Sombras de azul

De lexavalen_

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COMPLETA. Lyra Contreras ha vivido felizmente dentro de una burbuja de emociones ancladas a la vida que el... Mais

Sombras de azul
Información
Blanco
Ártico
Cielo
Zafiro
Cerúleo
Cobalto
Lapislázuli
Almirante
Celeste
Azul
Nota de la Autora
P L A Y L I S T
¡Especial Halloween!

Epilogo

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De lexavalen_


   Esa noche, luego de levantar su dignidad del suelo, comprobó como la agonía perpetua de amar ciegamente puede hundir al más fuerte con solo un chasquido. En las aguas infectadas de alcohol y lágrimas ancló una estadía en esa noche de horas eternas fingiendo que todo circulaba bien a su alrededor, el problema fue que aquellas afirmaciones no bastaron luego de un rato de tener que soportar los ojos de su prima sobre su rostro.

  Bajó las oscuras luces del Genezi el golpe que adornaba su pómulo era apenas una alucinación de las luces, sin embargo la presencia del alcohol en el sistema de Lyra atonto su razonamiento y sus descuidos fueron mayores. Una vez fuera del local todo el grupo se dio cuenta del cambio de Lyra, porque, para lamentación, de todos al iniciar de esa noche la que los acompañaba era solo una alucinación de lo que realmente había sido Lyra en esos meses.

  Al estar afuera los que querían hacer algo para preservar la poca dignidad de Lyra eran detenidos por una fuerza que requería más atención: la propia Lyra. Parecía imposible llegar a un acuerdo respecto a lo que debía pasar desde ese momento y en adelante para que todo fluyera bien con Lyra. Y aunque todos lucían satisfechos con sus argumentos, en la cabeza de Lyra todo lo que le decían se escuchaban como ataques a Alonso, cosa que ella no iba a permitir. A cada uno le propino insultos, y los más graves iban siempre para Damián y Diana.

  Lyra no distinguía colores esa noche, las realidades le lucían como insultos. No coordinaba las ideas que cruzaban frente así, de su boca salían insultos que descifraba segundos después de haberlos dicho. Se mentía a si misma mientras sus ojos ignoraban la realidad.

  Desapareció en la oscuridad de la noche ignorando los gritos de las personas tras de ella, se adentró a la faena de una ciudad que no durmió para verla cumplir la condena que pagaba por la injusticia de la vida que le tocó vivir.

  La noche fue le resulto perpetua, divagaba por todos los lugares con la desolación de compañera. Con el rocío de la madrugada acompañando la caída de sus lágrimas dejó de ser Lyra Contreras para volverse algo impalpable, sin nucleó, de naturaleza turbia y débil. Acostumbrada a cargar con el dolor pegado a sus huesos.

—Nina, la verdad es que yo nunca supere a Alonso. No deberías admirarme —berreó como último recurso de sobrevivencia—. Perdón por no ser digna de admiración.

  El renacimiento de las almas que antes vagaban por el mundo sin rumbo fijo es sin duda el procedimiento más doloroso que se puede registrar. Dejar atrás el pasado y a la vez tenerlo presente para recordar no anclarse a él, despojarse de todo pensamiento y mantenerlo rondando en la mente para así no volver a caer en él, y revivir los escasos momentos de felicidad solo para sobrellevar cada etapa de ese renacer.

  Lyra Contreras era testigo y prueba viviente del retorno de los mortales.

  Sus antecesores descubrieron el renacimiento de una forma cruel: ellos tuvieron que morir para que el ciclo de vida volviera a empezar, de la forma tradicional. Pero Lyra había vencido una lucha de pesos pesados sin darse cuenta de la gravedad de todo el asunto. Ponía un pie frente al otro sin importancia, el futuro y el presente ya no le resultaba tan deslumbrante, pero nunca aminoró su paso para mirar el pasado.

  Luego de haberse perdido esa noche por las infinitas calles de toda la zona regresó a casa con la peor resaca de su vida y un remordimiento que no la dejó encarar a su familia con la altanería que había cogido esa noche con los amigos de Diana y con Diana. A pesar de los insultos que le propino a cada uno esa noche ninguno lo tomó a pecho, ya que al saber la situación por la que pasaba Lyra debían comprenderla aunque eso les causara dolores de cabeza.

  En un principio la turbación en la mente de Lyra con todo lo que había bloqueó el razonamiento, el retorno a su casa causo desconcierto en cada uno de los integrantes de su familia y conocidos de la misma, lo que tenían en frente era la decadencia hecha mujer.

  Las lágrimas hicieron lo suyo en la destrucción externa de Lyra, como también lo hizo el desvelo y la caminata infernal en la que se apuntó toda la noche.

  Cuando Lyra cruzó el umbral de su casa la sintió tan impropia, sus ojos no se acostumbraban a la imagen ante ellos y al ver a sus familiares ocurrió lo mismo. Había regresado hipnotizada por su propio dolor. Por fin pudo derrumbarse ante ellos sin remordimientos atormentando su consciencia.

  El retorno de los mortales como suceso ajeno a la monotonía de los que hacen vida en este mundo sin propósitos fijo puede traer consigo el cambio del flujo de las cosas, de la percepción y de las ideas que se tenían en un principio.

  A Lyra ese retorno le trajo consigo el pensamiento de comenzar de cero en todo sentido, eso significaba entregar a extraños la única posesión que la esperanzaba del todo a un regreso entre ella y Alonso Carusi: su casa.

  Esa era la señal de que las decisiones tomadas y los juramentos dichos aseveraban la magnitud del nuevo por venir que se la vida le estaba ofreciendo.

  Sus pertenencias se apilaban en las paredes del departamento de Diana Contreras a la espera de la culminación de los trámites de la mudanza. Y en cuanto a las cosas que ligaban a Lyra con Alonso el final que tuvieron dieron los sustentos necesarios para pensar en nuevos proyectos para el negocio de Lyra, luego de la venta de todo aquello sus pertenencias se redujeron a solo cinco cajas, la mayoría llenas de ropa.

  El peso que antes sentía sobre sus hombros la abandonó y la dejó libre para rondar por el mundo más liviana que cuando sostenía la mano de Alonso Carusi.

  Había colocado la última caja vacía a un lado del que sería su nuevo cuarto a partir de ese momento cuando unos golpes en la puerta la sacaron de su tarea.

—Espero no interrumpir —dijo Diana regalándole un pequeña sonrisa a su prima. Se adentró al cuarto y se sentó en la orilla de la nueva cama de Lyra—. ¿Quieres salir un rato? Estar en este encierro me cansa, ¿a ti no?

—¿Y se lo preguntas a la persona que estuvo no sé cuantos meses encerrada en un cuarto? —bromeó con la intención de hacer reír a Diana, pero lo único que causo fue que esta le devolviera una mirada de lastima—. Está bien, salgamos un rato. ¿Al parque?

—Con Mía acompañándonos para donde más crees que quiera ir.

  Ambas rieron por el comentario para nada malintencionado.

  Diana se levantó de la cama para ir a vestir a Mía dándole tiempo suficiente a Lyra de despojarse de su pijama. La puerta se cerró tras de Diana dejando a Lyra sola en el cuarto; todo el ruido que le provocaba el silencio eterno que la envolvía en esas cuatro paredes la hicieron reflexionar, una vez más, sobre su estadía perpetua en el encierro de las cuatro paredes de su antigua habitación matrimonial: en ella se sentía tan agobiada, asfixiada por el encogimiento de las paredes con cada respiración que daba, ahora en esas paredes desconocidas el mundo le lucía más grande de lo que alguna vez fue.

  Las dimensiones que separaban a la Lyra de hace unos meses con la Lyra actual se encontraban marcadas por una distancia que hacía que los meses lucieran como años. Sin embargo, los recuerdos de esos supuestos años vividos en penuria no fueron capaces de borrar los sentimientos aferrados al corazón de ella. Aún seguían ahí como el primer día.

  Con las primeras salidas que tuvo luego de esas semanas en la que su mente ya no controlaba las acciones de su cuerpo cada sitio que pasaba ante sus ojos lo deslumbraba descolorido. Cuando salió del apartamento de su prima sintió aquel cambio en su percepción del mundo: este si tenía los colores necesarios como para no sucumbirla en tristeza. Todo iba bien después de todo.

  La brisa que se colaba por su cabello, el sol que calentaba su rostro y los sonidos de las personas, ya no eran alentadores de los recuerdos que tenía con Alonso Carusi sino simples elementos que lograban sacarle algo más que lágrimas.

—Quiero ir pa'llá —chilló Mía jalando la mano de su mamá para que la siguiera.

—¿Los columpios? —Le preguntó Diana.

—¡Ajaaa! —Volvió a chillar la pequeña llevando a arrastra a Diana, seguida de Lyra—. Empújame, por favor —dijo Mia cuando estuvo acomodada en el aparato.

  Lyra observó a su sobrina mecerse en el columpio con una enorme sonrisa en la cara por la forma en la que reía su sobrina, no había mejor ocasión para sonreír de oreja a oreja. No había duda de que las cosas iban mejoran para ella.

  Mia se apoderó de los juegos llevando a su mamá y a su tía a perseguirla por cada uno de los aparatos a los cuales subía obstruyendo la idea que tenía Diana de hablar con Lyra. Le preocupaba por su prima, todos esos meses penando por un hombre que apenas logró memorizar algo de ella rompieron una parte importante en Lyra, y que no volviera a recuperar esa felicidad tan característica de ella encaminaba a Diana a dudar en la recuperación de su prima.

  El mundo no era lo mismo sin la vitalidad de Lyra contrarrestando el realismo de Diana.

  Cuando la niña se aburrió de los aparatos las tres decidieron dar un paseo por los confines del parque. El único sonido que cruzaba entre las dos era la risa de Mia quien corría alrededor de ambas.

—Y, ¿cómo te va en el psicólogo? ¿Todo progresando?

  Las dudas de Diana flotaron en el aire por unos segundos, así que, cabizbaja esperó la respuesta escuchando los suspiros de Lyra a su lado.

—Hay un progreso notable —afirmó ella con la vista fija en el piso—. Al parecer yo bloquee sin querer los recuerdos malos de mi relación con Alonso y los guarde en una caja que con cada sesión se va abriendo de a poquito. Es un progreso.

—¿Abrir la caja, así como la de Pandora?

—Pues sí. Te encuentras hablando con Pandora del siglo veintiuno —Se carcajeó por el comentario y por fin pudo despegar su vista del suelo para guiarla hasta la copa de los árboles que crecían encima de su cabeza.

  El ruido de los arboles meciéndose por la brisa marco el inicio de un instante dominado por el silencio entre ambas muchachas.

  Cada uno de los recuerdos de Lyra se vio invadido por la realidad encerrada en algún lugar de su cerebro. Los insultos, los maltratos, los engaños, su desprecio...todo mezclado con sus intentos de mantener la fantasía de un matrimonio feliz la condujo a encerrar los malos ratos de su tiempo en pareja haciendo que eludir las acciones de su marido fuera cosa de todos los días.

  Al comienzo de sus sesiones se vio invadida por un escepticismo que la hizo cohibirse de hablar con total libertad con su psiquiatra; su tiempo en ese consultorio se le hacía eterno y la espera por su turno con el doctor era aún peor que estar dentro de él.

  Para el sexto encuentro Lyra, junto con el doctor Lorca, fue capaz de llamar por su nombre a los aprovechamientos de Alonso hacía ella. Reconocer y pronunciar los verdaderos nombres de las agresiones que tanto oía de las personas a su alrededor se posicionó como el mejor avance de todas las sesiones.

  En los recuerdos guardados en ese espacio oscuro de su cerebro se encontró con pasajes a realidades horripilantes, imaginadas solo para una pesadilla, que la condujeron cada vez más para conocer aquella vida de la que no sabía que había sobrevivido.

  Se sentía como una estúpida por haber dejado que la usaran sin haber peleado. No quería sentirse violada, serlo o haberlo sido.

  Diana quiso salir de la atmósfera incomoda en la que no dejaban de caer, de su boca quería salir varias incógnitas que Lyra estaba lista para responder.

—Me siento bien. Tal vez, no tanto como quisieras, pero lo intento —Se tragó el puñado de palabras que no la dejaban explicarse y respiró profundo—. Son días confusos, pero estaré bien.

  Diana asintió con la cabeza baja, no tenía el valor para ver a su prima a los ojos porque no sabía cómo sobrellevar el dolor que Lyra guardaba en su mirada.

—¿Aún...? —Le falló la voz, el pensamiento de la respuesta que podía darle la ahogaba en el miedo de no poder ayudar a Lyra—. Digo, ¿aún sigues amándolo?

—Sí. Es decir, no. No lo sé —Tomó una profunda respiración con los ojos cerrados.

  Diana pudo detallarla por unos segundos y ver como el viento hacía bailar sus mechones mientras ella meditaba su respuesta.

—Es como el aire: a veces puedes encontrar una brisa tan refrescante que cada inhalada y exhalada se siente como una caricia, como también puedes encontrar un aire contaminado que te agobie hasta quemarte los pulmones. A veces el aire fresco se contamina, y existen los casos donde ese aire contaminado puede purificarse, no del todo, pero al estar enamorado lo sientes limpio...No importa si es puro o contaminado es aire, oxigeno, siempre será necesario para mantenernos con vida.

  La serenidad que le producía inhalar y exhalar el aire limpio que mecía las hojas de los árboles de lado a lado comenzó a sofocar a Diana luego de escuchar las palabras de Lyra. La naturaleza tan idílica no le dejó paso a lo prosaico, no había nada remotamente vulgar en la realidad que planteaba su reflexión. El ruido de las hojas moviéndose era el mejor aplauso que la vida podía regalarle por haber aceptado lo bueno y lo malo como entidades totalmente diferentes.

  Diana le pasó un brazo por los hombros y posó su cabeza en uno de ellos. Aprovechó esa cercanía y le susurró lo orgullosa que estaba de ella por no dejarse vencer ante las adversidades.

—¡Tía, mira ese el árbol grandotote! —chilló Mía sacando a las dos del trance. Las dos se acercaron hasta quedar en el pie del gigantesco árbol—. Mami, ¿qué dice ahí? Léemelo, por favor, nunca hemos llegado hasta aquí cuando venimos.

  Mía apuntó a la placa dorada clavada en el tronco del árbol. Diana la cargó para recitarle la trágica historia gravada en la placa pero antes de poder abrir la boca Lyra la detuvo.

—Ya habrá tiempo para toda la tragedia, cuéntale la parte bonita nada más.

  Su prima la miró un poco confundida con el consejo tan extraño, pero aceptó solo hablarle a Mía de la parte bonita. Diana le sonrió a su hija y esta la presionó para que le leyera lo que había en la placa dorada. Ella tomó aire y se aventuró a decir las únicas palabras limpias de tragedia.

—"Nuestro amor es tan grande como este árbol, fuerte como su corteza, profundo como sus raíces y ni el tiempo será capaz de derrumbarnos..."

  Lyra se alejó de ellas antes de que terminaran la frase. Escuchar las mismas palabras que dijo mientras Alonso tallaba sus iniciales en la corteza era algo que quería evitar.

  Había crecido escuchando las leyendas buenas y malas que rodeaban ese árbol y la advertencia dada a todos los enamorados que colocaban sus nombres ahí: su amor sería eterno pero siempre asechado por la desgracia. Sin embargo, cuando se está enamorado solo en una relación la desgracia solo es conferida al dueño del sentimiento más fuerte.

  En las leyendas no hay justicia para los de corazón noble.

  Se sentó en una de las bancas sin perder de vista a su prima y a su sobrina, a su lado observó a un hombre mayor sosteniendo un periódico con suma concentración. Por un momento se encontró pensando en su abuelo Tato con la pequeña ojeada al hombre, sonrió sin poder evitarlo, ganándose una mirada interrogante de Diana caminando hacia ella.

—¿De qué te ríes, loca?

—Nada, es solo que el señor...—Volteó para encontrarse un periódico en el lugar del señor, miró a todos lados y lo visualizo trotando en dirección a la salida del parque—. Dejó el periódico, así de apurado ha de estar.

—Quien lo diría... —comentó Diana al sostener ante sí el periódico.

—¿Es de hoy? —Diana asintió a la pregunta—. ¿Qué acontece en el mundo?

—Sucede que la vida de los ricos de Saint Rauco no es color de rosas. Quién diría que los ricos serían tan prejuiciosos...Puro plata, plata, plata. Yo creo que por ellos inventaron el dicho de: por la plata baila el mono.

  Lyra había perdido la noción de las palabras de Diana con solo leer las letras del encabezado de la noticia que abarcaba casi toda la portada del periódico. No se trataba precisamente de Nina Rauco y Alonso pero los ligaba de cierto modo: el escandalo implicaba a las dos familias más poderosas del país, aquellas que siempre parecían estar en una guerra eterna, cediendo ante los rumores de un romance que ligaba a las dos familias.

  Nada de eso le llamaba la atención a ninguna de las tres mujeres sentadas en esa banca, pero la noticia era todo lo que necesitaba Lyra para reconocer lo que estaba pasando por alto.

—No puedo dejar que ella sufra lo mismo que yo, Diana —soltó Lyra con la vista perdida en la distancia.

—¿Quién?

—Ella, Nina. ¿Qué pasa si ella vive lo mismo que yo? Nunca me lo perdonaría.

—Entonces, ¿qué vas a hacer? —inquirió Diana cogiéndole la mano.

—Lo correcto. Le voy a advertir sobre Alonso, quién es él en realidad y todo lo que me hizo, si no me hace caso por lo menos no viviré con el remordimiento atorado en el pecho.

—Espero que seas bien recibida cuando llegues al cielo.

  Se miraron unos instantes y rompieron en risas. Las tres se quedaron admirando el gigante verde que tenían en frente. Un espectáculo único que logro desencadenar la paz atrapada dentro de las almas abrumadas por la maldad del hombre.

  Lyra Contreras al fin pudo gozar del aire puro entrando y saliendo de sus pulmones. Si tenía el toque de una caricia. Las hojas volvieron a moverse para otro aplauso más sonoro y definido a la nueva renacida.

  El renacer es un proceso doloroso: reconstruir los escombros para transformarse en la magnificencia misma. Adoptar al dolor y a la desgracia como iguales, como aliados. Emerger del vientre de la verdadera naturaleza humana, la imperfecta, la real, ascender a las estrellas y bajar a la tierra con los pies descalzos para no cometer los mismos errores de la vida pasada.

  Para Lyra Contreras el azul dejó de representar el color del cielo o del mar sino el recordatorio de como lucía el mundo antes de conocer los colores que podían regir su mundo. Sobrevivió a las sombras pintadas de azul. Aunque en su caja de Pandora se había abierto para desatar los peores males dentro de ella siempre prevalecería la esperanza. 




No dejo nota porque el cap esta muy largo>>>>>>>>>>>>>>>>>

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