenés que hablar con Mauro, Yani. Tenés que cerrar todos los capítulos que dejaste abiertos —le expliqué con tranquilidad, de rodillas en el suelo porque así podía verla mejor—. Cuando veas que el pasado es solo eso, pasado... podés volver. Sino no puedes empezar una novela cuando tenés otra abierta y en la que no dejas de pensar.

—La vida no es una novela, Shirley —me respondió María José de la nada, como si hubiese tocado algún tema en especial que a ella no le gustaba—. Yanina tiene un compromiso con su novio. Se comprometió con él y tiene que casarse. No puede simplemente irse y dejarlo todo. Eso es lo que hacen las cobardes.

Wow, golpe bajo. Me quedé mirándola sorprendida, porque entendí que hablaba de muchas personas y en ningún momento de su amiga. ¿Que quería? ¿Quería que le diera la razón? Estaba muy equivocada, no iba a hacer eso. Miré a Yanina, que nos observaba sin saber que hacer y luego a Gisella, que casi me rogaba con la mirada que no iniciara la guerra que llevaba tiempo postergando. Con Jose era siempre así. A veces mal, a veces bien. Siempre preparada para la guerra, nunca dispuesta a bajar el hacha.

—Tiene que aceptar para avanzar. Eso es lo que estoy diciendo —aventuré a decir con firmeza, esperando que me entendiera, que se diera cuenta que no se trataba de nosotras, sino de una persona que sufría—. No tienes que estar con él, Yani. No tienes que acostarte con él o algo asi. Solo hablar.

—No puedo hablar con él... —me explicó mientras se secaba las lágrimas y notaba cómo el maquillaje quedaba intacto—. No puedo... solo verlo me destruye. Yo siempre he sido capaz de todo. Construí amistades, soy la mejor estudiante, pude hacer todo lo que quise... pero Mauro es mi... mi caso pendiente. Nunca pude arreglarlo.

Quise decirle que la gente no se arregla, que la gente se rompe y se va manejando así, rota. Pero Yanina parecía que creía que Mauro era su proyecto que no había podido solucionar. Hice una mueca, sin saber qué decirle porque se notaba que era parte de su personalidad ser así y yo no podía hacer otra cosa más que tratar de calmarla. Gise no hacía nada más que peinarla y de arreglar lo arrugado que estaba quedando el vestido.

—Tu novio te ama, Yani.

—Claro que no, Gise —le respondió resoplando y soltando un quejido desde su pecho, con angustia—. Él solo quiere casarse con alguien con plata y linda para mostrarme al mundo. Y yo quiero hacer lo mismo. Quiero demostrarle que soy la mejor a todos, que soy hermosa y que puedo con todo.

—No puedes olvidar a tu ex, así que no es del todo cierto —me atreví a decir y Yanina dejó de llorar. Me asusté por lo que podía llegar a decirme y en cambio levantó la mirada para observarme. Maria José se quedó en silencio sorprendida y me di cuenta que la había cagado. Como siempre, Shirley, siempre cagandola. Gise iba a decir algo cuando Yanina levantó su mano para detener su palabrerío insoportable—. Quiero quedarme sola con Shirley.

Ay. Además de cagarla iba a matarme. Adiós, mundo cruel, ha sido un gusto. Maria José se quejó, pero la rubia la fulminó con la mirada, haciendo que se fue refunfuñando y Gise la siguió, demostrando que no estaba del todo contenta. Yo quería irme a esconder debajo de mi cama o de Julian, pero me quedé a enfrentar las cosas que había dicho. No era una cobarde, nunca más.




¿En qué podía ayudar yo a una chica como Yanina? La miré dudando de mis acciones y luego ella comenzó a sollozar como nunca antes. Me dio algo de pena verla así, porque no era la Yanina que yo conocía de ningún modo y me ponía mal no saber ayudarla. Le acaricié la espalda de manera tímida, como si fuera la peor persona para ayudar a los demás y tal vez lo era. No lo dudaba.

—¿Qué sucede? —quise saber con real interés, tratando de ayudarla. Por algo me había llamado, por algo había pedido solo por mi.

Había algo en Yanina que yo no entendía y era su situación conmigo. Por ella estaba ahí, María José se había tenido que amigar conmigo por ella, me invitaba a su fiesta a pesar de casi no tener idea de cuál era su segundo nombre. Ella estaba ahí, pidiendo por mi. ¿Le pasaba como a Jose que tenía algún tipo de problema personal que desconocía?

—¿Cómo hiciste para olvidarte a Julián?

Por dentro me reía a carcajadas, era una pena que no estuviera el chico ahí para burlarse eternamente de ahí. Mi Julian, no el rata que no había pagado por su cerveza. ¿Rencorosa, yo?

—Uno no se olvida de las personas, Yani. Son parte de nosotras —confesé, porque aquello era cierto y si bien sonaba como Julian, era lo que había aprendido de su manera de ser—. Hay recuerdos que se quedan con nosotros para toda la vida. Yo siempre le tendré un cariño muy especial a Julián, fue mi primer amor, pero eso no significa que... que lo ame o algo así. ¿Esto es por Mauro?

—Siempre es por Mauro —me dijo finalmente mientras se acomodaba las pulseras de oro que tenía en sus muñecas—. Yo estaba bien sin él, tuvimos una relación terrible y cuando finalmente pude salir apareció mi novio. Creí que estaba salvada, que finalmente iba a empezar una vida con él. Con Mauro era tóxico, él lo único que hacía era consumir y yo... yo lloraba porque Shirley era una escritora famosa.

Sonreí, no sabía si realmente lo era. Yo solo había tenido suerte, me gustaba creer siempre. Tal vez en otro momento Yanina también tendría suerte, se daba de maneras diferentes en las personas. Todos ellos creían que yo tenía o había tenido una vida exitosa por ser escritora famosa. No, tenía sus contras. Tenía sus dolores, tenía su caída. No era lo mejor, nunca lo sería, por algo estaba trabada. Esa era la palabra, trabada.

—Y ahora que voy a casarme no deja de aparecer. Lo veo hasta cuando voy a comprar a los chinos —se quejó con malhumor, porque odiaba que eso fuese cierto. Le regalé una pequeña sonrisa—. Sí, voy a los chinos a veces. La macrisis nos afecta a todas.

Nos reímos juntas un poco por ese comentario tonto, un presidente nos hacía reír hasta en el peor momento. No sabía qué decirle, porque ella se la veía realmente mal y yo solo era bromas y chistes, nada más que eso. Quise tener la capacidad de Julian de comunicación, pero supuse que se debía a su no existencia. Sabía que responder porque no era real, yo no sabía qué decir porque no formaba parte de una novela.

—Creo que tenés que pensar que sentis, que te pasa con Mauro. Me encantaría ser romántica y decirte que vayas con él si realmente lo queres... pero si la relación fue tóxica yo no voy a ser esa persona que te aliente a hundirte, Yani —le dije segura de mis palabras, porque no iba a dejar caer a una amiga—. Si amas a tu novio, si lo queres de verdad y lo ves en tu futuro, te voy a decir que te quedes con él. No te aferres al recuerdo porque te trae buenos recuerdos, no siempre los trae. No seas Selena Gomez.

—Vos sos una buena Taylor Swift —bromeó peinando mi mechón de cabello rebelde. Era un honor aquello, pero no dije nada porque no era el momento—. Quería preguntartelo a ti porque sé que sos especial.

La miré confundida sin comprender porque me estaba diciendo algo así. Sentí en mi cuerpo el miedo de creer que estaba por decirme algo horrible típico de la Yanina del pasado. Tenía miedo, me asusté al instante al creer que tenía la posibilidad de caer una vez más.

No pregunté, preferí evitar la verdad. Cómo siempre.

Por suerte Yanina se probó el vestido y nos mostró lo bello que le quedaba. Todas fingimos que había sido un colapso ocasional lo que le había sucedido y fuimos felices fingiendo que nada sucedía en ese momento. Yanina nos dejó a cada una en su casa, pero nos pidió que saliéramos esa noche porque lo necesitaba. Yo quería quedarme con Julian y darnos esos besos que nos habíamos prometido, pero acepté porque supuse que no podía ser tan mala amiga. Suspiré, qué cansador tener amigas así.

Llegué a mi casa sacándome los zapatos antes de entrar porque estaba destruida y prendí el aire acondicionado esperando que mi cuerpo se pusiera en la temperatura adecuada. Estaba tranquila cuando escuché que alguien tosía y miré hacia la cocina, a lo lejos. Julian estaba apoyado en la mesada y había una persona que no había visto hasta el momento.

Miren, les voy a ser sincera, esto es la pura verdad. No miento en esta historia, yo sé que ustedes creen que estoy exagerando todo. Pero esto sucedió. De verdad. Real, realidad.

Tomé aire para calmarme y tratar de entender que mierda estaba haciendo mi ex ahí. Sí, el de Nueva York. Si, el mala persona. Sí, mi peor pesadilla era real.



-----

¡Hola!

Quería contarles que logré ganar el campamento del nanowrimo en donde escribí 35.000 palabras en un mes. ¡Estoy super feliz! Sepan que escribí hasta el final de la novela, solo falta un poquito más y estoy enamorada del final. Espero que sigan conmigo para vivirlo. ¡Los quiero un montón y no duden en contarme que piensan de la novela!

Continue Reading

You'll Also Like

1.1K 75 11
☆゜・。・゜゜・゜★ ~𝕖𝕤𝕡𝕖𝕣𝕠 𝕢𝕦𝕖 𝕝𝕖𝕤 𝕘𝕦𝕤𝕥𝕖~☆゜・。。。。・゜★
5.8M 420K 120
Gracias, gracias :) #2 30/08/16 #1 10/09/16 #1 22-23/09/16 #1 25-27/09/16 #3 28/09/16 Código de r...
38.1K 879 16
el era un profesor y ella su alumna, pero lo prohibido es divertido así que porqué no, vamos a jugar este juego mientras se pueda.
25 4 11
𝐋𝐋𝐄𝐆𝐎́ 𝐋𝐀 𝐇𝐎𝐑𝐀 𝐃𝐄 𝐃𝐄𝐉𝐀𝐑 𝐋𝐎𝐒 𝐉𝐔𝐄𝐆𝐎𝐒 𝐘 𝐓𝐎𝐌𝐀́𝐑𝐒𝐄𝐋𝐎 𝐄𝐍𝐒𝐄𝐑𝐈𝐎 𝐄𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐚𝐯𝐞𝐧𝐭𝐮𝐫𝐚 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐨́ 𝐥𝐚 �...