Él es mi boxeador © {Saga Dam...

By leluMuzzi

18.6M 609K 138K

Libro publicado en físico por Nova Casa Editorial. Disponible en librerias❤️ {-Saga Damon #1 Él es mi boxe... More

Él es mi boxeador
Capitulo 1 :)
Capitulo 2 :)
Capitulo 3 :)
Capitulo 4 :)
Capitulo 5 :)
Capitulo 6 :)
Capitulo 7 :)
Capitulo 8 :)
Capitulo 9 :)
Capitulo 10 :)
Capitulo 11 :)
Capitulo 12 :)
Capitulo 13 :)
Capitulo 14 :)
Capitulo 15 :)
Capitulo 16 :)
Capitulo 17 :)
FURIA ILEGAL - Nueva novela
Capitulo 18 :)
Capitulo 19 :)
Capitulo 20 :)
Capitulo 22 :) Maratón 1/3
Capitulo 23 :) Maratón 2/3
Capitulo 24 :) Maratón 3/3
Capitulo 25 :)
Capitulo 26 :)
Capitulo 27 :)
Capitulo 28 :)
Capitulo 29 :)
Capitulo 30 :)
Capitulo 31 :)
Capitulo 32 :)
Capitulo 33 :)
Capitulo 34 :)
Capitulo 35 :)
Capitulo 36 :)
Capitulo 37 :) Maratón 1/3
Capitulo 38 :) Maratón 2/3
Capitulo 39 - Final :) Maratón 3/3
Epílogo :)
¡Segundo Libro!
Librerias con EEMB 😍
¿Como hago para que EEMB llegue a mi pais?
2do Libro en FISICO ❤️
Completamente mio A LA VENTA 😍❤️
Redes sociales Babysssss🥰💕✍️

Capitulo 21 :)

347K 13K 2.7K
By leluMuzzi


(Texto original del libro en Físico)

—¿Chris? ¿Qué haces aquí? Tienes que estar cuidando a Sophie — dice un poco alterado Carter. ¿De dónde se conocen? ¿Quién mierda es Sophie?

—Hey, tranquilo, Carter. La madre de una de sus amigas me llamó para preguntarme si Sophie se podía quedar a dormir en su casa y le respondí que sí. La llevé y luego te llamé al celular, pero no me contestaste. Por lo que vine a decírtelo en persona —se encoge de hombros. No es que yo esté a una corta distancia de ellos dos, pero al menos puedo escuchar algo de la conversación. Me doy cuenta de que dejé de limpiar la vitrina y concentré toda mi atención en ellos. Christian lleva puestos unos pantalones negros rasgados y una remera que remarca seximente sus músculos.

—Bien, ya te puedes ir. Te veré en casa.

¿En casa? ¿Qué significa eso? Oh, Dios. ¿Acaso Carter es su...?

—Bien, compraré la cena y si llegas tarde, me comeré tu porción... ¿Natalie? —mira atónito en mi dirección y se queda petrificado en su lugar mientras una lenta sonrisa aparece en sus labios. No me había percatado que se había volteado en mi dirección hasta que me habló. Sonrío sin poder evitarlo y camino hacia él, aun con las cosas de limpieza en la mano. Abre sus brazos y me acorrala en ellos con cariño, tanto cariño que me confunde. Solo nos vimos una vez. Pero me cae tan bien que le abrazo de igual manera. Aunque no dudo en mirar de reojo en todas las direcciones posibles para ver si Damon está cerca. Matará a Christian si nota que me está hablando y más si se entera que me abrazó con mucho afecto y cariño. Estoy segura de que no le interesa que Chris sea gay, le pegará de igual manera y sin importar qué.

—¡Hola, Chris! —me río a la vez que nos separamos, aliviada de no encontrar a la Furia por ninguna parte cercana—. ¿Qué haces aquí?

—Vine a hablar con Carter, ¿tú qué haces aquí? No te había visto antes en este gimnasio.

—Oh, no. Ella comienza a trabajar hoy —interrumpe un poco tímido Carter. Un tono rojizo aparece en sus mejillas y Chris se ríe por aquello.

—Buena suerte, entonces, Nat. Y dime una cosa... —se acerca a mí un poco y me mira con diversión—. ¿Dónde quedó ese bombonazo de la otra vez, quien también me pegó, por cierto? ¡Está que arde! Y, que Dios me salve si me vuelve a golpear, también tiene un muy buen derechazo.

—Damon está entrenando aquí. ¿No lo habías visto cuando venias? —vuelve a interrumpir el rubio.

—Si me hubiese dado cuenta de ello, viviría aquí y lo secuestraría. Sin ofender, Nat.

—Pensamos lo mismo —le susurro a Christian para que él solo me escuche.

—Bien, ahora hablemos de algo serio. ¿Estás con él como...?

—Christian, puedes hablar con ella otro día, ahora está trabajando y Rick se enojará si nota que se la pasó hablando contigo. Puedes otro día invitarla a casa y hablar tranquilamente —comenta Carter mirando hacia los lados alarmado y con ojos cautos—. No quiero que Rick se enoje con nadie. Sabes cómo es cuando se enoja.

—Bien, es cierto. Mejor hablamos otro día. Prométeme que me llamarás para salir, Nat. Ya me lo prometiste y fallaste. Estoy seguro de que te olvidaste de mí... —me reprocha el gay fingiendo enojo e indignación. Cómo amo cuando hace eso; frunce los labios, coloca sus manos en sus caderas y tuerce graciosamente la nariz. Es todo un personaje cuando finge enojo.

—Te lo prometo. En serio.

—Genial, iré a tomar un helado con Félix. Carter, llámame cuando estés por salir así ya compro la cena.

—¿No es un poco tarde para cenar? —pregunto y él se encoge de hombros restándole importancia.

—Ya cené algo pequeño, ahora voy a tomar el postre con Félix y luego cenaré en serio —me río. Los hombres comen tanto que me sorprende. Bueno, no sé si come más que yo, pero si cena dos veces creo que es una posibilidad bastante buena de que sea, como mínimo, igual que yo—. Nos vemos luego, Nat —se da la vuelta y sale de la habitación moviendo las caderas, atrayendo a su paso algunas pequeñas miraditas de parte de algunos del sexo masculino. Al parecer le encanta atraer la atención.

—¿De dónde se conocen? —pregunta Carter, mirando caminar a Chris hasta verlo desaparecer. Entonces, se gira hacia mí.

Lo miro un momento y luego respondo. Ahora, por lo menos, cuando me habla no se sonroja. Espero que lo esté controlando porque si no, de seguro mis manos van a ir volando sin mi consentimiento y van a estrujar esos cachetitos tan tiernos hasta que estén de un color rojo vivo. Lo digo en serio.

—Damon le pegó porque pensó que me estaba coqueteando. Christian era el mesero que me atendió cuando Damon se fue al baño el día en el que fuimos al parque de diversiones —me río al contarle todo ello y al acordarme de toda esa escena que se armó en el parque de diversiones. La furia de Damon se podía oler a muchos kilómetros de distancia—. ¿Cómo se conocen ustedes? —por favor, que no me diga que era su exnovio porque si no me mato. Sería demasiado desperdicio de lindura para las mujeres.

—Es mi hermano —admite.

Jadeo, mis ojos abriéndose sorprendidos hasta más no poder. ¿Hermanos? No me jodas. No tienen muchas características parecidas, por lo que jamás me los hubiera imaginado como hermanos. ¿Serán hijos de diferentes madres o padres? Ahora sí puedo respirar tranquila. Carter no es gay, no sé por qué estoy feliz por eso, pero es así. Descarto y saco definitivamente la idea de que Chris y Carter son novios de mi cabeza.

—Guau, no me esperaba esa respuesta —me río nerviosa—. No se parecen en nada.

—Lo sé, no preguntes —incómodamente él se queda viendo la vitrina que limpié hace un momento—. Lo hiciste todo bastante bien. Te felicito —comenta intentando y fracasando terriblemente cambiar de tema. Lo dejo pasar para no ponerlo mal y no forzarlo a hablar de algo incómodo y que puede ser duro para él.

—Gracias, pensé que sería mucho más difícil, pero me sorprendí al ver que no lo fue.

—¿Es tu primer trabajo? —asiento—. No te preocupes, eres apta para esto —y por primera vez, lo escucho reír. Una risa contagiosa y melódica. No es muy fuerte, ya que al parecer también su risa es tímida, pero al menos se ríe.

—Me alegro de escuchar eso.

—Nat, vámonos.

La voz dura de Damon nos interrumpe y hace que me dé vuelta en mis talones. Su gran figura se encuentra parada frente a mí, espectacular y radiante como siempre. Vestido con unos pantalones sueltos, una remera manga larga negra y el bolso que le cuelga del hombro. Con el pelo mojado y revuelto de una manera que solo él logra, y creo que sin esforzarse en nada. La molestia feroz brota de sus poros, llegando a rozar mis vellos. Es casi palpable. Su escultural cuerpo irradia respeto, logrando intimidar hasta el más grande hombre. Se alza sobre mí, tan glorioso como nadie jamás podrá ser.

Le envío una confusa mirada. ¿Es que Rick ya me permite irme? Es imposible que Damon me sacara de allí sin su consentimiento. Supongo que él me sabe mi hora de salida, si fue él quien me consiguió el trabajo. Miro hacia el reloj, y tan solo faltan cinco minutos para poder irme. Sonrío internamente. Pasó bastante rápido la noche, y si no fuera porque disfruté lo que hice por mí misma, hubiese pasado completamente lento. Pero me gustó, a pesar de haber estado sosteniendo cosas olorosas y sudadas de los demás.

—Claro. Espérame que dejo todo y podremos irnos —sonrío y ladeo la cabeza para mirar a Carter—. Nos vemos luego, Carter. Fue un gusto conocerte. Nos vemos mañana, ¿a la misma hora?

—Claro. Nos vemos, Natalie —sonríe al mismo tiempo que se sonroja levemente. Y ya volvió su actitud nerviosa y tímida.

Me alejo, sintiéndome repentinamente relajada y totalmente exhausta. Dejo las cosas que utilicé para limpiar todo el gimnasio en la habitación correspondiente y me lavo las manos. Tengo un olor espantoso. La combinación de los tóxicos para limpiar, el sudor que tengo de tanto moverme y de todo el calor que hace en este lugar tan cerrado y lleno de personas sudorosas, se impregnó en mí y me da ganas de vomitar. Estoy segura de que cuando llegue al departamento voy a meterme directamente en la ducha.

Puedo escuchar la voz amenazante de Damon cuando me acerco lentamente a ellos dos.

—... Si la tocas o la miras más de la cuenta, te partiré la cara.

—Pero no es tu novia. ¿Por qué nadie puede tener oportunidad con ella cuando tú solo eres su amigo? —le responde bajito y tímidamente Carter. Damon gruñe.

—Me da igual. No la mires. No la toques. No estés en ningún lugar cercano a ella. Es mía. Y yo protejo y cuido lo que es mío. Te lo estoy avisando.

—No puedes prohibirme verla, está trabajando aquí y Rick me dijo que la ayude y la vigile... Aparte, solo pretendo conocerla...

—Haz el intento de ser cortante... —interrumpe enojado Damon, apretando sus puños a los costados y tensando su mandíbula. Puedo jurar que tiene la intención de abalanzarse sobre Carter y destrozarlo lentamente para que sufra. Por lo que aprovecho ese momento para interrumpir la posible matanza.

—Listo, Muchachote —comento alegre para aminorar la tensión que hay en el aire. Me coloco mejor la campera y sonrío hacia los dos chicos frente a mí.

Ver y escuchar los celos de Damon me da gracia, alegría y... realmente me enoja. Que sea amenazante con otras personas solo para alejarlos de mí, ser sobreprotector como si fuese su hermana y posesivo es frustrante de alguna manera... buena. Sí, dije buena. Es confuso. Él es confuso. Todo... El... Maldito... Tiempo.

Pero me gusta tal y como es. Que proteja lo que considera suyo. Y joder, justo ahora pienso que sí lo soy.

Damon mira por última vez a Carter y me toma de la mano para llevarme hacia la puerta.

—Nos vemos mañana, Natalie —saluda efusivamente Estela ni bien Damon me hace seguir sus pasos apresurados por el frente de su escritorio.

—Adiós, Estela.

Caminamos hacia su auto. El aire frío se intensificó y ahora es más probable que llueva y haya tormenta. Las pequeñas y pocas gotas de lluvia comienzan a caer cuando nos estamos aproximando al estacionamiento. Damon no me suelta, sino que me aprieta más a su cuerpo e intenta cubrirme del agua. No lo logra, ya que me alejo un poco de él para sentir ese frescor del viento en la cara combinado con el agua. No me importa enfermarme en estos momentos, pero estoy segura de que lo haré si sigo así.

Es ahora que se me viene la imagen de Damon cuidándome cuando me enfermé por su culpa.

Bueno, ahora que lo pienso mejor, no me molesta para nada enfermarme de nuevo.

—¿Por qué lo trataste así? —pregunto ya en el auto, muy serena para ser verdad, pero en mi cara no se podría ver lo molesta que estoy. Sí, me gusta que sea así, pero no es tanto como para tratar mal a alguien que tan solo me habló y me ayudó en mi trabajo.

—Solo le advertía, Natalie —no me mira, presta toda su atención en la carretera, aunque aun así aprieta fuertemente sus manos en el volante.

—Damon, tienes que dejar de ser así con la gente que apenas me habla ¿Cómo pretendes que tenga amigos?

—No necesitas amigos. Nos tienes a Emma, Elle, tus hermanos y a mí. Sin mencionar a Finn y Julieta —simplemente, lo quiero matar. No me hace mal conocer más personas. No sé si me lo dice en un tono de reproche o de enojo, como si me estuviese recordando de la presencia de las personas que quiero.

—Damon, no me hace mal poder conocer otras personas. ¿Por qué pensaste que tener a Carter cerca podría hacerme algo? Es muy dulce y tiernamente tímido. Déjalo en paz. Aparte, es hermano de Christian y lo veré mucho en el gimnasio y en su casa —al decir el nombre de mi nuevo amigo, Damon levanta la cabeza casi instantáneamente y me fulmina con la mirada.

—¿Quién mierda es Christian? Y Carter es un idiota al que cortaré en pedacitos si no hace caso a mis advertencias de todas formas —su tono de voz causa escalofríos a mi sistema y tiemblo por lo que se aproxima. Pero sin dejarle ver mis nervios, le respondo.

—El pobre mesero gay del parque de diversiones al cual le pegaste, ¿lo recuerdas? —gruñe y aprieta un poco el acelerador.

—Se llevará otro de mis puños si no aleja a su hermano de ti... — murmura lo más bajo con la intención de que yo no lo escuche, pero para su mala suerte, lo escucho fuerte y claro.

—No lo hará, Damon. Quiero que sea mi amigo. ¡Por Dios! ¡Hasta que tenga un amigo gay también te molesta!

—¡No quiero que te lastimen! —su grito me interrumpe.

Me quedo callada, con la respiración agitada de tanto enojo y frustración. ¿Por qué piensa que van a lastimar? No soy una niña que se rompe ni bien la tocas. No soy débil, pasé tantas cosas difíciles que él no sabe. No me conoce por completo. Hay una parte de mí que se encuentra escondida, muy escondida en el fondo. Cubierta por un puñado de cadenas pesadas y candados. Pero verlo así, vulnerable por aquel pensamiento que tiene de mí o de que me van a hacer algo, es algo que me desgarra. Nunca lo vi tan...

Me lo quedo mirando a los ojos, unos ojos azulados que solo reflejan una guerra interior, desgarradora y difícil, dando batalla. Pero hay algo que sí destaca en aquellos mares zafiros: la decisión.

—Te voy a cuidar, Nat. Quieras o no, eres mía.

No lo contradigo, no digo nada. Me lo quedo mirando sin ganas de decirle lo contrario. Me gusta ser cuidada por él, me gusta sentirme así. Nunca pertenecí a nadie. Solo era yo con mis problemas cuando mis hermanos se fueron, y pensar que ahora no estoy sola y que otro puede alejarme de cualquier cosa... es extraño. Un sentimiento muy desconcertante, pero a la vez muy lindo. Siempre hay una primera vez para todo y esta es la mía.

Volteo mi cara hacia la ventana y apoyo mi frente en esta, mirando cómo todo el paisaje oscuro que tengo de los edificios que pasamos va cambiando. Algunas farolas iluminan las calles, pero no los callejones, por lo que me da miedo el pensar que algunas chicas pudieron o podrán ser violadas allí. Me encantaría que también haya algunas luces en esos lugares tan fríos y carentes de iluminación. Se necesitan y mucho, más ahora cuando hay gente peligrosa por todos lados que pueden abusar de ti y matarte sin compasión.

Alejo todo eso de mi cabeza para no deprimirme.

Espero unos minutos en esa misma posición y noto que nos desviamos hacia la calle contraria hacia donde mi edificio se encuentra. Frunzo el ceño y miro disimuladamente al chico de ojos azules. Se encuentra sin rastro de emoción en la cara, una mirada que no se puede descifrar. Su mandíbula cuadrada parece cincelada y dura cuando la luz de las farolas lo ilumina de vez en cuando, sus cejas se encuentran levemente fruncidas, dando a saber que se encuentra ensimismado en sus pensamientos. Pero de igual manera, está relajado, con los hombros caídos y cómodamente apoyados contra el respaldo del asiento.

Se ve hermoso así.

Vuelvo la mirada hacia afuera y suspiro. No me importa a dónde me lleva, estoy más que segura que me lleva a su departamento, ya que el camino se me hace conocido cuando nos acercamos. Me deprimo al pensar que hoy no pudimos volver corriendo, pero imagino que es todo debido al mal tiempo, por más que me hubiese encantado trotar en una noche como esta.

Las pequeñas gotas de lluvia comienzan a caer de a poco, aumentando a cada segundo, llegando a ser intenso. El viento causa un sonido chirriante cuando chocan contra las ventanas y el agua cae lentamente por esta. Me cubro más con mi campera al notar que el frío, de alguna manera, invade el interior del coche y causa que un temblor recorra mi espina dorsal.

Llegamos diez minutos después a su departamento, como sabía que iba a pasar. Era obvio.

Salgo del auto una vez que aparcamos, con mis manos metidas en los bolsillos de mi campera y tratando de que el frío no entre por ningún hueco libre. Damon baja después de mí y se me acerca lentamente desde atrás, rodeándome con sus brazos la cintura y apoyando su mentón en mi hombro. Mientras siento que saca las llaves de la puerta de entrada, su respiración acaricia mi piel de una manera tan electrizante y exquisita que me derrumbo en sus brazos. Me apoyo contra su cuerpo y respiro su olor.

No tarda en sacar las llaves y en abrir la puerta. No me separo, dejo que me lleve como si fuese algo sin peso. No me importa, estoy cansada de pelear y discutir. Subimos al ascensor en la misma posición. No me quiere soltar, no me quiero alejar. Mi cabeza está harta de tener que pensar en todo y nada sobre todo lo de nosotros o lo que pasa con nosotros. Por lo que dejo mi mente apagada para que mi cuerpo actúe por sí mismo por primera vez.

Las puertas se cierran detrás de nosotros y repentinamente, Damon me empuja contra la pared. Una mirada ardiente e intensa es lo que me encuentro cuando llevo mis ojos a los suyos. Me aprisiona sin lastimarme mientras su respiración aumenta y choca contra la mía que, sin darme cuenta, está igual de agitada que la suya.

Con su gran mano me toma por la nuca y me besa, mordaz, arremolinando su lengua con la mía. Puedo sentir cómo la sangre explota en mis venas, mis latidos están por explotar y llegar al límite de la locura. Me arrebata del presente y me lleva a un lugar nunca antes conocido. Me devora como un animal hambriento, llevando él el ritmo del beso, rápido, feroz y caliente, llenando el aire de una atmosfera electrizante. Paso mis brazos por su cuello y dejo que haga con mi lengua lo que quiera; saborea y enreda su lengua con la mía, comenzando una batalla de la que no creo que saldré ilesa. Gimo ante la intensidad y él gruñe con aprobación.

Mmm... Y qué sonido.

Lo acerco más a mí, aunque no creo que podamos estar más cerca, y él coloca la mano que anteriormente estaba en mi nuca, en mi cintura. El aire en mis pulmones va disminuyendo y siento que el tiempo pasa más que lento. Jadeo al notar que mi cuerpo pide oxígeno, por lo que tengo que separar mis labios de Damon unos centímetros para aspirar una bocanada de aire. Damon se queja ante eso, pero estoy con mi atención a seguir viviendo. Se me queda mirando, mirando cómo mi respiración vuelve a ser un poco menos agitada y mirando cómo mis ojos delatan el fuego que siento por todos lados, ese leve hormigueo electrizante que recorre mi espina dorsal.

Las puertas del ascensor se abren repentinamente y me separo de él, pensando que alguien pudiese vernos en este estado tan... desesperado. Para mi buena, nuestra, suerte nadie está del otro lado. Solo nosotros dos, agitados.

Sus manos vuelven a su lugar en mi cintura y su pecho se pega en mi espalda mientras caminamos en silencio hacia la puerta de su departamento. Todo se encuentra en silencio, excepto por el sonido de nuestras respiraciones. Las luces están apagadas, lo que hace que mi vista se tenga que acostumbrar a la oscuridad para encontrar el camino, pero a Damon eso no le importa. Me lleva sin dar mirada atrás para ver si la puerta cerró. Lo que sí hizo, por suerte. Me lleva a rastras hasta su habitación, la abre y nos adentra a otra oscuridad. No prende la luz, pero puedo notar que se aleja de mí y se mueve por el cuarto. Mi vista se acostumbra luego de un segundo, y veo cómo se saca la remera. Lo que logra que mi corazón dé un giro.

De alguna manera, mi cuerpo no responde, me quedo estática en mi lugar. Pestañeo varias veces, intentando sacar las imágenes que, sin mi consentimiento, llenan mi cabeza. Imágenes espantosas y que no me gustan para nada. Los recuerdos de esos días y el fin de ellos. No lo quiero revivir, pero mi mente y esas imágenes no dan vuelta atrás.

Damon, sin notar mi repentino cambio de humor, se acerca desnudo de la parte de arriba de su cuerpo, pero no puedo sentir nada que no sea miedo. Miedo a que pasara de nuevo, miedo a revivir todo. Doy un paso atrás mientras lágrimas silenciosas caen por mis mejillas. No, no quiero vivir de nuevo eso. No lo quiero cerca de mí de nuevo. No quiero que me encuentre como sé que lo va a hacer. Me encontrará y no podré impedirlo. Sigo alejándome hasta que mi espalda choca contra la pared y estoy sollozando. Me arrastro hasta el suelo, llevando mis rodillas a mi pecho y mis manos a mi cara. ¿Por qué tengo que pensar esto cuando estoy así con Damon, en esta situación tan... íntima? Me odio por sentirme así, lo odio por hacerme esto y no disfrutar del ahora con Damon.

Él se acerca a mí y se agacha a mi altura. No levanto la vista, pero él, no queriéndome dejar en el suelo, me levanta en sus brazos como si fuésemos recién casados y me lleva a su cama. Mi llanto no cesa, solo se intensifica hasta que gimo por cada lágrima que sale de mí. Me acuesta lentamente y, sin soltarme, se coloca conmigo. Nos tapa con una frazada suave y con su refrescante olor. Me acurruco contra su pecho desnudo y sigo con mi tormento de olvidar. Estoy segura de que él no entiende nada y que tiene muchas preguntas sobre esto que no podré contestar sin venirme abajo. Me abraza contra sí, envolviéndome en su calor y en su fragancia exquisita, dejando que me calmase hasta poder, aunque sea, dejar de llorar.

—Lo siento, no quería hacerte pasar por esto —me lamento a la vez que seco mis últimas lágrimas—. No quería que me vieras a-así.

—Está bien, Nat. No te preocupes. No sé por qué te pusiste así, pero no quiero hablar de ello si te incomoda —me interrumpe. Levanta una mano y la lleva a mi mejilla para acariciarme lentamente. Levanto la vista y en sus ojos aparece un brillo de algo que no sé explicar. Es intenso a la forma peculiar de Damon. Y puedo decir que probablemente también yo tenga un brillo en mis ojos que tampoco sé descifrar—. Me lo contarás cuando estés lista, ¿de acuerdo?

—Sí, gracias.

—Duérmete, Nat. Es tarde y estoy seguro de que estás muy cansada... —murmura cerrando sus preciosos ojos—. Buenas noches.

—Buenas noches, Muchachote—murmuro de vuelta, llevando mis labios a los suyos y dándole el últimobeso antes de caer dormida, en donde unos ojos zafiros me alejan de los malospensamientos y causan que una sonrisa aparezca en su lugar.


Continue Reading

You'll Also Like

1.1M 88.3K 77
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
353K 47.7K 51
*Fueron los libros los que me hacían sentir que quizá no estaba completamente sola, y tú me enseñaste que el amor solo es una debilidad.* Isis descub...
2.1K 620 36
Un año. 12 meses. 52 semanas. 365 días. 8.760 horas. 525.600 minutos. 31'536.000 segundos. Venganza. Todo ese tiempo invertido en sólo una cosa: veng...
1.5K 474 23
Después de la trágica muerte de su madre, Clarissa Stern y su padre se ven forzados a empezar de nuevo en una nueva ciudad. Sin embargo, cuando su pa...