Compañera

By NyniaMinina

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Él es un reconocido detective de su brigada, hábil y competente, al que le gusta trabajar en solitario. Despu... More

Nuevo compañero
Trabajando juntos
Una rata en el cuartel
Insomnio I
Insomnio II
Mutuo acuerdo
Conociéndose
Complemento

Conviviendo

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By NyniaMinina

Cuando cerró la llave, se quedó pensando si salir o no de la bañera. La alfombra de baño lucía tan pulcra, que le hizo dudar el pisarla. Suspiró angustiada, giró hacia el interior de la tina y se fijó que no hubiera quedado ni un solo cabello en ella ni mancha de productos de limpieza, como champú o acondicionador. No quería imaginar la cara que pondría su compañero, si no dejaba las cosas como estaban. Ahora que estaba allí, empezaba a dudar de haber aceptado su invitación, no quería que su relación se viera entorpecida por sus costumbres, debía esforzarse para no hacerlo enojar, volvió a suspirar, esta vez con más ánimo. No estaba en posición de negarse a semejante apoyo y, sobre todo, no quería darle problemas a Levi.

Secó su cuerpo primero con la toalla y luego se envolvió con ésta, así cuando pisó la alfombrita, no la dejó mojada. Recogió su ropa del suelo, limpió el vapor del vidrio de sus lentes y se los puso, aunque no era fanática de tomar baños, extrañó el agua tibia sobre su cuerpo. Salió del sanitario y lo primero que vio, fueron sus bolsos en el suelo, cerca de la cama y nadie en la habitación, la puerta estaba cerrada. Se encogió de hombros y se acercó, abrió el cierre del primero y buscó alguna braga limpia y algo para usar como pijama.

Usó una remera musculosa blanca, que era una talla más grande y un pantalón de buzo de color gris percudido, pero que estaba limpio. Salió del dormitorio y miró la sala de estar, luego se centró en el comedor, donde vio a Levi sentado, mirando su móvil.

—Lamento lo de antes —dijo, pero el detective no levantó la mirada ni dijo nada en los siguientes minutos.

—Te desocupé una cómoda —respondió después de un tenso silencio. Hange alzó ambas cejas al oírlo, por un momento creyó que su compañero ya se estaba arrepintiendo de llevarla allí—la que está en frente de la cama, puedes usarla.

—Ah... —parpadeó confundida, no lo conocía del todo, pero estaba segura que algo andaba mal con él. Levi no era adicto a su móvil, al menos no en el trabajo, y ahora no despegaba su vista del aparato, como si la esquivara. —Gracias, no debiste molestarte, puedo tener mi ropa en los bolsos.

—¿Estás loca? Eso sería problemático, seguramente dejarías todo desordenado por las mañanas —Hange iba a responder, pero el adjetivo femenino lo notó enseguida, se había acostumbrado a ser tratada como un igual para él y oírlo referirse a ella como lo que era, una mujer, le sorprendió. Tarde o temprano se daría cuenta, se dijo, pero no entendía por qué le hacía feliz que lo supiera.

—Supongo que sí, gracias —respondió sonriéndole, pero él no levantó la mirada para ver aquella bella sonrisa. Frunció el ceño, extrañada ¿La estaba evitando? Había un aire incómodo en el ambiente ¿Qué había pasado mientras se duchaba? Y al preguntárselo, recordó los últimos 30 minutos desde que había entrado al departamento, y claro, el momento en que su compañero se dio cuenta que era una chica. La había visto en la ducha desnuda y no sentía nada de vergüenza, era carne al fin y al cabo y todos los cuerpos se constituían de lo mismo, sin embargo, al parecer Levi no pensaba del mismo modo, medio sonrió ¿Quién iba a pensar que el serio detective, era pudoroso?

—Ahí están las ropas de cama —murmuró él, bloqueando el aparato y levantando la mirada por primera vez desde que había salido de su dormitorio. Tragó en seco cuando la vio ¿Por qué ahora notaba a la perfección sus rasgos femeninos? Le hacían sentido, sus largas pestañas, su cabello más largo que del promedio de los hombres y, sobre todo, su ruidosa y chillona voz. La forma de su cuerpo, era fácil de entender el cómo había pasado desapercibida, y ahora que la miraba lo comprendía. El pantalón que usaba se ceñía en sus caderas y trasero y caía suelto hacia sus piernas, y podía distinguir a la perfección sus curvas femeninas en esa silueta. Pero su atención se la llevó su delantera, no estaba usando sujetador y podía ver el costado de uno de sus senos al desnudo, que el borde de la tela dejaba ver, al ser demasiado grande para ella.

—¡Oh! Gracias —respondió girando hacia el sillón, donde unas mantas junto a un juego de sábanas estaban perfectamente dobladas.

—En el horno hay algo de comida china, saldré. Iré con Erwin y Mike. Puedes ver televisión, allí está el control —murmuró desviando la mirada, mientras se ponía de pie. Tenía que acostumbrarse a la nueva información, pero verla vestida así le era difícil, sus ojos la buscaron involuntariamente, para poder observar nuevamente ese sutil pero revelador paisaje de su seno derecho.

—Que entretenido —dijo sonriéndole. Fueron solos segundos, en que Levi se sintió atrapado en su delantera y se sintió sumamente avergonzado por ello. Estaba inquieto, había llevado a una mujer a su departamento y no cualquiera, una atractiva. Recordó una y otra vez la desnudez que había presenciado, y tuvo que obligarse a olvidarlo, no podía pensar de esa forma de su compañera de trabajo.

—¿Quieres... quieres ir? —Preguntó mientras se ponía su abrigo. Hange abrió los ojos con sorpresa y negó.

—Es su noche de chicos —dijo encogiéndose de hombros, y al hacerlo, el movimiento hizo que sus senos se sacudieran con naturalidad, deteniendo los latidos de su corazón por un momento. —Ve con cuidado. —Dijo, cuando él no respondió y salió del departamento, sin despedirse.

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.

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(...)

El aire frío le ayudó a calmarse. Salió de su departamento casi escapando de Hange y no se sentía orgulloso de ello ¿Qué haría? Había invitado a su compañero de trabajo a vivir con él, el tiempo que durase la reparación de su edificio, pero la situación cambiaba radicalmente ahora. No le pediría que se fuera, no podía hacerlo, aunque quisiera, no iba con su forma de ser, ya le había tendido la mano y no se echaría para atrás ahora. Lo que le preocupaba era él mismo. Había pasado una hora desde que se dio cuenta que era un idiota al no percatarse de que su desaliñado compañero era una mujer, y no dejaba de recordar su piel expuesta y mojada, y eso estaba mal ¡Muy mal! Era su compañero de trabajo, merecía respeto, se repetía, y, sobre todo, viviría con ella un tiempo, no podía tergiversar de tal manera su convivencia ¡Ni siquiera llevaban viviendo un día juntos y ya estaba pensando tonterías! Necesitaba un trago.

Cuando llegó al bar que frecuentaba, sus amigos estaban en el fondo del lugar y ya habían ordenado para ellos. Al verlos, no pudo evitar fruncir sus delgadas cejas y acercarse dando pisadas sonoras, que con la música del local no se oían. Llegó al lado de ellos y sin sentarse, los miró con profundo recelo.

—¿Se divirtieron? —Preguntó con su máscara de frialdad, que habría asustado a quien no lo conocía, pero no a sus jefes.

—¿De qué hablas? Llegamos hace unos minutos —soltó sonriendo el rubio. Levi se sentó junto a Erwin y resopló, dejando ver su malhumor—¿Pasó algo?

—¿Se divirtieron viendo como hacía el ridículo? —Insistió, sacó de su bolsillo su cajetilla de cigarros y encendió uno, lo necesitaba con urgencia.

—Sigo sin entender —murmuró Mike, mientras daba un sorbo a su cerveza. Le hizo señas a la camarera para que se acercara, Levi esperó por la mujer antes de explicarse. Pidió una botella de cerveza, y fue tajante en su orden, que estuviera sellada de origen y fría.

—Hange —explicó cuando se fue la camarera—es una chica —dijo en un susurro casi inaudible, decirlo en voz alta le era sumamente difícil. Se sentía estúpido y apenado ¡Le había lanzado un aerosol en la frente esa tarde! Y le dio una patada. Definitivamente no lo habría hecho si hubiera sabido desde un principio que era mujer, no es que le hubiera dado un trato preferente, pero ese límite no lo habría sobrepasado, la culpa crecía. No se fijó antes de salir si se le había formado un hematoma en la frente, en lo único que se centró fue en sus senos, que asco de hombre era, se dijo.

—¡Hasta que lo notas! —Exclamó carcajeándose Mike. El inspector en cambio, mostró una escueta sonrisa y preguntó sumamente interesado:

— ¿Cómo te diste cuenta? No lleva ni una hora en tu departamento. —Levi estaba demasiado ocupado lidiando con su humillación como para notar el interés de su jefe.

—Da igual —murmuró, se llevó el cigarro a la boca nuevamente y aspiró profundamente el humo—hice el ridículo por más de dos meses.

—A Hange esas cosas no le importan —explicó Mike—te lo hubiera aclarado si le molestase, pero le da igual —Levi prefirió no responder, no había pensado en lo que sentía ella, se concentró únicamente en lo idiota que fue. Cualquier mujer se sentiría ofendida en esa situación, pero no Hange. Ella era peculiar, Mike tenía razón, por lo poco que la conocía, si le molestase algo, creía que se lo diría. No le bajaba la cabeza cuando la regañaba o insultaba, le respondía de tal modo que las discusiones que se formaban terminaban rápidamente, estaba casi seguro que no la había hecho enojar en ningún momento, y que, por el contrario, el que vivía molesto con ella era él.

—¿Qué piensas hacer ahora? —Preguntó Erwin, lo vio comer un trozo de queso de una bandeja con aperitivos que habían pedido, se veía apetecible, pero desconfiaba de su procedencia, por lo que se limitó a desviar la mirada de aquel plato.

— ¿Sobre qué? —La camarera llegó con su botella y la abrió delante de él, tocó el vidrio de ésta comprobando la temperatura y asintió en su dirección.

—La invitaste a tu departamento, pensando que era un hombre. Ahora que sabes que es una chica, ¿Qué harás? —Se explicó Erwin. Mike dio otro sorbo a su vaso y los miró atento.

—Ya le invité —murmuró sin mirarlos, y bebió un largo trago de la botella. Sintió el líquido amargo bajar por su garganta, estaba fría y era lo que necesitaba en ese momento—no cambiaré de opinión.

—Solo no te propases con nuestra Hange —dijo serio el más alto de los tres. Levi le frunció el ceño y lo miró con desprecio.

—¿Se te pudrió el cerebro? —Resopló con indignación y siguió—es mi compañera de trabajo y aunque fuera la última mujer en el mundo, no la follaría.

—Anotaré eso —respondió Mike, sonriéndole, alzando su bigote. Levi alzó una ceja en respuesta y lo vio sacar su móvil y dedear en la pantalla táctil con rapidez, mientras leía en voz alta lo que escribía— "Hoy con fecha... Levi, dice que nunca se acostaría con Hange", listo. —El detective rodó los ojos y bebió otro sorbo de cerveza, giró hacia su jefe que los miraba con una sonrisa falsa en su rostro.

—¿Y a ti qué te pasa? —Preguntó Levi, intentando cambiar de tema. No quería seguir dándole vueltas a la situación y, sobre todo, a su propia declaración. Lo había dicho para convencerse a sí mismo, lo sabía, y era por lo que se sentía afligido. Lo único cierto de sus palabras era lo de Hange siendo su compañera. Debía acostumbrarse a esa revelación, se dijo, una vez que se le hiciera cotidiano la condición de su compañera, se le olvidaría aquella piel desnuda y dejaría de recordarla con morbo. No era raro, pues había pasado un par de horas desde que lo había visto, debía darse tiempo para olvidarlo.

—Nada —se apresuró en responder el rubio—solo espero que le tengas paciencia.

—Hablando de paciencia —interrumpió a propósito el más alto, conocía a ambos desde hace tiempo, y fue el único que se percató de la tensión que empezaba a surgir entre el inspector y el detective, cuando se trataba de Hange. Sabía por qué, al menos por parte de Erwin, pero aun no comprendía a Levi y primero debía cerciorarse que se tratara meramente por la personalidad del azabache, a que fueran por otros motivos que ni siquiera el detective reconocía aun—¿Cuándo entran los novatos?

La platica por fin cambió de tema. Pasaron el resto de la noche platicando cosas triviales del trabajo, política y se contaron algunos chismes del personal de la brigada, y de la competencia directa. Las distintas brigadas tenían sedes en cada región del país, a pesar de que eran brigadas de áreas diferentes, para Erwin, la principal competencia era la brigada de Inteligencia policial de la ciudad de Liberio. Pues su propia sede era la mejor a nivel país, lo mismo pasaba con la de inteligencia policial y eran las que cada año salían mejor evaluadas. Además, el inspector, Zeke Jaeger, era un antiguo compañero de universidad, con el cual siempre rivalizó. Por lo que a menudo se pasaban sus ratos libres cuchicheando sobre la otra brigada, claro, lo hacían cuando estaban solos, tenían una apariencia que resguardar.

Cuando se hicieron las 3 de la mañana, y el local estaba por cerrar, el trío se dignó a retirarse. Mike se había pasado con las copas, por lo que fue Erwin quien le pidió el auto para que lo llevara a su casa y lo acompañó, Levi se fue por su cuenta en otro vehículo que pidió con una aplicación de su móvil. Había bebido unas cinco botellas de cerveza desde que había llegado al bar, y no estaba mareado, pero si sentía el cuerpo acalorado. Cuando el vehículo se detuvo en frente de su edificio, la lluvia había empezado a caer con fuerzas, pagó el servicio al chófer y entró corriendo al vestíbulo.

—Buenas noches —dijo al conserje y se apresuró hacia el elevador. Tres minutos después estaba peleando con la cerradura de su departamento, no estaba mareado, pero no lograba hacer entrar la llave.

Después del sexto intento, logró encajar la llave y girarla para entrar. No encendió la luz, tenía presente el hecho de que tenía una visita en su departamento. Caminó directamente hacia la cocina, y presionó el botón para prender la luz, no había comido nada desde el almuerzo y su estómago se estaba quejando. Antes de revisar qué comer, volteó hacia la sala de estar, donde el futón que estaba cerca del ventanal, se extendía en su rol de cama. Pudo distinguir a la perfección su silueta en aquella colchoneta improvisada. Su rostro lucía placido, le costó trabajo apartar la mirada al verla sin sus anteojos, su cabello era una maraña esparcida alrededor de la almohada. La manta cubría a medias su pecho, estuvo tentado a acercarse para poder estudiarla con más calma, pero se contuvo. Se obligó a buscar algo para comer, se repitió una y otra vez: "Hange es mi compañera de trabajo, respétala".

Se preparó un emparedado, no sin antes notar que la castaña no había usado platos para comer, pues no había nada de loza sucia o en el lavadero, más las cajas de la comida si estaban en el basurero. Apagó la luz una vez que se terminó el pan, iluminó con su móvil y avanzó hasta su dormitorio, cuando por fin llegó hasta su cama, se dejó caer sin cuidado, estaba cansado. Habían sido muchas emociones ese día y la salida con Mike y Erwin lo había dejado más agotado de lo que esperaba, pero aquello le ayudaría a dormir. Esperaba que esa noche pudiera descansar más de tres horas.

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(...)

Como cada sábado, se levantó a las 9 de la mañana, no pudo dormir más que eso. Fue al sanitario, cepilló sus dientes y mientras se enjuagaba la boca, observó su reflejo en el espejo, lucía fatal. Las manchas oscuras bajo sus ojos se veían más marcadas de lo usual, seguramente era el efecto del trasnoche. Lavó su cara y la secó con una toalla pequeña, observó el sanitario y aunque una persona "normal", no notara nada fuera de su sitio o sucio, para el detective no fue así. Levi tenía la manía de ordenar todos los días, y debía ser un aseo profundo, por lo que, como cada mañana, antes de darse un baño, decidió ordenar y siempre empezaba por la cocina.

Se colocó la remera a juego de su pijama y salió de su habitación, fue directamente hacia el cuarto de aseo y sacó la aspiradora junto a una escoba y productos de limpieza. Dejó la aspiradora en la sala, y llevó el resto a la cocina, después de limpiar cada superficie y sacudir los frascos, barrió el suelo y lo trapeó. Tardó una media hora en hacer todo ello, cuando salió de la cocina, enchufó la aspiradora y la encendió, no alcanzó a acercarse a la alfombra de la sala de estar cuando oyó el pequeño grito femenino. Apagó la máquina y levantó la mirada, y sintió como si una teja le cayera en la cabeza. Vio a su compañera reincorporarse asustada sobre la colchoneta, había olvidado que no estaba solo y cuando la vio, todos los recuerdos del día anterior golpearon su cabeza.

—Olvidé que estabas aquí —reconoció mirándola, su cabello estaba alborotado, más que de costumbre. La castaña restregó sus ojos con el dorso de su mano derecha y con la otra, tanteó cerca de la almohada buscando sus lentes, hasta que los encontró—¿Si sabes lo peligroso que es tener tus lentes en la cama?

—Ah... buenos días —murmuró somnolienta— ¿Qué estás...? Ah —se respondió cuando pudo abrir los ojos sin somnolencia. Le fue extraño verlo con ropa holgada, lucía relajado, pero solo era su ropa, pues su semblante seguía igual de serio que en el trabajo. —¿Qué hora es? —Preguntó, y buscó la respuesta mirando su móvil—dios... ¿Si sabes que es sábado?

—Rutina diaria —respondió mirándola serio. Al verla, creyó que estaría incomodo como la tarde anterior, pero no sintió nada. Todo estaba como antes, se dijo, sus pensamientos morbosos solo habían sido por la sorpresa inicial.

—Te ayudo —comentó mientras levantaba la manta junto con las sábanas y se inclinaba hacia delante, para buscar sus pantuflas. Al hacerlo, el cuello de la remera siguió su movimiento, separándose de su cuerpo, dejando ver al detective una perfecta panorámica de sus senos, que caían hacia el frente de forma natural. Levi no tuvo tiempo para detenerla, o decir algo, su voz quedó atorada en su garganta y sus ojos no parpadearon al verla. Se fijó más de la cuenta en el tamaño, no eran pequeños, pero tampoco como el promedio, lo que lo dejó congelado fue la forma. No eran los primeros senos que veía, ni por lejos los últimos, pero creía que eran los más bonitos que había visto, casi como de revista de anatomía. Logró tragar en seco cuando la vio ponerse de pie, pero al ver sus muslos desnudos y el largo de su remera cubrir solo el borde de sus bragas, se le escapó un quejido de sorpresa y volteó dándole la espalda con rapidez.

—¡Diablos, Hange! —Exclamó molesto. La joven miró hacia su compañero y lo notó de espaldas—Esto no va a funcionar... —murmuró, no necesitaba comprobarlo con sus ojos, pero lo hizo de todos modos, y miró su pelvis, la erección era más que notoria en ese pantalón de algodón.

—¿Qué? —Preguntó confundida, mientras se ponía los pantalones—¿Qué cosa no funcionará?

—¡Esto! —Exclamó sin voltear, no podía hacerlo hasta que su miembro bajara, miró hacia el techo de su departamento y resopló fastidiado. —No puedes... pasearte así en frente de mí.

—No me paseé —se defendió extrañada—¿Así como? —Hange realmente no lo sabía. Notaba que su compañero estaba actuando extraño desde la tarde anterior, supuso que se debía a que la había visto desnuda ¿Era tan importante? No lo entendía, sabía de antemano que las personas eran pudorosas con sus cuerpos, pero eran adultos y habían visto cosas peores, además, todos tenían lo mismo, no había ninguna novedad, al menos para ella.

—Me refiero —respiró profundamente y bajó la mirada, su virilidad parecía menos dura, pero no del todo, volvió a resoplar—no puedes estar... en ropa interior en frente de mí. Sé más cuidadosa con eso ¿Sí?

—Ah... entiendo, lo siento —asintió, aunque él no giraba hacia ella—pero, a mi no me molesta en lo absoluto. Quiero decir, son solo cuerpos.

—¿Y porque son solo cuerpos, no te molesta que un desconocido te vea desnuda? —Preguntó con curiosidad, quizás era la primera mujer, no, persona, que escuchaba expresarse de ese modo, no conocía a nadie que no le importaran ese tipo de cosas, que no tuvieran pudor con su desnudez, y venía Hange y rompía todos los esquemas.

—No eres un desconocido —murmuró alzando una ceja—eres mi compañero. Y no, no me molesta, me da igual. Pero entiendo que a la mayoría sí, así que seré cuidadosa. Lo siento.

—No te disculpes —respondió mirando hacia el suelo—puedes seguir durmiendo en mi habitación, es lo último que limpio.

—Te ayudaré —dijo, dando un paso hacia él y Levi fue rápido en hablar, no podía permitir que le viera en ese estado, su erección había disminuido, pero no se había ido del todo y con esa ropa no pasaba desapercibido.

—No es necesario. No me gusta como ordena el resto, prefiero hacerlo por mi cuenta —Hange asintió en silencio, y Levi lo tomó como una respuesta—ve a mi dormitorio, puedes seguir durmiendo allí.

—Bueno, un par de horas de sueño no se rechazan —y soltó una pequeña risotada, giró solo su rostro hacia ella y la observó irse hacia su habitación, no se volteó hasta que la puerta se cerró.

Dio un profundo suspiro y observó el futón, esperaba que ella entendiera, porque si continuaba actuando así de descuidada, no podría soportarlo. Independientemente de lo que pensara de ella como persona, era hombre y si se le presentaban esas escenas, su cuerpo reaccionaba, se podía controlar, claro está, pero era su mente la que le jugaba malas pasadas en ese momento, no estaba seguro de seguir atribuyéndolo a la novedad de saber que Hange era mujer, porque era lo mismo que conocer a una chica nueva y él no era así, era un hombre adulto y serio, no era un degenerado ni pensaba en las mujeres como objetos sexuales, él las consideraba iguales y no pensaba en tonterías de sus compañeras o desconocidas ¡Y se enorgullecía de ello! Pero Hange lo estaba llevando al límite, le hacía sentirse como un adolescente que está descubriendo su cuerpo ¿Cuándo fue la última vez que tuvo una erección involuntaria? Él era el autocontrol encarnado, y ella lo estaba quebrando. Y solo llevaba un día allí... su única alternativa era esperar que ella lo entendiera y, acostumbrarse a su presencia.

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(...)

Sus dedos estaban arrugados de tanto exponerlos bajo el agua, resopló cansada y siguió fregando el plato blanco con la esponja llena de espuma. Miró hacia su derecha, y una mueca de molestia se formó en sus labios al ver los demás platos y bandejas por lavar, giró hacia su izquierda y frunció el ceño, el dueño del departamento estaba serio, como de costumbre, concentrado secando el plato anterior que había lavado, con toallas de papel. Sacudió el agua restante del plato que tenía en sus manos y se lo entregó a su compañero. Tomó el resto de platos y los dejó bajo el agua, le echó más detergente a la esponja y siguió fregando.

—Te faltó ahí —giró hacia Levi, y vio el plato que recién le había entregado, se acercó un poco para ver de cerca, y notó una muy minúscula mancha de grasa pegada en el borde. Resopló otra vez, y le recibió el plato, lo dejó bajo el agua y pasó nuevamente la esponja, lo enjuagó y se lo devolvió. Vio como el hombre sacaba más toallas y las pasaba por la loza.

—No tiene sentido —murmuró, su voz sonaba cansada. Esperó que Levi preguntara o dijera algo, pero estaba más concentrado en secar cuidadosamente la pieza de loza—¿Para qué pedimos comida si luego la servimos en los platos?

—Las cajas siempre se mojan y terminan haciendo un desastre —respondió sin mirarla—sigue lavando. —Giró hacia ella y la vio rodar los ojos, era primera vez que la veía en esa postura, como una niña que hace berrinches por hacer caso a sus padres.

—¿Sabes cuantos arboles mueren para que puedas secar tus platos con toallas de papel? —Preguntó con indignación, mientras cerraba la llave y refregaba la loza faltante.

—Sí, y a mi no me va a dar la enfermedad de las vacas locas —respondió mirándola lavar los platos, frunció el ceño. No le gustaba como lo hacía, pero guardó silencio al respecto, Hange se había ofrecido a lavar después de cenar y no quería menospreciar su ayuda, no quería hacerla sentir incómoda. Ya la había despertado bruscamente esa mañana, y no había sido a propósito, no le sumaría más actitudes suyas para hacerla sentir mal.

—No se registran casos de encefalopatía espongiforme bovina desde hace años —Levi alzó ambas cejas al oírla, su compañera tenía un don cuando se trataba de elocuencia y argumentos, lo que más le sorprendía era que nunca tartamudeaba, incluso cuando decía palabras tan complicadas.

—No usaré un paño para secarlos, no insistas —la joven le entregó dos platos juntos que recién había terminado de lavar, y siguió con el resto que quedaba de loza. No había tenido mayor percance que el de la mañana, empezaba a creer que definitivamente había ayudado esa "platica". Después de ducharse, se había vestido con un pantalón holgado y con un polerón cubrió cualquier curva femenina, lo que le había ayudado a olvidar todo el asunto y actuar con normalidad nuevamente. Pero tampoco le parecía algo bueno del todo, no quería limitarla por sus instintos primitivos, y a la vez se convencía de que no se trataba de ello, sino que simplemente era algo de sentido común, no podías ir exhibiendo tu cuerpo a alguien con quien no tienes una relación ¿No?, con eso en mente, decidió ponerle fin a todo el asunto y no pensar más en Hange, como mujer al menos.

—¿Y para qué los tienes entonces? —Preguntó frunciendo el ceño, mientras miraba las telas dobladas sobre un mueble.

—Son para otras cosas —se encogió de hombros—deja de criticar mi estilo de vida, cuatro ojos. —Hange siguió frunciendo el ceño y no ocultó la mueca en sus labios. Le molestaba más que no cuidara el medio ambiente a que siguiera con sus apodos, ahora sabía que, aunque supiera que era una mujer, él seguiría tratándola del mismo modo y se sentía cómoda con ello, creía que, con eso, tenían cierto vinculo de confianza, quizás como el que había formado con Mike o Erwin, y le gustaba la idea. En el almuerzo él le había preguntado porque nunca le había aclarado lo de su sexo, y aunque le dijo la verdad, que no era tema para ella, él no siguió insistiendo ni tampoco se disculpó por haberla confundido con un hombre. No esperaba disculpas, pero estaba segura que era lo más normal, pero con Levi las cosas comunes no aplicaban. Medio sonrió al pensarlo, él era amable a su manera, y sentía que eso lo hacía más honesto, él decía lo que pensaba y no le importaba lo que pensaran de él, le agradaba su compañero. Era alguien confiable.

—No critico tu estilo de vida —respondió—solo te informo, para que seas consciente con el medioambiente.

—Cuatro ojos —Hange giró hacia él y notó que miraba la loza que enjuagaba, imitándolo observó el vaso que tenía en sus manos—el borde del vaso, debes pasar por ahí la esponja.

—¿Por qué no contratas una criada? —Preguntó sonriéndole—estás todo el día ordenando, tu vida pasa delante de ti mientras aspiras una alfombra.

—Lo hacen mal —respondió guardando la loza que ya estaba seca en el mueble.

Hange siguió insistiendo durante todo el tiempo que estuvieron lavando y secando lo que usaron durante la cena, pero Levi solo se limitaba a responder, lo irritó un par de veces, pero no la golpeó en ningún momento, a esas alturas, ya le habría dado un palmazo en la cabeza, quizás las cosas no serían tan igual como antes, pensó. Pero no se quejaba, le había quedado un hematoma feo en la frente que su flequillo no escondía del todo, y dolía, por lo que despedirse de las patadas y golpes, no le entristecía.

Descubrió que su compañero, definitivamente tenía una obsesión con el orden y la limpieza. Después de levantarse temprano a ordenar, siguió limpiando en profundidad cada vez que se movía algún objeto o usaban algo, como cuando comieron durante el día. Se sintió un poco inútil mientras lo veía ordenar, él había rechazado cada ayuda que le ofreció, y entendía que no lo hacía con malas intenciones, el detective prefería hacer las cosas él a que las hicieran mal, y lo había comprobado cuando por fin accedió a que lavara ella la loza de la cena. Le era curioso observarlo en su cotidianidad, no parecía tener algún hobby aparte de la limpieza, era silencioso y casi nunca tomaba su móvil, ya fuese para ociar por las redes sociales o comunicarse con alguien, su compañero definitivamente era alguien solitario. Quizás no tenía más amigos que Erwin y Mike... ¿Él la consideraría una amiga? Esperaba que sí, por algo la había invitado a pasar ese tiempo en su departamento ¿No? Debía haber, aunque fuera un poco de estima laboral allí, quería pensar que así era.

—¿Vemos alguna película? —Preguntó cuando vio al azabache poner agua hervir—¿Otra vez beberás té?

—¿Tienes algún problema con eso, cuatro ojos? —Hange negó sonriéndole y caminó hacia la sala de estar, que a la vez era su dormitorio. Corrió la cortina y se asomó por el vidrio del ventanal, el cielo estaba nublado y no se podía ver ninguna estrella, en cualquier momento se ponía a llover. El invierno había llegado oficialmente hace un par de semanas, y las tormentas eran recurrentes. —¡Oye! —Ladró su compañero, sobresaltándola. Giró hacia atrás y lo vio de pie en el umbral de la cocina—¿Quieres un té?

—Eh... bueno —asintió sonriéndole, pero su sonrisa titubeó a medio camino cuando los ojos afilados de su compañero no apartaron la mirada de ella, fueron quizás un par de minutos en que Levi solo la miró fijamente, y se sintió intimidada. Antes de poder preguntar, lo vio entrar nuevamente a la cocina. Miró extrañada hacia el lugar ahora vacío que el detective había dejado.

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(...)

Era la madrugada de lunes, cuando la joven oyó movimiento, que la hizo abrir los ojos. Aun estaba oscuro, pero pudo distinguir al dueño de casa caminar hacia la cocina con escoba en mano y dejar la aspiradora en medio de la sala. Cerró sus ojos con fuerza, le ardían, podía sentir la falta de sueño afectarle, y la iluminación repentina no ayudaba al golpear sus párpados cerrados. Entreabrió los ojos, y vio la luz encendida del cuarto de cocina, buscó sus lentes a tientas, los encontró en el sofá de al lado, tomó su móvil y miró la hora, se quejó en voz alta cuando vio la pantalla.

—¿Te desperté? —Levantó la mirada hacia la cocina y vio en el umbral al detective, aun vestía su pijama, y no había señales de somnolencia en su rostro—ve a mi dormitorio, puedes dormir un poco más allá.

—Levi, por todos los cielos ¡Son las 5:00am! —Exclamó soltando un gemido— ¿Por qué te levantas tan temprano a ordenar?

—Cuando llegue del trabajo estará todo en orden —explicó sin perturbar sus rasgos—ve a dormir a mi dormitorio.

Hange, de mala gana, se levantó. Seguía somnolienta, tomó su móvil y se abrazó a sí misma al sentir la baja temperatura, caminó hacia el cuarto de su compañero ajena a la mirada del azabache, pues no se había puesto el pantalón de su pijama para levantarse. Cuando llegó al dormitorio, pensó unos segundos antes de recostarse, la cama lucía estirada y solo la punta de la esquina izquierda estaba doblada, en señal de que alguien la había usado. El sábado por la mañana había sido igual ¿Acaso dormía algo siquiera? Suspiró cansada y se acercó a la cama, se metió entre las frazadas y lo primero que pudo distinguir, aparte de la suavidad de las sábanas, fue el aroma impregnado de Levi. Se quitó los lentes y los dejó en un velador, y se acurrucó reconfortada y olfateó un par de veces, era un olor masculino pero distinguido, era una mezcla de perfume junto a la esencia natural del detective, era agradable, minutos después se quedó profundamente dormida.

Despertó a las 6:30am, cuando su móvil hizo sonar la alarma. Antes de conocer a Levi se levantaba a las 7, pero como su compañero le exigía los baños diarios, tuvo que organizar sus tiempos. Se desperezó estirando sus brazos al mismo tiempo que soltaba un bostezo. Se levantó haciendo movimientos perezosos, y llegó a la cómoda que amablemente, su compañero le había prestado. Buscó su toalla y fue hacia el sanitario, veía un poco borroso todo lo que estuviera fuera de su metro de diámetro, pero no había peligros, ya que había memorizado cada espacio y objeto que estaba en el departamento de su compañero. Tomó una ducha rápida, se lavó el cabello y el resto del cuerpo, se aseguró que, al terminar, no hubiera quedado ni un pelo ni suciedad en la bañera. Secó su cuerpo y se envolvió en la toalla, al salir del sanitario, habían pasado alrededor de quince minutos. Buscó su ropa de trabajo, un pantalón de tela café, una camisa blanca y una chaqueta negra y su ropa interior. Podía oír aun el ruido de la aspiradora en la otra habitación, por lo que se relajó para vestirse, repasó la tela sobre su cuerpo, eliminando cualquier rastro de humedad.

Tenía la costumbre de empezar poniéndose los calcetines, desde niña que era así. Luego, siguió con las bragas y su sujetador, subió sus pantalones, pero no alcanzó a subir el cierre cuando la puerta se abrió, interrumpiéndola.

—Buenos días —saludó más despierta a su compañero, quien se quedó estático en el umbral. Había decidido ir a despertarla, pensando que se había quedado dormida, olvidó por completo que ahora dos personas tenían que usar el sanitario por la mañana y para evitar atrasos injustificados en el trabajo, y debido a ello, fue bendecido con esa postal.

Sus ojos azules grisáceos pasaron desde su vientre plano hasta el comienzo de sus bragas blancas, subieron por su cintura que, definitivamente era pequeña, llegando a sus senos cubiertos por... ¿Un peto infantil? No tenía forma, absolutamente ninguna, lo único que hacía la tela era aplanar notoriamente sus perfectos montes y entonces lo entendió, esa tela era la culpable de que Hange no luciera aquella delicada delantera en sus horas de trabajo. Salió de su trance cuando la vio subir el cierre de su pantalón, y notó las visibles arrugas de la tela.

—Oye cuatro ojos —murmuró, estrechando los ojos. La castaña se inclinó y tomó su camisa, encajó los brazos en las mangas respectivas y Levi abrió los ojos con sorpresa al ver la prenda aun peor que el pantalón—¡Hange! —Exclamó alarmado, haciéndola pegar un brinco en su sitio, girando hacia él para observarlo. —Tu ropa está arrugada.

—Ah... no importa —se encogió de hombros y abotonó la prenda, sin mirarlo—se arrugará de todas formas al usarla ¿No?

—¿Por qué no me dijiste que estaban en ese estado? ¡Las hubiera planchado! —Insistió entrando al dormitorio, la joven escondió la sonrisa al verlo, el detective usaba un paño en la cabeza y otro en el cuello para cubrir su boca y nariz a la hora de ordenar, y aunque le hacía lucir adorable, su semblante imperturbable le obligaba a no burlarse abiertamente.

—Descuida, no me molesta —dijo, restándole importancia— ¿Por qué no te has casado, Levi? Serías un buen marido.

—No me interesa —respondió, indignado con sus ropas. Resopló rendido y caminó hacia el sanitario, para encerrarse y colocarle seguro a la puerta, lo próximo que escuchó la joven, fue el agua caer.

Observó la habitación, lo único fuera de lugar era su ropa y toalla sobre la cama, y las mantas arrugadas. Recogió su pijama y lo guardó en el segundo cajón, tomó la toalla y la llevó al tendedero que tenía Levi en el balcón. Volvió a la habitación para estirar las mantas, y dejarlas como recordaba haberlas visto en algún momento.

.

.

.

(...)

Estaba inquieto, no había podido ordenar su habitación y no tenía más tiempo, tendría que hacerlo por la tarde y no le agradaba la idea. Salió del sanitario secándose el cabello y se quedó de pie a medio camino al ver su cama hecha. Miró a su alrededor, no había señales de su compañera en la habitación, no se sentía cómodo con la idea de que hubiera estirado sus mantas, pero agradecía la intención. Caminó hasta el armario para sacar su ropa y la puerta se abrió de golpe, giró hacia la castaña que se le quedó viendo fijamente, pero no a la cara.

—Vaya, Levi —murmuró sin esconder su asombro—tienes el cuerpo bastante marcado, pensé que eras más delgado —el detective no dijo nada, se centró nuevamente en la elección de su ropa para ese día.

Hange, tomó su cepillo de dientes y volvió al sanitario, y Levi aprovechó para poder ponerse el bóxer, alcanzó a colocarse los pantalones para cuando la joven salió del baño, quien caminó hacia la salida sin prestarle atención. Hizo su rutina de siempre, cepillar sus dientes, usar su desodorante y perfume, les pasó una escobilla a sus zapatos negros de ese día y tomó su abrigo, su saco a juego con el pantalón y salió del dormitorio.

—¿Qué es...? —Preguntó al ver sobre la mesa un par de botellas con lo que parecía leche de fresas en el interior.

—Ah —soltó Hange al verlo salir—es que, por la hora, no alcanzamos a comer —explicó sonriéndole—así que hice unos batidos con la leche y fruta que encontré en la nevera y unos emparedados, los podemos comer en la oficina —sonrió maliciosa al decir lo último.

Levi se acercó a la mesa y tomó una de las botellas, le abrió la tapa y olfateó el contenido, olía bien, debía reconocerlo. Miró las dos bolsas con cierre zip transparentes, cada una tenía un sándwich de queso con tomate y salame. Asintió pensativo y giró hacia su compañera, que lo miraba seria.

—¿No debí... usar la leche? —Preguntó, temerosa de la respuesta.

—Bien hecho, cuatro ojos —halagó serio, pero para Hange fue un logro desbloqueado. Era primera vez que le reconocía de alguna forma, ni siquiera en el trabajo le hacía algún comentario, le guiñó un ojo en respuesta sin dejar de sonreírle—¿Estás lista?

—Oh sí —asintió, al mismo tiempo que regresaba al cuarto a buscar su placa y arma.

Cuando regresó, se quedó en su lugar mirando como Levi observaba la cocina, estiró su cuello y recordó la licuadora, que no había dejado en su sitio. Mordió su labio inferior y llegó a su lado, pero él no dijo nada. Salió del departamento con su batido en mano junto a su abrigo, Hange tomó el suyo y las bolsas. Lo vio ponerle cerradura a la puerta y caminaron hacia el elevador. En el camino, una mujer salió del departamento contiguo y se les quedó viendo, Levi asintió en su dirección y la vecina respondió con un saludo matutino, al cual Hange respondió risueña.

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(...)

Entrar juntos a la brigada fue más complejo de lo que pensó. Su compañera llegaba saludando a todo el mundo, y todo el mundo le devolvía el saludo, fijándose en ella y con quien llegaba. Para nadie pasó desapercibido el hecho de que habían llegado a la misma hora y que tenían el mismo batido en su mano. No pudo evitar pensar, que malinterpretarían la situación y la idea le afligió más de la cuenta ¿Desde cuando le importaba lo que pensaba el resto? Miró a Hange, quien a esas alturas platicaba con un grupo, miembros del personal de apoyo, lucía como siempre, como si nada le afectara. No quería que inventaran cosas de ella, sabía que, si a una persona le explicaba la situación de su compañera, pronto toda la brigada lo sabría, pero ¿Y si no le creían? O incluso diciendo la verdad ¿Inventaban cosas sobre ellos? Él podía soportarlo, pero ¿Y Hange? Las mujeres se preocupaban de su prestigio e imagen, pero su compañera no era como las demás. Quizás le estaba dando más vueltas de las necesarias al asunto, suspiró cansado y caminó hacia su oficina.

—Buen día, Levi —giró hacia la voz femenina, encontrándose con una sonrisa coqueta y unos ojos grandes. Petra lucía como siempre, bella e interesada en él. Iba a responder, pero no pudo evitar que su mirada se posara antes en su compañera, como si estuviera esperando que ella presenciara aquello, casi como si le pidiera permiso indirectamente para hablar con la joven colorina. Era absurdo, la idea salió rápidamente de su cabeza y asintió hacia la chica que lo miraba con ilusión.

—Buen día, Petra —respondió y siguió su camino, pero la joven le siguió de cerca.

—¿Qué tal su fin de semana? —Preguntó, y al recordar sus días libres, fue pensar en la castaña, a la que todavía podía oír su irritante voz carcajearse, giró levemente y la vio sonreír y juguetear con unos compañeros, frunció el ceño en su dirección, como si con ello pudiera enviarle todas las energías negativas que su cuerpo tenía— ¿Levi? —Insistió Petra, al no tener respuesta.

—Agotador —respondió, dando por finalizada la platica cuando llegó a la puerta de su oficina—nos vemos —murmuró sin mirarla, ignorando la confusión en su rostro. Antes de entrar al cuarto, giró hacia la derecha, viendo una última vez como su compañera reía animada con otros.

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(...)

Habían anunciado tormenta eléctrica para ese día, y le habían acertado al reporte del tiempo. No había parado de llover, ya era de madrugada y a pesar de la fuerte lluvia que caía, la temperatura había bajado considerablemente para ser un temporal, dentro del departamento también se podía sentir el frío. Había pasado una semana desde que compartía su hogar con su compañera, y no habían tenido mayores problemas. Hange se esforzaba por no molestarle, y él hacía mantras mentales para llamar la paciencia que no tenía, cada vez que la joven ensuciaba o movía las cosas de su sitio.

Sus pensamientos morbosos sobre su compañera, habían parado, o al menos la mayoría. Era más cuidadoso, sabía que cuando recién la despertaba, ella estaba sin pantalones por lo que evitaba mirarla, o le daba su tiempo en la ducha y cuando salía. Había decidido tomar esas precauciones, y estaban ayudando, pero no podía evitar observarla cada vez que podía, y eso era en su trabajo. Se descubrió a sí mismo, todo el tiempo, estudiándola y si antes siendo un hombre, le llamaba la atención, ahora sabiéndola mujer, no dejaba de sentir curiosidad por ella. Y era lo que le tenía alerta, ya no solo la miraba con ojos de deseo, estaba atento a cada gesto o palabra que decía, de pronto sus platicas de uso excesivo de papel, del desperdicio de agua, se le hacían interesantes y no estaba bien.

La estaba viendo con otros ojos, la conocía desde hace menos de tres meses y no dejaba de pensar en ella como mujer. Sentía deseo por ella, y quería creer que se debía al hecho de que no quería involucrarse con ella, era como si fuera una mujer prohibida y eso le era más atractivo, quería creer eso al menos. No dejaba de buscar explicaciones a su repentino interés, y sabía que no se debía únicamente al saber que era una chica, porque antes de saberlo que Hange no le era indiferente. Ella era demasiado inteligente, astuta y divertida, cuando hablaba le hacía reír e incluso aprendía cosas-que a nadie le interesaban-nuevas cada día, desde que era su compañera. Le gustaba, y no quería que fuese así. La veía todos los días, a cada hora compartía con ella y pensó que, con eso, se le pasaría pronto su curiosidad, pero cada día descubría cosas nuevas de ella y el interés aumentaba.

Ya no era un muchacho, sabía lo que quería y buscaba a esas alturas, no estaba para relaciones secretas, y no deseaba perder su tiempo con cualquiera, entonces entraba Hange al tablero y las piezas se le revolvían. Porque con ella, se imaginaba teniendo una relación fugaz, conviviendo a diario y para toda la vida, y un romance secreto. Con ella podía hacer cualquiera, como si quisiera, aunque fuera una chance, para saber como era ella en el plano de pareja. Se había encontrado a menudo estudiando a su amigo y jefe, venció la tentación de preguntar porque había terminado con la castaña.

Un relámpago acompañado de truenos, irrumpieron el silencio de la noche, iluminando su habitación. Relamió su labio inferior y se puso de pie, ella quizás estaba pasando frío, se dijo. Era una excusa, su mente lo sabía y se repetía que se devolviera a su dormitorio y que no hiciera una tontería, pero su cuerpo se movía solo. Llegó al lado del futón, donde Hange estaba dormida y acurrucada, cubriéndose con todas las mantas. Se inclinó y posó su mano con firmeza en su hombro y la sacudió un poco, despertándola.

—Hange —le llamó, al tiempo que la joven entreabría los ojos—ven a la cama. 

.

.

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(...)

N/A: Holi!! aquí un nuevo cap :3 , sé que dije en el cap anterior que se venía la suculencia, pero no especifiqué que sería en el siguiente cap xDDD pero is coming, el siguiente ya tiene sus cosillas xDDD 

Gracias por leer y comentar y votar :D me alegra que les guste, a mi me encanta escribir este fic así que, yo feliz que les guste. 

Perdón por las letras revueltas, palabras mal escritas o errores ortográficos :x

Feliz cumpleaños atrasado! @deideiaz  <3 

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