El karma de Shirley [YA EN LI...

By LBSilva

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EN LIBRERIAS CON LA EDITORIAL MIRIFICAS. Cuando Shirley tenía nueve años creó su primer escrito para un tall... More

Sinopsis.
Aviso antes de leer
1. El inicio de la locura.
2. El no fantasma.
3. ¿Real o no real?
4. Un amigo es una luz.
5. Ratatouille
6. Macrisis
7. F.F.F
8. Como Christian Grey.
9. Despacito.
10. Falsas esperanzas
12. Prohibido nuestro amor
13. Fantasmas en la casa.
14. Farsante.
15. Julian no está, Julian se fue.
16. Espejos.
17. Amante. [+18]
18. Helados.
19. El tren.
20. Mi reflejo.
21. Frío
22. Todo concluye al fin [Capítulo final 2021]
Epílogo
Nota final.
EL KARMA DE SHIRLEY EN FÍSICO

11. Lengua atada

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By LBSilva


[Obligatorio escuchar la canción]


—Levántate del suelo, tonta, te estás mojando —dijo una voz que yo conocía y me hizo levantar la mirada de las baldosas sucias y mojadas. Le regalé una sonrisa tonta al chico que me hacía suspirar todos los días y levanté un poco mis brazos, dejando que él me tomara.

Julian me llevó a la casa de manera gentil y me dejó en la pequeña galería, apareciendo luego con varias toallas. Me envolvió con la más grande y lo dejé hacer aquello a pesar de no tener sentido. Ya estaba mojada, eso iba a hacer desperdiciar una toalla más. No dije nada, me gustaba ser mimada por él. Me gustaba él también.

—Vino Laura —le expliqué y él asintió, como si lo supiera. Él lo sabía todo, por supuesto. No necesitaba contarle nada. Estaba presente, de un modo fantástico que yo no entendía para nada—. ¿Quieres opinar al respeto?

—No, yo no estoy aquí para eso —me explicó y resoplé sin entender la razón de sus palabras—. Te haré un té, cambiate y luego saldremos.

Estaba lloviendo como para salir, pero no objeté. No tenía ganas de seguir en contra del mundo. Pensé en desnudarme frente a él, aunque me arrepentí apenas la idea vino a mi cabeza. Tal vez lo mejor sería dejar de hacer tonterías varias y concentrarme un poco en mi persona.

Salí del baño sintiéndome peor que antes y me encontré con su mirar cuando aparecí en la cocina. Estaba cambiada, solo tenía en mi cabeza la toalla que usaba para que no me hiciera mal tener el pelo mojado. Lo miré sin saber que decirle o que hacer, porque estaba totalmente desanimada. No sabía que deseaba en ese momento y noté que Julian era consciente de eso.

—Luces terrible —me dijo con una sonrisa y yo le mostré mi dedo del medio, pero de todos modos me senté frente a la mesa. Me tomé el té que me prometió, que parecía ser de manzanilla y traté de analizar todo lo que había sucedido.

—Me siento perdida —confesé y luego quise hablar, pero sentí las lágrimas cayendo por mis mejillas—. Y no dejo de llorar un maldito segundo.

Julian se rio y negó con la cabeza mientras se ponía de pie, extendiendome su mano. Por supuesto que quería tomarla, sin importar adonde me llevaba. Quería ir con él a cualquier lado, incluso cuando eso significaba el caos de mis poquitas neuronas.

—¿Puedo preguntar adónde vamos?

—No, perdería la magia, Rowling.

Me reí mientras salíamos de mi casa y nos proponiamos caminar por todo Lincoln de la mano, al menos tenía sus buenas cosas tener un personaje de tu novela. Podía fingir que era mi novio y ser un poquito más feliz.



Cuando finalmente llegamos al lugar que Julian quería estaba anocheciendo y el frío de las noches de verano me invadió. Había llevado una campera, así que me metí en ellas mientras suspiraba al verme frente a mi colegio. Julian me había llevado ahí a pesar de no saber en donde quedaba. Ahí había empezado la magia, ahí había empezado mi vida. Le regalé una sonrisa al lugar que odiaba con toda mi vida, del cual me había ido hacía varios años levantando las manos llena de felicidad. El recuerdo me golpeó, abrazaba a Laura y caminábamos felices, finalmente libres de la condena. No llegamos a ningún lado, ahí estaba de vuelta.

Una vez escuché que cuando un capítulo no se cierra, uno quiere reescribirlo mil veces. O eso leí que le decía una fan a Selena Gomez sobre su insistencia en volver con Justin Bieber. Que chica insistente. Ahí ya no había nada para ella, pero parecía querer volver a toda costa. Ahí no había nada para mi, pero volvía sin poder evitarlo. Julian era la demostración total.

—No puedo creer que me hayas traído a este lugar de mierda, Julian —me quejé mientras lo seguía de la mano, viendo el lugar através de las rejas.

Nunca lo había visto de noche, estaba horrible y parecía una cárcel. Era uno de los pocos colegios privados de la ciudad y lo odiaba, con toda mi alma. Resoplé cruzandome de brazos y mirándolo como si fuera la culpa de todo. Julian se rio y negó con la cabeza mientras buscó mi mano nuevamente para caminar conmigo lejos. Lo miré confundida, porque veía en sus ojitos rebeldes que tenía una mala idea en la cabeza. Sonreí, ese era mi Julian, el chico que le brillaban los ojos de maldad y picardía. Era el Julian que yo había creado.

—No, no, no, no —empecé a decir horrorizada cuando me di cuenta que estaba haciendo.

Le acababa de pagar al portero (hola, Jorge, tanto tiempo) para entrar al colegio de noche. El hombre no me reconoció porque nunca me había mirado mucho a fin de cuentas y veía mil niños todos los días. Pero yo sí lo reconocía y sabía que era un interesado por el dinero. Julian había conseguido plata, no sé como, pero estaba pagando para entrar. ¡Eso era ilegal!

—No voy a volver a entrar al colegio, Julian, estás loco. No, no, yo me fui para no volver —empecé a quejarme mientras él tiraba de mi para entrar por la puerta de servicio. Jorge le dijo a Julian que lo esperaba dentro de una hora y yo me empecé a reír. ¡Criminal! ¡Embustero! ¡Chanta! No podía creerlo, parecía un chiste.

Julian tenía mucha fuerza y tiraba de mi mano haciéndome caminar por lugares que no conocía de mi colegio, hasta que finalmente aparecimos frente a la capilla. Una vez me había confesado en ese lugar y había hablado con mucha preocupación sobre mis pecados. Ninguno en especial, mentí porque mi vida era un embole. Así que cometí un pecado por otro. Sucio y limpio al mismo tiempo.

—Tengo una fantasía muy oscura y quiero cumplirla contigo —me dijo en voz baja, cerca de mi, haciéndome sobresaltar y reír al mismo tiempo. Miré a Jesus en la cruz y fruncí el ceño. ¿O era Jesucristo? No lo sé, esa era la atención que le había dado a mis clases de catequesis.

—No aquí, Julian —bromeé mientras caminaba con él de la mano y salía de la bendita capilla porque me ponía incomoda.

Al salir, los recuerdos me golpearon al instante y me quedé de piedra. El patio del colegio, el mástil, el lugar en donde formábamos y todos los recuerdos juntos. Todo llegaba al mismo tiempo, como si fuera un torbellino de recuerdos y por un momento me pregunté si podía con todo eso. ¿Por qué me había traído Julian ahí? ¿Qué estaba mal con él?

—¿Por qué me trajiste a este lugar horrible? —quise saber, soltandome y frunciendo el ceño, con la voz entrecortada. No quería estar ahí, no quería volver a los lugares que me habían hecho mal. Necesitaba un psicólogo, a mi mamá y mi mantita. No quería estar en el lugar en donde juré a la bandera, donde me negaron mi primer beso y en donde Yanina se puso de novia con Mauro por una semana. No quería esos recuerdos, no los necesitaba—. Me trajiste a un lugar que no hice más que sufrir, el inicio de todos mis males.

Caminé un poco por el lugar recordando todo sin parar. El lugar en donde me sacaban fotos y salía horrible, el espacio que usábamos para picnics en donde me dijeron que estaba muy gorda y que dejara de comer o hasta recordé las mesitas en donde tomábamos la leche chocolatada por un día en especial (creo que algo con un monje) y una monja me dijo que no podía repetir, que estaba muy gordita y que le dejara a los demás.

—¿Sabes por qué te traje aquí? —me preguntó Julian acercándose a mí, impidiendo que yo siguiera pataleando como una niña recordando mi vida de mierda—. Dices que tienes los peores recuerdos, que este lugar es una mierda y todo eso... bueno, te he traído porque quiero que crees nuevos recuerdos. Quiero que vivas cosas buenas conmigo, que pasemos un buen momento en el peor de los lugares, en una escuela horrible de noche. ¿Quieres crear recuerdos buenos en los malos conmigo?

Lo observé, sin saber que decirle al chico de mis sueños en ese momento y me emocioné al instante. No lloraba, sino que sentía que mi corazón iba a estallar en millones de pedazos por lo hermosa persona que era. Me regaló una sonrisa divertida, haciendome brillar por segundos con su luz y luego extendió su mano.

—¿Me prestas tu teléfono? Quiero cumplir mi fantasía.

Lo miré sin comprender y aun así se lo alcance, dudosa. Él entró (con la clave, vaya uno a saber como la sabía) y puso spotify. Empezó a sonar una de las mejores canciones que había escuchado en mi vida, dejándome muda. Tongue Tied empezó a sonar y Julian dejó el teléfono en el suelo, con el poco volumen que daba.

—No entiendo... ¿que tiene que ver esa canción con todo esto?

—Nada, es mi canción favorita y vamos a bailarla. Soy un cliché de secundaria, así que tengo que bailar en pleno colegio sin explicaciones alguna. ¿No has leído Peligroso Desastre, duh?

—Creo que en ese libro cantan y es una canción de Rolling Stone. ¿Me estás escuchando?

No, Julian no me escuchaba porque estaba dispuesto a bailar como un ridiculo en pleno patio de mi colegio, sobre mis recuerdos, sobre mis lágrimas y mis amarguras. Movía los brazos como un loco, divertido y tarareando la canción. Nada tenía sentido y todo parecía sacado de una novela. Aun así, me uní, porque bailar aliviaba. Bailar curaba y yo necesitaba ser curada.



Todavía me picaban las mejillas y aun mi corazón latía enloquecido por lo divertido que había sido el momento anterior con Julian. Nunca había sonreído tanto en mi vida ni había sido feliz con tan poco. Por primera vez en mucho tiempo no me había importado nada y sentí que era libre, que podía hacer lo que deseaba sin importarme nada. Éramos nosotros dos bailando en el patio del colegio, ignorando por completo las cosas que me habían hecho y todo lo que había sufrido. Era la chica que quería ser, era libre de cualquier tipo de recuerdo.

—¿En qué piensas? —quiso saber Julian mientras comía unas gomitas que había comprado vaya uno a saber y me pasaba el paquete. Amaba comer eso en el colegio, en ese lugar en donde estábamos. Sentados en uno de los escalones del mástil que tenía la bandera, recordé las veces que me había sentado ahí a llorar porque me encantaba la atención. ¿Llorar frente a todos mis compañeros? Eso era algo que Shirley haría.

—En todo —admití encogiendome de hombros con tranquilidad y me pregunté si realmente estaba lista para contarle las cosas a Julian, lo que pensaba y sentía. Tomé aire y decidí decir algunas cosas que eran totalmente sentimentales, pero necesitaba soltarlas. Necesitaba decir lo que vivía en voz alta lejos del miedo a ser juzgada—. Me gustaría volver el tiempo atrás o tener una oportunidad para hablar con la Shirley del pasado, la misma que lloraba en este lugar.

Julian masticaba sin observarme, mirando el lugar en donde solíamos contar mientras jugábamos a las escondidas, en ese mismo donde intercambiaba cartas de pokemon diciendo late, late, nola y gritando cuando esa última palabra aparecía. El mismo lugar en donde Mauro había encarado a Yanina para preguntarle si quería ser su novio y ella había comenzado a hacerse la interesante, para decir que si en algún momento en el otro patio cerca del jardín.

—¿Y qué le dirías? ¿Que ahorre en dólares?

—Bueno, también le diría eso —admití riéndome un poco de la realidad que estaba diciendo. Era cierto que la economía no era la mejor como para no avisarle de cierto inconveniente, pero había otras cosas que me gustaría comentarle.

Imaginé a la chica que era antes, despeinada porque estaba totalmente peleada con el cepillo, con las uñas pintadas rompiendo el reglamento del colegio y siendo una gordita fea, con dientes disparejos y con la necesidad de usar anteojos, aunque sin admitirlo. Quise hablarle a esas chica, decirle que no temiera, que en algún momento sus personajes iban a cobrar vida, que iban a atraparla cuando se cayera, que iba a ser feliz con cosas pequeñas y cosas gigantes. Quería abrazarla cuando lloraba y la gente se burlaba de ella o de sus escritos, pedirle que nunca deje de escribir y que nunca se olvidara de lo importante de soñar. No podía volver atrás y pedirle a la chica que hiciera aquello, simplemente era imposible volver atrás, pero si Julian estaba tal vez podía hacerlo.

—No creo que avisarte de las cosas sea la mejor opción para una chica de nueve años —argumentó él de la nada, como si leyera mis pensamientos. Muchas cosas yo no me las preguntaba más, simplemente dejaba que sucedieran—. Eres esta chica por las cosas que le sucedieron a esa Shirley. Eres lágrimas, dolor, angustia, frustración y decepción. Eres una combinación de las cosas malas que te sucedieron y como consecuencia eres la chica más fuerte que he visto en mi vida.

Lo miré regalándole una pequeña sonrisa, porque lo que decía era muy tierno. Sin embargo, sabía que estaba en lo cierto. Si bien era mi personaje y a veces diría lo que yo quisiera, se notaba que en su corazón solo había bondad y una necesidad de salvarme. No quería caer, no quería perderme y Julian había llegado para tomar mi mano. A veces creía que era yo quien lo inventaba para salir adelante de ese fracaso. Lo necesitaba y él estaba ahí para darme una mano.

—A vece creo que las cosas que dicen son las que pienso y me diría a mi misma si fuera capaz —admití con algo de angustia, porque no sabía realmente si aquella era la realidad. ¿Y si la era? Quería creer que no, pero a veces la realidad era más cruel de lo que uno esperaba—. ¿Es así?

Julian finalmente me observó, con sus ojos oscuros y esa mirada que podía matar a cualquiera en todo momento. Por un momento tuve miedo, por un momento creí que lo iba a perder. Creí que se desvanecería lentamente y me dejaría a mi misma con una bolsa de gomitas en las manos. Tal vez era así, tal vez una vez que encontrara mi lugar en ese nuevo mundo él iba a marcharse.

—Soy quien quieres que sea, Shirley.

Dicho eso, me besó.



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¡Un nuevo capitulo entregado! Lo amé mucho cuando lo escribí y recomiendo escuchar la canción que salió de la nada en mi cabeza. ¿Qué les pareció el capitulo? Todos los martes actualización ♥

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