Reino de Cristal ❄️💥 [BakuTo...

By Kaguya171310

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La Era Media comenzaba, y los cuatro reinos mantenían la paz, bajo un Legado de Protección. Sin embargo fuerz... More

Capítulo 1: La Layenda Renace.
Capítulo 3: Bienvenida.
Capítulo 4: Los Imperiales.
Capítulo 5: Sentimientos a Flor de Piel.
Capítulo 6: Te Ordeno Que Te Quedes a Mí Lado.
Capítulo 7: Fénix.
Capítulo 8: Viaje a las Montañas del Sacrificio.
Capítulo 9: Los Vinculados.
Capítulo 10: Al Interior de la Montaña.
Capítulo 11: Canción de las Tormentas.
Capítulo 12: Premonición.
Capítulo 13: Descifrando Códigos.
Capítulo 14: Preparando la Travesía.
Capítulo 15: Camino a las Estrellas.
Capítulo 16: La Muralla de Morgos.
Capítulo 17: Sólo Mío.
Capítulo 18: El Pantano de la Desesperanza.
Capítulo 19: Inframundo.
Capítulo 20: Rescate del Inframundo.
Capítulo 21: Regresa a Mí.
Capítulo 22: Emociones.
Capítulo 23: Peligro al Acecho.
Capítulo 24: Duelo.
Capítulo 25: Las Pirámides de Orión.
Capítulo 26: Destinos.
Capítulo 27: Viaje en Barco.
Capítulo 28: Aquilón.
Capítulo 29: El Clan de los Caídos.
Capítulo 30: Demonios.
Capítulo 31: Las Puertas del Tártaro.
Capítulo 32: Batalla Inmortal.
Capítulo 33: La Batalla Final.
Capítulo 34: Reino de Cristal.

Capítulo 2: Reinos de la Tierra Media.

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By Kaguya171310


Han pasado doce años del encuentro de los hombres con aquel demonio en el bosque. Luego de ese incidente, no hubieron más avistamientos. Mitsuki y Masaru tuvieron que mantener a su hijo casi en custodia, la curiosidad del pequeño príncipe Katsuki eran demaciado para los guardias reales.

-¡Firme!- gritó el Licántropo Toshinori.

-Maldita sea- dijo Bakugō viendo sus manos heridas, y brazos cortados.

-Sí quieres ser un verdadero guerrero y líder, ¡debes ser más fuerte!- gritó mientras lo atacaba nuevamente con su espada.

El cenizo alcanzó a esquivar el golpe con su arma, el metal sacó chispas. La guardia real los miraba desde lejos, mientras también eran entrenados por los Sabios.

-¡No te distraigas!- gritó Taishiro, el Lobo Café era realmente fuerte y grande. Por algo su planeta regente era Júpiter. En su forma humana, seguía bastante intimidante, pero era muy atractivo.

-Mierda- Kirishima no alcanzó a esquivar el golpe, y en un abrir y cerrar de ojos se vio rodeado desde atrás por los brazos del Licántropo, mientras la espada de éste amenazaba su yugular.

-Eres demaciado distraído, Eijiro- le habló Toyomitsu al oído, la voz del Lican lo hizo estremecer- Debes tener más cuidado, sí no, serás presa fácil- una mano seguía con la espada apuntando la yugular. La otra rodeaba por la cintura al pelirrojo.

-Y...ya me lo has dicho antes, Sabio.

-Entonces has caso- le dijo Taishiro- Sigamos.

Unos metros más allá se encontraba Aizawa.

-Eres muy rápido Hitoshi. Pero debes coordinar mejor tus movimientos.

-Lo sé Sabio- dijo jadeando- ¡Estoy listo!.

El pelinegro se lanzó al ataque, las espadas chocaban una y otra vez entre sí. Pero al pelimorado aún le faltaba manejar ciertos ataques, por lo que en un movimiento, Shōta le pegó en las piernas y lo botó de espalda al suelo. Le dejó la espada apuntando el cuello.

-Debes practicar.

-Sí Sabio- respondió Shinsō.

Más allá se encontraba Enji, entrenando a Togata, el rubio era bastante fuerte, y seguirle los pasos al Lican no le era difícil.

-Estás destinado a ser un guerrero fuerte. Protegerás bien al rey.

-Gracias Sabio- le dijo el rubio- Qué sigue.

-Te enseñaré otro movimiento de ataque.

Mirio sonrió y se puso en modo de combate.

Hawks se encontraba con Iida, el Lican Celeste le estaba enseñando a pelear más con sus piernas, mantener el equilbrio con la espada y atacar sin caer.

-¡Vamos Tenya!- le gritó el rubio- ¡Tienes piernas fuertes! ¡Úsalas!.

-Sí Sabio- le dijo mientras se levantaba del piso.

Sero por su parte, trataba de pelear cómo podía, Tsunagu se alternaba con Hizashi para atacar al pelinegro, de todos Hanta era al que más costaba, por lo que implementaron entrenarlo con dos de los Sabios. Ambos Lican le sacaban el jugo a cada movimiento hecho por el menor, en el último tiempo había tenido una notoria mejoría.

La tarde comenzaba a caer, Los Licántropos dejaron libres al príncipe y su guardia real. Bakugō se fue primero. Luego todos fueron a las termas que se encontraban en la parte posterior del catillo. Una fuente natural en la cuál circulaba agua caliente. Se despojaron de sus prendas y se metieron dentro de las cálidas aguas. Katsuki ya estaba instalado, escuchaba a sus amigos con los ojos cerrados.

-Ahh, me duele todo- dijo Iida.

-Yo tengo a dos encima- resongó Sero.

-No podemos quejarnos. Somos bendecidos de tener a los Sabios para que nos entrenen- les dijo Mirio- Somos fuertes gracias a ellos.

-Es cierto- dijo Kirishima- Además debemos proteger a nuestro futuro rey- los ojos del pelirrojo fueron a dar sobre el cenizo.

Bakugō abrió para mirarlo, de todos, Kirishima era el más cercano a él, de alguna manera se sentía seguro cuándo el chico estaba a su lado.

-Katsuki sabe que estaremos siempre para protegerlo- les dijo Shinsō.

-No quiero sacrificios- habló el futuro rey- Yo también los protegeré a ustedes o no sería un buen líder.

-¡Viva la hermandad!- gritó Mirio.

Luego de un rato, salieron de las aguas, todos se fueron, dejando solos a Kirishima y Bakugō. Ambos salieron, con sus fornidos cuerpos mojados. Las gotas caían con gracia, resbalando por aquellos músculos marcados. El pelirrojo protegía de manera única al príncipe, por lo que sólo sus ojos podían ver su piel completamente desnuda.

-Katsuki- la voz de Kirishima resonó con cierta sensualidad. Se puso tras el cenizo tomándolo por sus pectorales, para aferrarlo a su cuerpo y poder así, morder su cuello.

El cenizo hizo un pequeño gesto de dolor, sus mejillas se tornaron rojas. Estaba acostumbrado a las caricias que le brindaba el pelirrojo, no se quejaba, pues tenían una relación más especial, algo más íntimo.

-Ahh...- dejó salir un pequeño gemido, mientras Kirishima bajaba una de sus manos, apresando el miembro del príncipe- Ahh...Eijiro...

-Sólo quiero que te sientas bien- le dijo comenzando a masturbarlo.

El cenizo apretó los dientes, tratando de ahogar los gemidos que amenazaban con salir. Criarse con la guardia real era una cosa, pero sentía a Kirishima muy cercano, casi cómo un hermano. Aunque ambos estaban conscientes que no lo eran.

La mano del chico viajaban por el cuerpo del cenizo, mientras la otra apresaba su falo, acariciando dulcemente el glande.

-Ahh...

-¿Puedo?.

-Está bien- susurró el cenizo. Y era así, Kirishima se recostaba sobre el piso, mientras Bakugō se acomodaba sobre su duro miembro. Acostumbraban a darse placer en el silencio de la noche- ¡Ah! Mierda- dijo al sentir la dura carne entrando por su culo.

Eijiro desde abajo se deleitaba con tan bella imágen. El cuerpo de Katsuki había sido tallado por los mismos dioses. Era hermoso, fuerte, varonil, masculino y además él era muy inteligente. Un conjunto de perfección en una sola persona.

El cenizo movía sus caderas en un vaivén de placer, Kirishima levantó un poco sus manos, enlazando los dedos con su príncipe, mientras éste seguía a un ritmo acelerado.

-Ahh... Ah... Haa...

El pelirrojo lo miraba en silencio, subiendo más sus caderas para que así pudiese sentirlo hasta el fondo.

-Ahh... Ahh!!- el futuro príncipe no pudo más, y dejó salir su semen, mojando ambos cuerpos.

-¿Puedo?.

-Hazlo- esa fue la autorización para que Kirishima se corriera dentro.

-Deberemos darnos otro baño- dijo el cenizo jadeando.

-Cómo usted ordene.

A kilómetros de la Tierra de los Mortales, se encontraba el bosque del Imperio Elithen, tierra de los Imperiales.

Los Elfos se dividian en cuatro clanes, los del bosque (dónde pertenecía Todoroki y compañía), los de las montañas y los del lago, siendo regidos todos por el Imperio Diamante, el cuál albergaba al Gran Rey de todos los Imperiales.

Cómo ya estaban acostumbrados, los elfos del bosque se encontraban puliendo sus talentos, ya sea en peleas, entrenamientos, música, medicina, incluso en la magia. Cómo los años habían pasado, Todoroki y sus amigos habían cambiado su aspecto  físico. Los largos cabellos caían con gracia sobre sus hombros, el único que tenía una trenza que comenzaba desde arriba hasta el fin, era Ojiro, llevando el cabello rapado por los costados (muy parecido a los vikingos). Al ser un híbrido, le daba un aire masculino y sensual.

-Denki, ¿podemos descansar?.

-Príncipe Shotō.

-Denki, no me digas así.

-Bien, entonces no me hagas enojar. Sabes que Valwen vino a ver a la Reina. Me molesta su actitud.

-¿Cuál actitud?- preguntó el bicolor.

-Es el Rey de todo el Imperio Élfico. Cada Imperial lo obedece en todo. Pero tiene una actitud tan engreída. Tú madre no tiene porqué arrodillarse ante él.

-No lo hace- respondió Todoroki.

-A los dioses gracias. Pero el Rey de los elfos del Lago, la Reina de los elfos de las montañas sí lo hacen.

-Allá ellos- dijo con desinterés el medio albino- Quiero descansar.

-Haremos de nuevo el ritual, luego de eso descansarás.

-Eres malo conmigo- le dijo Shotō.

-Ven.

Afuera la guardia real practicaba sus tiros de flechas, a una distancia bastante lejana.

-Pobre de Shotō- dijo el peliverde apuntando un árbol que apenas se veía.

-Estás mal- le dijo Mashirao colocándose tras él, tomó sus manos y se las direccionó- Es ahí.

Izuku tomó aire y relajó los músculos tensos, soltó la flecha, dando en el blanco.

-¿Lo ves?.

-Gracias Mashirao.

-No deberías preocuparte por el Oráculo, él está bien con Denki- dijo Aoyama.

-Eso es lo que me preocupa- respondió el peliverde.

-Denki suele ponerse más estricto después de las visitas de Valwen- habló Amajiki.

Midoriya miró hacia la torre dónde se encontraba el gran santuario, ahí Todoroki podía comunicarse con el mundo espiritual. Dentro, Kaminari terminaba por cuarta vez el ritual de visión.

-De acuerdo, creo que debemos hablar con la Reina- le dijo el rubio- Tus visiones se ponen cada vez peor.

Shotō estaba de rodillas en el piso, recuperaba el aliento, comunicarse con entes poderosos, lo dejaba agotado. Denki se agachó, quedando frente a él.

-Ten, te daré energía- le dijo tomando el rostro del bicolor, uniendo sus labios para traspasar pequeños hilos verdes, que llenaban poco a poco de energía el agotado cuerpo del Oráculo.

Lejos de aquél mágico reino, se encontraba la Gran Montaña Otrera, lugar que albergaba a las fieras guerreras de la Tierra Media, las Amazonas. Un tranquilo lugar que era custodiado por las grandes Panteras Negras, bestias que tenían una gran fuerza, además de ser fieles a sus dueñas.

-Mi señora- Nejire había entrado al salón real, dónde la Reina estaba sentada junto a su enorme Pantera- Ochaco a vuelto con noticias.

-Qué pase- la castaña entró al salón y se arrodilló con una pierna.

-Gran señora- dijo Uraraka- Los bosques y lagos de nuestros alrededores, han sido infestados. Según Camie se trata de una poderosa y extraña magia, incluso maligna.

-¿Maliga?- preguntó Yaoyorozu.

-Así es, en estos momentos Kyoka y Mina se encuentran en los bosques. Tsuyu y Tōru están en los lagos.

La pelinegra se quedó pensando.

-E de hablar con la deidad de las Amazonas- dijo Momo levantándose de su trono- Shiozaki puede tener alguna respuesta.

-Si señora- dijieron ambas, para luego levantarse y retirarse.

La Reina fue hasta el salón de la oración, dónde podría ponerse en contacto con la deidad de su pueblo.

GRACIAS POR LEER 😘💕

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